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Psicoauditación - Josep |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Médium: Jorge Raúl Olguín. Interlocutor: Karina. Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep. Imperaba una religión basada en un dios cruel, severo, vengativo cuando Axxón predicaba el reino de un Dios altruista y benigno. Dio sermones al pueblo hasta que uno de sus seguidores le traicionó, siendo condenado a morir clavado en maderos. Siglos después, tergiversaron sus conceptos y crearon una religión inquisidora. Axxón nos dejó unas palabras, unos conceptos como guía de vida. Habló del concepto de lealtad y de los apegos a los seres queridos.
Interlocutor: Bienvenido...
Entidad: Muchas gracias. Es un gusto estar aquí.
Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?
Entidad: Rebobinando, recordando. Tratando de comprender las pérdidas en cada encarnación, tratando de entender el porqué de las pérdidas y de los reencuentros.
Interlocutor: ¿Cuáles son las pérdidas que más te afectan?
Entidad: Obviamente, las pérdidas de los seres queridos. Y como en cada encarnación no tenemos la memoria reencarnativa no sabemos que luego puede haber reencuentros. Y es como que daría la impresión -aunque el rol comienza de cero- que el espíritu por un lado evoluciona y por otro lado se desgasta, de tanto perder afectos. Por otro lado es injusto porque tenemos un Creador que no sólo nos da todo el Amor sino que el hecho de saber que somos parte de Él nos tendría que dar un gozo total y absoluto. Pero bueno, al estar encarnados tenemos apegos, por más que intentemos superarlos. Yo nací en una aldea en lo que llamaríais Medio Oriente que se llamaba Alfea. Alfea era un territorio conquistado por un Imperio y había soldados. Teníamos una religión...
Interlocutor: ¿Cuál era?
Entidad: Una religión muy estrecha de criterio, por así llamarlo. Una religión creacionista, que justamente nos decíamos los Cretones. A veces soy muy -por lo menos en esa encarnación como Tadeo- muy irónico. Le cambiaría una sílaba, una letra, mejor dicho, una vocal a Cretones. Y creía en un dios severo, castigador. Pero...
Interlocutor: ¿Tú creías en eso?
Entidad: Dudaba mucho, dudaba mucho. De adolescente empecé a trabajar con mi padre. Él era comerciante en telas. Nos llevábamos bien con los que se llamarían los doctores de la ley. Me hice amigo de otros jóvenes que también estaban en la búsqueda de algo e íbamos al templo y no soportaba la severidad de los sermones, como que nosotros teníamos culpas permanentes de un hecho consumado de desobediencia a ese creador...
Interlocutor: ¿Y en qué creías tú? ¿Cuáles eran tus convicciones?
Entidad: Creía en Dios, creía en un Dios de Luz, en un Dios de Amor. Y mi familia, la ciudad, toda, creía en aquel dios de los escritos, de los escritos cretones: un dios cruel, severo, vengativo. Y los soldados del Imperio no creían en nada y quizás eran más felices. Un día estaba en el desierto -había ido a otro poblado a visitar a un familiar y cuando me despido me olvido de llenar las dos cantimploras que tenía en las alforjas de mi borrico-, y vuelvo para mi poblado. La temperatura era extrema por momentos y no podía más al punto tal que en el viaje de vuelta estaba tan exhausto que me caigo del borrico y caigo en la arena. Me faltaban horas para llegar y el sol, su calor, apretaba a pleno. Se acerca un hombre alto con ojos luminosos. Me levanta, me recoge y me da a beber de su cantimplora. Alcanzo a balbucear palabras de agradecimiento y me dice: -Yo te agradezco a ti el haber permitido servirte.
Interlocutor: ¿Y quién era esta persona?
Entidad: Me dijo que se llamaba Axxón. Le dije que mi nombre era Tadeo. Nos estrechamos los brazos, como el saludo de los soldados imperiales. Le digo: -¿Te queda agua en tu cantimplora? -No te preocupes, no sólo de agua vive el ser humano. Nuestra alma se alimenta de la esencia de mi Padre. -¿Cómo de tu Padre? -Sí, de mi Padre, de Dios. Se fue caminando sin sentir ese calor que abrumaba. Quise hablarle pero monté en mi borrico y volví a mi poblado. Tiempo después me invitan a una reunión en una carpa, lejos del poblado, y me encuentro con la sorpresa de que el que disertaba era Axxón. Y comentaba: -No creáis en los escritos. Creed en vuestro interior. Creed en vuestra coherencia. Creed en vuestro entendimiento. No estamos en este mundo por casualidad, estamos para aprendizaje, estamos para crecer. Y de verdad os digo que mi misión es enseñaros la bondad de mi Padre, que también es vuestro Padre.
Interlocutor: ¿Cómo percibías esas palabras?
Entidad: Dulces, amorosas, firmes, acordes a mi criterio. Alguien que me mostraba un Dios altruista, benigno. Terminó la disertación y la mayoría se disgregó. Me quedé. Mis padres, dentro de todo, eran abiertos, no es que tenía que volver a determinada hora. De todas maneras hablé con Murte, que era uno de sus principales seguidores, y le dije: -Voy hasta casa y vuelvo. Avisé que me quedaba a comer en la casa de un amigo. -Abrígate -me dijeron. Me puse una manta y volví. Compartimos una comida y la charla fue íntima. -Te recuerdo -me dijo-, eras el joven del desierto. ¿Te acuerdas de mí? -¿Cómo podría olvidarme? -le respondí-. Eres quien yo esperaba, eres el portador del mensaje. Tú eres un enviado de Dios.
Interlocutor: ¿Le seguiste, luego de eso?
Entidad: Me dijo que todos éramos enviados pero que muy pocos asumían esa misión. Sí, le seguí. Le seguí a escondidas de mis padres. Y cada vez aprendía más y más su mensaje.
Interlocutor: ¿Pudiste llevar a la práctica ese mensaje?
Entidad: Sí, después sí. En otra de las...
Interlocutor: ¿Y eso te trajo repercusiones sobre tu persona?
Entidad: Me trajo repercusiones esa vida por lo injusta, por la indiferencia de la gente. Gente que cuando tú estás en esplendor te aplauden, te vitorean, te lanzan flores en tu camino y cuando tú estás en el ocaso te apedrean. Y no es excusa la ignorancia, es esa alma obscura que llevan dentro y no se dan cuenta...
Interlocutor: ¿El egoísmo?
Entidad: Creo que va más allá del egoísmo, creo que tiene que ver con la indiferencia. Pero a veces uno trata de entender a la gente, porque si fueran indiferentes totales, ¿por qué en época de brillo están contentos, con los ojos brillantes escuchando los sermones?
Interlocutor: ¿Porque el ego está complacido?
Entidad: Pero cuando Axxón daba sermones no los daba de manera complaciente, para nada. A veces se ponía firme y retaba: -¡Ay de aquellos que traicionen sus propios ideales, porque se traicionan a sí mismos! ¡Ay de aquellos que se traicionen a sí mismos, porque no serán leales a mi Padre! ¡Ay de aquellos que no sean leales a mi Padre, porque sufrirán las consecuencias!
Interlocutor: Consecuencias no como un castigo divino sino consecuencias por nuestros propios actos.
Entidad: ¡Claro! Eso le pregunté una tarde a Axxón. Le digo: -Explícame lo de las consecuencias, porque sabes que a mí, el libro de los cretones, es algo que no me entra. -Pensé que me iba a hablar mal del libro. Me dijo: -Tiene versículos hermosos ese libro. Es una pena que, a veces, los escribas lo interpreten a su manera y desmerezcan la figura de mi Padre. Y mi Padre no castiga, la consecuencia de cada uno son sus propios actos. El que no es leal a mi Padre no es leal a sí mismo y no es leal a nadie. Nunca te dejes conquistar, Tadeo, por los halagos, nunca. Sé un hombre de bien. -Por supuesto, Axxón, lo seré. Te acompañaré...
Interlocutor: Es lógico pensar que si alguien no puede ser leal a sí mismo no puede ser leal a nadie más fuera de él.
Entidad: Claro...
Interlocutor: Es decir, que nosotros debemos ser leales a nuestros principios, a nuestros valores, independientemente de lo que encontremos en el mundo.
