Índice

Psicoauditación - Juan H.

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Sesión del 30/12/2022 Gaela, Juan Orsini

Sesión del 02/01/2023 Gaela, Juan Orsini

Sesión del 11/10/2023 Sargón, Urbano

Sesión del 09/11/2023 Sargón, Urbano

Sesión del 23/01/2024 Sargón, Alaric

Sesión del 07/02/2024 Sargón, Alaric


Sesión 30/12/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Juan H. (Edamaris)

La entidad relata una vida en Gaela. Se interesaba por el humanismo y encontró una persona con quien podía hablar de ello, preguntarle acerca de unos problemas personales que tenía, para no resultar afectado por el comportamiento de los demás.

Sesión en MP3 (3.627 KB)

 

Entidad: Mi nombre, Edamaris, plano 3 subnivel 8. Voy a relatar una vivencia de hace cien mil de vuestros años en un mundo gemelo de Sol III, Gaela. O si queréis, como nombre astronómico, Gaela III.

 

Mi nombre era Juan, al igual que en el rol actual, Juan Orsini. Había nacido en Guacre, un país del sur del nuevo continente, por encima de Plena.

Me sentía demasiado consentido de pequeño. Recuerdo que teníamos una pandilla, y si otros chicos se peleaban conmigo, mi madre en lugar de enseñarme a defenderme, me protegía.

-No se metan con Juancito, fuera de aquí.

 

Y entonces en lugar de templarme, de fortalecerme, en esa parte me crié en un lugar de confort porque estaba sobreprotegido. Pero claro, a medida que fui creciendo doce, trece, catorce, quince, dieciséis años, mi madre dejó de ser la sobreprotectora y por su edad pasó a ser la demandante, la inquisidora, la que hacía rol de víctima, la que de repente se quejaba por tus supuestos errores, y de esa manera te hacía la vida imposible.

 

Cuando cumplí veinticinco años me gustaba todo lo que tenía que ver con los derechos humanos, una de mis frases favoritas era "Mi derecho termina donde empieza el derecho de la otra persona", algo que mi madre no entendía.

A pesar de mi timidez, a los dieciocho años salí con alguna chica, pero las relaciones por una cosa o por la otra no duraban.

 

Recuerdo que en el diario principal de la capital de Guacre salió una noticia: "El duque de Wynot, Jorge Clayton, viene a Guacre desde Plena a inaugurar una fundación, una fundación para madres solteras con niños, aquellas madres cuyos padres desaparecieron en la neblina y nunca dieron la cara".

 

Recuerdo que armó una conferencia en el aula magna de la facultad de filosofía y letras. Por supuesto que fui, un tema que a mí me interesaba muchísimo, al igual que el humanismo. Me senté en segunda fila prestando mucha atención a sus palabras. Lo que Clayton comentaba era muy similar a mi forma de pensar.

Él comentaba:

-Hay algo que tenéis que tener en cuenta, querida gente, el ser humano es el último baluarte de este mundo. Disculpadme que diga baluarte, pero es para que se entienda. Somos seguramente la raza más inteligente, ¿pero por qué no lo aplicamos?, ¿por qué depredamos especies de animales?, ¿por qué invertimos en maquinarias de guerra en lugar de invertir en ecógrafos, en medicación, en vacunas? A veces gastáis demasiados créditos en diversión, lo cual no está mal, pero en este mundo no hay igualdad, sigue habiendo mucha desproporción entre pobres y ricos.

 

Fue una conferencia que duró cincuenta minutos, Clayton se fue muy aplaudido.

Tuve un impulso venciendo mi timidez y lo saludé en uno de los pasillos:

-Un gusto conocerlo, Clayton.

Me miró con su mirada firme y me dijo:

-El gusto es mío. ¿Tú eres de aquí, de Guacre?

-Sí, me gusta mucho Filosofía y Letras, me gusta el humanismo... Hay tantas cosas que debo aplicar en mi vida personal y no lo hago.

-Vaya. -Se interesó más en mi persona-. ¿Y por qué no lo haces?

-¡Je! Ojalá lo supiera.

-¿Te incomoda si te invito a tomar algo?

-Al contrario, es un honor; tú vienes de Plena, eres una persona conocida incluso en el viejo continente, hasta en el norte, en Beta.

-¿Cuál es tu nombre?

-Juan Orsini.

-Juan, vamos a algún lugar donde no haya tanta gente, en la facultad no. ¿Conoces algún bar discreto? -Me encogí de hombros.

-Sí, a la vuelta de la facultad. El de la esquina no, el del estudiante no, se juntan todos.

-Te sigo.

-Pero tienes un montón de fotógrafos que quieren sacar fotos para sus periódicos.

-Dime por donde puedo escapar, ¡je, je, je!

-Sígueme. -Clayton me siguió por un pasillo lateral y salimos a la calle del costado-. Aquí, a treinta metros, tenemos el barcito. ¿Pero por qué un bar discreto?

-Para que puedas soltarte en profundidad y contarme qué te sucede.

-¡Je, je, je!

-¿Qué hora es?

-Mediodía en punto. Si te parece bien a la una aquí mismo comemos. ¿Tienen menú?

-Tienen. Primero tomemos unas bebidas y después... Disculpa mi ironía, Clayton...

-Dime Jorge.

-Disculpa mi ironía, Jorge, pero si me quieres escuchar, ¿tendrás tiempo hasta las ocho de la noche?

-Vaya, ¡je, je, je! -Miró la hora-. A las dieciséis tengo otra reunión. Pero conversemos. ¿Cuál es el problema?

-Mi primer problema es mi madre, que de chico me sobreprotegió y eso impidió que desarrollara mi instinto de defensa, me quedaba como desprotegido.

-¿Y luego?

-Luego fue al revés. A medida que yo iba creciendo ella iba cambiando, me echaba en cara, me decía: "Todo lo que hice por ti y tú no me lo agradeces". ¿Qué le iba a agradecer? Yo era un buen hijo, estaba con ella, la ayudaba en lo que podía.

-Entonces no entiendo, Juan, ¿de qué se quejaba?

-No sé si en Plena dicen lo mismo que en Guacre, se quejaba de lleno y siempre buscaba una excusa para maltratarme: "Eres bueno para nada, fracasas en todo". Después empecé a salir con un par de jóvenes. Había una chica que me gustaba mucho y ella vivía en un pequeño apartamento, y para escapar de madre me fui a vivir con ella.

-Bueno, saliste de tu lugar de confort.

-Sí, ¿pero para qué? Ella prácticamente no trabajaba y yo trabajaba en mensajería hasta terminar la carrera. Y me exigía:

-¿Esto es lo que has traído, Juan?, esto no sirve para nada.

-Te doy lo que tengo, déjame para viajar.

-Ve a pie, tienes tu trabajo a veinte calles.

-¿Y por qué voy a hacer veinte calles a pie pudiendo tomar un bus?

 

Y así durante ocho meses, hasta que no la soporté más. Era una persona que vivía aprovechándose de mí.

-Permíteme un comentario, Juan.

-Por favor, para eso vinimos.

-Mira, si se han aprovechado de ti es porque tú lo has permitido. Si de entrada, y no sé si en Guacre lo dicen igual que en Plena, si de entrada ponías los puntos sobres la íes eso no hubiera pasado. ¿Y qué hiciste, volviste con tu madre?

-Sí. ¿Pero para qué? "Ni para tener una pareja sirves. Y claro, eres tan poco hombre que la mujer se cansó de ti". Y así. O sea, ponía el palo hirviendo, caliente en la llaga de mi ego haciéndome creer que yo era poca cosa.

-¿Y luego?

-Conocí a otra joven más dócil, conversadora. Me gustaba porque conversaba y conversaba y conversaba.

-¿Y?

-No sé si casualidad o causalidad. Vivía con una amiga, pero la amiga viajó a otro país, y bueno, me fui a vivir con ella.

-¿Distinta que la otra?

-Absolutamente. Buena mujer. Conversadora, conversadora, conversadora. Pero claro, llega el momento en que quieres silencio, que quieres paz. Sentía como que me ahogaba, como que me quitaba mi espacio. De repente yo me ponía a escribir, se ponía de atrás y me abrazaba y me besaba.

-Cariñosa.

-Sí, cariñosa. Pero yo le decía:

-¿No te incomoda que te pida que me dejes terminar de escribir?

Y me reprochaba:

-¿Te molesto?

-¡Claro que no me molestas, no!

-¿Por qué me echas?

-No no, no te estoy echando, quiero terminar de escribir.

-No te interesan mis abrazos.

 

Te la hago corta Jorge, así durante seis meses. No podía ni respirar, estaba encima mío.

-Pero no te quejes, cuántos varones querrían que su pareja esté encima.

-No, te ahogaba, te ahogaba por completo. No no no no. Y pasé un año y medio sin pareja. Y cuando cumplí veinte y tres, ahora tengo veinticinco, tuve una tercera relación. Alquilamos entre los dos una pequeña habitación, ella trabajaba en la casa, hacía costuras. Y a mí me iba bien haciendo de comisionista, pero a veces me demoraba en las entregas y llegaba tarde.

