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Psicoauditación - Francisca

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión del 22/03/2023 Sargón, Lanardín

Sesión del 15/07/2023 Sargón, Lanardín

Sesión del 14/11/2023 Sargón, Lanardín

Sesión del 03/05/2024 Sargón, Lanardín

Sesión del 23/05/2024 Gaela, Edna

 


Sesión 22/03/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisca

La entidad relata que había estudiado, conocía todo lo necesario para ser segunda en el mando de naves. Sólo debía aprender cómo afrontar comentarios de otras personas que le envidiaban. Su capitana le enseñaría.

Sesión en MP3 (2.835 KB)

 

Entidad: Mi instructora, la capitana Kirana, me llamó:

-¡Lanardín!

-A la orden, mi capitana.

-¿Conoces historia?

-Conozco.

-¿Todo tipo de historia?

-Sí, mi capitana.

-Bien. ¿Qué pasó después de la victoria con el imperio Mordon?

-Bueno, mi capitana, vino la rebelión de Airan, y obviamente triunfamos.

-Bien. ¿Qué medidas se tomaron posteriormente?

-Primero se anexaron distintos sistemas estelares y luego, que muchos lo tomaron como una ofensa a su libertad, a todo habitante humano, reptiloide, cánido, felino y otros se le tomaron muestras de ADN. Lo mismo en cada generación de cada raza.

-A ver, alférez Lanardín, ¿eso se hizo en función de tener a todos los habitantes de la Federación Sargón sometidos a un estricto control?

-No, mi capitana, en función de su propio beneficio, de que si hubiera un mal congénito o alguna nueva enfermedad, se sabría cómo combatirlo de acuerdo al ADN no de cada raza sino de cada persona de esa u otras razas.

-Bien. ¿Qué más puede decirme?

-Que llevamos un legajo digital de siglos y que cada individuo de cada sistema estelar de la Federación sabe su origen, y eso antes no pasaba.

-¿Le parece bien? ¿Por qué duda?

-No, mi capitana, me parece bien, pero tengo mis dudas.

-¿Usted sabe, alférez Lanardín, su origen?

-Sé mi origen a partir del triunfo contra la rebelión Airan y sé que soy descendiente directa de la rama de Askardín y de su padre Obradín.

-Entonces no entiendo la duda.

-Tengo entendido de que ellos eran de piel clara y yo soy de piel morena-

La capitana Kirana me miró:

-¿De verdad tiene dudas?, ¿ha estudiado genética?

-Por supuesto, mi capitana.

-¿Y por qué la duda, porque la familia Askardín era blanca y usted es morena?

-Puede ser una duda.

-¿Pero de verdad tiene una duda? Si no tendría que hablar con su profesora de genética. Deme una explicación.

-La explicación que tengo es de que a lo largo de los siglos se han apareado parejas de distintos tonos de piel y aquí estoy yo.

-Bien, es una respuesta satisfactoria. Entonces no veo la duda. ¿La sigue teniendo?

-No, quizá equivocadamente pensaba de que todos los humanos de piel blanca elegían a parejas de su misma piel y no de otros tonos de piel.

-¿Nunca se enamoró?

-¿Perdón, mi capitana?

-¿Nunca se enamoró, Lanardín?

-No.

-¿Y si le gustara una persona se fijaría en el color de piel?

-Por supuesto que no, me interesa lo intelectual, su interior.

-Entonces antes de responder que tiene dudas, piense antes de responder.

-Lo haré. Y pido disculpas por mi error. -La capitana me observó, caminó alrededor mío.

-¿Por qué tiene que pedir disculpas?, eso no fue un error, eso fue el hablar apresuradamente. Para mí error es otra cosa: el equivocarse y el poner en riesgo la vida de compañeros y compañeras. Eso es un error no esto. Bien. Pasamos al segundo tema. ¿Qué tipo de armas maneja?

-Todo tipo de armas conocidas: desintegradoras, de rayos, envolventes, armas confusoras...

-Y además, ¿qué otras armas de combate?

-Bueno, armas con filo, armas con palo.

-¿Y cómo se considera?

-Entiendo que soy una aprendiz, pero me considero buena.

-Coja un Bō, el arma de palos. -La capitana cogió otro-. Practiquemos.

-¿Levemente?

-No existe la práctica leve, el enemigo no va a ser leve contigo. Atáqueme.

-Pero mi capitana...

-¡Es una orden!

 

Y la ataqué. Combatimos duramente durante cuatro minutos hasta que dos de sus golpes me tiraron al piso, estaba bastante dolorida.

-Alférez Lanardín, el que tenga el ADN de Askardín no le da ningún privilegio.

-Lo sé, y nunca lo pedí.

-Descansa el resto del día.

-Mi capitana, puedo seguir...

-No, estás dolorida, descansa el resto del día. -La miré, éramos de la misma altura, ella era de piel blanca pero de cabello oscuro, teníamos el mismo físico fuerte, ágil, pero a mí me faltaba práctica. Como si hubiera adivinado mi pensamiento me dijo-: Alférez Lanardín, no es lo mismo seis meses de práctica que cuatro años de práctica. Y sigo practicando. ¿Qué sabe de naves?

-Sé pilotear, sé viajar a velocidad luz, sé borra estelas, sé maniobrar...

-Bien, eso haremos a la brevedad. ¿Alguna otra consulta?

-Sí. Antes de estar con ustedes, mi capitana, estaba con una teniente y sentía en mi interior como que mis compañeras eran bastante envidiosas y a veces me sentía sin energía.

-La envidia no quita energía, alférez.

-No, mi capitana, lo sé, pero me debatían por temas que no tenían nada que ver y llegaban a discutirme en cosas en las que yo sabía que tenía razón. Primero pensé que lo hacían para probarme, pero me di cuenta que eran ellas las que fallaban. Por eso pedí el cambio. -La capitana Kirana me miró.

-Yo acepté el cambio porque vi su hoja de servicios: impecable en los estudios, en todo. Y averigüé. Todo lo que tú me cuentas ahora yo ya lo sabía, pero aquí también te puede pasar con otras compañeras que pueden envidiar tu afán de seguir creciendo, de seguir aprendiendo.

-Pero eso no está bien, capitana.

-No, pero no se las puede amonestar porque su afán sea menor y envidien a quien progrese más rápido, solamente se las puede amonestar si la discusión pasa a mayores. Ejemplo: insultos, agresiones de palabra o bien agresiones de hecho. Ahí no sólo se las amonesta sino se las castiga, pero ironías, sarcasmos son pasadas por alto.

-Lo que pasa es que a veces siento que esas ironías, esos sarcasmos me debilitan.

-No, no a ti alférez Lanardín, a tu ego.