Entidad: Pero estaba confundido, porque yo creí que era inseguro de los afectos. En un momento dado Axxón me dice: -Tú me has dicho que me seguirás... -Sí, Maestro, te seguiré hasta donde tú lo desees. -Pues no, no me seguirás. Adonde yo voy, para ti, todavía no es el tiempo. Casi tres años estuve siguiéndolo, junto con otros. Y se había levantado el rumor en las distintas comarcas, de que Axxón era un alborotador que venía a perturbar el mensaje cretón. A los soldados del Imperio no les afectaba lo que decía Axxón mientras no se metiera con su emperador. Para ellos era una persona que no le funcionaba la cabeza y que proclamaba un reino más allá de las estrellas. Pero quienes sí se sentían molestos eran los escribas, los doctores de la ley, aquellos que se rasgaban las vestiduras en el templo. En determinado momento, Axxón fue traicionado...
Interlocutor: Traición, ¿por qué?
Entidad: Por uno de los seguidores que fue a denunciarlo ante el consejo de doctores.
Interlocutor: ¿Qué hiciste tú, en ese momento?
Entidad: Me quedé con él y fuimos a una casa. -Esperaremos. Le digo: -Axxón, me da la impresión como que tú estás buscando este destino. Me miró con ojos claros y mirada sonriente y me dijo: -Todo está trazado, todo está escrito. -Disculpa mi insistencia, pero podemos optar, podemos elegir. Vayamos a predicar a otro pueblo, aquí es riesgoso. Tu propia madre teme por tu vida. -No, Tadeo, los soldados no me prestan atención. -Pero los doctores de la ley sí, y es como que ellos tienen, de alguna manera, cierta comunicación con los soldados del Imperio.
Interlocutor: ¿El temor te hizo cambiar de manera de actuar con respecto a tu forma de pensar?
Entidad: No tenía temor por mí, tenía temor por mi Maestro. Sentía que Axxón iba a ser aprehendido y juzgado. Venía como una fiesta dentro de poco. Esa noche no dormimos, hablamos toda la noche, y algunos de los seguidores se durmieron. Yo estaba presto a sus palabras y preguntaba: -Maestro, ¿qué es para ti la vida? Me respondió: -Tadeo, es una sucesión de circunstancias que las elegimos nosotros. -No -le respondí-, a veces dependemos de terceros...
Interlocutor: Y tú, como thetán, pensando en el concepto que tenías en aquella encarnación, ¿cómo concibes ahora esa idea?
Entidad: Concibo que la idea de Axxón está presente hoy, después de miles de años...
Interlocutor: ¿Cómo concibes hoy la idea de la experiencia física de la vida?
Entidad: Es una continuidad de circunstancias, como dijo Axxón, donde mucha gente se refugia en distintos credos por inseguridad, por aferrarse a algo. Y muchos quizá no tengan el convencimiento total pero por lo menos tienen un lugar de pertenencia. Los ciclos se repiten.
Interlocutor: ¿Y tú crees que la mente humana madura con esos ciclos que se van repitiendo?
Entidad: Yo pienso que la mente del ser encarnado en cada mundo va evolucionando, de la misma manera que evoluciona el espíritu. Pero sé -sin ánimo de expresarme conceptualmente, animosamente, contra nadie- que hay espíritus que involucionan en lugar de evolucionar y que en cada vida, esa experiencia y emoción dolorosa, en lugar de hacerle entender le hace fomentar el rencor. Y yo reconozco que tuve rencor, porque en esa charla el Maestro me dijo: -Tú tienes mucho por hacer. -Pero quiero hacerlo contigo -le dije. -Lo harás tú. Yo, dentro de poco, no estaré. -Pero, Maestro, tú no estás a favor de las supercherías, tú sabes que el futuro no se adivina. -Claro que no, querido hermano, pero hay un sentido común y creo que sacándome de en medio, mi palabra dejará de ser. -Eso nunca. Eso nunca. Seguiré la palabra por ti. -Por lo menos, escribe lo que puedas.
Interlocutor: ¿Y lo hiciste?
Entidad: Después sí.
Interlocutor: ¿Dónde están estos escritos?
Entidad: ¿Sabes de cuánto hace que te hablo, en años?
Interlocutor: Dime...
Entidad: Cien mil años, en un planeta llamado Gaela, a cien mil años luz, al otro lado de la galaxia.
Interlocutor: ¿Algunos de tus escritos existen aún?
Entidad: Cien mil años. No ha quedado nada. Axxón fue capturado, torturado. Su madre y yo fuimos de los pocos que desafiamos a los soldados y nos quedamos allí, yo conteniendo a su madre. Armaron una especie de rombo con cuatro maderos y lo clavaron. Seis horas más tarde, desencarnó. Sentí que se me abría el pecho. Sentí que trascendía para la eternidad, sentí que su espíritu era lo más grande: Axxón era inmortal.
Interlocutor: ¿Sus conceptos perduraron?
Entidad: Perduraron mal porque ese pueblo de doctores de la Ley -a diferencia de lo que sucede hoy en Sol III- no perduró. El Imperio fue desapareciendo y fue gracias a mis palabras y a las palabras de otros seguidores que difundimos las enseñanzas de Axxón que ese Imperio se convirtió dejando de lado la creencia de los cretones, y siglos después se formó la Orden del Rombo, que era similar a lo que aquí es la Cruz, porque a Axxón lo clavaron en un rombo. Tiempo después, siglos más tarde, Gaela se transformó en un mundo inquisidor donde todo aquel que no abrazara la Orden del Rombo era ejecutado.
Interlocutor: Algo similar a lo que ha sucedido en nuestro planeta.
Entidad: Claro. Pero en Sol III hay distintas religiones, y las religiones muy antiguas han persistido. Allí, en Gaela, persistió la Orden del Rombo.
Interlocutor: ¿Qué enseñanza, qué experiencia que has aprendido en esa encarnación podría resultar útil para la experiencia de tu 10% en este mundo?
Entidad: Axxón dijo una frase hace cien mil años: "Amaos los unos a los otros. Disculpad a quienes os ofenden, pero no permitáis que el otro te haga a ti lo que tú no le harías a él. No seáis permisivos con el error. No seáis cómplices del mal. Valorad el poder del abrazo, del respeto, de la lealtad, del crecimiento espiritual. Encontraréis a mi Padre no en templos donde están los doctores de la ley sino dentro vuestro, dentro de cada sílaba, dentro de cada brizna de pasto, en el aire que respiráis, en cada lucero, en cada atardecer, en cada amanecer, en cada anochecer, en cada prójimo, en cada semejante. Allí estará mi Padre". En este planeta, Sol III, encarnó un Maestro del Amor llamado Jesús, que de alguna manera repitió la historia de Axxón.
Interlocutor: ¿Por qué crees que, de alguna manera, es necesario que se repitan esos grandes sacrificios en este planeta, y quizás en algún otro planeta o en muchos planetas suceda lo mismo?
Entidad: Se intenta que el ser encarnado despierte pero es como que cuesta mucho, porque el ser encarnado está dormido. Quiero decir que le extrañé muchísimo -en esa encarnación como Tadeo- a Axxón. Fue como mi hermano mayor. No alcanzan las palabras para relatar los diálogos que hemos tenido, las preguntas que le he hecho, la paciencia que ha tenido conmigo para explicarme la vida, el amor, el compañerismo, la lealtad, el brillo de la ingenuidad y tantas otras cosas más que no daría tiempo para contarlas. Sólo recuerdo mis lágrimas, mi dolor, el consuelo a su madre -que vivió dos años más-. Y luego traduje a papel muchas de las palabras que dijo. Con el tiempo, después que yo desencarné, algunos escritos fueron cambiados. Hubo historias apócrifas que nunca existieron en la vida real. Se desfiguró, de alguna manera, la imagen de Axxón. Axxón era sencillo, humilde, amoroso, cálido, un compañero por sobre todas las cosas...
Interlocutor: Ese dolor que tú recuerdas, esa angustia, esa expresión de aquel 10% encarnado en Gaela, ¿quedó luego más tranquilo cuando se reintegró contigo, como thetán?, porque sería lógico pensar que pudiste contactarte con aquel Maestro, luego como espíritu...
Entidad: Sí, eso fue un gran consuelo. Volvimos a encarnar dos mil años después en ese mismo mundo. Pero ese recuerdo como Tadeo es algo que me... fue una pérdida tan grande... fue como morir en vida, morir en vida... No tenéis idea de lo que es extrañar a ese Maestro. Yo sé que, como rol, después lo volví a encontrar una y otra y otra vez... pero haber perdido a Axxón es como que perdí parte de mi vida. Axxón era más que un hermano...
