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Psicoauditación - Marilyn Monroe, Kojiro Sasaki

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Sesión 4/1/10
Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de quien fue Marilyn Monroe.

 

Explicó que los genes determinan mucho la personalidad. Su madre tuvo diversos problemas psicológicos por lo que fue adoptada y estuvo en varias familias, generándose engramas de inestabilidad. Relató algunas sensaciones y vivencias en sus películas, matrimonios, aventuras… En esa vida aprendió mucho.

 

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Bien, por fin me comunico con el plano físico.

 

Tuve muchísimos roles femeninos, tuve algunos roles masculinos. Muchas veces fui guerrera; fui guerrera también como rol masculino, pero quise encarnar el siglo pasado en un rol más débil, como para experimentar.

 

Vosotros me preguntaréis: -¿El 10% encarnado forma parte del espíritu total? Y si el espíritu total es fuerte, aguerrido, audaz, ni siquiera forzando situaciones puede encarnar en un rol más débil, pero como dijo un sabio de vuestra antigüedad en Sol III: “a veces el árbol no te deja ver el bosque”; a veces el dedo que apunta a la Luna no te deja ver la Luna.

 

Un espíritu decide quizá por una milésima de segundo sobre otro espíritu dónde encarnar, en qué familias, con qué padres, qué genes arrastran esos padres, etc., porque si bien el decodificador es quien codifica los conceptos espirituales del Thetán, codifica los conceptos de ese ser que le está dando vida a ese 10% encarnado. Es cierto también que la herencia genética tiene mucho que ver en cuanto al carácter, y a veces es como que ese espíritu aguerrido queda preso de esos genes, preso entre comillas. Entonces ese espíritu adopta un rol donde es más débil.

 

Encarné en un día de bastante calor el primero de Junio de 1926. Me anotaron como Norma Jean Mortenson. Mi madre se había casado un par de años antes con Edward, mi padre, pero mamá Gladys, que nunca fue estable emocionalmente (y tal vez heredé eso genéticamente) no se dio cuenta como agotó a papá Eduard. Con esto no lo estoy justificando, para nada, pero cuando se enteró de que madre estaba embarazada de mí, “desapareció”... ¡Dios, las vueltas que da la vida !

 

Me adoptaron como Norma Jean Mortenson, pero mamá Gladys me cambió el apellido a Baker, y finalmente ése es el apellido que me quedó: Norma Jean Baker.

 

Vosotros no tenéis idea seguramente del poder de adaptación que tienen los bebés: hijos que nacen en cuna de oro y se encuentran con palacios de cristal… y para ellos es común, normal, algo cotidiano. Niños que nacen en medio del campo, en una choza con techo de paja, donde a veces, cuando hay tormenta, llueve más adentro que afuera (irónicamente hablando) y para ellos es normal, común, cotidiano… Para mí era cotidiano, muy cotidiano ver a madre a veces con ataque de nervios, llorar, guardar silencio horas. A veces quería comer y le tocaba el brazo: -¡má!-, y se sacudía, haciéndome un gesto con su mano derecha, como que espere, y seguía pensativa, con los ojos en nada.

 

Fue empeorando. Fue empeorando mucho. En determinado momento no pudo más y le indicaron que haciese un tratamiento. Quedé al cuidado de un matrimonio llamado Albert e Ida. Me trataron bastante bien pero yo notaba en Ida como cierta sonrisa falsa como diciendo: -Uy, que tenemos aquí, qué hacemos con esta pequeña…

 

Me puse contenta cuando mi madre volvió. Pero no fue por mucho tiempo. Ella tenía una amiga muy intima, Grace Mc Kee, que le dijo: -Sigue tratándote porque tú no estás bien; tu hija no puede quedarse contigo. Y me dejó con ella... Grace era una dulzura, me trataba de una manera muy cariñosa, mejor que mi propia madre, hasta que conocí a Ervin. Ervin era el novio de Grace que después fue el esposo. Se me erizaba la piel del brazo cuando me miraba porque me miraba con una mirada que yo no entendía, una mirada rara. Me sentaba sobre su falda y me decía: -Qué niña bonita que eres, Norma-. Y cuando Grace no estaba, me tocaba y me manoseaba, y... hay cosas que no quiero recordar.

