Índice

Psicoauditación - Facundo F.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Página anterior

Sesión del 04/10/2023 Sargón, Furt

Sesión del 12/02/2024 Sargón, Furt

Sesión del 19/08/2024 Sargón, Furt

Sesión del 01/10/2024 Sargón, Furt

Sesión del 04/10/2024 Sargón, Furt

Sesión del 31/03/2025 Sargón, Furt


Sesión 04/10/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Facundo F.

El anterior ministro de la Federación Sargón, Will, seguía como desaparecido y se eligió un nuevo ministro. Esta propuso como viceministro al candidato predilecto entre otros comandantes: su padre. La entidad relata que su padre rehusó el cargo de viceministro por consideración a él, pero la realidad es que trataba de esconder su incapacidad.

Sesión en MP3 (3.223 KB)

 

Entidad: Estaba muy emocionado, me hubiera gustado estar en Sargón pero me habían destinado nuevamente en Ferro. Me hubiera gustado estar con mi padre, muy pocas veces se reunían en el planeta principal de la Federación los quinientos sesenta ministros de los quinientos sesenta mundos que conformaban los quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares de la Federación.

 

Aún no había salido la votación, no se había dado a conocer, pero los rumores corren no como reguero de pólvora, como velocidad ultra lumínica, y se sabía que el cien por ciento de los ministros votaban a favor de Nubia como primera ministro de la Federación Sargón. Y habían dado a conocer que elegía como viceministro al comandante Jon Salem. Me caían las lágrimas de la emoción.

Mis compañeros no decían nada. Estábamos en el bar del cuartel, habíamos tomado una bebida caliente mientras mirábamos el holovisor gigante con todas las cámaras puestas en la votación electrónica, pero no había ninguna duda de que Nubia, ni uno solo de los quinientos sesenta ministros votaría en contra de ella.

 

Un par de compañeros me dijeron:

-¿Y cómo te sientes, Furt?

-Me siento extraño.

-Porque se corre la voz de que tu padre, el comandante Jon, aparentemente es el favorito, quizá no tanto por antigüedad sino por haber tenido distintos destinos en planetas más apartados, y eso suma puntos.

 

Honestamente, me sentía feliz si esa era la elección de la primer ministro Nubia. Por otro lado me extrañaba porque, bueno, padre es cierto que había tenido distintos destinos pero siempre tenía cierta indecisión como para tener proyectos propios, como para dar una opinión certera sobre algún tema difícil, peliagudo. Pero bueno así era.

 

Los radares ultralumínicos detectaron una nave que llegaba de Sargón, me extrañó incluso que varios capitanes nos hicieron formar.

 

Hablé con el capitán que estaba con nuestra tropa. Le digo:

-Permiso, mi capitán, para hablar.

-Sí. Dígame, teniente.

-¿Quién, qué autoridad importante viene en esta nave? -Me miró como sorprendido y por momentos sonriendo:

-¿Me preguntas en serio, Furt? -Obviando el 'teniente'.

-Mi capitán, nunca le hablaría en broma, por favor.

-Te lo pregunto porque pareces despistado. ¿No habló tu padre contigo?

-No, para nada, entiendo que estaba en Sargón.

-Sí, correcto. Y ahora vino para aquí, para Ferro. Descansa, teniente, y ve a saludarlo. -Dejé mi postura de firme y marché.

 

Descendieron varios oficiales de la nave, alféreces, tenientes, capitanes, y atrás mi padre.

-Hijo -Me abrazó-. Ven, ven conmigo. ¿Has tomado algo ya?

-Mirando el holovisor me he tomado ya como cuatro cafés, uno más no hay problema. ¿Pero qué haces aquí?

-Quería estar contigo, hijo.

-Pero padre, según los rumores la primera ministro Nubia no había habido un nombramiento directo, pero se corría el rumor de que tú eras el predilecto para ser el viceministro de la Federación, ¿o era solamente un rumor?

-No, Furt -me dijo mi padre-, no era un rumor, hablé con la primera ministro Nubia.

-¡Ah! Por eso no entiendo qué haces aquí.

-Si me dejas hablar, hijo... -No podía de la impaciencia.

-Sí, te dejo hablar.

-Le dije que me parecía demasiado precipitada la decisión de mi nombramiento.

-Perdón, no entiendo.

-No sé qué parte no entiendes.

-Toda la parte no la entiendo, padre, toda. ¿Precipitada en qué sentido?

-No..., no sé si tengo las condiciones para viceministro de quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares, hijo, no sé si entiendes la magnitud de lo que estamos hablando. -Lo miré asombrado y le dije:

-La entiendo perfectamente, creo que es el puesto de más honor que en tu vida te hubieras imaginado.

-Claro. Lo que pasa que tú tienes una óptica y yo otra.

-Bien. Explícame, padre, la tuya porque no la comprendo.

-Tú ves gloria.

-¡Je, je, je! Sí. ¿Tú no?

-No, no, hijo, yo veo responsabilidad, y veo mucha responsabilidad. Supón que un día se... se descompensa, -que nunca le pase- o se indispone y tiene que guardar cama y hay que tomar una decisión respecto a un mundo, a una batalla o a otro sistema que se quiere agregar, o de repente hay un conflicto en uno de nuestros sistemas y la decisión la tengo que tomar yo.

-Padre, ¿me estás hablando en serio?

-Nunca hablé más en serio, la decisión la tengo que tomar yo si Nubia se indispone o le coge fiebre o lo que fuera.

-Y sí, la tienes que tomar tú. ¿Adónde está el problema?

-Es mucho peso para mí.

-Padre, ¿estoy hablando contigo de verdad o eres un clon?

-Hijo, guarda la compostura, soy comandante y tú eres teniente, guarda la compostura.

-No, no voy a guardar la compostura, estamos solos, traje de la máquina dos cafés y somos padre e hijo, no me vengas ahora con comandante y teniente. La primer ministro tiene asesores, tú como viceministro hubieras tenido asesores. ¿Sabes, padre, lo que es un asesor?

-Furt, me estás faltando al respeto, no me tomes por idiota.

-Bien, doy por entendido que sabes lo qué es un asesor. Entonces, llegado el caso tuvieras que tomar una decisión porque se enfermó la primer ministro, lo consultas con tus asesores.

-Eso es mostrar debilidad.

-No; ¿sabes lo que es mostrar debilidad?, rechazar el puesto. Dilo directamente, ¿rechazaste el puesto?

-Hijo, te dije que yo no era el más indicado.

-Padre, no era el más indicado, no se trata de gloria se trata de responsabilidad, blablaba blablaba. Ya me lo dijiste. ¿Rechazaste el puesto de viceministro de toda la Federación Sargón?

-Sí.

-Obviamente te habrá insistido.

-No.

-¿Qué te dijo?

-Nubia me dijo: "Si piensas que no estás capacitado para dar el cargo, bueno, vuelve a Ferro".

-¿Qué le respondiste tú?

-Que me quería quedar a ver la ceremonia. Pero evidentemente ella también tiene su carácter, habrá pensado "Bueno si no quiere el cargo aquí está de más. Que vuelva a Ferro". Igual me pareció demasiado duro la decisión de ella de que vuelva y no vea la ceremonia. ¿O no estás de acuerdo?

-No, no estoy de acuerdo. Pienso que lo que hizo la primer ministro es correcto. Si tú piensas que no estás capacitado no vas a pasar de donde estas, batallas, misiones, tratar con nuevos mundos. Olvídate, eso no se te va a dar.

-¿Sabes lo que pasa, hijo, y recién ahora me estoy dando cuenta?

-A ver dime.

-No pensabas en mí...

-¡Ah!, ¿no?

-Para nada, pensabas en ti.

-¿Me lo puedes aclarar?, porque no estoy entendiendo o no quiero entender.

-Claro, no quieres entender.

-Bien. Explíquemelo, padre.

-Pensabas en ti, Furt: "Ahhh, ¿mi padre viceministro?, al toque me nombra capitán y en un par de años voy a ser comandante. ¿Cómo no, teniendo a mi padre viceministro de quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares?". -Lo miré, y de la impotencia me caían lágrimas, mi padre no me entendió-. ¿Te das cuenta?, estás lagrimeando porque no se te cumplió el sueño.