            -¿Adónde has estado?

            -Me tuve que ir hasta la calle Margal, ya terminando la capital de Guacre.

            -¿Y por qué vienes tan despeinado y con la ropa así?, ¿no habrás estado con alguna zorra?

            -¿Zorra, zorra? Yo estoy para ti, no me interesa más nadie. ¿Me reprochas porque trabajo mucho? ¡Sería el colmo!

La cuestión que tenía que reportarle todo lo que hacía. De tal horario a tal horario. A tal despacho a llevar una carta, por la tarde hasta a una auditoría a llevar un balance. Y así. Me volvía loco. Y en la casa lo mismo; si sacaba una cosa de lugar, "¡Qué haces, Juan, ponla donde estaba! Siempre tan desordenado. Con razón tu madre no te quiere". Alguna vez le había dicho que discutía con mi madre y ella se cogía de allí para manipularme. La cuestión es que tienes que pedir permiso para, disculpa mi grosería, hasta para ir al baño. Y no. Se terminó. Me fui a vivir solo.

-Bueno, es un adelanto.

-No, Jorge, para nada. Me sentía agobiado, me sentía con traumas, traumas que mi propia madre me había dejado y... ¡Ah!

-¿Pero al estar solo no era un alivio? Nadie te manipulaba, nadie te ordenaba, nadie te estaba encima... ¿No sentías opresión?

-Sí, sí, Jorge, la sentía. La soledad era una opresión.

-Juan, basta, lo que me estás diciendo no tiene sentido. Tienes que aprender a estar solo contigo, tienes que llenarte en tu interior, da la impresión como que tu interior está hueco.

-¿Jorge, escuché mal, me estás llamando hueco?

-No, escuchas lo que quieres escuchar. Te dije que tu interior está hueco, tu interior.

-No termino de entenderlo.

-Mira, el tema es así. Hablemos de las convivencias. Cuando tienes una nueva relación, querido Juan, lo primero que tienes es una proyección, una ilusión, una fantasía basada en esperanzas. Depositas ahí todas tus fichas en lugar de ir viendo de a poco cómo va la cosa. Te juegas por completo, y eso no debe ser.

-Bueno, ¿pero y no es así el enamoramiento?

-Claro. El enamoramiento refuerza una idea de que ambos son similares, como que tienen almas afines.

-¿Pero a veces no es así?

-El enamoramiento es una ilusión, no tiene que ver con el amor verdadero.

-Está bien. ¿Entonces cómo me manejo a nivel de pareja?

-Primero con diálogo y con respeto. Pero si tú le respetas a la otra persona, tienes que exigir lo mismo de la otra persona para contigo, eso evita conflicto. De entrada, ¿eh?, de entrada. Pero hay una diferencia entre el diálogo y el falso diálogo.

-Me perdí.

-Claro, Juan. A veces las palabras ocultan las verdaderas intenciones. Ensalzan, sacan a relucir lo positivo de la persona y ocultan el error. Toda persona tiene por costumbre hablar bien de sí misma: "Si estás conmigo en pareja tendrás esta ventaja, aquella, la otra, la otra, la otra". Y tú compras.

-No entiendo eso de comprar.

-Claro, comprar significa, en la jerga de Plena, que te lo crees. Y de entrada tú no tienes que creer todo lo que te dice la persona porque después, como tú has dicho, está la que te exige, está la que te quita tu espacio. Porque está bien que te abrace, pero de repente no te deja hacer cosas y te ahoga. Está la persona que se aprovecha de ti, está la persona que desconfía hasta de un estornudo y que tienes que marcar la hora, tienes que marcar la tarjeta como cuando vas a una fábrica. No. Eso es un infierno, no una pareja.

-¿Y cómo se resuelve?

-Hay mujeres y hay varones que tuvieron malas experiencias de relaciones anteriores y miden a todos con la misma vara: "Aquel hombre me hizo tal, 'hablaré bien', tal tontería seguramente que este Juan va a ser igual o peor". Entonces lo todo empieza con un idilio, después la persona te termina echando en cara: "Pensaba que eras otra cosa, eres un mediocre".

-¡Je, je! Esto que comentas, Jorge, me hace acordar a mi madre.

-Bueno, daría la impresión como que te buscas relaciones parecidas a tu madre. Una convivencia siempre trae sorpresas, no solo para ti, ¿eh?, para la otra persona también, ella también deposita sus expectativas en ti. No es que tú tienes toda la razón y la otra persona está cien por ciento equivocada, cuidado, ¿eh? Y después están aquellas que le buscan la quinta pata al gato.

-No entiendo esa frase.

-Claro, que buscan hasta el mínimo detalle en lo que dices: "¿Qué has querido decir con eso?". Con ironía. "Nada, simplemente cometes...". "No no no, a mí ahora no me digas eso, tú me has querido decir algo...". O sea, la otra persona te trata de imponer, Juan, lo que en realidad ella quiso entender.

-Bueno, ¿qué hago ahí?

-Muy simple. Le dices firmemente, pero asertivamente, sin levantar la voz: "Honestamente, lo que yo quise decir es esto, esto y aquello. Todo lo demás seguramente fue una mala interpretación". Si así y todo la persona, la otra, sigue buscando pelea, llámate a silencio.

-Ya lo he probado eso: "Ahora te haces el sordo, me ignoras, piensas que yo soy una basura cuando la basura eres tú". Y no es fácil, no es fácil.

-Yo digo que antes de convivir hay que salir un tiempo. -Me molestó lo que me dijo Jorge.

-¿Y tú lo has tenido todo fácil?

-Sabes que no. Creí que me sentía enamorado de una joven, pero ella, como había tenido malas experiencias de amigas, odiaba a la gente rica. Entonces me hice pasar por pobre. Y lamentablemente, no es que los obligué pero les pedía a mis amigos que también mintieran. Me hice pasar por un simple oficinista. Finalmente supo quién era. Otra joven me había hecho una trampa, otra joven que me pretendía. Pero finalmente supo la verdad y salimos. Pero claro, a veces tenía distintas cosas que ya te contaré, que ya te contaré.

 

 

 


Sesión 02/01/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Juan H. (Edamaris)

Seguía la larga conversación que trataba de no ser influenciado por otras personas, que no necesariamente sean negativas pero que no tienen la misma sintonía que uno. Y de no entregarse francamente a otros sin conocer qué compatibilidad hay primero.

Sesión en MP3 (2.364 KB)

 

Entidad: Mi nombre es Edamaris, plano 3 subnivel 8. Me comunico para continuar el relato de mi primer rol en Gaela, planeta gemelo a Sol III, hace cien mil años atrás.

 

Había nacido en Guacre, en el nuevo continente, un país un poco más arriba de Plena. Mi nombre era Juan Orsini.

Había inaugurado una fundación de madres solteras con hijos o sin hijos el millonario de Plena, Jorge Clayton. Le decían duque de Wynot aunque él lo negaba.

Decía:

-En Plena no hay títulos nobiliarios. Es de mis ancestros, y la familia lo usa por costumbre.

 

Había dado una conferencia, a la que acudí, y luego me acerqué a él, lo que derivó posteriormente en una conversación en un pequeño bar a la vuelta de la facultad de Filosofía y Letras.

Le conté parte de mi historia y él me dijo:

-Mira, Juan, hay dos maneras de afrontar tu situación: haciendo rol de víctima o aprendiendo de los errores. Pero hay algo más, Juan, espera que te lo digo. Capaz que tú tienes una información sencilla de quienes son nuestros maestros, aquellos que nos enseñaron el camino.

-La tengo -le respondí-, entiendo que son seres humanos ilustrados.

-No lo niego, Juan. Pero en mi caso, me pongo como ejemplo y quizá te caiga la ficha.

-Explícame te caiga la ficha -le pedí.

-Caer la ficha es darse cuenta.

-Continúa -pedí.

-Quizá te caiga la ficha. Pero de las personas que yo más aprendí es de las personas negativas. Y mucho, muchísimo, lo cual no es para darles una cucarda ni un primer premio, son personas absolutamente negativas, son personas que terminan marchitando el afecto que se les tiene.

-Me ha pasado -le dije-. Y a veces siento un complejo de culpa por no sentir afecto por esa gente que me ha dañado, por así llamarlo.

-No, no puedes sentir culpa -me respondió Jorge Clayton-, porque fueron esas personas las que con su actitud una, otra, otra, otra, otra y otra vez terminan marchitando tu afecto. Y en un momento dado te preguntas, "Qué raro, no siento nada, no tengo ningún afecto por dicha persona. Pero tampoco siento odio, siento una total y absoluta indiferencia".

-¿Y está bien eso?

-En este caso sí, está bien, pues si sitieras odio es como que algo todavía te estuviera molestando.

-Entiendo. ¿Pero no es que las personas indiferentes no son buenas?

