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Psicoauditación - Sourav |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión del 08/07/2024 Gaela, Kiran Sesión del 18/07/2024 Vaquia, Cort Sesión del 25/07/2024 Vaquia, Cort Sesión del 01/08/2024 Gaela, Anand Rani Sesión del 05/08/2024 Gaela, Anand Rani Sesión del 07/08/2024 Gaela, Anand Rani Sesión del 14/08/2024 Gaela, Anand Rani Sesión del 20/08/2024 Gaela, Anand Rani Sesión del 24/08/2024 Gaela, Anand Rani Sesión del 26/08/2024 Gaela, Anand Rani
Sesión 08/07/2024 Hablaron de cuán difícil es disfrutar los momentos, cómo aprovechar el tiempo para disfrutar o divertirse. Siempre tiene que haber un término medio.
Entidad: Me acuerdo la primera vez que vine de Dijor. Cuando llegué a Ciudad del Plata me sorprendió ver un barrio con todas las calles empedradas, y en la zona céntrica, en la Segunda avenida, muchísimas librerías, muchas de libros nuevos, obviamente caros, y otras de libros de saldo, antiguos, usados. Pero muchos de ellos reliquias.
A veces estoy en la duda si en la vida hay más casualidad o causalidad. No sé cuál de las dos aplicaría cuando conocí a Jorge Clayton.
Y me preguntó: -Kiran, te voy a conseguir, si tú lo deseas, un empleo en el diario El Pregón. -Por supuesto que acepté. Y lo que ganaba era más que suficiente, como para poder tener mi propio apartamento.
Pero a veces, el director me mandaba a hacer una nota importante. Pero una vez me dijo: -Tienes que aplicar tu ingenio.
Bueno. Justo en camino a un ministerio donde tenía que hacer una nota política, en el camino vi un accidente. Con mi camarógrafo lo filmamos todo, hicimos la nota. Una maravilla. Volví orgulloso al diario y le pasé la nota y la filmación al jefe de editorial.
-¡Supongo que además tienes la de la renuncia del ministro! -No... -Pero te mandé para eso. -Lo miré. Me repitió-: Kirán, te mandé para eso. -Señor, usted me dijo que aplicara mi ingenio, y esto me pareció importante. -¿Más importante que la renuncia de un ministro? -Se dio la vuelta y no dijo nada, sólo murmuraba-. Estoy rodeado de inútiles.
Por la tarde fui al Club Náutico y le comenté a Jorge Clayton: -Tengo miedo que me despida. -En el diario no van a despedir a nadie que haya recomendado yo. -¿Tanto poder tienes? -No, no rengo poder, tengo acciones invertidas en el diario. Y además sé a quién recomiendo. -¿Me equivoqué? -Sí -me dijo Clayton. -¿Pero no estás de acuerdo que haya aplicado mi ingenio? ¿Que no dude que se vea una noticia que era una primicia? -Obviamente, pero no puedes dividirte en dos. El editor tenía razón, era más importante lo de la renuncia del ministro. Bastante más importante.
Nos quedamos conversando, tomando un café. Y le dije: Mi problema sigue siendo que a veces postergo proyectos, como que la procrastinación se apodera de mi persona. En este caso no quise postergar esta noticia. -Kirán, son dos cosas distintas. Acá te dieron una orden para que hagas algo. Tú has tenido una muy buena iniciativa, pero si para el diario la nota política es una nota de tapa sí va a ser más importante. -¿Entonces qué hago -le pregunté-, no aplico más mi iniciativa? -Sí. Pero Kirán, cuando aplicas tu iniciativa tienes que evaluar si esa iniciativa va a ser más importante que la nota original. En este caso no lo era. De todos modos está bien que hayas tenido una iniciativa, pero evalúalo. -Bueno, menos mal que estoy protegido por ti -le dije. -Espera, espera, yo te recomiendo y tú debes responderme con responsabilidad. -¿Piensas que esto fue una irresponsabilidad? -No, no, simplemente que no evaluaste. Pero supón que cada semana te equivocas en algo grande o decides hacer algo que a ti te parece mejor y vuelven a censurarte o a retarte; va a llegar un momento en que el editor me va a decir: «Clayton, esta persona no me es útil», y no voy a poder protegerte. -O sea, ¿me soltarías la mano? -No se trata de eso. Además, no me gusta que me hagas rol de víctima. -No estoy haciendo el rol de víctima. -Sí. Has dicho: «¿En este caso me soltarías la mano?», con cara compungida. No, no me hagas eso. No te permito que me hagas eso. Quiero decir «Ponte las pilas». -No entiendo esta jerga. -Claro. En el lenguaje coloquial de Plena, ponerse las pilas significa prestar atención. -Presto atención... -Sí, pero además de prestar atención evaluar lo verdaderamente importante. A ver, supón que al editor le interesa la parte de política en la tapa del Pregón y te invita a que vayas a entrevistar un diputado. Digo invita para no decir te ordena. Pero en este momento hay un tremendo descarrilamiento de trenes, ¿qué es más importante la nota del diputado en ese caso o el descarrilamiento? -Obviamente, lo segundo -respondí. -¿Ves?, a esto me refiero. -Pero entonces estaba acertado antes. -No, porque era un accidente menor. Aclaro: Toda vida es importante. Una, diez, toda vida es importante. Pero en este caso es un accidente mucho más pequeño. Y hablábamos de la renuncia de un ministro importante. Aquí el caso hipotético que te doy es la entrevista a un diputado y de repente ves que hay un tremendo descarrilamiento, decenas de heridos... Obviamente vas con tu camarógrafo y haces notas, porque evalúas qué es más importante. No estás postergando nada. Eso no es procrastinación porque dejas de lado algo para ocuparte de otra cosa. La procrastinación, ese tema que hemos tocado varias veces, Kirán, tiene que ver con ir delegando cosas, dejar para mañana, para pasado, para la semana que viene. "Total, tengo tiempo". Y no es así, no es así, porque los días pasan, y cuando te das cuenta pasan las semanas, y cuando te das cuenta pasan meses.
En ese momento se acercó Pocho a la mesa: -¡Amigos, aquí traigo un conocido! Se sonrió Clayton: -¿Cómo estás, Anand? Lo miré. Un joven bien parecido, de rostro moreno. -Kirán, te presento a Anand Rani. -Nos estrechamos la mano. Clayton me dijo: -Él es técnico informático. Habló Anand: -Tengo algunos problemas, ¿puedo hablar?, salvo que estuvieran hablando algo personal. Yo dije: -No no no, está bien. Anand tomó la palabra: -Eh... Te comento Clayton, en la empresa de informática disfruto el trabajo, pero de repente a la tarde muchos compañeros me dicen: «Vamos a tomar algo afuera, vamos a conversar de distintas cosas». Y fui. Y hablaban de cosas que para mí no tenían importancia, no disfrutaba. Clayton le dijo: -Anand, ¿por qué no disfrutabas, porque el tema no te interesaba? -Hablaban de coas triviales. Esto no significa que yo quiera hablar solamente de informática, no me considero que sea una persona monotemática, pero hablaban de que conocía una chica... el otro de que se fue a una isla... el otro que conoció una mujer casada y tiene una aventura... Me daba la impresión que estos compañeros estaban compitiendo a ver quién era más... no sé cómo explicarlo, más conquistador. Después hablaron de música. Hay una música moderna que, honestamente, es ruido a mis oídos, y a ellos les encanta. Ahora, si somos doce a la mesa y a once les gusta ese tema y a mí me parece ruido, yo soy un alienígena, no soy un gaeliano; y entonces por eso no disfruto los momentos. Levanté una mano y hablé yo. -Anand me miró. Le digo: -Mira, a veces me pasa algo similar. A pesar de que mi trabajo en El Pregón, donde estoy, mis compañeros están todo el tiempo ocupados escribiendo notas, haciendo entrevistas o trabajando directamente en el diario, yo tengo la fortuna de poder salir. Ahora, yo tampoco disfruto a veces los momentos, hay algunos compañeros que son serios, generalmente gente mayor, nosotros somos jóvenes, pero me da la impresión que muchos jóvenes de mi edad -y voy a hablas en lenguaje coloquial, a pesar de que como tú yo tampoco soy de aquí, de Plena-, están en la pavada, están en la tontería. Entonces, al igual que tú, yo me pongo a pensar, ¿o soy maduro o en realidad soy aburrido y no lo quiero ver o no lo acepto? Clayton nos dijo a los dos: -Mirad, yo soy una persona divertida, sin embargo en mi trabajo no me rio casi nunca. Viajo, estoy de un lado a otro, tuve dos parejas hermosas. La primera pensó que le mentí y no me permitió que le dé una explicación. La segunda quizá tenía razón, no le gustaba los amores a distancia y yo viajaba mucho, y sigo viajando. Y en mis viajes organizo empresas o sigo ayudando a distintos sanatorios. Y obviamente no tengo tiempo de reírme, pero sí disfruto los momentos. Sí disfruto los momentos, porque el poder ayudar, el poder tender una mano, para mí es disfrutar. -Levanté la mano- ¡Je!, ¡je! No -dijo Clayton-, no levantes la mano, no estamos en el colegio, habla directamente. -Bueno, pero no te diviertes -exclamé-. Disfrutas porque ayudas, pero no te diviertes. Bueno, a mí me pasa lo mismo; a veces disfruto lo que hago en mi trabajo pero no me divierto.
Pocho no decía nada. Clayton nos miró a los dos: -Kirán, Anand Rani, me da la impresión que ambos tienen una manera de pensar similar. No podemos ir por la vida disfrutando todo porque podríamos pasarnos al otro extremo. -¿En qué sentido? -pregunté. -En ser irresponsables, en que nada nos preocupe. Siempre tiene que haber un término medio, disfrutar de una salida... Aquí, por ejemplo, los fines de semana en el Náutico hay música; el que le gusta bailar baila, el que no quiere bailar se queda sentado en la mesa tomando una bebida, disfrutando, conversando con amigos. Y está bien, eso está perfecto, pero no lo podemos hacer todos los días. No lo podemos hacer todos los días. ¿Se entiende eso, Kirán? -Sí, lo entiendo, lo entiendo. Disfrutar determinado momento no es ser irresponsable. En mi caso tengo responsabilidad con mi trabajo en El Pregón. Habló Anand Rani: -Bueno, ¿de mí qué puedo decir? Yo no solamente disfruto lo que hago en la empresa donde se fabrican ordenadores personales sino que además soy muy dedicado a eso, hago las cosas sin prisa, no me apuro, pero también hago las cosas sin pausa. Y a la hora de almorzar prefiero almorzar solo, tranquilo. Y a veces mis compañeros me dicen: -¿Te pagan extra? Y les digo: -No entiendo, ¿por qué? -Porque terminas de comer diez minutos antes y te vas de vuelta a la oficina. Me encojo de hombros y le respondo: -Para aburrirme aquí en la terraza prefiero seguir trabajando. Pero no me lo entienden, piensan como que yo trato de hacer más trabajo como para quedar bien con el gerente o contigo, Clayton. -Ya lo hablamos el tema, ya lo hablamos, no lo tienes por qué aclarar.
Lo miraba a Anand Rani y pensaba: «Es muy parecido a mí en la forma de ser, aunque su trabajo sea otro».
A mí en el diario me pasa lo mismo. Muchos se van al patio que tiene el diario a fumar, yo directamente no fumo. Y si fumara no iría a perder tiempo, trataría de corregir las notas, de presentarlas bien, de que no haya faltas de ortografía, de elegir bien qué tipo de letra va para cada nota para que el editor esté conforme. Pero para que yo esté conforme. Pero a veces llega la noche y digo: -De la misma manera que Anand Rani no disfruta los momentos, el proyectar todo para más adelante también es postergar el poder gozar de buenos instantes. Y eso es algo que estoy tratando permanentemente. Y me cuesta, me cuesta. Me cuesta mucho. Pero estoy persuadido que lo voy a conseguir, porque la lucha no es con otra persona, es conmigo mismo.
Sesión 18/07/2024 La entidad relata una vida en un mundo donde parecía que en las afueras de la ciudad donde vivía podrían haber alimañas que atacaban a quienes iban a los bosques. Él tenía sospechas que podían ser no sólo animales sino personas. Se lo comentaba, pero no era entendido por su padre.
Entidad: Querida gente, hoy deseo relatar una vivencia que parece increíble. En un mundo llamado Vaquia, allí encarné como Cort, es un mundo que está en el brazo de Centauro a dieciocho mil años luz de Sol III. Pero si bien los brazos tienen su extensión, Vaquia está en este momento, porque los brazos no giran en la Vía Láctea a la misma velocidad, cuanto más al centro están más rápido giran. En el momento de la vivencia están prácticamente a la misma altura del brazo de Orión, donde está Sol III.
