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Sesión 11/11/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
En Plena seguía conociendo gente de nivel. Encontró alguien que le simpatizó. Era una atracción mutua.
Sesión en MP3 (2.048 KB)
Entidad: Habían pasado tantas cosas... Plena, para mí, era deslumbrante, me costaba acostumbrarme. Y el hecho de alojarme en la mansión de Jorge de Wynot, si bien me hacía sentir cómodo, es como que me apabullaba tanta grandeza, tanto lujo, que a su vez contrastaba con la personalidad de Jorge, se lo veía sencillo sin altanería ni nada de ello.
En esos días conocí a Betty, una chica de la barra que evidentemente yo le atraía mucho. Era una hermosa joven, me gustaba, pero ella para quedar bien conmigo era como una confidente, de la misma manera que lo era Pocho, uno de los mejores amigos de Jorge. Pasó el día.
Un nuevo día amaneció, el sol iluminaba la tranquila calle, soplaba una leve brisa que no alcanzaba a apaciguar el reinante calor de la avanzada tarde. ¡Cómo pasó la mañana, cómo pasó la mañana!
Descendimos con Jorge del colectivo y nos encaminamos hacia la casa de Roberto, donde nos habíamos citado el día anterior. Yo observaba todo. Jorge llevaba un saco azul muy bien cortado y una camisa blanca de cuello alto como contraste. Vestía con abandono, como no dando importancia a su elegancia, y eso lo hacía más interesante. Y estaba recién rasurado y olía a loción. Quiero dejar en claro que lo admiraba como persona, pero yo tenía bien en claro mi importancia también.
No tuvimos necesidad de llamar pues el grupo se hallaba en la puerta. Roberto hizo las presentaciones.
-Él es Jorge, Sergio, y Beatriz, su novia.
-Encantado.
-Hola.
-Ella es Lili, mi novia. Y ella es Ana María.
-Hola Jorge, Roberto nos habló mucho de ti.
-También a mí me habló de ustedes -dijo Jorge-, me habló bastante de ustedes.
-¿Y qué habló?
-Bueno, me describió vuestra belleza, pero veo que para ello siempre faltan palabras.
-Gracias, eres muy galante.
-No, soy sincero.
Al lado estaba Betty, que me saluda con un beso.
-¿Cómo estás, Nándor?
-Excelentemente bien, Betty.
-Vamos caminando -propuso Sergio. Los ocho emprendimos la marcha. En el colectivo, Jorge se ubicó en un asiento doble, con Ana María.
-Por lo visto hoy es mi día de suerte.
-¿Por qué lo dices?
-Bueno, te he conocido a ti, ello ya es más que suficiente. -Yo escuchaba atentamente, estábamos sentados detrás.
-Noto que te gusta halagar a todo el que conoces.
-No, no, no es un halago, Ana María, simplemente soy muy espontáneo, expreso enseguida lo que pienso.
-Bueno, eso es una virtud. Lamentablemente a veces la espontaneidad acarrea problemas.
-¿En qué sentido? -inquirió Jorge para que ella se explique.
-Si opinamos mal de alguien y se lo decimos podemos llegar a un pleito.
-Llegado el caso yo no me callaría. ¿Y tú?
-Tampoco -dijo ella.
-¿Qué edad tienes? -preguntó él mirándola a los ojos.
-Dieciocho.
-Muy bien llevados. -Acotó, hablando despacito.
-No te callas nada, ¿eh? -dijo Ana María, sonriendo. Él juntó las manos como suplicando y le preguntó con gento dramático.
-Supongo que no me vas a hacer pleito por tus palabras ni tampoco por las que te dije recién.
-¡Oh no!, lo dejaré pasar -dijo ella en broma. Ambos rieron. Continuaron hablando y hablando y hablando.
Mientras tanto Betty me decía:
-Así que eres de Mágar.
-Sí.
-¿Qué tal es allí?
-Mira, hay temas muy delicados para tocar.
-Ya sé, no hace falta que me lo digas: la Orden del Rombo.
-Pues sí -admití.
-Quédate tranquilo, aquí también está y ninguno de nosotros somos admiradores de ella.
-Bueno, eso me hace sentir bien. Te puedo asegurar que yo no la admiro en absoluto.
Roberto nos interrumpió.
-Ya tenemos que bajar, veo que no se han dado cuenta conversando, ¡je, je, je, je! Ni Jorge con Ana María ni Nándor con Betty.
-¡Hemos llegado! -Se extrañó Jorge-, los minutos se me han hecho segundos en tan grata compañía.
-No le hagas caso -aconsejó Ana María-, siempre habla en broma. -Era impresionante la desenvoltura que tenía Jorge, ya sea con Ana María o cualquier otra chica que conociese. Jorge la ayudó a descender tomándola de la mano, y luego no se la soltó. Betty hizo al revés, se colgó de mi brazo y no me soltaba. ¡Je, je!
Ana María lo miró a Jorge y le dijo:
-No te preocupes por mí, que no me van a raptar -insinuó.
Jorge, que en ningún momento perdía su aplomo, exclamó:
-¿Estás segura?, el raptor puede estar donde menos lo imaginas. -Todos festejaron el chiste y se dirigieron por la avenida Sarmiento hacia el Rosedal. Yo no conocía lo que era el Rosedal.
-Podríamos ir a bailar -sugirió Sergio.
-Sí, vamos. -Aprobó Beatriz.
-¿A dónde? -inquirió Roberto-, por aquí no hay sala de música.
-¿Cómo no hay? Está la confitera del Rosedal y tienen una discoteca fabulosa.
-Es cierto, qué esperamos entonces.
La tomé a Betty del hombre y le dije:
-¿Tú te llamas igual que Beatriz?
-En realidad no; me llamo Beatrice, no es un nombre de Plena, pero como no se acostumbra a decir Beatrice y que no me confundan con Beatriz, directamente Betty.
En medio del Rosedal un parque enorme, gigantesco. En la zona de Palermo había una discoteca, la sala se hallaba en semipenumbra, se habían puesto las mesas de tal manera que estaban prácticamente poco iluminadas. Nos ubicamos en una doble mesa en la parte de adelante, separados de la pista principal de baile y del mostrador por una pequeña pared. El camarero se acercó para anotar el pedido.
-Cuba libre para las mujeres y whisky para los varones -pidió Jorge consultando al grupo.
La música invadía el ambiente e invitaba a bailar.
-¿Tú prefieres esperar las bebidas, Ana María? -preguntó Jorge.
-Apuesto que tú quieres que vayamos a deslizarnos a la pista.
Jorge la miró y le dijo:
-¡Oye, eres maravillosa!, hasta me lees el pensamiento. -La tomó de la mano y se levantaron-. Con el permiso de ustedes...
-Concedido -bromeó Roberto.
Betty me cogió del brazo y me dijo:
-Nándor, no podemos ser menos que ellos. -Y salimos a bailar. Ya frente a los parlantes comenzamos a movernos al compás de la ruidosa música. Siempre yo parando la oreja escuchaba las palabras de Jorge:
-Tienes una figura preciosa.
-Y tú eres muy apuesto -respondió Ana María-. Las chicas deben enloquecerse por una mirada tuya.
-¡Oh! Te hablo en serio. -Puso cara de bueno-. Sólo me interesas tú.
-¿De verdad?
La canción terminó y se dejó oír una suave melodía. Betty me tomó del cuello y acercó su cabeza contra mi hombro. Jorge enlazó a Ana María y rodeó la esbelta cintura con su potente brazo.
-Esta música invita a soñar -comentó. Y la estrechó contra sí. Ana María no opuso resistencia, sentía la boca masculina en sus cabellos y una especie de cosquilleo le recorría el cuerpo, se notaba, se notaba-. Qué suave tienes el cabello -le susurró él al oído-, y que terso el rostro. -Le rozó la cara con los labios.
-Sí -respondió ella con nerviosismo-, me lo cuido mucho. -Echó la cabeza un poco hacia atrás y lo miró a los ojos.
Yo ya es como que leía el pensamiento de Ana María "No es guapo, pensaba, pero tiene ese mentón cuadrado y esos rasgos firmes, unos rasgos tan firmes que lo hacen interesante".
Jorge, como si estuviera conectado conmigo mentalmente, le dijo a Ana María.
-Me gustaría descifrar esa mirada.
-Observaba tus facciones.
-Interesante. ¿Estoy aprobado?
-No estás mal, no eres Apolo pero puedes pasar.
-Gracias por tu sinceridad -dijo él. Y la volvió a oprimir contra su pecho.
-¿No sabes bailar más separado?
-Es que así te llevo mejor y no pierdes el ritmo -le observó. Y vio que ponía gesto de inocencia. Entonces largó la carcajada-: ¿De qué te ríes? -observó Jorge.
-De tu cinismo.
-¡Oh! No digas eso. -Terminó la pieza y se fueron a sentar.
Betty me dijo:
-¿Nos sentamos?, ahora tengo sed.
Hacía una hora que había anochecido. Cuando salimos todos de la confitería fuimos hasta la casa de Roberto y luego Jorge acompañó a Ana María hasta su casa, vivía en Núñez. Betty vivía también allí. Fuimos los cuatro.
-Es un chalet precioso -ponderó él-. Y qué lindo jardín.
-Estoy muy contenta, muy contenta por la tarde que hemos pasado, debo darte las gracias.
-Al contrario -dijo Jorge-, quien debe agradecerte soy yo. -Ana María le tendió la mano, que él estrecho diciendo-: Gracias a ti pasé un bello momento. Ha sido un placer de verdad. Ahora debo irme.
-Buenas noches.
-Espera. -Jorge le retenía la mano.
-Qué. -Me imaginé lo que pensaba Jorge, si no era precipitado besarla. Y se decidió por hacerlo. La tomó en sus brazos y rozó sus labios suavemente con los de ella. Luego se apartó un poco-. No debiste hacerlo -susurritó ella.
-Eres un ángel. Déjame que te bese y me traslade al paraíso.
Ella se serenó un tanto y dijo con firmeza:
-Hasta mañana, Jorge, debes irte ahora. -Dio media vuelta y marchó hacia la casa. Él observó su andar hasta que la frágil figura desapareció tras de la puerta, luego se alejó como hipnotizado.
-Es deliciosa -murmuró-. ¿Qué haréis vosotros?
Yo dije:
-La casa de Betty estás a dos cuadras.
-Los acompaño, pero me quedaré a prudente distancia por si queréis despediros.
Betty llegó a la casa y me dijo:
-Nándor, hoy fue una tarde hermosísima. -Me tomó de las mejillas, me dio un beso en la boca y se marchó. -Me sentí como extasiado.
Jorge sonrió y dijo:
-¡Vaya! Tú la tienes más fácil que yo. -Me encogí de hombros.
-¿Y?
-Los que somos atractivos somos atractivos. -Largamos ambos la carcajada.
Gracias por escucharme.
Sesión 12/11/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Estaba en una ciudad nueva, aprendía las costumbres de la gente de allí, de sus nuevas amistades. Había nuevos sentimientos que manejar en aquel entorno.
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Entidad: Muchas veces no aprendemos de nuestros errores, tampoco de nuestros aciertos. A veces aprendemos estudiando las conductas de los seres que nos rodean.
Tenemos dos tipos de maestros: Los grandes maestros, tratando de imitar su manera de ser, y los pésimos maestros, que generalmente son una gran mayoría, rodeados de ego, de manipulaciones, que nos indican cómo no tenemos que ser.
Y después hay un tercer tipo de personas, como en el caso de Jorge, que buscaba de alguna manera tratar de conquistar un amor por él, por sí mismo, no por su fortuna.
Estando en Mágar siempre pensé "¡Ay! Nándor, Nándor, quién tuviera fortuna como para poder conquistar el mundo", y viendo a Jorge de Wynot me quedé pensando "¿Estoy conquistando el amor o estoy comprando el amor?", porque sabemos que el amor no se compra. Se puede comprar la pasión, se puede comprar un momento, pero no se puede comprar una vida.
Jorge era una persona segura, aprendía cosas de él, pero también me cuestionaba otras porque pensaba "¿Es necesario probarse? ¿Es necesario -no necesario, importante- saber si te quieren por ti o por tu fortuna?". Y claro, me puse en el lugar de él y seguramente yo haría lo mismo. Seguramente yo haría lo mismo.
La noche anterior había estado deliciosa. Al día siguiente vi que llamó por teléfono a su amiga:
-Hola, Ana María, me gustaría verte luego, Nándor y Betty van a salir.
Ella le respondió:
-Lo siento -denegó-, vine muy cansada del trabajo.
-Haz un esfuerzo, sal un rato, no trates de esquivarme.
-¿Yo, esquivarte a ti? -interrogó ella-, no tengo porque hacerlo.
-Quizá no te gustó que te besara anoche en el jardín.
-Ya me había olvidado del hecho, Jorge, no es conveniente que me lo recuerdes.
-Está bien, pero espero que no estés enfadada conmigo.
-No sé porqué se te ocurren esas cosas -contestó Ana María con indiferencia. Yo escuchaba la conversación atentamente pero no como... como metido, si se entiende la palabra, sino tratando de... de aprender las costumbres de Plena, tan directas, tan... a veces tan impulsivas, ¿no? Y sí, es verdad que Ana María se mostraba indiferente.
Jorge le dijo:
-Pues voy a pensarlo si tú no sales ahora.
-¡Oh! Tú ganas, dame tiempo a que me cambie.
-Bien. En media hora te pasamos a buscar.
-Conforme -dijo ella. Y colgó. Una mueca de contento se notaba en los labios de Jorge. Subió a su cuarto para cambiarse de ropa.
-Nándor, ¿te cambias?
-Ya me he vestido, yo hace más de media hora que he arreglado con Betty. -Habíamos desayunado. Un desayuno exquisito que nos había preparado la madre de Jorge,
-¿Salen? -preguntó la señora.
-Sí, mamá. -La señora se acercó. Tendría unos cuarenta años y se hallaba muy bien conservada, se adivinaba bondad en su rostro-. ¿Con alguna amiga o con tu prima Beatriz?
-Con alguna amiga -respondió él.
Betty, que estaba en la casa de Ana María, luego me comentó que la madre de ella también era una persona agradable, bondadosa. Y le preguntó dónde iba.
Le dijo:
-Me viene a buscar el muchacho que conocí ayer, se llama Jorge. Parece que tiene interés.
-No digas eso, todos los hombres tiene interés en las chicas -y luego agregó-, pero él parece buena persona. -Madre e hija rieron.
Veinte minutos después se dejaba oír el agudo sonido del timbre.
Betty le dijo a Ana María:
-Son ellos.
La mamá de Ana dijo:
-Debe ser él. Abro yo. -Fue presurosa hasta la puerta y tiró del picaporte-. Hola. Pasa, por favor. ¿Y tú?
Le dije:
-Mi nombre en Nándor, soy el amigo de Betty. -Pasamos.
-Estás muy bonita, Ana María -exclamó Jorge.
-Gracias. Ven, que te presento a mamá.
-Será un placer -exclamó Jorge. Vestía un traje gris claro y una camisa crema. Yo vestía un traje negro. Estábamos impecables.
-Mamá, quiero que conozcas a Jorge, trabaja en la oficina con Roberto. Y él es su amigo, Nándor.
-¿Nándor?, nombre raro.
Le respondí a la señora:
-Es que vine de Mágar.
-Bienvenido entonces a Plena. -La señora se acercó observándonos. Le tendió la mano a Jorge, que le estrechó-. Encantada, joven. Mi hija me dijo que es usted muy simpático. -Me miró a mí-: Y tú igual. ¿Te acostumbras a Plena?
-De a poco señora, de a poco -le respondí-. Y es un gusto conocerla.
Jorge se dirigió a Ana María.