-Padre, estoy lagrimeando porque ocultas tu indecisión, por no decir cobardía, trasladando tus problemas a mi persona, me importaba nada ser capitán, lo seré cuando me lo merezca. Al fin y al cabo yo también tengo mis indecisiones. ¿Pero por qué, por qué padre? Porque me las contagiado tú desde pequeño, desde antes de ser alférez, cuando era un simple estudiante de la academia militar, cuando tenía la ilusión de conocer Sargón, cuando veía tus indecisiones siendo tú capitán. Pero claro, escudas tu rechazo a este tan grande cargo diciendo que mi impotencia es que yo quería ascender a través tuyo. Me importa nada. Es más, voy a pedir un traslado, no quiero estar en tu compañía, no quiero estar en tu batallón, no me interesa.

-¿Ves que tengo yo razón?, te interesa Sargón, quieres crecer.

-Sí, pero yo soy frontal, quiero crecer por las mías, no porque un padre me acomode, no porque un padre me dé un puesto que no me gané. Y honestamente, esta conversación me hace muy mal, me hace muy mal.

-Yo sé lo que te hace mal, que tus compañeros, los otros tenientes se burlen de ti, "¡Ah!, Furt, ¿qué pasó con tu padre?".

-Qué poco me conoces, ¡ja, ja, ja! qué poco me conoces. O sea, ¿que tú piensas que a mí me importa lo que digan mis compañeros? A mí mis compañeros tenientes me respetan, nadie se ríe en mi cara, le hundo mi puño en su rostro a quien se burle en mi cara.

-Y te ganas el calabozo.

-Que drama, ¿no? Qué problema, ¿por qué no me mandas tú al calabozo ya que eres comandante y te dije que eres cobarde?

-No te permito, porque de verdad voy a hablar con tu capitán.

-No precisas hablar con mi capitán, envíame tú directamente, hazlo. ¿No?, bueno. -En ese momento me levanté, dejé mi café que se enfríe sin tomar.

-Nadie te dijo que te marches, te ordeno que te quedes.

-No no no, quedamos en que no éramos comandante y teniente, éramos padre e hijo hablando. Y hoy honestamente, no tengo ganas de hablar. Y me alejé.

 

Me junté con otros tenientes y justo se escuchaba la voz en el holovisor de la primer ministro Nubia:

-Tengo el honor, querida gente de la Federación, de haber sido elegida por unanimidad la nueva primer ministro de la Federación Sargón y tengo el agrado de decirles que mi viceministro es un comandante que tiene la mayor capacidad de todo Sargón: Con ustedes aquí el gran comandante Oberson, quien fuera director de la Academia Espacial de Sargón. -Se escuchó un fortísimo aplauso y apareció el comandante Oberson.

 

Y entre mí pensé, en el fondo yo creo que lo más inteligente que hizo mi padre fue haber rechazado el cargo, Oberson tiene su pecho cubierto de medallas y bajo esas medallas y bajo su uniforme varias heridas de combate.

 

Y me sentía contento, me sentía contento porque Sargón tenía un viceministro de primerísimo nivel. Ya hablaría con mi capitán para pedir el traslado a otro mundo. No estaba enojado con mi padre, no puedo decir que estaba decepcionado tampoco ni sorprendido, conociendo sus indecisiones a lo largo de toda mi vida. Obviamente que me hubiera gustado tener un padre como viceministro, pero ahora que ya estoy más frío, más... más tranquilo y podía pensar sin estar reactivo, yo creo que mi padre hizo lo correcto.

 

Pero no quería que los demás tenientes vieran como me caían las lágrimas. Me retiré, fui de vuelta a la mesa a decirle a mi padre que sentía todo lo que le había dicho, y que era un estúpido y que me disculpe, pero cuando llegué a la mesa las dos sillas estaban vacías.

 


Sesión 12/02/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Facundo F.

Apareció delante de su nave otra con intenciones no amables. Como estaba en el espacio de Ferro, de la Federación Sargón, se le requirió identificación, a lo que respondieron agresivamente. La entidad relata que se invalidaron las armes de la nave atacante y la nave quedó bajo el control del comandante, su padre. Estaba orgulloso de él.

Sesión en MP3 (3.157 KB)

 

Entidad: Estábamos por partir con mi padre, el comandante Jon, y se acerca a Ferro una pequeña nave de Sargón. Se presentó como el capitán Morkan.

 

-Mi capitán, lo conozco. Por suerte a su esposa la desagraviaron, la habían hecho responsable de un magnicidio pero había sido una alférez del sistema Prima. Permiso para preguntarle, ¿por qué viene a Ferro?

-Teniente Furt, comandante Jon, voy a ir con ustedes, más que nada para ser el portavoz de la primer ministro Nubia. No he tenido tiempo aún de verme con mi esposa, Andara, pero sé que toda misión es importante, la nave que se acerca está a casi una semana luz y aún no sabemos si es hostil o simplemente de exploración.

 

El capitán Morkan dejó que dejen su nave en el gran espaciopuerto de Ferro y fuimos todos al gran crucero, el principal de la armada de Ferro.

 

Mi padre dijo:

-Normalmente el comandante es un grado superior al de capitán, pero aprovechando, Morkan, que está usted aquí, lo dejo al mando de la nave y quedaré como portavoz de la primer ministro Nubia de todo lo que acontezca aquí en adelante con la nave desconocida. -A la orden, mi comandante -dijo Morkan-. Vamos a ir a velocidad luz, solamente a velocidad luz dos. Cuando estemos a una hora luz bajaremos la velocidad a menos luz solamente con nuestros motores, los impulsores comunes serán suficientes, estaremos alerta.

 

Prácticamente solamente mirábamos todos los aparatos, los tenientes se ocupaban con cuatro alféreces de ayudantes para estar a cargo de los ordenadores de la nave. Obviamente los tenientes y alféreces ingenieros se ocupaban del sistema de vida, se ocupaban de la protección energética, se ocupaban de la parte de alimentos. Me sorprendía la teniente que había venido también antes que el capitán Morkan, callada, absorta, ocupada en su ordenador.

Me acerqué a ella y le pregunté:

-Teniente, veo que tienes un mapa estelar.

Me respondió:

-Sí, teniente Furt, más que nada para saber maniobras evasivas de la nave en el caso de que fuera una nave espía u hostil, hay muchos asteroides al final del sistema estelar de Ferro y allí puede tranquilamente ocultarse aún estando todos los radares y ultraradares a pleno.

-Bien, no tengo su nombre teniente.

-Sophía.

-¿No le molesta si le converso?

-Para nada, puedo conversar y estar alerta a mi ordenador.

Le dije:

-Tengo entendido que es conocida de la primer ministro.

-Sí, yo diría que más que conocida, soy como una especie de sobrina.

-Vaya, ignoraba eso porque la primer ministro Nubia nunca comentó nada ni siquiera a sus allegados.

Por primera vez la teniente se dio vuelta y me miró, destacaba su cabello rubio, sus ojos celestes penetrantes. Y me dijo:

-Lo que sucede es que le pedí no comentar la cercanía afectiva, más que nada que no piensen que tengo preferencias. -Su mirada era seria, ni una sola sonrisa. Me hacía sentir incómodo y yo normalmente no suelo ser incómodo.

Antes de que se note mi nerviosismo le dije:

-Bueno, teniente, no quiero incomodarla más.

-No, no me incomoda, para nada, pero sí voy a seguir estudiando la zona de asteroides.

 

Me aleje en silencio, hablé con el capitán Morkan.

-Mi capitán, ¿la conocía a la teniente Sophía?

-No, escuché hablar de ella hace poco, pero no.

Le dije:

-Tengo entendido por otros tenientes que hace tiempo que está en Sargón, pero nunca nadie supo de ella.

Morkan me dijo:

-Lo único que sé que sobresalió como cadeta en la academia espacial de Sargón con las mejores notas en ejercicios de simulación para piloto de naves pequeñas. Aprobó también con las mejores notas con naves grandes. Lo mismo en uso de armas, igual, y también en lucha cuerpo a cuerpo y en batalla.

-Mi capitán, ¿cómo puede ser que con las mejores notas sobresalientes en todo, nunca haya escuchado a hablar de ella?

