Índice |
Psicoauditación - Josep |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
|
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep Un analista humano -psicólogo en Sol III- trataba de encontrar cómo no ser presa de las entidades etéreas que producían locura y muertes a las personas, en aquel mundo Términus, en el límite de la Creación. Se juntarían varios especialistas para encontrar cómo hacerlo.
Entidad: Podemos tener la misma vivencia, podemos visualizar las mismas imágenes, escuchar la misma melodía, sentir en nuestras manos la arena, mas si luego tenemos que describir lo que sentimos, lo que vivenciamos, lo que percibimos, cada uno le va a dar una interpretación distinta, quizá similar pero al fin y al cabo distinta porque va a tener otro ángulo, otra perspectiva. Filtrará el concepto de otra manera.
Mi nombre era Justo, tenía cuarenta y cuatro años, cuatro años menor que mi hermano Máximo. Nuestras carreras siempre fueron distintas, a ambos nos gustaba la música, a su vez la investigación, la lectura, a su vez la acción, el conocer lugares. Yo me dediqué a la parte informática, mi hermano se hizo analista, analista humano pero podías conversar infinidad de temas.
Recuerdo que una noche estábamos mirando el cielo y Máximo me decía: -Fíjate Justo, fíjate en la parte vacía. ¿Cuántos en nuestro mundo hemos captado, pero realmente captado, que aquí termina el universo? Le respondí: -Bueno, por algo los antiguos le pusieron a este mundo Términus.
Máximo no me miraba, miraba hacia arriba, hacia la parte estrellada y hacia la parte negra, pero me escuchaba. Quien no lo conociera diría "No me está prestando atención", pero podía hasta murmurar, que él lo iba a captar.
-Hemos estudiado filosofía, distintas artes liberales -comenté- y no hemos podido dilucidar el misterio que nos invade desde la antigüedad, desde la prehistoria seguramente. Se han escrito leyendas paralelas a la historia real donde poderosos guerreros se tiraban de las torres destrozándose en el piso gritando que escuchaban voces que les invadía el cerebro. ¿Cuántos se han suicidado de pánico? Máximo suspiró y me miró exclamando: -¿Y cuántos más lo harán? La mayoría de la gente que me consulta lo hace por esos temores que les invade. -¡Pero con razón! -afirmé-, yo mismo he sentido infinidad de veces sensaciones. Recuerdo que había un joven -yo tenía trece años, teníamos una profesora de historia, Rippell, siempre era burlón, sacaba buenas notas pero no prestaba atención en clase-, su padre estaba trastornado. Dejó de venir al colegio. Me enteré después de que el padre se había suicidado y la madre se había mudado llevándose a Rippell a otra región, como si se pudiera escapar de esas voces. Dime, Máximo, yo sé que tú eres racional e intuitivo, las dos cosas a la vez -o depende en qué momento eres una o eres la otra-, muchas veces has afirmado -cuando digo muchas me quedo corto-, muchísimas veces has afirmado que somos más que este cuerpo pero a su vez has defendido la hipótesis de que esas almas que encarnan en nosotros y que al morir van a un lugar que no podemos captar, no son las que han perturbado desde siglos a esta humanidad. Tú hablas de que los que los antiguos llaman etéreos no son de este universo, son de ahí. -Y levanté la mirada hacia esa oscuridad, hacia esa nada, hacia ese vacío-. Y me dijo que sí: -Así es Justo, estoy convencido de que los etéreos no son almas, son seres que son impalpables, son indetectables a nuestros sentidos, a nuestros más finos aparatos pero se alimentan de nuestros temores. Lo miré, me acerqué y lo miré al rostro frente a frente: -Tú también tienes temores. Resopló, y dijo: -A ver, creo que todos tenemos temores pero dentro de mi trabajo de analista humano, donde hablo de temas que no todos comprenden, no estoy exento de racionalidad y sé que esos etéreos no me pueden hacer daño. Negué con la cabeza. -No. Hay millones de suicidios a lo largo de la historia que se contradicen con lo que tú afirmas. -No, no se contradicen. Yo dije "No me pueden hacer daño", no que no pueden. Hablo de mí. -¿Tienes una protección? Dime cómo es. ¿Qué haces? -No les doy cabida. -¿No los sientes? ¿No los escuchas? ¿No se te aparecen, a veces en forma de algo?, ¿de algún animal, de alguna criatura, de algún monstruo, de alguna sombra? -Sí, pero impido que se alimenten, no les presto atención. -Es casi imposible, es absolutamente difícil. Imagínate, en medio de la noche se me apareció Rippell con la edad de trece años: -Mamá me llevó. -No soy más aquel niño -le dije-, soy informático, tengo cuarenta y cuatro años. -Mamá me llevó, nunca te ocupaste de averiguar por mí. He vivido una vida tremenda. Mamá se volvió loca, me abandonó. Comía desperdicios, estaba famélico. Mírame como estoy ahora.