La vivencia de Vaquia transcurre prácticamente en la misma época en la que está mi parte encarnada, Sourav, en Sol III. Hay bastantes adelantos, pero también en la ciudad donde estudio hay muchas leyendas, además la ciudad está en el límite con un gigantesco bosque que abarca cadenas montañosas, ríos, arroyos y hasta pantanos. Los viejos habitantes del lugar y algunos ya fallecidos no creían en leyendas, decían que las cosas que pasaban eran ciertas, que el bosque estaba lleno de distintos tipos de bestias y quienes se atrevían a alejarse adentrándose en la foresta desaparecían o a los pocos días los encontraba desangrados con la ropa despedazada.
Mi familia siempre fue muy coherente, muy de estar con los pies sobre la tierra y solamente creía en lo que veía, y así me educaron a mí. Los compañeros y compañeras que creían en esas cosas eran víctimas de burlas. Yo, en la facultad, tenía dos compañeros, Dominique y Lica, que eran novios, pero su manera de ser me resultaba sospechosa, muy sospechosa; siempre cuando aparecía alguna víctima ellos estaban cerca o por lo menos uno de ellos. Me hice confidente de algunas profesoras y profesores, me contaron lo poco que sabían, que Lica era adoptada por un familia rica pero que desconocían su origen, que seguramente nació en algún orfanato en alguna ciudad lejana del otro lado del gran bosque. Y de Dominique, una persona empática pero muy seria, hablaba lo justo y necesario.
Pero también había dos profesores, uno tenía cara de estar siempre distraído, pero a veces me daba vuelta y notaba que me miraba con ojos de crueldad, como si yo supiera algún secreto de él. Y es más, lo pesqué más de una vez mirándome con ese rostro perverso. Y más me hacía sospechar de que estaba en algo turbio, el profesor tenía un socio y averiguando me di cuenta de que ambos eran dueños de una gran farmacéutica.
Obviamente hablé con mi padre. Mi padre tenía amigos en el poder y uno de ellos los investigó y le dijo a mi padre: -¿Cuál fue la razón por la que has preguntado por estos dos profesores? -Porque mi hijo Cort notó algo turbio -le respondió El hombre le dijo: -Dile a tu hijo Cort que en lugar de trabajar su imaginación estudie más las materias. La farmacéutica abona todo, no tiene ningún tipo de multa, la medicación está aprobada por la organización de la salud por lo cual... Mi padre le dijo: -Disculpa que te he hecho perder el tiempo, entonces. El hombre le dijo: -No, está bien, más vale sacarte las dudas. Pero insisto más vale que tu hijo Cort se ocupe de estudiar.
Mi padre, abochornado, me dijo de todo. Le pedí disculpas y le dije: -Bueno, habrá sido una impresión mía, te agradezco de todos modos que hayas averiguado. -Agradécelo estudiando porque no quiero molestar a gente tan poderosa por imaginación de un adolescente. -Por lo cual no le dije más nada. Sí, podría decir, que me quedé con ciertos traumas. ¿Por qué? Porque es feo sentirte solo, no tener un compañero o compañera al cual comentarle tus dudas sobre los profesores o sobre Dominique.
Y justamente ese fin de semana arreglamos con todos los compañeros de la facultad, de las distintas materias. Éramos como cuarenta alumnos en un camping a aproximadamente a dos kilómetros desde la orilla del bosque, al fin y al cabo no nos adentramos casi nada, sólo un par de kilómetros. Llevábamos en la mochila comida, bebidas, un día hermoso el sol a pleno. De todos modos parte de la superficie estaba en sombra porque las copas de los árboles tapaban los rayos de sol, pero el día estaba cálido. Algunos de los jóvenes, parejas de noviecitos, recuerdo que estaba Curt y Helga, se alejaron de nosotros en la espesura. Y nos reíamos. -Déjenlos, quieren estar solos.
Pasaron algunas horas y no volvían. Dominique le dijo a su novia: -Quédate, voy a investigar. -Volvió a los veinte minutos con Helga en sus brazos, sangrante, pero viva-. ¡Llamen inmediatamente de sus celulares a la policía! Otto, un compañero, preguntó: -¿Y Curt? -No está. -Helga tenía el vestido desgarrado y heridas como de garras de un animal.
Habló Iliana, y dijo: -Yo sé que hay hombres lobo... -Cállate -le dijo una amiga-, no digas tonterías. -Dominique sacó de la mochila un ungüento-. ¡Qué haces, tiene infecciones! Mira como sangra. -Esto es una sabia sanadora de algunas hojas hasta que llegue la policía y la ambulancia.
Quince minutos después, por el camino asfaltado llegó un coche patrullero y atrás la ambulancia. Dominique cargó a la joven y se la alcanzó a los camilleros. La miraron y preguntaron: -¿Qué es esto que le han puesto? Dominique dijo: -Es un ungüento que no sólo va a detener hemorragias sino que las heridas más leves las va a mejorar.
Obviamente, todos los que estábamos ahí prestamos la declaración al día siguiente. A Dominique lo tuvieron toda la noche describiendo cómo la encontró, dónde. Llevaron perros, pero no, no había ninguna huella, ningún olor que pudiera delatar a la persona o a "la bestia" que hubiera herido a Helga y se hubiera llevado a Curt.
Obviamente que se lo comenté a mi padre. Me respondió: -Cort, espero que no relaciones esto con lo de los dos profesores, deja que la policía se encargue.
Nunca aceptaba mis palabras, nunca. Recién al día siguiente Helga ya estaba consciente y declaró ante la policía que los atacó una bestia peluda. Prácticamente le arrancó, rasgando su garganta, la cabeza de su novio y le rasgó parte del pecho y del estómago a Helga, pero mientras devoraba a Curt, Helga corrió hasta que perdió el conocimiento, y allí es donde la encontró Dominique.
Si no fuera por la declaración de Helga yo hubiera pensado que Dominique quizá gustaba de Helga y a traición los golpeó a los dos desmayándolos y con alguna roca imitando garras desgarró a Curt y lo enterró por ahí. Siempre sospeché de Dominique que estaba en algo turbio. Lo que más me molestaba de todo esto era el trauma que tenía con mi padre porque nunca me tuvo en cuenta. Y a mis amigos evitaba contarles mis suposiciones por temor a que se burlen de mí como lo habían hecho tiempo atrás con otro compañero llamado Rudolf, de quien le decía que estaba mal de la cabeza porque inventaba historias imposibles.
La hipótesis de la policía es que había gente que vivía en el bosque y que mataba para robar pertenencias de los paseantes. Lo cual, por supuesto, yo no lo creía.
Esa noche hablé con mi padre y le dije con empatía lo que yo pensaba. Me decía: -Mira, no imites a Rudolf. -Padre, yo no cuento nada a nadie, sólo a ti. -Lo que tienes que hacer es estudiar más, hay tres materias con las que estás muy atrasado, te dejas estar, te postergas, inventas cosas, finges sentirte mal para no estudiar. No voy a permitir que te lleves materias para el año próximo, si hay alguna materia más que me entero que te sacas bajo puntaje no irás más a los campings o a los pequeños picnics con tus compañeros, te quedarás en casa los fines de semana estudiando. Basta de postergarte, basta, es una orden.
Yo era una persona que odiaba los premios y castigos, si me sacaba buenas notas tenía premios, malas notas, castigo. No es manera de tratar a un adolescente, no estoy diciendo que me permita hacer lo que yo quisiera pero hay maneras y maneras de hablar. A veces mi padre me parecía un tirano, a veces me sentía como que casa era una prisión. Yo no digo que en la facultad no tenía buenos amigos, sí que los tenía, había dos o tres que me escuchaban y compartían mis ideas, pero los demás nos miraban como con burla, y nos sentábamos aparte, éramos tres o cuatro que nos sentábamos en la última mesa del comedor en la facultad. Y yo no quería parecer un joven raro, distinto, porque no me hacía bien y no le hacía bien a mi estima, me sentía con baja estima. Y cada vez que llegaba a casa mi padre me decía: -¿Hoy cómo te fue? -Bien. -Así lo espero. Ya veré tu libreta de calificaciones. Basta de postergarte en los estudios, basta.
Lo que pasa que mi padre conseguía en mí el efecto contrario porque me hacía poner nervioso y todo lo que estudiaba por la noche al día siguiente tenía una laguna en mi mente y no me recordaba. Y se lo decía a mi padre. -Excusas. Excusas, Cort, excusas.
Y así era mi vida. Pero esto era sólo el comienzo, pasaron cosas más graves.
Sesión 25/07/2024 Tenía en la cabeza que había seres tipo lobo, vampiros, y eso le postergaba sus deberes. Pero lo había comentado con otros y pensaban parecido. Su padre pensaba en un psiquiatra para él.
Entidad: Una de las vidas más extrañas que he tenido es en Vaquia en el rol de Cort. Un mundo en el brazo de Centauro, de la Vía Láctea, a dieciocho mil años luz de Sol III.
Mi rol de Cort es un rol de un joven que no es comprendido por su propio padre, lo que le trae muchos traumas que a su vez, en mí, como thetán, quedan grabados en mi parte conceptual. Tengo la fortuna de poder, a través de mi rol, relatar la vivencia para hacer catarsis e ir erradicando mis condicionamientos.
-¡Cort!, ¿cómo vas con los estudios? -Mejor, padre, bastante mejor. -Veo que te estás esforzando, no eres el inútil que yo pensaba. Pero tampoco te creas un privilegiado, muchas veces me has decepcionado, yo esperaba más de ti. -Padre, me esfuerzo. Lo que tú no ves es los acontecimientos que hay en esta ciudad. -¿Te refieres de nuevo al bosque?, ¿las supuestas bestias que muchos ven? Si sigues con eso te llevaré a un psiquiatra. -¿Tú piensas, padre, que yo tengo problemas? -No por ahora, mientras no sigas con esas historias inventadas. -Está bien, padre.
Al día siguiente me reuní con dos de mis amigas, con Viki, con Aila. Me decían: ¿Qué piensas de los dos hermanos? -¿A qué te refieres? Viki me dijo: -A Rudolf y a Hans. Son raros, me dan escalofríos. Rudolf es el peor, creo que tiene problemas. -Mi padre dice lo mismo de ti, y de ti, Aila. -¿Por qué? -Porque dice que vosotras me llenáis la cabeza con el tema de las bestias del bosque. -¿Y tú qué piensas? -Las miré a ambas. -Al comienzo dudaba. Digo, de alguna manera es como que se dejaron convencer de las tonterías que decía Rudolf, pero ahora me doy cuenta de que no puede haber tantas coincidencias de que dos o tres de los estudiantes han aparecido muertos, desgarrados. La policía dice que hay asaltantes que viven en poblados pequeños... -¿Y tú qué crees? -me preguntó Aila. -No me imagino que asaltantes desgarren los cuerpos de las víctimas de esa manera. Además, fíjate que algunos de ellos portaban dinero encima y no le sacaron nada, y de alguna manera es como que eso me incomoda. Y otra de las cosas que he visto, nuestros compañeros, esa pareja de novios, Dominique principalmente y Lica son raros, siempre cuando hay un acontecimiento negativo ellos están en la escena. No, no me gustan. Honestamente, no me gustan. Viki dijo: -A mí me parecen amables. -A mí también, pero me da la impresión como que esconden algo.
Entramos al curso y a la salida me encontré con Olsen. Olsen estaba como alienado. Le digo: -¿Qué te sucede?, hoy no has venido al curso. -Fui a la casa de mis tíos, en la orilla del bosque. Y mi tía me dijo: -Tu tío ha salido, ha ido hasta el lago. -Pero cómo, ¿no trabaja? -No, tiene malestar en el pie y el doctor le dio cuarenta y ocho horas de descanso. -¿Y en lugar de quedarse en cama se va al lago? -Se sienta en la orilla a descansar. Y lo fui a ver. -¿Y qué pasó, Olsen? -El tío no lo vi en las orillas del lago, el día estaba nublado... -Sí, eso es cierto. -Y las copas de los árboles y aparte la misma neblina que había apenas dejaba ver a cincuenta metros de distancia, más no. De repente detrás mío sentí una respiración y había un hombre de edad indefinida, unos sesenta años aproximadamente, pero vestido como si estuviera en el siglo dieciocho, y se acercaba a mí con una mirada hipnótica. -¿Quién eres? -le pregunté. En ese momento mostró unos dientes con unos colmillos fuera de lo común. Me asusté tanto que primero me quedé paralizado, me miraba con ojos hipnóticos. Y para mí era un vampiro. -Eso no existe, Olsen -le dije-. ¿Tú también crees en las habladurías de Rudolf? -Lo vi, lo vi, Cort. Antes de que me llegara a morder corrí hasta la casa de mis tíos. Entré agitado y mi tía me dice: ¿Qué pasó, no te encontraste con el tío? -No, había una bestia que me quería morder. -Te estás contagiando de otros jóvenes que ven visiones. Déjate de tonterías, hablaré con mi hermano. -No, no hables con papá porque me va a retar. -A mí me pasa lo mismo, si le cuento a mi padre que existen esas bestias me quiere llevar al psiquiatra. -Pero Cort, yo vi un vampiro.