-Te dije que eras bonita, pero has de saber que tu madre es más bella que tú.
-No le escuches mamá, lo dice para ganarse tu simpatía.
-¡Ja, ja, ja! Tú sabes que es verdad lo que dije, Ana María. -La mamá, Etel, sonrió complacida. En verdad era de rasgos más perfectos que su hija, y la madurez en vez de restarle belleza la hacía más interesante.
-Es usted muy galante, Jorge. Siéntense, les voy a alcanzar una copa de coñac.
-Ya nos vamos mamá -dijo Ana María-, si empiezan a conversar se va a hacer muy tarde.
-¡Oh! Está bien, de todos modos la invitación queda en pié.
-Con todo gusto señora, ha sido un placer conocerla.
Luego de despedirnos salimos a la calle.
-¿Vamos a bailar? -inquirió Jorge.
-Prefiero caminar, dicen que es un buen ejercicio -exclamó Ana María.
-¿Qué dices, Betty?
-Sí, me encanta caminar. ¿Y a ti?
Respondí:
-Más que a vosotros, conocer Plena es algo maravilloso.
-Entonces vamos a la ciudad deportiva.
-¡Fabuloso! Vamos.
Tanto Betty como Pocho eran como una especie de confidentes, ambos iban al club hípico y luego me relataban las cosas que pasan allí.
A pesar de ser día lunes la sala de fiesta del club hípico se hallaba bastante concurrida. Paula Aguirre Irazábal departía amablemente con sus amistades luciendo orgullosa su modelo exclusivo de nombre, en color beige, y su ostentoso collar de brillantes.
-¿Quién opinas qué ganará el campeonato abierto de polo, Cuca? -inquirió, por decir algo.
-Pienso que Santa Ana, es un gran equipo.
-No -objetó Quique, anhelando lucirse ante Paula-, es mejor Coronel Suárez.
-Estoy contigo, chico.
-Gracias, Paula, pero no me llames chico.
-¡Ja, ja! ¿Y qué eres? -preguntó despectiva.
-Te llevo dos años, ¿no? -aclaró Quique con orgullo-, soy mayor que tú.
-No lo había notado -dijo ella, con indiferencia.
-No discutáis -intervino Rolo-. Deseo pedirte que bailes conmigo, Paula.
-Lo siento, estoy cansada. -Ni se dignó a mirarlo.
-Por favor, sólo una pieza -insistió suplicante Rolo.
-¡Uf! Me cansas. Saca a bailar a Cuca.
Rolo quedó indeciso, deseaba tener a Paula en sus brazos y a la vez quería ser indiferente. Al fin dijo:
-Pues bien. ¿Bailas, Cuca?
-Pide por favor -exclamó ésta al notar que no le pidió de primera intención.
-Por favor -pidió, acostumbrado a que lo pisoteen. Cuca se levantó y marcharon hacia la pista. En ese momento apareció Pocho en la sala, y Paula apenas lo vio se levantó como impulsada por un resorte.
-¡Qué sorpresa! -Más que sonrisa era una mueca-, no esperaba verte hoy en el club. -Pocho se hallaba extrañado de la amabilidad de Paula. Pero poco a poco, acostumbrado a no usar la cabeza tampoco la usó ésta vez y no pensó en el por qué.
-Hola. -Saludó nervioso.
-Hola, querido. ¿Me invitas a bailar, Pocho?
-Sí, sí, cómo no. -Se deslizaron a través de la pista lentamente.
Paula se apretó contra él sonriendo, durante cinco minutos le habló de diversos temas y luego le preguntó, como al descuido:
-¿Has visto a Jorge Clayton?
-¿Te refieres al duque de Wynot? -inquirió a su vez, Pocho.
Ella puso un rostro indiferente.
-Sí, simple curiosidad, como hace más de un mes que no aparece...
-¿Por qué le dices Clayton?
-Bueno es el primer nombre. Jorge Clayton Wynot, ¿no?
Pocho respondió:
-No tengo noticias de él, no sé donde se encuentra.
-¿Es cierto que se marchó a Europa?
-Creo que sí -titubeó Pocho.
-Tú sabes algo más -le intimidó Paula-. ¡Dímelo! -En verdad Pocho se acobardaba ante ella, pero había prometido al duque que callaría. Y a él le tenía más miedo.
-No sé nada -dijo-, no sé nada.
-No quieres decirme. -Lo miró despectiva-. Vamos a sentarnos -ordenó-. ¡Y encárgame ya un whisky!
-Sí, sí, enseguida.
Betty, por el camino terminó de relatarme todo lo que había pasado en el club hípico. Le pregunté:
-¿Por qué Pocho se deja tratar así por Paula?
-Tú no sabes lo qué sucede, ¿no?
-Si no me lo explicas.
-Paula está recontrametida con Jorge.
-¿Qué significa metida?
-Metida, entusiasmada.
-¿Enamorada?
-¡Uf! Enamorada es mucho decir, más bien diría encaprichada.
-Qué pena la gente así. Y tú, ¿cómo es que vas al club hípico?
Betty lo miró.
-¿Qué sabes tú de Jorge?
La miré.
-O sea, que tú sabes el secreto.
-Por supuesto. Si voy al club hípico...
-Pocho también sabe el secreto y prometió no contarlo.
Estaba anocheciendo cuando los cuatro llegamos a la ciudad deportiva.
-¡Oye, esto es bastante lindo! -comentó Jorge.
-¿No lo conocías? -preguntó Ana, con asombro.
-Pues no -respondió-, jamás había venido por aquí.
-Cuando terminen las obras de construcción -exclamó ella-, todo esto va a ser una maravilla. Bravo por el club Boca Juniors.
-¿Tú eres de Boca?
-No, de San Lorenzo de Almagro -dijo ella-. ¿Y tú?
-¿Yo? No, no simpatizo por ningún club de fútbol en especial.
-Es extraño -dijo ella-, eres el primer muchacho que conozco que no tiene un club favorito. ¿No te gusta el fútbol?
-Sí, pero no le presto mucha atención, me llaman más otros deportes, como el tenis, el polo, etcétera.
-Yo juego a tenis en el club -aclaró Ana María-, y lo hago bastante bien.
-Pues espero que en breve me concedas el honor de jugar conmigo.
-Te advierto que debes practicar mucho antes de medirte conmigo -bromeó ella.
-No te preocupes, lo haré.
Betty me miró.
-¿Y tú, qué te gusta?
-El fútbol, el tenis, el polo... Yo creo que hay que tener mucho dinero para eso. No... no me llaman la atención.
Seguimos caminando. Atravesamos un puente, pudimos apreciar por debajo varias parejas andando, en bote en el lago artificial. Cruzamos un anfiteatro y luego otro puente.
-Es grande la ciudad. -Jorge observaba todo con atención-. Aquí reina la tranquilidad.
-Es cierto -exclamó Ana-, sólo se escucha el 'plaf' de los remos en el agua.
Seguimos por un camino casi paralelo al lago. Al final llegamos a una especie de muelle, allí nos detuvimos.
Betty me cogió del cuello y me besó largamente. Luego distanciamos nuestros rostros y le dije:
-Me gustas, me gustas mucho.
-¿Y entonces por qué pones esa cara?
-No soy una persona de mundo como lo puede ser Jorge, no es que no tenga experiencia pero no me gustaría ser usado. -Betty se molestó.
-¿Por qué me prejuzgas, Nándor? Yo soy auténtica, no soy como esa Paula del club hípico, que busca aparentar con collares de brillantes y todo eso.
-Discúlpame entonces. -Quedó molesta pero seguimos conversando.
Jorge tomó a Ana María de los hombros y la acercó contra él.
-Quiero besarte -susurró.
-No, no lo hagas. -Juntó sus labios con los de ella libándolos cual abeja hace con la miel. Ana le colocó las manos sobre el pecho y lo separó un poco, respiraba agitada-. Te advierto una cosa, a mí no me besa todo el que conozco.
-Yo no pienso eso -contestó Jorge-, sólo sé que es más fuerte que mi voluntad el deseo de besarte.
-No creas que me besarás cuando tú quieras. ¡Y no me abraces!
-No te abrazo -dijo Jorge, ciñéndola con firmeza.
-¿Y qué es lo que haces, si no?
-No hables. -La besaba.
-No me beses.
-No lo hago.
-Cínico, eso es lo que eres.
-Tú tienes la culpa, pues me gustas muchísimo.
-No te creo.
-Debes hacerlo.
-¿No puedes hablar sin besarme?
-No. -Me di cuenta que Ana María se sentía empequeñecida entre los brazos de Jorge, él la dominaba con su altura-. Suéltame -pidió.
-Con una condición.
-¿Cuál?
-Prométeme que seremos novios. -Alzó la cabeza sorprendida-. Promételo -repitió él.
-No, no lo haré. Y no me beses -dijo. A pesar de pensar todo lo contrario no la obedeció y la estrechó contra sí besándola sabiamente. Ana estaba doblegada y sólo atinó a decir-: Está bien, te lo prometo.
-¿Seremos novios?
-Sí -susurró.
-No sabes lo feliz que me hace esa palabra -exclamó Jorge.
Ella lo interrumpió con un ademán:
-Debo advertirte algo.
-Dilo.
-Jamás, pero jamás te perdonaré si me engañas. Tómalo como quieras ahora, pero piénsalo bien en el futuro, sería ridículo observarte ahora, pues recién nos conocemos y no sé hasta dónde llegará tu interés.
-Escúchame bien -dijo él-, debo confesarte que mis intenciones hacia ti son las mejores y que aparte me gustas muchísimo. Ten fe en mí.
-Tú también me gustas -dijo ella-, sólo que no pensaba que todo fuese tan rápido. Estoy contenta, me agrada como eres, me agrada todo en ti. -Jorge la tomó de la mano y siguieron caminando.
Nosotros íbamos detrás. Betty me decía:
-Quizá veas un contraste, la resistencia que pone Ana María y cómo yo soy, espontánea, besándote.
-No te estoy prejuzgándote -dije.
-No, no lo digo por eso, Nándor, quizá piensas "Qué difícil que es Ana María y que fácil que es Betty".
-No es eso.
-De la misma manera que tú me has dicho "Espero que no me uses", yo te digo "Espero que no me decepciones". No es que yo sea más espontánea que Ana María, seguramente en algún momento a Ana María la han engañado y entonces es como que tiene heridas internas.
Le dije:
-Pero Jorge no tiene la culpa de ello.
-Obvio que no -dijo Betty-, obvio que no, pero hay un refrán que dice que paga justo por pecador. Jorge va a tener que tener buena conducta.
-Mira, Betty, yo lo conozco hace poco. Aparte, tú y yo sabemos su secreto, él busca hacerse querer por él mismo. Jamás, jamás engañaría a Ana María.
Nos abrazamos y seguimos caminando detrás de ellos.
Sesión 15/12/2020
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Llevaba rencores incorporados, no se sentía bien recordando sucesos dolorosos. Una conversación con un amigo le ayudaría a ponderar si era mejor continuar sufriendo por el pasado o para no dañarse más olvidarlo y centrarse en un nuevo futuro.
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Entidad: Me encontraba hablando con Jorge Clayton en un bar de la avenida Central, me contó su vida. Me contó sus anhelos y le conté los míos, obviamente. Me preguntó cómo fue mi juventud.
Le digo:
-No tiene que ver la parte económica, tiene que ver donde uno se cría, con quién se cría.
-¿En qué sentido? -me preguntó Jorge.
Le digo:
-Claro. Yo prácticamente viví toda mi niñez en Cáposta, la capital de Mágar. Papá era sastre, mamá costurera, tenían un pequeño negocio. Y reconozco que cambié bastante, era muy muy tímido, muy muy tímido.
Jorge me preguntó:
-¿Qué contrastes has tenido en tu vida?
-Bueno, viendo tu fortuna los que yo conocía me parecían algo impresionante.
-No entiendo. Explícate bien, Nándor.
-Claro. Uno de los chicos amigos era Bela, sus padres eran joyeros. El niño tenía una habitación llena de juguetes, pero viéndote a ti ahora con la fortuna que tienes, tienes cien veces el dinero que tienen los padres de Bela, si es que aún viven. ¿Pero sabes lo que tengo a favor?
-Explícate -me pidió Jorge.
-Mi niñez fue buena, yo me crié así. Entonces para mí era lo normal tener lo justo. De repente había un chico que tenía una pantalla de cine en la casa y ya digo "¡Qué es esto!", me parecía algo extraordinario. Pero ¡je!, no, nunca lo pude tener. Los papás de Bela tenían un coche modelo 59 y yo pensé de grande "Algún día lo voy a tener", y veo tu coche y aquel modelo 59 me parece una antigüedad.
Jorge Clayton me dijo:
-A ver, el tema es no medir a las personas por lo que tienen, el tema es medir a las personas por lo que son, cómo se comportan con los demás, cómo se expresan, su cortesía, su educación, si son carismáticos.
-Bueno, tampoco es tan así. No es tan así, no es tan así. no es tan así. No tienes idea las veces que les reprochaba a mis padres por no darme más cosas. Pero era yo el que no entendía, era yo el que no entendía. Un sastre, una costurera. ¿qué me van a dar? Pero por otro lado, no me quejaba, era muy imaginativo, era muy imaginativo. Aparte, es como que no sé si por la humedad del apartamento donde vivíamos, siempre tenía problemas en el pecho, vivía tosiendo. Yo quería ir a un club donde haya una pileta, y madre me decía "No, vives tosiendo", y tomaba jarabe, jarabe, jarabe. Y ¡Uf! De adolescente también me sentía inseguro con... con las chicas. No era, a ver cómo te puedo explicar, no era una persona como Pocho, como tu amigo Pocho, que está siempre tratando de halagar, siempre tratando de quedar bien no, no no no no no. No puedo decir nada porque no es que me caiga mal Pocho pero es una persona que vive tratando de agradar. Yo no trataba de agradar, yo directamente era tímido. De adolescente conocí a una chica llamada Eva y empezamos a vernos, tenía trece años, era un crío todavía.
-¿Y qué pasó?
-No... Me abrazaba, me tomaba de la mano pero yo no sabía si lo hacía por afecto o ella tenía un concepto distinto de la amistad. Y trataba de decirle algo y tosía, todavía a los trece años llegaba con ese problema de pecho. Me sentí segregado.
-No entiendo.
-Claro, Jorge, no es que ellos fueran de clase social alta pero la madre le dijo a Eva "A ver si tiene alguna enfermedad y te contagia, no trates con él, mira cómo vive tosiendo". Y bueno, como que de alguna manera me apartó de su lado, ¡je, je! No era tonto, la gente se confunde al tímido con el tonto no, no era tonto. Ya teniendo quince años superé lo de la tos, empecé a hacer un poco de ejercicio, me sentía como más... Esto que te cuento a ti no se lo he contado a nadie en Plena.
-Está bien, no va a salir de mí -me dijo Jorge.
-Me seguí cruzando con Eva pero ya es como que no me prestaba atención, ya no estaba la excusa de la tos. Madre misma me trataba como si fuera un niño diferente.
-Disculpa que sea directo, ¿cómo retrasado?
-¡No no no, para nada, no no!, como falta de educación. Si al fin y al cabo... Hay una frase que tú Jorge me has enseñado muchas veces: "En la escuela se aprende, en la casa se educa". Si yo no tenía educación era un problema de casa, no de la escuela. Porque me decía "Si te invita con un bebida no tomes ¡Uggg!, así de golpe, bebe con tranquilidad". ¡Para, yo tampoco era un bruto! Aparte, supongamos que no supiera modales, copiaba modales. Pero me perseguía, me perseguía, me perseguía bastante.
-Sigue contando.
-No... Una vez me crucé con un joven y me dijo algo parecido a lo que me dirías tú hoy:
-Mírate al espejo, ¿qué ves? -Yo digo este me está tomando por tonto.