-¿Y eso cómo lo modifico?

-No es una tarea sencilla -me respondió la capitana Kirana-. Practicaremos día a día y pilotaremos naves, naves pequeñas. Te enseñaré algunos secretos que aún no conoces y te enseñaré como protegerte de las malas vibraciones.

-Mi capitana, ¿existen las malas vibraciones? Eso me parece algo mítico.

-No, alférez, existen.

-Disculpa mi pregunta porque eres un oficial superior, pero ¿tienes compañeras con malas vibraciones?

-No tengas dudas.

-¿Y cómo te proteges?

-No me protejo, me resbalan.

-No entiendo.

-Las paso por alto.

-¿Pero no es como que ahí las consientes?

-No, las tomo como lo que son. Ahora, si me confrontan directamente las pongo en su lugar y si somos de la misma categoría, ambas capitanas, ambas de la misma antigüedad lo resolvemos en un ring.

-¿Cómo en un ring?

-En un cuadrilátero, un desafío.

-¿Pero con armas de filo?

-No con palos, como practicamos nosotros.

-No me parece justo.

-Explícate alférez.

-Supón... ¿Me permites tutearte?

-Adelante, alférez.

-Supón que tú tienes razón, supón que la otra persona es una persona odiosa, molesta, tremendamente molesta, pero van al desafío permitida por el comandante obviamente, y supón que esa persona sea mejor que tú con las armas y te venza, pero tú sabes que tienes razón.

-¿A dónde quieres llegar, alférez?

-El que uno venza al otro no le da la razón simplemente porque fue mejor con ese arma.

-Alférez, esa es una de las formas.

-¿Cuál es la otra?

-Organizar un debate en la Aula Magna principal de Sargón donde si la otra persona está molesta por algo que yo hice o viceversa, lo debatimos con audiencia, y la audiencia a su vez puede participar.

-¿Y qué sucede, mi capitana, si la audiencia es parcial a la otra parte?

-Bueno, ganará el debate por la parcialidad, lo cual no lo creo posible, alférez, porque cuando yo debato me preparo y no hay ninguna posibilidad que puedan vencerme en ese debate. Y ahí no haría falta recurrir a un desafío con armas.

-Bueno, eso me deja más tranquila. Un último favor.

-Te corrijo alférez: nunca pidas un último favor porque seguramente luego me pedirás otro y otro y otro. ¿Y por qué no?, yo podría pedirte favores a ti, alférez. Bien. ¿Cuál sería ese último favor, alférez Lanardín? -La miré a mi instructora, la capitana Kirana.

-¿Me enseñarías a debatir, a cómo defenderme de las ironías, de los sarcasmos o de ataques verbales?

-No sólo te digo que sí, sino que me encantaría. Tú vas a ser mi segunda.

-¡Pero mi capitana!, estaríamos rompiendo el orden de mando, porque usted como capitana, perdón, tú como capitana tendrías que tener una teniente como segunda.

-Bien. Voy a hablar con el comandante y programaremos tú ascenso a teniente, quiero que seas mi segunda.

-¿Por alguna razón?

-Porque te tengo confianza, porque sé que eres leal. Y ahora ve a descansar. Toma, aquí tienes una pomada para untarte para que no tengas hematomas por los golpes. Además, seguiré enseñándote con los palos a defenderte, porque si en lugar de palos hubieran sido espadas, estarías muerta. Puedes marcharte.

-Así lo haré, mi capitana.

 


 

Sesión 15/07/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisca

Estaba deseosa de visitar otros mundos y aprender sus costumbres. Unas vacaciones fue a un mundo varios años luz de distancia. Quedó tan admirada del amable comportamiento de sus habitantes que al volver lo comentó con su capitana. Ella los conocía y le contó que a primera vista no se percibe cómo es una sociedad, que aun siendo así pueden conservar un odio, un pasado violento.

Sesión en MP3 (2.966 KB)

 

Entidad: Me sentía satisfecha porque colaboraba en forma directa con la capitana Kirana y me habían ascendido a teniente.

 

Me sentía, por un lado orgullosa, pero por el otro lado inquieta, con incertidumbre porque mi idea era conocer otras culturas, aún dentro de la misma Federación había culturas con costumbres distintas, con formas de ver la vida de otra manera, un tipo de filosofía adecuado a ese tipo de cultura.

 

A favor, tener un puesto como segunda de una de las mejores capitanas de la Federación Sargón, era algo que muchas tenientes esperaron años y no lo lograron, y de repente yo, una simple alférez, lo logré, por empatía o por causalidad, y eso es algo invalorable. Sin embargo por otro lado me sentía limitada porque la capitana tenía infinidad de misiones de pacificación, de exploración, de tratar con nuevas razas, mundos que querían anexarse, más que nada por protección, a la Federación y la capitana iba para evaluar cada raza, cada especie, evitando que si esa especie no era la adecuada no sumen más conflictos.

La capitana Kirana era una persona muy ecuánime, impersonal en la forma de evaluar los pro y las contras, y es cierto que muchos mundos pedían anexarse para ser protegidos de invasiones externas de mundos que quieren expandirse, y ya estando dentro de la Federación esos mundos eran intocables.

Pero qué pasaba, a veces podían pasar meses evaluando la política de esos mundos, había mundos que recién comenzaban los viajes espaciales. Y veíamos que aún había regiones no unidas, diferenciadas por lo que ellos llamaban países y vivían peleando entre ellos, entre la misma especie, por conquistar más territorio y era imposible anexarlos mientras su cordura no prevaleciera, su sentido común no prevaleciera.

 

Una vez que la capitana Kirana no me precisó, me dijo:

-Teniente Lanardín, por veinte días no voy a estar, puedes tomarte unas vacaciones, hay mundos que puedes conocer.

 

No lo pensé. Fui con una pequeña nave interestelar y llegué a un sistema donde su tercer planeta era de seres muy muy muy parecidos a los humanos de Sargón, tenían quizá las orejas un poco más más puntiagudas y los ojos más alargados, el color de piel un poco más naranja, como el fruto. Eran corteses, educados, se inclinaban permanentemente ante cada saludo. Me apabullaba pero me agradaba tanta cortesía. En su trabajo eran más que eficientes, no trabajaban tanto en la parte de motores espaciales sino más bien en simuladores, en holoordenadores, en holoteléfonos, en radios de frecuencia ultralumínica. Un planeta muy muy armónico.

Esos veinte días que pasé allí me sentí completamente extasiada, no veía el momento de volver para comentarle a mi capitana. Y es lo que hice cuando regresé.

 

-¿Qué tal lo has pasado, teniente Lanardín?