 

Antes de cumplir los 10 me sacaron de manos de Grace Mc Kee y pasé por distintos hogares, familias sustitutas. Me quedé con muchos engramas, de no encontrar mi lugar de pertenencia, de no tener un ser que me quiera de verdad, sin madre, sin padre, porque el rostro de papá Edward nunca lo tuve en mi mente, prácticamente... (sollozos). Sí tengo que decir algo de Grace a favor porque, en realidad, su único error fue dejarme en manos de Ervin, pero fue una buena mujer. Era una mujer que le gustaba el cine, pero el cine de la época del cine mudo y me decía: -Tú tienes que estudiar, tú tienes que trabajar, porque tu futuro va a estar en el cine. Y yo soñaba mientras estaba en distintas familias sustitutas, soñaba y soñaba.

 

Antes de los veinte años ensayaba pequeños papeles. Supongo que en la congregación con la que estaba sentía como olor a celuloide (si se entiende). Me encantaba ese mundo, un mundo artificial como yo misma, porque me acostumbré a esconder mis sentimientos.

Mi primer largometraje importante se llamó “Jungla de asfalto”. Yo estaba en los 24 años y sentía como que podía hacer carrera, me adaptaba a papeles de comedia, de drama. A veces es como que era muy ingenua, porque buscaba la protección que no había tenido de chica.

 

Me casé en 1954 me casé con Joe. Era deportista y pensé que íbamos a ser felices… pero era rudo, no hablaba, no era dulce, íntimamente era tosco y yo necesitaba cariño, ¡cuidados!

 

Dos años después formo pareja con Arthur. Era más grande y él sí me cuidaba, me hacía sentir mimada, era una pareja que me cuidaba. ¡Era lo que yo quería! Íntimamente era cuidadoso, más suave, más delicado... pero yo había cambiado porque de repente buscaba a hombres apuestos y más de una vez engañé a Arthur; e incluso me enredé con una figura muy, muy importante de mi país (quizás la figura más importante de ese momento), un hombre carismático, amable. Era tan inteligente que había cosas que con mi mente pequeñita no entendía pero... ¡qué importaba si no lo entendía! John era el ideal y yo me había deslumbrado, enamorado, encandilado, al punto tal de que no me daba cuenta de que lo ponía en una situación absolutamente incómoda.

 

Dijeron que desencarné el 5 de agosto de 1962 por haber tomado una alta dosis de barbitúricos.... Es cierto que mientras estuve con Arthur, a pesar de sus cuidados, tenía momentos de depresión tremendos (tal vez los genes de mama Gladys, ¿por qué no?), si es lo que elegí yo como espíritu, ser una persona débil, cansada de ser aguerrida. Pero, ¿quién puede decir que Norma Jean no fue guerrera en esa vida? Luchar contra los abandonos de su padre, de su madre, de los distintos hogares sustitutos, contra los maltratos de Joe, contra la tibieza de Arthur que al comienzo me sentía contenida y después es como que buscaba algo más, con los complejos de culpa por haberlo engañado, con las veces que el propio John me dio la espalda y que yo no entendía que lo comprometía... ¡jé!

 

Aprendí mucho en esa encarnación, mucho. Aprendí sobre la traición, sobre el engaño, sobre la falsedad, sobre el abandono, sobre el desamor, sobre el rencor, lo que es la depresión en el plano físico, los cambios de humor constantes, la dependencia a ciertas drogas, las tramas ocultas, y hasta el asesinato camuflado... Me preguntaréis: -¿Asesinato de quién? ¿A qué mente lúcida se le ocurre creer que verdaderamente desencarné por barbitúricos?