-No no no, Juan, Juan espera, espera; yo no te hablo de las personas indiferentes que andan indiferentes por la vida, yo te hablo de personas que son indiferentes a aquellas que les hicieron daño, a las cuales no les desean ni bien, ni mal. Y ahí es cuando te das cuenta de que tu interior está sanado, por lo menos con respecto a esa persona. Ahora, eso no significa que tengas un blindaje para todas las personas que te puedan hacer daño porque hay personas que hacen rol de víctima, otras personas que te atosigan, o como tú mismo has dicho, personas que te invaden tu espacio y no te dejan respirar, te ahogan, personas a las cuales les tienes que pedir permiso hasta para estornudar, ¡je!, figurativamente hablando. Entonces es como que cada persona tiene un método.

-¿Y lo hacen a propósito?

-Mira, con mi poca experiencia de veinticuatro años... ¿tú tienes veinticinco, Juan?

-Sí.

-Yo tengo veinticuatro. Con mi poca experiencia sé que hay todo tipo de personas, hay personas que directamente tienen mala entraña.

-Explícame la palabra.

-Mala vibra. Y hay personas que no lo hacen a propósito lo de dañarte ya es su manera, su forma. Son personas incompatibles contigo. Quizá son cien por ciento compatibles con otro tipo de persona, pero no contigo.

-¿Y cómo reconozco cual es cual?

-Bueno, ya te lo he respondido, no es que estés con la persona un par de meses y convivas; trata con la persona, conócela. Es preferible a que des la cabeza contra la pared. Y eso lo vas a entender sin que te lo traduzca, antes a que te des la cabeza contra la pareja después.

-¿Me estás diciendo que la pareja es la pared?

-¡Je, je! En algunos casos sí. ¿Sabes cuándo?, cuando ya es demasiado tarde. Cuando de repente tienen un hijo en común y ahí ya es más difícil separarte de esa persona porque terminan dañando a un inocente que no tiene culpa.

-Me estaba comentando que usted también pasó por circunstancias.

-Sí, pero no conviviendo, Juan. Tuve algunas historias cuando estaba en la facultad. Pero yo era honesto; salimos como amigos, y si luego me alejo no tienes que reprocharme nada. Era mi manera de ser. La sigue siendo, ¿eh?

-Pero en un momento dado te enamoraste.

-Sí, me enamoré de una joven que tenía un trauma con los ricos: "Los ricos te usan y te tiran".

-¿Acaso la mayoría no es así?

-Juan, no podemos medir a todos con la misma vara. Yo no soy así, soy de familia rica y tengo mi propia fortuna que supe invertir, pero no soy una persona que vive paseándose en yacht o vacacionando en cada costa del viejo continente, la prueba está que vine a Guacre a inaugurar una fundación absolutamente solventada por mí. Si a su vez aprovecho para conocer gente, como te conocí a ti, para disfrutar de la ciudad, para conocer vuestras costumbres, bienvenido sea, pero para mí sigue siendo un trabajo.

-¿Y qué pasó con esa persona?

-Me demandaba. Bien; me amaba, pero quería que estuviera en todo momento con ella. Y era incompatible con mi trabajo, yo viajo mucho.

-Bueno. Continúa -pedí.

-Es triste, pero estaba con un buen amigo cuando me entero que fallece mi padre, y mi novia me esperaba para su fiesta, a la cual le fallé. Al día siguiente luego de enterrar a mi padre me presento en su casa para explicarle la mala nueva, la amargura de perder un padre. Y me atiende la madre, me atiende de muy mala manera pensando que yo estaría, no en alguna aventura sino como que le daba más importancia a fundar un ala, un pabellón de un hospital que a la fiesta de ella. Luego me atiende la hija y lo mismo, prácticamente me terminan cerrando la puerta en la cara. -Me quedé pálido.

-¿Y por qué no le has dicho lo que pasó?

-Porque no me dieron tiempo.

-¿Por qué no insististe, por qué no has insistido?

-Porque si no me dejaron que les explique es porque no les interesaba que yo les explicara. Su ego, tanto la madre como la hija, podía más que el saber qué me había pasado. Supongo que se enteraron después, se enteraron después por amigos o amigas. Pero ya está. Lo que me sorprende es el haber sentido tanto y en poco tiempo el sentir nada.

-Eso es imposible.

-Te aseguro que sí Juan.

-¿Porque te dolió lo que te hizo, el no haberte escuchado?

-No, me desilusionó. Uno tiene una ilusión y eso está en contra de lo que yo enseño a mis amigos, a mis conocidos, de que uno no tiene que proyectar en la otra persona la perfección, no. Somos seres humanos, con nuestras virtudes, nuestros defectos. Si proyectamos en la otra persona una luz de perfección nos vamos a desengañar. Y eso lo digo por ti, lo digo por ti, Juan.

-¿Qué hago entonces, no me ilusiono con nadie?

-No, no digo que no te ilusiones, ilusiónate en un nuevo afecto, ilusiónate si conoces a un nuevo amigo, pero no abras de golpe tu pecho para que te claven puñales, espera a ver cómo es la persona.

-Pero Jorge, yo no soy un ser frío que va a estudiar a la persona como si estuviera tomándole un examen.

-¡Je, je! Juan, no te tomes todo tan literalmente. No te estoy hablando que la estudies como para pedirle que... ¡je, je!, o que le hagas un test de personalidad, ¡je, je!, no. Te digo que salgas, estés, aprendes sus costumbres y luego verás si hay compatibilidad o no. Quizás es más fácil una amistad que una relación de pareja, porque el amigo tiene que vibrar en tu misma sintonía, es un amigo, puede tener su opinión política, su opinión personal, hasta su opinión religiosa. Pero bueno, en una pareja es distinto.

-¿Tienen que vibrar puntualmente en sintonía?

-No necesariamente, pero sí tienen que tener amplitud de criterio. A mí me gusta la música, a la otra persona el periodismo; ella tendrá que aprender a amar esa música y yo tendré que amar las letras. De eso se trata. No creo en las almas gemelas, creo en seres que se complementan. Si tú entiendes eso nadie te va a invadir, nadie te va a invalidar, no vas a ser presa de nadie ni tendrás que ser controlado por nadie, porque tú no vas a permitir que eso pase. Esa es la manera de erradicar todo tipo de negatividades que puedan haber incorporado en tu ser.

-¿Y los roles del ego?

-Eso es un trabajo tuyo, ya no tiene que ver con la otra persona. Eso es algo que tienes que dominar tú.

-¿Y mis emociones?

-Juan, todos tenemos emociones, eso no lo podemos manejar. Pero el fruto de esas emociones, el enojarte, el gritar a la otra persona, el discutir en voz alta, eso sí lo puedes dominar. Y no intentes caerle bien a todos, habrá gente a la que le caerás bien, habrá gente a la que no. Y no es tu problema, es problema de la otra persona.

 

-¿Cuándo vuelves a tu país?

-Mañana. Ahora tengo que..., tengo una actividad. Si quieres a la noche cenamos. Y bueno, te paso mi tarjeta, estás invitado para ir a Plena cuando quieras.

 

Nos dimos un abrazo en ese momento, y ya le respondería cuando iría para Plena.

 

 

 


Sesión 11/10/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Juan H. (Edamaris)

La entidad relata una vida en la Federación Sargón, donde era teniente. Se le encomendó una misión de vigilancia a un mundo, fue con un alférez y cuando llegó se encontró militares lacerta. La entidad recuerda varios engramas de esa vida.

Sesión en MP3 (2.522 KB)

 

Entidad: Como thetán recuerdo una vida bastante bastante difícil donde sufrí traiciones de quienes supuestamente eran mis amigos, o quizá viéndolo objetivamente no fueron traiciones, entiendo de que cada uno eligió su propia supervivencia, pero el engrama que me dejó es muy grande.

 

Mi nombre era Urbano, un félido de la Federación Sargón. Orgullosamente había llegado al grado de teniente y había ido en una misión, más que nada porque el alférez René había hablado con mi capitán explicándole que había visualizado distintas naves lacerta, pero ese capitán que conducía aquel crucero se descompensó y se abandonó la misión.

 

El capitán dijo:

-En este momento no puedo encabezar una misión.

 

El alférez René, con quien habíamos tenido un par de conversaciones le dijo:

-Doy fe de que el teniente Urbano puede llevar una tripulación porque están atacando planetas desérticos donde hay vidas félidas, humanas trabajando en minas para sacar material valioso y además hay muchos civiles con cúpulas energéticas para mantener la atmósfera fuera de las minas. -El capitán autorizó la misión.

-Ved, pero con mucha precaución.

 

Era la primera vez que encabezaba una misión de crucero donde había una posibilidad de conflicto bélico. En realidad estaba fuera de las normas.

Se lo dije al alférez René:

-Nunca comandó una nave un teniente.

Me tenía confianza me hablaba de tú:

-Vamos, Urbano, tú puedes hacerlo, el capitán que teníamos antes nos iba a llenar a todos de gloria porque habrá varios mundos y él captado la comunicación de ultraradio entre esos mundos donde planeaban atacar sistemas humanos de mundos no habitados sino mundos recién explorados. ¿Por qué no atacarlos a ellos primero demostrándoles el poder de la Federación Sargón?