-Y miraba la figura, era Rippell, le brotaba sangre de los ojos. Me sentí mareado, casi pierdo el conocimiento. La figura desapareció. -A eso me refiero -interrumpió Máximo-, era un etéreo que estaba jugando contigo, se alimentaba de tu miedo, de tu sorpresa, de tu ansiedad, de tu angustia. -O sea, ¿ellos viven gracias a nuestros temores? -inquirí. -No, no lo creo, interpreto que no necesitan alimentarse de nuestras emociones, lo hacen por placer, para ellos es un placer y somos el mundo que tienen más cerca. Hay otros en la periferia, miles, pero aquí estamos, para nosotros este es el mundo de la frontera final. Pero sé cómo, no soy técnico como tú, pero he intuido o alguien de los que yo llamo entidades desencarnadas me ha dictado que podemos hacer una especie de casco con un ordenador, pero insisto no soy técnico. Le respondí: -Conozco a Irdino. -Irdino, sí, el matemático, este señor bajo, algo gordito, sí. -Bueno él tiene una segunda profesión, aparte es técnico, técnico de micro ordenadores. Nos podemos juntar en el laboratorio. Tú de alguna manera nos das una pista de lo que tendríamos que armar y veríamos con Irdino cómo armar ese casco. Presiento como que ese casco impediría que estos etéreos nos intimiden. -Algo así. Yo entiendo que un concepto no puede ser filtrado por algo material pero también interpreto que ese casco podría emitir cierto tipo de ondas, de interferencias, como esas ondas que cortan la frecuencia de una radio.
Máximo se encogió de hombros y abrió las manos con un gesto de impotencia diciendo: -No puedo traducirlo matemáticamente mi concepto, y quizá sea muy poco, sea insuficiente como para que vosotros, tú Justo, e Irdino, puedan hacer algo. Pero es un comienzo. Somos seres conceptuales, encarnados, vivimos una vida breve. Nuestra raza arrastra una historia de dolor, de pérdidas. Nuestro inconsciente de la raza, le tememos a la oscuridad porque los etéreos saben que somos más vulnerables, emocionalmente, durante la noche. -Máximo siguió hablando-. Hay cientos de personas a los que les enseñé el método de ignorar, de no prestar atención a supuestas voces que en realidad no eran tales sino como que se sentían en el cerebro, a imágenes que aparecían, a sombras que se movían.
Lo que pasa es que estaba tan arraigado en los genes, ese terror, que aun habiendo hecho consultas, una, dos, tres, diez, veinte con Máximo, el terror no se les iba. Yo estaba quizás un poquito más fuerte, mucho menos vulnerable por estar en contacto permanente con él y escucharlo como hermano. O sea, esa era mi fortuna, mi hermano era el guía y yo lo escuchaba y trataba de tener la misma fortaleza, hasta que se apareció Rippell, un Rippell que yo sabía que era ilógico porque a mis cuarenta y cuatro años -Rippell capaz que era unos meses mayor que yo-, se aparece a la visión de un niño de trece. Analíticamente sabía que era imposible pero estaba ahí, si extendía la mano lo tocaba. ¿Cómo es que lo podías tocar?
Máximo me decía: -Estos seres son muy poderosos. Manejan energías y tú te crees que tocas algo... No tocas nada, no ves nada, todos tus sentidos te engañan. De repente estás comiendo un bocado delicioso y sientes algo amargo en la boca y te lo sacas, y es un insecto; y te sobresaltas y lo tiras, y es un bocado de comida. O bebes un vaso de agua trasparente y de repente es sangre o algo pegajoso, verde, oscuro. Claro que es difícil vivir así -comentaba Máximo-, pero mi tarea es ver de qué manera podemos revertir esto. Hablemos con Irdino. Combinemos y veamos qué podemos hacer.
Asentí con la cabeza y me quedé pensativo, muy pensativo. Tal vez demasiado pensativo. Gracias por escucharme.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep En Términus, un mundo al extremo de una de las galaxias más lejanas, unos seres del Caos, los etéreos, entraban a la Creación y atacaban a los seres humanos que allí habitaban. Se descubrió que inhibiendo ciertas frecuencias que aquellos emitían ya no podían influir en los cerebros de los habitantes. Se diseñaron y se implantaron a la población unos protectores craneales y así los ataques de los seres del Caos no tenían efecto. Pero algunos querían experimentar y en segundos terminaban con su vida y la de otros.
Entidad: Observé a mi hermano, el hombre más seguro del planeta, aquel que tenía respuesta para todo y le dije: -Por favor, voy a preguntarte con las palabras más exactas. Quisimos hacer las cosas bien, no contamos con la reacción de la gente cuyo concepto de la libertad está bastante equivocado. En este mundo ser libre es ser esclavo y ser supuestamente esclavo es ser libre, así que la pregunta es: ¿qué solución tenemos? Y Máximo dijo: -No sé.