 

No deseo seguir hablando. ¡No quiero seguir hablando!

 

Hasta todo momento.

 

 

 


 

Sesión 5/1/10
Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de quien fue Kojiro Sasaki.

 

Explicó sobre el sometimiento en el plano 2, su desagrado por los roles débiles… Tuvo una vida en Japón. Su padre era militar y murió tendiendo él solo 4 años. Fue guerrero, el mejor, y luchaba sin piedad. Si bien era apasionado el la vida era frío en las luchas. Explicó que Musashi tenía mucha leyenda, y que él era mejor. Se desafiaron y perdió. Le venció su suficiencia. Como thetán vivía plenamente el rol. En esta vida actual como femenino también es guerrera.

 

Sesión en MP3 (3.609 KB)

Estoy de nuevo aquí comunicado.

 

A pesar de haber descargado engramas, siento como una impotencia por las cosas que no se aclaran, por las cosas que se desvirtúan, por las cosas que luego se transforman en ¡mito!, cuando nunca lo fueron.

 

No voy a negar que siempre fui un espíritu guerrero, no voy a negar que he estado en el plano 2, y no voy a negar que he sometido a otros espíritus del plano 2 conceptualmente para que hagan mi voluntad, porque en el plano 2 no se guerrea, no se batalla como en el plano físico, ¡es un duelo de conceptos!

 

Así como vosotros en el plano físico tenéis fiscales o abogados que bregan y buscan convencer al jurado, sobre la inocencia o culpabilidad del acusado, ese poder de convicción es el que gana, ¡y cuantas veces se ha dejado en libertad a un culpable y se ha condenando a un inocente! (sonido de golpes)...

De la misma manera he usado muchas veces ese poder de convicción.

 

No me he sentido cómodo como espíritu con “roles débiles”, como el de Norma Jean, no me he sentido “cómodo”, esa vida me ha causado más… perjuicio que beneficios. Dicen que uno aprende de las experiencias, ¡por favor! (suspiro).

 

Admiro en Sol III ese pequeño territorio llamado Japón, admiro su filosofía, admiro su... su postura, su gallardía. He encarnado más de una vez allí, quizá la que más ha salido a la luz fue la de Kojiro Sasaki.

 

Encarné en 1580, en Fucui, era una prefectura. Mi padre era militar, pero resentido, porque a pesar de haber participado en varias batallas, nunca le reconocieron un alto grado. Sus compañeros sabían de su coraje, de su honor, de su lealtad,... pero no era reconocido por los altos mandos, ¡y yo sé por qué!; porque tenían miedo que los eclipsara. Dio causalidad, cuando cumplo 4 años, mi padre es muerto por enemigos, y quedo huérfano de padre.

 

Con mi tío Ji Sai empiezo a practicar de pequeño las distintas técnicas... Cuenta la historia que me perfeccioné en tsubame gaeshi o “corte golondrina” que es una técnica de vuelo, con el sable, ahhhh. Se cuentan tantas cosas, tantas cosas..., NO TIENEN LA MENOR IDEA, de lo que es un combate. La espada es la continuación de nuestra mano, de nuestro brazo, ¡y no buscamos técnicas rimbombantes o posturas exóticas, vamos directamente a CORTAR al rival, vamos directamente a ATRAVESAR al contrincante!

 

Y yo les digo, participé de batallas. En 1610 en un campo de batalla, ¡yo solo! dejé en tierra a 20 enemigos, y apenas había recibido un rasguño, no había nadie mejor que yo, ¡nadie!, pero no me gusta cuando se desdibuja la realidad. Quizá..., quizá yo no tenía tanto honor; es cierto que a veces me aprovechaba de un enemigo débil y no le tenía piedad, y si a un enemigo aprendiz se le caía la espada, no retrocedía un paso para que la recoja, rodaba su cabeza. Entre mis números, entre mis muescas, no eran todos grandes espadachines, pero podía sumar más de 70, cosa que otros no, que eran más leyenda que otra cosa.