-¿Qué veo?, mi cara, veo.
-No, ¿pero qué más?
-¡Je, je, je! Mis ojos, mi nariz. ¡Qué voy a ver!
Y me dice:
-¿Pero no ves nada más?, ¿no ves dentro tuyo? -Yo digo este debe estar leyendo muchas revistas de cómic.
-No tengo visión de rayos X, no soy un superhéroe.
Y me dijo:
-No, hablo de tu ser interno, de tu alma. -Y sí, sentí como que se estaba burlando de mí. El alma no se puede ver en el espejo.
De verdad que era muy parecido a tu manera de ser, Jorge.
-Continua.
-Claro. Me explicaba que todos tenemos un interior, que es único. Yo le había comentado del joven Bela, que iba a un club donde había una pileta enorme.
Y él me dice:
-¿Y piensas que el que haya una pileta lo hace más importante?, ¿te piensas que la fortuna lo hace más importante?
Le pregunté:
-¿Y qué es lo que te hace importante si no es la fortuna? ¿Te piensas que todos tienen un padre sastre, una madre costurera? Cómo hubiera querido de chico tener un cuarto lleno de juguetes como Bela.
Me dijo:
-¿Tus padres te quieren?
Le digo:
-Por supuesto.
-¿Tú sabes si los padres lo quieren a Bela o están tan ocupados con su trabajo que no le prestan atención? ¿Tú sabes si la madre la quiere a esa Eva?
-No tengo la menor idea. Pero aparte, no me interesa meterme en la vida de otros.
-Continúa -me pidió Jorge-, por favor, continúa.
-Bueno, la cuestión que le digo:
-Está bien, no los conozco. -Yo ya estaba perdiendo la paciencia porque no entendía a dónde quería ir.
Pero el joven me dijo:
-Pero si no los conoces, si no sabes cómo lo tratan a Bela o a Eva, ¿cómo sabes que son felices?
Le digo:
-Pero es obvio, basta con fijarse con las casas que tienen.
Me miró y me dijo:
-¿Sabes cuánta gente conozco que tienen diez habitaciones y el chico lo dejan con una ama de llaves y están solos todo el tiempo?, algunos directamente no van a la escuela, les ponen una profesora particular, una de las que llamaríamos esas brujas que te viven gritando. ¿De verdad que la riqueza da felicidad?
-En parte tenía razón a dónde quería llegar. Yo sé lo que quería hacer, de alguna manera consolarme. Pero sí, yo creo que el dinero sí da felicidad. Tú, por ejemplo, Jorge, puedes ayudar con fundaciones, ayudas a gente. Tengo entendido que ahora a Hernán lo vas a ayudar también. Digamos como que... No sé cómo explicarlo... Con el dinero no puedes comprar amor.
Jorge Clayton me dijo:
-Yo ya lo sé, lo sé por Ana María. Gracias que terminó creyéndome, pensaba que como yo me hacía pasar por pobre, como que quería aprovecharme de ella y después dejarla.
-¿Pero acaso no es cierto, no es lo que hacen muchos? No tú, no tú, ¿pero no es lo que hacen muchos? Cuántas veces me has dicho, Jorge, que en el club hípico todos son como artificiales, todos aparentan.
Jorge me dijo:
-Pero tú, Nándor, has cambiado, ya no eres ese tímido.
-No, ya no soy ese tímido.
-¿Y qué opinas de Betty?
-Me parece una excelente chica.
-¿Te ve como tímido?
-¡Ja, ja, ja! No, para nada.
-Entonces por qué remueves tu infancia. Ya pasó, ya pasó, es historia pasada.
-He pasado por mucho. Nos ha perseguido la Orden el Rombo, estuvimos a punto de perder la vida. Pero no lo digo en chiste, lo digo en serio, no lo digo en chiste. Soy joven, he pasado por mucho, quizás eso me ha templado.
-Entonces siéntete orgulloso, Nándor. Vos te templaste, hay otros que se quebraron. ¿Se entiende la diferencia?
-Sí, por supuesto, hoy la entiendo perfectamente, hoy la entiendo perfectamente. A ver cómo puedo explicarlo. Hoy me siento bien, Betty me parece una chica maravillosa. Pero me acuerdo de Eva y me acuerdo como con... con cierto rencor.
-¿Por qué, te acuerdas aunque sea el rostro de ella?
-Me acuerdo como era hace años atrás, qué se yo, después no la vi nunca más.
-¿Y por qué ese rencor?
-No sé. Tú siempre aconsejas a todos, explícamelo tú.
Jorge me dijo:
-¿Sabes lo que es una emoción?
-Sí, o sea, te vuelves emotivo, algo te conmueve.
-Está bien. Esa puede ser una emoción positiva, pero el hecho de que te conmueva también te hace daño. Pero el rencor, la ira son emociones negativas, y necesitas sanarlas.
-¿Cómo?
-¿Por qué te sigues acordando de Eva?
-No es que me siga acordando, no es que no me deje dormir, ya pasó, yo era chico, pero no me voy a olvidar de ese desprecio.
-Está bien. Por ahí la Eva de hoy es otra y ni se acuerda de todo eso.
-¡Y a mí qué mí importa! ¡Yo me acuerdo!
-Nándor, Nándor...
-Sí.
-En este momento te duele el pecho.
-No tengas duda.
-¿A Eva le afecta?
-No, ni está enterada, seguro que ni se acuerda de mí.
-¿Y entonces a quién le hace mal ese rencor, ese recuerdo, esa bronca? A vos te hace mal. Para qué recordarte, por qué no disfrutas el presente. -Me encogí de hombros.
-Porque no es fácil. Hay gente que te ha dañado, hay gente que te ha cerrado la puerta a la cara y tú... A ver cómo te lo explico, supón que existiera una máquina del tiempo, no sabes con que ganas volvería a la época de Eva y le diría tantas cosas en la cara, tantas cosas despreciables...
Jorge me dijo:
-¿Y no te pondrías a la altura de ella?
-¿En qué sentido?
-Claro. Tú piensas que ella era altiva y que te rechazaba porque "¡Ay mira el apestoso!, el que tosía". Le dices cosas desagradables en la cara si pudieras retroceder en el tiempo, ¿y en qué te diferenciarías de ella?
-¡Pero Jorge, hubo gente que me ha cerrado la puerta a la cara! He querido tener un profesor particular: "¿Cuánto puede pagar? Tanto. -Tenía una puerta de vidrio y me dice-: No, eso no alcanza ni para dos días de mí trabajo. ¡Paf!". Me cerró la puerta en la cara. Yo era niño y cerré el puño y quería golpear el vidrio de la bronca, romperle la puerta.
-¿Y por qué no lo hiciste?
-Porque después hubiera salido el hombre y me hubiera golpeado y hubiera llamado a la policía. Me hubiera cortado la mano, mis padres hubieran llorado, me hubieran dicho de todo. ¿Pero sabes cuántas veces pensé en volver en el tiempo y desquitarme de la gente que me trató mal?
-Nándor, no sé qué te pasa hoy, pero no te puede afectare tanto el pasado, no te puede afectar tanto. Hay mucha gente que te ha tratado mal que ya está muerta. Ese profesor seguramente ya murió, esa chica que le dijo a la madre "Míralo" y la madre inventó una excusa para sacarte de encima, por ahí hoy son infelices. ¿Y te vas a alegrar por eso? Es su vida. Porque si no, Nándor, te pondrías en lugar de ellos. Supón que te enteraras de casualidad que la familia de Eva tuvo una mala racha y en este momento son pobres, harapientos, perseguidos por la Orden del Rombo, ¿te haría feliz, de verdad te haría feliz?, porque si te haría feliz me decepcionarías mucho.
-No -respondí-, no me haría feliz.
-¿Te haría feliz que los padres de Bela hayan hecho un mal negocio y hayan perdido la joyería?
-No.
-Entonces déjalos que vivan su vida. Tú has estudiado.
-He estudiado muchas cosas, he estudiado filosofía también. Mis padres no saben cómo me he roto el alma, si me permites una expresión vulgar.
-Lo entiendo. Aquí, en Plena, se dice mucho esa frase, "Romperse el alma" significa sacrificarse, trabajar más horas, estudiar más horas, quemarse las pestañas hasta lograr la recompensa, y si no la logras sigues y sigues y sigues.
-Sí, sé lo que es eso. Pero es tu vida, Nándor, es tu vida. El pasado... el pasado sólo sirve para molestarte. Aparte, no te deja disfrutar el ahora, no te deja disfrutar, no te deja vivir, no te deja hacer nada. ¿A dónde vas con el rencor? Ni a la esquina vas con el rencor. -Antes no hubiera entendido la frase de Jorge. Ahora la entiendo, como diciendo que el rencor no te lleva a ningún lado. Y sonreí.
Le digo:
-De verdad que me haces acordar a ese chico de la escuela, el que me decía: "Mírate al espejo, ¿qué ves?", y yo pensaba que se estaba burlando.
Y Jorge me dijo:
-¿Y hoy ves tu interior? ¿Hoy lo puedes ver, con espejo o sin espejo?
-Sí.
-¿Y te gusta lo que ves?
-No.
-¿No? ¿Por qué?
-Porque no tendría que tener ese rencor. No tendría que tener ese rencor, no tendría que tener ese... esa bronca interna.
-Sácatela.
-¿Qué hago, la barro debajo de la alfombra?
-No, eso es trampa, porque barrer por debajo de la alfombra es como que la estás disimulando. El rencor no se disimula, el rencor se disuelve.
-¿Cómo?
-Entendiendo que te daña, entendiendo que es tu amo. -Me molesté.
-¡Mi amo nada! ¿Qué amo? ¡Yo no tengo amo! Vivimos en libertad.
-¿Sí? ¿Así que te sientes libre?
-¿Por qué, en Plena no hay democracia?
-No, hablo de ti, ¿te sientes libre?
-Sí.
-¿Acaso no te sientes prisionero del rencor? ¿Acaso no te sientes prisionero de la bronca de cuando eras chico? Ahora tienes todo para disfrutar. Me has dicho que has estudiado como tres materias, ¿qué te gusta?
-Me gusta mucho lo legal, me gusta mucho defender a la gente pobre.
-Bueno, ese es el interior que sirve, el interior que ayuda.
-No, para para para, Jorge, de que me guste a que lo haga hay un trecho gigantesco. Tendría que tener un bufet o empezar a trabajar en un despacho.
-¿Y cuánto sabes de leyes?
-Poco, pero te aseguro que leo y leo y leo, y estudio y estudio y estudio y estudio. No era lo que me gustaba, pero de repente dije: ¿Por qué no? ¿Por qué no defender a otros o por qué no condenar a aquellos que de verdad son culpables? Un abogado también puede ser fiscal, ¿o no?
-Sí.
-Bien. Pero estamos en lo mismo, del dicho al hecho hay mucho trecho, ¿no?
-No necesariamente -dijo Jorge-. De la misma manera que lo voy a ayudar a Hernán a ponerle un buen taller donde pueda trabajar con los ordenadores personales, también te puedo ayudar a ti a ponerte un despacho.
-¡No, para! Yo no me animo a atender gente todavía.
-No, pero conozco a abogados grandes que podrían trabajar contigo.
-¿Y yo estaría bajo las órdenes de ellos?
-¿Por qué?, tú serías el que mandara en el bufet.
-Ahora te estás burlando tú, Jorge. Un joven mandando a un señor abogado que ha tenido varios éxitos...
-No, yo no te hablo de mandarlo, tú figuras en la firma como el principal, y cada caso que el abogado te ayude a resolver van cincuenta y cincuenta con las ganancias.
-¿Y el abogado no se sentiría mal que un joven sea el dueño de la firma?
-No, Nándor, el abogado le interesa cobrar su plata, ¡je, je, je! No se trata de ponerte un tipo de estos creídos que se creen los mejores abogados del mundo: "Y a mí ningún crío me va a decir lo que tengo que hacer", no, no; te estoy hablando de un abogado que sepa, humilde, que sepa entender la situación.
-¿Y por qué harías eso por mí?
-Nándor, mírame. -Lo miré-. ¿Por qué no habría de hacerlo si puedo hacerlo?
-¡Buf! Por ahí soy prejuicioso. A ver, no me gusta deberle nada a nadie.
-En Mágar te han salvado la vida. Alguna vez el joven que te salvó la vida, que te llevó a ese valle, ¿te pidió algo a cambio?
-No.
-¿Por qué habría yo de pedírtelo?
-No hay gente así.
-No -dijo Jorge-, la mayoría no es así, la mayoría es mezquina, tienen plata y quieren más y más y más. ¿Y sabes lo que me causa más gracia? Pero lo digo de una manera irónica, sarcástica, gente grande que está con un pié acá y otro pié en el otro lado y siguen guardando y guardando y guardando y guardando. ¿Y para qué? La plata no es un fin, la plata es un medio. Es cierto no te compra amor, tampoco te compra salud, pero te puede pagar buenos médicos, te puede pagar diversión. No te hablo de abusos. Yo tengo fortuna, jamás me gustaron las apuestas, jamás pagué por una noche de pasión, son cosas que no me interesan.
-Tampoco eres casto -le dije.
-No, nadie dijo eso. Tuve mis historias amorosas, pero las tuve por mí.
-No, se han acercado para ver si podían sacarte algo de tu fortuna, tú mismo lo has dicho.
-Está bien, se han acercado, pero no han obtenido nada. Nunca pagué por un abrazo, nunca pagué por un beso, me parecería artificial. Capaz que me lo han dado de manera artificial, pero de mí no han sacado nada. ¿No sé si se entiende, Nándor?
-Se entiende perfectamente. Me entusiasma la idea, ¿de verdad me montarías un bufet?
-Sí. Es más, lo apuraría a Hernán, aunque sea que saque prototipos de ordenadores para que te ayuden.
Lo miré y le dije:
-Tengo una muy buena máquina de escribir.
-Está bien, para hacer legajos vale. Nos vamos a poner en contacto de nuevo, Nándor, pero la próxima vez que hablemos, olvídate del pasado, de los Bela, de las Eva, incluso de la Orden del Rombo. Haz tu vida sin rencores. Y la gente que en algún momento te cerró la puerta en la cara... yo creo que esa gente es infeliz. Acá en Plena se mal usa la palabra infeliz, se toma como un insulto.
-¿Y no lo es?
-No, Nándor, no lo es. Alguien que es infeliz es alguien que no es feliz, nada más que eso. Lo mismo que si te dicen ignorante, ¿sabes cuánta gente se ofende?, su ego se ofende porque te dicen ignorante. ¿Tú no eres ignorante?
-¡Uf!
Jorge Clayton dijo:
-Soy ignorante en mil cosas. Ignorante es alguien no sabe sobre determinado tema. Yo no sé sobre cien temas.
-Pero tienes cultura general.
-Sí, pero es todo por encima. Sé de geografía, sé de matemáticas, sé de historia pero no me pidas fechas cuando a tal rey le pasó algo o cuando tal emperador conquistó tal lugar o tal región. No. Es una cultura general, muy por encima, que te sirve para poder conversar con gente, pero no caigamos en la obsesión de saber todo de todo, porque sólo Dios sabe todo de todo.
Me estreché la mano con Jorge Clayton y le dije:
-La verdad que eres una persona especial.
-Como muchos otros. Como el que te salvó en Mágar, como el tío que falleció, eran personas especiales. El profesor Zarándok, que me lo has nombrado varias veces. Hay mucha gente que vale la dicha conocer, no te quedes con los que te cerraron la puerta en la cara Nándor. Basta, basta. -Nos dimos un abrazo.
Y caminé por la avenida del Centro, ruidos de bocinas, murmullos de la gente.