Sentí como un escalofrío, me sentía como perdido, como el conductor que va manejando un carro y de repente se quedara ciego. Pero claro, era un problema de no entender al ser humano, no entender su parte ilógica, por eso aceptaba su respuesta. Habíamos logrado entre todos, cada uno desde su conocimiento, algunos participamos directamente y otros indirectamente y logramos fabricar unos cascos adherentes para que los etéreos no exacerbaran nuestras emociones negativas y se nutrieran de ellas. Pero claro, tiempo después queriendo experimentar esa atrayente locura, en las distintas regiones, muchos humanos comenzaron a sacarse el caso aunque fuese por segundos, y era suficiente para caer y para dañar a sus congéneres o a ellos mismos. Y se armaron dos bandos: aquellos que eran coherentes y conservaban su casco se armaron y empezaron a disparar contra quienes se lo sacaban, para evitar que los matasen. Pero había otro problema; una familia donde un hermano quería experimentar esa emoción y se sacaba el casco y el otro hermano era incapaz de dispararle porque lo amaba pero el hermano que se había sacado el casco no lo reconocía y lo mató a él.
Cuando modificamos el casco haciendo que quede enganchado al cráneo para que no se lo puedan extraer, un movimiento dijo que éramos lo peor de lo peor, la mayor tiranía que podía haber habido en Términus a lo largo de miles de años porque imponíamos una falta de libertad, porque no entendían que la libertad era justamente llevar el caso puesto para que los etéreos no manejen nuestras emociones o nos vuelvan locos. Hubo gente que intentó arrancárselo pero de verdad que estaba cogido al cráneo, como implantado. Algunos visitaron a médicos cirujanos y llegaron, con la misma nanotecnología que nosotros usamos, a deprender el casco de esos pacientes para que el médico y el paciente, ambos, terminaran muertos, el paciente clavándole el bisturí en la garganta y luego degollándose.
Hicimos millones de circulares mostrando el ejemplo ese de que los mismos médicos corrían peligro si liberaban a los pacientes de esos cascos porque terminarían muertos. Pero al igual que un tipo de pez, hay humanos que nadan contra la corriente y tú le puedes explicar matemáticamente que uno más uno es dos y te van a llevar la contra, entonces entendía el "no sé" de mi hermano.
El mundo se unificó más que nunca en pos de una causa común armando una policía, evaluándolos primero, de que quienes dirigían la seguridad mundial fueran idóneos en su cargo y equilibrados para no tentarse ellos mismo de sacarse el casco. Buen ejemplo darían.
No fuimos populares, quedamos como dictadores. Algunas madres decían: -Estoy a punto de parir un bebé, es un ser inocente... ¿Por qué habría de ponerle un casco? Y se le explicaba: -Señora mamá, no es en contra de su ser inocente, es a favor de su ser inocente.
La mamá decía: -Supongamos que acepto, a medida de que el bebé, el niño, el adolescente vaya creciendo, ¿se le cambia el caso? -No, mamá, no se le cambia el casco, el casco se va adaptando, es una nanotecnología elastizada, donde directamente permite que la persona viva segura, normal. Tendrá los sufrimientos normales, acuerdos, desacuerdos, debates, discusiones, habrá seres buenos otros quizá no tanto, no se eliminará la envidia, ni los celos, ni el despecho pero estaremos blindados contra esos seres.
Nos sentamos a una mesa con Máximo. Se encontraba Irdino, la maestra Sotela, Rómulo y Séptimo y conversamos sobre la complejidad del ser humano. A veces el mismo ser humano busca su propia destrucción con su manera de ser. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado con Irdino o con Rómulo, con el mismo Séptimo, por qué a Máximo nunca le afectó? Su respuesta fue la de siempre. -He tenido emociones como cualquiera de vosotros pero no he tenido miedos, jamás he tenido miedo. Desde pequeño está en el inconsciente vuestro el tener miedo a la oscuridad, jamás fue mi caso. Quizá mi punto débil es tener miedo por vosotros, por mis seres queridos y alguna vez sentí como la sensación de escuchar un concepto, de palpar, de sentir un concepto sobre el sufrimiento de otro ser querido y cerré la cortina a ese punto débil. Mi mente se mantenía lúcida, cien por ciento lúcida a toda debilidad, por eso los etéreos no pudieron potenciar esas emociones negativas. Y no soy especial -continuó Máximo-, si uno lo logra, muchos podéis lograrlo, es una cuestión de firmeza, de seguridad, de convicción pero si no estáis seguros de vuestra convicción, dejaros el casco, es estético, no incomoda, no molesta. No compitáis, no queráis saber de poder confrontar. Aparte, todos habéis aceptado poneros el caso en forma definitiva y yo mismo lo voy a hacer porque quizás a medida que vaya envejeciendo mi mente no sea tan lúcida y pueda caer, y no quiero darles la más mínima ventaja a esos seres.
Lo miraba a Máximo en silencio, asintiendo, y pensé "De eso se trata, al mal jamás hay que darle ventaja porque sea en forma de etéreos, en forma de pensamientos, en forma de impulsos, ese mal nos maneja. Y si somos manejados, dejamos de ser humanos para ser objetos. Y no es así, no es así".
