Índice
Psicoauditación - Ligor - Ra-El-Dan
Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

 

Quinta parte - Cuarta parte - Tercera parte - Segunda parte  -  Primera parte - Sesiones Raeldan

Sesiones

Sesión del 14/02/2020

Sesión del 11/03/2020

Sesión del 20/10/2021

Sesión del 26/11/2022

Sesión del 06/12/2022

Sesión del 27/12/2022

Sesión del 12/08/2024

Sesión del 13/08/2024

Sesión del 30/08/2024

Sesión del 19/09/2024


Sesión 14/02/2020

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

Se avecinaba la gran batalla, todos estaban dispuestos en su lugar. Barajaban las posibilidades de cada uno.

 

Sesión en MP3 (3.284 KB)

 

Entidad: Estaba pensando que muchas veces las cosas son porque tienen que ser así y no hay manera de modificarlas bajo ningún punto de vista. Pero con los seres humanos es distinto, con los seres humanos es distinto porque tienen una manera de ser y cada uno diferente al otro.

 

Donk se había quejado con Fondalar. Todo el mundo lo sabía, por lo menos todo el mundo dentro del castillo, hasta los soldados. Y me costaba tenerle paciencia. Él catalogaba a los que disfrutan de la vida como demasiado libertinos, o sea, para Donk era todo blanco o negro, no había grises en el medio.

Y ahora estaba conversando con Núria. Pero yo no me acercaba, estaba tomando un licor que había dejado el querido Anán y escuchaba, porque estaba sentado ahí, a pocas líneas de distancia.

Donk le decía a Núria:

-Tengo que encontrarme a mí mismo, por eso me tengo que ir.

Núria le respondía:

-No entiendo, encontrarse a sí mismo es una metáfora, significa que tienes que hacer introspección, ver qué es lo que te pasa, esas sensaciones que tienes, que por momentos ni tú mismo sabes qué son. -Pero no había caso y como que Donk no la escuchaba.

Salió al salón, me encaró a mí.

-Ligor, discúlpame si te he ocasionado molestias, inconvenientes. Me voy a ir.

Lo miré a los ojos y le dije:

-¿A dónde vas a ir? Aranet, Fondalar, Anán estuvieron planificando, ya están los soldados preparados, van a salir esta noche a tratar de emboscar a la gente de Zizer.

-No me toméis por cobarde, sabéis que no lo soy, estuve a punto de haber acabado con Zizer. Pero debo encontrarme a mí mismo.

-No entiendo.

-Me marcho, ya tengo mi hoyuman. -En ese momento la joven Burden se acercó a él y lo abrazó.

-No te vayas, no te vayas, te vamos a extrañar.

-Aquí tienes amigos, Burden, tienes quien te cuide. Veo que has hecho buenas migas con Mina, es una dama muy buena. Yo... yo tengo que saber qué me está pasando. Como dijo una amiga, introspección. Pero aquí no la voy a poder hacer.  -La apartó suavemente a Burden y le pidió por favor que vaya con Mina.

Lo miré y le fije:

-Antes me parecías insoportable, te veía insoportable. Ahora te veo insensato.

Me respondió:

-Tíldame como desees, pero debo marcharme, debo alejarme. -Le habló el rey Anán, Aranet, Fondalar, Ezeven; no les prestó atención a ninguno.

 

No podía ser irónico con Donk, sabía que no se iba por cobardía, si hace poco había arriesgado su vida. Pero se fue por el portón grande, el portón del sur. Quizá daría la vuelta al castillo y encararía para el norte, intentaría algo por su cuenta contra Zizer y Randora. Más no, no me lo parecía, estaba como irracional. Y lo sé por experiencia, que cuanto más irracional eres menos posibilidades tienes de encontrarte a ti mismo.

Se marchó. Me quedé bastante tiempo tomando de la botella de licor hasta acabarla, era un licor suave, era como tomar agua, para mí.

 

Se acercó Núria. La miré y le dije:

-Lo siento.

-¿Por Donk?

-No, lo siento por muchas cosas. Lo siento por nosotros..., pero no te atajes, no voy a insistir nada con respecto a nuestra relación o exrelación, lo siento por el tema Samia. ¿Quién hubiera pensado esa trama? Tampoco entiendo a su hijo, porque si sabía el sucio arreglo de la madre con Borius tendría que haberse molestado, y la encubrió y ella murió y él calló. Es más; para ocultar ese vil acto intentó matar a Borius, matando al resto del clan que lo acompañaba. Pero quiso que aquel que estaba más allá de las estrellas lo dejara con vida a Borius.