Interlocutor: Entiendo. Y también entiendo que debes desapegarte de ese rol. Ese rol como Tadeo déjalo ir. Ya pasó, ya tuvo su porqué de ser. Y ahora, todo lo positivo de aquellas enseñanzas y vivencias debes realizarlas para continuar. ¿Puedes entenderlo?
Entidad: Lo entiendo y lo llevo a la práctica. Lo entiendo y te puedo asegurar que lo llevo a la práctica. Lo llevo a la práctica permanentemente a pesar de que, a veces, no tengo la tolerancia quizá por estar desgastado de tantas injusticias y de tanta frialdad de la gente que no se compromete, que es indiferente ante las palabras, ante los mensajes, luchas de egos, competencias feroces para sobresalir, como si les estuviera en juego la vida. Mil veces podrá encarnar Axxón y mil veces no entenderán su mensaje. Quien encarnó como Axxón en Gaela hace cien mil años encarnó en este planeta Sol III hace dos mil años y conoció al Maestro Jesús, al igual que yo en el rol de Jaime. Por ahora no voy a decir nada más porque no me salen las palabras. Gracias por escucharme.
Interlocutor: Reconforta tu espíritu. Mira la Luz, porque la Luz te dará la fuerza donde nada, nada te hará sentir temor ni dolor.
Entidad: Toqué la Luz en cada encarnación, toqué las manos de la Luz en cada encarnación.
Interlocutor: Llénate de ella, entonces, afortunado. Hasta todo momento. Médium: Jorge Raúl Olguín. Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep. Era Álves. Relató que en Gaela, dos mil años antes, Liziana era un imperio, y sus doctores de la ley acabaron con la vida de Axxón clavándolo en un rombo. Transformaron el legado de amor de Axxón en la Orden del Rombo, luego Orden de Amarís, religión inquisidora y fanática. Conoció a un escritor con quien congenió, Jorfán, quien dos mil años atrás fuera Axxón.
Entidad: A veces las distintas vidas te producen sinsabores, circunstancias que extrañas aún sabiendo que volverás a repetirlas de otro modo, en otro rol, pero con muchos puntos en común. Y los puntos en común, si bien te dan un consuelo de conseguir la continuidad, también te recuerdan las despedidas. Y a veces ponemos en la balanza si los reencuentros producen tanta alegría como tristeza las partidas. Es como el acero que tú templas, lo sumerges en agua helada y luego en hierro candente. Y tú, como espíritu, te templas, pero a costa de dicha, de dolor, de dicha, de dolor, de frío, de calor... Y mira que, ¿te templas o cada vez eres más frágil?, porque los sentimientos y las emociones van a la par.
Encarné como Álves, en Saeta. Saeta era el viejo continente, el país extremo sur del viejo continente. Arriba de Saeta estaba Amarís. Amarís era un país peculiar, en muchos sentidos peculiar, fue quien cambió la Orden. No solamente he sido historiador, he viajado mucho por toda Gaela, mucho. He conocido todo mi continente, aparte de Saeta, de Amarís. He conocido la isla, el reino de Ámber. He conocido Magar, cuya capital estaba dividida por un río. A Papina, debajo de Magar. A Porísido. Porísido había sido la cuna de la filosofía. A Grafeng, donde en algún momento hubo un dictador que forzó una tremenda guerra. A Dosvi, el país más grande de Gaela. A Karfal, bien al norte. Y a Liziana. Liziana es especial porque Liziana del Norte despreciaba a Liziana del Sur, y hace 2.000 años el Patriarca se había apoderado de tierras en Oriente Medio, justo donde nació ese ser tan hermoso, aquel adalid del amor llamado Axxón, muerto clavado en un rombo.
En aquella época, hace 2.000 años, Liziana era un imperio. Su actual capital, Lísia, era el imperio. Y ese imperio, junto con los doctores de la ley, fueron los que acabaron con la vida de Axxón. Pero -¡oh, paradoja!- aquellos que acabaron con Axxón transmutaron. A diferencia de Sol III, esa religión antigua desapareció y aquello que fundó Axxón, que fue el adalid del amor, se transformó en la Orden del Rombo.
Siglos atrás, el país que estaba arriba del mío de nacimiento, Amarís, fue el mayor inquisidor: El que no seguía a la Orden del Rombo era ejecutado cruelmente a la vista del público. Y la Orden del Rombo pasó a llamarse la Orden de Amarís.
Sí que estudié historia. Estudié la historia de Axxón, estudié la historia del Patriarca. Llegué a conocer otro continente donde estaban los orientales. El país más grande se llamaba Quant, con una escritura distinta a la de Saeta, de mi país.
Yo, en el rol de Álves, amaba la figura de Axxón pero no me gustaban sus representantes, no me gustaba esa inquisición, no me gustaba ese fanatismo, ese buscar a Dios a través del fanatismo. Me parecía muy estrecho de criterio ese pensamiento. Un día llega a mis manos un libro de un país al sur del nuevo continente, un país llamado Plena. El autor del libro era un desconocido para mí, Jorfán, Jorfán Palacios. El libro hablaba de algo distinto, de algo nuevo para mí. El autor hablaba en mi idioma, en mi idioma espiritual. Me describía la esencia espiritual tal cual yo la imaginaba y despertó en mí algo nuevo. Cuando editó su segundo libro, era para mí como un néctar y lo devoré.
Cuando conocidos me cuentan que Jorfán Palacios venía a Saeta a dar una conferencia reservé primera fila. Pensé en encontrarme con alguien de mucho conocimiento que tomaba distancia con la gente y resultó ser todo lo contrario: afable, humilde, dado. Recuerdo que luego de la charla fuimos con varias personas a tomar algo con este profesor Palacios y él decía: -Llamadme Jorfán, al fin y al cabo es el nombre que me pusieron mis padres.
Recuerdo que nos quedamos hasta la noche los dos solos hablando de mil cosas. Me dijo que había tenido un fracaso afectivo y que ahora estaba con una persona que por fin lo entendía. Me sentía incómodo, pero incómodo porque el primer día que nos conocíamos me relataba su vida y me parecía que era un compromiso para mí que me relatara su historia, más que yo no le había preguntado. Me sentía halagado pero incómodo.
Luego volvió a Plena y me sentí como en soledad, con mucha soledad. Le dije a Magret, mi esposa, que había conocido a una persona distinta. Magret, con su sabiduría interna, me dijo: -Álves, tu instinto es lo más valioso que tienes. Si tú lo dices es porque es así.
Nos escribíamos por medio de un ordenador. Nos contábamos detalles sobre lo que él hacía. Su pareja lo ayudaba mucho.
Volvió al año a dar otra conferencia. Se quedó pocos días, tres días, pero nos sacamos el jugo contándonos nuestras experiencias y lo que yo estaba aprendiendo de sus escritos.