-Es obvio, teniente Furt, tengo entendido que antes había sido padrino de ella el primer ministro Will.

-Vaya, ¿es una privilegiada?

-No para nada; justamente ella, la actual teniente Sophía nunca quiso, desde que empezó en la academia militar, a que la tomen por una chica privilegiada. Es lo que sé. -Me encogí de hombros.

-Bueno, no sé qué misterio habrá con la teniente Sophía pero noto como que, no es que sea reacia a comunicarse ni tampoco sea cortante, pero no la noto empática.

Atrás nuestro estaba mi padre el comandante Jon:

-Acabo de escuchar, hijo, lo que has dicho y te lo había dicho antes en la base de Ferro que no prejuzgues, tal vez no sea falta de empatía, tal vez tampoco sea falta de cortesía, simplemente que ella presta atención a su trabajo. Y ya veremos cómo se desempeña, no saquemos conclusiones. ¿Es así, capitán Morkan?

-Así es, mi comandante.

 

Por fin llegamos y la nave desconocida salió de velocidad ultralumínica, era un crucero de batalla desconocido. Habló el capitán Morkan por el traductor universal:

-Soy el capitán Morkan de la Federación Sargón, estáis dentro de la Federación. Identificaos.

 

En la pantalla del holovisor se vio un rostro humano:

-Somos de la Federación Cantos, del límite galáctico. Estamos en misión de exploración, fijaos que tenemos las armas desactivadas.

-Está bien, normalmente uno se presenta. Como dije antes soy el capitán Morkan. ¿Con quién tengo el gusto?...

-Capitán Odo, de Cantos.

-Bien, normalmente las exploraciones se hacen en sistemas inhabitados. Este sistema de Ferro, perteneciente a la Federación Sargón, que tiene quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares. No hay ningún problema que visitéis nuestro crucero- ¿Podemos visitar vuestro crucero?, salvo que tengáis reparo.

-Para nada, capitán Morkan, está bien que intercambiemos conocimientos.

-Bien.

 

-Permiso para hablar capitán. -Era la teniente Sophía.

-Adelante.

La teniente Sophía se puso en pantalla:

-Capitán Odo, soy la teniente Sophía. Vi a través del ultraradar que aparte de explorar estuvieron recolectando material de los asteroides del sistema Ferro. Y vosotros sabéis, si tenéis radares ultralumínicos, que este es un sistema habitado y no habéis pedido permiso. Tenemos todo el derecho de requisar el material.

-Honestamente desconocíamos, teniente, que el sistema era habitado.

-Mi idea, mi intención no es contradecirlo, capitán Odo, pero en este momento vuestra nave queda decomisada. Comandante Jon, aquí tengo las pruebas, en el mapa de los asteroides, que han estado trabajando sin autorización.

 

Habló mi padre:

-Soy el comandante Jon, del sistema de Ferro de la Federación Sargón. La nave queda bajo nuestra custodia hasta no aclarar la situación.

-Eso no podemos permitirlo, comandante -dijo el capitán Odo.

 

El capitán Morkan dijo:

-Si intentáis cargar vuestras armas, seréis atacados, pensadlo bien. Al momento que nos comunicamos con vosotros a su vez mi comandante se comunicó con el planeta Sargón, el principal del imperio.

-Disculpad, ¿no sois una federación?

El capitán Morkan dijo:

-Somos una Federación, pero ante naves que ocultan a qué vienen nos presentamos como un imperio.

-Vaya, veo que antecedéis vuestro ego antes que vuestras armas.

 

Miré hacia un costado y vi que la teniente Sophía estaba con otras alféreces encargándose del armamento del crucero. Lo miró al capitán Morkan y le señaló disimuladamente nuestros ordenadores, éste asintió. Apenas el capitán Odo activó un torpedo de proa la teniente disparó inutilizando el lanzador de la nave de Cantos.

 

El capitán Odo dijo:

-¿Os dais cuenta que habéis abierto fuego primero?

Mi padre dijo:

-Eso es retórica, capitán, al haber activado vuestro sistema de fuego ya es señal de ataque. Estamos mejor armados.

-Eso no lo sabéis.

-Os podemos destruir en instantes, rendiros y seréis custodiados.

 

En ese momento salieron de velocidad luz cuatro cruceros más de Sargón.

-Bajad la capa energética también -dijo mi padre. Ahora me sentí orgulloso, mi padre estaba al comando de la nave y ordenaba. El capitán Odo accedió, desactivó todas las armas y bajó las defensas-. Varios de nuestra tropa, de los otro cuatro cruceros, serán teletransportados a vuestra nave, tomarán el mando de la misma hasta aclarar las cosas. Iremos a Ferro.

 

Accedió de mala gana el capitán Odo de los Cantos y fuimos a Ferro. Se evitó que hubiera bajas y se capturó la nave intrusa sin mayor inconveniente.

 


Sesión 19/08/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Facundo F.

Fue solicitada su presencia en el sistema Prima, le recibió una comandante con aire denigrante que deseaba ponerlo a prueba. Él tampoco venía de buen grado.

Sesión en MP3 (4.417 KB)

 

Entidad:

-Hola Furt, tengo novedades. -Lo miré a mi padre.

-Espero que sean buenas.

-Depende cómo lo tomes.

-No me dejes con la intriga, la intriga me causa ansiedad. Y no, no me hace bien.

-Tienes una invitación del sistema Prima.

-¿De parte de quién?

-De la comandante Estevia.

-Dime que es un chiste. Primero, que yo no soy embajador de ningún lado. Segundo, que yo no tengo nada que ver. Además, lo que me has contado de la comandante deja mucho que desear. Desde ya no voy, rechazo la invitación.

-Furt, en realidad la invitación es del gobierno de Prima, ella sería la que te recepciona.

-¿Y a mí por qué? Soy un capitán como miles y además soy de Sargón. Además en un sistema ignoto, como Ferro.

-Bueno, hijo, no tan ignoto, Ferro fue conocido por aquella rebelión de siglos atrás.

-Padre, eso ya pasó. ¿En función de qué, de ser hijo tuyo?

-No la puedes rechazar.

-¡Bufff!

-No suspires como si tuvieras que ir a la peor de las batallas.

-Padre, no sé si terminas de conocerme, daría la impresión que no. Si tuviera que ir a una batalla no suspiraría. ¿Cuándo tengo que ir?

-Mañana, a las cero seiscientos.

-¿Voy con tropa?

-No no no, no es como en mi caso, te invitaron a ti.

-O sea, voy yo solo en una nave biplaza...

-¿Te has quedado pensando?

-Sí, me he quedado pensando. Voy a hacer un par de llamados. Y bueno, hablamos, padre, hablamos.

 

Me marché, me fui a mi habitación. Antes de descansar hice un par de llamados por visor lumínico, estuve como quince minutos conversando.

Al día siguiente me levanté temprano, me di un baño de vapor, me puse el uniforme de gala, con las tres insignias plateadas de capitán. Mi padre tenía una dorada de comandante.

Marché en mi nave biplaza a velocidad no máxima, a velocidad ocho ultralumínica, al fin y al cabo el sistema Prima estaba bastante cerca.

 

Cuando llegué, en el espacio-puerto me recibió esta mujer. No era como me la imaginaba, la vi más joven, incluso más joven que mi padre, atractiva pero no empática, o sea, que se notaba su don de mando y su poca empatía.

Me sonrió, me estrechó la mano. Yo no estaba empático.

Me dijo:

-Bienvenido, capitán Furt, noto que eres distinto a tu padre.

-Así es, somos bastante opuestos en todo sentido; en decisiones, en carácter. Y además nunca me quedo con una incógnita. Quisiera saber la causa de la invitación, por qué el gobierno del sistema Prima me invita.

-Fue decisión mía.

-Ajá. ¿Por qué?

-Preguntas mucho.

-Deseo saber.

-Quería conocerte. Conocí a tu padre y me quedaron dudas.

-Conmigo no las vas a resolver.

-Comandante. Cuando te dirijas a mí siempre 'comandante' primero.

-Disculpa, no eres mi comandante. Tú me dirás Furt, tampoco tienes obligación de decirme capitán. Y yo te voy a llamar Estevia. No..., no somos de la misma fuerza.