Y yo tenía que dejar mi pasado atrás. No hablo de olvidarlo, hablo de que no me lastime.
Gracias.
Sesión 11/01/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Sin esperarlo se encontró con que su novia tenía un pasado. Intentó detectar qué posibilidades le quedaban, pero no había seguridad de nada. Un amigo a quien se confió de dio una respuesta.
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Entidad: Había dejado de trabajar, estaba de muy buen ánimo y quería tomar un combinado. Lo llamé del trabajo a Jorge Clayton y me dijo:
-Tenemos que hablar.
-Voy directamente al club hípico.
-No, vamos a un bar del centro.
-Tengo ganas de ir al club hípico.
-Está bien. Nos sentamos aparte y vamos a hablar, ¿sí?
-¿Sobre qué? -pregunté.
-Nos encontramos sobre las dieciocho y treinta.
-¿Sobre qué? -insistí. No me respondió.
Llegué yo primero y la veo a Betty hablando con un joven moreno pero apuesto, elegante, aparentemente más joven que yo, pero hablaban como si tuvieran una confianza de años.
Al rato apareció Jorge Clayton, miró a Betty y me miró a mí.
-Tenemos que hablar.
-Cuéntame.
-¿Te acuerdas que viniste aquí por un intercambio estudiantil desde Mágar?
-Sí, pero por suerte estoy trabajando bien -le respondí.
-Claro. A cambio fue mi primo, Mario Abregú. -Lo miré, miré al joven.
-¿Él es Mario Abregú?
-Correcto.
-Ya pasó un año -pensé en voz alta.
-Sí -dijo Clayton-, ya pasó un año.
-Yo no pienso volver a Mágar.
-No hay obligación de que vuelvas, estás trabajando, está todo bien. Nada más te quería comentar... ¿Qué conoces de Betty?
-Conozco que nos llevamos muy bien, me quiere y yo tengo sentimientos por ella.
-¿Qué apellido tiene?
-¡Je!, me has puesto en un aprieto. No sé, siempre converso con ella, nos besamos, pero no sé el apellido.
-Se llama Beatrice Aicenbatak, y durante cerca de un año estuvo saliendo con mi primo Mario Abregú. -Me quedé pálido.
-Ahora está conversando con él -le dije.
-Sí. Rompieron. Rompieron porque ella no quería que él viajara durante un año. Él dijo que quería perfeccionarse en sus estudios y no hubo caso de convencerlo.
-¿Y tú le has dicho algo?
-Yo no me meto en esos temas, si a él le parecía bien perfeccionarse, al fin y al cabo gracias a eso tú has podido venir. -Lo miré.
-Vamos al grano, como dicen ustedes en Plena. ¿Qué hay que contarme?
-Ellos rompieron. Beatrice rompió, incluso estuvo saliendo un par de semanas con Sergio, otro muchacho de la barra.
-Sí, eso lo sabía, pero salieron como amigos.
-Ella estaba como despechada porque sintió como que Mario la dejaba de lado por lo del estudio, pero sentía algo por él.
-Pero Jorge -exclamé-, conmigo se siente muy bien.
-Sí, lo reconozco, la vi feliz.
-¿La viste feliz o la ves feliz? -inquirí.
-A ver, ahora están hablando. -Miré a Betty, lo miré a Mario, antes hablaban amistosamente ahora los veía hablar como acaloradamente, como discutiendo. Intenté pararme para hablar con ella.
Me tomó del brazo Jorge:
-No, no, Nándor, no, espera.
-¡Pero es mi novia! No voy a permitir que le discutan.
-¿Cuánto hace que están saliendo? No conocías su apellido Aicenbatak, no sabías que había salido con mi primo.
-Tampoco me lo dijiste, esa es una falla tuya, Jorge, por qué ocultarme las cosas.
-No te oculté nada. Él se fue de viaje un año, y honestamente me equivoqué, pensé que se iba a quedar allá, que le iba a gustar Mágar, pero volvió. Mira tú, te agrada Plena y te has quedado.
-Me siento traicionado -exclamé enojado.
-¿Traicionado por qué?, si no sabes qué está pasando por la mente de Betty.
-Están hablando. -En ese momento Betty miró hacia la mesa y comentó algo y Mario también miró.
Hablaron un rato y él se negaba, ella insistía. Finalmente los dos vinieron para la mesa. Betty me saludó con un beso en la mejilla, lo cual me pareció extraño siempre me besaba en la boca.
-Te presento a Mario, el primo de Jorge.
-Un gusto. -No tendí la mano, él amagó tenderla pero vio que yo estaba con las manos bajas y no tendió tampoco la mano.
-Un gusto -dijo.
-Permiso -dijo ella. Y se sentaron a la mesa.
-¿Cómo estás, primo? -dijo Mario.
-Bien. Me imaginé que te ibas a quedar en Mágar.
-Sí, no me terminé de acostumbrar, Mágar tenía propaganda de ser otro país.
Ahí es como que saltó mi ego y le digo:
-¿En qué sentido otro país?
-Sé que vos sos de Mágar -le dijo Mario.
-Sí, soy de Mágar. ¿Qué propaganda había y qué te desencantó?
Me respondió:
-La Orden del Rombo. Plena también la tiene, pero acá hay libertad de expresión, allá parece como que se metió con todo, como que gente de Amarís se metió en Mágar y las autoridades miraron para otro lado. Y nos interrogaban en qué creíamos, en qué no creíamos. Y honestamente me harté. Estuve a punto de venir antes pero hubiera perdido el año, porque tenía que cumplir el año para que me den un diploma de perfeccionamiento.
-Coincido contigo -le dije-, la Orden del Rombo arruinó todo. Mi país era un país libre en pensamiento, en ideas hasta que vino la Orden del Rombo. Coincido. Es más, hay gente que está refugiada en lugares incógnitos lejos de la Orden del Rombo. Con vuestro permiso.
-¿Podemos hablar un instante de ti? -Asintió con la cabeza y nos fuimos a la barra. Pedí otro combinado-. ¿Quieres algo?
-No -negó ella.
-Me contó Jorge de que salías con Mario y estabas metida, como dicen ustedes, como que estabas calada por él.
-Es cierto. Pero te conocí a ti y eres una persona maravillosa, eres una excelente persona.
-¡Je, je! No conozco tanto de mujeres como Jorge Clayton, pero "Eres una buena persona", esa frase se la escuché a muchas mujeres, "Eres un hombre bueno, eres alguien confiable, eres un ser excelente". Eso también se le dice a un amigo, a un primo. ¿Pero qué pasa con tus sentimientos, ahora que volvió Mario?, ni siquiera me hablaste de él.
-No pensé que volvería.
-No es el hecho. Pero no me hablaste.
-Nándor, tú tampoco me hablaste de tu vida pasada, me contaste algunas cosas de la Orden del Rombo, pero que no me digas que nunca saliste con nadie en Mágar.
-Mira, he conocido más de una chica, pero he metido mucho la pata, como dicen en Plena, o sea, que la he arruinado más de una vez, era muy inmaduro. Sí, había una chica que me gustaba mucho, que la conocía de preadolescente, pero ya pasó. ¿Lo tuyo con Mario Abregú pasó? -Betty se encogió de hombros.
-No lo sé.
-¡Je, je!, no lo sabes. A ver, dejemos las cosas en claro. O sea, ¿nosotros salíamos como novios o éramos más que amigos, como se dice en Plena, o éramos amigos con derecho a besarnos? -Me miró y me tomó de la mano.
-Nándor, no conocí a nadie tan bueno como tú.
-¡Je, je, je! De vuelta esas palabras. Me imagino lo que sigue: "Eres bueno, pero mis sentimientos bla, bla, bla".
-¿Por qué te adelantas, Nándor, a lo que voy a decir?
-Está bien, me quedo callado. Di lo que tengas que decir.
-Te lo dije, estoy confundida.
-O sea, si no hubiera vuelto Mario no hubieras estado confundida, hubieras estado metida en una burbuja creyendo que sentías algo por mí. Vino Mario y pinchó la burbuja. ¿Es eso?
-Afloraron sentimientos que estaban ahí perdidos.
Agregué:
-Pero que nunca dejaste de sentirlos. Entonces lo nuestro fue algo ficticio.
-No, no, de verdad que no.
-Y ahora qué va a pasar, ¿me dejarás, volverás con él?
-Estoy resentida, se fue un año y me dejó.
-¡Je! Eso no responde a mi pregunta. No vuelves porque estás resentida, no porque no lo quieras, son dos cosas distintas. O sea, no me voy a molestar, te prometo que no me voy a molestar, simplemente, ¿qué sientes por mí, qué sientes por él?
-Ya te dije, Nándor, por ti siento que eres una persona muy buena, un hombre querible.
-Sí, un hombre querible, pero...
-Pienso como que todavía tengo sentimientos por Mario.
-Eso es lo que quería saber. ¿Y él?
-Él estuvo saliendo con una joven de Mágar casi seis meses y tuvieron algo más que besos. Y bueno, extrañaba Plena y volvió. Y la joven, se llama Eva, se molestó mucho que volviera a Plena.
-¿Cómo son las cosas, eh? Parece que Mario Abregú es un rompecorazones. ¿Y él qué siente?
-Eso son cosas de él y yo.
-Está bien, yo estoy de más.
-No es por eso, Nándor, es que... nada, nada.
-No no no no; coméntame, para saber dónde estoy parado yo. Coméntame de ti.
-Y él aparentemente la quiere a Eva. Quizá se quede un mes y vuelva a Mágar.
-¡Ah, mira tú! O sea, que contigo se le acabó el amor. -Betty se encogió de hombros.
-Supongo que sí.
-¿Por eso discutían?
-Sí.
-¿Te sentiste estafada?
-Sí.
-Bueno, ¡je, je, je!, te entiendo, porque somos dos. -Me tomó la mano de vuelta.
-No, es distinto.
-No veo en qué sea distinto -exclamé-, entiendo que Mario no lo hizo a propósito, él quería viajar, perfeccionarse y... De todos modos no entiendo, porqué él se quedó el año entero para recibir el diploma, si no se hubiera venido antes. ¿Cómo se hubiera venido antes si la quería tanto a Eva?
-Extrañaba Plena, pero no le parece igual.
-De todos modos no entiendo, dice que Mágar le incomoda por la Orden del Rombo y todo eso.
-Quiere viajar a Plena y pagarle el pasaje a Eva y que venga para acá.
-¡Vaya, mira tú, mira tú! O sea, que tú no tienes chance con él.
-Me parece muy desubicada tu frase.
-¿Perdón? A ver cómo lo digo mejor, me parece que tú con él ya no vuelves a relacionarte afectivamente. ¿Está bien dicho así?
-Yo creo que ahora estás irónico, Nándor.
-¿Irónico?, ¡je, je, je!, posiblemente. Pero bueno, la historia me queda clara.
-Eso no quita -me tomó de vuelta la mano-, que podamos salir, compartir cosas, estar como antes.
Sutilmente me solté la mano y le dije:
-No, no. Maduré, no me gusta ser plato de segunda mano de nadie. -Betty me dijo:
-Ahora el que está hablando es tu ego.
-No no no no; me enseñó mucho Jorge Clayton sobre el tema ese del ego, la que habla es mi dignidad. Te hago una pregunta, hipótesis: Eva no existe, él vuelve, nunca conoció a nadie, nunca salió con nadie y te dice: "Estuve un año fuera pensando en ti, extrañándote". ¿Tú no volverías con él? -Betty se encogió de hombros.
-Seguramente sí.
-Ahí está la respuesta, sientes algo por él.
-Pero él va a volver a buscar a Eva.
-¿Y eso qué tiene que ver conmigo? Me estás diciendo en la cara que como Mario no vuelve contigo, tú te conformas conmigo. ¿Estás diciendo eso? ¿De verdad estás diciendo eso?
-No, lo estás tergiversando.
-¡Ja, ja, ja!, ¿lo estoy tergiversando? No estoy tergiversando nada, no estoy tergiversando nada. Soy la segunda opción. ¿Qué estoy tergiversando? Hagamos una cosa -Terminé de tomar mi combinado, dejé plata en la barra y le dije a Betty-, lo dejamos así. Podemos seguir amigos pero cada uno hace su vida.
-Pero no voy a salir con Mario.
-Yo no sé si te estás burlando o si de verdad tu mente no te da para entenderme: Soy yo el que no quiere salir contigo porque yo no soy segunda opción de nadie. Si no entiendes eso... No es mi problema si no lo entiendes.
-¿Pero tú sientes algo por mí?
-No me importa, Betty, lo que siento, no me importa lo que siento, yo no voy a salir con una persona que está pensando en otro, no me interesa, no me interesa. Mi amor lo tiro por la borda.
-Pensé que no era así, Nándor, pensé que el que siente, siente y punto.
-No no no no. Tal vez sea como tú dices, habla mi ego. Hay una línea muy finita entre el ego y la dignidad. Una vez, al poco tiempo que lo conocí a Jorge Clayton me dijo: "No permitas que la otra persona te haga lo que tú no le harías a ella". Mira, había un profesor llamado Zarándok, si no fuera que falleció hace poco tiempo diría que Jorge Clayton es una reencarnación de ese profesor de Mágar. Quizá no tenga la misma sabiduría pero obviamente es mucho más joven, es apenas un poco más grande que yo, pero sabe mucho de muchas cosas. Si Jorge Clayton se hubiera conocido con Zarándok, yo creo que serían espíritus afines. Y él me enseñó eso: "No permitas que la otra persona te haga lo que tú no le harías a esa persona". Yo voy a seguir siendo amigo tuyo pero nada más.
-¿Pero no podemos salir, Nándor?
-Sí, podemos salir, podemos tener una noche de pasión y al día siguiente puedo salir con otra persona.
-Me estás ofendiendo.
-Ofendiendo, ¿por qué?, somos amigos, no hay un compromiso afectivo.
-Pero me hablaste de noche de pasión.
-Sí, podemos ser amigos y a su vez tener algún encuentro amoroso, pero no me pidas exclusividad, no ahora.
-Me estás ofendiendo.
-No, no te estoy ofendiendo, yo creo que todavía no te cayó la ficha, como dicen aquí en plena, de cómo viene la mano.
-No entiendo tus palabras.
-Te lo traduzco: Todavía no entiendes la situación. No lo puedes tener todo. Es más, creo que te vas a quedar sin nada. Y no te levantes. -Bajé del taburete, cercioré de que el camarero había cogido el dinero del combinado.
Pasé por la mesa y le dije a Clayton:
-Cualquier cosa voy a estar en casa. -Lo saludé a Mario-: Buenas tardes. -Y me marché.
Es muy difícil a veces el ser sincero con uno mismo.
Y me resultaba ridícula la reacción de Betty. ¿Qué yo la había ofendido? Para nada, para nada. ¿Cuántos amigos de distinto género pueden tener una noche de pasión y al día siguiente estar con otra relación si no hay compromiso? Hasta ayer lo había, hoy ya no lo hay, así que no entiendo por qué puede ofenderse.
Por la noche hablé media hora por teléfono con Jorge, le pregunté si me había pasado de rosca. Traducido significa: Si fui demasiado vehemente o brutal en la forma de hablarle.
Clayton me dijo:
-No. Se podía haber sido más sutil, pero quizá Betty no hubiera entendido la sutileza.
-¿Qué hubieras hecho en mí lugar?
-Exactamente lo mismo, Nándor, exactamente lo mismo.
Y me quedé pensando después de haber colgado el teléfono. Si Jorge Clayton pensaba como yo es que la verdad estaba de mi lado.
Gracias por escucharme.
Sesión 12/02/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Su novia lo dejó por un antiguo amigo, no le funcionó y quería volver. Él sentía amor, pero había un orgullo, una dignidad que mantener. Lo hablaría con un amigo.