 

La nave era pequeña en realidad, apenas eran cuarenta alféreces bajo mi mando. No me sentía muy seguro para una misión tan importante y nada menos contra los lacerta, pero fuimos. Fuimos a veinte mil años luz de distancia.

-René -le dije al alférez-, estamos fuera de los límites de la Federación.

-Mi querido teniente Urbano, miremos con el ultra telescopio. Mira, hay sistemas estelares con mundos deshabitados pero que están explotando las minas.

-Alférez -le dije- estamos fuera de los límites, si hay seres explotando esas minas y llevándose el material, ¿por qué meternos?, no son humanos.

-Pongamos la capa de invisibilidad en el crucero y acerquémonos más.

 

Nos acercamos a quinientos mil kilómetros de distancia, eran lacertas y al igual que la Federación tenía humanos, félidos, reptiloides en campanas energéticas. Aquí había cerca de diez mil civiles lacerta independientemente de los quinientos lacerta que trabajaban con trajes espaciales en las minas.

-Nos vamos a llenar de gloria.

-Alférez, basta, ¿tú piensas que yo voy a atacar con bomba de protones a esos inocentes?

-¡Je, je!, ¿inocentes? -me respondió el alférez René-, esta misma gente es la que ha atacado tiempo atrás a colonias humanas, pero claro, como tú y yo somos félidos, qué nos importa.

-No, no, René, me estás trabajando la moral. Hagamos una cosa, bajemos los dos en una nave biplaza y hablemos con el que está encargado, con el capataz de las minas, cual es su protocolo.

-¿Protocolo?, están fuera de los límites de Sargón, ¿qué protocolo?

-¿Cuál es su idea alférez, René, qué van a hacer con ese material?

-Fíjate que es un material ideal para fusiles y pistolas protónicas como las que tenemos nosotros. Bajemos, siempre y cuando tú lo ordenes, teniente Urbano.

-Bajemos -concedí. Le dije al resto de los tripulantes-: Estén alertas, si llegara a pasar algo con nuestra nave biplaza nos teletransportan de inmediato.

 

Antes de bajar, mi supuesto conocido, el alférez René, habló con otro de los alféreces.

Subimos a la nave biplaza y bajamos al mundo prácticamente desértico, sin atmósfera.

-¿Qué le has dicho a tu compañero?

-Que tenga mucho cuidado, que nos estén vigilando por el ultratelescopio.

-Perfecto, has hecho bien, eso es lo que quería saber.

 

Obviamente estábamos con trajes espaciales comunes sin el blindaje energético, para qué, íbamos en misión de paz para averiguar el protocolo.

 

Llegamos. Nos apuntaron con armas de protones que podían perforar nuestros trajes.

-Vosotros no sois de aquí.

Se adelantó a hablar el alférez René:

-No, somos del gran imperio de la Federación Sargón.

-¿Cómo, no sois una Federación, ahora sois imperio?

-Por supuesto, somos los más fuertes de la galaxia y venimos en plan de vigilancia para ver qué están haciendo.

-Que hable tu teniente.

-Mi teniente habla a través mío.

 

-Espera, espera, espera René. Un gusto hablar contigo, apreciado capataz, nosotros queremos saber cual era vuestro protocolo.

-Al escuchar vuestro alférez me doy cuenta de que no les interesa nuestro protocolo, lo que les interesa es espiarnos para ver nuestras vulnerabilidades. Tened en cuenta que tenemos muchos civiles en la campana energética. No podemos ver vuestro crucero, ¿por qué lo tenéis en capa de invisibilidad, pensáis atacarnos?

-Por supuesto que no -le respondí-, venimos en misión de paz. -Y atrás mío habló mi alférez:

-Venimos en misión de paz, como dice mi teniente, el gran Urbano. Pero mi teniente piensa que a la menor posibilidad de ver que vosotros planeáis algo contra nuestro poderoso imperio, los vamos a borrar del mapa de la galaxia.

El capitán lacerta se encolerizó:

-Quiero que miréis esto. -Se sacó parte del traje de minero y abajo tenía un uniforme-. Soy capitán, el capitán Ereon de la Federación Lacerta, y nosotros tenemos en órbita un crucero con más de mil soldados. Mil soldados. No vais a enfrentaros a nosotros, ni vais a venir con prepotencia.

-¿Ah, no? ¿Ah, no?

-¿Qué haces? -le dije a René.

 

El alférez sacó una pistola de protones y le disparó al capitán. Por supuesto que no le hizo nada, el capitán tenía, ya estaba prevenido, un traje de doble capa energética. Se metió rápidamente dentro de la mina.

El alférez René apretó un comunicador y dijo: "Energízame". Inmediatamente se vio una luz y lo energizaron a la nave. Apreté mi botón del traje: "Energícenme, energícenme". Nada.

En ese momento salió de vuelta el capitán con diez soldados de la mina, apuntándome.

-¿Dónde está tu alférez, le fue a disparar a la campana energética?, no va a lograr hacer nada. Pero tú vas a morir, no te voy a llevar prisionero, no tiene sentido.

-Capitán, eso fue idea del alférez, me ha dejado aquí varado.

-¿Y te piensas que por decir eso te voy a perdonar la vida? Si tú propio alférez deja varado y ha traicionado a su propio teniente, ¿qué puedo pensar del resto de la Federación Sargón?, que sois todos iguales. Lo lamento por ti si no eres así, pero tú serás un ejemplo. -Me apuntaron todos los soldados, me dispararon prácticamente todos, no sentí dolor, no sentí absolutamente nada, por suerte.

 

En ese momento me conceptué como thetán y sentí una tremenda agonía, pero no agonía por apego, en mi vida habían pasado muchas cosas penosas, dolor quizá por la traición del alférez René que seguramente viera en la nave que nos atacaron y que me mataron y que por eso pidió ser teletransportado.

 

Reitero que como thetán me condicioné con un montón de engramas pero no por supervivencia, no por apego al plano físico sino por no tener un lugar de pertenencia. Nunca lo tuve en Sargón, no tenía amigos, tenía todos compañeros. Además, el viaje con sólo cuarenta alféreces.

En este momento como thetán sentí tal indignación que hubiera deseado que el gran crucero Lacerta hubiera captado al pequeño crucero de la Federación y lo hubiera hecho añicos. Y seguramente bajé varios subniveles por esa misma indignación.

Evidentemente ese engrama que no es de apego sino que es un condicionamiento de..., de temor a muertes imprevistas como la que me pasó en ese mundo desértico con los Lacerta después de que mi alférez me haya traicionado.

¿Y los engramas cómo actúan?, quedan grabados en la parte conceptual, en el núcleo conceptual del thetán, y en las distintas encarnaciones posteriores se graba en el ADN de la unidad biológica, y a veces la unidad biológica tiene pensamientos incompatibles con el raciocinio al punto de tener sueños muy inquietantes.

 

Agradezco el haber tenido la oportunidad a través de este receptáculo de haber relatado esa vida de la Federación Sargón. Y aclarando que no fue la única vez que encarné en ese mundo, también he encarnado hace cien mil años atrás en Gaela. Pero esa es otra historia.

 

Gracias por escucharme.

 

 


Sesión 09/11/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Interlocutora: Maestra Kar-El
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Juan H. (Edamaris)

La entidad comenta que en una vida fue traicionado por otra persona y desde entonces sufre engramas. La Maestra Kar-El le indica cómo evitar recuerdos negativos, neutralizarlos, y aconseja que postergar acciones, proyectos no es aconsejable, pues puede dificultar conseguir objetivos. Debemos aprender a construir nuestra propia felicidad.

Sesión en MP3 (2.126 KB)

 

Interlocutor: Bienvenido.

 

Entidad: Gracias, estimada maestra Kar-El. Mi nombre es Juan y voy a repasar una vivencia en Sargón, donde era el teniente Urbano. Tuve una muy mala experiencia porque un compañero alférez, llamado René, me traicionó.

 

Interlocutor: Y coméntame sobre esta traición, de qué forma te afectó en ese rol, en esa vida y si te está afectando ahora, en este momento, a tu parte física, tú parte encarnada.

 

Entidad: Bueno, en el rol como teniente Urbano, luego de esa traición podía haber muerto, pero pude salir adelante, quedándome engramas de lo que ahora en Sol III se llama procrastinación. Esto significa que muchas veces, por inseguridad, temor, miedo a fracasos voy posponiendo proyectos que a su vez me exacerban roles del ego, cuando mi deseo en esta encarnación como Juan me impiden crecer espiritualmente para elevarme en planos suprafísicos más altos. Querida Maestra, ¿cómo puedo evitar tener temores o inseguridades quizá no conscientes pero sí inconscientes?

 

Interlocutor: La única manera es que tú puedas ser consciente de que este hecho que te sucedió en una vida anterior fue un error de parte de tu compañero, tú no tenías ni culpa ni merecías esa traición. Si tú logras ser consciente y puedes pensar sobre esto yo creo que te va a ayudar mucho. ¿Puedes racionalizarlo de esta forma?