-Te equivocas, somos aliados.

-Está bien, Sargón es Sargón, Prima es Prima.

-Ven, vamos directamente al navío. ¿Conoces de mapa galáctico?

-Por supuesto -le respondí.

-Bien. Quiero saber qué conoces, tal vez el día de mañana puedas ser útil a nuestra fuerza.

-No sé cual es tu idea, Estevia, pero yo soy útil a Sargón, y una vez haber vencido a los mordon no me imagino que haya otro enemigo a la vista. De todos modos está bien. No comí nada, así que espero que en el navío haya un buen comedor.

-Lo hay. Comeremos juntos. -Me encogí de hombros.

-Como tú quieras.

 

Después me puse a pensar mientras íbamos al comedor -yo detrás de ella- si no era demasiada mi descortesía, pero quizás estaba un poco reactivo por todo lo que me había contado mi padre de lo petulante y vanidosa que era esta mujer. Pero bueno, dejaría que hable.

Me presentó a parte de la tropa, la tropa muy educada. Había un capitán, ella delegaba los mandos en él. El capitán no era empático pero tampoco antipático, era cortés hasta ahí. Yo siempre con ceño fruncido, no podía evitarlo, era más fuerte que yo.

Nos sentamos a comer. Me dio a elegir un plato, elegí, y una bebida de un zumo especial que me gustaba. Y conversábamos mientras comíamos. Me tomó el tiempo de tomar un zumo, me pedí otro. Y hablamos.

-Tu padre es una buena persona.

-No me dices nada nuevo.

-Pero me da la impresión que le falta carácter.

-Pienso que estás desubicada, soy el menos indicado al que le tienes que contar eso.

-A él se lo dije, y le comenté además que estoy al tanto de que el nuevo primer ministro de Sargón le había ofrecido un enorme cargo y él lo rechazó diciendo que no estaba preparado.

-Es un problema de él en el cual yo no me meto. Ya lo hablé con él en su momento, emití mi opinión en su momento y es un tema que yo lo doy por terminado. Y cuando yo doy algo por terminado tampoco es mi intención hablarlo con otras personas.

-Pero conmigo sí. Al fin y al cabo soy la comandante de esta nave, y cuando doy una orden...

-No no no, no, orden a tus subordinados, yo soy un invitado.

-Pero, Furt, estás en esta nave y quedas supeditado a mis órdenes, así que vamos a hablar de lo que yo diga, de lo que yo quiera, cuando yo quiera, donde yo quiera. -La miré, no con mirada desafiante sino con mirada observadora. Y le dije:

-Mira, he tenido muchos compañeros, capitanes, tenientes, y una de las cosas que no tolero es la vanidad y la tontería.

-O sea, ¿me estás llamando vanidosa y tonta?

-No dije eso, dije que no tolero ni la vanidad ni la tontería. Aquí yo no soy subordinado de nadie.

-El hecho de responderme de una manera tan grosera es una insubordinación.

-¿Ah, sí? ¿Y qué piensas hacer?

-Puedo ponerte en un calabozo hasta que regresemos.

-¿Y cómo lo piensas hacer? -Me toqué mi arma.

-¿Y qué piensas hacer con tu arma, Furt? Mira detrás tuyo. -Me di vuelta, había doce personas de tropa, todos armados-. Aquí se hace lo que yo digo.

-Disculpa, ¿para qué me has invitado, para someterme? Sabes que si me pones en una celda, por el tiempo que sea, habrá represalias.

-¿Te crees importante?

-No, no me creo importante, me creo un joven de carácter. Yo pasé por mucho, he pasado por traiciones, he pasado por humillaciones, incluso compañeros que me han traicionado. Incluso me gustaba una joven que prácticamente me ignoró.

-Claro, y eso le afectó a tu autoestima.

-No, tengo muy buena autoestima. Por eso digo, soy distinto a mi padre. Pero no voy a someterme.

-Apenas termines de comer irás veinticuatro horas de Prima al calabozo. ¿Has visto a los equinos salvajes cómo los doman? Bueno, así te domaré a ti.

-Yo creo que estás equivocada. Tengo la radio lumínica encendida y tengo un inhibidor de señales, en este momento la nave está manejada por la señal de mi radio de la misma manera que la teletransportación. -En un momento en el comedor aparecieron veinte soldados de Sargón y el capitán Alexis, con el traje de capitán, todos con las armas desenfundadas. Desarmaron a la tropa de Prima.

La comandante Estevia palideció. Lo miró a Alexis:

-Tú eres un civil, estás en Prima porque se te permite.

-Disculpa, Estevia, soy un civil y estoy en Prima porque en Prima nací y es mi mundo, y Furt ya había hablado conmigo anticipándose a lo que tú podías hacer.

-¿Sabes que esto es una rebelión?

-No, no es una rebelión, estabas por someter a un capitán de Sargón.

-¿Y por qué la tropa de Sargón te obedece?

-Porque me respeta, porque al fin y al cabo fui yo quien venció al imperio Mordon, me siguen considerando su capitán. Y ahora vamos a volver a Prima.

Miró al mando de la nave: -Capitán, te doy diez segundos para que des la vuelta.

-Sí, capitán.

 

Estevia se sentía totalmente humillada:

-Esto no te lo voy a perdonar. -A Alexis le decía.

Él le respondió:

-¿Y qué piensas hacer, quejarte? ¿Quién eres?, no eres nadie, ¿qué batallas has ganado?, ¿por qué eres comandante? Conozco toda tu foja de servicios, has vencido en dos o tres batallitas. ¿Quién eres?, una petulante, una creída.

Ella lo miró desafiante:

-¿Sabes lo qué hago yo con hombres como tú?

-No respondas -dijo Alexis-, con hombres como yo no tienes ni para empezar. Mejor dicho, a mujeres como tú las ignoro, no me gusta la vanidad ni la petulancia. Interpreto que lo invitaste al querido capitán Furt para humillarlo. Su padre no te hizo nada, es una excelente persona. Pero yo no lo digo de manera despreciativa, es una excelente persona de verdad, que no haya tenido la voluntad o el arrojo de aceptar un puesto más grande no es tu problema ni el mío ni el de su hijo Furt. A ti eso no te tiene que importar. Eres una persona que humilla a la gente, eres una persona muy creída. Los capitanes te obedecen pero tú no sabes lo que hablan detrás de tuyo. No creo que ninguna persona te quiera, eres una persona infeliz.

-No permito...

-Cállate, cuando yo hablo a mí nadie me interrumpe.

-¿Te crees que porque eres amigo de un consejero de Prima eres gran cosa?

-No, para nada -dijo Alexis-. También era amigo íntimo de la exprimer ministro Nubia y de su esposo Fidis, pero los galones estos que tengo aquí me los gané yo, nadie me los regaló. Y nunca fui pedante con mi tropa, ¿exigente?, sí, pedante jamás. Y mi esposa, Kirana, que en este momento es la de más alto mando en la tropa de Sargón, es diez veces más soldado que tú, y no es vanidosa y no es pedante.

 

Volvimos a Prima, todas las comunicaciones quedaron abiertas. Lo primero que hizo la comandante Estevia es comunicarse con el jefe de gobierno, con el primer ministro, y le comentó la situación.

Me quedé asombrado porque el primer ministro le dijo:

-Lo que has hecho es para degradarte.

Lo desafió al primer ministro:

-Tú no eres militar, a mí me puede degradar únicamente mi superior, el gran comandante de tropa.

El ministro le dijo:

-Sí, que obedece mis órdenes. Así que cambié de idea, no serás degradada, directamente serás destituida. Cobrarás una pensión, serás una civil más. Obviamente podrás elegir un trabajo en informática o donde quieras porque con la pensión sola no creo que te alcance para vivir.

-No es justo.

-Yo decido lo que es justo. -Nos miró con cara de odio y se marchó.

-Adiós, Estevia -le dije yo.

-¡Mocoso impertinente!

-Sí, soy impertinente, sí que lo soy, pero no soy vanidoso ni creído. Gracias, Alexis. -Me abracé con él.

-Eres bravo, ¿eh? Eres bravo, chico, ¿eh? ¡Je, je, je!