 

Desde Villareal que Núria no me trataba con una confianza tan grande. Me tomó del mentón, me miró a los ojos. Teníamos el rostro casi pegados, y me dijo:

-Quizá fue un inconsciente pero me pareció escucharte decir "Aquel que estaba más allá de las estrellas". Has hablado de esa esencia divina en pasado. -Me encogí de hombros.

-A veces es como que descreo de muchas cosas. A veces pienso que la vida no puede ser tan injusta, que los malos ganen y que los buenos pierdan.

-¿Quiénes somos los malos? -preguntó Núria-, ¿quiénes somos los buenos? Hay personas que no sabes cómo van a reaccionar, no sabes cómo van a actuar en determinado momento. Mira tú; está bien, has ingerido un hongo sin darte cuenta pero ha salido dentro tuyo como eso que llevabas adentro escondido.

-Explícate mejor.

-Claro -dijo Núria-, es como aquellos que están bajo los efectos del alcohol que ya no se reprimen y se muestran tal cual son.

-Lo entiendo, pero yo no soy así. He vivido en cantinas, he vivido en posadas y tengo un carácter parecido al de Aranet. Me río, quizá me pongo denso, pesado. Soy de abrazar pero no de maltratar. He matado un dracon, no me lo perdonaré en la vida.

De verdad, no voy a contradecir el ejemplo que has dado pero tú dices que el alcohol hace que la gente deje de reprimirse. Me dejo de reprimir y soy alegre quizá irónico pero nunca de malo modos. ¿Acaso un hongo similar, a Anán no le cambió su manera? ¿Acaso un hongo similar, al joven Gualterio no le hizo perder la memoria? Tú lo dices siempre, no todo es blanco, no todo es negro. -Me tomó del hombro, me abrazó y acercó su mejilla contra la mía, pero no me dijo nada. Me volvió a dar la espalda y se alejó. A diferencia de Donk yo no soy de confundirme, y entiendo que fue un abrazo de afecto y nada más que eso. Pero bueno, el hecho de que pueda sentir afecto, de alguna manera es como que me hacía sentir bien.

 

Hablamos con Fondalar, con Aranet.

-Esperamos la noche y partimos con los soldados.

Fondalar dijo:

-Nosotros estaremos juntos: tú, yo, Ezeven, Aranet. -Miré para atrás, venía la joven Burden.

-¿Qué haces?

-Déjala.

-¿Dejarla?

-Déjala. -Aranet la miró a Burden y vio que atrás estaba Mina-. Tú no debes estar aquí.

-Si Burden va, voy con ella. Ella se aferra a mí ahora que Donk no está. -Aranet entendió que no iba a convencerla de lo contrario. Yo me hubiera encogido de hombros, él negó con la cabeza como diciendo "Qué puedo hacer".

Fondalar nos hizo una seña a Aranet y a mí y nos adelantamos.

-¿Qué sucede? -pregunté.

Fondalar me dijo:

-Burden es rara.

-¿En qué sentido?

-Los jóvenes de la academia de habilidades distintas. Algunos bromean, son chicos todavía, y uno de ellos intentó bromear con Burden. Burden ha pasado por mucho, hay que entenderla. Ha pasado por demasiadas cosas según contó Donk. Y no se tomó a bien la burla del joven y lo empujó. El joven no estaba armado. Otro de los jóvenes que vio la escena se acercó haciendo causa común con su compañero y vi que entre los dos la miraban a Burden. Me acerqué para intervenir pero vi que Burden ni se mosqueaba.

Aranet preguntó:

-¿De qué se iba a mosquear?

Fondalar continuó.

-Los jóvenes estaban reactivos y les estaban mandando ondas mentales como para tratar de manejarla y ella ni se mosqueaba. Me acerqué y amonesté a los jóvenes, que dejen de molestar a la joven. Me acerqué a ella e hice algunas pruebas: me sorprendí.

-¿Pruebas Fondalar?, ¿pruebas en qué sentido?

-Hice algunas pruebas tratando de intentar mandarle influjos mentales leves. Me miró y como si nada.

Pregunté:

-¿Estás queriendo decirnos que es una menta y ella no lo sabe?

-No, no es una menta, no. No tiene ningún tipo de don.

-¿Y entonces cómo ni se inmutó ante tus influjos mentales?

-Eso es lo que quiero saber. Pero nos va a ser útil. -En este momento me puse a pensar lo que Donk me contaba en el camino.

-Sí. Sí, sí, sí, sí, sí.