 

Entidad: Sí, sí. Lo que pasa que a veces sucede que uno se siente seguro, proyecta cosas, trata de lograr lo mejor...  ¿Pero qué pasa Maestra? Muchos proyectos, decisiones, acciones dependen de terceras personas, y a veces son esas terceras personas las que frustran esos proyectos, esos deseos de transcender. Pero, a ver, no quiero ser malentendido, no transcender por vanidad, eso sería ego y lo entiendo, sino transcender para poder...

 

Interlocutor: ¿Elevarte espiritualmente?

 

Entidad: Y a su vez tender una mano a otros.

 

Interlocutor: Bueno, tú puedes transcender desde el lugar donde tú estés, tú puedes crecer espiritualmente porque es una decisión tuya el hecho de poder hacerlo, yo comprendo que has tenido como..., también muchos otros espíritus, thetanes lo han tenido y muchas personas que están encarnadas en este plano físico sufrimos traiciones, pero hay algo que tenemos que dejar en claro: si bien no podemos decidir por lo que terceras personas hagan, sí podemos decidir por lo que nosotros hacemos, por las decisiones que tomamos. Y ojo, porque la mayor traición que podemos sufrir es la traición que hagamos a nosotros mismos. ¿Qué quiero decir con esto? Que no seamos la excusa para boicotearnos las cosas, para que las cosas salgan bien, al menos las que dependan de nosotros. Eso es muy importante

 

Entidad: O sea, Maestra, que a veces no por desgano sino por pensar "Bueno tengo tiempo, esto lo puedo hacer mañana", y al día siguiente digo "No, está bien, lo dejo para pasado, porque hoy puedo hacer otras cosas".

 

Interlocutor: O "para qué lo voy a intentar si al fin y al cabo puede venir un tercero y esto se frustra". No es así, ahí nos estamos boicoteando a nosotros mismos.

 

Entidad: Eso, honestamente, nunca lo había pensado, como que al dejarme estar otras personas pueden lograr lo que yo he postergado como excusa. Digo en mi interior o tal vez lo dice mi ego apoderándose de mis impulsos, porque los impulsos no son solamente arrebatados, reactivos también existen impulsos que te frenan, que hacen lo opuesto, y esos son muy muy muy pocos los que lo tienen en cuenta. ¿Y ese tipo de impulsos también es un autosaboteo, Maestra?

 

Interlocutor: Los impulsos no son todos malos, ¿sí? Los impulsos son si bien provienen de nuestra mente reactiva, digamos que muchas veces son positivos y nos pueden llegar a salvar la vida. Por ejemplo, cuando estamos por cruzar la calle y dobla un auto que no lo habíamos visto y tenemos el impulso de dar un paso hacia atrás. Ese impulso nos salvó la vida, tiene que ver con la supervivencia ese impulso. Ahora, cuando nosotros decimos de no dejarnos llevar por los impulsos es otro tipo de impulso, los que tienen que ver no ya con la supervivencia sino con la violencia, ¿sí? Tengo el impulso de decirle lo que pienso y entonces no pienso bien las cosas antes de hablar, las digo como me salen. Y eso no siempre sale muy bien, no siempre nos resulta muy positivo. Tenemos que pensar lo que vamos a decir, tenemos que hacer lo que decimos y lo que pensamos coherentemente, porque si no seríamos contradictorios, ¿comprendes?

 

Entidad: O sea, que tu lección, valiosísima, es que el impulso de la mente reactiva automática puede salvarnos la vida y el impulso de la mente reactiva impulsiva, la negativa, puede hundirnos en el fango, puede de alguna manera hundirnos en una ciénaga.

 

Interlocutor: Claro. Por ejemplo, cuando tú escuchas de otra persona que te ha dicho una palabra quizá con un tono que no corresponde o te dice una palabra, digamos, que tú no la o no la percibes de buena forma o realmente se ha desubicado la otra persona, y entonces tienes el impulso de golpearlo. Eso sería el impulso que tenemos que tratar de evitar. Después hay otro impulso, y este es muy importante y tiene que ver con lo espiritual, que es el impulso del alma, a ese lo tenemos que dejar que aflore y que nos lleve hacia adelante y que nos llene de vida y nos permita ver con claridad.

 

Entidad: Tiene que ver, porque estando encarnado ese impulso no..., no lo percibo del todo, ¿sería como el impulso de brindarnos, el impulso de abrazar a otros seres, el impulso de ser útiles en la medida en que podamos?, ¿a eso te refieres?

 

Interlocutor: Sí, el impulso de amar y todo lo que deviene del amor, del amor puro. El amor puro es entrega, el amor puro es vida, el amor puro no distingue seres, es como el agua que corre para todos por igual.

 

Entidad: Digamos que como esto va más allá del tiempo, esto significa que este mensaje a través de siglos también le llega a mi rol anterior, el teniente Urbano para que..., obviamente no va a borrar de su memoria la traición del alférez René, pero sí va a lograr que mi rol como Urbano entienda las limitaciones de ese alférez y lo sepa perdonar. ¿Es así?

 

Interlocutor: De alguna forma es así. Se trata más bien de recordar, pero sin la emoción negativa, de eso se trata, que no te produzca ninguna emoción negativa, recordar lo que es una traición para que tú no traiciones, recordar una traición para ser más cauto y no volver a ser traicionado. Pero recuerda que si alguien te traiciona no es tu culpa, ¿sí? Tal vez, a veces pecamos de exceso de dar, exceso de confianza a los demás. A veces no, a veces simplemente ocurre.

 

Entidad: Lo que sucede, Maestra, que no es solamente traiciones, es también indiferencia de otros, es también gente que ignora las cosas buenas que tú haces. Y cuesta tanto, por lo menos a mí, el tener un recuerdo neutro, libre de emociones negativas. Entiendo todo lo que tú dices, Maestra, y me desvivo por aplicarlo, pero no es una tarea sencilla. Interpreto, sí, que forma parte de un trabajo, y esto que estamos haciendo tal vez sean los primeros pasos de ese trabajo como para que todas las acciones que me han provocado recuerdos negativos los vaya transformando en recuerdos neutros, y de esa manera no me sigan haciendo daño y evite futuras procrastinaciones, evite futuros desganos de hacer nuevas cosas y nuevos proyectos. ¡Uf! Maestra, es un trabajo arduo.

 

Interlocutor: Sé que no es fácil, pero sé que el impulso de tu alma puede ayudarte y tú puedes hacerlo, ¿sí? Y si en algún momento lo deseas, además de poder hacer psicoauditaciones, puedas tener alguna sesión a distancia conmigo, también puedes contar con ello, ¿sí? Cualquier inquietud que tengas. Bueno, tú puedes hacerlo. El secreto es recordar pero hacer un trabajo interno muy profundo para que no haya negaciones negativas, que esas emociones negativas son las que te frenan, esas son las que no te permiten ser feliz. Nosotros somos los que hacemos nuestra felicidad o construimos nuestro propio infierno. Yo te sugiero la felicidad.

 

Entidad: Bueno. ¡Vaya! ¡Wow! Tus palabras hacen sentir júbilo a mí, como thetán, y por ende a mi rol como Juan, y a su vez a través del tiempo a mi rol anterior como teniente Urbano. Te agradezco infinitamente, estimada Maestra Kar-El y...

 

Interlocutor: Gracias a ti por estar aquí conmigo.

 

Entidad: Es inolvidable estas palabras que me has regalado, Maestra.

 

Interlocutor: Mucha Luz y hasta todo momento.

 

 


Sesión 23/01/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Juan H. (Edamaris)

Tierna historia narrada por la entidad, en que unos visitantes bajaron a su mundo y trabó relación con ellos al punto que se encontró viajando en su nave hacia un nuevo destino, olvidando dónde pertenecía, donde no volvería más.

Sesión en MP3 (4.659 KB)

 

Entidad: Siempre me sentí inquieto, miraba las estrellas y sabía que eran otros soles donde podía haber otros mundos. De pequeño con la luz del farol de aceite me quedaba leyendo.

Padre era indiferente a todo, él se iba a trabajar al campo y a veces faltaba tres, cuatro días. A madre no le importaba mientras le trajera dinero, pero a mí me recriminaba.

-¿Te piensas que leyendo vas a ser mejor persona?, ¿te crees que tu padre y yo somos ignorantes porque no sabemos leer?

 

Y al día siguiente a la mañana tomaba un poco de leche, una hogaza de pan y me iba a caballo hasta los campos a trabajar.

Mi amigo, Polidor, era callado, algunos jóvenes se burlaban, le decían "El mudo". Por supuesto que no, hablaba lo justo y necesario, quizá tenía pocas luces. Pero todo cambió, todo cambió todo, todo, todo.

 

Recuerdo que era de noche, vimos una luz en el cielo.

-Deja de mirar el cielo -me decía madre-, Alaric, siempre fuiste alguien que vive en las nubes. -Pero eso que yo veía no era una estrella fugaz, cambiaba de dirección y aterrizó cerca de una colina.