Luego estuvo cinco años sin venir pero no había tarde que no nos escribiéramos, es como que éramos amigos espirituales a la distancia. Después de cinco años volvió. Iba a venir con Camilia pero no vino, vino solo. Fuera de la conferencia fuimos a pasear en uno de los montes de Saeta y le pregunté qué le pasaba. Me dijo: -Álves, me siento como abrumado. No sé cómo describirlo sin prejuzgar. -Dilo directamente -le comenté. Suspiró y me dijo: -Es Camilia. -Camilia es un ser de Luz. ¿Tienes problemas con ella? -No, no hay problemas entre nosotros. Ella conoció a otra señora, Rina, y es una señora que viajó tres veces a Amarís... -Sí, al país vecino. ¿Y qué tiene? -Y bueno, Rina también vive en Plena y es más que fanática de la Orden de Amarís. Y le mostró libros sobre Axxón, sobre la iglesia de Amarís, y Camilia se volcó a esos escritos. -Bueno, ¿pero tú dices que Camilia se volvió fanática de la Orden de Amarís? -No, pero es como que toma con pinzas lo que yo hago. Tú sabes que yo canalizo y tú sabes que hace 2.000 años yo encarné como Axxón y tú eras quien me seguía, tú eras aquel al que le di de beber en el desierto, aquel que iba a mis diálogos, aquel que se quedó a cuidar a mi madre cuando me clavaron en el rombo. En ese momento me cogió un llanto espontáneo y le dije: -Yo sabía que había estado contigo. Estaba convencido de que algo nos relacionaba. -¿Pero tú crees, Álves, que yo fui Axxón? -Por supuesto que lo creo, por supuesto que lo creo... Y yo fui quien te acompañó hasta tu último día en esta vida. Pero cuéntame de Camilia. -Ella no cree. Es como que cambió, no cree que yo fuera Axxón. Está con la Orden de Amarís y es tan cerrada como en el siglo XVII, como en el siglo XVIII y ya estamos en el siglo XXI de Gaela. Y es como que vendría a ser una secta independiente de la Orden de Amarís cuya sede central es en Amarís. Tiene sede en Porísido, en el país del norte, el nuevo continente, en Beta y, obviamente, en Plena. Y es como que lee temas que, si bien no se contraponen con lo que yo hago, es como que la noto apartada, como que ya no me acompaña. Y aparte, me siento como desgastado. -Pero, Jorfán, aún eres joven -le respondí. -No, estoy desgastado. Quizá si no te hubiera conocido no sé si tendría fuerzas para viajar. Me siento muy desgastado. Siento como que me queda poco tiempo y quiero dejar todo en el campo de juego. -De verdad -le dije-, hablas como si no te quedara tiempo, no me siento cómodo escuchando eso. -Álves, no tienes idea cómo me pasa el tiempo. Me levanto, hago cuatro cosas y ya obscurece. Y así un día tras otro, un día tras otro. Quisiera, a veces, detener el tiempo para hacer más cosas. Pero hay días que me levanto sin ganas, me siento como desanimado y no lo entiendo, porque mi trabajo es justamente lo opuesto. He creado técnicas nuevas pero no las puedo aplicar conmigo. Es como que me apoyo en varias columnas, porque soy un ser encarnado como vosotros, y siento como que una de las columnas ya no la tengo, como que hace más caso a lo que le dice Rina que a lo que le digo yo. -¿Qué puedo hacer? -le pregunté. -¿Qué puedes hacer? El hecho de escucharme, de contenerme, de captar mis ideas supera por mucho mis expectativas, Álves. -Pero siento que no alcanza -le dije. -¡No! -me dijo Jorfán-, pasa por otro lado. Hay fracasos que no se notan, que pasan totalmente desapercibidos... -Obviamente en lo personal -le digo. -La vida es una, Álves, no se divide lo personal de lo público... Ya lo sé, aprendemos a fingir, a aparentar, a veces soy un personaje público y yo no cuento lo que me pasa por dentro. La procesión va por dentro. -¿A cuántos has ayudado? -le pregunté. Su respuesta fue: -¿A cuántos he ayudado? Puedo decirte quiénes ignoraron mis palabras, quiénes desestimaron mis mensajes. -Dilo: ¿quiénes? -Los más cercanos -me dijo. -¿Y cuántos son los más cercanos? ¿Diez? -Álves, aunque sean dos eso me afecta, aunque sean dos. Son los más cercanos. Cuanto más cercanos más te afecta. -¿Y los miles que has ayudado? ¿Qué pasa con los miles que has ayudado? Eso no lo tienes en cuenta, Jorfán... -No los conozco, no conozco a esos miles. Te conozco a ti, no conozco a los miles. Conozco a Magret, que es como una hermana para mí, pero no conozco a esos miles. -Te veo como que estás reactivo, depresivo... -¡Ja, ja, ja! No uses mis palabras... -¿Ves? Te hice reír. -Sí, Álves, te lo agradezco. Igual siento que aún no he dejado todo, aún no he dejado todo. Por eso te dije al comienzo que necesito dejar todo en el campo de juego. Me quedé pensando y le dije: -Ten en cuenta que cuanto más cuesta transmitir el mensaje más gozo brinda el resultado. -Sí, esa frase ya la conozco. -Lo sé. Y lo que se logra fácil no se aprecia demasiado. -Eso también lo sé. -Bueno -le dije-, espero que no lo tomes como una frase egoica. -¡Ja, ja, ja! -Jorfán se rió de nuevo-. No, no lo tomo como una frase egoica, pero de verdad es como que a veces no sé cómo seguir. Siento como que la mayoría de la humanidad no entiende, como que no está en tiempo. No son distintos a cuando encarné como Axxón, no son distintos, al contrario, son más competitivos, son más duros, más egoicos, quieren saber sin estudiar. Pero de todas maneras eso no me afecta porque está en mí enseñar. Pero Camilia, que se encerró en la Orden de Amarís, lo que aprende no tiene nada que ver con lo que yo enseño. No entiende lo del mundo suprafísico, mezcla mitología con hechos reales, hablan de distintos dioses, de avatares encarnados y sabes lo que yo pienso con respecto a eso. Si la Orden de Amarís, la real, la verdadera, se enterara, dentro de lo inquisitiva que es por lo menos no te confunde, sabes a qué atenerte. Aquí no sabes a qué atenerte. Y aparte, sus libros se los dan entre ellos, como adeptos, como que no confían en mí. Un día quise coger un libro de los que estaba leyendo y se exaltó tremendamente: -¿Qué haces? ¡No toques eso que es mío! Como que yo fuera un intruso. Lo abracé y le dije: -Tú trasciendes por ti mismo. Me siento como impotente porque no sé cómo contenerte. Me respondió: -Ya te lo he dicho, el hecho de compartir mi manera de ser, mi manera de pensar, el hecho de escucharme, de entenderme, como te dije antes, de captar mis ideas es como que de verdad supera mis expectativas. Pero, bueno, es como si tú tuvieras más de un hermano y un hermano se te está yendo y tú amas a los dos hermanos y por más que tengas un amor inmenso por el que queda el otro se te va igual, porque se va, no físicamente, se va en ideas. Y es como que un día te despiertas y te encuentras a tu lado con una desconocida, con alguien a quien no conoces, con alguien con el que has compartido años y de repente es otra persona. Y pienso qué habrá en mi espíritu que me hizo tan distinto que nada me hace escapar de mis convicciones.
Al día siguiente, Jorfán partió de nuevo para Plena. Lo fuimos a despedir con Magret. Le pedí mucho a Dios por él, que Dios le diera fuerzas. Nos habíamos vuelto a encontrar después de 2.000 años y ahora, como thetán, nos volvemos a encontrar después de 98.000 años. De Gaela a Sol III. Del otro lado de la galaxia a 100.000 años luz en una historia que pasó hace 100.000 años.
Axxón, Jorfán, roles de Johnakan Ur-El.
No puedo decir más nada. Gracias por escucharme.
Médium: Jorge Raúl Olguín. Interlocutor: Karina. Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep. Fue historiador en Gaela. Vivió los efectos del calentamiento global debido a la contaminación. Después de un siglo aún duraban sus efectos y la población disminuyó a la mitad. Siendo Sol III gemelo de Gaela, la entidad nos deja un mensaje angustioso.
Interloccutor: Bienvenido...
Entidad: Gracias, querida hermana. Es un gusto estar aquí nuevamente.
Interlocutor: ¿Cómo te encuentras?
Entidad: Bien. Quiero comentarte que la vida física es un sinfín de vivencias que pareciera que se repitiesen a lo largo de los siglos o de los milenios. Si nos remontamos en el remoto pasado recuerdo una nueva vivencia en Gaela. Mi nombre era Winston. Encarné en una familia modesta. Tanto papá como mamá eran profesores y yo me especialicé en historia, la historia de la humanidad de Gaela. Vivía en Saeta, y bueno, una historia de prejuicios desde los primeros homínidos. La historia de Axxón de la era del Rombo...
Interlocutor: ¿Fue una vida feliz para ti? ¿Cómo la evalúas, en este momento, a la distancia?
Entidad: Me preocupaba, más que nada, por el planeta, que había pasado por circunstancias poco favorables con guerras, con inquisiciones religiosas durante siglos. Incluso en la edad contemporánea también había persecuciones...
Interlocutor: ¿Podrías definirnos lo que se dio en esos últimos ochenta años en esta encarnación?
Entidad: ¡Uf! Yo ya tenía cuarenta años. Había encarnado en 2.050, estábamos en 2.090... A partir del año 2.000 hubo problemas climáticos. Fíjate qué paradoja: Gaela está distanciado 100.000 años luz de Sol III y lo que yo comento sucedió 100.000 años en el pasado. Si hipotéticamente tuviérais un aparato que pudiera ver aquella época nos verían tal cual éramos. Hubo problemas climáticos muy graves al punto tal que se producían inundaciones, cambios de temperatura, se derretían los glaciares... Los gobiernos de los países importantes no firmaban los protocolos porque no les convenía. Al igual que en vuestro planeta se regían por el combustible fósil, contaminando la atmósfera. Y si bien yo no había nacido en esa época fue una época que me atrapó mucho estudiándola como si la hubiera vivido. Me especialicé en mitad del siglo XX en adelante hasta mitad del siglo XXI y ahora, ya en las postrimerías del siglo XXI, uno, mirando al pasado, vi el riesgo de que pudimos desaparecer como raza.