 

Fuimos a la noche a la cena de gala. Alexis se encontró con su mentor. Disfruté de todo.

Y luego nos quedamos a solas, con Alexis.

-Has estado bastante reactivo.

-Quizá lo mío no viene de ahora, digamos como que esta comandante, o excomandante, Estevia fue la gota que desbordó el vaso. Pero he pasado por muchas cosas, soy una persona que busca crecer y he tenido oportunidades, pero he tenido muchos compañeros capitanes que me palmeaban la espalda y después atrás mío complotaban, hacían correr rumores de que evitaba combates directos. Y a veces los rumores corren como regueros de pólvora, por suerte no transcendió, pero me sentí muy lastimado. Cómo decirte, querido Alexis, las heridas internas, esas heridas morales de traiciones, de indiferencia, a veces quedan marcas de por vida, no cicatrizan como las otras. -Alexis me miró a los ojos.

-No coincido contigo, toda herida cicatriza, la vida siempre da revancha. En el buen sentido, no hablo de revancha contra alguien. No creo en la venganza, creo en la justicia. Si alguien que tú conoces, con nombre y apellido, te ha difamado me lo haces saber, yo me encargaré de hacer justicia. No hablemos de venganza, la venganza tiene que ver con los roles del ego, y eso te haría muy mal. Recapacité y me quedé pensando.

-¿Sabes las veces que me acosté con dolor de pecho de los nervios de la gente que a espaldas mías hablaba mal de mi persona? ¿Sabes las veces que he navegado con tenientes que apenas conocía y escuchaba que murmuraban detrás mío? Y yo pensaba, ¿qué les hice?, yo trato de ser afable. No sé, yo te veo a ti, Alexis, y tienes un carisma que falta que se arrodillen.

-¡Ja, ja, ja! No No exageres, Furt, no exageres, ¿tú quieres que se arrodillen?

-No, no no no, no, no me malinterpretes, quiero que me traten como yo les trato a ellos, que me respeten.

-¿Y no te respetan?

-Sí, de frente, pero por detrás escucho ese murmullo y me da una impotencia tremenda. Una vez me di vuelta y había dos tenientes:

            -¿De qué hablan?

            -Mi capitán, estamos hablando de proyectos.

            -Bueno, cuando hablan de proyectos me lo comunican a mí. No murmuren entre ustedes, no es correcto y menos detrás de un capitán.

-¿Pero esto pasó hace poco? -me dijo Alexis-, al fin y al cabo hace poco que te ascendieron.

-Es cierto. O tal vez les dio envidia de que otro con más antigüedad sigan siendo tenientes, piensan que me ascendieron porque mi padre es comandante.

Alexis sonrió y me dijo:

-No seas tonto, Furt, yo sé que no es así, yo sé que no es así. A ti te tiene que importar, valga la redundancia, la gente que vale la dicha de conocer y no los imberbes alféreces o recién nombrados tenientes, eso no te tiene que importar, te tiene que importar la gente que vale la dicha conocer.

Me quedé pensando y le dije:

-Es un honor el conocerte.

-Soy como cualquiera. También tengo mi carácter, no te creas, ¿eh? Si alguna vez entrenas conmigo en combate te arrepentirás de haberme conocido.

-Ahora me interesa, me gustaría practicar contigo con esos palos cilíndricos llamados Bō, obviamente con traje especial.

-No no no, primero firma un acuerdo, yo no me hago cargo de tus costillas rotas.

-¡Ja, ja, ja! -Largué una carcajada. Y le dije-: ¿Sabes qué?, tengo más apetito. ¿Hay postre?

-Lo que quieras.

-Comamos, entonces.

 


Sesión 01/10/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Facundo F.

De vacaciones en Prima aprovechó para conocer tipos de lucha en el cuartel. Una luchadora manejando el Bō le preguntó si deseaba probar. No pudo con la luchadora, sufrió su cuerpo y su ego. Ella tenía una fuerte personalidad.

Sesión en MP3 (2.287 KB)

 

Entidad:

A los pocos días que mi padre, Jon, viajó al sistema Prima fui yo también aprovechando las vacaciones. Pero no, no busqué encontrarme con él, fui con mi uniforme de capitán y estuve en el comedor de tropa. Los subalternos se paraban y me saludaban.

Les decía:

-Sentaos, soy de Sargón. -Y se sentaban. Claro, el uniforme era tan similar que pensaban que era un capitán de Prima.

 

Se escuchaba ruido de una actividad y le pregunté a un teniente:

-Se escucha como que hubiera un gimnasio.

-Sí, sí capitán, pasando dos salones.

-Gracias. -Y marché.

 

Vi cerca de treinta personas con traje de gimnasia, algunos practicaban lucha cuerpo a cuerpo, otros con los bastones de madera llamados Bō, otros haciendo fuerza con máquinas especiales. A los costados había asientos, me senté y me quedé mirando.

Había una joven de cabello largo, intensamente negro, rostro moreno, en su ropa de gimnasia se percibía un cuerpo como esas estatuas de la antigüedad pero más delgada, un cuerpo pleno, fuerte.

Se dio vuelta y me miró, hizo una señal con la mano y su contrincante paró. Y se dirigió a mí:

-Tú no eres de aquí.

-No, soy el capitán Furt, de Sargón.

-¿Y qué haces aquí?

-Vine de vacaciones. Conozco a quien fuera el capitán Alexis y me dijo que aquí hay una hermosa campiña.

-Así es. ¿Pero qué haces aquí en el gimnasio?

-Siempre me gustó ver cómo se practica este tipo de lucha. -Hizo una pequeña mueca que parecía una sonrisa.

-¿Cuál es tu nombre?

-Furt. ¿Y el tuyo?

-Clena.

-¿Eres militar?

-No no no, yo no recibo ordenes, yo doy ordenes. Soy ingeniera de holoinformática y tengo gente que trabaja para mí, y soy tan eficiente que a veces gano incluso más créditos que mi madre, que es comandante aquí en Prima. ¿Y tú cómo vas con el tema de la lucha? -Me encogí de hombros.

-En general suelo ser pacífico, pero me considero bueno.

-¿Ah, sí? Mira, allí en esa puerta hay muchísimos talles, tienes pequeños guardarropas. Puedes cambiarte y con esas botas pisas únicamente por los costados, donde están los asientos. Ponte un equipo de gimnasia y vuelve descalzo y te enseñaré algo. Hay una gran diferencia entre autoestima y amor propio; el amor propio tiene que ver con el ego. -Y me tocó el amor propio.

Le respondí:

-Quizá tú tengas que aprender de mí. -Me miró con esos ojos negrísimos, como su cabello. Hizo una mueca que pareció una sonrisa.

-Quisiera verlo.

-Enseguida vuelvo. -Me saqué la ropa, me di una ducha de vapor, me puse la ropa de gimnasia que me iba un poquito holgada para moverme bien y entré al gimnasio. Justo en ese momento la joven que combatía con Clena se rendía dando tres golpes en la lona.

Se dio vuelta como si tuviera ojos en la nuca y me llamó con la mano:

-Bueno, aquí estamos. Coge un Bō.

-Lo hacemos amistoso, ¿no? -Frunció el ceño.

-No entiendo.

-Claro, voy a tratar de no golpearte, vamos a hacerlo leve. -Se encogió de hombros.

-Si lo quieres hacer leve para no sufrir daños, de parte mía no tengo problema. -Y otra vez mi amor propio.

-¿Por qué?, ¿no lo quieres hacer leve? No lo hagamos leve, no nos midamos.

-Está bien, trataré de no lastimarte. ¿Cuál era tu nombre?, Furt, ¿no? Trataré de no lastimarte, Furt. -Cogí mi Bō y allí en el gimnasio no me conocían, dejaron todos su actividad y se sentaron para ver el combate.

 

Yo me consideraba bueno, incluso muchas veces había practicado con Alexis, buenas tundas que había recibido de parte de Alexis. Recuerdo que su mayor enseñanza fue "Nunca pongas la emoción en una lucha, porque perderás".

Pero mi mente reactiva había sacado a relucir mi amor propio y ataqué con todo. ¿Y a dónde pegué? En el vacío. Recibí un golpe en una pierna y caí sentado, me apoyó la punta de su Bō en el cuello y me hizo acostar de espaldas.