En ese momento se acercó Dominique: -¿Qué ha pasado?, estás agitadísimo, Olsen. -Nada. Me miró a mí: -¿Qué le pasó, Cort? -Nada. -¿Qué estáis ocultando? Olsen lo miró y le dijo: -Estuvo a punto de morderme un vampiro. Dominique le dijo: -Mira, es peligroso entrar al bosque porque hay muchos..., muchos hombres que viven de los robos, algunos incluso se ponen ropa extraña para asustar a los estudiantes. Olsen rió y le dijo: -A mí me parece que eres uno de ellos, porque no es al primero que le dices que vemos cosas que no existen. Me envalentoné y le dije a Dominique: -Yo pienso lo mismo, siempre estás en las escenas raras.
En ese momento Olsen dijo: -No me siento bien, me voy hasta casa. -¿Tú padre sabe -le dije- que faltaste a la facultad? -No. -Te acompañaré y le diré que has estado. -No, no, porque mi tía sabe, y no le quiero mentir. -Bueno, iré contigo y le diremos a tu padre que has estado, pero que después te has descompuesto del estómago y que has estado conmigo pero que no has entrado al curso. -Claro. ¿Y cómo si has estado conmigo no has entrado conmigo a lo de mis tíos? -Te esperé afuera. -No me va a creer, la tía le va a contar lo que te conté a ti. Lo miramos ambos a Dominique y le dijimos: -No hace falta que nos acompañes. -Llegamos a la casa, por suerte el padre estaba de buen humor y creyó en la mentira que inventamos.
Volví otra vez a la facultad para encontrarme para almorzar con Viki y Aila. En el camino me esperaba Dominique. -Necesito hablar contigo -me dijo. -Está bien, vamos a la cafetería. -Quería estar con Dominique pero que hubiera público, no confiaba en él, quizá era un humano que se transformaba en bestia.
Fuimos a la cafetería. Le digo: -En veinte minutos me encuentro con las chicas, así que sé breve. -Mira, lo que has visto fue real. -¡Ah! ¿Entonces por qué les mientes a los demás? -Para protegerlos. -Explícame. -Si se difunde, entre todos los estudiantes, que las bestias son reales se va a sembrar el pánico. -¿Y qué dices? -Si van al bosque vayan en grupo, no se distancien unos de los otros, pueden incluso acampar, pero cuando ya va bajando el sol vuelvan a sus casas. -¿Y tú cómo sabes todo eso? -Porque también he tenido una experiencia negativa. Estaba con Lica, mi novia, y alcanzamos a ver de lejos una forma extraña y salimos corriendo. Lo miré y sonreí: -No te creo, eres una persona segura, no te imagino correr. -Entonces, ¿qué piensas, Cort? -Que tanto tú como tu novia forman parte de esos seres. Eres raro y no me vas a convencer de lo contrario. Obviamente no voy a ir al bosque solo, no pienso ir más salvo que vaya con otros compañeros. Pero tú a mí no me engañas, tú eres también un bicho raro; eres bueno en deportes, te sacas las mejores notas... No me convences. -Me marché. Quise pagar mi bebida y me dijo: -No. -Como quieras.
Me encontré después con las chicas. Le dije a Viki del encuentro con Dominique. Me dijeron: -Nosotras también dudamos de él, pensamos que él y su novia son raros. -Comí con ellas y me marché para casa.
Por el camino pensaba que seguramente mi padre tiene razón, tengo que dejar de pensar en eso, al fin y al cabo vivimos en una gran ciudad. Y debo pensar más en mis estudios, en dejar de postergar mis proyectos, en sacarme mejores notas. Mi padre me dijo una vez: -Uno de los peores enemigos de vosotros, los jóvenes, es la procrastinación. Le pregunté: -¿Qué es eso? -El dejar las cosas para otro día y para el día siguiente y para el otro. Porque no se trata solamente de tus estudios, has comprado libros, los dejas por la mitad, no los lees. A veces en reunión de padres hablo con otros padres cuyos hijos tienen también la manía de pensar que en los bosques hay cosas extrañas, y eso hace que posterguen los proyectos de vida, se hunden en sus fantasías. -Te prometo, padre, que me dedicaré a los estudios y a hacer una vida normal. -Eso es lo que espero de ti, no quiero decepcionarme.
Pero padre no me daba aliento, para él yo era una decepción. Y eso hacía que me quitara las ganas de hacer las cosas, en lugar de alentarme con sus palabras me quitaba las ganas de todo, yo necesitaba incentivo para evitar la procrastinación y no tenía esos incentivos.
Las chicas eran amigas pero no las veía como una posible pareja, tal vez eso era lo que me hacía falta. En el fondo yo era tímido, con ellas no porque ya tenía confianza, pero había compañeras nuevas, bonitas a las que no me animaba a hablarles.
En el fondo lo envidiaba a Dominique, lo veía como un joven que si bien tenía novia hablaba con todos por igual, a pesar de ese aire de misterio que emanaba. Quisiera, y esto es contradictorio en mí, por un lado desconfiaba de ese Dominique, por otro lado me gustaría tener su seguridad, su firmeza.
Ya no sabía qué más hacer, no sabía qué más hacer, tenía que vencerme a mí mismo, tratar de pensar en mí. Muchos tomarían eso como un ser egoísta, pero me sentía abandonado por mi propia persona, no sé cómo explicarlo mejor, me sentía como que me dejaba estar. Y eso era parte de la procrastinación.
A veces me recostaba en mi cama y dejaba de pensar, y digo "¡Ah!, me quedaría días enteros descansando". Y después me enojaba conmigo. Eso es justamente lo que no debo hacer, eso es justamente lo que debo evitar. Pero claro, ¿cómo convencerme a mí mismo?, los consejos de mi padre me tiraban hacia abajo, no me servían. Alguna vez pensé en conversar con Dominique, pero por otro lado sentía como un rechazo hacia él. Más de una vez me invitó a conversar y la única vez que conversamos estuvimos solamente quince minutos, y yo estuve a la defensiva, todo el tiempo a la defensiva. Es como que me saboteara, como que yo mismo me saboteara. Y eso no me lo podía permitir más, nunca más.
Sesión 01/08/2024 Aunque progresaba llevar al día temas de trabajo, en lo social, en lo afectivo seguía dilatando encontrar el empuje sincero pero necesario para entablar relaciones. Sabía que tenía que decidirse a dar el paso.
Entidad: Muchas veces pienso que soy esclavo de las circunstancias. Os voy a comentar por qué digo esto.
Siempre me consideré un empleado modelo, no perdía tiempo, no me interesaba conversar con nadie. Es más, me sentaba aparte porque mis compañeros en informática hablaban de otros temas, se burlaban.
Me decían: -¡Anand!, Anand Rani, mira que eres aburrido, ¿eh? Les respondía: -No, no es así simplemente es que no quiero atrasarme.
Un mediodía, comiendo, sube una chica de finanzas, ella se ocupaba de balances, la había visto un par de veces, se llamaba Ariana. Me saludó. -¿Me conoces? -Te he visto varias veces hablando con el jefe, con Clayton. ¿Puedo sentarme contigo? -Y se trajo un plato de comida sin esperar mi respuesta.
En el fondo me sentía molesto, no por Ariana, era una de las chicas más atractivas que había visto en mi vida, y no exagero, pero mi mente pensaba a la velocidad de la luz figurativamente hablando. ¿Por qué se acerca a mí?, me vio apenas un par de veces, nunca hemos conversado, pero claro me vio hablando con Clayton y querrá sacar alguna ventaja. Yo no creo en esa frase "Piensa mal y acertarás", pero aprendí a ser desconfiado. Obviamente, no me incomodaba conversar todo lo contrario. Sí es verdad, y debo reconocerlo, me sentía nervioso por la compañía de esta joven tan bella. Ella llevaba el tema de la conversación; me preguntó cuánto hace que trabajaba, me comentó lo que hacía ella, me comentó que hace poco se independizó y se pudo comprar un pequeño apartamento de un ambiente, pero vivía cerca de la casa de los padres a los cuales veía varias veces en la semana. Se llevaba muy bien con ellos pero quería estar sola para no depender de horarios.
En ningún momento me mencionó a Clayton y eso de alguna manera me tranquilizó. ¿Por qué?, porque significa que se acercó por mí, salvo que esté actuando sutilmente. Me preguntó si me gustaba el cine. Le digo: -Sí, no suelo ir seguido. -¡Qué pena! Dan un estreno muy bueno en el Luxor, en la Segunda avenida. Y le dije: -Me voy a fijar en la cartelera.
Me comentó de qué se trataba, era una película de acción con uno de los actores de moda en Beta. Y seguimos hablando. Al día siguiente estaba ella sentada, pero yo no me atreví a a decirle si podía sentarme con ella. No hizo falta, me hizo una seña con la mano y me llamó. -Siéntate, salvo que tengas otro compromiso. -No no no, compartiré contigo el almuerzo con gusto -le respondí. -¿Y? ¿Has visto la cartelera? -No, honestamente, no. Llegué y en casa seguí haciendo números. -Te ocupas demasiado del trabajo... Le dije: -No, lo que pasa, Ariana, que quiero dejar todo en orden. No quiero retrasarme en lo que hago, hay proyectos nuevos. -Lo sé, Anand, lo sé, pero no dejes de disfrutar lo momentos también, y las salidas.
La cuestión que no quedamos con nada y el fin de semana me enteré de que se había ido al cine con Gastón, Gastón era un joven que tenía fama de..., de mujeriego. Y sentí como cierta ira porque digo ¿cómo, parece una joven sana, coherente y sale con este tal Gastón?, que con todo respeto, lo que hace con las jóvenes es usarlas y dejarlas luego de lado, piensa que las mujeres son objetos. Entonces, ¿qué sucede con ella, no se valora a sí misma?
El primer día de la semana siguiente fui de mal humor al trabajo, eso no impidió que trabajara como corresponde. Ariana vino y me saludó pero pasó de largo, no se quedó a almorzar, se llevó una vianda y habrá comido en su oficina.
A la tarde, cuando salí, estaba con rencor, y qué causalidad que me encontré con Clayton: -¿Qué sucede que estás con ese rostro tan apesadumbrado? -me preguntó. -Me han pasado cosas. -Hagamos algo, vamos a merendar. -No, no quiero merendar aquí, discúlpame pero no. -No te hablo de merendar aquí, hay un bar nuevo, un bar-cafetería en la Segunda avenida, en el bajo, en la parte céntrica. -Fuimos.