-Explícate -preguntó Fondalar-, ¿es algo qué tú sabes?

-No, no exactamente -respondí. Aranet también me miraba con un rostro de interrogación.

-Explícanos.

-Claro. Burden fue una víctima de abuso y se escapó hasta donde el herrero. Llegó a matar al abusador pero este le... le lanzó hierro candente, que no le llegó a quemar el rostro pero sí parte del cráneo, estuvo entre la vida y la muerte. El herrero y su esposa la atendieron y sobrevivió pero le quedó incrustado en el cráneo el metal que en su momento había sido candente.

Fondalar me miró y exclamó:

-¿Tú quieres decir que ese metal impide influjos mentales de terceras personas?

-Es lo que pienso -afirmé.

-Pero eso es raro, he doblegado a soldados que llevaban cascos. Un metal no impide un influjo mental. -Me encogí de hombros.

-Quizá. No lo sé. Pero quizás al fundirse con parte de su cráneo haya afectado algo dentro de su cerebro. ¿Qué otra explicación hay? Tú dices que puedes manipular soldados que tienen cascos... ¿Y entonces?

-Seguramente es como tú dices, Ligor -respondió Fondalar-, y de ser así nos puede ser útil.

-Pero cuidado -objetó Aranet-, aunque la joven Burden tenga, llamémosle "una inmunidad", contra los "influjos de Zizer", digamos, eso no va a impedir que una flecha pueda clavarse en su cuerpo, o una espada atravesarle el vientre.

Fondalar dijo:

-Yo no la traigo para exponerla, pondría mi cuerpo delante antes de que le suceda algo. Y sabéis que no lo digo en broma. Estará más que protegida. Pero vamos a ver qué pasa.

-El tema -objetó Aranet- es que al venir Burden viene Mina, y Mina no tiene dones, solamente su impulso de querer acabar con Randora. La odia, la odia tremendamente.

-Somos varios -dije sonriendo. Fondalar me miró haciendo una mueca mitad de risa y mitad de tristeza.

-Yo analizo a Randora como si la conociera. No la conozco pero entiendo que es un ser que ya no se recupera, si tiene consciencia la tiene muy escondida. En cuanto a Zizer yo creo que tiene problemas más graves, será uno de los mentos más poderosos de Umbro pero es inestable y eso puede jugar a favor nuestro. Así que soy optimista, muy optimista. Lamento sólo que se haya marchado Donk. -Lo miré a Fondalar, lo miré a Aranet.

-Me tomaréis por un incoherente, pero por un lado Donk y Zizer son lo opuesto, Donk estuvo a una pizca de acabar con él, no tiene ningún poder. Zizer podría destruirlo en segundos con su mente. Pero por lo poco que sé de Zizer me da la impresión de que ambos son inestables a pesar de que son completamente opuestos. -Fondalar me miró y asintió.

-Espero que Donk se encuentre a sí mismo, pero ahora nosotros prestemos atención a lo que se avecina, viene una tremenda batalla.

 

En ese momento hice una especie de repaso de toda mi vida en segundos: De niño, cuando aprendí a montar los dracons, cuando aprendí a luchar, cuando aprendí a manejar la espada..., por momentos me acordé de Kena. ¡Je! Hice una mueca también mitad sonrisa mitad tristeza. Pero ahora venía lo determinante y había sólo dos alternativas: o los vencíamos a Zizer, a Randora y a esa gente, o moríamos todos nosotros en el intento. No había terceras opciones.

 


Sesión 11/03/2020

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

Habían estado juntos para combatir contra Zizer, pero ya no estando no había objetivos comunes. Decidió ir solo a encontrar a la temible Randora.

 

Sesión en MP3 (2.447 KB)

 

Entidad: Me sentía bastante desanimado, la idea era poder acabar con todos y no pudo ser así. Y ahora acompañado de Aranet y de Fondalar, tratando de seguir las huellas de los jinetes.

Me servía que tanto Fondalar como Aranet no conversaran. Me servía porque estaba sumido en mis pensamientos haciendo una especie recuento de mi vida, desde cuando empecé a practicar lucha, incluso antes de que usara las espadas de madera para practicar, incluso antes de que montara a los dracons, incluso antes de que me transformara en un hombre de mundo.

Acá no se trata de buscar excusas, creo que cada rol tiene un carácter distinto, una manera de ser distinto, una personalidad distinta. Eso no nos hace ni más ni menos humanos.