-Ves, ya te he vencido. En una lucha de verdad te hubiera partido el cuello. ¿Seguimos?

-Por supuesto.

 

Está vez fui más prudente, me tiró un par de golpes y los frené.

Le apunté directamente a su cabeza y recibí un golpe de punta de su Bō en mi estómago, que me hizo doblar. Otro golpe a un costado del oído y volví a caer. Ahora sí estaba dolido, me tocaba mi estómago y me costaba levantarme.

 

Me tendió la mano y con una fuerza que no pensé que tenía una niña me levantó, como si yo pesara la mitad. Nos pusimos frente a frente, era casi tan alta como yo.

-¿Cómo me duele tanto?, apenas me has tocado.

-No se trata del envión del golpe, se trata de la energía que le pones al golpe.

-¿Cómo la energía...?

-Lo mismo que hice con el Bō, lo puedo hacer con mi puño.

-¿Quién te enseñó eso de la energía?

-Quien fuera el capitán Alexis, soy su discípula preferida.

-¡Vaya! O sea, que eres muy buena.

-Pienso que en Prima soy la mejor en combate, no conozco varón que pueda vencerme. Y entre las mujeres, una tal Sophía, de Sargón, es la única que está a mi altura. ¿Seguimos?

-No, por hoy no, me duele bastante donde recibí el golpe.

-Eso no es nada. Vamos al vestuario, hay un líquido que te pones, se impregna y verás que al poco tiempo no tendrás nada.

-¡Eres brava!

-En todos sentidos lo soy.

-No entiendo.

Se paró y me miró a los ojos:

-No es solamente en combate, es en la vida. Tú pareces buena persona, de no ser así, si hubieras sido de aquellos pillos que se creen mejor que las mujeres te hubiera dado una paliza.

-¡Vaya! ¿Y este golpe en el estómago, qué fue?

-Nada, fue algo leve.

-Bueno, como respuesta a mi dolor de estómago, ¿qué te parece si te invito a tomar una bebida? Pero no en el bar de oficiales, además tú eres civil.

-Está bien -dijo-, hay una confitería en los jardines.

-¿No tienes pareja? -Me miró frunciendo el ceño.

-No. Y si tú piensas que puedo prestarte atención como posible pareja, olvídate.

-¿Por qué -le dije bromeando-, no soy tu tipo? -Me miró de arriba abajo.

-No pasa por ahí.

-Tal vez, y no te ofendas, tal vez te gusten personas del mismo género.

-No, no. Puedes llegar a traerme un buen varón que tenga su figura bien puesta. -Me miró de arriba abajo-. Pareces un joven atractivo, pero no te conozco. Vamos a tomar algo y me cuentas de ti, y yo te contaré de mí.

 

Por el camino del vestuario venía un joven:

-Hola, Clena, ¿cómo?, ¿a mí no me prestas atención y ahora has conseguido a otra persona?

-Discúlpame -me dijo. Lo tomó del cuello y lo tiró contra la pared-. No me hables en ese tono tan cachondo porque no te lo permito.

El joven levantó los brazos:

-Discúlpame, era una broma.

-No me gustan las bromas. Vete. -El muchacho se fue.

Me miró: -¿Te vas a cambiar o no?

-Sí, primero me voy a las duchas de vapor. ¡Pero vaya!, tienes un carácter muy fuerte.

-Soy rebelde por naturaleza. Si no te gusta como soy suspendemos lo de la bebida.

-No, yo no dije eso.

-Bien. Mira, aquí hay un ventanal, ¿ves aquel edificio?, está bastante lejos... ¿Te molesta caminar?

-No.

-Bien, nos vemos allí en media hora. -Y se fue para su sector.

 

Me quedé pensando. ¡Vaya! ¡Vaya!

 


Sesión 04/10/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Facundo F.

Se sentía molesto, ofendido por el trato que recibía de ella. Incluso después de la práctica le quiso demostrar su rabia y terminó rodando. Ella disfrutaba pero fue bajando la presión, lo invitó a las duchas.

Sesión en MP3 (1.621 KB)

 

Entidad:

Me encontraba muy muy cansado. Le dije a Clena:

-Ya está. Está bien. Honestamente, ya no doy más.

Clena me miró sonriendo con rostro burlón y me dijo:

-Furt, ¡je, je, je!, ¿qué pasa contigo, te pone mal que una mujer esté a pleno y tú ya no des más?

-Honestamente, por un lado te felicito porque tu manera de lucha con los Bō es espectacular, pero aparte tienes un entrenamiento físico brutal.

-¿Me estás diciendo bruta?

-¡No!, lo tomaría como sinónimo de extraordinario tú forma de luchar y tú estado físico. -Y a lo lejos se escucharon unos aplausos.

 

Los dos miramos, y sentado en el fondo estaba Alexis, el excapitán que ahora era civil.

-¡Bravo! -Clena puso cara irónica. Lo miró a Alexis y le dijo:

-Veo que estás con ropa de gimnasio. Te invitaría a practicar, pero no sé, me daría pena golpear a un viejo. -Entiendo que entre ellos había cierta confianza, no la confianza que quizá tendría Alexis con Sophía, pero a pesar de todos modos me molestó.

Me puse serio y le dije a Clena:

-Creo que estás siendo irrespetuosa. -Se dio vuelta y me miró muy molesta.

-¿Y por qué no me haces callar?

-Estoy hablando en serio.

-Esperad, esperad, esperad -dijo Alexis-. Furt, tranquilo, tranquilo, tenemos cierta confianza. Además, es cierto que me duelen las articulaciones, es cierto que ya no soy un joven y quizá me pueda vencer.

-¡Ja, ja, ja! -Sonreí. Mejor dicho, reí de una manera completamente sarcástica-. ¿Que alguien te derrote a ti? Yo creo que ni en sueños. -Pero lo dije a propósito para herir a Clena.

Y Clena me dijo:

-¿Y por qué no me vences tú, entonces?

-No voy a entrar en tu juego. Tú has practicado con Alexis, te ha enseñado muy bien y no creo que sea el único que pueda vencerte. Yo creo que la capitana Sophía también te vencería. En mi caso no tuve buenos instructores, pero puedo de alguna manera, seguir practicando y algún día podré vencerte.

Se acercó a mí con el Bō en la mano, puso su rostro al lado del mío:

-Nunca me vas a vencer, Furt, ni en Bō ni en nada. -Me tocó con los dedos el pecho y me empujó para atrás-. Porque no tienes con qué.

Miré atrás de Clena y Alexis estaba inmóvil riendo, pero yo estaba muy molesto:

-No me empujes. -Agarró, puso dos dedos, la tomé de la muñeca para hacerle una llave. No sé cómo zafó, me pasó por encima de su hombro y me tiró a dos metros de distancia. Enfurecido me levanté y la topé: Lo único que hizo fue hacerme un tacle con los pies y volví a rodar.

-Así no, así no Furt. ¿Eso es lo que te enseñaron?, ¿que pelees con emoción? -Me levanté con ceño fruncido y me quedé estático. Se acercó de vuelta a mí y me tomó del mentón-: ¿Estás enojado de verdad?

-Sí, por supuesto.

-¿Por qué?, ¿porque me divierto con Alexis?, ¿porque disfruto estar contigo y hacerte sufrir?

-Sí, por supuesto.

-No sabía que fueras machista.

-No soy machista.

-Con un varón que te venciera no te enojarías. ¿Alguna vez combatiste con Alexis?

-Sí.

-Obviamente, te venció fácilmente.

-Obviamente.

-¿Y no te has enojado?

-No.

-¿Y por qué conmigo sí?

-Porque no me gusta que te burles.

Me tomó de vuelta de la mejilla, puso su nariz casi al lado de la mía:

-¿Y qué te gusta?

-Esto me gusta. -La tomé de la nuca y le di un beso muy intenso. Levantó su rodilla y me golpeó el estómago: caí arrodillado. La miré con rencor y me tendió la mano. Iba a intentar tumbarla, pero no hice nada. Me levanté.

-¿Sabes por qué hice eso?, porque no me has pedido permiso. ¿No sabes cómo tratar a una mujer?

-¡Por supuesto que sí!