-Mi capitana, estoy como viviendo en un sueño por lo que he visto. -Y le conté las costumbres de ese mundo, su honor, su lealtad. Honor en el sentido de una sana dignidad.

-Ven conmigo -me dijo la capitana-, tengo entendido que tú has estudiado bastante historia.

-Sí, mi capitana.

-Evidentemente no de ese mundo.

-No no no, pero sus costumbres, su atención a los extraños, a los visitantes, los atienden como si... Por lo menos a mí me tendieron como si yo fuera una de las mayores representantes de Sargón, y soy simplemente una teniente, una desconocida para ellos. Pero me estaba comentando algo, mi capitana.

-Hace más de un siglo atrás en ese sistema hay dos planetas en la zona habitable, tú has visitado el tercero, no has visitado el cuarto. El cuarto planeta es un planeta muy rico a nivel económico, se abastece a sí mismo, no  precisa en sí de la Federación, pero es un gran aliado nuestro, tiene defensas espaciales de primer nivel, la gente vive en una democracia plena, total y absoluta. Las mejores naves, incluso están mucho más preparados a nivel armamento que el tercer planeta, el que tú has visitado.

-Pero mi capitana, ¿son tan cordiales como los del tercer planeta?

-Quizá no, tampoco son antipáticos, te reciben, puedes andar por sus calles, puedes alquilar una vivienda o estar en un hotel, en una hostería el tiempo que desees. Tú pagas con tus créditos que sirven para todos los mundos de la Federación, nadie se mete contigo.

-Entiendo, mi capitana. Pero yo le estaba hablando del tercer planeta donde la gente es tan amable que te deslumbran.

-Bueno. Hace mucho más de un siglo, en el sistema solar más cercano al que tú has visitado, que está a dos años luz, tiene uno solo planeta habitable, un planeta que quería expandirse y no pertenecía a la Federación, y sin aviso, sin nada, atacó al cuarto planeta del sistema que tú has visitado. Y fue un ejército al tercer planeta y les dijo: "Si se unen a nosotros no tendréis víctimas". Esos seres tan educados que tú has visto, que se inclinan ante cada saludo, atacaron a traición al cuarto planeta uniéndose al planeta del otro sistema que estaba a dos años luz. Por supuesto el cuarto planeta tenía muy buenas defensas, pero al ser atacado por dos mundos distintos y por su mundo amigo a traición, prácticamente ese mundo educado que tú mencionas atacó la base militar más grande que había más de mil astronaves dejándolo casi indefenso. Ninguno de esos mundos pertenecía a la Federación, ¿pero qué hizo la Federación? Viendo esa traición y esa invasión del otro mundo que distaba dos años luz, la Federación ayudó, intervino y le dio nuevas armas al cuarto mundo, armas incluso mejores que las que tenía. Ese cuarto mundo con sus nuevas naves interestelares prácticamente arrasaron al mundo que distaba dos años luz. Y al mundo vecino, a ese tercer mundo que visitaste que estaba sólo a tres minutos luz, no lo destruyó, pero dos de sus ciudades quedaron completamente destruidas y hubo más de un millón de muertos. Obviamente hubo un rencor muy grande del tercer mundo hacia el cuarto porque fue un genocidio, pero en realidad lo que hizo fue responder al ataque. El cuarto mundo inmediatamente se unió a la Federación, pasaron más de treinta años hasta que el cuarto mundo y el tercer mundo volvieron a tener relaciones pacíficas, y diez años después cooperación económica, intercambios industriales, comerciales. Y ahí fue cuando el tercer mundo pidió también pertenecer a la Federación. Obviamente la capitana de aquella época investigó, vio que de verdad eran pacíficos y prácticamente casi no tenían armamento que sí tenía el cuarto mundo. Y ahora ambos mundos están en la Federación. ¿Pero a dónde quiero llegar, Lanardín? A que ese mundo que tanto te sorprendió, antes de que tú, antes de que tus padres nacieran, quizás incluso antes de que tus abuelos nacieran, fue un mundo que se complotó, un mundo traidor que atacó a un planeta amigo situado a tres minutos luz destruyendo toda la base de astronaves para dejarlo indefenso a merced del mundo del otro sistema a dos años luz. Ese mundo aún no se repuso, no tiene nada que ver con la Federación, lo investigamos permanentemente, son criaturas no humanas, no similar a como eran los Langars pero bastante parecidos, y cada tanto investigamos para evitar que vuelvan armarse porque su política, su manera de ser es de querer expandirse a merced de otros mundos. No cambiaron. Y eso que el planeta vecino, el que tú has visitado, lo arrasó por completo, pero los sobrevivientes viven sumidos en su propio odio, en su propio rencor y mientas sigan así no van a cambiar. Ahora, apreciada Lanardín, tú te has asombrado por lo que has visto en ese mundo que has visitado durante veinte días. Bueno, ese mundo ha aprendido la lección porque era un mundo que podía traicionar a su planeta vecino o a cualquier otro mundo para evitar que los conquisten a ellos. Se puede aliar al mejor postor, por decirlo de una manera que se entienda. Pero calma, calma teniente, ya han aprendido la lección, pero lo que eran no es lo que son ahora.

Le pregunté a la capitana:

-¿Pero antes no eran así de amables, de atentos?

-Sí, lo han sido siempre, lo han sido siempre. La lealtad, el honor, la educación siempre la han tenido, pero cuando vieron la oportunidad de traicionar, para protegerse ellos, no lo dudaron y eso queda como una mancha en la foja de ese mundo. Cooperan, son amigos de Sargón, pero la mancha está. Y la mancha va a quedar por ahora.

La miré a la capitana y le dije:

-Muchas gracias por la lección. De verdad, muchas gracias.

 


 

Sesión 14/11/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisca

Debía supervisar las tropas en un mundo que ya había conocido anteriormente, no le supondría ningún problema estar a cargo de cientos de militares. Pero interiormente tenía inseguridades no resueltas que le causaban encerrarse en sí misma. También echaba de menos su lugar de pertenencia. Habló con un capitán que conocía.

Sesión en MP3 (3.085 KB)

 

Entidad: Me llamó la capitana Kirana.

-Teniente Lanardin, venga.

-Ordene, mi capitana.

-Sabes que ha habido un conflicto en el sistema Laxen, por suerte lo han resuelto.

-Sí, mi capitana, estoy enterada del tema. El teniente Valdemar, la teniente Andara y el capitán Morkan fueron condecorados. ¿Pero qué sucede, mi capitana?

-Bueno, sabes que hubo muchos militares procesados y condenados por atacar a civiles. La situación se ha calmado, las fuerzas de la Federación tomaron control del planeta Laxen. Ahora mi decisión es que tú, teniente, que te gusta conocer mundos, estés tres meses como supervisora de tropas.