Y luego me preguntó: -Anand, ¿qué pasó? -Le comenté lo de Ariana, y le comenté que el fin de semana al final salió con Gastón. Me dijo: -Espera, espera, ¿estás molesto por eso? -¿Y qué te parece? Sale con una persona que sólo le interesa lo material. -Ella te dio indirectas, te dijo dos veces de ir al cine. Cuando tú terminas de trabajar no tienes que ir a tu casa a seguir haciendo cuentas, al fin y al cabo me respondes a mí, si el supervisor dice algo que se dirija a mí. No tienes que ser tan estricto en el trabajo. Fuera del trabajo, al fin y al cabo, ella te preguntó si te has fijado en la cartelera y tú le has dicho "No, no tengo tiempo". -Bueno, no, no fue tan así. -Está bien, simplemente te lo resumo Anand. No tienes porque prejuzgar a la gente, ella habrá pensado que tú no tenías interés en salir. Y bueno. -¿Pero por qué Gastón?, ¿por qué Gastón? Supón que me interpretó mal y pensó que yo no tenía interés en salir con ella, desde ya te digo que me gusta horrores, me gusta muchísimo, ¿pero por qué Gastón?, Gastón tiene fama de mujeriego. Ella no es tonta, lo sabe. -Anand, ¿por qué te apresuras en sacar conclusiones? Tú conoces la fama de Gastón. -Sí. -¿Pero conoces como es Ariana? -Lo miré a Clayton. -No, no parece una persona seria. -¿Piensas que es una persona que le da lo mismo salir con uno o con otro? -No no no; no, Clayton, me expresé mal, quiero decir no es una persona que es indiferente, es una persona empática, amable, atenta. Eso quise decir. -Bien. Eso no significa, y disculpa mi lenguaje, que sea una chica fácil. Que salga con Gastón no significa nada. Entiendo que es una chica que sabe poner freno cuando algún varón se pasa del límite. -Está bien. Pero hoy pasó de largo, se llevó la vianda, no conversó conmigo. Habrá pensado que como yo no tengo interés no me dirige más la palabra. -Anand, te sigues apresurando en sacar conclusiones. Hoy era día de balance y están atrasados con los balances. No por ella, hay otras chicas que son nuevas y ella les tiene que enseñar. -¿Y tú no las apuras, Clayton? -No. No. Al contrario, estuve dos horas en balances y ayudé a algunas. -¿Pero no tomas personal capacitado? -Sí, Anand, por supuesto, pero cada empresa tiene su modo, su método, su manera, y no se le toma la mano enseguida al trabajo. -No, no entiendo el lenguaje, ¿qué es tomarle la mano? -Bueno, ponerse en práctica. -Entiendo. -Entonces por eso seguramente hoy no vino a almorzar contigo. Pero invítala mañana a merendar. -No, no, no me animo. -¿Por qué te postergas en todo? Si te gusta tanto y ella es amable contigo es que algo vio en ti. ¿Por qué te postergas, en la parte afectiva también haces procrastinación? Por favor, no te lo permitas. -¿Y tú no le puedes hablar de mí? -No, no corresponde. No corresponde, te haría quedar mal. -¿Por qué? -Es obvio, Anand, el jefe de la compañía diciéndole a una empleada en finanzas: "¿Conoces a Anand de informática, es un buen joven?". ¡Es ridículo! Aparte no..., ¡je, je!, no me parece correcto. No, no es mi papel, no es mi rol hacer eso, ¡je, je! Es desubicado incluso que me lo pidas. -¿Te has molestado conmigo? -¡Je! No no no... -¿Te causo gracia? -No, ni me he enojado, ni me causas gracia, me rio por la situación. Tú mismo te tienes que dar cuenta de que en la parte afectiva no tienes que tener intermediarios. ¿Puedo ser directo? -¡Pero Clayton, por supuesto! -Si hipotéticamente yo hablara por ti te tomaría por tonto. Eres tú. -Es un riesgo. -¿Riesgo hablar con una joven? A lo sumo te dirá sutilmente, "Mira, no puedo porque tengo otras cosas que hacer". Y punto. Y le dirás: "Bueno, lo dejamos para otra vez". Y listo. -Pero me daría una vergüenza espantosa. -No. Te postergas, deja de postergarte. No es el fin del mundo. Y si te dice sí iréis a tomar algo, le dirás que la semana pasada no has podido ir. -¿Y si me dice: "Discúlpame estoy saliendo con Gastón"? -¿Y qué? -¿Cómo y qué?, pasaría un papelón tremendo. -No, no tienes porqué. A lo sumo le dices: "Que bueno, espero que estén bien". Y terminas la conversación. -Pero quedaría en ridículo, Clayton. -No, ¿por qué? Tú te apresuras a sacar las conclusiones, te apresuras e inventas lo que te puede decir la otra persona. Con ese criterio va a ser una misión imposible. Suéltate, déjate llevar, no vayas tenso porque se te nota. -¿Ves?, tengo razón, se me nota, se me ve en el rostro, por eso muchos se burlan. -No, basta, basta, el rol de víctima no te va tampoco. Primero, eres una persona capaz, en el trabajo eres excelente, no me equivoqué contigo. Tampoco es una obligación salir con esta chica, Ariana, pero si tú me dices que te gusta, invítala a tomar algo y fíjate en la cartelera si dan otra película que le interese. Habla de ese tema o de otro tema, o pregúntale qué cosas le gustan. -Me cuesta mucho hablar cuando hay una chica tan linda, me freno. -Bueno, deja que hable ella. -Qué fácil que lo haces. Ojalá fuera como tú, Clayton. -No, no tienes que ser como yo, tienes que ser como tú. -No entiendo. -No tienes que copiarte de la manera de ser de otro, de nadie, tienes que ser como eres, pero tienes que vencer eso de ir postergando cosas. Anímate y después me cuentas. Mañana mismo hazlo. -¿Y si no la veo? -No sirve que digas: "Y si no la veo", "y si me dice que no", "y si no me cruzo con ella"..., deja de pensar en negativo. Y ya me estoy yendo, tengo una reunión. -Clayton le pagó al camarero y salimos-. ¿Te alcanzo hasta tu casa? -No, no, está bien, voy a caminar un poco y voy a mirar algunos libros. -Nos vemos mañana.
Clayton se marchó y me quedé pensando en Ariana. Y tenía razón él, era esclavo de la procrastinación. Pero la decisión era mía, la decisión era exclusivamente mía. Y caminando a casa después me quedé pensando, "Qué barbaridad, ¡cómo le podía pedir a Clayton que haga de enlace!, verdaderamente quedaría como un tonto. Tenía razón". Mañana sería otro día.
Sesión 05/08/2024 Adoraba a una compañera, dio el paso. Pero no estaba acostumbrado a estar ante una presencia segura de sí misma, se sentía cohibido, le fallaban las fuerzas para hablar. En un momento dado tocó la felicidad, pero por un malentendido de deshizo la magia, no consiguió mantenerla.
Entidad: Bajé de la oficina y me quedé en la puerta esperando que baje Ariana, pero ya habían pasado quince minutos y pensé quizá se fue más temprano.
Mi mente era una acumulación de nervios, de ansiedad, de expectativas y todo mi ser temblaba, quizá por temor a la palabra 'No', y eso que había hablado con Clayton más de una vez sobre el tema y había acordado que todos somos importantes de una u otra manera. Pero llevar a la práctica todo lo aprendido no era tan sencillo, por lo menos no para mí. -Hola -escuché la voz detrás mío. Respondí: -Hola, ¿cómo estás Ariana? -Bien. ¿Qué haces? -Estaba esperando a un compañero, pero aparentemente se va a quedar a terminar unos formularios. -¡Oh! Pensé que me esperabas a mí. -Sonrió ella. La miré, sonreí forzadamente, no sé si lo decía en serio o me hacía una broma. Y no sé cómo, pero me atreví a decirle: -Mira, ya que la causalidad hizo que nos encontremos en la puerta de calle de la empresa, ¿te apetecería ir a tomar algo? -Sí, ¿por qué no? ¿Adónde? -Vayamos a la Segunda avenida, el jefe Clayton me dijo que hay un lugar buenísimo. -Vaya, ¿eres amigo? -Somos conocidos. ¿Cogemos un taxi? -No, tengo mi pequeño coche. -Me asombré. -¡Wow, qué bueno! -Subimos a su coche. Ariana me dijo: -Indícame, por favor, porque no tengo idea dónde queda ese bar.
Estaba incómodo pero por su presencia, pero no incómodo de que me incomodaba de mala manera, todo lo contrario, me apabullaba su presencia, me deslumbraba su ser al punto tal que me atraganté y tosí. -¿Tienes catarro? -No no no, me ahogué, se ve que tenía una pequeña flema, me ahogué. -Bueno, ahora tomarás algo caliente. -La miré, ella me miraba de reojo, no quería perder la vista en el tránsito. -Qué bueno que te has comprado el pequeño coche, ¿te han ayudado tus padres? -No, mis ahorros, ¡je, je, je!, ellos me han ayudado. -Te felicito. -No es nada, es un pequeño coche. Aparte, no es nuevo, no es un cero kilómetros, debe ser del año 67. -Pero lo conservas bien. -¡Ah, sí, sí!, lo cuido permanentemente. Además, mis padres, mi padre, mejor dicho, tiene un amigo mecánico que siempre lo lleva, digamos como que lo quiere al coche más que a mí, ¡je, je, je! -Obviamente era un chiste.
Bajamos, fuimos a un estacionamiento a media calle del bar. Le digo: -Este es el bar. -¡Ah! Lo había visto, lo había visto. Aquí has venido con Clayton alguna vez. -Sí. -Suponía. -Entramos. Pedimos algo caliente con unos croissants y me preguntó-: ¿Y esta semana has visto la cartelera? -Honestamente, no. -¿No piensas invitarme al cine? -Me encogí de hombros, pero fui directo. -Pensé que estabas saliendo con Gastón. -Me miró, frunció el ceño y luego sonrió. -¡Je, je! No, verdaderamente estaba aburrida y me imaginé que a ti no te interesaba o la película o mi compañía. -La tomé de la mano e inmediatamente la solté por temor-. ¿Qué pasa, tengo electricidad? -No entiendo... -No, porque me has cogido de la mano y me has soltado. -No, no quise parecer atrevido. -Tomó mis manos. -¿Atrevido por tomar mi mano? Somos compañeros. -Siguió hablando-. Estaba aburrida y pensé que Gastón era una buena compañía, pero a la salida del cine fuimos a comer algo y todo el tiempo hablando de él, de sus supuestos logros, de su trabajo. Obviamente tiene un ego tremendo. Si no fuera por la película diría que fue una noche muy muy aburrida. ¿Y tú? -La miré. -¿Y yo, qué? -¿Tú eres charlatán? -No... -¿Eres muy muy callado? -No, pienso que tampoco, me considero una persona normal. -Me miró, sus ojos sonreían. Y la miré fijo. -¿Qué miras? -Nada, me parece raro que... Es como que entrecierras los ojos, se nota que sonríes, pero la mueca de tu boca no lo muestra. -¡Ah!, es una costumbre. Cuéntame de ti. -La miré. -Si hablo de mí vas a pensar que soy un segundo Gastón. -No. Aparte, no creo que seas segundo de nadie. -Entre mí pensaba quisiera convencerme a mí mismo de lo que dice Ariana. -De mí qué puedo decir..., sé mucho de informática, pero no lo digo con vanidad, es verdad que sé mucho, y le tengo que agradecer a Jorge Clayton que me haya conseguido este empleo, trato de esmerarme... -Me miró y me dijo: -Las veces que he subido a tu piso veo que casi no conversas con tus compañeros. -Es que trato de compenetrarme en mi trabajo, en lo que hago. -Mira, a mí me pasa lo mismo; yo me recibí de ecónoma y trabajo en todo lo que es la parte de balances, incluso puedo auditar cada semestre la compañía. No gano mal, honestamente, gano bien. Pero no converso mucho tampoco con mis compañeras, de todas maneras me considero una chica empática, digamos que mis compañeras me aprecian. ¿Y a ti? -Salvo dos o tres, para los demás no existo. -¿Y eso te molesta? Trata de ser sincero. -Un poco sí. -¿Por qué? -La miré. -Por un lado quiero pasar desapercibido, no quiero llamar la atención, pero por el otro me siento incómodo que me ignoren. -Me miró a los ojos y me preguntó: -¿Acaso buscas la aprobación de los demás? -Me sentí expuesto ante ella-. Habla. -Es como que soy un poco... -Ella completó la palabra en forma de pregunta. -¿Tímido? -Me encogí de hombros. -Quizás. -¿No has salido con ninguna chica de la empresa? -Salir a tomar algo... Bueno, sí, contigo estoy saliendo. -Sabes a qué me refiero, si has tenido alguna novia en la empresa o antes. -He tenido amigas. -O sea, no has tenido novia. -Me sentí como presionado, pero sabía que ella no lo hacía con ese concepto de sacarme las cosas. Pero esa misma presión que yo mismo me la exigía, me atreví a preguntarle: -¿Y tú, has tenido novio? -Se encogió de hombros y me dijo: -Mira, en la secundaria, estando en quinto año, salí con un chico varios meses, nos besamos... -Yo estaba intranquilo, tenía ganas de preguntarle más pero ella me allanó el camino y me dijo-. Pero no pasó de eso, no pasó de unos besos, y lo corté cuando mi noviecito de diecisiete años me..., me propuso algo más profundo. -Entiendo. -Y me quedé callado. -¿Qué pasa, Anand, dije algo que te molestara? -No, pero yo creo que es normal en una pareja besarse y llegar a algo más profundo. -Sí, no digo que no, tal vez éramos demasiado jóvenes. -Ahora sonreí yo. -¡Je, je! Bueno, no es que ahora seamos viejos. -No, por lo menos yo soy más madura. ¿Y tú, Anand? -No lo sé, a veces es como que me postergo de hacer cosas, a veces es como me encierro en mi lugar de confort y a veces me siento incómodo saliendo de ese lugar de confort. -¿Cómo te sientes conmigo? -preguntó ella. -Me quedé duro sin saber qué responder. Siguió hablando ella-. Te sientes incómodo. Lo noté desde que entramos, te sientes muy incómodo. -Algo dentro mío se revolvió y me apasioné y le dije: -Sí, me siento incómodo contigo. -¿Quieres que paguemos y nos vayamos? -La tomé de la mano. -Me siento incómodo porque tu belleza me encandila. -¡Ah! Bueno, se asomó el galán. -No, no soy galán, no soy galán, ni soy vanidoso, y no tengo nada que ver con la forma de ser de Gastón, soy más bien una persona tímida, pero no quería que malinterpretaras mi incomodidad. -¿Por qué te incomoda el que yo te guste? -Porque eres tan linda que no puedo creer que esté tomando algo contigo. -Me considero una chica normal... Tú también me agradas, pero no por eso me siento incómoda. -Porque eres más segura que yo. -¿Te sientes inseguro? -Bueno, tal vez un poco. -¿Por qué? No tengo nada fuera de lo normal. -Yo te veo distinta. -Distinta, ¿cómo? -Me deslumbras. -¿Hablas en serio o te ríes de mí? -Nunca me reiría de ti, Ariana, me gustas mucho. -Falta que me digas que quisieras ser mi novio. -Bajé la vista, ella me estaba facilitando las cosas-. ¿No dices nada? -Claro que me agradaría ser tu novio. ¿Quisieras salir conmigo, pero no como amiga? -Me miró sonriendo y luego se puso seria. -Mira, tú tienes tu trabajo, trabajamos en la misma empresa. Nuestro jefe Clayton es de criterio abierto, no hay problema que estemos en la misma empresa y salgamos como pareja, pero... -Y se quedó pensando, y para mí el pero era una objeción. Y dije: -Pero es demasiado pronto, ¿no? -No, lo que pasa que yo me aboco mucho en mi trabajo y tú al tuyo, y el tiempo que tenemos para vernos es limitado. -Me atreví: -Pero te contradices, los fines de semana podemos ir al cine, a bailar, a escuchar música, o un día de semana temprano a cenar algo liviano. -Me tomó de vuelta de la mano y me dijo: -Eres una buena persona.