 

He ayudado a muchísima gente y jamás pedí recompensa alguna. ¿Que disfruté? Sí, disfruté. ¿Y qué? No seré ni el primero ni el último. ¿Sí dañé a alguien? Entiendo que no. Entiendo que no forcé situaciones. Entiendo que sí he sacado a algunas personas de las casillas por mi forma de ser, pero pocas veces he perdido el buen humor. Nunca he sido adusto, he sido reactivo cuando me han acusado de cosas.

Y si hablo del tema Núria... Claro, encerrada en su cárcel de oro mientras él disfrutando de las posaderas. ¿Y qué iba a hacer, mi iba a encerrar en un templo de aquellos que adoran a aquel que está más allá de las estrellas? Primero, que no creo en los templos. Segundo, que entiendo que aquel que está más allá de las estrellas a veces es como que se desentendiera de nosotros. No voy a caer en la tontería de aquellos que dicen "¿Por qué aquel que está más allá de las estrellas permite las guerras, los ultrajes, las violaciones, la quema de aldeas?". Entiendo que nos da libertad y la aprovechamos de la manera que sea conveniente. Algunos para tender una mano y otros para pisar cabezas para tener poder. Andahazi, Randora, el mismo Zizer.

 

Yo creo que el poder estorba, creo que el poder trae demasiada responsabilidad. Y me adelanto a lo que vais a pensar. La responsabilidad no me asusta, pero tener poder sobre miles de personas... ¿En función de qué, para qué, territorios inmensos quién los cuida, para qué, qué motivo, qué función? Eso es para mentes afiebradas, para mentes que se creen eternas.

Tal vez el pensar me haya puesto de mal humor, pero sí, estaba de mal humor. Quizá haya cambiado por dentro y no era aquel Ligor, ¡je, je! Aquel Ligor que se disfrutaba hasta... hasta en la intimidad. ¿Y Kena? Kena tampoco era la niña inmaculada, ella jamás se ha comprometido conmigo. Pensaréis "Bueno, tú tampoco eres santo de ninguna devoción". Pero ella también hizo de las suyas y yo no digo nada al respecto. No me interesa prejuzgar como sí lo han hecho conmigo más de una vez.

¿Con Samia me equivoqué al rescatarla? No soy adivino. No seré ingenuo tampoco pero hay una frase que dice: "A todos nos cabe caer en la mentira de los demás". ¿Qué podemos ver gestos y darnos cuenta si la persona trama algo negativo? Sí, cómo no.

 

Fondalar levantó el brazo izquierdo con el puño cerrado, señal de alto. Se tocó los oídos y miró para adelante y señaló con el dedo índice. Presté atención, se escuchaban voces. Nos adelantamos y desmontamos. Había cientos y cientos de guerreros y mercenarios recostados en el pasto, algunos comiendo víveres. Los más cercanos nos vieron y se pararon espada en mano.

-¿Qué impide que os matemos? -dijo uno de ellos. Gallito el hombre, con mis manos lo podía ahorcar y arrancarle la cabeza de sus hombros.

Fondalar me frenó y le dijo:

-¿Qué impide que nos maten? La desazón que tenéis por dentro, estáis deprimidos. -Se pararon todos y se fueron acercando formando un semicírculo. Lo miraban a Fondalar-. ¿Por qué estáis... estáis tan deprimidos, tan caídos? -Aguanté mi risa porque vi que algunos lagrimeaban... ¡Este Fondalar! Este Fondalar era todo un caso, no les infundió terror, les infundió desazón-. ¿Qué os ha pasado? Tú, el que amenazó, contadme.

-No me siento bien. -Fondalar lo miró y le dio un poco más de ánimo.

-Cuéntame.

-Nuestro líder, Zizer, empezó a desvariar que había perdido sus poderes, que ya no le hacíamos caso. Se volvió loco, con su tremenda mente. ¡Mira! Allí hay como diez, doce cadáveres, los mató Zizer en un arranque de furia. Nunca perdió los poderes pero él lo creyó. Y desvariaba. Que lo seguían de noche las sobras y que por eso estaba mal herido porque algún ser de la noche lo había herido.

 

Nos miramos con Fondalar y nos dimos cuenta de que tenía su mente afectada. Aranet callado, rostro de piedra, mirando todo el panorama. Alerta, atento.

Fondalar preguntó:

-¿Y para dónde fue, Zizer?

-Para el este, solo. Cogió un hoyuman y no quiso que lo sigamos. No, no quiso, no quiso. Para nada. (Llorando).