 

Escuché hablar de Musashi, ¡je!, escuché hablar tantas “fantasías” de él. Era una persona que tenía muchos problemas, problemas que traía de la infancia, porque yo no estudiaba solamente el arte de la lucha del rival, estudiaba su carácter, averiguaba su vida, (estoy hablando de cuando era alguien importante), averiguaba sus debilidades, sus supuestas virtudes, sus errores, ¡en qué lo podía lastimar! Y supe que él arrastraba muchas dudas de pequeño.

 

Nos cruzamos a comienzos de 1612, cruzamos unas palabras, él muy cortes, yo no tanto. Lo único que me dijo:

 

-Qué bueno sería vernos en combate del mismo lado contra los enemigos de esta región-.

 

Era una muy buena frase, pero quizá yo al buscar pleitos le dije:

 

-Sí, por supuesto, nadie querría estar del otro lado de mi espada, porque hombro con hombro se aseguran su subsistencia-

 

Me miró y no me contestó. Yo dije:

 

-Yo perdí a mi padre a los 4 años, porque el propio ejército lo mató, porque le tenían envidia porque era un gran militar, pero no arrastro problemas con eso, ¡los he encogido! Y no arrastro problemas con nada de mi pasado-.

 

Musashi frunció el ceño, como no entendiendo, o no queriendo entender lo que yo le quería decir. Terminé de beber mi pequeño vaso, (ahhhhhh), ese ardor en la garganta de la bebida fuerte, y carraspeando le dije:

 

-Por lo tanto, yo nunca dudo con la espada, ¡no como otros que les persiguen fantasmas de pequeño!-.

 

La cuestión que organizamos un duelo en la isla de Ganryu, y Musashi tardaba en llegar, y uno de sus acompañantes dijo que estaba con una altísima fiebre, pero que así y todo le alcanzaba para vencerme... Di media vuelta y me marché, di media vuelta y me fui. Estoy seguro de que eso no fue contado. Hubiera sido una tremenda victoria y la historia hubiese cambiado por completo a favor mío.

 

Se dijeron muchas cosas, se dijo que Musashi estaba borracho, que había bebido demasiado alcohol para darse valor, y que por eso le vencí enseguida y le perdone la vida, no es cierto, no es cierto. Yo tengo amigos que espían todo y constaté que lo de la fiebre era cierto y no había tomado una gota de alcohol, pero yo quería un combate decente (suspiro), un combate decente que se hizo meses después, en el mismo lugar, a la madrugada. Y no es cierto que apliqué el tsubame gaeshi; mi primera estocada fue a la cabeza y no la esquivó, le arranque un pedazo de tela que llevaba..., combatimos una y otra vez... Quizá mi error, que siempre fui un hombre equilibrado, medido, nada apasionado… Fuera de combate era totalmente apasionado, todo lo hacía con pasión, en el combate no, en el combate era “mármol”, era frío; en el combate no. Pero tuve como cierto rol de suficiencia, cierta confianza y sabemos que en el arte del sable nunca tenemos que tener confianza. No estaba ante un aprendiz; un corte en el costado izquierdo, “sorpresa de mi parte”, un golpe en la cabeza.... Musashi ganó el combate.

 

Cuando desencarné no hizo falta que mi 10% contagiara al resto del espíritu “esa pasión”, porque así como vosotros hoy veis una película y os metéis en el personaje, yo estaba metido en el rol de Kojiro; yo, el espíritu, el Thetán era Kojiro Sasaki. Que casi llegando a ser invencible, me di cuenta de que no me venció Musashi. Yo era superior a Miyamoto, me venció mi suficiencia, ¡y me MOLESTA que en la historia quede como que él era mejor!

 

Hoy, ¡hoy!, encarné como rol femenino, y me considero una guerrera, y tengo habilidades como para derrotar a cualquiera...

 

¡QUE NADIE DUDE DE MÍ!

 

Sasaki Kojiro

Ver también sesión con Miyamoto Musashi