Sesión en MP3 (3.269 KB)
Entidad: Llegué a la Primera avenida, había parado de lloviznar, por suerte. Miré en la acera de enfrente y miré la marquesina del bar donde siempre nos reuníamos. Y pensé por qué no tomar algo aunque no estén los demás.
Entro y me saludan de una mesa, estaba el querido Jorge Clayton y su novia, Ana María. Y me puse pálido cuando la vi a Betty. Era una descortesía no ir.
Le estreché la mano a Jorge, le di un beso en la mejilla a Ana María, y la saludé con la cabeza sin tenderle la mano a Betty.
-Qué casualidad veros por aquí.
Jorge me dijo.
-Nandor, ya sabemos que nada es casualidad, que todo es causalidad. ¿Cómo es que has venido?
-Había parado de lloviznar, quería tomar algo y por qué no al bar que siempre nos reuníamos. No estamos todos, falta Hernán, falta Pocho, deben estar ocupados.
-Seguramente -dijo Jorge.
Me pedí algo caliente, una leche con chocolate, nada de comer. Me encontraba un poco ronco, con tos, no es que hacía frío pero me había mojado un poco con la llovizna. Y no es como cuando llueve fuerte que uno se guarece, no le di importancia, pero la llovizna moja, moja, moja, y tú no te das cuenta hasta que sientes que todo tu pecho está empapado, la lluvia penetra en la ropa. Y bueno, llegaré a casa, me daré un baño bien caliente y mañana espero estar bien.
Ana María le dijo a Jorge:
-Ahora que paró de lloviznar podríamos caminar un poco por la avenida. -La avenida Primera tenía edificios muy parecidos a las ciudades del viejo continente, especialmente a Saeta. Acepté. Pero claro, como es costumbre Jorge tomó del hombro a Ana María y se adelantaron.
Betty me preguntó:
-¿Cómo estás, Nandor?
-Bien, ocupado.
-Iré directa al grano.
-¡Vaya! Vas al grano cuando es oportuno para ti.
-No sabes qué voy a decir, no te adelantes. -Me encogí de hombros.
-Te escucho.
-¿Te acuerdas de Mario Abregú?
-¡Je! No me lo saco de la mente. No tengo por qué acordarme, lo tengo presente. Y sé todo lo que pasó.
-Me di cuenta de que no siento nada por él, que en realidad tengo sentimientos por ti. -Me paré. Jorge y Ana María miraron que nos habíamos quedado parados en la acera y siguieron caminando.
Le digo:
-¿Te estás burlando de mí?
-No.
-Porque lo último que yo sabía era de que cuando Mario Abregú volvió, tú dijiste que sentías algo por él, y si no fuera que él se enamoró de una joven de mi país hubieras vuelto con él. Y no digas que no, no me mientas en la cara, no me faltes el respeto, no faltes el respeto a mi inteligencia.
-No estoy faltando el respeto. Pasaron los días, pasaron las noches y... Y honestamente no pienso en él, pienso en ti.
-Claro, ¡je, je!, ahora piensas en mí. Pero qué conveniente, qué conveniente. Pero mira tú, ¡je, je je! Mira Betty, ¿te acuerdas todavía cuando Jorge y Ana María todavía estaban por salir pero todavía no estaban saliendo como novios? -Ella asintió con la cabeza-. ¿Te acuerdas que fuimos a pasear a la zona deportivo que había lago, botes?, ¿y a diferencia de Ana María, que esquivaba a Jorge, tú con un impulso me besaste y me dijiste: "No me tomes por una atrevida, yo tengo otro carácter distinto al de Ana María"? ¿Te acuerdas lo que te respondí? -Ella asintió con la cabeza-. A ver, dime qué te respondí.
Betty dijo:
-Que no te gusta ser usado.
-Bien, muy bien, muy bien. Veo que tienes memoria, te pondré un diez.
-Ahora te estás burlando tú.
-¡Ja, ja, ja! O sea, que yo me estoy burlando. Me prometiste amor, te dije que yo no quería ser usado. Me dijiste: "Yo no te voy a usar, yo tengo sentimientos por ti". Sentimientos que se desvanecieron cuando volvió Mario Abregú, sentimientos que se hubieran desvanecido del todo si Mario Abregú no hubiera conocido a nadie. Y no me mientas en la cara. ¿Exactamente qué hubiera pasado si él no hubiera conocido ésta chica allá? Que a propósito, la fue a buscar. No te quedes callada.
-No me gusta estar parada en la acera.
-Caminemos, pero despacio. ¿Qué hubiera pasado, Betty?
-Hubiera vuelto con él.
-Bravo, ahora estamos bien, ahora me estás diciendo la verdad. Prefiero eso a que me mientas. ¿Qué me hubieras dicho: "Lo siento, estaba engañada, pensé que te quería pero me doy cuenta que no es así"? ¿Qué hubieras dicho?
-Nandor, al fin y al cabo me cortaste tú.
-¡Je, je, je!
-No te rías a cada rato.
-¿Prefieres que me enoje?, ¿prefieres que te deje parada en la mitad de la acera y me vaya? Me río por la ironía, me río porque no me gusta que insulten mi inteligencia. ¿Qué hubieras dicho? -Se encogió de hombros.
-Seguramente hubiera dicho que me perdones, pero que todavía sentía algo por Mario.
-¡Bien! Y entonces, ahora, ¿a qué viene eso de que piensas en mí, que de noche no te puedes sacar mi imagen de la cabeza? ¿Qué es todo ese verso, qué es todo ese cuento?
-¿Me dejas hablar?
-Sí -le dije-, habla, hablar es gratis.
-Supongamos que fuera como tú dices, que Mario no hubiera tenido compromiso y hubiera vuelto con él.
-Continúa.
-Al poco tiempo me hubiera dado cuenta de que hacía un año que no lo veía y... y era como una ilusión, como que había quedado un recuerdo.
-A ver, explícate mejor.
-Claro. Amas a alguien, esa persona se va de intercambio estudiantil. Entonces apareciste tú y es como que empezaste a entrar en mi corazón.
-¡Bah, mira que bien que lo relatas!
-Déjame hablarte en serio, por favor.
-Está bien. Sigue.
-Cuando él volvió es como que otra vez volvió esa ilusión, ese espejismo, pero no pasaba de un espejismo.
-No pasó de un espejismo porque él ya amaba a otra persona.
-Nandor, ahora eres tú el que no me quieres escuchar. Te dije que si hipotéticamente hubiera vuelto solo, lamentablemente sí, hubiera sido cobarde por haberte mentido, que en realidad no te mentí porque yo sentía y siento algo por ti pero en ese momento estaba como cegada porque es como que volvieron a mí todos los recuerdos del tiempo que salí con él, y pensé que lo quería y hubiera vuelto si él no hubiera estado comprometido con alguien.
-¿Entonces? -pregunté.
-Y entonces capaz que hubiera estado una semana, quince días y me hubiera dado cuenta de que era solamente un espejismo, un recuerdo grato pero recuerdo, pero no un verdadero sentimiento.
-A ver, a ver, Betty, tú en este momento piensas en mí porque Mario no está. ¿Qué garantías tengo yo de que si él no hubiera estado con nadie tú igual te hubieras dado cuenta de que no sentías nada?
-Porque lo sé dentro mío.
-Pero en ese momento no fue lo que pasó.
-Estaba engañada en mi mente.
-En tu mente. ¿Y en tu corazón también?
-Sí.
-A ver, te lo voy a decir de una manera muy sencilla, y ya te lo he dicho anteriormente: yo no soy plano de segunda mano de nadie, no soy el premio consuelo. ¿Perdiste el primer premio y te quedas con el premio consuelo? Bueno, yo tengo mi orgullo. Clayton dice que eso se llama ego.
-Clayton es una excelente persona pero no está dentro de mi mente, no sabe lo que yo siento, no sabe lo que yo pienso.
-Está bien, no le llamemos orgullo, utilicemos la palabra que dice Clayton: dignidad. Yo tengo dignidad, y en este momento mi dignidad no te cree.
-¿Cómo puedo hacer para demostrártelo? Quisiera en este momento estar contigo Nandor, a solas, amarte, besarte. -Sonreí irónicamente.
-¡Je, je, je! O sea, ¿que quieres hacer el amor conmigo?
-Sí.
-No tengo problema.
-¿De verdad?
-Sí, no tengo problema.
-¿Pero no estás molesto, Nandor?
-Para nada. ¿Quieres hacer el amor conmigo?, vamos. Mira, aquí a la vuelta de la avenida Primera hay un alojamiento para parejas, nos quedamos un par de horas. -Ella asintió con la cabeza y fuimos.
Nos besamos como nunca, nos acariciamos como nunca. Verdaderamente la sentí entregada, verdaderamente la sentí mía. Me decía cosas al oído: "Te amo, te amo más que a nadie en mi vida", mientras me acariciaba, mientras me besaba.
Dos horas después nos marchamos del lugar, ya en la calle había vuelto a lloviznar.
-Voy a coger un taxi -dijo Betty-. ¿Me acompañas hasta casa?
-No.
-¡Cómo!
-No, mañana tengo que hacer cosas temprano y aparte quiero llegar, cambiarme de ropa y darme un baño bien caliente.
-Pero en el lugar donde estuvimos te has dado un baño bien caliente.
-Quiero darme otro, y descansar temprano.
-¡Pero no has cenado nada!
-Es mi problema, veré qué tengo en mi refrigerador y me lo calentaré.
-O sea, ¿que no me acompañas, ahora que hemos vuelto a ser novios?
-¡Je, je, je! ¡Espera, espera, espera! Te has adelantado, ¿quién habló de noviazgo?
-Pero fuimos a un lugar, hicimos el amor.
-Y sí, ¿no es lo que me pediste?
-Pero tú accediste.
-Y sí, porque tenía deseos, pero eso no significa que te quiera.
-¿Por qué me desprecias de esa manera, Nandor?
-Betty, yo no te estoy despreciando. Me parece que no me estás entendiendo y no estás entendiendo la situación; yo todavía no creo nada en lo que dices con respecto a Mario, de que no sientes nada, de que piensas en mí.
-¿Y no te has dado cuenta de cómo te hice el amor?
-Sí, me doy cuenta, pero las palabras que has dicho pueden ser de pasión, y la pasión no es un sentimiento, es un instinto.
-¿Cómo puedo convencerte?
-Honestamente no lo sé, pero por lo menos yo te soy sincero.
-¿Qué somos ahora?
-Amigos. -Betty bajó la cabeza.
-Nandor, ¿habría inconveniente en que podamos salir como amigos, vernos y si no te incomoda poder estar juntos otra vez como recién?
-No, no me incomoda, para nada.
-Bueno, ¿seguro que no quieres acompañarme?
-No, me tengo que levantar temprano. -Me quiso dar un beso en la boca y moví el rostro y me besó en la mejilla.
-Por qué haces eso, recién me besabas apasionadamente.
-Perdón, tú me besabas apasionadamente. -Me miró.
Paró un taxi y me dijo:
Estamos en contacto.
-Sí.
Estaba lloviznando más fuerte, ya casi llovía. Me abroché el abrigo, el agua que caía era fría. No quise tomar un taxi, caminé varias calles por la avenida Primera.
En el fondo me sentía muy mal porque verdaderamente mis sentimientos por Betty no habían cambiado, lo que tenía era un tremendo rencor por haberme sentido engañado. Y yo seguía convencido de que ella me consideraba como un plato de segunda mano, como el premio consuelo. Es verdad que me sentía desconcertado por la forma que hizo el amor conmigo, pero eso es una necesidad fisiológica, eso no es amor.
Me hubiera gustado hablar con Jorge Clayton pero ya se habría ido con Ana María.
Yo seguía pensando de que mi amor por ella no había cambiado, lo que pasa que era un amor similar a un cristal roto, por el rencor que sentía, por la mentira. Y ahora quería volver. ¡Je, je! ¿Qué fácil, no?
Y después me puse a pensar. No me hizo bien estar a solas con ella, no me hizo bien el contacto de nuestros cuerpos, las caricias, los besos, la intimidad, fue para peor porque todo lo que sentía dentro se había agitado, agitado como un mar tormentoso, y a su vez sentía como odio, pero no contra ella, contra la vida, por ponerme en esta situación.
Lo hablaría con Clayton. ¿Por qué con Clayton?, porque me parecía el más maduro de todos nosotros.
Ahora sí, cogí un taxi, subí y me marché para casa.
A la noche me costó dormir, la tenía a Betty en mi pensamiento. Estaba desconcertado, seguía con rencor, con nervios, me costaba dormir. Estuve a punto de tomar un tranquilizante y digo no no no. Me hice un té de hierbas y me volví a acostar. Y ahí sí, el sueño me venció.
Sesión 23/06/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Conversando con un amigo supo del estado de su novia. La separación había sido rápida y fría, no consensuada. Había dolor por parte de ella y dureza por la suya. Se le presentaría una oportunidad para aclarar la situación.
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Entidad: A veces tardaba en dormirme por las noches pensando en la delgada línea que hay entre ego y dignidad. Lo había hablado diez veces con Jorge Clayton. Pero cuando sucede en situaciones, llamémosle adversas, no tienes bien en claro cuando es ego y cuando es dignidad.
Jorge me decía: "El ego es infantil, la dignidad es adulta". ¡Je, je, je! Pero hay situaciones en las que las cosas te sacan de quicio, ¿y cómo diferencias lo que es infantil de lo que es adulto?
Una tarde estuve como tres horas en un bar de la Primera avenida hablando con Pocho. No lo vi tan superficial como se mostraba ni tan empalagoso como se veía con las chicas del club hípico, lo veía genuino. Y averigüé que él también había pasado por rechazos.
En mi caso, en este caso sí, sería mi dignidad. Me enseñó a decir "No" cuando tenía que decir "No". Pocho no había aprendido esa lección. De todas maneras lo vi más humano de cómo se mostraba en el club hípico, quizá porque allí buscaba agradar, buscaba aprobación. Conmigo se mostraba normal. Me contó de sus penas, de los rechazos que tuvo, de la baja estima que se tenía.
Me preguntó:
-Nandor, contigo puedo sincerarme. ¿Cómo debo comportarme?
-¿Te refieres a las chicas del club hípico?, ¿a Cuca y a las otras?
-Sí.
-No busques quedar bien, actúa normal. De todas maneras, la mayoría de ellas son superficiales. ¿De verdad te interesaría salir con una chica superficial?
-¡Je, je, je!, antes que nada.
-No, no, Pocho, no, te estás desmereciendo. -Aproveché para preguntarle por Betty-: ¿Cómo anda?
-Siempre me pregunta por ti.
-¡Je, je, je!
-¿Están peleados? -Me encogí de hombros.
-No, salimos como amigos.
-No soy tonto, Nandor. Sé lo que pasó con el tema de Mario Abregú y todo eso, hablé con ella muchas veces. Me dice que te quiere.
-Sí, yo también puedo querer a una mascota.
-Ahora tú eres duro. -Lo miré.
-¡Je! Eso es lo que tendrías que aprender tú, a ser duro, a no quebrarte ante el menor fracaso. -Me miró y me dijo:
-Mira, Nandor, cuando yo la conocí me pareció una chica tan íntegra, sincera. Al comienzo la vi como distante: "Me llamo Beatrice Aicenbatak".
-Disculpa, yo la conocí como Beatrice Ronet. -Pocho se encogió de hombros.
-No sé, así se me presentó a mí. De todas maneras, como estaba fuera de mi radar no le pregunté a Jorge.
-Estoy entendiendo bien el lenguaje coloquial, pero "Fuera de mi radar", no... no te lo interpreto.
-¡Je! Fuera de mi alcance. De todas maneras no... no es el tipo de chica que me guste, a mi me gusta Cuca.