 

Al día siguiente se presentaron en el poblado, les decíamos los hombres del cielo, pero estábamos tranquilos porque se veían como nosotros, humanos.

Se presentaron muy amablemente:

-¿Cómo se llama este mundo?

El alcalde dijo:

-Se llama Noster, tiene varios continentes. Si venís a invadirnos somos pacíficos.

-No -dijo uno de los hombres que había bajado de la nave-, venimos a ayudarlos.

 

Recuerdo que se pusieron a trabajar, obviamente con nuestra ayuda. Cogieron unos hilos de cobre cubiertos con una capa de algo blando y se veían como unas lámparas, y de repente todo se iluminó, esas lámparas iluminaban muchísimo más que nuestros faroles de aceite.

Me tomé el atrevimiento de preguntarle a uno de los hombres del cielo:

-¿Qué es esto?

-Se llama electricidad.

 

Y así, a mis ocho años empecé a notar en mi mundo los cambios que trajeron los hombres del cielo. Pero claro yo no entendía.

Mi amigo Polidor decía:

-Nos vienen a esclavizar, nos van a someter, son alienígenas.

-Lees muchas revistas de monstruos. Fíjate, son humanos.

 

Y pasaron los años, hasta que cumplí treinta. Me sentía con muy baja estima.

Madre ya era una persona muy grande, pero seguía diciendo que era un inútil. Yo seguía trabajando en el campo, pero me había ganado la confianza de los hombres del cielo.

El alcalde cuando yo era chico había muerto, y el nuevo alcalde me comentó:

-Alaric, esta gente la mandó Dios, mira lo que tenemos ahora.

 

Había vehículos que funcionaban con combustible, ya no se precisaba carros tirados con caballos. Había algo llamado radio que comunicaba con antenas enormes con distintas partes del país.

Nos comentaron que otras naves habían llegado a otras partes de nuestro planeta Noster. Había arados eléctricos, no precisábamos de bueyes, teníamos tractores, la cosecha era abundante. Pero lo mejor de todo era que ya casi no había muertes por peste. Los que mi amigo Polidor llamaba invasores, eran benefactores habían traído algo llamado vacuna que nos protegía contra todo tipo de peste, ya ningún niño moría de fiebre, incluso a los más jóvenes los prepararon para ser médicos. Nos mostraron como era. A un joven se le había inflamado el apéndice nos horrorizamos cuando vieron que le abría el cuerpo por arriba de la entrepierna derecha, una pequeña incisión, y le extirparon esa parte que estaba infectada. Lo suturaron y a los pocos días la persona estaba perfectamente, en otros tiempos hubiera muerto. Aprendimos muchas cosas.

 

El alcalde le preguntó:

-¿Podremos tener máquinas voladoras?

-No, todavía no estáis preparados para eso.

Mi amigo seguía diciendo:

-Alaric, nadie te da nada por nada.

Le respondí a Polidor:

-Obvio que no; ellos en sus naves se llevan parte de la cosecha. Han acrecentado la crianza de animales y se llevan algunos animales a su mundo.

 

Pero una tarde, de curiosidad, había bajado una nave grande. Me escondí detrás de las rocas y me asusté muchísimo porque en ese momento la figura de los humanos del cielo había desaparecido, su forma era distinta, parecían como seres vegetales, como si fueran hongos inteligentes con ojos, con nariz, sus manos y sus pies eran distintos y tenían un traje plateado que le cubría todo el cuerpo. No me vieron, no se lo comenté a nadie, a nadie. Evidentemente no eran humanos, pero si se hubieran presentado así toda la población se hubiera espantado, no eran monstruos, pero no eran agradables a nuestra vista.

Una vez hablé con uno con el que tenía confianza. Le dije:

-Gracias, por dejarme un carro.

-Le puedes llamar auto. En realidad esta es una camioneta, puedes cargar bolsas con granos y las traes para que las llevemos.

-Nosotros, los de Noster nos llamamos humanos, ¿vosotros también sois humanos?

-Claro -dijo él-, pero nos llamamos fungos.

-¡Ah! -no dije más nada. -Nunca le conté a nadie que yo había visto su verdadera forma.

 

Y pasaron meses hasta que vimos unos campesinos que se acercaron a tomar algo a la tienda, tenían una vestimenta similar a la nuestra pero yo notaba algo extraño en su acento, como que era algo metálico su acento, como que no era su verdadera voz. Decían que venían de un campo que quedaba más lejos.

Nadie dijo nada, ni siquiera Polidor. Yo obviamente empecé a sospechar que no eran de nuestro mundo, pero tampoco eran fungos.

 

Conversé con uno de ellos, fingí que tenía pocas luces me hice el ignorante y escondiéndome tras las rocas a la salida del pueblo lo seguí.

Había una pequeña nave y escuché que hablaban en un idioma desconocido.

Dos de ellos subieron a la nave y uno se quedó. Sacó un aparato y empezó a mirar las piedras, había algunas piedras que brillaban y las recogió en una caja.

El hombre estaba tan distraído que no vio que me acerqué y de repente sentí como que un rayo me envolvió y me encontré dentro de un aparato metálico. Inmediatamente me di cuenta de que era una nave.

Obviamente, el hombre que había recogido las piedras me miró:

-Tranquilo, tranquilo, no te asustes.

 -Se hicieron pasar por campesinos. ¿Son fungos?

-No, vinimos a ver vuestro mundo. Voy a hablar con el que le teletransportó. -Yo no entendía la palabra.

 

Habló con otro hombre y le discutió, el hombre estaba en un aparato con una pantalla con colores haciendo gestos de impotencia.

El que había encontrado las piedras brillantes volvió a mí:

-¿Cómo te llamas?

-Alaric.

-¿Tienes familia?

-Mi madre, pero prácticamente nunca me quiso. Y mi padre ya es bastante grande, se queda en el campo, en una casa con unos amigos. Tengo un amigo, Polidor, al que le dicen el mudo, pero prácticamente no hablo con nadie. Fui criado de una manera que siempre me sentí poca cosa.

-¿Te puedo hacer una pregunta? -dijo el hombre.

-Sí, por supuesto.

-Notamos que vuestro mundo es muy antiguo, esos seres fungos les dieron bastante adelanto.

-Bueno, cuando yo era un niño ellos vinieron a este país, pero incluso antes habían venido a otros países. En este momento tenemos electricidad, coches que andan sin caballos, hospitales, vacunas. Los fungos bajan cada mes a recoger granos, pero no nos dejan sin alimento, todo lo contrario, ahora cosechamos el triple porque tenemos máquinas, y nadie muere por enfermedades gracias a las vacunas.

-Sabes, Alaric, que no te podemos teletransportar para que regreses, vendrás con nosotros a nuestro mundo.

-¿Me llevaréis preso?

-No, para nada. Es más, ahora te pondremos otras vacunas, es una vacuna multivalente.

-No sé qué significa eso.

-Significa que para todos los microbios que puedan meterse en tu cuerpo y contagiarte no lo harán, estarás protegido en nuestro mundo y en distintos mundos. ¿Estos fungos te han enseñado algo?

-Bueno, sí, yo ya sabía leer, pero me enseñaron a sumar y a restar, me explicaron lo que era la música... Y bueno, eso.

-Puedes aprender muchas cosas más con nosotros. Pero eres libre, lamentablemente no puedes volver, nos estamos alejando de tu mundo. -Me encogí de hombros.

-No tengo nada que perder. ¿Sois buenos vosotros? -El hombre rió.

-Sí, tratamos bien a todos.

 

Me asusté, se acercaba un ser que parecía un lagarto pero caminaba en dos patas:

-¿Lo tienen suelto?

El ser que parecía un lagarto se rió, o por lo menos eso me pareció porque mostraba sus dientes:

-No tengas miedo, soy un ser evolucionado, en nuestro mundo hay distintas razas que no son humanas. Pero no te asustes, no somos salvajes.

Lo miré:

-Hay arroyos y ríos en mi mundo que los lagartos te pueden coger de una pierna y te devoran.

-Bueno, hay mundos donde los humanos comen carne cruda y a una presa la matan con garrotes. -Y entendí. Entendí que todas las razas tienen seres evolucionados y seres no evolucionados, y ahora en esa nave me llevaban a su mundo.

Le pregunté al lagarto:

-¿Qué raza son ustedes?

-Reptiloides. Nuestro mundo se llama Sargón, pero en realidad es una federación de mundos.

-Vaya. Qué tienen, ¿más de diez mundos?

-Exactamente quinientos cincuenta y cinco mundos. -Me sorprendió.   

-¿Y tienen muchos adelantos?

-Muchísimos. -Me sentía cómodo.

-¿Tienen doctores?

-Por supuesto.

-¿Y tienen personas que pueden tratar inseguridades?

-¿Tú te sientes inseguro, Alaric?

-De pequeño me han maltratado, principalmente mi madre. Nunca tuve pareja porque pensaba que era poca cosa como hombre, porque una pareja mujer me preste atención.