 

Miraba a Fondalar, miraba al guerrero que estaba obligado por la mente de nuestro compañero, relatando lo de Zizer. Alguna vez lo dije, alguna vez lo pensé, Zizer tenía desequilibrios dentro de su tremendo poder. No quise preguntar porque quizá hubiera despertado a ese hombre de su letargo mental, pero sí lo hizo Fondalar:

-Dices que Zizer desvariaba y que fue para el este, y que sus heridas se las había provocado alguien de la noche. -Asintió con la cabeza-. Y no permitió que lo siguiera nadie. -Volvió a asentir.

En ese momento Aranet con voz baja, grave y segura lo miró al hombre y preguntó:

-Está bien. ¿Y qué pasó con Randora, vuestra jefa? -El hombre se encogió de hombros.

-Se fue para el norte.

Fondalar agregó:

-Se fue para el norte. ¿Qué les dijo a vosotros?

-Que la batalla ya no tenía sentido, que no tenía más metales, que cada uno se arreglara como pudiera. Algunos se sublevaron y dijeron "Bueno, ¿si no hay batalla qué nos impide matarte?".

Fondalar preguntó:

-¿Y qué respondió?

El hombre dijo:

-Nos intimó, dijo que Zizer le había transmitido sus dones y que en instantes podía acabar con nosotros. Y le creyeron. ¿Por qué no habíamos de creerle?, estuvo todo el tiempo con él.

Fondalar me miró, lo miró a Aranet.

-Lo ideal es perseguir a Zizer, él es el peligro.

-No -negué yo-, tengo que acabar con Randora, no iré con vosotros. Además, ¿qué hacemos con esta gente?

Fondalar dijo:

-Esta gente ya no representa ningún peligro.

-¿Qué harás Aranet?

Aranet me miró a mí, lo miró a Fondalar y dijo:

-Iremos a buscar a Zizer.

-¡Je! Es la historia de mi vida. Seguiré solo, encontraré a esa zorra.

Aranet me dijo:

-¿La historia de tu vida es estar solo?, ¿eso es malo? Hasta hace poco lo disfrutabas, ahora como es que siento tus palabras como..., como que haces rol de víctima.

-No me presiones Aranet, no me presiones. No te conviene.

Aranet me miró y dijo:

-Estás muy reactivo. No has podido con Elefa, ¿tienes garantías de que podrás conmigo?

Por un capricho estúpido intenté sacar mi espada y Fondalar dijo:

-Basta, basta, somos aliados, somos amigos. ¿Qué hay que probar, a ver quien es más hombre?, ¿lastimarnos entre nosotros?

Aranet se acercó a mí, me dio una palmada y me dijo:

-Discúlpame por mis palabras -Me encogí de hombros.

-Suerte con Zizer, yo iré a ver a Randora.

-¿Y nosotros qué hacemos? -dijeron los hombres, que ya estaban libres del influjo de Fondalar. Me encogí de hombros.

-¿Qué hacíais antes? Ibais de pueblo en pueblo saqueando aldeas, habéis aprendido la lección. Ayudad. Algunos metales les quedan de lo que les han pagado. Enterrad a los muertos. De mí no esperéis nada.

 

Aranet me tendió la mano. Lo miré a los ojos, tenía una mirada sincera. Apreté su mano con la mía en un saludo genuino y me marché para el norte. Le hice un gesto de saludo a Fondalar. Me hizo un gesto con la cabeza y marcharon para el este. Ellos irían tras Zizer, Fondalar seguramente podría con él. Y yo buscaría a la zorra. Y esta vez la encontraría y acabaría con ella, y acabaría con mi pesadilla, con mis sueños nocturnos, eso sueños donde... donde pongo sus manos en su garganta y aprieto, para quitarle la vida.

 

No quería desequilibrarme mentalmente, tenía que respirar hondo. Y otra vez en soledad, pero con otro carácter, con otra personalidad. No me servía ir de taberna en taberna, de posadera en posadera, buscaba mi venganza, y la encontraría.

 

Gracias por escucharme.

 


Sesión 20/10/2021

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

Habían estado juntos para combatir contra Zizer, pero ya no estando no había objetivos comunes. Decidió ir solo a encontrar a la temible Randora.

 

Sesión en MP3 (3.827 KB)

 

Entidad: ¡Las veces que he rememorado mi vida desde niño, desde que aprendí a montar dracons, desde que me sorprendí que mis manos lanzaran destellos que luego entendí que eran rayos similares a los rayos que se ven en las nubes cuando hay tormenta y que caen a tierra!