Gracias por escucharme.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep Irdino estaba convencido de que los que en el plano suprafísico planifican encontrarse en el plano físico acaban encontrándose. Pero no era fácil para el equipo de personas que se juntaron para ayudar a la población de aquel mundo no tener opiniones distintas.
Entidad: A veces miramos lo grande, lo inmenso, lo inconmensurable, ¡je!, y quizá se nos pase por alto el pequeño detalle, lo que de alguna manera, hipotéticamente, tendría menos relevancia.
Recuerdo que estábamos en un tiempo de calma, de armonía, trabajando bien se podría decir. Yo seguía profundizando en informática, mi hermano Máximo con su trabajo de analista humano. Habíamos cambiado por completo el modo de vivir de toda la especie humana. Lo conversábamos con Irdino, que no sólo era matemático sino que era obsesivamente meticuloso. Y decía: -El hecho de que nos hayamos conocido y que entre todos hayamos logrado en mayor o menor medida esta protección planetaria, yo creo que es una entre diez billonésima la posibilidad. -Ve al punto -le dije a Irdino. Me dijo: -Bueno, ese es el punto. El punto es que algo, una esencia nos ha juntado como para lograr esto. Es como si dos personas nacen en las Antípodas y si se tienen que encontrar se van a encontrar. Aún en la antigüedad, aún cuando los transportes se tardaba meses en llegar de una región a otra se iban a encontrar igual, pero no he perdido mi capacidad de asombro. Lo miraba a Irdino y decía: -Es cierto. Creo que ninguno debe perder la capacidad de asombro porque siempre va a sorprendernos algo nuevo.
Logramos acoplar, en los sistemas satelitales, una interferencia para que en todo Términus los etéreos no puedan acceder a nuestras mentes, a nuestros miedos, a nuestros interrogantes, a lo más oculto que podemos tener en el inconsciente para que no puedan de alguna manera doblegarnos. La empresa más importante satelital estaba en Liscaia. La segunda empresa más importante en Acerna, pero ambas empresas se habían fusionado. Los presidentes, la junta de la empresa dejó a cargo a dos hermanas, Etna y Anacelis Preo, de cuarenta y cuarenta y dos años, Etna tenía cuarenta y Anacelis cuarenta y dos. Y llegó el momento que nos juntamos con ellas, prácticamente se habló poco del tema. Etna me resultaba muy agradable en su manera, amable de trato, cordial, es como que de alguna manera teníamos empatía. Y a Máximo, que normalmente lo veía seguro, imperturbable -no confundir con indiferente- por primera vez lo noté... distinto, podría decir, conversando con Anacelis. Sus ojos tenían un brillo de interés. Anacelis no era lo opuesto a Etna pero era más terminante en su manera de ser, sin embargo le cayó bien Máximo.
Habíamos pasado por tanto, habíamos pasado tanto. Yo, con mis cuarenta y cuatro para cuarenta y cinco años, Máximo, ya casi cerca del medio siglo. Y es como que relegamos lo personal, lo cual pensándolo bien, era hora de ocuparnos de nosotros mismos. Nos juntamos varias veces a hablar de los temas satelitales, luego ambos nos atrevimos a invitarlas a salir de manera más personal, a veces salíamos los cuatro, a veces salíamos por separado. A la noche le comentaba a Máximo: -No sabes la dicha que es hablar con Etna, me resulta una mujer extraordinaria con su manera dulce, su lenguaje acorde al mío. ¿Y tú qué cuentas de Anacelis?
Pero, como decís vosotros en Sol III, sacar una confidencia a Máximo era como querer abrir un vino con un corcho muy inflado con un sacacorchos, sacarle las palabras con un tirabuzón era imposible. No comentaba pero se lo veía entusiasmado. Y pasaron los meses. La confianza con Etna y con Anacelis fue siendo mayor. Y bueno, se dieron las cosas y es como que yo formalicé con Etna. Máximo seguía su relación con Anacelis pero no formalizaba. Una noche le pregunté: -¿Pero te interesa? ¿Te gusta? -Sí, por supuesto; es agradable, es interesante y es bonita.
Creo que fue la vez que más me expresó... ¿su sentir?, podríamos decir su sentir. Hasta que finalmente me dijo que formalizaban. -¡Bravo, Máximo, bravo, bravo! Y agregó, como poniendo un freno con su mano, un stop: -Pero eso no significa que dejaré mi trabajo. Lo miré, como diciendo "¿De qué me hablas? Que formalices una relación no tiene nada que ver con lo laboral, lo laboral es lo laboral". -Y luego, ¿llegarás a convivir con la que hoy es tu pareja y tú su pretendiente? Sonrió. -¿De qué te ríes ahora? -Me suena cómica la palabra pretendiente. -Fue todo lo que dijo Máximo.