Interlocutor: ¿Qué sucedió? Ahora me dejas intrigada.
Entidad: El efecto invernadero, que cada vez era peor. La temperatura había subido dos puntos...
Interlocutor: ¿Cómo ves nuestro planeta, justamente con respecto a este tema, en este momento?
Entidad: Sigue el mismo camino.
Interlocutor: ¿Hay algo que se pueda hacer para revertirlo? ¿Tienes algún conocimiento para aportar sobre este tema?
Entidad: Mira, estudiando la historia de Gaela nosotros teníamos plazo hasta 2.017 para poder revertir el mal que se había hecho porque se calculaba que hasta 2.035, 2.040 ya era imposible revertir el límite. Y recién en 2.020, tres años después del plazo establecido, tomaron conciencia los gobiernos y dejaron de emitir esos gases contaminantes. Aún no se había acabado el combustible fósil, pero tomaron conciencia. La temperatura media del planeta era de 16.9. Ya con 18 grados de temperatura de promedio el ser humano estaba al borde de la extinción. Había zonas desérticas donde la temperatura superaba los 55 grados centígrados y había zonas en los polos hasta donde se veía hierbas, ya no hielo. Me gustaba tanto la historia que vivenciaba todo como si lo hubiese vivido.
Interlocutor: ¿Pudieron resolver el cambio climático? Y si lo hicieron, ¿de qué forma?
Entidad: Tomando conciencia los gobiernos, tomando conciencia los pueblos, haciendo las cosas bien, no contaminando, tratando de proteger el medio ambiente...
Interlocutor: Por suerte pudieron hacerlo antes del año 2.017, ¿verdad?
Entidad: No, se hizo después. 2.017 era el límite. Se hizo recién en 2.020, o sea, que estábamos fuera del límite.
Interlocutor: De todas maneras, resultó positivo.
Entidad: Evidentemente. Dios estuvo de por medio y es como que le dio al planeta una oportunidad más.
Interlocutor: ¿Cuántos habitantes son en estos momentos? ¿Lo sabes?
Entidad: Sí. En 2.090 somos 4.200 millones de los 7.200 que había en 2.014. Hubo mucha gente que ha sufrido las consecuencias de ese opresivo calor.
Interlocutor: ¿Podrías recordar o retroceder en el tiempo un año en particular? ¿Cuál sería ese año? El año que fue destacado para ti.
Entidad: Un año donde aún no había nacido, el 2.020, porque me hubiera gustado participar de la firma del protocolo.
Interlocutor: Y en aquella encarnación, durante esa vida, ¿en qué año te volverías a encontrar? ¿A qué año te gustaría volver por algún motivo?
Entidad: Al 2.075...
Interlocutor: ¿Por qué?
Entidad: Porque fue cuando tuve el profesorado. Y me sentí pleno, me sentí motivado. Había hecho una tesis justamente sobre el Protocolo de Amarís, en donde se firmó el 2.020 la no contaminación. Te confieso que en 2.090 todavía Gaela no está repuesto. Desde mitades del siglo XX -1.950, 1.960 de Gaela y tómalo como que es un planeta gemelo a vuestro Sol III-, en los 50 años siguientes se contaminó tanto o más que en los 2.000 años anteriores. Creo que, más que nada, por eso estudié historia. Hubo otros azotes. El azote religioso. La Orden del Rombo era una inquisición que dejaba pequeñita a vuestra Inquisición española, la dejaba pequeñita. En vuestro Sol III, a comienzos del siglo XXI, salvo algunos fundamentalistas de medio oriente no hay guerras religiosas ni enfrentamientos. Los enfrentamientos vienen por otro tipo de intereses, por el combustible fósil. Pero en Gaela era distinto; a comienzos del siglo XXI todavía se marcaba y hasta se señalaba a aquel que opinaba distinto a la Orden del Rombo. Y no estoy exagerando nada. Nada en absoluto. Dio la impresión que el cambio climático unió a la gente y, de alguna manera, es como que el planeta entero tomó conciencia de lo que debía hacer porque hasta ese momento habían sido egoístas los dirigentes. No tenían en cuenta que ellos, a su vez, tenían familia, hijos, nietos que vivirían ese desastre climático.
Interlocutor: Prácticamente es lo que está pasando acá, en ese planeta hace tiempo, ¿verdad?
Entidad: Y aquí sucede lo mismo, querida hermana. Aquí, en Sol III, también tenéis plazos. No sé si los mismos plazos que hubo en Gaela pero ya entráis en 2.013 y no exagero al decir que si dentro de un lustro, ¡un lustro! no se toma conciencia el tema va a ser irreversible. Allá pasó más de un lustro, el Protocolo de Amarís se firmó en 2.020. A vosotros os faltarían 7 años. ¿Os parece mucho? A mí me parece nada.
Interlocutor: No, es bien poco.
Entidad: ¿Y no notáis que vuestro clima está cambiando?
Interlocutor: Sí, la verdad es que sí.
Entidad: Allí quizá cambió más rápidamente, la temperatura subió un poco más de lo que subió aquí en Sol III. La población decreció de 7.000 a poco más de 4.000 millones de almas, como decís vosotros.
Interlocutor: Esperemos que podamos seguir el mismo ejemplo que pudieron hacer en Gaela...
Entidad: En Gaela hubo otras historias posteriores que también pusieron en riesgo el planeta, pero eso es otra historia, querida hermana. Agradezco infinitamente a este receptáculo el haberme permitido expresarme.
Interlocutor: Gracias a ti. De alguna manera te tenemos aquí, cerca. Nos gustaría tenerte en persona pero es reconfortante poder estar en contacto contigo, thetán de Josep. Te mando toda la Luz, todo nuestro cariño.
Entidad: Tú eres la Luz. Gracias por permitirme explayarme y aprovecho para darle un abrazo conceptual a este receptáculo, a mi querido hermano. Gracias.
Interlocutor: Hasta todo momento.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep Canalización donde se eleva al thetán la demanda de conocer cómo se desarrolla en este momento Gaela, donde muchos de Sol III hemos encarnado con anterioridad. El thetán contacta con una entidad encarnada en este mundo, Gaela, y sostienen una interesante conversación.
Entidad: ¡Pues vaya!, que es muy responsable para mí esta sesión. Teniendo recuerdos conceptuales de que la civilización de Gaela era muy similar a la de Sol III hace cien mil años atrás y que hipotéticamente si hoy la pudiéramos ver con un telescopio, debido a que exactamente está a cien mil años luz, veríamos imágenes de aquella época. Para la vida de un mundo cien mil años no es nada, hay mundos que tienen miles de millones de años. Pero ¿y qué hay con las civilizaciones? Mi concepto mental está asistido por dos Maestros, el Maestro Ketter, el Anciano de los días o Anciano de las rotaciones y obviamente por Johnakan.
¿Cómo está Gaela hoy? Me contacto conceptualmente con un thetán de un habitante de Gaela, pero para que la decodificación sea potable, como decís vosotros, lo haré en tiempo de diálogo y no en micronésimas de segundo, como sucede realmente. La entidad con la que me contacto se llama Teo, dejémoslo así con un nombre corto.
Le pregunto: -¿Cómo estáis? ¿Cómo es vuestra civilización? -Me abro conceptualmente y él puede ver Sol III. -Pues muy similar a la vuestra y tan distinta en otros aspectos. -¿En qué aspectos? -inquiero. Y me responde: -Pues desconocemos lo que es la guerra, los apetitos de poder. Nos especializamos en historia. -Pues nosotros también: Historia de Grecia, historia de Roma, los imperios. -Claro, sucede que vuestra historia -dice Teo-, se especializa en la guerra. Nuestra historia se especializa en la pintura, en las obras maestras. Vuestra historia aparte de la guerra se basa en creencias. -¿Pero acaso tú no sabes que existe el Absoluto? -Sí como thetán, pero todos los que encarnamos allí, donde lo que llamáis Gaela, somos más bien no digo escépticos ni estructurados, más pragmáticos y para nada exentos de bondad. No tenemos superpoblación, ni hambre, ni arrasamos selvas ni montes, respetamos todo tipo de vida animal y vegetal, entendemos que el planeta está vivo. Estaríamos en lo que para vosotros sería fines del siglo XX y comienzos del XXI. -¡Pues vaya! -le comenté conceptualmente-, hace cien mil años atrás ya estabais mucho más adelantados en siglos. Cien mil años.