-¡Je, je, je! ¡Uf! -Sonreí y le dije-: Pocho, Cuca es todo apariencia, ella misma se blinda, no se deja dar a conocer. Si la tienes como objetivo creo que te darás contra la pared.
Pocho me dijo:
-Una vez Clayton me comentó "Nunca te des por vencido".
Le respondí:
-A mí también me lo dijo muchas veces, pero también me dijo "Aprende a diferenciar cuando es un callejón abierto o sin salida".
Pocho sonrió tristemente y me dijo:
-Me das unos ánimos...
-No, estamos hablando de manera sincera, se trata de no ser hipócrita. Casi nunca he hablado contigo y por primera vez te veo por dentro como eres. -Terminamos de tomar algo y nos marchamos.
Al día siguiente, por casualidad, yo diría por causalidad, me encontré con Betty.
-¿Cómo estás?
-Bien -le dije-, bien.
-¿Podemos tomar algo?, pero no en el club hípico. -Fuimos a la Segunda avenida, la avenida de las librerías. Encontramos un bar tranquilo, tomamos una merienda.
-Quiero hacerte una pregunta -le dije.
-Dime.
-Te dicen Betty, pero tu nombre es de Amarís, Beatrice. Se escribe Beatrice.
-Sí... ¿Pero a qué viene eso?
-¿Cuál es tu apellido?
-Ronet.
-Ajá. Apellido de Amarís. Porque alguien me comentó que te presentaste como Beatrice Aicenbatak. -La apuré viendo si hacía algún gesto de asombro. No lo hizo.
-Sí, es el apellido de mamá. Mi madre, Silvy, tiene ascendencia de Nebrón, y es su apellido. O sea, que mi nombre completo sería Beatrice Aicenbatak Ronet. Ronet el apellido de papá Moris, pero no lo uso el Aicenbatak, uso directamente el Ronet.
-Aclarado el tema. -La miré y le pregunté-: ¿Cómo estás? -Se encogió de hombros.
-Estudiando.
-No te he visto por el club hípico, no te he visto por ningún lado.
-No estoy saliendo.
-¿Por qué? -Volvió a encogerse de hombros.
-Si te digo es para que te pongas irónico y me humilles.
-No no no, prometo no ponerme irónico. ¿Por qué no sales?
-No tengo deseos. -Me tomó la mano y me dijo-: Te extraño mucho, Nandor. Sé que cometí un error, me dejé llevar por un encandilamiento, pero te lo juro por... por mis padres, que es lo que más quiero en este momento, que si Mario no tuviera ningún compromiso no estaría con él. Tú eres una persona amable, buena, sincera.
-Prometí no ser irónico -le dije-. Pero volvemos a lo mismo: Amable, sincero, también puede ser un amigo, un primo. -Sus ojos estaban vidriosos, con lágrimas. Y me dijo:
-¿Cómo puedo convencerte, Nandor, que te amo? -Sentí como un golpe en el pecho, porque en realidad yo también la amaba. Tenía miedo de ser sincero, tenía miedo de las burlas. Pero me arriesgué.
-Yo también te amo, Betty, mucho más de lo que tú piensas. No quiero salir lastimado.
-Ambos nos lastimamos -dijo ella.
-No por mí. -Me miró.
-Tal vez no, tal vez sí. Pero no tiene sentido que nos sigamos echando en cara cosas, reconozco que fui yo la que me equivoqué, no tú. Pero tú has sido duro, es como que has puesto una muralla, es como que te blindaste.
-Sí, obvio.
-¿Te acuerdas cuando estuvimos juntos?
-Perfectamente.
-Me entregué con todo -dijo ella-, y tú ni siquiera me acompañaste.
-Te voy a confesar algo, estuvimos esas dos horas y mis sentimientos estaban encontrados; había sentimiento y también había emoción.
-Explícate, Nandor, no te entiendo.
-Te disfruté como nunca, pero a su vez me dolía el pecho pensando que todo era ficticio.
-¿No estabas satisfecho?
-Sí. Mi pasión estaba satisfecha, mi amor más herido que nunca.
-¿Pensaste que fingía?
-No. Sabía que tenías esa pasión que hervía tu sangre, pero no me bastaba.
-¿Sigues pensando eso? -Iba a responderle y me puso la mano en la boca-. Déjame seguir. Te amé esa noche como nunca en mi vida amé a nadie. Y no, no eres un pasatiempo, no eres un plato de segunda mano, eres el amor de mi vida. Cuando paseábamos por aquel parque deportivo todavía recuerdo tus palabras, y no, no eres segunda mano de nadie.
La miré fijamente y le dije:
-Te creo. -Se puso a sollozar. Con vergüenza miró para los costados, vio que había poca gente, trató de disimular el llanto. Le di mi pañuelo, se secó los ojos disimuladamente. Luego sonrió.
-¿Comenzamos de cero? -Me preguntó. Asentí con la cabeza-. Prometo no defraudarte.
-Mira -le dije-, somos muy jóvenes. Tenía un Maestro en Mágar, Zarándok, y muchas veces hablaba del amor.
Y él me decía:
"El amor va más allá de la pasión, va más allá de una intimidad, va más allá del trato. No siempre estamos vestidos de punto en blanco ni perfumados, el día de mañana una pareja convive y al levantarse se muestra distinta de cómo se acostó".
Le pregunté a mi Maestro:
"¿En qué sentido?"
"Quizá lo nota más la mujer porque se levanta sin maquillaje, sin pintura de labios, despeinada. Y ahí no hay encandilamiento que valga: Si no hay amor viene el desengaño, si hay amor verdadero la amas más todavía, porque la ves como es, sin la pintura artificial, sin la vestimenta artificial".
Betty me dijo:
-Muy sabio tu maestro.
La miré y le dije:
-Lo sigo extrañando, debe estar en un plano alto espiritual -agregué-. Aquí, de esos temas hablo con Jorge Clayton, es joven pero es como que tuviera una sabiduría milenaria. Lo podría comparar con Zarándok, es como que fueran espíritus afines.
Betty me respondió:
-Me hubiera gustado conocer a tu Maestro, por lo que me dices debió ser una persona fantástica.
-Y más. Y más todavía -agregué.
Pagué la consumición y salimos a la calle tomados de la mano. La vi sonreír genuinamente.
Movió los labios pero sin emitir sonido.
Leí sus labios. Decían: "Te amo".
Le respondí sin emitir sonido: "Yo también te amo".
Y seguimos caminando por la Segunda avenida, la avenida de los libros.
Sesión 09/08/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Hacía días que no veían a su amigo, Jorge Clayton, nadie sabía de él. Especularon que estaría ocupado con su trabajo, pero tampoco. Ni su madre sabía nada. Trataron de saber más, de investigar, ayudados por una reportera del diario, que lo conocía mejor.
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Entidad: De la misma manera que a veces adquirimos experiencia, por vivencias que protagonizan los demás, de la misma manera podemos generarnos engramas inconscientes por suposiciones, por cosas que suceden en nuestro entorno. Obviamente, las mejores experiencias, ¡je, je!, ya sea para bien o para mal, son las que protagonizamos nosotros, las que nos quedan marcadas a fuego, por decirlo de alguna manera.
Recuerdo que mi relación con Beatriz se había solidificado. Descubrí muchas facetas hermosas en Betty y ella era recíproca para conmigo.
Me decía:
-Mira, querido Nándor Ferenc, eres mucho más empático, tolerante en muchas cosas de lo que yo me imaginaba de ti.
Le respondía:
-No des por hecho que siempre soy tolerante, no con la injusticia, no con la tontería. ¿Cuánto hace, Betty, que no vas al club hípico?
-Mira, fui ayer, pero no tengo novedades.
-Yo no he ido.
-Le pregunté a los otros jóvenes, a Hernán, que siempre tiene trato con Jorge Clayton, y tampoco tiene novedades. -Nos quedamos pensando, hacía por lo menos cinco días que no veíamos a Jorge Clayton.
Hacía unos meses atrás había contratado como enfermera en el hospital Municipal a una joven, Estela Maris Céspedes, una joven muy simpática, laboriosa, y muchas veces la veía conversando con Jorge.
Recuerdo que una vez, en chiste, pero el chiste era para quitar hierro, para aflojar la tensión, le pregunté a Chiara:
-Entiendo que hace un tiempo que estáis, no digo saliendo, pero por lo menos viéndose con Jorge, vais a tomar algo, vais al teatro... -Chiara me miraba.
-Dime directamente, Nándor, cuál sería tu pregunta.
-¡Je! Bueno, si no tienes un poquito de celos de que Estela Maris busque acapararlo.
Chiara se encogió de hombros y dijo:
-Por lo que me dijo Jorge siempre le hace preguntas a nivel profesional. Él, más de una vez le dijo "Yo no soy médico, simplemente inauguro nuevas alas, nuevos quirófanos en el hospital Municipal, trato de que toda la población tenga una mejor atención en la parte de salud".
-Está bien, Chiara, ¿pero y tú cuánto hace que no lo ves?
-Calculo que cinco días.
-Igual que nosotros. Le pregunté a la mamá y me dice que tampoco se comunica con ella, pero en la casa tiene mucamas, tiene enfermeras para que la atiendan aunque está bien de salud. Estuvo deprimida por la muerte de su esposo pero tiene voluntad y trata de reponerse.
Betty le dijo a Chiara:
-¿Y si vamos a ver a la madre ahora?
-Tenía que llevar una noticia hasta el diario pero... pero está bien.
La señora nos atendió de una manera muy cortés:
-¿Queréis tomar algo?
-No, no, queríamos saber si tenía novedades de Jorge.
-No, no ha llamado, debe estar muy ocupado con sus asuntos. Tuvo varias llamadas pero yo no me inmiscuyo en sus asuntos. Tenemos dos líneas de teléfono, una para mí y otra que es la particular de él, y ahí yo no atiendo.
Le dije:
-Apreciada señora, ¿nos daría?, y disculpe nuestro atrevimiento, pero ¿nos daría permiso como para escuchar los mensajes? Por ahí pasó algo y no sabemos...
-Sí, pero no sé si debo, no sé qué dirá Jorge -explicó la señora.
-Somos amigos y nos tenemos un afecto tremendo, no va a pasar nada.
-Está bien. Contadme por favor si hay un mensaje donde explica su ausencia.
Entramos a la casilla de mensajes y había mensajes de amigos, mensajes de conocidos, mensajes de empresarios. Y dos mensajes nos llamaron la atención: Uno de hace una semana atrás "Hola, Jorge, cómo estás, te haba Estela Maris. Tenemos que solucionar ese tema, por favor. Ya casi estoy de tres meses y no sé qué hacer". Y ahí la comunicación cesó.
La miramos a Chiara y ella dijo:
-No saquemos conclusiones. -Seguimos escuchando la casilla de mensajes. Cuatro mensajes después, otra vez, Estela Maris "Estimado Jorge, no puedo seguir así, ¿tienes alguna manera de solucionar el problema? No me imaginé que quedaría embarazada y es algo que... ¿De alguna manera tú me puedes ayudar?". El mensaje cesó. Nos miramos los tres, colgamos el teléfono.
La mamá nos preguntó:
-¿Alguna novedad?
-No, no, no, mensajes comunes preguntando por obras que aún no estaban terminadas. -Omitimos lo de Estela Maris.
Nos despedimos de la mamá de Jorge y fuimos a tomar algo.
Chiara nos dijo:
-Daría la impresión como que el mensaje era muy impersonal, principalmente el segundo "A ver cómo lo puede solucionar", no veo como que haya una relación directa.
Betty me miró y le dijo a Chiara:
-¿Y si vamos a hablar directamente con Estela Maris al hospital? Es muy incómodo.
-Pero puedo ir yo -Se ofreció Chiara-, al fin y al cabo soy periodista de sociedad. Y si bien con Jorge no tenemos una relación formal pero hemos tenido varias salidas no tengo ningún problema en preguntarle directamente a qué se deben esas llamadas.
Nos despedimos. Al día siguiente de vuelta nos encontramos Betty y yo con Chiara. Chiara estaba pálida.
-Hoy no fue al hospital, ayer tampoco y antes de ayer tampoco, hace tres días que no va. Un día después del último mensaje dejó de ir al hospital, me dijeron que por ética no dan la dirección de dónde vive cada trabajador pero la puedo sacar por el diario. En el diario tienen contacto con gente que averigua direcciones.
Dos días más tarde nos reunimos de vuelta con Chiara y vimos un deportivo rojo, descapotable que se alejaba de la casa de Estela Maris. Betty dijo:
-¿Pero no es el coche de Jorge?
-Parece. -Tocamos el timbre y no atendía nadie. Justo salió una vecina.
-¿Cómo está señora? Mi nombre es Chiara Orozco, soy reportera del diario. Estamos buscando a Estela Maris Céspedes, que faltó al hospital Municipal.
La señora dijo:
-Te conozco, haces unas notas maravillosas. Pasad. De adentro después se puede abrir la puerta. -Subimos, tocamos el timbre del apartamento y no atendía nadie.
Betty dijo:
-Fíjate, Chiara, la puerta está entreabierta. -Entramos y estaba todo desordenado, cajones revueltos, ropa fuera de lugar, el botiquín del baño con medicación que desconocíamos. Pero no había nadie.
-Extraño que si Estela Maria haya salido la puerta del apartamento esté abierta sin llave.
-¡Mirad! -dijo Betty-, en el dormitorio se ven manchas de sangre, en el piso.
Le dije:
-No toquen nada, no toquen nada, llamemos a la policía. -Chiara se puso guantes, cogió el teléfono y marcó el número de la policía. Explicó que estaba en el departamento de Céspedes, Estela Maris, que hacía días que faltaba al hospital Municipal. La fueron a ver, el apartamento estaba todo revuelto.
-Un segundito -le respondieron. Al rato atiende otro señor:
-Soy el inspector Ordoñez, ¿con quiñen tengo el gusto?
-Chiara Orozco, reportera. Amiga de Jorge Clayton.
-¡Ah, ajá! Sí, mi ayudante me explicó algo.
-Queríamos saber qué había pasado, el apartamento está todo revuelto y Estela Maris no se encuentra.
-Dejad todo como está y marcharos. No toquéis nada.
-¿Pero podría adelantarnos qué pasó?, porque de la manera que me está respondiendo es como que sí supieran algo.
-No podemos comentar.
-Disculpe, oficial, la pregunta -dijo Chiara-, ¿pero Jorge Clayton está involucrado en este tema?
-De alguna manera sí, pero no puedo anticipar más nada. -Colgó el teléfono y Chiara se quedó desconcertada. Nos miramos entre los tres.
-Vimos el deportivo de Jorge -expliqué yo-, él habrá revuelto todo.
-¿Y la mancha de sangre?
Le dije a Chiara:
-Has llamado a la policía y es como que no te prestaron atención. -Bajamos por el ascensor y abrimos la puerta de calle.
Justo había un coche de la policía y bajaron dos agentes:
-¿La señorita Orozco?
-Correcto. Acabo de llamar yo.
-¿Han tocado algo?
-No, lo que cogí es el teléfono, pero me puse guantes.
-Bien.
-¿Tiene idea que pasó con la señorita?
-Es algo que no podemos decir.
-Nos pareció que recién vimos alejarse el coche de Jorge Clayton.
-No podemos decir.
-Dejadme a mí -nos dijo Chiara.
Fue hasta el diario y pidió permiso a su jefe de edición, le contó el caso, y fue con un fotógrafo hasta la seccional de policía de la zona.
Los atendió un oficial ayudante, nos contó Chiara después, y nos dijo que había pasado algo grave.
Chiara le preguntó al oficial ayudante:
-¿Qué sucedió?
-¿En qué trabaja usted?
-En sociedad y mundo.