Al poco tiempo comencé a convivir con Etna y ya había una fecha estipulada para que Máximo conviva con Anacelis. Pero seguíamos teniendo las reuniones laborales, a veces Irdino participaba de ellas porque su conocimiento en matemática y matemática espacial, tenía conocimiento de órbitas, lo que sumado al conocimiento de Etna y Anacelis a nivel satelital nos hacía fortalecer como grupo. Anacelis hizo un planteo: -Mirad, hay regiones donde la tecnología todavía no está fuerte, tenemos que poner más holotelefonía, holovisión y aún no estamos en condiciones económicas de colocar más satélites en órbita. -Continúa -dijo Máximo, serio. -Es sencillo, enviaremos un equipo que colocará más antenas en cada uno de los satélites que orbita para fortalecer los servicios de holotelefonía, de holovisión y todo lo que es la red para comunicarnos por ordenadores en cualquier región del planeta. -Quisiera ver los planos, quisiera ver el proyecto en su totalidad. -Lo tendrás.
A las cuarenta y ocho horas Etna y Anacelis trajeron el proyecto. Lo miré, coincidía, estaba bien. Se lo mostré a Irdino: -Esto va a ayudar mucho. Máximo estaba distanciado. -¿Quieres echarle una mirada? -Lo invité. -No, Justo. -Seguía aislado.
Etna y Anacelis estaban enfrascadas en el proyecto, conversaban conmigo y con Irdino, Máximo distanciado. Quedamos en reunirnos la semana entrante. Pero esa noche le dije a Etna: -Voy a salir un par de horas, quiero ver a Máximo, lo vi raro, extraño. Y fui a ver a mi hermano. Máximo me dijo directamente: -Es peligrosísimo este proyecto. Hay satélites para holotelefonía, hay satélites para holovisión, hay satélites para la red. Pusimos en órbita satélites nuevos exclusivamente para defendernos de los conceptos tremendos de los etéreos. Estos satélites no deben ser manipulados. -Pero son ondas independientes, no van a interferir. -Sí, van a interferir. Yo sé que van a interferir. Va a haber huecos, va a haber brechas. Los etéreos van a aprovechar esas brechas. O bien se ponen nuevos circuitos en los satélites que ya estaban, o bien se ponen en órbita nuevos satélites. Si se tocan los satélites que hemos armado va a haber huecos, va a haber brechas, va haber peligro.
El problema fue a la semana siguiente. Máximo lo comentó, se le había pasado ese malestar y directamente lo dijo. Nunca lo había visto encerrado en sí mismo, él no era así de encerrarse, como decís vosotros en Sol III, siempre puso las cartas sobre la mesa. Quizá estaba molesto con Anacelis porque salieron cientos de veces y de repente le sale con este proyecto. Anacelis no estuvo de acuerdo, discutieron, discutieron mucho y mal. Etna trató de calmar a Anacelis como yo traté de calmar a Máximo. Máximo se puso pero muy mal. Le dijo: -Acabo de salvar al planeta, ¿lo queréis destruir?, adelante. -Vaya -dijo Anacelis con sorna-, ¿qué te molesta, que no te hayan puesto una estatua? -Se alejó. -Ven, ven, ven. -Lo tomé del brazo-. No te vayas. -No tiene sentido. Qué le voy a contestar si no me entiende, si no razona. Pero Anacelis no era sorda. -¿Cómo que no razono? Tú eres el único que razona, tú eres el único que eres el dueño de la verdad. Pues no vamos a hacer más gastos, el consejo no quiere hacer más gastos. -No va a haber consejo, no va haber nada si no me hacéis caso.
Irdino estaba pálido porque creía en Máximo. Obviamente yo no creía, directamente sabía que Máximo era imposible que se equivoque en su intuición, presentimiento, llamadlo como queráis, pero ya hubo como una distancia entre Máximo y Anacelis. Fuimos con Irdino a Liscaia. Hablamos con el consejo satelital, lo expusimos entre todos. Máximo era una figura respetada. Gracias al Creador el consejo le hizo caso. Máximo les dijo: -No se trata de gastar, se trata de invertir por vuestras vidas, las de sus hijos, las de sus nietos, los descendientes.
En los siguientes tres meses lanzaron nueve satélites sin tocar los que estaban para la protección en contra de los etéreos. Pero la relación entre Anacelis y Máximo estaba como resquebrajada. Le dije a Máximo: -Acércate, ella habla con Etna, le dice que te ama. -Es una niña, no entiende lo que yo le digo. -Nunca te vi tan... ¿cuál sería la palabra, mi hermano?, tan necio. Máximo me miró con unos ojos hoscos y luego lanzó una carcajada, me abrazó. -¡Oh!, déjame respirar, que me sofocas. -Me había abrazado muy fuerte. -Sí, tienes razón.