Acordaos que lo estoy interpretando literalmente como si fuera una conversación entre dos seres encarnados, porque esto sucede en microsegundos.
-Cien mil años. Déjame ver, déjame pensar. Sí, hemos hallado muestras. -¿Tenéis idea -le pregunté-, qué pasó con esa civilización? -Interpreto que sí. Nosotros somos estudiosos de la historia, de la antropología, de la paleontología. También profundizamos en el ADN, prácticamente hemos vencido todas las enfermedades. No tenemos desnutrición, tenemos datos, información grabada en ordenadores especiales, pero también conservamos en una especie de lo que llamaríais plástico pero muy bien tratado, con mucha más resistencia que vuestra celulosa, libros que podéis coger con la mano y leerlos como vuestros libros de papel. Lo mismo con los tesoros de pintura. La pintura de nuestros cuadros es elástica, especial, no sabría cómo explicarlo traducido a palabras mi concepto. -¿Y tenéis animales diversos, Teo? -Sí, tenemos animales como mascotas, bien alimentados, nutridos, no gordos. Tenemos entretenimientos, disfrutamos. -¿Habéis tenido contacto con alguna civilización extragaleana? -No, pero creemos que hay vida en otros mundos. Estando encarnados creemos. Tenemos grandes telescopios pero no hemos recibido como vosotros visitas de objetos voladores no identificados ni tenemos conspiraciones ni nada de eso. Somos compañeros. -¿Vuestro organismo es igual al del Homo Sapiens?
El thetán, Teo, entró en mi mente y cual si su concepto fuera un escáner vio todo mi cuerpo.
-Sois distintos. Nosotros somos más bajos, tenemos un promedio de un metro cincuenta vuestro, ojos el doble de grandes, oídos más agudos, olfato más agudo. Al igual que vosotros hemos perdido la cola, ni siquiera rabo. Apenas tenemos un coxis, nuestro organismo es distinto. Descendemos de lo que en vuestra tierra, Sol III, serían los lémures, los lémures de vuestro mundo, de vuestra región Oceanía.
Me quedé pasmado de lo que me contaba Teo.
-O sea, que el hombre ha desaparecido de Gaela. -Hace cien mil años que no hay otra raza que la nuestra. Éramos casi salvajes, escribíamos en las cavernas pero hace cuarenta mil años nuestro concepto como raza fue creciendo y hace veinte, veinticinco mil años ya usábamos herramientas para cultivar la tierra. Y reconozco que en aquella época sí, cazábamos. Usamos abrigos de piel sintética, usamos calzado, viajamos en embarcaciones, en aparatos voladores, tenemos aparatos similares a vuestros televisores, ordenadores un poco más sofisticados. No hay religión, no hay barreras políticas, no hay fundamentalismo. En nuestra civilización de lo que llamaríais lemuriana no hubo ningún enviado del Absoluto. -¿Y sois felices? -Somos felices, amamos a nuestra familia, a nuestro prójimo, amamos la vida. -Estando encarnados, ¿creéis que hay algo más allá? ¿Que volvéis a encarnar? -Hay mucho pragmatismo. No creemos en dioses y no le damos importancia a lo que hay más allá de la muerte. Y sin embargo no carecemos de bondad, ayudamos al desvalido, socorremos al caído... Estamos bien. -¿Tenéis armas? -Tenemos planos. A pesar de todo siempre hay alguna hipótesis de que alguna vez nos visiten otras razas en función bélica, pero estamos en un pequeño brazo de la galaxia, ignoto, circulando una enana amarilla. Como diríais vosotros, no molestamos a nadie.
Teo me escaneó mi mente y me dijo: -Fíjate el apego que tienes, el enorme apego que tienes, que no estás pensando en tu raza de Sol 3, estás apegado a lo que sucedió a la raza homo sapiens de Gaela, y eso pasó hace cien mil años. -Interpreto que habrán desaparecido por su segundo código genético. ¿Vosotros sabéis de eso? -Insisto, creo que en genética estamos más avanzados que vosotros hoy. Trabajamos, producimos nuestro alimento y no nos reproducimos indiscriminadamente, dos hijos por familia. Nadie te controla, el sentido común te controla. Si hubiéramos de hablar de gobiernos diríamos que nos dividimos en regiones, lo que vosotros llamaríais países, y cada región tiene su gobierno totalmente democrático en perfectas relaciones con las otras regiones. No competimos, si hay una región más grande que la otra bienvenido sea, si hace falta algo una región le presta a la otra. No nos peleamos por ríos, por agua, no contaminamos con petróleo, como hacéis vosotros en Sol III.
Teo me escaneó de nuevo mi mente y riendo conceptualmente dijo: -Te extraña que seamos lémures. Ponte de mi parte, observo conceptualmente tu cuerpo y me extraña que no seas lémur. -Nos estrechamos en un abrazo conceptual.
Y cuando espiritualmente regreso a Sol III pienso en las pasiones, los apetitos, los apegos, las necesidades, las mezquindades, los sufrimientos, las competencias, los territorios, las conquistas, las guerras, las miserias humanas. Hay un ADN que le pone punto final. Y somos tan poco listos, tan poco listos que no nos damos cuenta que a ello no vamos a escapar. Sí, es cierto, el alma es inmortal, pero los apegos no son suprafísicos, nunca fueron suprafísicos, y hay mucha gente que se quisiera llevar -no hablo de los miserables que buscan llevarse un cofre de monedas- un libro, un cuadro, una melodía. Pues no, nada, nada. Lo importante es que tu memoria sigue estando, y esa no te abandona jamás. Y tu memoria te dice que no le tienes que rendir cuentas a nadie salvo a ti mismo, por acción, por inacción o por omisión.
Gracias a los Maestros por haberme asistido. Abrazo conceptual a Teo. Y nos estamos conceptuando. Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep La entidad narra cómo a pesar de los adelantos que había en Gaela muchos partieron hacia otro lugar debido a cataclismos geológicos. Desde el otro extremo de la galaxia llegaron a Sol III.
Entidad: Recuerdo que le dije a ella: -Selma, envidio tu capacidad de creatividad, de poder lograr cosas. No digo sin esfuerzo, pero a mí me cuestan más los logros.
Y ella me respondió: -No es así, Alario, tú eres más práctico en todo lo que tiene que ver lo conectivo. -Explícate, mujer... -Claro, este superordenador que podríamos llamarle ordenador mental lo perfecciono desde la parte interna, pero si no fuera por ti, Alario, que logras su caparazón, su parte externa, sería inútil todo lo que yo ideara. Nos complementamos.
La miré con ternura y le dije: -Me llevas dos años, poco más de dos años, pero desde que mamá no estuvo me has cuidado como si fueras una madre, no una hermana.
Selma se rió y dijo: -Bueno, también te he retado cuando eras pequeño y era por cosas que no tenían tanta importancia.
Salíamos del laboratorio, paseábamos en el carril rápido, íbamos a tomar algún zumo, mirábamos su hermoso paisaje. Nuestros abuelos nos habían contado que Oceánica era una isla gigantesca en el radio de una enorme falla y que hace más de dos siglos habían muerto cerca de cincuenta mil personas. Había un millón de habitantes en la isla.
De la misma manera que nosotros nos especializábamos en un ordenador mental tratando de contactar entidades suprafísicas otros se ocupaban de la parte espacial. Habíamos logrado llegar no sólo a recorrer nuestro sistema estelar sino tres sistemas estelares vecinos y seguíamos perfeccionando los ordenadores de las naves para encontrar las mejores brechas para los grandes viajes.
Nuestro maestro, Oreo, tenía quince años más que nosotros pero se conservaba atlético, de mirada totalmente lúcida. Siempre nos decía: "Todo lo que hay en este laboratorio, hasta el más mínimo chip, llévenlo a la nave madre". La nave se llamaba "Esperanza".
Al comienzo éramos reacios, incluso debatíamos caprichosamente con Oreo y le decíamos: -Tú no sabes lo que es la parte digital-mental, tampoco sabes de la parte espacial, ¿cómo puedes tener la certeza de que algo grave va a pasar? Y nos respondió: -Porque lo que vosotros hacéis con vuestro ordenador mental yo lo hago directamente con esto. -Y se tocó su frente.
Nos mirábamos con Selma. Ella me decía: -Alario, creo que Oreo se está escapando de la realidad.