Y eso no me alegró; buena persona no es lo mismo que una chica te diga "Me gustas, me agradas, estoy enloquecida por ti". Buena persona..., también puedo tener una mascota y decir tengo un buen cachorro. Me sentí triste, melancólico, 'eres buena persona'. Pero si fue ella me dio pie para que le pregunte si quería ser mi novia, y luego me dice no tenemos tiempo. Eres buena persona. Me sentí triste, me sentí melancólico. Y después me sentí molesto, muy molesto. Pero obviamente no lo demostré y le dije: -¿Te parece que paguemos? Todavía tengo unas cosas que hacer en casa. -Sí, por supuesto. ¿Quieres que te alcance con mi coche? -No, Ariana, está bien. Nos vemos en el trabajo. -Amagó con darme un beso en la mejilla pero le tendí mi mano. Me estrechó la mano. No quise que me diera un beso, y menos de lástima. La acompañe hasta el guarda-coches, me sonrió y entró.
Yo fui caminando, perdí la noción de cuantas calles caminé hasta que me di cuenta que había llegado a casa. Había pasado más de una hora caminando. ¿Si estaba alegre por haber tomado algo con ella? No, me sentía más triste que nunca. "Eres buena persona". ¿Qué significa eres buena persona? Honestamente, no sé. Pero a una persona..., yo no me imagino diciéndole a ella "Eres buena persona", le diría me vuelves loco, pero tampoco me imagino que ella me dijera a mí "Me vuelves loca". Si eso fuera posible me daría una taquicardia de ciento cuarenta latidos por minuto. "Eres buena persona". Eso no me significaba nada, nada.
Sesión 07/08/2024 Así como en lo técnico era supereficiente, en lo social, personal y afectivo seguía con falta de autoestima, no conseguía levantarla. Se estaba perdiendo las oportunidades de conocer, congeniar con una joven que le gustaba, con quien se encontraría de maravilla.
Entidad: Muchas veces me pregunté cómo puedo llevar a la práctica todo lo que aún me falta corregir en mi persona.
Recuerdo que ese mediodía me encontré con Jorge Clayton, quien me preguntó: -¿Cómo te ha ido con Ariana? -Bien. Me miró a los ojos: -Tu voz dice bien, tu rostro refleja otra cosa. ¿Podemos vernos a la salida, al bar de la Segunda avenida? -No, no, ahí fui con Ariana... -¿Y piensas que va a pasar por ahí? -No no no, pero vamos a la Cuarta avenida, a la avenida de todas las vidrieras, de las marquesinas. -Como quieras Anand.
Por la tarde salí. Estaba Clayton con su coche deportivo y llegamos a la Cuarta avenida. Pudo aparcar y bajamos. Pedimos una bebida caliente con un par de croissants y me preguntó: -¿Qué sucedió? -Primero te comentaré de ti. Tú eres una persona segura, a mí me falta osadía. Tú eres una persona firme, a mí me falta aprobación a mi propio ser. Tú eres una persona que no postergas nada, yo lucho con mi procrastinación. -Eso lo tengo en claro -me dijo Clayton-, nada se revierte de un momento para el otro, todo lleva un trabajo interno. Pero recuerdo que me dijiste a mi pregunta de cómo te fue, "Bien", pero tu semblante no mostraba alegría. ¿Tan mal fue la conversación con esta chica? -No, conversamos de todo un poco y cuando nos estábamos por despedir para vernos otro día, me toma la mano y me dice: "Eres una buena persona". -Bueno, ¿dónde está el problema? -Yo sé que tú eres un joven de mundo, has visitado países, has dado conferencias sobre temas de computadoras personales, sobre ayudar al prójimo, conoces mucha gente, mucha gente te conoce a ti... -Está bien, Anand, ¿pero adonde quieres llegar? -A mí no me conoce nadie. Pero con tu experiencia sabes, cuando una chica le dice a un chico "Eres una buena persona", su significado. Clayton hizo una mueca sonriendo y me dijo: -¿Tú no te sientes una buena persona, Anand? -Sí, por supuesto que sí, sé que soy una buena persona. -Entonces tendrás que explicarte mejor porque no te capto. -Clayton, claro que me captas, tienes experiencia. ¿Tú piensas que yo soy como Alberto Démez, que va de una chica a otra? Yo no soy esa clase de persona, tú me dices que soy un joven de mundo, pero no... -¿Qué, no tienes experiencia en salir con chicas? -Sí, pero no me considero mujeriego. -Eso no te lo he dicho Respondí: -Pero sabes que cuando una chica le dice a un chico "Eres una buena persona" es como que lo tratara como a un amigo, como a un primo, no sé, como un hermano, no como una posible pareja. A una posible pareja se le dice "Me atraes, me gustas, me encandilan tus ojos, me vuelves loco", pero no, "eres una buena persona". Evidentemente me aprecia, pero del afecto al amor hay un largo trecho. -Clayton se quedó callado-. ¿En qué piensas? -En que en parte tienes razón, pero qué fácil es darse por vencido. Al darte por vencido te estás postergando, eso también es procrastinación, te postergas. -Tenía que verla, la vi. Tenía que hablarle, le hablé. Tenía que invitarla a tomar algo, la invité. Tenía que conversar, conversamos... ¿Qué más? -¿Y eso es todo, Anand? -¿Por qué, qué más? -Insistir. -¿Qué sentido tiene? Con lo que me dijo ya me dio a entender que me tiene afecto. -¿Tanto piensas que te conoce? -Sabes lo qué pasa, Jorge, a veces con una conversación te das cuenta cómo es la persona. -No me digas, ¿y cómo es Ariana? -Bueno, es interesante, es firme, es segura, el puesto que tiene se lo ha ganado, tiene mucho conocimiento. -¿Y qué más? -Bueno, eso. -Me has hablado de trabajo, ¿cómo es ella como chica, cómo es ella en lo personal? -Bueno, no lo sé, supongo que en su vida personal también es firme, segura. -¿Qué cosas le gustan? -Bueno, que yo sepa el cine. -¿Qué más? -Honestamente, no lo sé. -¿Y si tú no lo sabes cómo piensas que ella puede conocer la parte personal tuya y no la de trabajo? -Bueno, me dijo que soy buena persona. -Y bueno, lo eres. ¿Pero cómo sabes que no le gustas, porque te dijo buena persona? -Hoy nos cruzamos y le hice un saludo frio: "Hola buen día", y seguí de largo. Me miró y es como que se encogió de hombros, habrá pensado que tengo algún problema. -Invítala a salir de vuelta. No vayan a tomar algo, aquí mismo en la Cuarta avenida, al final del puerto, hay una enorme plaza con una estatua de un prócer, vayan a pasear, hablen de distintas cosas, invítala al club Náutico. -¿Te parece? -¿Por qué no?, ¿cuál es el problema? -En el club náutico hay muchos lobos al acecho, ¿y si la invito al club náutico y se encandila con otro? -Anand, sinceramente me sorprende tu falta de confianza. Dices que te falta osadía, pero va más allá de la osadía, te sientes tan..., discúlpame la expresión, tan poca cosa en el tema afectivo que piensas que cualquier joven te la va a quitar. -Ahí te equivocas, Clayton. -¿A ver? -Se quita lo que ya se tiene. Yo no la tengo. Yo simplemente estoy saliendo como amigo. -Y entonces por eso tienes temor de llevarla al club náutico, porque sabes que hay jóvenes de fortuna y que ella se puede encandilar. -¿Y si fuera así? Clayton me respondió: -Y si fuera así no has perdido nada, porque una joven que en lugar de encandilarse con un varón se encandila con la fortuna de ese varón no es una persona confiable, ni que sea útil, ni que te sirva, ni que ame a nadie. -¿Entonces tengo razón? -No -dijo Clayton-, no tienes razón. Por la forma de trabajar, por la forma de ser de esta joven, Ariana, no me imagino que se fije en el dinero de nadie, es muy orgullosa. -Eso no es bueno, una vez conversamos y me has dicho que el orgullo es parte del ego. -No, lo digo en otro sentido, Anand, sanamente orgullosa. O mejor dicho, si lo entiendes mejor, es una persona digna. Y una persona digna, y aquí discúlpame mi expresión, no se vende por dinero. Si no entiendes esto no sé qué más decir. Invítala, ve a la plaza, coméntale que el fin de semana hay reunión, hay música, tú conoces amigos y amigas. -No tantos. -Estaré yo también, por supuesto. Te presentaré a otros amigos. A Luís Alberto Démez ya lo conoces, a Ferenc ya lo conoces, a su novia Betty ya la conoces. -Lo haré, pero me cuesta mucho. -¿Qué te cuesta mucho? -Ser osado y estar seguro de mí mismo porque quizá soy osado y la invito y después voy al club Náutico y voy a estar pendiente de la mirada de los demás. -Anand, tú tienes que estar pendiente de la mirada de ella hacia ti, hablarle. -No tengo muchos temas de conversación y últimamente es como que tampoco tengo muchas ganas de hacer amigos. -Te sientes opacado. -Sí, es cierto, siento como que no brillo. -Anand, eso está en ti, eso está en tú persona, la osadía no es algo que se compra, la osadía es algo que se adquiere. -¿De afuera? -No, de adentro tuyo. -Qué fácil que lo haces. Yo busco la luz, tengo que buscar dentro. Busco el arrojo, tengo que buscar dentro. Yo me veo tan vacío por dentro... -Te saboteas, te sientes menos de lo que eres. -¿Tan importante o tan grande es tu intuición que sabes más de mí que yo mismo? Clayton soltó una leve carcajada: -¡Ja, ja, ja! No lo tomes como una burla, Anand, nadie puede saber más de ti que tú mismo, pero te conozco, sé que puedes dar mucho más de lo que das. De la misma manera que en el trabajo eres prolijo, atento, firme, seguro y responsable, ¿por qué no aplicas eso mismo para la parte afectiva?, ¿Por qué te postergas una y otra y otra vez? -Tengo proyectos. Ahora no hablo de Ariana, ahora hablo de computación. -Explícame. -Claro, yo aprovecho en los momentos libres y estudio programación, y lo voy dejando porque pienso que no va a dar resultado el programa. -Anand, mírame. -¿Qué? -Eso es procrastinación también. Si ese programa que tu completas le sirve a la empresa, te prometo que vas a ganar más del doble de lo que estas ganando ahora. -En realidad, Clayton no lo hago por dinero, quiero demostrarme a mí mismo que puedo. -Y bueno, hazlo. Mira vamos a hacer una cosa, ¿tú tienes habitación propia? -Sí. -¿Tienes escritorio? -Sí. -Bien. Tengo un prototipo de computadora personal con una pequeña pantalla, mucho más pequeña que la pantalla de un televisor. Todo lo que necesites para hacer ese programa me lo pides. Si en el trabajo ves que no tienes tiempo, hazlo en tu casa, hazlo aunque sea como hobby y luego me lo presentas, me muestras. Si es un programa que va a ser útil incluso vas a tener un mejor puesto como programador. Pero basta de procrastinación. La osadía no es solamente para atreverte a decirle tus sentimientos a Ariana, la osadía es también para probarte a ti mismo que puedes programar computación. Hay software que yo mismo lo tengo en mi mente, pero si tú lo puedes desarrollar te aseguro que no solamente te vas a demostrar a ti mismo que puedes hacerlo sino también que me lo vas a demostrar a mí, y eso va más allá de la osadía y dejarás de postergarte. Así que ahora te comprometo, esto es independiente de que invites a salir a esta chica al parque, de que le invites al Náutico, te comprometo fuera de las horas de trabajo a hacer esa programación. Mañana mismo te alcanzo el prototipo de computadora personal y lo tendrás en tu escritorio. -Lo que pasa que nos está viniendo bastante de luz. -No, no gasta nada ese prototipo, no gasta nada. Hazlo. -Me quedé pensando en las palabras de Jorge Clayton.