-Mi capitana, soy solamente teniente.

-De todas maneras me representas a mí. Quiero que supervises que esté todo en orden, vamos a estar conectadas a diario por visor ultralumínico. Mañana partes a las cero seiscientos, irán contigo ciento veinticinco tenientes y ciento veinticinco alféreces. Si bien los tenientes son de tu mismo grado, tú al representarme a mí, estarás a cargo de todos ellos, o sea, doscientos cincuenta oficiales entre tenientes y alféreces bajo tu mando.

 

Me sentí por un lado abrumada por tanta responsabilidad, pero por otro lado contenta. Lo que no quería que se exaltara mi ego, porque la responsabilidad abruma, pero también exalta el ego, y lo que menos quería era sentirme una persona vanidosa.

 

Al día siguiente partí en un crucero ultralumínico. Me presenté ante las autoridades cuando llegué a Laxen, presenté en mi holotablet las órdenes de la capitana Kirana. Había al mando, por supuesto, un capitán, yo estaba bajo sus órdenes, pero el hecho de que me enviara la capitana Kirana me daba libre albedrío.

 

Me dijo el capitán:

-Teniente, supervisa a tu disposición, no hace falta que me pases el parte a mí, directamente se lo pasas por visor ultralumínico a Kirana.

-Así lo haré, mi capitán. -Lo saludé y me marché.

 

El trabajo fue sencillo, me pasaban todos los reportes y además de pasar una vez por día el reporte general, le pasaba los pequeños reportes por escrito por la holotablet a la capitana Kirana.

Pero el hecho de estar lejos de Ferro, el hecho de estar lejos de Sargón por momentos es como que me sentía sola y me daba como miedo. Yo era una persona más bien apocada, diríamos casi introvertida.

Tenía la ventaja de que los demás estaban supeditados a mis órdenes, entonces no tenía que rendirle explicaciones a nadie y nadie se atrevía a preguntarme nada, pero en los momentos fuera de mi trabajo me encerraba a estudiar historia de los distintos mundos en mi habitación.

Conversaba incluso de día con los civiles, eran gente empática, agradable, me hacían sentir cómoda, pero disimulaba con un esfuerzo tremendo ese temor que sentía tal vez el estar lejos de lo conocido.

Y trataba de analizarme a mi misma; ¿por qué si yo teniente Lanardin era una mujer que me gustaba conocer mundos, distintas civilizaciones, costumbres, formas, por qué entonces ese temor a la soledad, ese temor a la lejanía de lo ya conocido?, ¿qué había en mi interior, una lucha?, ¿una lucha entre el gusto de confrontar nuevas situaciones, de conocer nuevas experiencias?

Siempre me agradó eso, pero por otro lado me invadía, principalmente cuando no tenía tareas, de caminar por hermosos jardines de la capital de Laxen, familias jugando con niños, gente que iba rápido para su trabajo. Hablo de civiles, ¿no? Y yo los veía y pensaba, ¿y con quien converso?

 

Terminando el día laboral, que no era de noche todavía en el hemisferio donde vivía en Laxen, me contactaba con la capitana Kirana, le contaba el parte diario y quería seguir conversando.

La mayoría de veces la capitana Kirana me cortaba, me decía:

-Bueno, por hoy es suficiente, teniente, tengo que seguir haciendo tareas.

-Sí, mi capitana. -Y cortábamos la comunicación.

 

Un día quise entablar confianza.

-Lamento lo que le pasó a su amigo, el comandante, tengo entendido que salía con usted, mi capitana. -La sentí incómoda.

-Mira, Lanardin -Omitió el "teniente"-, éramos solamente amigos. Te agradezco que lamentes la pérdida pero no te preocupes por mí, yo estoy bien, era simplemente un amigo que a lo último fue invadido por su vanidad y eso le provocó su muerte. Por eso siempre digo, Lanardin, nunca dejes de estar preparada para cualquier contingencia, nunca, siempre está alerta, siempre fíjate todos los detalles de todas las cosas que te rodean, no todos los que dicen ser amigos son amigos y no todos los que ves extraños son negativos, simplemente te falta conocerlos.

-Entendido, mi capitana. -Y cortamos la comunicación.

 

Y luego me di cuenta de que la capitana Kirana llevó el diálogo hacia donde ella quería. Pero bueno, ella podría ser cualquier cosa menos mentirosa y no tenía ningún sentido mentirle a una subordinada como era yo para con ella. Tal vez lo que me invadió fue mi curiosidad de saber si entre ellos habían llegado a un noviazgo o a ser una pareja estable. Evidentemente no, según sus palabras.

 

Me encerré en mi habitación, puse un holovídeo de historia de otros mundos. Estudié la historia de los langar, la corté porque sentía hasta deseos de vomitar de lo salvajes que eran esos seres. Estoy convencida de que debe haber mundos langar separados del imperio langar que todavía están esparcidos por la galaxia. Es cierto que el capitán Alexis terminó con la mayoría de la plaga.

 

Pero indago, vivo indagando no por esa curiosidad de meterme en todo, no, jamás haría eso, me parece una falta de respeto; indago simplemente para tener el conocimiento. ¿Acaso la capitana no me dijo: "Siempre prepárate para toda contingencia"? Uno no sabe si en cualquier momento se encuentra con un mundo langar oculto preparándose para invadir otros mundos. Porque yo lo sé que no sucumbieron todos, es una galaxia de cien mil años luz de extensión, sería muy infantil pensar que todos han sido exterminados.

 

Y de repente me encuentro otra vez conversando conmigo misma, ¿tengo miedo a la soledad?, ¿es la soledad la que me provoca miedo? ¿Existe el miedo al miedo?, no, eso es algo irracional, lo que puede existir es el miedo a lo extraño, lo cual es un contrasentido porque es innato en mí esa ansiedad de conocer lugares, de conocer civilizaciones y costumbres, como ya dije antes. ¿Entonces por qué me causa miedo lo extraño?

 

Cuando estudiaba en la academia me sentía agobiada, decía, "¡Uf! Siempre lo mismo, monotonía, rutina, monotonía, rutina, monotonía, rutina", y ahora, ahora que no hay monotonía, ahora que no hay rutina, ahora estoy esperando que pase la fecha para volver otra vez a Sargón o a Ferro, que es un mundo que conozco mucho y muy bien. ¿Por qué me siento que estoy lejos? Nunca vi habitantes tan simpáticos, amables como los civiles de Laxen, o será que analizándome a mí misma, ¿no será que el ver a todos tan felices antagoniza con esa soledad?

 

Un día me sentí como muy reactiva y me tomé el atrevimiento de comunicarme con holovisor con el capitán Alexis. Me presenté:

-Soy la teniente Lanardin.