-Está bien, esto es una nota de policiales.
-La puedo cubrir -le dijo Chiara.
-Voy a llamar a mi superior -le dijo el hombre.
Vino otro hombre mayor:
-¿Chiara Orozco?
-Sí, oficial.
-Parece que asaltaron el departamento días atrás y encontramos el cuerpo de la señorita Estela Maris Céspedes. -Chiara les contó que se puso pálida, le había agarrado una especie de mareo de la impresión.
-Oficial, ¿se refiera a que la mataron?
-Tenía un golpe en la cabeza, y obviamente llevamos el cuerpo al departamento forense.
-¿Y ya tienen alguna pista?
-No.
-Cuando hablé por teléfono pregunté si Jorge Clayton estaba involucrado y dijeron "De alguna manera, sí".
-No podemos decir nada.
-¿Pero él se encuentra con vosotros?
-No.
-Vimos salir el coche deportivo de Jorge.
-No puedo decir más nada.
-Bueno, pero yo esto lo voy a publicar y diré que vosotros no dais más información.
Cuando Chiara nos contó nos quedamos pálidos con Betty.
-Chiara, ¿le has contado los mensajes que le dejó Estela Maris a Jorge?
-Por supuesto que sí.
-¿Y qué dijo el oficial?
-Que ya lo sabían.
-Vaya, no nos dijo nada la mamá, que vino la policía.
-No, no, directamente desde la telefónica, desde la central de la telefónica se pueden escuchar los mensajes que hay en cada número.
No me sentía bien, me sentía con un dolor tremendo en el corazón. Pero cuando digo en el corazón no estoy hablando del órgano físico, ese que late, hablo del corazón interno, porque es sumar uno más uno, dos. Los mensajes de Estela Maris hablando de los tres meses de embarazo, "A ver cómo lo solucionas Jorge". Y luego aparece, por lo menos nosotros no lo vimos pero así nos dijo la policía, que alguien acabó con la vida de la joven, acabó con dos vidas porque estaba embarazada de tres meses.
Chiara estaba pálida, pero como profesional dijo:
-Yo no voy a sacar conclusiones de nada y en este momento no me dejo vencer por mis emociones, tengo que ser cien por ciento impersonal y publicar la nota. Si bien en el diario yo estoy en la sección de sociedad, de mundo, voy a aportar en la parte de policiales. -Chiara se despidió de nosotros.
Me quedé con Betty. Le digo:
-Quiero tomar un café, quiero tomar algo caliente. Y estoy como como dolido, no me imagino que Jorge...
Betty me puso la mano en la boca:
-No pronuncies palabras, no saquemos conclusiones. No sabemos nada de nada.
-Pero el coche rojo...
-No sabemos nada. Yo no sé mucho de leyes -dijo Betty-, pero en un homicidio simple no hay tanto misterio.
Al día siguiente salió publicada la nota de Chiara Orozco, obviamente no se nombraba a Jorge Clayton.
-Hay cosas que no me cierran -le dije a Betty-. ¿Por qué la policía no precintó, no puso un precinto en el departamento para que nadie pasara?
-Quizá lo puso. Fíjate que había cintas cortadas con tijeras, la persona que se alejó con el deportivo rojo entró quizá para borrar huellas.
-Eso me hace sentir peor -le confesé a Betty. Nos abrazamos-. Me haces más falta que nunca -le dije-, no me siento bien.
-¿Y a ti qué te parece? -me dijo Betty-, ¿cómo te parece, Nándor, que me siento yo?
-¿Piensas lo mismo que yo?
-No no no no no, ya te lo dije antes, no saquemos conclusiones de nada. -Nos volvimos a abrazar y entramos a un bar a tomar un café bien caliente.
Gracias por escucharme.
Sesión 18/11/2021
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Se encontró con un amigo del que había dudado en un tiempo porque estuvo involucrado en un caso policíaco. Ya todo se había aclarado, pero seguía atormentándose de haberlo prejuzgado tempranamente. Su amigo le indicó que cuando no se tienen todos los datos se puede dudar pero no prejuzgar, prejuzgar es juzgar antes de tiempo.
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Entidad: -Nándor Ferenc... -Levanté la vista: Jorge Clayton. Nos abrazamos.
Nos fuimos a tomar algo. hablamos de mil temas. En determinado momento Jorge me dice:
-¿Qué pasa, Nándor?, te noto compungido.
-No, tengo complejo de culpa.
-¿Qué pasó?
-¿Te acuerdas cuando nos conocimos?
-Sí. ¿Qué pasó?
-Te conté lo de Mágar, te conté que había una persona de mi máxima confianza. En determinado momento nos perseguía la Orden del Rombo y esa persona de toda mi confianza nos apresa, nos sube a un camión y no sabíamos si íbamos a un campo de concentración o directamente a la muerte, en ese momento sentí, debo reconocerlo, odio, rencor, me sentí traicionado, engañado, molesto. Hasta que cuando llegamos a destino veo un valle hermoso ajeno a todo, en medio de una montaña y lejos de la Orden del Rombo. Esa persona que supuestamente me había defraudado, engañado, nos había salvado la vida. Y me prometí nunca más dudar pero ni un poquito así -Hice un gesto de un centímetro con los dedos pulgar e índice-, ni un poquito así de la gente que verdaderamente les tengo un tremendo afecto.
-Está bien -dijo Jorge-, pero eso ya pasó, corrió mucha agua bajo el puente.
-No. Recuerdo cuando vimos salir un coche deportivo del departamento de Estela Maris Céspedes, recuerdo que le pedimos permiso a tu madre para escuchar las llamadas, y Estela decía en la grabación "Estoy embarazada, tienes que resolver esto". Y de repente aparece muerta.
-Ya está resuelto el tema, el doctor Novisky...
-Sí -lo interrumpí-, sí, el doctor Novisky era el culpable. Incluso al comienzo fue declarado inocente y la pobre Chiara fue acusada de publicar una falsa noticia.
-¡Pero Nándor, ya fue aclarado todo eso! ¿Por qué el complejo de culpa?
-¡Sigt! -suspiré-. Porque aunque sea un poco, un poquito, en determinado momento me pregunté si no estabas tú involucrado en el tema.
-¡Pero, Nándor, claro que lo estaba! Yo investigaba.
-Sabes de lo que hablo. No me quieres poner incómodo pero sabes de lo que hablo. Sospeché de ti.
-¿Y eso te pone mal? -preguntó Jorge-, cualquiera hubiera sospechado, la policía tenía orden de no hablar porque se podía estropear el caso. El tema es que Novisky no sospechara de nadie, que no supiera que se le seguía la pista.
-Claro. Pero de repente desapareciste, tomaste distancia, te fuiste a Beta.
-No, no, eso fue por otra razón. Tú estabas allí con lo de papá, tú estabas con lo de papá, tú viste lo que pasó con Ana María.
Lo tomé del hombro y le dije:
-Pero no me perdono haber dudado de ti, no me lo perdono.
-Nándor, te lo repito, era sumar uno más uno dos. Escuchas las llamadas y de repente una joven, hipotéticamente, me está presionando para que le solucione un tema de un embarazo y no explica más nada. Cualquiera sacaría esa conclusión.
-Cualquiera no, Chiara no.
-¡Je, je, je! No lo sé, no lo sé. Me pongo en lugar de Chiara y si hubiera pensado que yo...
Lo miré y le dije:
-Y qué, ¿no te hubiera molestado?
-No, para nada para nada. Chiara es una persona muy cerebral y se basa en pruebas. Un mensaje telefónico no es una prueba.
-¿Cómo no?
-Lo es. Tal vez no ante un jurado, pero la policía puede actuar.
-¿Y por qué no fueron? ¿Por qué no hablaron con tu madre y pidieron escuchar las llamadas?
-Porque yo ya había hablado con el comisario y le dije lo que sospechaba. Es más, antes incluso del asesinato de la pobre Estela Maris. Por eso jamás sospecharon de mí, al contrario yo les ayudaba. He cooperado mucho con el departamento policial, incluso he cooperado con chalecos a prueba de balas nuevos, último modelo, pistolas 1125 nuevas.
-Eso no tiene nada que ver, hay gente que es corrupta y coopera como tapadera.
-¡Je, je! No lo pongo en duda, no lo pongo en duda la corrupción está a la orden del día. Pero hablando de lo personal, Nándor, no te persigas más con eso.
-He aprendido una lección. Dudé una vez en Mágar de un compañero y ahora aunque sea un poquito he dudado de ti y no me siento bien por ello. No volveré a dudar más de nadie.
-No, ni se te ocurra hacer eso.
-Ahora no te entiendo, Jorge -exclamé.
-A ver, se trata de estar alerta.
-Explícate.
-Claro, la gente se confunde. La gente piensa, Nándor, que estar alerta es vivir pendiente de todo y de todos. Y eso es un infierno, eso te desgasta horrores, eso te deja sin energías, pero no energías físicas, energías internas, te agota el cortisol el estar pendiente permanentemente, obsesivo. No, no, no. Se trata de... de lograr el punto justo.
-Ahora no te entiendo -Volví a exclamar.
-Claro, ni vivir obsesivo sospechando de todo el mundo y tampoco estar abierto de decir: "¡Ah! Está todo bien", porque no es así. Hay gente que es mala, lo he visto en el periódico donde trabaja Chiara, que aún sigue siendo un periódico machista. Chiara me ha contado que muchas veces la han postergado, la han dejado de lado por el hecho de ser mujer. Y yo lucho contra eso.
-Pero Jorge, no tiene que ver con lo que estamos hablando.
-Todo tiene que ver Nándor, todo tiene que ver. A ver, cuando te hablé del periódico significa que hay gente que no sólo te da la espalda sino que sí te puede traicionar por una nota, por un artículo, por quedar bien con el jefe. Ya lo hemos hablado muchas veces, Nándor, la diferencia entre servicial y servil. Pero lo digo una vez más; yo me considero una persona servicial, puedo ayudar, puedo tender una mano, hasta ayudar a resolver un caso como el del doctor Novisky. Pero servil es otra cosa, es la persona lamebotas, la persona que palmea al jefe para quedar bien y es capaz de traicionar todos sus compañeros de oficina o de redacción para ganar un punto. ¿Pero sabes lo qué es peor de la persona servil? Así como es una persona que abraza los pies del jefe y hasta le limpia los zapatos, es una persona ruin y tirana con la persona que está debajo de él. Lo he estudiado una y mil veces. Cuanto más servil es la persona, peor es con quien está debajo. Entonces, Nándor, la idea es ni desconfiar de todos ni tampoco confiar en todos.
-¡Je, je! Es un rompedero de cabeza.
-No, no, Nándor, es sencillo. Hay gente que es leal de por vida, un amigo, una pareja, pero no significa que todos lo sean. Fíjate en el club hípico la frialdad, la frivolidad que hay.
-Pero tú vas.
-Sí, pero como te darás cuenta tengo muy pocos amigos. Tú eres uno de ellos, Nándor, y me siento orgulloso de ti. -Sonreí con un gesto, con una mueca.
-¿A pesar de que haya dudado?
-No seas infantil. Ya hablamos, ya hablamos del tema. Todos hubieran dudado, todos. Pero bueno, ya está. Lo que quiero que te quede grabado es esta conversación. Has dudado de ese amigo en Mágar y terminó rescatando a varios. ¡Je, je! habrás dudado de mí mientras estaba resolviendo un caso. Pero era obvio; te vendan los ojos, te encierran en un camión, te transportan, ¿yo mismo qué iba a pensar?, de aquí no salgo con vida. Me refiero al tema de Mágar. ¿Y por qué voy a tener complejo de culpa cuando veo un valle con árboles asoleado, hermoso? A lo sumo le diré a la persona "En un momento llegué a pensar que no salía con vida". Pero lo diría abiertamente, sin reparos. ¿Pero por qué voy a tener culpa de pensar mal?, no te transportaban abiertamente en un bus de turistas recorriendo la ciudad, no, vendado en un camión cerrado. ¡Je, je!, era obvio.
-Sí, Jorge, pero esto era distinto.
-No, era otra cosa. La policía podía callarse para que yo me confiara y saliera. Podíais haber pensado eso, que yo estaba escondido.
-Es cierto -admití.
-Por eso, deja de hacerte problemas. Nunca sientas rencor por gente que te defrauda. La gente que me rodea, que son mis amigos, tú, Pocho, que nunca aprende la lección de levantar su autoestima y todos los demás, jamás me han defraudado.
-¿No sientes rencor de que Ana María te haya defraudado?
-Mira, Nándor, yo no pienso que me haya defraudado. Defraudar es si te engaña con otra persona. Ella simplemente es una chica buena, pero ella se confunde rectitud con ser implacable.
-¿Cómo es eso? Explícate, Jorge.
-Claro, Nándor. Ella es una persona recta, pero cuando pasas el límite de la rectitud te vuelves implacable y haces oídos sordos a las explicaciones.
-Pero tú podías haber explicado lo de tu padre.
-No, no tenía sentido. Cuando una persona quiere a otra y esa otra persona falta ante un evento, la persona en vez de levantar el dedo para acusar tiene que preguntar primero "¿Qué te pasó, qué te sucedió?", entonces ahí sí explicaba; pero si te cierran la puerta en la cara, si no te dejan hablar no gasto un gramo de energía en explicarlo, porque no tiene sentido, porque no vale el esfuerzo. Pero no, no considero que me haya defraudado.
-¿Y qué te haya herido?
-Si dijera que me hirió yo pienso que mi ego se sentiría herido. No yo, como ser humano. Así que no. Pero todo tiene su razón de ser, conocí a Chiara y es una persona maravillosa.
-Y yo tengo que agradecer a Plena, porque aquí en esta tierra conocía a Betty.
-¿Ves?, siempre mira lo mejor y no lo peor. Y hay que evitar prejuzgar porque como digo siempre prejuzgar es juzgar antes de tiempo.
-Y eso me pone mal Jorge, porque quizás eso es lo que hice contigo.
-No, no, otra vez el tema, no, ya lo aclaramos.
-¿Estarás molesto?
-No, Nándor, Nándor, eres mi mejor amigo. Nándor, por favor, eres una persona que ha pasado por mucho y te seguiré ayudando en todo lo que esté a mi alcance.
-¿Y me lo merezco? -pregunté.
-Por supuesto que te lo mereces, por supuesto que te lo mereces.
-He dudado de... he dudado de Betty.
-Betty estaba confundida. En un momento dado ella pensó, y yo nunca me callo yo digo las cosas como son, en un momento ella pensó que creía, creía haber estado enamorada de Mario Abregú. Y no era así, tú le entraste por los ojos. Pero esto no fue lo importante, Nándor, entraste en su corazón y ella no va a amar a nadie más. Así que ponte contento, siéntete feliz. Pero ten en cuenta esto, la vida continúa, la vida sigue.
-¿A qué te refieres? -pregunté.
-Nándor, tendrás nuevos retos, nuevas pruebas, nuevos momentos de dudas en distintas circunstancias, porque la vida está llena de capítulos, lo que llamamos vivencias. Y nunca se terminan. Es como yo digo siempre, te trazas una meta, una vez que llegas a ella, tienes que buscar otra.
-¿Por qué?
-Nándor, porque la vida continúa y no tenemos nuestro destino trazado, no por nosotros, sí por Dios, pero no por nosotros. No tenemos idea cuando llegamos al final del camino, por lo menos aquí.
-A veces me asombras. Eres una persona tan joven y hablas como si tuvieras cincuenta años.
-¡Je, je! ¡Ah! Me encanta hablar contigo, Nándor. Y no te eches a menos, porque tú también eres maduro en la forma de hablar, de ser, de actuar.
-Sí, pero a veces cuando, como en el caso de Betty cuando dudaba de ella, estaba osco, introvertido, encerrado en mí mismo...