Cuando nos estábamos despidiendo me dice: -Una cosa más: Y hazme el favor, este compromiso no lo tomes como una obligación, si hay días que quieres recostarte en tu cama a leer, a pensar, a distraerte o a dormitar, hazlo. -¿Me estás diciendo que no hay apuro? -No, no hay apuro, pero no te cojas de mis palabras para seguir postergándote, no me hagas trampa, "Clayton me dijo que no hay apuro, entonces me dejo estar". No, ahí te engañarías a ti mismo. No te postergues pero no significa que te sacrifiques. ¿Entiendes la diferencia? -Sí. -Bueno. ¿Qué me resta decirte?: Manos a la obra.
Sesión 14/08/2024 Con esfuerzo, ella le ayudaba, se atrevió a dar unos pasos más pero ya en buen camino. De todas maneras tenía que afianzar la situación, no podía tener dudas sino valor.
Entidad: Me encuentro con muy fuerte dolor de cervical, seguramente es por la tensión nerviosa.
Ayer me encontré con Jorge Clayton y no le comenté eso por pudor, ¿tensión nerviosa por volver a hablar con Ariana, por invitarla al parque de la Cuarta avenida?, ¿por decirle de ir el fin de semana al club Náutico? A lo sumo me dirá "Tengo un compromiso, no puedo". Pero me trabaja mi cabeza a mil kilómetros por hora pensando en esas palabras. Clayton me diría "¿Por qué te anticipas a algo que no sabes lo que te va a responder?". Mi mente lo analiza, pero hay otra parte de mi mente que por más que lo analice afecta a mi parte física, dolor de estómago, malestares, y ni hablar de la parte cervical.
Hoy estuve a punto de faltar al trabajo, de todos modos estoy contento porque estoy trabajando en casa con un proyecto de programación y si lo saco adelante va a ser algo fantástico. Finalmente me encontré con Ariana. -¿Cómo estás, Anand? -Bien, con doble trabajo. -¿Quieres tomar algo? -me dijo. -Le respondí: -¿Qué te parece si vamos a la Cuarta avenida? -¿Por qué no, acá tengo mi carro? -Subimos, estuvimos conversando en un bar de la Cuarta avenida contándole el proyecto de programación y me sorprendió que se entusiasmó. Me dice-: Bien, bien, si llegas a sacar un programa nuevo va a ser un boom. Le dije: -No, no, entiendo ¿Cómo una explosión o algo así? -No no no no, en el lenguaje coloquial de Plena un boom significa algo impresionante, algo que va a sacudir el mundo de la informática. -Disculpa, no lo entendía, espero que no me tomes por tonto. -No, Anand, para nada, simplemente son expresiones coloquiales. Terminamos de tomar algo y le dije: -¿Conoces el parque? -Sí, lo he visto. -¿Te parece que pasemos? -¿Por qué no?
El coche quedó en el aparcamiento y fuimos paseando. Nos sentamos en un banco, estaba fresco, una brisa fresca, pero había sol, estaba lindo. Me tomó de la mano y me dijo: -Gracias por invitarme al parque, sabes que me encantan los árboles, me encanta ver las ramas. -No sabía... -¿Por qué me dices eso? -Porque a mí también me encantan los árboles. -Bueno, ahí ves que tenemos algo en común. No sé cómo le dije esto, en otro momento no se lo hubiera dicho: -Yo creo que no tenemos lo más importante en común. Frunció el ceño, pero por curiosidad me dijo: -Explícate, porque no te entiendo. -Claro. Yo soy una persona del común denominador y tú, Ariana, eres la chica más bella que he visto en mi vida. -Pensé que se iba a ruborizar pero se rió, me sentí como incómodo pensando que se estaba burlando de mí. Me tomó del mentón y me dijo: -Gracias, gracias por decírmelo. -Corrió su mano del mentón por todo mi rostro y me cogió de de la nuca acercándome a ella, y me dio un beso liviano en la boca. Y yo tontamente le dije: -¿Y esto? -Me miró de vuelta como si yo fuese un bicho raro. -¿No sabes lo que es eso? Quedé como trabado. Le digo: -Sí, un beso. ¿Por afecto? -Porque me gustas. -Le iba a decir "yo estoy locamente enamorado de ti", pero me callé porque tenía miedo de que se espante. Pero lo interpretó erróneamente diciendo-: ¿Te pareció mal? -No, todo lo contrario. -Y utilicé ese arrojo que yo no tenía, ese atrevimiento que yo no me animaba a soltar y le dije: -Viviría besándote. -Levantó las cejas con sorpresa. -¿De verdad eres tú o te cambiaron por un gemelo? -No entiendo. Ella continuó: -Bueno, parece que el aire de la plaza te hizo bien porque estás como más suelto. -Bueno -le respondí-, aprovecho entonces para invitarte mañana al club Náutico. -¿Al Náutico? -Yo pensé, me va a poner una excusa. Ella continuó-: ¿Por qué al Náutico? -Porque ya he ido un par de veces, me invitó Jorge Clayton. -¿Y puedes llevar a cualquier invitado o invitada? -Eres la primera persona que invito. -Y sí, me gustaría. -Podemos ir de tarde, merendar, nos quedamos hasta la noche cenamos. En el salón de atrás hay música, a veces viene una banda que toca todo tipo de música, en vivo, ¿eh? -Me miró y me dijo: -Acepto. ¿Sabes bailar? -Algunos pasos se dar, me defiendo más bailando lento. -¡Ah!, qué pillo. -¿Te ofendí? -No, te estoy diciendo en broma, te gusta bailar lento para tener muy cerca a la persona. -No lo quise decir con esa intención, es que un paso rápido quizá me pierdo. -Estoy bromeando, Anand.
Ella pensaba que yo estaba más suelto pero era ella la que estaba más suelta y la que me inducía a sentirme fuera de toda traba. ¿Había vencido mi timidez? No, simplemente me sentía cómodo con ella. Me tomó de vuelta de la nuca y volvió a besarme. Pero un beso más largo, no un beso apasionado, era solamente juntar los labios un beso que duró casi un minuto. Y me dijo: -Bueno, basta, circulan parejas con chicos y no queremos causar mala impresión, ¿no? -Sí, por supuesto, por supuesto. -Pero honestamente, si fuera por mí, en el idioma coloquial de Plena diría "le comería la boca".
Seguimos conversando, caminamos y me tomó de la mano. Le iba a preguntar ¿somos novios?, pero me hubiera parecido una pregunta muy tonta, al fin y al cabo yo no era una persona lerda de pensamiento y sabía que las cosas van paso a paso, de a poco, así que no apresuré nada. -¿Te llevo hasta tu casa? -Está bien, voy a seguir con el proyecto de programación. -¿A qué hora te paso a buscar mañana? Le dije: -¿Te parece bien cinco de la tarde? -Cinco y media, o sea, diecisiete treinta. -Está bien -le dije. -¿Cómo irás vestido? -No no no, con ropa de sport, ropa deportiva. No con zapatos, con zapatillas deportivas. -¡Pero es el Náutico! Le digo: -Mira, está bien, me pondré un traje pero sin corbata, y zapatos. ¿Pero por qué me preguntas? -Anand, para saber cómo voy vestida yo, a ver si voy de vestido largo o voy con ropa deportiva de gimnasio. Le digo: -No, está bien, voy a ir de traje, pero sin corbata. -Entonces voy de vestido largo. Te paso a buscar mañana diecisiete treinta.
Cuando me quedé en casa fui a mi habitación, me sentía contento, todavía me dolía la cervical pero el dolor se me estaba pasando. Me tomé un comprimido calmante, me recosté un rato. Después me puse a trabajar en el ordenador pero prácticamente no avancé nada, pensaba en ella, lo que habíamos hablado, en el beso corto, en el beso más largo... Honestamente, no me hubiera imaginado que la iba a besar. Mejor dicho; ella fue la que me besó las dos veces, por eso dudo si el arrojo, el atrevimiento fue mío o fue ella la que forzó la situación. Es una manera de decir porque no forzó nada.
Me sentía afortunado pero no del todo, tenía que portarme más como un caballero, no me imaginaba a Jorge Clayton dejando que la chica tome el timón. Aclaro: no soy machista, respeto enormemente el rol de la mujer, pero por otro lado yo también tengo que tomar mis decisiones.
Sesión 20/08/2024 Podía ser un día maravilloso, todo tenía que salir bien con su amiga. Hasta que un amigo más seguro de sí mismo, con más autoestima la sacó a bailar. Y terminó el día sintiéndose humillado, airado.
Entidad: Da la impresión que a veces el tiempo no pasa nunca, los días, las horas se te hacen una eternidad, pero cuando llega el momento te preguntas a ti mismo ¿Ya llegó el momento?, ¿cómo me desenvuelvo?, ¿cómo actúo?, ¿de qué temas hablo?
Me había terminado de bañar, me vestí de un elegante sport, me lustré los zapatos, faltaba media hora. Y me quedé en el sillón esperando. Le dije a mi madre: -Me pasan a buscar. -Pásala bien, hijo, diviértete. -Sí, madre. -Pero por dentro me sentía tan nervioso...
Recordaba las palabras de Jorge Clayton: "La osadía es algo interno que tiene que ver con la voluntad". ¡Je, je! qué fácil es decirlo, qué fácil para muchos es sentirlo, como si cogieras un vaso de agua y lo tomaras. Un acto reflejo. Pero conversar e intentar conquistar a alguien que te gusta no es un acto reflejo. Sí, en la plaza de la estatua me había besado, pero un beso apasionado como veo en algunas películas es algo más.
Me sobresaltó el sonido del timbre, me apresuré para abrir, pero en los últimos instantes me arreglé el traje. Abrí. -Hola, ¿cómo estás? -¿Cómo estás tú, Ariana? -Y salimos. -Estás elegantísimo. Le respondí: -Estás bellísima. -Tenía miedo que notara que estaba sudando de nervios, pero no, era solamente mi idea. -¿Qué cuentas? -Ya arriba del coche-. ¿Hoy trabajaste? -No, no, hoy no abrí la computadora, hoy me dediqué a mí. -Te veo bien, te veo rasurado, te has peinado con un gel húmedo... Me gusta.