-Cuando lleguemos a destino habrá gente preparada con la que podrás hablar. Pero ahora te comento que hueles muy muy feo.

-Pero los fungos en nuestro mundo han puesto servicios de agua potable para que nos higienicemos. Pero evidentemente, claro, estamos trabajando todo el día en el campo y a veces ni cenamos, caemos rendidos en el catre hasta el día siguiente.

-Irás con él -señaló al humano-. Él te llevará a un recinto donde podrás higienizarte con un vapor que te limpiará. Y aparte te desinfectará toda la piel, fíjate que tienes infinidad de picaduras de insectos. Bueno eso también te desaparecerá, el cuerpo ya no te picará.

 

Me sentía nervioso porque cuando no conoces algo, cuando no sabes lo que va a pasar la misma ansiedad te produce angustia. Y hay un tipo de angustia que te agota, que te cansa y que te quita los deseos de todo, hasta las ganas de... de ser.

 

Como adivinando mi pensamiento, el hombre me dijo:

-Sé cómo te sientes, pero te adaptarás.

-¿Usted piensa que podré acostumbrarme?

-No, te adaptarás.

-¿Y no es lo mismo?

-No es lo mismo. ¿Ustedes criaban animales en vuestro mundo, Noster?

-Sí, unos animales lanudos, y se acostumbraban a estar en el corral.

-Bueno. Pero acostumbrarse es como someterse a las circunstancias, pase lo que pase; en cambio adaptarse no es someterse, adaptarse es hacer frente a los cambios y actuar en consecuencia.

-Entiendo. Me cuesta, pero entiendo.

 

Y no sabía qué cosas más me esperarían. De repente de ser un campesino a viajar en una nave de otro mundo.

Le pregunté:

-¿Ustedes son amigos de los fungos?

-No, no necesariamente, pero gracias a haber explorado vuestro mundo ahora los conocemos mejor. -Me saqué la ropa, me dio pudor-. No tengas pudor, esta ropa será incinerada y te daremos ropa que se adherirá a tu cuerpo pero a su vez permitirá que tu cuerpo pueda transpirar. -Me encogí de hombros.

-Está bien, si es para mejor bienvenido sea.

 

En ese momento sentí un vapor envolvente, sentí cierto placer en mi piel, en mi rostro, en mi cabeza. Y luego me vestí con prenda interior y un traje por encima y un calzado que me dijo que se llamaba botas; nada que ver con las botas de campo, eran mucho más sólidas.

-¿Qué es eso que llevan a un costado?

-Armas. Pero quédate tranquilo, tienen seguro. -Me encogí de hombros.

-Pienso adaptarme. -Y lo seguí al hombre-. ¿Qué haremos ahora?

-Comer algo y tomar algo.

 

Y recién me di cuenta que tenía hambre.

 

 


Sesión 07/02/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetan de Juan H. (Edamaris)

Había siglos de diferencia en cuanto a conocimientos y tecnologías de su mundo comparados con los de la gente que lo había teletransportado, como amigo, a la nave de Sargón. Tenía dudas sobre si se adaptaría y si sería valorado. Pero el capitán de la nave confiaba en él.

Sesión en MP3 (4.461 KB)

 

Entidad: Me encontraba absolutamente sorprendido, una nave con infinidad de aparatos que desconocía por completo.

-¡Alaric! -Me di vuelta, uno de los humanos me llamaba.

-Por favor, dime.

-¿Te sientes incómodo aquí?

-No, con mucha curiosidad. ¿Cómo..., cómo los llamo?

-Bueno, llámanos por nuestro nombre.

-Estoy viendo que en vuestra tripulación tenéis seres distintos.

-Ven. -Lo seguí al hombre y me llevó a una sala donde había una enorme pantalla.

-Tenemos de esas, ¿eh?

-¡Ah, sí?

-Sí. Son de material durísimo, son como visores.

-Pero fíjate que esta no está en la pared. Tócala. -Me sorprendí porque mi mano la pasó como si no tuviera materia.

-No soy ignorante -les dije-, es un holograma eso.

-Digamos que es algo más que un holograma, es un holovisor, es mucho más complejo que un holograma de los que tenéis vosotros. Toma asiento.

-¿Cómo te llamas tú?

-Alexis.

-¿Tú eres el que manda?

-Mira, esta no fue una misión oficial, la raza que está en tu mundo y que de alguna manera los esclavizó...

-No nos esclavizó -me quejé-, nos dio adelantos, nos vacunó contra enfermedades, es como que hubiéramos adelantado en un día más de un siglo.

-A ver, vosotros tenéis equinos.

-Sí, por supuesto, nos ayudan mucho en el campo.

-¿Tenéis vacunos?

-Sí, para trabajar.

-Los alimentáis, los cepilláis y también les dais de comer, y si tiene alguna herida se la curáis.

-Por supuesto, es lo mismo que si tuviéramos una máquina se le rompe algo tratamos de repararla.

-Bueno, pero los equinos y los vacunos no tienen el entendimiento que tenéis vosotros.

-Correcto.

-Muy bien. Por lo tanto si tienen electricidad o simplemente faroles de aceite, les va a dar lo mismo.

-Correcto.

-Bueno, esa es la diferencia Alaric. Tú al igual que yo somos humanos, y esta raza que se llama fungo se lleva parte de vuestra cosecha, se lleva crías de animales, no los cepilla ni les cura las heridas. Vosotros sois inteligentes, entonces les da luz eléctrica, avances tecnológicos, cura contra muchísimas enfermedades. Seguramente en vuestro mundo, Noster, habrá habido siglos de plagas donde habrán muerto miles de personas, eso ahora no pasa gracias a los fungos. Pero vosotros para ellos son como para ustedes los equinos y los vacunos, los usan pero los atienden bien. Un equino salvaje va a estar en  libertad, pero un equino que usen para trabajar en el campo va a estar mejor cuidado, mejor alimentado, en un establo, no se va a mojar con la lluvia.

-Entiendo. Pero me parece muy odiosa y muy despectiva la comparación, no me imagino que seamos equinos para ellos, tenemos la misma inteligencia.

-Eso es cierto, pero tenéis siglos de retraso en comparación con razas también humanas como nosotros por ejemplo y las que te voy a mostrar aquí en este holovisor. Fíjate. -Los señalé.

-Estos son como los que están aquí en la nave.

-Sí. Se llaman reptiloides.

-Vendrían a ser como los reptiles de mi mundo pero evolucionados.

-¡Vaya! ¡Sí, exactamente! Exactamente, Alaric. Puedes hablar con cualquiera de ellos de lo que se te ocurra así como hablas conmigo. Mira estos.

-Vaya, parecen felinos de mi mundo.

-Son félidos, tienen una cultura extraordinaria, cohabitan con los humanos al igual que los cánidos. Mira.

-Me estoy sorprendiendo.

-Hay otras razas, insectoides evolucionados.

-No lo puedo creer.

-En vuestro mundo tenéis vegetales.

-Sí, por supuesto, es lo que más tenemos. Amamos los bosques, en el campo hay selvas inexploradas...

-Y en esos campos también hay hongos.

-Sí, correcto. Entiendo, entiendo. Me estás diciendo que la raza que nos ayudó, que tú dices que nos sometió, serían como hongos evolucionados. Pero distinto es un animal evolucionado, un hongo es como si... Bueno, hoy creería todo, como si me dijeras que hay mundos que hay árboles que se visten como nosotros, que llevan un sombrero y...

-No, no, no conocemos... Pero los Fungos son hongos evolucionados, su ADN no es un ADN animal ni un ADN vegetal.

-¡Ajá! Tú hablas de la composición celular.

-Exacto.

-Pero de verdad, ¿cómo te sientes?

-Le dije:

-Soy una persona que tengo dualidades.

-Explícate.

-A ver, no dudé en ir con vosotros; si me hubierais dejado, me hubieran teletransportado, yo hubiera guardado vuestro secreto, soy de palabra. Pero honestamente no tenía apegos, yo soy una persona que tenía amigos y uno de ellos, Polidor, pensaba como piensas tú que éramos esclavos y yo le decía que no, pero me sentía cómodo conversando con él. Pero no con todos, algunos eran indiferentes, también tenía familia y no... Yo creo que el afecto tiene que ser correspondido.

-Explícate -me pidió Alexis.

-Claro. Si tienes familia que te mira como si fueras alguien no importante te sientes como que te lastiman.

-¿Por qué?

-Pero porque sí, no hay una explicación, uno necesita ser querido.

-Sí, pero no del todo.

-Ahora no entiendo -dije.

-Claro, porque todo pasa por uno, Alaric.

-¿Cómo? -pregunté.

-¿Tú te quieres?

-¡Pero más vale, todos nos queremos a nosotros mismos! ¡Je, je! Vivimos en un cuerpo, nos pica la cabeza nos rascamos con las manos, uno es uno. ¿Cómo no nos vamos a querer?

-¿Sí? ¿Te ha gustado alguna joven?

-Sí.

-¿Y habéis salido?

-No.

-¿Por qué?

-Y..., pero porque no.