-Nándor, te sigues castigando. Yo hubiera estado en tu lugar y me hubiera pasado lo mismo.
-Me encanta como tratas de... de sanar todo.
-Bueno, todos deberían hacer eso. Pero primero debemos sanarnos a nosotros mismos.
-Eso es una gran lección.
-Pero claro Nándor, todos tenemos heridas internas pequeñas, grandes, no importa, pero las tenemos. Tenemos pequeñas cicatrices que quizá las llevemos de por vida.
-Pero para eso hay un tratamiento terapéutico, esas heridas espirituales pueden sanarse.
-Sí y las podemos dejar neutras, pero no significa que el recuerdo se borre. Si alguien, cuando eras joven, mucho más joven que ahora, alguien te lastimó, te hirió, te sentiste maltratado va a llegar un momento que no te va a interesar, vas a decir "Pobre persona", pero tu mente jamás va a olvidar ese hecho.
-¿Y eso me va a incapacitar para otras cosas?
-No, no, Nándor, no, porque va a ser una memoria sin rencor, porque lo que paraliza, lo que no te deja ser no es el recuerdo, es el rencor de ese recuerdo y eso es lo que yo a través de mis conversaciones trato de sacar.
-¡Je, je!
-¿Ahora de qué te ríes, Nándor?
-Con todo lo que haces, con todo lo que donas, con todo lo que ayudas en los hospitales, en las fundaciones, ahora falta que te recibas de terapeuta.
-No, no, son simplemente conversaciones de café.
-Pero me son muy útiles, Jorge, muy útiles.
-Y espero las sigamos teniendo. De parte mía más que encantado.
-Y de parte mía, ¿qué puedo decirte? -exclamé-, es un honor conversar contigo.
-Es recíproco, Nándor, es recíproco.
Sesión 06/05/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Francisco S.
Le adjudicaron una beca de estudios en un país donde ya había estado pero tuvo que marchar porque era buscado por la Orden del Rombo. Dudaba si aceptar porque además extrañaría a su pareja, no lo acompañaría.
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Entidad: Me encontraba pensativo. Me reuní en un bar de la Quinta avenida con Jorge Clayton. Le pregunté, con la confianza que teníamos y hablando en el idioma coloquial de Plena:
-¿Vos estudiaste humanismo?
-Sí, Nándor -me respondió Jorge.
-¿Y qué pasó?
-Pasó que me recibí, pasó que fui un alumno destacado.
-Claro, pero qué pasó después.
-Después lo apliqué, lo apliqué porque tenía los medios. Y de alguna manera practiqué el humanismo que se lleva a cabo en la vida real, ayudando en fundaciones, en hospitales, en clínicas, en los nuevos talleres donde se están creando computadoras personales para que en poco años lo tengan todas las familias, ¿Pero a qué viene esto?
-Yo te había comentado que había conocido Remey, que vivía al norte de Saeta. Su familia se mudó a Oberania, una región de Amarís. Y bueno, sabes cómo es Amarís con el tema de la Orden del Rombo. Y ella se fue y vino a estudiar a Cáposta, en Mágar, justamente humanismo. Y me acaba de llegar una carta donde me dan una beca para estudiar humanismo en Mágar.
-A ver, vamos a hablar un poquito.
-Te escucho -dije.
-Yo estudié humanismo porque creo que es una materia que es fundamental en todo ser humano, pero es una materia teórica.
-Explícate.
-Claro. Tuve la posibilidad de tener fortuna, de invertir e incluso superar la fortuna de mis padres. Nunca le di importancia, Nándor, a ese título obsoleto de duque de Wynot, primero porque no hay monarquía en Plena y no me interesa lo monárquico, me interesa la democracia. Ahora, ¿si lo tengo como título honorífico?, bienvenido sea, pero no me interesa. Pero volviendo al tema, con mi fortuna pude llevar a cabo a la práctica ese humanismo. En tu caso, mi querido Nándor Ferenc, te va a nutrir. Pero también lo puedes estudiar aquí, no tengo problema en conseguirte ya una beca. Pero de todas maneras ya tienes un trabajo y tienes una pareja, o sea... Explícate, ¿cuál es tu idea?
Le dije:
-Yo me siento como en mi país, en Plena, extraño Mágar.
Jorge fue muy ácido en su repuesta:
-¿Qué es lo que extrañas, que te llevaron vendado en un camión?, ¿que no sabías si te iban a ejecutar?, ¿que tuviste que estar un año en un valle escondido donde la Orden del Rombo no te encontrara a ti y a muchos como tú?
-Digamos que es como que eres poco asertivo con esa respuesta.
-No, no, Nándor, estoy siendo realista. Plena no es el paraíso, hay gobiernos que en lugar de solucionar cosas traen dolores de cabeza, como en muchos países del sur del nuevo continente, gobiernos que quieren perpetuarse en el poder amparados en una ficticia democracia. Pero ese cáncer de Orden del Rombo aquí no tiene fuerza, entonces es como que se vive bien, yo mismo puedo hacer cosas y tú también.
-Entiendo, lo entiendo perfectamente. De repente es como que tuve un impulso de querer volver. Y lo hablé con mi pareja y me respondió, no reactivamente pero como dolida: "Yo no sé nada de Mágar -me dijo-, me crié aquí. Que el día de mañana pueda viajar, sí, para conocer, pero erradicarme en otro lado no, Plena la conozco como la palma de mis manos. Amo leer, voy a la Segunda avenida y está lleno de librerías, el olor del papel ya me transforma, me sublima...".
-No, Nándor, si te vas no te acompañaría. Y además aquí también puedes estudiar humanismo.
-Está bien -le dije-. Te aclaro, te aclaro, Jorge, que no discutimos ni nada, nos dimos un beso y me recosté. Y pensaba, ¿hasta qué punto puede ser egoísta ella que no apoya mis anhelos?
Y Jorge me respondió:
-¿Por qué egoísta?, se siente cómoda en su país, no quiere erradicarse en otro país. Tú tienes una beca de humanismo, perfecto. ¿Y ella qué haría, te acompañaría?, ¿le has preguntado si le interesa el tema? Porque sé que le interesan otros temas, le interesa la pintura, le interesa la música, principalmente la música... De todas maneras es una decisión tuya.
Lo miré a Jorge Clayton y le pregunté:
-Tú también tienes una pareja, ¿sí?
-Correcto.
Bien. Supón que... no sé en Beta, en el país del norte surge algo por el cual tienes que quedarte varios meses, pero claro tu pareja trabaja en el diario y no te puede acompañar, ¿no hay como cierto reproche?
-No -dijo Clayton-, ¿por qué va a dejar el trabajo por mí, porque yo de repente tengo algo que hacer en Beta?
-No, al revés -digo-, un cierto reproche de ella, que quiere estar contigo y verte todos los días y tú no, te vas al norte porque hay algo importante que hacer.
-Y sí -dijo Jorge-, el ayudar a la gente es importante.
-Claro, ¿pero entonces qué, somos esclavos de nuestras parejas, somos esclavos del amor?
-No no no; pará, Nándor, pará, porque lo que me estás planteado, que yo seré el egoísta si me voy a Beta para ayudar a construir un pabellón de un hospital, ayudar en el sentido económico, ¿no?, ¿no estarías haciendo lo mismo tú siendo egoísta yéndote un año o dos años a estudiar humanismo a Cáposta?
-Lo entiendo, lo entiendo.
-A ver, por otro lado, Nándor, supón que de repente... no digo que sea un capricho porque entiendo que eres una persona analítica, no eres una persona reactiva ni infantil...
-No, no lo soy.
-Bien. Pero de repente supón que es un impulso, no digo un impulso infantil pero un impulso, un anhelo, ¿no la extrañarías a tu pareja?
-Horrores la extrañaría.
-Bien. Entonces imagínate mentalmente una balanza: ¿qué pesa más el anhelo por ir a estudiar porque te llegó una beca y eso te encandiló...?
-No, no -interrumpí-, no me encandiló. Lo pensé una y mil veces, no me encandiló, no, no. Porque ahí me estás subestimando, Jorge.
-Está bien. Al fin y al cabo es una conversación, Nándor, donde tenemos opinión. No te encandiló, perfecto. Empiezo de vuelta. Pones en la balanza el anhelo y el extrañar a tu pareja, ¿qué pesa más?
-No sé... no..., sí...
-¿No o sí?
-Quiero decir...
-¿Qué pesa más?
-El extrañarla.
-Ya está la respuesta. Entonces no viajas.
-¿Pero no estoy siendo esclavo?
-¡No! ¿De qué hablas, Nándor? Esclavo se es cuando estás obligado a hacer algo que no quieres. ¡Je, je, je! ¿De qué estamos hablando? Salvo que no quieras tener pareja y quieras ser libre. ¿Quieres ser libre? Bueno, vamos a poner otra vez en la balanza la libertad y el amor.
-No, no me interesa ese tipo de juegos, ya está, elijo el amor.
-Entonces, Nándor, ¿por qué piensas que el amor esclaviza? Lo que esclaviza, ¿sabes qué es? El que estés con una pareja donde gane la rutina, donde no es que haya malos tratos pero le vas a contar algo a tu pareja y tu pareja "No, no ahora no porque estoy haciendo otra cosa", y te ignora. Eso es esclavitud. Esclavitud es cuando tienes una opinión y te dice que no porque no; y entonces tú le preguntas "Bueno, pero dame un argumento de por qué no". "Y porque no, porque es así". Entonces cuando no te dan un argumento la persona se está transformando en necia y entonces eres esclavo de su necedad, eres esclavo de su capricho. Eso es esclavo. Pero eso no es amor, eso no es amor. El amor es comprensión, el amor es empatía, el amor es entender al otro. El amor no significa que tenga que tener el mismo punto de vista, el amor no significa que tenga que tener igualdad de opiniones. A ella le puede gustar la música, a vos te puede gustar, Nándor, el humanismo. ¿Y por eso se van a tener que tratar mal?
-No, Jorge, obviamente que no.
-Entonces dónde está la esclavitud.
-Me gustaría dividirme en dos, me gustaría poder estar con mi pareja y a su vez estudiar humanismo.
-Pero entonces, Nándor, el tema es Mágar, porque te dije que puedes estudiar aquí y seguir con tu trabajo y ganando dinero. ¿O hay algo con Remey que...?
-No, no, para nada, no no no no. Mi amor por Betty es cien por ciento, no hay una mácula. No, no, para nada, simplemente fue un planteo. De todas maneras yo no me callo las cosas y pienso que al comienzo estuviste agresivo, Jorge. Claro, cuando dijiste "¿Para qué quieres ir a Mágar, a que te encierren en un camión que no sabes si vas a vivir o no vas a vivir?, ¿a que te encierren en un valle? Claro, porque el valle era todo libertad, pero al fin y al cabo estabas encerrado", era una jaula llena de árboles donde podías andar por todos lados. Pero jaula. Porque a donde alguien se enterara de que ahí había una comunidad en contra de la Orden del Rombo, finish, nos encerraban o nos ejecutaban.
Jorge me dijo:
-¿Te das cuenta lo que estás diciendo, Nándor, te das cuenta? ¿Te das cuenta que estás cien por ciento de acuerdo conmigo y vos lo tomaste como que yo estaba reactivo? Si vos mismo sabes, Nándor, que es como si en Amarís te pusieras en una plaza pública a hablar en contra de la Orden del Rombo. Ni diez minutos duras. Te caza la seguridad de la Orden de Amarís y no se sabe más de Nándor. Y sí, me extraña que en un mundo evolucionado en los años setenta todavía una religión tenga tanto poder, tanto poder. Y ojo, te lo aclaro, Nándor, yo soy un tipo muy espiritualista, pero la religión no es espiritualista. Pero no me quiero ir del tema, Nándor. Dices que no fue encandilamiento lo de la beca.
-No. Lo que pasa, claro, tener en mis manos una carta, abrirla y encontrar una beca de humanismo en Cáposta, en la capital de Mágar, es como que me revolvió por dentro. Pero la conversación me vino bien. A veces tenemos ilusiones que quedan en eso, que no podemos llevar a la práctica, y como no la podemos llevar a la práctica por circunstancias, por distancias, porque no tenemos dinero, por lo que fuera, empezamos a echar culpas: "Mi pareja tiene la culpa porque yo al amarla no me puedo ir". "Plena tiene la culpa, porque me encanta Plena y no quiero volver a Mágar". Entonces después me separo de mí mismo, me miro desde afuera y digo: "¿Pero quién eres, Nándor, quién eres?, eres un niño, un tonto". Es cierto que a veces hay culpas de terceros. Cuando buscas un trabajo y hay alguien que está acomodado porque es sobrino del dueño y le dan el puesto a él, y gana diez veces más que otro porque es el sobrino del dueño. Ese tipo de cosas me da..., me da por el estómago. Pero es cierto, en general nosotros somos responsables de nuestras decisiones. Pero no siempre. Cientos de veces he visto en Mágar, y aquí en Plena, Jorge, y aquí mismo, en Plena, gente que te mete el pié para que te caigas. Lo he visto.
Jorge me respondió:
-Esta es pobre gente.
-¡Ah, sí, es pobre gente! Es pobre gente pero te embromó la vida. Es pobre gente pero te jodió la vida mientras tanto. ¿Tú no vives en una realidad o sí, Jorge?
-Nándor, ¿te piensas que porque tengo fortuna y porque ayudo aquí y ayudo allí no me entero de las cosas comunes? ¿Acaso no has ido conmigo al restaurant de albañiles a comer con manteles sucios? Y bien que te gustó la comida. ¿Acaso no has ido conmigo a la casa de algún obrero que lo fuimos a visitar y apenas tenía cubiertos? ¡Cómo voy a vivir en una irrealidad! Irrealidad es ser inconsciente o directamente el haber perdido la razón. ¿Pero sabes qué pasa, Nándor?, ¿sabes qué pasa? Los que viven en una irrealidad a veces son felices. ¿Pero vos te piensas que voy a cambiar esa felicidad ficticia? Prefiero una realidad que me duela.
-¿Y por qué Jorge?, ¿por qué no puede haber una realidad que no duela?
-Porque no se puede, porque no se puede, Nándor. Porque miras políticos que enriquecen sus bolsillos y nos les importa el pueblo. Porque de repente ves en una fábrica gente que explotan por un dinero miserable. ¿Cómo no va a doler la realidad? Claro que duele, pero yo jamás quisiera salirme de esta realidad. ¿Vos, Nándor?
-No -respondí-, yo tampoco, Pero te jode que las cosas te duelan.
-Sí. Si las cosas te duelen significa que estás vivo. ¿Entonces quieres que las cosas te duelan menos, porque no voy a decir que no te duelan?, hacé proyectos, pero hacé proyectos concretos. Y no dejes de lado a la gente que te quiere.
-Lo entiendo, lo entiendo perfectamente.
-Hay para mucho más. O sea -dijo Jorge-, conversaciones como estas, horas, horas, horas tendríamos y no se acabaría.
-¿Y eso es bueno?
-Eso es más que bueno. Es bueno que un tema siga y siga y siga.
-¿No te terminas agotando?
-No. No si el tema lo disfrutas. No si el tema no es un tema necio. No si el tema no se trata de rutina sino de proyectos.
-Bueno, aunque sea haré una práctica de pocos meses de humanismo aquí en Plena y veremos que tal me va.
-Bueno. Lo primero que tienes que hacer, no llames por teléfono, directamente anda a la casa de Betty y decile.
Jorge me tendió la mano. No le tomé la mano, directamente lo abracé.
Le digo:
-La pucha, sos un amigo enorme.
-Lo mismo digo. Lo mismo digo, Nándor. Quiero seguir conversando, me gusta conversar con vos. ¡Je, je!
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