¿Y qué podía responderle, que ella brillaba como el sol, que sus ojos me encandilaban, que su mirada era como el arco iris? Pero no, sonreí y me mantuve callado. Llegamos al club Náutico y había muchísima gente, por suerte nos vio Luís Alberto Démez, a quien ya había visto varias veces. -¡Oh, Anand! Dime, por favor, que es tu prima o tu hermana. -No, es mi amiga. -¡No puedes hacerme esto, Anand, la chica más bella del mundo y está contigo! Ariana no se quedó callada, tenía carácter: -¿Tú eres Luís? -Sí. -Ya me hablaron de ti, eres muy pícaro. -¡Ah! Está en mi naturaleza -respondió él sin ningún tipo de rubor. A veces envidiaba la desenvoltura y el desparpajo que tenía Luís Alberto Démez
Ariana me tomó de la mano y fuimos a una mesa. Se dio vuelta y le dijo a Luis: -Discúlpanos. -¡Por favor!, en un rato estaré con vosotros, salvo que les moleste. Ariana respondió: -Para nada, todos los amigos de Anand son amigos míos. -Me da una alegría tremenda -respondió Luís-, pero por otro lado una agónica tristeza... -¿Por qué? -preguntó ella de manera socarrona. -Porque ser amigo de la chica más bella no es lo mismo que salir con la chica más bella. -¡Ja, ja, ja! Eres pillo, ¿eh? eres pillo. Nos vemos. -Se dio vuelta apretó firmemente mi mano y fuimos a una mesa. Vino el camarero y me preguntó: -¿Qué tomas? -Algo caliente. Pidió dos leches chocolatadas y dos croissants. -Al instante -dijo el camarero.
Le dije: -Mira, ¿ves allí atrás? Ahora hay una cortina, allí es la parte donde hay música, dicen que hoy va a venir un grupo. -¡Qué bueno! Te había preguntado, pero no recuerdo tu respuesta, ¿te gusta la música? -Sí, por supuesto, -le respondí. -¿Y qué tal bailas? -¡Ehhh, je, je! Bueno, me gusta bailar lento. -También me lo habías dicho, y entiendo te gusta tener el cuerpo de la otra persona cerca tuyo. -Sonreí. No estaba equivocada pero en realidad era porque no sabía bailar, y bailando lento no había manera de equivocarme, salvo pisarle el pie a la otra persona.
Tomamos algo, se puso a comentarme de su trabajo. Yo me sentía cómodo, me sentía cómodo más que nada porque primero que hay personas que les gusta ser escuchadas, creo que le pasa a la gran mayoría. Y no es por ego, no me imagino a Ariana teniendo ego. ¿Tenía carácter? Sí. ¿Tenía temperamento? Sí, pero sabía ser empática aunque también sabía poner límites. Con Luís Alberto Démez se comportó de una manera excelente, empática, sonriente, pero no se guardó el decirle que era un pillo, en el buen sentido de la palabra. Quizá si le hubiera dicho 'mujeriego' hubiera sido demasiado..., demasiado poco delicado en una joven. Pillo suena más a pícaro. Y así se lo tomó Luís, riéndose, pero nunca perdiendo la compostura de conquistador.
Yo era más apocado, obviamente que ni remotamente tenía la osadía de Démez, por supuesto que no, pero me sentía contento el escucharla hablar. A veces mientras hablaba pensaba en besarla, en abrazarla. Pero en un momento dado ella me dijo: -¿Escuchaste lo último que te dije? -Sí, sí, sí, obviamente que sí te presto atención. -Me hubiera puesto en un apuro si Ariana me hubiera dicho "Recuérdame qué te dije", pero no, no lo dijo.
A partir de ese momento dejé de pensar, y prestar atención plena a sus palabras. Es más, le respondía, le debatía en forma correcta. Y después me preguntó: -Cuéntame de tu trabajo. -Lo mío es sencillo. -No, no, nada es sencillo, tú sabes muchísimo más que yo de informática. -Me encogí de hombros sonriendo.
Terminé de comer el croissant, ella esperó y luego le dije: -Me entusiasma mucho este trabajo, pienso que es el futuro. Lo que está haciendo Jorge Clayton es una innovación. Antes de que nosotros naciéramos había enormes computadores con botones que brillaban y sacaban una pequeña tarjeta perforada. Clayton, con los mejores informáticos, ha logrado computadores con pantalla. Una de las más nuevas es la que tengo en casa. Y tiene un software. -Explícame qué es un software. -Mira, vendría a ser toda la compaginación interna, lo que hace funcionar a la máquina, la programación. Pero para que todo eso funcione tiene que haber una fuente de energía, la máquina tiene que tener capacidad... Y bueno, en eso estamos trabajando, en eso estamos trabajando. Clayton viajó a Beta, al país del norte, y se comunicó con uno de los más grandes cerebros de la computación, con quien intercambió ideas, y compró parte de la licencia para trabajar aquí en Plena. -¿Licencia por qué? -Porque hay marcas de software que están registradas en Beta y ahora Clayton las puede usar aquí tranquilamente evitando todo tipo de juicio.
Y pasó el tiempo, hasta que a partir de las veinte abrieron las cortinas. -¿Te parece que vayamos a la parte de atrás? -La pista de baile estaba vacía pero había todo de asientos a los costados. Nos sentamos. Después vino Luís Alberto Démez, se sentó al lado nuestro. Ferenc, con su novia. Y vinieron varios amigos más.
A lo último llegó Pocho, siempre sonriente, pero siempre como faltándole un pequeño empujón. Desde antes de que yo lo conociera me había dicho Clayton que Pocho estaba enamorado de una chica catalogada como creída, vanidosa, solamente era ella y nada más que ella. Y a su vez rencorosa, porque la única persona que le gustaba era Clayton, y obviamente Jorge jamás le prestó atención. Es más, varias veces le dijo a Pocho "Cuca no es una persona con la que puedas salir". Pocho reaccionó como alguna vez reaccioné yo cuando me dijo algo parecido: -¿Acaso soy poca cosa? -Y Clayton me respondió: -No, es al revés, tú eres una persona valiosa y no debes permitir que ninguna mujer te trate como un objeto. Lo mismo vale para la mujer; una mujer que sabe que es buena mujer no puede permitir que un varón la trate como una cosa. Somos seres humanos y nos debemos tratar como tales, con respeto, con empatía, con cortesía.
Al rato vino Clayton. -Permiso, permiso... -Démez se corrió una silla y se sentó al lado de Ariana-. ¿De qué hablaban? Le dije: -Conversábamos de temas, con Ariana, que tú habías tocado conmigo sobre el respeto, sobre la cortesía. -Lo que pasa que va mucho más allá. A ambos se los digo, la cortesía debe ser recíproca. No todo el mundo tiene coche, muchos van en bus, y yo he visto obreros que venían de trabajar, con su caja de herramientas, cansados, y jóvenes chicas que venían de hacer compras y el hombre obrero, caballero: "Adelante". La chica lo miró y pasó, subió y no le dijo 'gracias'. Y eso me cayó muy mal. Quiero decir, en la vida real no somos príncipes ni princesas, de la misma manera que el varón debe ser cortés la mujer debe ser recíproca a esa cortesía. Un 'gracias' no hace que se te caiga nada, un 'permiso' no hace que se te caiga nada, un 'excúseme' o cualquier otra palabra donde muestra que todos somos dignos, a nadie se le va a caer nada. Ariana le comentó: -No entiendo "No se va a caer nada", Clayton. -Dime Jorge, no estamos en la empresa. Caer nada viene de la gente que se cree que tiene coronita en la cabeza y que si se agacha para hacer una cortesía no se le va a caer esa corona. Esa corona inventada. Entonces, agradecer cuando te tienden la mano o cuando ayudas a una persona mayor a cruzar la calle. Al contrario, las personas mayores son más educadas, siempre te van a decir gracias, pero veo que muchas jóvenes no, como si fuera obligación del varón que suba primero. He viajado muchas veces en bus... Le pregunté: -¿Y por qué?, tienes un deportivo carísimo. -Porque me interesa estudiar a las personas. Y veo que a veces sube una persona embarazada o de mayor edad o con alguna discapacidad y veo varones que se hacen los dormidos para no dar el asiento. Y como el chofer, a veces el colectivo viene lleno y no ve, a veces hablo en voz alta, pero de forma cortés "Alguna persona que, por favor, se levante porque hay una señora embarazada, o una persona con una discapacidad". Y ahí sí, alguien se levanta. La persona le dice gracias a quien se levanta y me dice gracias a mí también. Pero si no fuera por eso se hacen los distraídos. Por eso digo "La gentileza no tiene nada que ver con el género; varón, mujer, todos tenemos que ser gentiles". Y lo digo principalmente por este club, donde tanto varones como mujeres por tener fortuna se quieren llevar el mundo por delante, si se entiende la expresión, van como si fueran nobles y los demás un rebaño de ovejas que tienen que apartarse a un costado para que esa persona noble pase. Falta que le pongan la alfombra roja. Y no es así, no es así. Ahora, con permiso, me voy a tomar un trago largo. La ventaja que tiene este salón es que también tiene una excelente barra.
Lo seguí con la mirada a Clayton, el camarero le habló y él dijo no. Dio la vuelta y fue detrás del mostrador y él se preparó su propia bebida. El camarero siguió atendiendo a otras personas, evidentemente ya estaba acostumbrado a que Clayton hiciera todos los roles. Y me di cuenta de sus palabras, de que no todas las personas eran así, la mayoría no quería servir, quería ser servida.
Antes de que llegara la banda pusieron discos, sonó música rápida. -¿Bailas esto? -Honestamente, no. -Pero es hermoso, es buen tema. -No no no no. -¿No te molesta si bailo? -No, ¿pero por qué me va a molestar? -dije.
Le hizo una señal a Luís Alberto Démez, y Démez en medio segundo se paró, la tomó de la mano y se pusieron a bailar en el medio de la pista. Como había poca gente, la mayoría se fijaba en su baile, Démez tenía la ventaja de que bailaba excelentemente bien la música rápida y obviamente Ariana lo acompañaba de maravillas. Y me sentí un estúpido, sentí como que Démez estaba conquistando a mi chica. Terminó la música y siguió otra música. En ningún momento me miró Ariana, seguía bailando entusiasmada. Yo me sentía en evidencia, como que Pocho, como que Ferenc me miraban con pena. Pero eran ideas mías. Los miré a ambos y hablaban de sus cosas, Pocho hablaba con otro compañero, no me prestaban atención. Era yo, yo, el que me sentía visto por todos, como haciendo el ridículo, donde la chica que me había traído estaba bailando con otro porque yo no sabía bailar.
Ya se estaba llenando y la barra del salón de música estaba llena. Fui al salón, el anterior donde se toma algo, y la barra estaba casi vacía. Me pedí un trago de bebida fuerte, me la tomé en dos sorbos. Dejé un billete. Y me dice: -No, no, no -El barman-, usted es un invitado de Clayton. -Entonces tómalo como propina, por favor. -Muchas gracias, señor. -No me digas señor mi nombre es Anand. -Muchas gracias, señor Anand. -Me gustaba que me respetaran pero me sentía incómodo que un barman que se ganaba la vida detrás del mostrador me dijera señor, teníamos casi la misma edad.
No volví al salón de baile, me marché. Me tomé un taxi y me fui para casa. Cuando llegué mi madre me dijo: -¿Cómo llegaste tan temprano? -No me sentía bien, me voy a acostar. -¿No vas a cenar? -No. -¿Si te llama alguien? -Deja sonar el teléfono. -No, puede ser alguna hermana o alguna urgencia. -Bueno, atiende, pero si preguntan por mí di que aún no he vuelto, que no sabes nada, que no te he llamado. -¿Te has peleado con la chica? -No. Pero por favor, madre, si preguntan por mí no estoy.
Estaba humillado, enojado, con ira incluso. Y me recosté. En un rato me duermo y se pasa todo. Pero no, era mitad de la noche y mis ojos estaban abiertos como los ojos de un búho, no dormía, pensaba y pensaba cosas feas: "Seguramente cuando terminó el baile Démez la acompañó, y vaya a saber qué pasó entre ellos". Y cuánto más pensaba, cuánto más pensaba más me invadía la ira. O sea, Ariana le decía pillo a Luís Alberto Démez, pero como yo no sabía bailar se fue a bailar con él. Si eso no es una falta de respeto, ¿qué es? Cómo me hubiera gustado hablar con Clayton.
Mañana también era día de descanso, lo llamaría a su teléfono particular y le diría que tengo mucho trabajo en casa con la programación, que me permita faltar el primer día hábil. Honestamente, no tenía ganas de ir a trabajar. En resumen, no tenía ganas de nada..
Sesión 24/08/2024 Después del impulso reactivo que tuvo con su amiga debía reparar la situación. Hablaba con su amigo, le ayudaba a encontrar la manera, pero él tenía que dar los pasos.
Entidad: El primer día hábil había faltado a la oficina y le había dicho a mi madre que cualquiera que llame, "salí", "fue al médico", "no dejó dicho nada", que pusiera cualquier excusa. Es más, si llegaran a tocar el timbre, "Anand no se encuentra". Pero claro, el que tocó el timbre era Jorge Clayton, mi amigo, pero también mi jefe. Mi madre titubeó y Clayton le dijo: -Llámelo, por favor. -Un segundo. -le respondió ella.