-¿Ah sí? A mí no me lo has demostrado.

-¿Y cómo tendría que haber hecho?

-Así. -Me tomó de la nuca-. Permiso, Furt. -Y me dio un largo beso, intenso, intenso, intenso. Y le correspondí al beso. Me soltó se separó un paso de mí-. ¿Se te fue el enojo?

-No.

-¿Cómo te lo podría calmar el enojo?

-No sería cortés ni educado si te dijera cómo.

-Entiendo, entiendo. De todos modos eres bastante directo, no eres sutil.

-¿Cuántos defectos me vas a encontrar, Clena? -Otra vez estaba ofuscado.

-¿Nos disculpas, Alexis?

-¡Pero cómo no, tesoro! -dijo Alexis.

 

Me tomó de la mano y prácticamente me arrastró fuera del gimnasio y fuimos a las duchas. Y varé para mi ducha y me tiró de la mano:

-¿A dónde te piensas que vas?

-A ducharme.

-¿Pero a dónde te piensas que vas? -No me soltó de la mano y me llevó para su ducha. Abrió el grifo-. Esto no es vapor, ¿eh?, quiero sentir el agua tibia. ¿Qué esperas? -Se fue sacando la ropa y quedó completamente sin ropa debajo de la ducha-. Fíjate que la flor de la ducha es muy ancha, alcanza para dos, y si no, pégate a mí.

 

No podía creer que esto lo estuviera viviendo. Me despojé de mi ropa y me pegué a ella.

-¡Vaya!, en el gimnasio no tenías vigor.

-Es cierto.

-Pero estoy sintiendo que sí lo tienes. -Quise sonreír pero todavía estaba un poco ofuscado-. ¿Qué te pasa, tienes miedo de mí, Furt?, ¡Aaah!, ¿tienes miedo de que aquí también te gane?

-Seguramente. Pero moriré en el intento.

-A ver, a ver si eres capaz.

 

Me acerqué, pegué mi cuerpo contra el suyo y la besé intensamente.

Y bueno, honestamente, no morí en el intento.

 


Sesión 31/03/2025
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Facundo F.

Iba en misión de reconocimiento en una nave biplaza y se encontraron capturados por una nave mucho mayor. Ambos capitanes estaban prisioneros, había que idear algo porque no se esperaba que salieran vivos.

Sesión en MP3 (1.621 KB)

 

Entidad: Hay un refrán que dice: "Muchas veces vemos lo que queremos ver", o "escuchamos lo que queremos escuchar". Podría agregar "O imaginamos lo que queremos imaginar".

 

Recuerdo una frase de quien fuera el capitán Alexis, ahora civil, que me dijo una vez en una batalla que todavía no se sabía quien la ganaba y todos opinaban, y este gran capitán dijo: "Para qué hablar con palabras si la realidad habla por nosotros".

 

El alto mando había percibido con sus satélites orbitales un gigantesco navío.

Recibí la orden por holograma de ir con sólo una nava biplaza, obviamente con todas las defensas, con armamento, y por supuesto llevaba en mi traje implementos que podrían ser necesarios.

Me llevé una enorme sorpresa cuando a las cero seiscientos voy al astropuerto y encuentro a quien va a ser la otra parte del pequeño equipo de dos personas, nada más ni nada menos que la capitana Sophía, la gran capitana, la reemplazante de la enorme figura de su mentora, la actual embajadora Kirana.

Se acercó y me estrechó la mano:

-¿Cómo estás, Furt?

-Sorprendido.

-¿Por qué?

-Enviar a dos capitanes en una misión de rutina...

-¿Por qué no?, somos quienes pueden tomar las mejores decisiones llegado el caso. Es simplemente para investigar si solamente pasan por la zona, porque están dentro de los límites de la Federación Sargón, entonces es importante ver hacia dónde se dirigen o si están dando vueltas en disimulados círculos para estudiar la Federación.

Me encogí de hombros y le dije:

-Obviamente, tú estás a cargo.

 

Y fuimos en una misión secreta que sólo la sabía el alto mando y los más grandes militares en su cargo.

Ya en viaje a velocidad ultralumínica le pregunté a la capitana Sophía:

-¿Cómo estás tú? -Me miró con un rostro de curiosidad.

-Cómo estoy, ¿en qué sentido? -Me encogí de hombros.

-En el sentido de cómo le preguntaría a cualquier persona conocida, ¿cómo te encuentras?, ¿cómo estás de ánimo?

-¡Ah! Y tú, ¿cómo estás?

Alcé las cejas y le dije:

-Bien, con deseos de seguir ascendiendo. No... no a través de batallas, en realidad es algo que me pone mal, no por cobardía, no hace falta aclararlo, simplemente porque no... no soy amigo de contiendas, siempre va a haber víctimas de un lado o del otro. Ascender aportando conocimiento, sigo estudiando el mapa galáctico, a veces ya con un navío más grande buscamos civilizaciones que tenga velocidad ultralumínica para comunicarnos, no así con las que aún no la han desarrollado porque no está permitido, para no intervenir en la evolución de esos mundos. Pero no me has respondido tú.

Sophía sonrió y me dijo:

-Yo estoy muy bien, tranquila, también investigando, también profundizando, pero me dedico más a estar en Sargón conversando con antiguos comandantes, conversando sobre viejas batallas cuando aún nosotros no habíamos nacido, simplemente por el hecho de escuchar en primera persona a los protagonistas, porque obviamente todo lo que cuentan está en los libros de historia, entras en la biblioteca holográfica y tienes de todo, pero no es lo mismos coger un libro holográfico a escuchar a la protagonista, a la persona protagonista cómo se sintió, cómo soportó las pérdidas de sus compañeros. Todos coincidieron en que nadie disfrutó las victorias porque cuando se pierden amigos, compañeros, conocidos aún venciendo a los enemigos... En eso pienso como tú, no me agrada, Furt, ninguna batalla, sí sigo entrenando mi físico y en este momento me considero una de las mejores en combate cuerpo a cuerpo. ¿Cómo estás en ese tema, Furt?

Le dije:

-Me considero bueno, pero sé que me falta todavía. Quisiera tener la velocidad mental en combate que tiene Alexis, no digo tenía porque no creo que el tiempo haya minado sus fuerzas y su rapidez mental. Además, no ha pasado tanto desde que se retiró.

Sophía me dijo:

-Atento, estamos cerca, tenemos capa de invisibilidad y tenemos también capa infrarroja para que no detecten el calor de los cuerpos.

 

Pero de repente, prácticamente a cero distancia, se materializó, es una manera de decir, un gigantesco navío de por lo menos cinco mil metros de largo, se abrió un hangar y nos vimos dentro del navío.

Se escuchó una voz:

-Podéis bajar las defensas, nuestro navío es acorazado. No tenéis muchas provisiones, humanos, y por más que estéis con capa protectora con el tiempo se acabará vuestra atmósfera interior, pero antes vuestros alimento y vuestro sustento.

 

Nos miramos, Sophía apagó los motores y sacó toda capa protectora.

Inmediatamente se teletransportó uno de los seres, llevaba de traje un uniforme brillante de color rojo, botas de color rojo, guantes de color rojo. Sólo se veía su rostro, completamente sin vello, de color gris, su rostro era una boca prácticamente sin labios, dos oídos carentes de orejas, dos agujeros por arriba de la boca que sería por donde respiraban y unos ojos tres veces más grandes que los nuestros, de color negro, ovalados.

Pregunté:

-¿Quiénes sois?

-Somos antheanos, estamos explorando la galaxia y buscando mundos o comunión de mundos con armamento para estudiarlos. Más que nada para evitar que nos encuentren y traten de conquistarnos. Nuestro mundo, Anthea, está en otro brazo galáctico, a muchas decenas de años luz.

Me sentí incómodo con la situación y le pregunté:

-Antheano, nosotros venimos de un mundo por supuesto bastante adelantado. Por supuesto que tenemos armamento, pero en nuestros libros de historia figura que jamás, jamás atacamos a ningún mundo, jamás. Sí hemos sufrido ataques, pero si es por eso, quedaros tranquilos.

El antheano preguntó:

-¿De qué mundo sois?