-Porque no, no es una respuesta, ¿por qué?

-Porque seguro que yo no le iba a interesar.

-¿Por qué?

-Porque me parecía demasiado bonita para mí.

-¿Pero cómo, Alaric, no era que tú te quieres?

-Sí, pero hay que ver si ella me quería.

-Entonces te lo voy a explicar de otra manera: ¿tú te aceptas?

-Pero obvio, si me quiero es porque me acepto.

-¿Y por qué te aceptas?

-¡Je, je, je!, porque soy yo.

-Esa no es una respuesta. Te la voy hacer fácil Alaric: ¿te aceptas porque te valoras?

-Yo sí, yo me valoro; los demás quizá no me valoran.

-Ahora, si tú te valoras, ¿por qué pensabas que esa chica no te iba a aceptar?

-Bueno, porque como dije antes era muy bonita.

-¿Y esto qué tiene que ver? ¿Cómo sabes que tú no eras una persona atractiva para ella? -Me encogí de hombros.

-No lo sé, tal vez porque me sentía inseguro.

-¡Ah! Entonces si te sientes inseguro no te estás aceptando y tampoco te estás queriendo.

-¿Cómo no me voy a querer?

-Una persona que se quiere a sí misma, no hablo de la persona vanidosa que se cree dueña de todo, hablo de la persona que se acepta.

-Por ejemplo tú, Alexis, ¿te aceptas?

-Por supuesto.

-Entonces debes tener personas del sexo opuesto a tus pies.

-¿Por qué?

-Porque sí.

-Por qué sí, ¿por qué?

-Porque tú eres seguro.

-No tiene nada que ver, eso no te da garantía de que todo el mundo te acepte.

-Pero eso es una contradicción.

-Para nada, Alaric. No te voy a hacer preguntas, te lo voy a explicar yo: Una persona que se acepta normalmente no es insegura, pero una persona que es muy segura tampoco tiene garantías de que todo el mundo le acepte.

-¿Entonces cuál es la ventaja, Alexis?

-Que si te sientes seguro de ti mismo vas a tener muchísimas más posibilidades en distintos terrenos.

-No entiendo la palabra.

-Claro. En tener un buen trabajo, en conseguir una buena persona como amiga, como pareja.

-¡Je, je, je!

-¿Por qué te ríes? -Lo miré.

-El conseguir un buen trabajo. Yo me quedaré con vosotros y para mí esto es empezar de cero, es como si estuviera en la escuela de niños, no entiendo nada.

-¿En tu idioma sabes escribir?

-Sí.

-¿Hacer cuentas?

-Sí.

-Bien. El resto lo aprenderás.

-Yo pienso que voy a tardar años en aprender vuestro idioma.

-No, no vas a precisar estos aparatitos que son ordenadores pequeñitos que hacen que sientas, escuches en tus oídos como si yo hablara en tu idioma, pero tenemos unos micro procesadores con cascos que durante el sueño te enseñarán inconscientemente nuestro idioma, que es el que usamos en casi todos los sistemas estelares de nuestra Federación, que se llama Sargón.

-Bueno. ¿Y cuánto tiempo me llevaría?

-Pocas noches.

-¿Y eso me serviría también para aprender a trabajar con vuestros ordenadores?

-No. Obviamente los cascos, que trabajan cuando duermes, de manera inconsciente, te pueden, está mal dicho implantar, te pueden dar ideas, te pueden dar conceptos a tu cerebro, pero hay cosas que tendrás que estudiar, tendremos toda la paciencia del mundo porque sabemos que vienes de un planeta primitivo... ¿Y esa cara?

-Me siento como si fuera un cavernícola que en mi mundo hubo hace miles y miles de años, comparado con vosotros.

-¡Ah!, ¿por qué dije 'planeta primitivo'?

-Exacto.

-Bueno. En nuestros mundos no hay enfermedades ni pestes, y si hubiera células maliciosas que crecieran en tu cuerpo afectándolo, tenemos aparatos que lo corrigen casi de inmediato.

-Sí, he visto en mi mundo personas que tienen adentro como algo maligno que les inflama el cuerpo y mueren, eso no lo han modificado los que vosotros llamáis los fungos, no todavía.

-Bueno, nosotros tenemos todo eso. Así que no tomes la palabra 'mundo primitivo' como una ofensa.

-No, está bien, lo que yo necesito es sentirme seguro. Y ahora estoy, no digo arrepentido de haber aceptado venir porque tengo avidez por conocer, siempre miraba las estrellas por la noche, pero de repente me encuentro... ¿Cómo son vuestras ciudades, todas de cristal y brillantes?

-No necesariamente. No. No necesariamente. No pienses en edificios extraños ni en cosas extrañas.

-Bueno, me van a tener que explicar cómo logran la teletransportación.

-Es sencillo, pero primero tienes que aprender muchas cosas. Vas a estar bien, una vez que sepas nuestro idioma no vas a precisas ningún traductor, vas a adaptarte a nuestras costumbres. No es nada complicado, nada complicado, nada. Y no tengas temor a los cambios.

-Eso es una cosa que siempre me ha pasado, a veces no quiero hacer cambios por miedo a lo nuevo.

-¿Y por qué?

-Porque no sé cómo me irá, porque no sé cómo confrontar lo que no conozco. Una tarea nueva o que cambiara de región en mi mundo, si me adaptaría a otra gente, y de repente estoy yendo a un mundo nuevo con adelantos que... que ni en la mayor imaginación me imaginaría. No sé. Disculpa, estoy como aturdido, y sí, un poco asustado. Además, tú tienes un rango, y yo soy muy observador he visto como te respetan y eres muy a migo de... ¿cómo le llamas, el reptiloide?

-Sí, correcto.

-Yo por ejemplo puedo saber con tus gestos si estás contento, triste, alegre, melancólico, pero por ejemplo en el reptiloide por ahí yo no sé si se ríe o está poniendo un gesto fiero para morderme.

-¡Ja, ja, ja!

-No, no te rías, entiendo que son tan civilizados como los humanos, pero...  obviamente no se cruzan las razas, ¿no?

-No, ¡je, je! No, no. Tenemos un afecto de hermanos entre las razas, pero pareja humana con pareja humana, pareja reptiloide con pareja reptiloide. ¡Je, je, je!

-Bueno, me quedo más tranquilo.

-Pero puedes tener amigas reptiloides y pueden ser absolutamente leales como amigas, jamás te van a traicionar, pero no..., nada más.

-Lo entiendo, lo entiendo, lo entiendo. Pero mi tema era que tú no vas a estar siempre conmigo y...

-Te voy a presentar un montón de alféreces, de tenientes, incluso civiles que trabajan con pequeños holoordenares que sirven para teletransportación, quizá te sirva estudiar eso.

-A mí me gusta el espacio.

-¡Ah!, ¿te gustaría ser piloto?

-No, ahora no me atrevería, yo estoy viendo los aparatos y no entiendo nada de nada. Pero podría hacer otras cosas en una nave.

-Ya aprenderás. Y no tengas miedo a los cambios, los cambios se confrontan. Pero siéntete seguro. Además, nosotros somos leales con nuestros amigos y tú pasas a formar parte de nosotros como un amigo.

-Pero si llego a estar en una orden militar, adelante de los demás ya no te trataré de tú y tendré que cuadrarme militarmente, como he visto que lo hacen otros.

-Eso no es nada, eso no te tiene que importar ahora. Lo importante es que sepas adaptarte a los cambios y que te aceptes, y si llegas a ver alguna joven bonita no digas mentalmente "Yo soy poca cosa para ella" sino "Yo también valgo". Pero no desde la vanidad.

-Lo entiendo, lo entiendo -exclamé-, lo entiendo. No creerme el jefe del equipo, pero sí hacerme respetar si alguien me hace burlas, por ejemplo.

-Sí. Ve de a poco. Si yo hago misiones no estoy alejado mucho tiempo. ¿Tienes ganas de comer algo?

-Sí, desde ya que sí. Me imagino que tendrán comidas raras.

-¿Qué te gustaría, por ejemplo?

-Tenemos unas galletas dulces en mi poblado y tomamos un café negro.

-¿Te interesaría mezclarlo con leche? Y tenemos galletas dulces también.

-Es un chiste.

-No, no, ¿qué te pensabas que comíamos, gelatina roja?, porque también tenemos, ¿eh?

-Bueno, lo que sea. Pero acompáñame, por favor, no me dejes comer solo, no me gusta comer solo, me pone triste.

-Comeremos varios.

-¡Uy! Eso me pondría nervioso.

-Estarás al lado mío, acostúmbrate a tratar con gente que no conoces y que vas a conocer. Y el primero es al reptiloide.

-¡Ay ay ay! Lo que pasa que no sé sus gestos, si está contento o no.

-A ver, el traductor no sólo traduce el idioma, traduce también el tono de voz, la sonrisa, si la persona habla de forma aburrida, exaltada... Y ahí te vas a dar cuenta cómo está nuestro amigo.

-Me quedo más tranquilo, por ahora, por lo menos. ¡Ja, ja, ja!