 

Rememoré mis primeras aventuras, cuando conocí a Núria, las distintas batallas, el viaje al otro continente donde conocimos a unos indígenas, el viaje al mundo de los apartados que toda la gente les tenían miedo porque contagiaban pestes, y no era así. El conocer a las amazonas, los lomantes...

Ya más cerca en el tiempo la gigantesca batalla contra Andahazi y sus aliados, seguramente no hubiéramos podido ganar si no fuera por los dracons.

Mi separación de Núria. Randora, que sigue siendo mi pesadilla.

 

Y me enojo conmigo mismo, me molesto conmigo mismo por ser presa de mis propias emociones. No debo. Cual si estuviera leyendo un libro debo dar vuelta a la página y seguir con mi vida.

 

Pero he pasado por tanto, aventuras que ni siquiera he relatado porque no era el momento o porque no he tenido el tiempo de hacerlo

 

Pero ya no disfruto como antes, pero seguramente porque tengo un pasado, y valga el juego de palabras, ese pasado me pesa. No digo que no me atraigan las posaderas cuando voy a tomar una bebida espumante, a veces es un acto biológico y lo hago de una manera automática. Y salgo absolutamente vacío, o mejor dicho, lleno de dudas, de desconciertos.

Cuántas veces me crucé con salteadores en el camino y los he dejado ahí sin vida, manoteando de sus alforjas los pocos o muchos metales que pudieran tener. Pero me iba apenado, cansado de quitar vidas. Aclaro que nunca lo hice a propósito, nunca me interesó lucirme en un combate, siempre fue forzado, o bien combates amistosos. Tampoco me atraen esas luchas a primera sangre, no.

 

Y a veces es como que pienso ¿no estaré más lento por la edad?, me siento todavía en mi plenitud, con toda mi fuerza, con toda mi experiencia. Pero noté, y no puedo ser hipócrita conmigo mismo, que Elefa, esta amiga elfa, es más rápida que yo, y yo he vencido tiempo atrás no sólo a Kena, que era la amazona más rápida, sino a otras amazonas. De la misma manera que tú vas a comprar al almacén de ramos generales y te hacen una cuenta por lo que tienes que pagar en metales, a veces te da la impresión de que la vida te pasa la cuenta también. Sin embargo me sentía pleno.

 

Llegué a un poblado y vi una joven en una taberna que me sonreía, le sonreí y dejé de prestar atención sumido en mis pensamientos. Cuando levanto la vista y la veo al lado mío.

-¿Me invitas a una bebida? -La miré y sonreí tristemente.

-Te soy sincero -le dije-, eres una de las mujeres más bellas que he visto en estos últimos tiempos, pero no tengo ganas de involucrarme con una posadera, no ahora.

-¡Perdón! No soy una posadera, soy una cliente.

-Disculpa, ¿pero quieres que te invite a cambio de algo?

-No, simplemente te vi y me has atraído.

-Vaya, mira que eres atrevida si no eres una posadera, si no trabajas haciendo favores. Es raro ver a una señorita tan atrevida, ¿no?

-Quizá no sea atrevida, quizá sea sincera. Mi nombre es Alita.

-Alita, ¡qué nombre raro! Mi nombre es Ligor. ¿Qué quieres tomar?

-Un zumo de frutas. -Le pedí al tabernero. Y nos pusimos a conversar.

¿De dónde eres? -me preguntó.

-¡Je, je! ¿De dónde soy?, de todo Umbro soy. Vengo de la tierra de los dracons, recorrí todo el sur, el norte, el oeste. Quizá me falta conocer más de la parte este. ¿Y tú?

-Yo vivía en la zona ecuatorial -me dijo Alita-. Unos guerreros mataron a mis padres y yo pude escapar antes de que me ultrajaran. Mataron a mi hermano.

-Lo lamento. ¿Y ahora qué haces?

-Y ahora limpio en casas cuando hay trabajo o ayudo en una carpintería. Sé leer y escribir, a veces ayudo también a la maestra. Hago mil tareas para ganar unos metales y vivo en una pequeña casa a las orillas del pueblo. Dentro de todo este poblado es seguro.

-Bueno, entiendo que no tienes pareja al momento que me has pedido que te invite a tomar algo.

-No, no la tengo. No confío mucho en los varones después que mataron a mi familia.

-No pienses que todos somos así.

-No, no lo pienso, si no no me hubiera acercado a ti.

 

Me agradaba muchísimo Alita, muchísimo. Pero dentro mío tenía un pequeño dolor de estómago, ese dolor de estómago era una especie de alarma, como que algo no encajaba, como algo... como que algo no me cerraba. Pero no sabía qué era.