Sophía dijo:

-Qué sentido tiene deciros si no vamos a atacaros, ni siquiera nos interesa saber dónde queda vuestro sistema estelar. Y por otro lado no deja de ser una agresión a nuestro libre albedrío el habernos encerrado en vuestra enorme nave.

-Lo hicimos más que nada por precaución. ¿Cuál es vuestro mundo? -Volvió a preguntar. No le respondimos.

Yo le dije:

-¿En función de qué estamos aquí?, somos nada más que dos. No podemos haceros nada, tampoco lo queremos. Nos interesa vivir en paz con el resto de los habitantes de la galaxia.

-Iremos en este navío a nuestro mundo, Anthea, y os llevaremos, tenemos maneras para que nos digáis cual es vuestro mundo.

Sophía dijo:

-¿Por qué tanto interés?

El antheano respondió:

-Porque no confiamos en que seáis un mundo de paz teniendo una navecilla tan pequeña y tan armada.

-A propósito -dije-, tenemos capa de invisibilidad y a su vez tenemos capa para evitar que nos detecten por el calor. ¿Cómo nos han encontrado?

-Es muy sencillo, tenemos telescopios avanzados que miran todas las estrellas en un ángulo de 180º y vimos como una perturbación en un radio de cuatro ángulos, y obviamente nuestros ingenieros vieron que algo perturbaba la visión. Y si bien tenéis capa de invisibilidad, nuestros telescopios captaron vuestra pequeña navecilla. Vamos a ir a máxima velocidad y en dos de nuestros días llegaremos a Antea. Les daremos los alimentos que queráis, no los molestaremos durante el viaje, pero cuando lleguemos seréis inyectados con un suero que os hará decir todo lo que tenéis planificado. Y aun si fueran pacíficos ya no podrán volver porque el hecho de saber de nosotros es obvio que si les permitimos regresar contarán de nuestro mundo. No nos tomen por seres malos, negativos, los antheanos vivimos en paz, simplemente tuvieron la mala fortuna de ser vosotros a quienes captamos. Mientras tanto vemos que tenéis alimentos y que en vuestra pequeña navecilla tenéis todas las comodidades, hasta un pequeño camarote. No los tendremos en cuenta hasta que lleguemos, sé que por sentido común no vais a intentar nada porque no tendría sentido. -Se tocó un botón al costado del pecho y se teletransportó. Luego se escuchó la voz del antheano-: Pensad lo que vais a responder, no vamos a interrumpiros hasta que lleguemos.

 

Nos miramos con Sophía, le hice una seña con las dos manos abiertas como diciendo ¿qué hacemos? Se encogió de hombros. Fue al habitáculo, al pequeño habitáculo que había dos camillas y se recostó.

La miré, le digo:

-¿Y eso es todo? -Se quedó mirando el techo y no me respondió.

 

Tenía más ganas de hablar que nunca, de ver cómo podíamos zafar de esta situación. Intenté hablar y Sophía levantó la mano:

-Quiero descansar un rato. -No lo podía creer, en cinco minutos se había dormido.

 

Yo soy una persona que si se siente encerrado camina de un lado para el otro, pero nuestro navío era pequeñito. Teníamos ansiolíticos potentes pero no quería mermar mi cognitividad, pero los nervios me consumían más que cualquier ansiolítico.

 

No sé cuánto tiempo pasó, Sophía se despertó.

-¿Todavía estas dando vueltas consumiéndote?

-¿Y qué quieres que haga? -le respondí-, soy una pila de nervios.

-Y de qué te sirve. Siento calor -dijo Sophía, se sacó sus botas, su traje y me quedé absorto, estaba sin nada puesto.

-¿Qué haces?

 

Se acercó a mí, me fue sacando mi traje lentamente, estábamos tan cerca el uno del otro que sin los trajes podía sentir el aroma perfumado de su cuerpo. Me quedé como un autómata y ella me tomó de los hombros y me recostó en mi camastro. Estábamos ambos completamente sin ninguna ropa encima, se puso encima mío y comenzó a besarme. Si ella supiera cuántas veces soñé con ella, con un momento similar..., pero en otras circunstancias. Pero sus besos, sus abrazos, sus caricias me hicieron olvidar que estábamos presos de una nave antheana y me hizo el amor con toda calidez. Y estuvimos prácticamente horas y horas con besos y caricias.

Luego, como si nada, se puso el uniforme. Me miró y me señaló mi uniforme, entendí que quería que me lo ponga. Me puse el uniforme, me señaló el casco.

Me preguntó:

-¿Tienes capa protectora en el traje?

-Por supuesto.

-¿Completa?

-Por supuesto.

-¿Cómo respiras?

-Tengo un tubo dentro del traje, como lo tenemos todos. Con atmósfera a presión podemos estar absolutamente en el espacio con un traje por lo menos por cuarenta y ocho horas.

-Bien, eso quería saber.

 

En ese momento de uno de sus bolsillos sacó varios tubitos y los partió, eran de un material muy similar al vidrio, pero más blando y a su vez con marcas. Quedé pálido, supe lo que era, lo que contenían esos tubitos.

No teníamos ninguna capa protectora en nuestra pequeñita nave que nos aislara del navío. Me miró, la miré. Me indicó mi asiento. Me senté y ella se sentó al lado mío. No dijo nada, inclinó su asiento y dormitó unos segundos. La miré, era una persona tan extraña... se la veía tan tranquila, tan impávida...

 

Al rato me dice:

-Abre la puerta. -Por el pasillo cientos de antheanos. Me atraganté, sentí como que... como que mi pecho se encogía.

-Discúlpame, no podía parar mi tos. Has liberado un virus letal. -Miré los cuerpos, eran cadáveres-. Sophía, has matado a cientos de antheanos.

-Quizás más.

-¿Y ahora qué hacemos?

-Ahora cogemos nuestros aparatos de recolección, entramos a la sala de mando, vamos a buscar no solamente el cuaderno de bitácora estelar sino todo lo que podamos encontrar en cuanto a informes y los copiamos. Si no entendemos el idioma o los escritos tenemos los traductores también no sólo de voz sino también de escritos, y los cargamos en nuestros pequeños aparatos recolectores. Luego abrimos el hangar y nos marchamos.

-¿Y el navío con los cadáveres?

-Ya cogí el timón, van a marchar directo a aquella gigante roja que está cerca, a menos de ocho meses luz. A la velocidad que lleva el navío, en muy poco tiempo se hundirá en ese gigantesco sol. Por supuesto bajé todas las protecciones, la nave se fundirá con los cadáveres adentro. Nosotros nos llevaremos la información en nuestra nave. Obviamente copié ADN de los antheanos. Vamos. -Entramos a nuestra pequeña biplaza, salimos por el hangar-. Maneja tú. -La obedecí y en nuestro ordenador marqué el viaje de regreso a máxima velocidad a Sargón.

 

Tiempo después, ya cerca de la Federación, le dije:

-¿Qué va a ser de nosotros ahora? -Me miró.

-¿En qué sentido?

-Tú sabes lo que pasó.

-Estuvimos prisioneros.

-No, sabes a qué me refiero, a nuestra intimidad.

-Simplemente te calmé los nervios.

-No me tomes por tonto, Sophía, vi tu pasión, sentí tu pasión, sentí tus besos.

-Fue un momento.

-¿Y cómo seguimos?

-Como nada.

-¿Tú quieres que me olvide de los que pasó?

-No, porque no te lo vas a olvidar, simplemente que lo dejes correr.

-Sentí algo.

-Por supuesto, estuvimos intimando.

-No, sentí algo más profundo.

-Eres demasiado emotivo.

-Y tú eres demasiado fría, como un témpano.

-¿Te parecí fría?

-No, pero ahora...

-Ahora es ahora, antes fue antes.

-O sea, que no quedamos en nada.

-Furt -frunció el ceño-, tenemos muy importante información para decir, y si me prejuzgas por haber dado muerte a los antheanos, ¿qué piensas que hubieran hecho con nosotros luego de sacarnos con sus drogas donde quedaba nuestro mundo? -Me dio la espalda y siguió trabajando con su ordenador personal. Y yo sin entender nada, la forma de ser, de pensar de Sophía.

 

Mi sueño se había hecho verdad y sus palabras habían hecho trizas esa verdad.