-¿Cómo estás, apreciada Lanardin? -Con una confianza gentil, amable, atenta, educada, cortés que me hizo sentir cómoda.

Le digo:

-Mi capitán, siento un pudor enorme en incomodarlo, en molestarlo.

-¡Por favor!, en este momento terminé mi jornada. ¿Qué te sucede? -Le comenté todo, todo, todo lo que sentía. Y me dijo-: Hay algo muy importante: Nunca, apreciada teniente Lanardin, te acostumbres a nada, nunca. Esto se lo he dicho a muchos estudiantes que quieren navegar por el espacio.

-No entiendo, mi capitán.

-Claro. Acostumbrarse es, de alguna manera, tratar de encajar un cuadrado en un círculo, a lo sumo puedes deformar ese cuadrado para entrarlo en un círculo. Acostumbrarse es dejarse estar.

-Trato de entender. ¿Y cuál sería mi postura correcta?

-Adaptarte. Cuando te adaptas a una situación ahí tienes un cien por ciento de probabilidades de sobrevivir a esa situación.

-Mi capitán, ¿y cuándo no hay una situación y cuándo es sólo la monotonía?

-¿Cómo monotonía?, ¿monotonía no era cuando tú querías conocer mundos? ¿Ahora sientes monotonía al haber cumplido tu sueño?

-Mi capitán, tal vez no sea monotonía, tal vez sea el desarraigo.

-Por eso, por eso, Lanardin, te dije que tienes que templar más tu capacidad de adaptación a los distintos mundos. Si no te adaptas, por más que la gente sea empática contigo, tú vas a seguir encerrada en ti misma, no te vas a mezclar.

-¿Cómo mezclarme?

-Interactuar. ¿Has interactuado con civiles?

-No, he hablado lo necesario.

-¿Has hecho amigos, amigas?

-No.

-Obviamente entre los subordinados tampoco.

-No.

-Pero tienes a cargo tenientes.

-Sí, pero siento que si les doy confianza me pasan por arriba.

-Entonces tienes, consciente o inconscientemente, cierta inseguridad.

-Seguramente.

-Y eso es lo que te da miedo, no solamente la soledad.

-Entiendo.

-¿Lo entiendes verdaderamente?

-Sí, lo entiendo.

-Profundiza esta conversación, la preparé a propósito para que quede grabada en tu holotablet.

-Le agradezco mucho y pido disculpas.

-No, no, adáptate a no pedir disculpas, porque no tienes culpa de nada. Si yo hubiera estado ocupado te hubiera dicho: "Mire, teniente, ahora no puedo, llámame en tal momento o me comunico yo". Pero evita eso de pedir disculpas por todo, porque da la impresión como que tu seguridad se apoya en cuatro patas y hay una o dos patas que están flojas y sientes como que te caes.

-No, no interpreto.

-Como que te caes en un vacío, en un vacío de miedo.

-Es muy complejo ese concepto, capitán.

-Por eso lo puse en modo grabación. Toda duda la anotas en una holotablet y me preguntas.

-Le agradezco su atención, mi capitán.

-Ponte a estudiar.

-Estoy haciendo un nuevo curso de historia.

-No, espera, estúdiate a ti misma, profundiza esta conversación. Seguiremos en contacto.

-Gracias, mi capitán. -Cortamos la comunicación.

 

Pero esta vez no me quedé sola, me quedé con una grabación en visor que iba a profundizar y a anotar cada duda que se me presente.

 


 

Sesión 03/05/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisca

Estaba orgullosa de haber llegado a teniente y estar bajo las órdenes de la primera capitana de la flota de Sargón. Pero ante la inminente batalla le afloraban dudas internas. Dialogó con su capitana acerca del concepto de lugar de confort y del lugar de pertenencia.

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Entidad: Cómo lo puedo explicar, en mi vida he pasado por muchísimas cosas. Si bien de pequeña fui sobreprotegida, mi pregunta interna es, ¿hasta qué punto eso es beneficioso?

 

Quizá tener un entorno sobreprotector (de alguna manera, quiero que se me interprete bien, de alguna manera), es tan pernicioso como el entorno indiferente porque cuando de pequeña eres sobreprotegida, no te templas, eres vulnerable, no aprendes a defenderte de los avatares de la vida.

Me preguntaréis entonces, ¿cómo te has anotado en la flota? Primero porque en. Y me dijeron, lo que me causó una enorme sorpresa, que yo era descendiente de Askardín. Hablamos de uno de los más grandes héroes del conflicto con Airan, en Ferro.

 

Y de alguna manera eso es como que me incentivó a anotarme en la Flota estelar poniendo empeño, poniendo ganas, luchando contra mi deseo de continuar en mi lugar de confort, en mi entorno, con mi gente conocida. El irme lejos, el viajar es por un lado una motivación, por el otro un tremendo pánico interno inconsciente donde a veces no sabes por qué has hecho lo que has hecho, por qué has tomado una decisión si luego quizá te arrepientes. Aclaro que yo nunca tomo decisiones a las apuradas.

 

Me interrumpió el pensamiento la que fuera mi instructora, la capitana Kirana:

-Teniente Lanardín, ven.

-A la orden, mi capitana.

 

Me sentía orgullosa porque había logrado el grado de teniente empezando como una cadete, trabajando arduamente no solamente en instrucción sino estudiando historia de Sargón, trabajando con geoastronomía, leyendo los distintos mapas galácticos, estudiando historia también, por supuesto, para saber toda la odisea de lo que fue la batalla contra Airan, quien fuera mi antecesor siglos atrás.

 

Recuerdo que mi instructora, la capitana Kirana, me dijo:

-Mira, Lanardín, no pienses que por tener ADN de un líder de siglos atrás vas a tener alguna preferencia, de mí parte te voy a exigir tanto o más que a los demás. Pero no pienses que es por alguna emoción en particular de mi parte sino porque sé que puedo sacar de ti una excelente soldado de la flota.

 

Y con Kirana fue todo lo contrario a mi entorno. Mi entorno me sobreprotegía, me hacía débil, vulnerable estando cómoda en mi lugar de confort, un lugar de confort que me bajaba mi autoestima, me volvía tímida, incapaz de lograr cosas, incapaz de buscar, ya siendo adolescente, una relación afectiva o amistades.

Con la capitana Kirana me fui templando, pero de todas maneras todavía no..., no caía, no tenía en cuenta cómo había llegado a esta situación, ahora estaba en el navío insignia y mi capitana era la capitana principal del navío insignia, pues Sargón había entrado en guerra con el imperio fungo que esclavizaba mundos, y por un error de interpretación donde una soldado perteneciente al sistema de Prima atacó un mundo fungo responsabilizaron a Sargón y nos declararon la guerra. Y en este momento nuestro navío acompañado de muchísimos más navíos íbamos a confrontar contra los fungos.