-Es Clayton. -Dile que pase. Que me espere, que en diez minutos estoy.
Ya me había bañado, rasurado, me faltaba terminar de vestirme. Fui a la sala y Clayton se levantó del sillón, y sonriendo me dice: -¿Cómo estás? -Estoy. -le respondí. -Eso no significa nada -me dijo-. ¿Cómo estás? -Regular. -Vamos a desayunar. -Me despedí de mi madre y salimos. Subimos a su coche y elegimos un bar al azar-. El fin de semana desapareciste del Náutico, ¿qué es lo que te tiene mal? -Voy a ser franco. Y lamento haber faltado, si me tienen que descontar el día que me lo descuenten, incluso el de hoy. -¿Qué pasó? -Pasó que no me gusta la falta de respeto. -¿Te puedes explicar? -Sí. Se trata de Ariana. Le dije de un primer momento que me gustaba escuchar música pero que no sabía bailar, solamente lento. Pero cuando tocaron una música rápida le dije: "Yo esto no lo bailo". Me preguntó: "¿No te molesta que me divierta?". No entendí bien la frase y le dije: "No". -¿Y qué hizo? -Se fue a bailar con Luís Alberto Démez. Y terminó un tema y yo digo: "Bueno, se viene a sentar"; bailó el tema siguiente y el otro y el que siguió. Me levanté de mi silla y me marché. -Te has comportado impulsivamente. -¿Te parece? A ver, llegamos juntos, esto significa que vino conmigo al club y se va a bailar con otro. Si no es una falta de respeto, ¿qué es? -Bailó unos temas con él. ¿Cuál sería el problema? -Sabes cómo es Luís Alberto. -Clayton me miró. -También sé cómo es ella. Ariana no le daría pie a ninguna insinuación indebida. Y además Luís Alberto sabe con quién puede bromear y con quien puede ir un poco más lejos. Creo que te molestaste por nada. Es más, ella te buscó por todos lados, le preguntó a todos los amigos y obviamente te llamó a tu casa. Tu madre le dijo: "Aquí no ha venido". Pensó mil cosas, que podías haber tenido un accidente, lo que fuera. Y luego la llamada al trabajo el primer día laborable: "Anand no se siente bien, hoy no va a ir". Me imaginé que no tenía que ver con un accidente ni nada, tenía que ver con un capricho. -¿A ti te lo hicieron alguna vez? -le pregunté. -¿Qué cosa? -El desplante. -A ver cómo te lo explico. Primero, no lo veo como un desplante. Segundo, no, no me lo hicieron, yo sé bailar todo tipo de ritmo. Me han hecho otro tipo de desplantes mucho peores. Esto no es nada comparado con lo que yo he pasado, que tampoco viene al caso nombrarlo. -¿A Jorge Clayton le han hecho desplantes? -le dije de manera burlona. Me respondió: -Estoy hablando en serio, me han lastimado y mucho. Ariana se preocupó mucho por ti, te habrá llamado a tu casa por lo menos diez veces. -Pero no vino a verme. -Sí que fue, tu madre le dijo que no estabas. Terminamos de desayunar y vamos al trabajo.
-Ahora siento vergüenza. ¿Qué le digo? -La verdad, que te sentiste incómodo porque bailó con Luís Alberto. -¿Y qué me va a responder? -Que tu forma de actuar fue apresurada. Ustedes no son novios. -Nos besamos en la plaza de la estatua. -Está bien, eso no significa que sean novios. ¿Hablaron?, ¿dejaron algo en claro? -¿En qué sentido? -Yo pienso que ser novios va más allá de un par de besos. -¿Hablas de intimidad? -No, ahí te estás apresurando -me dijo Clayton-, hablo de comenzar a tener algún sentimiento. -Bueno, yo lo tengo. -¿Se lo has dicho? -Le dije que era una chica muy bella, la más bella que había conocido. -Está bien, pero eso no es confesar un sentimiento. O sea, oficialmente son amigos.
-¿Qué te quedaste pensando? -Lo miré a Clayton. -Me va a tomar por un chiquilín, por un niño, por mi reacción, y eso me da pudor. -¿Te acuerdas que habíamos hablado de la osadía?, ¿te acuerdas que habíamos hablado de vencer la procrastinación? -Perfectamente me acuerdo. -Y ahora estás dejando de lado la conversación con ella. Tu intención es ir, trabajar y evitarla. ¿Eso es procrastinar o no? ¿Eso es falta de osadía o no? -Ahora siento vergüenza. -Sí. Afróntala. Muéstrate a ti mismo quien eres. -Quizá reacciona mal... "Te fuiste, me has dejado sola". -Anand, no te pongas en la mente de lo que va a decir la otra persona, no eres adivino, no saques conclusiones antes de que las cosas sucedan. -Terminamos de desayunar y fuimos a la oficina. Clayton me dijo: -Aquí te dejo, ahora queda en ti. ¿Vas a entrar? Parece que fueras al cadalso.
Finalmente entré, fui a la oficina. Mis compañeros ni me preguntaron que me pasó el día anterior, lo cual en lugar de molestarme me hizo sentir mejor, odiaba dar explicaciones. Además, eran compañeros, no amigos. Al mediodía estaba un poco fresco. No quise comer, al lado de la oficina había una pequeña cafetería que al mediodía daban almuerzo. Sí, tenía que pagarlo, lo de la oficina era gratuito, pero quería estar tranquilo. A los cinco minutos alguien se para al lado mío. -¿Puedo sentarme? -Ariana, sí, por supuesto. -Le pidió al camarero un plato de comida, una bebida. Y, obviamente, mirándome a los ojos me preguntó: -¿Qué te pasó? Y no me vengas con que estabas enfermo, tampoco me mientas que estabas ocupado. ¿Por qué te fuiste? -No me sentía bien. -No es cierto, te molestó que bailara con Démez. ¿Por qué te molestó? -Me encogí de hombros. -No sé. -Te pregunto de nuevo, Anand, ¿por qué te molestó que bailara con Démez? Sé sincero. -Estaba celoso. -¿Por qué? -Porque te quiero. -Una manera excelente de querer, dejarme plantada e irte. -Estaba mal. ¿Qué tenía que haber hecho? -Quedarte conmigo. -Yo no sé bailar, espero aprender. Pero claro, te fuiste con el más mujeriego de todos los amigos. -¿Y cuál es el problema? -¿Te parece poco? Es un depredador. -A ver, tú te fijas en cómo es Alberto, ¿te fijas en cómo soy yo? -¿En qué sentido? -¿Piensas que yo le daría pie? Me puedo divertir, me puedo reír ante una broma o agradecer una galantería, pero sea Luís Alberto Démez o cualquier otra persona que dice alguna frase que a mí me incomode lo dejo en el medio de la pista, y si estamos sentados a una mesa me levanto y me voy. Entonces, ¿tú piensas que yo te falté al respeto por bailar con Démez?, yo pienso que tú, Anand, me has faltado al respeto a mí porque no has confiado en mi persona. Mírame, no agaches la cabeza, ¿tengo razón o no tengo razón? -Sí, pero me molestó, me molestó mucho, me molestó horrores.
Sesión 26/08/2024 Delante de ella sabía lo que quería decirle, pero le costaba encontrar las palabras, le costaba dar el paso de declararle sus sentimientos, sus intenciones. Un bloqueo interior no lo permitía, no lo facilitaba. Pero ella lo ayudó.
Entidad: Uno tiene que aprender a dejar las cosas en claro. Jorge Clayton me dijo muchas veces: "Las cosas se acuerdan, todo se acuerda de antemano". "Cuando las cosas no están en claro nadie debe reprochar a nadie. Una vez que las cosas se acuerdan, entonces si ese acuerdo no se cumple ahí puede haber un reclamo". Las mismas palabras, pero exactamente las mismas palabras, me las repitió Ariana.
Terminamos de comer y me tomó de las manos: -Mírame -me pidió. La miré-. Me gustas mucho. El amor lleva su tiempo. Tuve osadía y le respondí: -Depende. Yo siento que estoy enamorado desde la primera vez que te vi. -No acuerdo contigo. Puedes estar encandilado, te puedo gustar mucho, pero no nos conocemos. -¿Cómo no? -No, Anand, conocerse es saber qué le gusta a cada uno, qué no le gusta, qué libros lee, qué películas le interesan, si le gusta ir a un museo, si le gusta ir a un recital de música, su carácter fuera del trabajo, su temperamento, si a la persona le gusta estar rodeada de mucha gente o si no le gusta tanto la vida social, qué tareas le gusta hacer, qué cosas le gusta estudiar..., y no tiene nada que ver con el trabajo que uno haga porque a veces hacemos un trabajo que no nos gusta, pero no nos queda otra. Ahora te pregunto de vuelta: ¿me conoces? -Me encogí de hombros.
Siguió hablando: -¿Sabes cuál es mi libro preferido? -No. -Yo tampoco sé cuál es el tuyo. ¿Mi tema de música preferida? -No. -¿A dónde me gustaría ir de vacaciones? -No lo sé. -¿Ves?, no me conoces. ¿Cuál es mi color preferido? -¡Je! ¡No lo sé! Me haces preguntas, no soy adivino. -No se trata de adivinar, se trata de conocer a la persona. Y ahí es donde va naciendo el sentimiento. Tú tienes una atracción a mí también me gustas. -Hay gente que se enamora a primera vista. -No digo que no. A mi me agradas mucho -dijo Ariana-, pero el amor va más allá, el amor tiene que ver con la lealtad, con la fidelidad. Y aclarar. -¿Aclarar qué? -Ahora somos amigos. ¿A ti qué te gustaría? -Me encogí de hombros- No, por una vez habla, dilo. -Mi famosa osadía estaba escondida-. Dilo -repitió ella. -Me gustaría que fuéramos novios. -Bien. Lo has dicho, por fin lo has dicho. -¿Qué me respondes? -le pregunté. -Acepto. -O sea, ¿a partir de ahora somos novios? -A partir de ahora empezamos a salir como novios y a conocernos. Y no quiero ir siempre al club Náutico, déjame elegir a mí y otras veces elijes tú. Y cuando hay algo que no te cierra, cuando hay algo que no te convence lo hablas, me preguntas; no te quedes con el veneno adentro, no hagas lo de este fin de semana de irte y preocuparme. A lo sumo hubieras esperado que termine de bailar y me decías: "No me gustó esto, aquello, lo otro, lo otro", y esta conversación la hubiéramos tenido esa misma noche. -No sé si la hubiéramos tenido, estaba muy enojado, estaba irracional. -Bueno, eso es de niño, los caprichos son infantiles no de personas adultas, las personas adultas conversan, aclaran las cosas, no dudan. A mí, por ejemplo, me gusta estar en sociedad. Yo le respondí: -A mí no tanto. Está bien que los chicos del Náutico son todas buenas personas, pero por ejemplo en la oficina no me hablo con nadie, es como que yo les soy indiferente, siempre hay que ver lo que hace uno. Con esto no estoy defendiendo a nadie, hay gente que es mejor no tratarla. Yo siempre digo que cuando conozco alguien que es tóxico busco alejarme, pero no me imagino que todos tus compañeros sean tóxicos. -O sea, ¿que el tóxico soy yo? -pregunté. -¿Ves?, te estás ofendiendo como un niño al que le quitaron un caramelo. -¿Y entonces si soy así, tengo esos defectos, cómo es que te gusto? -Mírame, yo en la persona veo las cosas buenas. -¿Y yo tengo cosas buenas? -pregunté. -Tienes que cosechar dentro tuyo tu estima. -Y empezó a bromear-: ¿Si estás de novio con la chica más linda que has conocido, eso no te levanta la estima? -Ahora te burlas... -Me cogió de la cara y me dio un beso. -Invito yo -dijo ella. -Le pagó al camarero y nos marchamos-. ¿Estás más tranquilo? -Sí. ¿En la oficina nos hablamos impersonalmente? -No, ¿por qué? Te puedo ir a ver a tu piso y darte un beso, eso no significa hacer una escena. O sea, que nuestro noviazgo va a ser abierto, que lo sepan todos. ¿A ti te interesa? -Bueno, me van a envidiar... -Tampoco hagas eso, no te la creas. La vanidad forma parte del ego. Sigue humilde, no quiero que salgas conmigo para lucirte. O si de repente tú estás con un buen traje y yo salgo contigo para lucirme no, a mí los demás no me interesan.
Y esa conversación me enseñó mucho.
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