Pero de la misma manera que yo aparentaba ser menos maduro que Selma, a su vez era más precavido y varias veces le decía: -¿Tú tienes copia de todo? -Claro que lo tengo, Alario. -Bien.
La nave Esperanza es una nave técnica. En el espaciodromo había exactamente mil y una naves, naves gigantescas. En los comienzos de la investigación espacial se armaban las naves en las plataformas orbitales, ya no era necesario porque habíamos logrado un despegue antigravitatorio donde no se precisaban impulsores, donde no es que no fuese necesaria, pero la velocidad de escape era secundaria.
Oreo estaba consternado porque no le prestábamos tanta atención como cuando éramos más chicos, nos sentíamos ambos, con Selma, autosuficientes. Recuerdo que a nuestros veinte y veinte y dos años teníamos largas, larguísimas conversaciones con Oreo sobre la vida, sobre la eternidad, sobre el espacio profundo y sobre un mundo que no era tangible para nosotros. A medida que fuimos avanzando en lo tecnológico, en lo digital, en lo científico dejamos de prestar atención al maestro Oreo. Lo queríamos como un tío, nos habíamos acostumbrado a llamarle maestro pero últimamente estábamos tan ocupados en nuestras tareas que cuando él venía, ¡oh!, a veces no sabía disimular mi rostro de fastidio. Selma no; o bien era más sutil o bien no se preocupaba tanto. Oreo dejó de venir, él tenía un extenso salón donde daba conferencias. Siempre atraía jóvenes. Daba la impresión de que los jóvenes prestaban más atención a todo lo suyo y a medida que ellos se iban especializando dejaban de ir y los concurrentes se iban renovando.
Al día siguiente que replicamos todo el laboratorio en la nave madre Esperanza vino el primer temblor. Por supuesto que teníamos aparatos medidores de sismos, un temblor siete de diez. Pero el señor Richmon, que era el encargado de la parte sísmica, nos decía: -Esto va a ser peor que lo que contaron nuestros abuelos, Oceánica se va a hundir en el mar.
Nunca tratamos con el resto del planeta porque en los continentes había homínidos que apenas sabían encender el fuego o dibujar en las cuevas. Entendimos por fin que Oceánica no tenía vuelta atrás. No queríamos perturbar a los habitantes de los distintos continentes, la mayoría de los habitantes de Oceánica fuimos a las grandes naves, que fueron partiendo una a una. No todas la naves tenían el mismo destino. La nuestra y la otra -la gemela, que se llamaba Transespacial- dijimos "Alejémonos lo más posible de este mundo. Allí, a lo lejos, a cien mil años Luz hay otro brazo de esta galaxia en espiral. Vayamos allí, encontraremos algún planeta donde podremos establecernos".
El maestro Oreo no quiso venir, se marchó con los que no quisieron viajar hacia el continente más cercano. Recién ahí notamos su ausencia. En la nave teníamos todas las comodidades, teníamos una réplica exacta del laboratorio, pero psicológicamente sabíamos que estábamos encerrados y que el viaje era bastante largo a pesar de pasar de brecha en brecha, de brecha en brecha. Hablábamos de una distancia enorme, cien mil años Luz.
Llegamos por fin a ese nuevo mundo, que es la actual Tierra o Sol III. De donde nosotros veníamos, al que conocéis como Gaela. Encontramos una isla deshabitada, fue allí donde hicimos una nueva civilización. En los continentes también había humanos, si se puede llamar así, que recién empezaban a caminar sobre sus dos pies, recién empezaban a utilizar utensilios.
A nuestra isla la llamamos Atlantis. El planeta de dónde veníamos lo habíamos nombrado Gaela. Y el maestro Oreo era un rol de quien es el Maestro Johnakan. Porque los ciclos se repiten, porque todo se repite y porque no siempre elegimos con serenidad. A veces somos impulsivos, para bien o para mal. ¿Quién puede juzgarnos? Sólo Eón puede juzgarnos.
El rol de Alario es mi rol actual como Josep, mi hermana Selma es mi pareja Angels. Ciclos, roles distintos, situaciones distintas o quizá no tanto. El gran interrogante es: ¿A qué le damos valor? Sí, la vida física es efímera, pero dentro de lo efímero sembramos. Quizá no cosechamos, quizá son otros los que cosechan. Capaz que de eso se trata, de dejar el campo sembrado. Dentro de esos mismos ciclos, a veces los siglos de avances se pierden en instantes. La isla que llamábamos Atlantis no se hundió por fallas biológicas sino por experimentos muchísimo, muchísimo tiempo después de nuestra llegada. Pero parecería que Sol III repitiera la historia de Gaela, no exactamente pero sí en parte. Desde Atlántida hasta quién sabe cuándo. Y en la vieja Gaela, desde Oceánica hasta los lémures. ¿Sol III tendrá el mismo final? Sólo Eón lo sabe. Mientras tanto sembremos, es nuestra tarea. Y es lo que llevamos a cabo.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep En Gaela, un grupo de amigos se sentía atenazado por unas entidades negativas. Áureo, mi hermano, aconsejaba dejar de ser presa de las pasiones, el rencor, la ira, librarse de su presencia con amor, dignidad. Yo añadía también la música.
Entidad: Dicen que los amigos, los compañeros y las relaciones se eligen. Por el contrario, la familia ya se encuentra antes de que nazcas y si luego tienes hermanos o primos también forman parte de la misma, no es algo que tú hayas elegido. Obviamente que uno -como esencia suprafísica o 90% no encarnado-, de alguna manera conceptúa donde, cómo, cuándo encarnar. Pero como decís vosotros en el plano físico, es una lotería puesto que no tenemos la sabiduría absoluta ni el conocimiento total para ver todas las ramificaciones de cada familia, por lo cual la mayoría de las veces no es lo que esperábamos; no para mal, generalmente hay variantes y muchas veces hasta puede ser para mejor. ¿Por qué no?
Otras de las veces que elegí encarnar en Gaela encarné en una familia abierta de criterio. Como sabéis, Gaela es un mundo dominado -quizá con las comillas de dominado-, por la orden del Rombo, creada en Amarís. Pero todo viene de Lizia, de dos mil años atrás cuando torturaron y clavaron en los maderos del rombo al gran Maestro Axxón.
Padre y madre eran, ¿cómo decirlo?, practicantes religiosos, pero más por obligación que por convencimiento tratando de quedar bien con sus vecinos en un mundo y en una época donde si sospechaban de ti te denunciaban. A vosotros os haría acordar cien mil años más tarde a la caza de brujas en Salem, je, je.
Aquí era el planeta entero. Entonces uno debía cuidarse, padre, más que madre. Madre, si bien se ocupaba de cuidarnos -atendernos, a mí y a Áureo, mi hermano mayor. Mi nombre en esa vida era Niceto, Niceto Valentín-, no nos sobreprotegía madre, pero nos daba indicaciones, recomendaciones, evitar tener problemas con los compañeros, evitar las reyertas, peleas, discusiones y por sobre todas las cosas evitar, evitar hablar de religión, y en el caso de que fuera necesario hablarlo o que los profesores en la escuela tocaran el tema, asentir: "Sí, sí, sí, sí, sí. La Orden de Amarís es lo más grande que hay después de Dios". Es una barrabasada lo que voy a decir, pero como dicen los profesores: "Hasta por encima de Axxón". Pobre Maestro. Lo digo con una risa cariñosa, no me malentendáis. Como decís vosotros en vuestro Sol III, es como que siempre estoy abriendo el paraguas entes de que llueva.
Padre era distinto, padre conversaba con nosotros de todo, de música, de escultura, de pintura, de todo tipo de arte, historia. Amaba la historia, odiaba el obscurantismo pero decíamos que teníamos que ser astutos. Áureo le discutía mucho a padre. Le decía: -A mí no me interesa ser astuto, me interesa ser sabio. Claro, éramos pequeños. Padre nos ganaba por su experiencia. Le discutía a Áureo. Le decía: Está bien lo que dices, pero la sabiduría trae incorporada la astucia.
Áureo le decía: ¿Cómo es eso? -Claro, saber cuándo callarte. Saber cuándo hablar. Saber cuándo hacer hincapié en algo, saber cuándo retroceder, cuando avanzar. Palabras complicadas en nuestra niñez que fuimos incorporando, aprendiendo, digiriendo. Eso nos hizo no más inteligentes, más sabios.