 

Pero mi temor no era por la batalla en sí sino que de repente había caído en cuenta dónde estaba; y trataba de estar siempre en el puente de mando o en el comedor del navío con otras tenientes. Trataba de estar acompañada porque cuando estaba sola en mi camarote, está bien que era un camarote compartido, pero mi compañera casi no hablaba, y pensar en silencio era muy pernicioso para mí porque me preguntaba, ¿cómo llegué aquí, qué hago aquí?, y me cogía un tremendo ataque de pánico. Pero entendedme, no era pánico por la batalla que se aproximaba sino por estar lejos de mi lugar de confort. Y como que me enojaba conmigo misma, "¿En qué piensas, Lanardín? Tú has elegido esto para salir de ese lugar de confort. ¿Te has arrepentido de estar lejos?". No pasaba por ahí, en mi mente había mil cosas y tenía que desenhebrarlas y analizarlas una por una. Por momentos decía en mi propia mente, "¿Por qué nací, qué hago aquí, no en el navío, en la vida?, ¿qué hago?".

 

Recuerdo que una vez ya aproximándose y era inminente la batalla, la capitana Kirana me dijo:

-Teniente Lanardín, te noto extraña. -Y le conté todos mis pensamientos, me sinceré con ella y le pedí por favor que quedara entre nosotras.

Me preguntó:

-¿Qué esperas de la vida?

Le dije:

-Todo, todo, pero no tengo nada. No tengo amigas, tengo compañeras, pero no es lo mismo, no puedo sincerarme, no me atrevo a sincerarme. También una relación afectiva, que no la tengo.

-Cálmate -me dijo la capitana-, todo eso depende de ti, tienes que tener tu propia introspección, ver en tu interior, qué es lo que pasa contigo.

-¿Usted tiene experiencia en el tema, mi capitana?

-¡Je, je! No, no lo tengo, no lo tengo. Honestamente no lo tengo. Es como que quizá mi conocimiento viene de hablar con mucha gente de la tropa que me consulta. Pero he tenido malas experiencias, teniente, he tenido una relación de pareja que no sólo no me comprendía sino que me desvalorizaba. Por supuesto que no lo logró, sé quien soy. -La miré a la capitana.

-Quisiera tener su coraje, su seguridad, su temple. Pero no lo tengo; a veces me coge la angustia, una angustia que me carcome por dentro y en ese momento pienso "quisiera desaparecer".

-No -me dijo la capitana-, no te permito que pienses así.

-Pero, mi capitana, es un pensamiento, no es desobedecer a nadie.

-Lo digo por ti, no te permito que pienses así, tú eres una persona valiosa.

-Yo no me creo valiosa -le respondí-, yo en realidad me anoté primero por la sorpresa de saber que tenía el mismo ADN de aquel líder de siglos atrás, pero la verdad es que me anoté para escaparme de mi lugar de confort porque la sobreprotección no me hacía bien. Pero ahora me siento desprotegida.

-En lo que pueda apoyarte, estimada teniente, cuenta conmigo, nunca vas a estar desprotegida conmigo a tu lado.

-Le agradezco, mi capitana, pero mi desprotección no es una desprotección física sino mental, espiritual, como que yo misma no se qué decisiones tomar con respecto a mi vida.

-¿No te asusta estar lejos de tu hogar?

-No sabría decirle, mi capitana. Tampoco me asusta entrar en batalla. Me asusta lo que pienso, me asusta el no tener una grata compañía, alguien que de verdad me entienda. Mi capitana, no me mal interprete, sé que usted me entiende pero yo digo alguien que fuera más que una amiga, tener una relación, poder contarnos cosas, porque de esa manera, mi capitana, mi lugar de pertenencia sería estando con esa persona. Hoy no tengo un lugar de pertenencia. Mucha gente, mi capitana, se confunde el lugar de pertenencia con el lugar de confort. Yo tenía un lugar de confort del cual no me atrevía a salir, pero nunca consideré que ese era mi lugar de pertenencia.

-¿Y lo has encontrado?

-No, mi capitana, no. Pensando que alistándome en la flota, saliendo de mi entorno encontraría un lugar de pertenencia. Y no. Y no. Yo le agradezco enormemente su contención, su apoyo, el que en este momento esté conversando conmigo habiendo tantas tenientes. Pero lo agradezco de mil amores. Y sí, me siento contenida por sus palabras, por su atención y sabiendo que es quizá la mejor capitana de Sargón. Y no lo tome como halago, lo siento. Lo siento y lo digo francamente; para mí, capitana Kirana, es la mejor capitana de Sargón, y es un honor servir en su mando en este navío. Pero tampoco lo tomo a este navío como un lugar de pertenencia. Y pienso que seguramente ganaremos la batalla... ¿Y luego qué?, ¿qué va a ser de mi vida?, ¿qué es lo que busco?

Kirana me miró y me dijo:

-Mi apreciada teniente Lanardín, todo está en ti, todo está en ti. Nada se logra de un momento para el otro, ni en una semana, ni en un mes. Y no todos somos iguales, hay personas que tienen la respuesta de inmediato y hay personas que tardan un determinado tiempo para tener una respuesta. Y así y todo dudan. Lo que tú te tienes que preguntar, Lanardín, es ¿qué quieres? Entiendo que has dicho "encontrar un lugar de pertenencia, tener una relación y tener una seguridad en todos los aspectos", ¡pero la seguridad económica la tienes en la flota!

-Mi capitana, cuando todo esto termine no sé si voy a seguir en la flota. Entiendo que he estudiado, he estudiado historia, conozco de informática, puedo tener un trabajo civil, pero todo eso me va a dar seguridad en lo económico, pero no va a ser mi lugar de pertenencia.

-A ver, es lo último que voy a decir ahora porque tengo que ir al control de mando, que hay una alerta naranja. ¿Qué es para ti, Lanardín, encontrar un lugar de pertenencia?

-Lo digo rápido porque sé que está con una alerta naranja. Un lugar de pertenencia significa muchas cosas: estar en una camaradería con amistades reales, que te quieran y que uno también las quiera, fieles, sencillas, pero un lugar donde también me halle cómoda, un lugar al que pueda abrazar. Quizá no me sé expresar, porque usted, capitana, pensará "¿Qué es abrazar un lugar?", y para mí abrazar un lugar es que el lugar me abrace a mí, un lugar donde pueda disfrutar de las cosas, de las personas, pero que también yo haga disfrutar a las personas; en el buen sentido, en conversaciones, en cuentos, en anécdotas. Eso es un lugar de pertenencia. Y al no tenerlo, al extrañarlo... Y después me pregunto, "¿Cómo puedo extrañar algo que nunca tuve?". Y entonces en mi mente me digo "Quisiera no estar". Y eso me da pánico. Me da pánico porque no debo pensar así. Y tiene razón, mi capitana, en decir: "No le permito pensar así". Y es cierto. Quisiera poder seguir hablando, pero ahora debo ocupar mi puesto yo también, mi capitana, porque la alerta naranja es peligro casi inminente.