-¿Y vives sola?

-Vivo sola pero tengo una amiga, una amiga muy querida, que nos conocimos camino a este pueblo. Ella está con su pareja.

-¡Ah, vaya!

-Es también un guerrero. Porque sé que tú eres un guerrero, por la forma en que vistes, la espada que llevas a un costado, el puñal al otro lado.

-¿Y tu amiga?

-Debe estar con el guerrero.

-Espero que sea un hombre pacífico.

-Lo es, lo es, lo es. Me refiero a que si lo conoces te caerá bien.

-¿Y ahora dónde está tu amiga? -pregunté.

Sonrió y dijo:

-Bueno, ella provisoriamente está viviendo conmigo, pero yo le dije de no traer hombres a casa, y entonces están -Me señala con el dedo pulgar-, arriba.

-¡Ah, vaya! ¡Je, je, je!

-¿Por qué te ríes? -me preguntó.

-Porque generalmente en las posadas, los cuartos de los pisos superiores los utilizan la posaderas para cobrar sus caricias.

-¡Oh, no, no, no!, en este caso este hombre con mi amiga fueron porque yo en casa no quiero traer varones, no corresponde.

-Bien.

-Pero no está mal, ¿no?

-No, por supuesto. ¿Quién soy yo para juzgar?, cada cual hace lo que desee.

-Si me permites les voy a comentar que estás tú, así bajan a conocerte. -Me encogí de hombros.

-Como quieras.

 

Tardó un tiempo y luego bajó y habló con el cantinero. El cantinero asintió con la cabeza y puso cuatro copas en una bandeja.

-¿Y esto?

-Es una bebida fuerte. Ahora van a bajar ellos, para que tomemos.

-Está bien.

 

Al rato baja el hombre, y cuando lo vi me quedé pálido:

-¿Tú?

-Ligor... -Se acercó y me tendió la mano. Automáticamente le tendí la mano.

-Donk. ¡Je, je! Las veces que he pensado en ti, Donk, y no de muy buena manera.

-Hay un refrán que dice "Lo pasado pisado". -Asentí con la cabeza y me encogí de hombros.

-Está bien. ¿Cuándo baja tu amiga?

-Ahora. Bajé con sed.

Probé mi bebida y era muy muy fuerte.

-Donk, esto no te va a quitar la sed.

-No, pero me va a entonar. -Donk tomó su trago, yo tomé el mío. Alita no tomó el suyo.

 

Al rato bajó la acompañante de Donk, me quedé paralizado. Me quise levantar y Donk me sujetó del hombro.

-No.

Me quise levantar de nuevo y Donk no me dejó, no me permitió:

-Quédate aquí.

La miré a los ojos.

-Desde la batalla de Andahazi que te busco, Randora. -Randora sonrió.

-¡Je, je, je!, y nos volvemos a encontrar. Y por fin has caído en mi trampa, gracias a Donk que te vio por el camino y vino galopando en su hoyuman a avisarme.

-¿Cómo? ¿De qué habláis?

Donk sonrió, y me dijo:

-Ya te está haciendo efecto el veneno.

-¡Pero tú también tomaste! Y veo que Randora y Alita también están tomando.

-¡Je, je! ¡Ay, Ligor, Ligor! El veneno no estaba en la bebida, estaba untado en tu copa. Le pagamos al cantinero para que unte el veneno que le dimos.

Lo miré con rencor a Donk.

-¿Tanto me has odiado?

-¿Tanto?, tanto y más. Odiaba tus triunfos, tus batallas, el que Núria te siga amando en lugar de amarme a mí. Por eso me alié con Randora.

-Pero Randora estuvo a punto de matarte, si no te salvaba la vampir.

-Eso fue antes. Con Randora llegamos a una conclusión: Si tenemos los mismos enemigos, somos amigos.

-¿Así que yo, para ti, soy un enemigo? De esta zorra lo hubiera esperado, pero de ti...

Randora sonrió con su mirada cruel, y me dijo:

-Dentro de poco se te va a paralizar el cuerpo, no vas a poder levantarte hasta que se te paralice el corazón.

La miré a Alita.

-¿Y tú?

-¿Yo? A mí me da lo mismo. Randora tiene muchos metales, yo la he ayudado. No es como te contó Donk -dijo Alita-, nos cruzamos con Donk de casualidad y le dijimos que... ¡Va!, Randora le dijo: "¿Qué haces por aquí?", Donk le comentó que se habían alejado del castillo de un rey y que tú estabas distanciado de él. Entonces Randora le propuso buscarte por los poblados y que le daría unos cuantos metales.