Yo era fanático de la música. Padre quería comprarme un piano, pero el piano pequeño no sonaba muy bien y un piano de cola... no teníamos una casa tan grande. Opté por el violín, me encantaba el violín. Es más, a mis catorce años -hablo de catorce-, ya componía. Voy a tratar que el interlocutor pueda, con su garganta, su tono, su nota reproducir algo, instantes de una de mis composiciones.
El receptáculo vocaliza unas notas...
Y mientras yo componía, Áureo, dos años más grande, soñaba. Y yo le decía: -Plasma al papel.
Y mientras yo me dediqué a la música, Áureo escribía. Recuerdo que me decía: -Nosotros, como seres humanos, tenemos una esencia interna que nos anima más allá de nuestro cerebro. El cerebro vendría a ser como un receptor que recibe la transmisión. Le preguntaba: -¿Cómo hermano, la transmisión de dónde? -La transmisión de lo sutil, de eso que nos anima. La sabiduría está en el alma. Puse peros. -Pero Áureo, eso va en desmérito nuestro, ¿esto que compuse es mío o de mi espíritu? -Es tuyo -afirmó Áureo-, absolutamente tuyo. Tú, como ser humano, compones. Obviamente que tú y tu espíritu son uno, pero en este momento tú, aquí, ahora, eres quien ha compuesto, y eres quien seguirá componiendo. Yo, humano, aquí, ahora, soy el que escribo, soy el que seguiré escribiendo. Pero existe ese mundo que no vemos, que no percibimos, que sí sentimos.
Padre participaba de las conversaciones, asentía. No emitía palabra, se quedaba pensando. Y a medida que íbamos creciendo, que íbamos teniendo más edad -yo catorce, Áureo dieciséis-, podíamos debatir de igual a igual con cualquier adulto. Pero padre siempre nos decía: "Acordaos de que la astucia forma parte de la sabiduría, les es útil para saber cuándo hablar, cuándo callar, cuándo retroceder, cuándo avanzar. Cuando no hacer hincapié para no caer en la ciena y quedar hundidos hasta el cuello porque quizá no haya quien les tire la soga, quizás encima les pisen la cabeza y los hundan del todo. Tened cuidado.
Áureo dice: -Entonces, la cautela forma parte de la astucia? -La astucia tiene mala fama -dijo padre-. El zorro que se roba las gallinas es astuto, tiene mala fama. Es más, en la sociedad, cuando alguien es muy astuto para lograr un puesto en una labor: "Pues mira que es zorra esa persona". Lo importante es que vosotros me entendáis, Niceto, Áureo, a qué me refiero.
-Entendemos -asentí-, entendemos. Entendemos que en la iglesia debemos ser los primeros en leer las parábolas de Axxón en la Orden de Amarís. Entendemos que aún a los más conocidos no debemos contar nuestra manera de pensar. Y entendemos también lo incómodo que resulta todo eso, el no poder gritar a los cuatro vientos nuestra verdad, porque lo que enseñó el Maestro Axxón no tiene nada que ver con lo que está pasando ahora. Creo que el Maestro Axxón se pondría triste. -Yo estoy triste -agregó Áureo-, triste por la situación. Triste porque la Orden se desvirtuó. Triste porque el fundamentalismo impera en todo Gaela. Triste porque nuestras amigas son fundamentalistas y tenemos que asentir, hasta poner rostro entusiasmado. La sociedad nos hace hipócritas. -Coincido totalmente con Áureo -exclamé. Y padre dijo: -Yo coincido con ambos. Nada más tened cuidado cómo expresaros, dónde expresaros. -¿Y qué? ¿Qué tema? -Ya sois casi adultos.
Y pasó un tiempo. Fui perfeccionando mi música, llegaba a dar recitales. Lo mío no era una ópera clásica, mi música era independiente se podría decir, pero aquellos que sabían de música decían que era una música excelsa. Áureo me apoyaba en todo. He hecho giras, Áureo me acompañaba, siempre llevaba con él su cuaderno y su lápiz para escribir si por el camino se le ocurría algo.
Recuerdo cuando conocimos a Otavio Soldi, que había venido de Liziana con sus padres y estuvieron un tiempo en Saeta. Se hizo amigo nuestro. Al comienzo teníamos recelo pero fue Otavio quien se abrió, pensaba igual que nosotros, estaba en contra de todo fundamentalismo.
Le comentamos a padre. Dijo: -Tener cuidado. Hay gente que tira el anzuelo para pescar. Pero no, Otavio Soldi era auténtico. Y podíamos hablar de igual a igual de nuestras creencias. Él también creía en ese mundo más allá de lo físico donde moraban las almas.
Y lo volvimos a ver, de grandes. Y viajamos a Liziana y allí tuvimos experiencias difíciles de relatar. Otavio tenía un gran amigo, Domeni Salvi, también escéptico, también ateo, pero a ver, no ateo en cuanto a la existencia de Dios, Dios era Todo, es Todo, y en nuestro corazón sabemos que Axxón fue y lo sigue siendo el más grande representante. Escépticos en cuanto al fundamentalismo religioso, ateos en cuanto no creíamos en los sacerdotes de la Orden de Amarís.
Y conocimos a Danore por medio de Domeni Salvi, el amigo de Domeni Soldi. Danore estaba poseído por demonios. Estaba perdiendo la razón. Lo conversamos con Áureo. Áureo me dijo: -El tema es así, Niceto. Prestad atención, Domeni, Otavio. Todos tenemos libre albedrío, pero a veces somos presa de las pasiones, de instintos básicos, de deseos de revancha por situaciones que nos han creado rencor, ira. La ira, la rabia nos vuelve vulnerables como también nos vuelve vulnerables el estar depresivos, la baja estima, el no aceptarnos. Y todo esto es alimento para los demonios que al vernos vulnerables nos poseen.
Otavio le preguntó a mi hermano: -Pero qué, ¿nuestra alma se retira y deja pasar al demonio? -¡Oh, no! Si nuestra alma se retirara estaríamos muertos. El demonio, en realidad, se apodera de nuestros pensamientos, de nuestra mente. Su concepto, por así llamarlo, es nuestro concepto. Empezamos a odiar, a despreciar, a manipular, a permitir ser manipulados.
Sico, otro de los amigos de Domeni dijo: -Pero para eso están los exorcistas. Otavio Soldi, a quien habíamos conocido de pequeño, nos dijo: -¿Creen en el exorcismo? Áureo se anticipó y dijo: -No, porque el demonio tiene el mismo libre albedrío que nosotros. ¿Pensáis que con una frase el demonio se va a retirar? La única manera que ese ser se puede librar de esa presencia es entendiendo que el amor, la dignidad es lo que nos permite coger de vuelta el timón de nuestra vida y ya el demonio no tiene más cabida. Lamento lo de Danore, pero creo que su mente ya está distorsionada, no hay vuelta atrás con él. Pero vuestros amigos, Arduino, Valiño, pueden perfectamente resistir ese tipo de tentaciones que no son de vuestras mentes, son provocadas. Lo mismo tú, Domeni y lo mismo tú, Otavio, tened cuidado. Mucho cuidado.
Áureo terminó de hablar y de mi parte no tenía nada que agregar. Yo sabía que refugiándome en la música me contactaba con mi propia alma y me contactaba con Dios a través de música de la misma manera que Áureo lo hacía a través de la escritura. Por supuesto que amábamos la historia; Otavio de grande era historiador y teníamos enormes debates con él, sanos, donde uno aprendía del otro; nadie intentaba tener la razón porque cuando todos quieren tener la razón je, je, je, todos están equivocados.
Viajamos incluso al nuevo continente. Lo invitaron a participar a Áureo. Áureo dijo "Yo de música no sé nada de nada de nada, solamente puedo acompañar a mi hermano con mi presencia y luego podemos conversar al finalizar la opera de mil temas. Pero, honestamente, no sé nada.
A mí me bastaba su presencia. Yo sí pude participar en la gran orquesta y me sentí como con un poco de vergüenza -que sé que la vergüenza no es buena, es como el miedo a la exposición-, de haberme nombrado primer violín, pero y antes de cerrar, en un solo toqué esa pieza que había compuesto de pequeño. Aplaudieron, como decís vosotros, a rabiar. Y luego, el grupo de músicos, el director y con mi hermano Áureo fuimos a festejar. Áureo y yo no somos de beber, pero compartimos una muy pequeña copa de una bebida suave. Y el conocer gente, gente que esté en nuestra vibración, hace bien. Hace muy bien. Muy bien.
Gracias por todo. Gracias, de verdad, por todo.
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