Se encontró con Anacelis y de alguna manera es como que hicieron las paces. Pero era difícil llevar a Anacelis, tenía un carácter muy especial. Máximo nunca dijo ser el dueño de la verdad, pero Anacelis así lo creía y le molestaba. Puede sonar ridículo lo que voy a decir, pero le molestaba que él no se equivocara, que no le encontrara un punto débil, que no le encontrara una debilidad. En realidad sí, ella había logrado sacarlo y Máximo, de alguna manera tenía cierto temor, tenía cierto temor en perder lo que había logrado. Bueno, el planeta de alguna manera seguía subsistiendo, Términus estaba a cubierto. Con Etna, todo diez puntos. Máximo y Anacelis seguían saliendo, aún no convivían. Parecía una lucha de poderes, no me gustaba. Me hacía mal porque a Máximo lo adoraba, era mi hermano, y Anacelis era la hermana de mi amada, de Etna. No me gustaba que compitieran. Es todo por ahora. Y gracias por permitirme expresarme.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep La entidad dialoga con su hermano acerca de las relaciones que pueden tener lugar entre distintas personas, sean familia, sean colaboradores profesionales, amistades o algo más. A veces no siempre lo social, lo lúdico pasa delante de los proyectos personales, técnicos o de investigación. Pero con una persona había este algo más.
Entidad: Me encontré con Máximo y me preguntó: -Te veo meditabundo. Suspiré y le dije: -La vida no es tan sencilla. Estoy satisfecho por mi trabajo, digamos como que a veces no se pueden complementar las dos cosas. Máximo frunció el ceño y me preguntó: -¿De qué estás hablando? -¡Je, je! A ver. Creo que el destino, al que agradezco, si es que el destino fuera un ser, le agradezco el haber conocido a Etna. Es una persona tan comprensiva... -A veces es como que te envidiara -me dijo Máximo. -¿Lo dices por Anacelis? -Mira, el tema es así, Justo. Anacelis es una persona inteligente, capaz, buena, comprensiva, pero por alguna razón que no llego a comprender, que no llego a entender, es como que siempre ha tratado de competir conmigo. -¿Lo dices por lo de las antenas?, ¿lo dices porque puso en riesgo el tema de la protección contra los etéreos? -A ver, entiendo su punto de vista. Yo sé que ella no va a hacer nada negativo a propósito, pero a veces su empecinamiento la ciega. La que ha ayudado muchísimo a modificar las antenas para que el planeta no corra riesgos fue la joven Estefanía. -Sonreí. -Te he visto tres o cuatro veces conversando con la joven. Máximo se encogió de hombros: -Yo tengo cincuenta años, la doblo en edad. O sea... es una joven que... no le encuentro ningún defecto, ¡je, je! Seguramente los debe tener, como cualquier otro, como cualquier otro ser en el mundo. Pero es feo hacer comparaciones Justo, es feísimo, ¿pero cómo no voy a sincerarme contigo, hermano, cómo no voy a sincerarme contigo?, yo pensaba que con Anacelis podía tener un futuro. Pero a ver si me entiendes. Cuando tú estás con una persona tratas de pasarla bien, en disfrutar en todos los aspectos, no te hablo de los aspectos materiales, de los aspectos físicos, te hablo de las conversaciones, los gustos..., y últimamente salía con dolor de estómago, de los nervios. Es como que yo decía 'A' para que ella dijera 'B'. Aparte su sarcasmo, su ironía, como ensalzándome pero de forma irónica. Las veces que me ha dicho "¡Ay, Máximo, tú te crees saber todo!". Yo creo que hay falsas posturas, Justo, la falsa humildad es hipocresía. Yo verdaderamente he logrado mucho por Términus, pero no me mal entiendas hermano, no me interesa ser reconocido, y el hecho de que ella diga "Tú quieres una estatua"... Lo interrumpí y le digo: -Mira, Máximo, esto te lo he escuchado decir por lo menos cinco, seis veces. ¿Tanto te ha pegado, tanto te ha golpeado? Si no es como que le daría la razón a ella, como que... como que no puedes dominar tu ego. -No, no, hermano, no se trata de eso, no se trata de eso, a veces me siento como mortificado. No tiene que ver con el ego, no me interesa. ¿Cómo lo diría?, no me interesa que me halaguen, no me interesa un reconocimiento extremo, no no no no. Al fin y al cabo nosotros somos efímeros pero la humanidad va a seguir, y el hecho de haber logrado algo para que la humanidad subsista sin que los etéreos dominen nuestra mente me hace sentir bien, y le agradezco mucho a esta joven, Estefanía, de haber logrado coordinar de alguna manera la transmisión vibratoria de las antenas de una manera tan sutil, como para que los etéreos no tengan cabida en esa conexión.
Lo miré y me quedé pensando. Máximo era un ser más allá de lo ordinario, era un ser extraordinario, y lamentaba mucho que no congeniara mucho con Anacelis de la manera que sí lo hacía con la joven. Porque no les conté de la joven. Él se había relacionado muchísimo tiempo atrás con una joven, Mariela, que también era de la mitad de edad de él, hasta que él descubrió su traición y estuvo un tiempo muy mal al punto tal de estar casi deprimido. Lo que tiene que Máximo es tan fuerte que luego se repuso como si nada. Y con Estefanía no hay una afinidad porque él pone las barreras, es como que tuviera un trauma con la edad de las jóvenes. Él piensa que porque una joven lo engañó por ser infantil, inmadura, que todas eran iguales.