Me tomó del hombro y me dijo:

-Teniente, teniente Lanardín, prometo que vamos a seguir hablando, prometo que seguiremos con este tema. Yo pienso que todos, todos los seres vivos buscamos un lugar de pertenencia.

-¿Usted lo ha encontrado capitana?

-No.

-¿No?

-Pero seguramente mi temple no me permite dudar de quien soy. Seguiremos hablando. Ve a tu puesto, teniente, yo voy al control principal.

 


 

Sesión 23/05/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisca

La entidad relata una vida en Gaela, en la que estudió el tratamiento de la información por ordenador. Cambió de país para encontrar un lugar avanzado para poder trabajar en esta tecnología.

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Entidad: A la largo de esta corta vida, pues aún soy joven, y a lo largo de todas las vidas en estos cien mil años, medidas de Sol III, he tenido una dualidad. ¿En qué sentido? En el sentido de que por un lado veo que toda la gente que me rodea son mis semejantes, pero por otro lado veo diferencia de caracteres, indiferencia, manipulación, roles de víctima, el no poder congeniar con la gente que uno quisiera hacerlo. Entonces la palabra 'semejantes' deja de tener sentido, al menos para mí.

 

Viví detrás de la cordillera y estuve a punto de viajar a Plena, a Ciudad del Plata. Pero lo hablé con mi madre, y digo:

-Aprovecho que me interesa la informática y me voy a ir a estudiar a Akari, del otro lado de Gaela, donde tenemos doce horas de diferencia.

 

Gaela fue mi primera encarnación hace cien mil años atrás, un mundo gemelo a Sol III situado del otro lado de la galaxia, a cien mil años luz. Mi rol, mi primer rol era el de Edna Ferrara, un año viviendo en Akari. Me dijeron de aprovechar la estadía, y aparte de estudiar informática y filosofía, ¿Por qué no aprovechas y estudias artes marciales orientales? Pero no, si bien era algo atractivo me parecía que me quitaba tiempo.

 

Tenía muy buenas compañeras de estudio y había logrado un trabajo no muy bien pago, pero que me sumaba experiencia.

¿Qué era lo que más me afectaba? La distancia. La distancia es algo psicológico porque de mi país a Plena hay poco más de una hora de avión, sin embargo según los usos horarios, a Akari nos separaban doce horas; mientras aquí era medianoche en Plena era mediodía. ¿Pero qué diferencia era de estar en Plena de estar en Akari? Era psicológico. Psicológico porque sabía que cogía un avión y en una hora estaba en mi país.

 

Y después de un año volví, pero no a mi país, a Plena, a Ciudad del Plata.

Ciudad del Plata estaba adelantadísima, tenía cuatro subterráneos, cuando mi país en una capital casi tan grande como Ciudad del Plata aún no tenía metros, o subterráneos.

 

Sin embargo había bastantes adelantos. Corría 1970 y en Plena estaban fabricando computadores personales. Lo conversé con un conocido que había venido del viejo continente, exactamente de Mágar, escapando de la inquisición de la Orden del Rombo: Ferenc. Un joven muy atento, muy amable y tan simpática su novia, Beatriz.

Y me dijeron:

-Mira, ¿tienes mucho conocimiento de informática?

Le respondí:

-Honestamente poco, estuve un año trabajando en Akari.

-¡En Akari! ¿Hasta Akari has viajado?

-Sí.

-¿Te has adaptado?

-Mirad, estuve en Kioro, una de las ciudades más bellas, pero no, no me adapté, no me adapté; me enamoré del paisaje, de las fuentes de agua, sus costumbres.

Pero reconozco que no, que no me terminé de adaptar. Y aquí en Plena es más parecido a mi país del otro lado de la cordillera.

Ahora, en el tiempo que estuve trabajando en Akari, ¿qué puedo decir?, no está tan avanzada la informática. Gané experiencia pero lo que me pagaban era muy poco.

-Mira -me dijo Betty, la novia de Ferenc-, mira, Edna, aquí puedes conseguir un buen trabajo y también amistades.

-Pude juntar algo de dinero, puedo rentar un apartamento por lo menos tres meses. Si veo que no da resultado volveré a mi país.

-Espera, espera, Edna -me dijo Betty-, aquí estamos armando por lo menos, y digo 'estamos' porque conozco al creador de toda la línea de producción de computadores personales.

-Entiendo. ¿Cómo se llama?

-Jorge Clayton.

-¡Vaya! O sea, que este Clayton debe ser un excelente informático.

-No, tiene conocimientos básicos, puede trabajar con una computadora pero con conocimientos muy muy básicos.

-No entiendo, Betty, ¿y entonces cómo logra tener una cadena de fábricas de ordenadores personales?

-Pero Edna, eso es sencillo, contrata técnicos. Es más, en este momento tiene una enorme fábrica potencial en Saeta, en el viejo continente, y trae componentes de Beta, en el nuevo continente, en el país del norte.

-A ver si entiendo, ¿qué sería una computadora personal?

-Bueno, lo que están armando son teclados, una máquina pequeña...

-Tradúceme 'pequeña'.

-Sí, de no más de treinta, cuarenta centímetros de altura por cuarenta de largo, por veinte, veinticinco centímetros de ancho.

-¡Vaya, pero nada que ver con los ordenadores de hace treinta años que ocupaban una habitación! ¿Y cómo se manejan, sacando tarjetas perforadas?

-No, con un monitor.

-¡Perdón!, ¿cómo con un monitor?

-Con un monitor, como si fuera un televisor, y allí tienes todas las indicaciones, no se trabaja más con puntos perforados.

-¿Y cada uno puede tener uno de esos aparatos en su casa?

-Sí.

-Deben costar una fortuna, y debe costar una fortuna el gasto mensual. ¿Cómo funciona?

-Con tu línea telefónica.

-Claro. Supongamos que yo pague tanto -y le doy una cifra- por mi línea telefónica, ¿cuánto pagaría teniendo la computadora personal? -Y claro, la cifra que me dio era tremenda porque la cifra que me dio era cinco veces más cara que solamente el teléfono-. No podría tener una computadora personal hoy.