Tuvimos conversaciones sobre el tema. -Yo entiendo -le dije-, entiendo, Máximo, que Anacelis es más cercana a nuestra edad y que puedes no tener compatibilidad por su carácter, como que siempre te lleva la contra en las cosas que puedes hacer, pero la joven Estefanía es distinta, atenta, amable, y estoy seguro que le simpatizas. -Pero no podría, Justo, no podría intentar una relación... -¿Por qué piensas que es inmadura? -comenté-, porque yo no la veo así. -No lo sé. Como te dije antes, son cincuenta años. Ella tiene un mundo por delante, seguramente debe tener muchos jóvenes pretendientes. No, no me veo en su vida. -¡Qué raro! -Ahora no te entiendo, Justo. -Qué raro -repetí-, porque tú siempre has dicho que el no siempre lo tienes, si uno intenta puede haber un 50% de no y un 50% de sí. Si no te atreves a ver qué puede pasar... -No, no, no es un ejemplo, no es un ejemplo para este caso. En este caso soy yo el que me freno, no porque Estefanía no me preste atención porque la veo muy dada para conmigo, muy simpática, soy yo el que no me veo futuro. A veces me siento como desgastado. En cambio a ti, Justo, te veo tan activo en el trabajo, tan entusiasmado, y no te enojes conmigo pero a veces siento como que estoy perdiendo las fuerzas, las ganas, como que cada vez me cuesta más trabajar. -Me extrañó, porque Máximo siempre amaba lo que hacía. Y se lo dije-. Sí, hermano, sí, sí, pero últimamente es como que me estoy persiguiendo con mi edad. -Pero me imagino por qué te persigues, entonces es porque te interesa Estefanía. Y tienes una especie de trauma por la edad, por la diferencia. -Máximo se encogió de hombros. -Distinto es tú con Etna. -No es tan así. Tú sabes que yo amo tanto como tú o más lo que hacemos y siempre quiero hacer cosas nuevas. Quiero incluso, con la ayuda de Irvino, montar más satélites, ayudar más en la holotelefonía, en la holovisión, poner más satélites de protección para frenar los conceptos mentales de los etéreos, y vivo trabajando, haciendo fórmulas. -¿Y qué te lo impide? -Mira, Máximo, Etna me apoya mucho pero en Ciudad Belgota queda a poca distancia de aquí, ella tiene su familia, tiene dos primos, Axel y Franco, ambos casados y trabajan en la parte de mecánica. -¡Ah, pero qué bueno! -No no no, son muy... no sé cómo decir la palabra... estructurados. -Bueno, ¿pero hacen bien su trabajo? -No pasa por ahí, son estructurados en todo, en el trabajo, el cual lo harán bien, pero son estructurados en lo cotidiano. Nosotros por ejemplo fuera de nuestro trabajo a veces vamos a tomar algo y de repente te veo a ti dibujando, haciendo un croquis para perfeccionar tal hipótesis y tú lo mismo conmigo, me ves a veces haciendo cálculos algebraicos. -Claro. Pero no sé a dónde quieres ir a parar, Justo. -¡Je, je! Franco y Axel, los primos de Etna, son muy... no me sale la palabra... muy simples. -Explícate. -Claro, Máximo, sus temas es como que no me interesan. Yo no digo que no me guste divertirme o de vez en cuando tener... ¿Cuántas veces hemos ido a museos, cuántas veces hemos ido a parques a gozar de la naturaleza o a museos a ver obras maravillosas? -Está bien, pero no todo el mundo hace lo mismo. Hay muchos tipos de diversión, hay gente que le gustan los deportes, hay gente que le gusta el esparcimiento o el recostarse en una playa a disfrutar del sol. -Sí, Máximo, pero es como que ellos son... sus temas son muy... En realidad no lo podría resumir, por ahí tú los escuchas hablar un par de horas y luego tratas de resumir lo conversado y se disuelve como granos de arena en la mano y no llegas a ninguna conclusión. -Pero, Justo, es su manera de ser. ¿Cuál es el inconveniente? -Sabes que yo llevo conmigo mi holotablet. -Sí, yo también. -Bueno, me aburro de sus conversaciones y me siento en un diván y me pongo a hacer croquis. Y me critican "¡Oh! Pero Justo, a ver, primo, siempre te apartas. ¿Por qué eres tan cerrado?". Les comento "No, no soy cerrado, simplemente me surgió una idea y tengo miedo que después se me vaya de la cabeza, entonces la trato de plasmar en la holotablet". "¿Es que no te interesa lo que conversamos?". Y no puedo ser tan maleducado para decirles "Honestamente no, no me interesa". Y te confieso que hemos tenido discusiones con Etna, "A veces te comportas como un maleducado". Le digo "¿Pero qué quieres que haga, qué puedo hacer?, sus temas son tan banales...". Y yo trato de ser lo más empático posible pero son temas que directamente ni entiendo. O comentan qué les pasó ayer, qué les pasó antes de ayer, y Etna me dice "¿Pero tú no