-Mira, apreciada Edna -me dijo Betty-, yo creo que dentro de quince, veinte años, año 85, año 1990, muchas casas ya van a tener computadoras personales a precios irrisorios. El tema es que tú no te fijes lo que pagas hoy, no hace falta que los tengas hoy, hoy te puedes manejar tranquilamente con tu teléfono.

-Vaya. Vaya. ¿Y qué otra cosa está haciendo?

-Bueno, otra de las cosas que hace Clayton es armar teléfonos sin cables.

-¿Algo parecido a los telégrafos?

-No, algo donde tú puedes hablar. Por ejemplo, ¿quién tienes en tu país?

-Bueno, mi madre.

-Puedes hablar con tu madre.

-Pero cómo sin cable...

-Sí, con línea directa, tenemos varios satélites en órbita que pueden conectar con esos teléfonos. Pero todavía están armándose, se está desarrollando toda la teoría.

-¡Pero esto es fantástico! ¿Esto es idea de Clayton?

-A ver, Clayton lo que hace es decir "Me gustaría poder fabricar tal cosa", y contrata técnicos de informática, de telefónica. Ahora están haciendo pequeños microchips que reemplazan las válvulas.

-Sí, eso lo vi de hace casi una década atrás, las famosas radios portátiles que caben en una mano comparadas con las de los años cincuenta que eran bultos enormes de cincuenta centímetros de altura. Claro, con los pequeños chips ahora tienes radios portátiles.

-Bueno, del tamaño o más pequeños que esos radios portátiles van a hacer los teléfonos del día de mañana. Tenemos croquis y todo.

-Mira, Beatriz, no es que me interese tanto la ciencia ficción, pero he visto películas del futuro del año 2200 donde se comunican con unos aparatos que caben en una mano.

-Bueno, la sorpresa, Edna, es que esos croquis con esos aparatos no van a estar para el 2200, en 1990 ya van a estar funcionando.

-Pero esto es... esto es maravilloso, esto es maravilloso. ¿Y habría posibilidad de que ese Clayton me consiga un trabajo? Que me pruebe sin compromiso, si ve que yo no le rindo que me lo diga, no me molestaré.

-¿Qué buscas aparte de un trabajo?

-Amistades, vosotros me caéis muy bien.

-Edna, tú también a nosotros, me gustaría que vinieras al club.

-¿Club, qué club?

-Saliendo de la capital hacia el norte, a una hora y veinte más o menos en coche, llegas al club Náutico.

-Pero qué, ¿es para andar en lanchas?

-No, no, por supuesto, el que quiere andar en lancha puede andar, pero el club Náutico tiene salón-comedor, un salón más pequeño donde se desayuna, se merienda, y los fines de semana hay música, el que quiere bailar baila, el que no, se queda sentado escuchando.

-Claro. Lo que pasa que si yo rento voy a rentar aquí en el centro y me va a salir muy caro un taxi.

-No, todos los que son asiduos al club Náutico tienen un coche que los lleve sin cargo.

-Claro, pero hay que pagar una mensualidad.

-Sí.

-¿Y de cuánto es? -Cuando Betty me dio el precio, digo-: No, no, esto es la tercera parte de lo que ganaría en mi trabajo.

-No saques conclusiones, Edna, no saques conclusiones. Es un club de ricos, pero tanto mi novio, Ferenc, como yo no somos ricos, trabajamos. Es más, la primera vez que vino mi novio vino por un intercambio estudiantil de Mágar y se quedó, y me conoció. Clayton nos ayuda, tenemos buenos trabajos, y si nos da la tarjeta dorada por ser amigos de él no pagamos la mensualidad.

-¡Pero vaya, me estáis hablando de un mecenas!

-No, simplemente es una persona que disfruta ayudando.

-¿Pero tiene fortuna?

-Muchísima. Pero antes de que saques conclusiones te digo que no es una persona vanidosa ni creída, es una persona común y corriente, como decimos en el lenguaje coloquial de Ciudad del Plata.

-O sea, habláis de una persona sencilla.

-Correcto. Pero quedamos en que te preguntaba ¿qué buscas?

-Bueno, Betty y Ferenc, me cuesta mucho encontrar un lugar de pertenencia.

-Define a qué le llamas un lugar de pertenencia.

-Bueno, ya tengo dos amigos, vosotros, pero me gustaría tener más amigos con los que poder conversar no de cosas difíciles ni de trabajo, de cosas cotidianas, comunes, lo que nos pasa en el día al día, compartir ideas también, compartir proyectos, también divertirnos.

-Bueno, eso aquí lo tienes, eso aquí lo puedes encontrar.

-Claro. Lo que pasa es que, vosotros por ejemplo en el club Náutico son invitados por Clayton. Como decís, sería yo también una invitada. Pero entiendo que hay mucha gente de dinero. Y entre nosotros, una de las cosas que no soporto es que me miren con desprecio.

-Te voy a decir un secreto, Edna. -La miré atentamente.

-Dímelo.

-¿Cómo sabes que te miran con desprecio?

-Bueno, porque lo veo.

-¿Y por qué lo ves? Tú estás en la mesa con nosotros y con otros amigos, ¿qué te importa los demás?, si reparas en que te ven con desprecio o con indiferencia es porque tú estás atenta. No, tienes que estar atenta a nuestra conversación, a nuestro lugar de pertenencia. Y no lo confundas con un lugar de confort porque hay mucho por hacer, mucho, y si puedes aportar ideas mejor todavía.

 

De todos modos -ahora hablándole ahora a mi rol actual-, sí, se me implantaron muchos engramas, pero no en Plena donde conocí buenos amigos sino en Akari, donde las costumbres eran ciento ochenta grados distintas; lo que para mí era A, para ellas, las de Akari, era Z.

Congeniar, no se trata de tener los mismo gustos, gustarnos los mismo cuadros, las mismas películas, los mismo libros, no, se trata de poder debatir sin molestarse, tener el punto de vista y que te lo respeten. A su vez, una respetar el punto de vista del otro, eso se llama ponerse de acuerdo.

Y eso para mí es un lugar de pertenencia, porque el lugar de pertenencia no es un lugar físico, es un lugar espiritual, es un lugar de empatía, es un lugar de confianza, es un lugar donde te sientes a gusto. Y no siempre se encuentra, no siempre se encuentra.

 

Y a pesar de haber encontrado gente tan buena en Plena todavía tenía que seguir lidiando con los engramas que se habían implantado en Akari. Pero me faltaba lo mejor, conocer al resto de la gente, conocer sus opiniones, sus gustos, sus costumbres y el poder adaptarme. ¿Pero de quién dependía? De mi voluntad y de mi perseverancia, como Edna Ferrara nacida en Gaela hace cien mil años atrás.