haces lo mismo con Máximo?". "En realidad no. Y si le pregunto a Máximo qué has hecho ayer, me va a responder: "Estuve haciendo unos cálculos elementales porque justamente en tal o cual punto hubo que hacer una corrección". Son temas que yo domino. Y Etna me responde "Bueno, ¿te das cuenta los puntos de vista?, para Axel y para Franco eres una persona cien por ciento aburrida, siempre metida tu cabeza en el trabajo". -¿Y tú qué le dices? -preguntó Máximo. -Que me conoció así. Y ella me dice que no. -¿Y qué le has respondido? -Que evidentemente con ella puedo conversar cosas de trabajo porque me entiende, porque me complementa. Pero estos primos Axel, Franco, lo mismo sus esposas, hablan de cosas... "Pero mira el vestido que me compré, estos zapatos están de moda". Son temas que no me interesan. Esto no significa que no me pueda comprar un zapato pero voy a una tienda lo compro, veo si es mi número, veo si verdaderamente tiene buena suela y en diez minutos lo compré y me fui. O sea, que para mí comprar una prenda, zapatos o lo que fuera, es un trámite, pero no voy a perder tiempo. -Pero Justo, muchas veces te he visto y me ha pasado a mí también, que nos quedamos meditando horas, ¿no lo tomas como una pérdida de tiempo? -No, Máximo. Aparte me extraña que tú me lo digas, tú meditas más que yo. Pero la meditación nos sirve para captar ideas nuevas, para mí la meditación no es un esparcimiento. -O sea, todo eso de Axel, Franco y sus esposas es como que te crea una grieta con Etna. -A ver. Mira -expliqué-, Etna nunca me va a llevar la contra como te ha pasado a ti con Anacelis. Anacelis, honestamente, me da una pena tremenda porque contigo tenía una afinidad enorme, pero el trauma es de ella que busca competir. Tú mismo lo has dicho, una, mil veces lo has dicho. Y piensas que con Estefanía no eres compatible porque aquella joven de muchos años atrás te ha traicionado y entonces es como que tienes un trauma con las jóvenes porque piensas que al ser inmaduras son inmaduras también afectivamente. -Y sí, no voy a mentir, lo he pensado mil veces. -Máximo, tú eres una persona que has orientado a muchísimos, pero no lo haces contigo. ¿O acaso piensas que las personas maduras, por lo menos maduras biológicamente, todas son maduras mentalmente?, porque conozco infinidad de personas, compañeros, compañeras que han traicionado a gente de muchas maneras, a esposos, a esposas, a amigos, a compañeros, a conocidos y son personas de nuestra edad, porque si no, Máximo estarías cayendo en un error pensando "La gente madura es leal y la gente joven es desleal", porque si catalogas de esa manera estarías siendo prejuicioso. -No no no no no, jamás lo pensé de esa manera, Justo, jamás lo pensé de esa manera. -Máximo, dale una oportunidad a Estefanía de conocerse mejor ambos. Máximo me respondió: -Y tú trata de ser más elástico con Etna y sus primos. No sé cómo ponerme en tu lugar. -Sabes qué pasa, Máximo, que yo no soy una persona de fingir, de estar cómodo cuando no lo estoy, de interesarme en una conversación cuando estoy por bostezar a cada rato. Pero no me callo las cosas, se lo comento a Etna. -Claro -exclamó Máximo-, hay que ver el tono en que lo comentas, cómo lo comentas. Tú conoces los músculos del rostro, sabes que mueves menos músculos para sonreír que para estar a gusto. -Máximo, no caigas en una falacia. -¿Por qué es una falacia?, es cierto lo que digo. -Falacia en el sentido del juego de palabras. Seguramente es menos esfuerzo sonreír físicamente, pero no mentalmente. Tengo otros gustos, otras maneras. Contigo puedo estar horas y horas hablando, que tenemos temas similares y hasta podemos olvidarnos hasta de comer cuando un tema nos atrapa. ¿Y sabes qué?, esta joven, Estefanía, a la que tú consideras todavía inmadura y si no lo has dicho lo has dado a entender, ella también se engancha con eso temas, cuando habla de las vibraciones sutiles en la transmisión para la holovisión y la holotelefonía sus ojos le brillan y habla y habla y habla, y si no le interrumpes capaz que pasa de largo una comida. Ni siquiera Anacelis, ni siquiera Etna se enganchan tanto en el trabajo como nosotros, así que eso de la no compatibilidad con Estefanía, sácatelo de la cabeza, Máximo. -Lo voy a pensar y me voy a dar a mi mismo una oportunidad. Pero Justo, como hermano te lo digo, date tú también una oportunidad. Cerré los ojos y me quedé meditando, pensando en Términus, el último planeta del universo. Y me sumergí, me sumergí en una armonía que me trasladaba a un océano de luz, de mucha luz.
|