Lo miré a Donk, y le dije:

-Y tú te has vendido.

-No, aunque no me hubiera dado nada igual hubiera colaborado, con tal de que tú desaparezcas de este mundo.

 

¡Ahhh! Pero no me sentía más débil, no me sentía más débil, para nada. De pronto vi que Alita se tocaba el estómago y ponía un gesto como de dolor.

-Randora, ¿qué me pasa? -Por primera vez vi el rostro de Randora alarmado.

-¿Porqué?, ¿qué tienes?

-Siento como un dolor punzante en mi estómago y mis piernas es como que no me quieren obedecer, quiero coger la copa para terminar de tomar el líquido y mis manos no me responden. -No pasó un instante más que Randora se empezó a tocar el estómago también.

-¡Qué pasa, apenas puedo moverme! ¿Qué has hecho? -La miré a Randora.

Randora miraba a Donk.

Donk sonrió.

-¿Qué he hecho? ¿Sabes lo qué pasa, Randora? Tú, como muchos otros, me han tomado por tonto, por ingenuo, por enamoradizo, por una persona que se deja convencer por palabras fáciles. Tú le pagaste al cantinero para que unte la copa de Ligor con veneno. Luego que tú le pagaste yo le puse mi puñal en los genitales y le dije: "Si los quieres seguir teniendo, unta la copa de las mujeres".

Saltó Alita:

-¿Y por qué yo?

-¿Y por qué no?, tú estás con Randora.

-¡Malnacido!

Donk la miró a Randora.

-¿Yo, malnacido? ¡Je, je! Has matado a tu propia familia. ¿Sabes las veces que tu hermana te ha buscado para matarte? Pero le ahorré el trabajo, en pocos minutos más las dos estarán muertas.

Lo miré a Donk.

-O sea, ¿no hay nada en mi copa?

-No, solamente un coñac fuerte.

-¡Vaya! -Saqué mi espada-. No, no quiero quitarme el placer de que mueras (a Randora) por el veneno, te voy a atravesar en dos con mi espada.

Donk me cogió la mano.

-No, no, tú no eres así, Ligor, está agonizando. ¿Qué ganarías con eso?

-Placer.

-No, te remordería la conciencia.

 

Pasaron unos instantes y Randora, a la que busqué por tantos lugares y tanto tiempo tan empecinado, alejándome de todos mis amigos y ahora estaba exánime en el piso ya sin vida. Donk había logrado lo que otro no pudo.

Donk me miró, y me dijo:

-No había otra manera, no había otra manera, podía haber escapado por la noche y alertarte de que aquí estaba Randora, y me pareció mucho más sutil.

-¡Ay, ay! Donk, no sé si abrazarte o ahorcarte, me has hecho pasar un mal momento. Pero ¿sabes qué?, este final no lo esperaba pero tampoco lo estoy disfrutando.

 

El cantinero se acercó y trajo una bolsa con metales.

-No quiero compromisos, esto es lo que me dieron.

Donk le dijo:

-Quédatelo, al fin y al cabo cumpliste con tu misión.

-¿Es verdad que me ibas a cortar los genitales?

-No tengas duda -le respondió Donk-, y luego el cuello. No tengas ninguna duda. Lo miré a Donk, y le dije:

-¿Y ahora qué? -Se encogió de hombros.

-Y ahora podemos seguir juntos el camino, a ver qué nos espera. O separarnos y que cada uno haga la suya.

-No, no, no, no. Todo lo que dijiste cuando Randora estaba viva...

-Soy buen actor -me dijo Donk-. No tengo ningún rencor, me caes bien.

-Yo soy sincero -le respondí-, tú no me caías bien hasta ahora, me parecías remilgado, tonto, creído, a veces demasiado cansador, a veces hacías rol de víctima.

-¿Sabes qué pasa, Ligor? -dijo Donk-, hay personas que aprenden más temprano y otras aprendemos más tarde, pero la vida finalmente nos termina enseñando, para bien o para mal.

-Estoy cansado -le dije-, pero no quiero quedarme en este poblado.

-No, no, no.

-Le pagamos al sepulturero y...

-No, no -dijo Donk. Lo miró al cantinero-, de la bolsa que tienes saca metales y le pagas tú al sepulturero, y te ocupas de los cuerpos.

-Sí sí sí, yo lo ayudaré al sepulturero. Y quedaos tranquilos. Y de la bebida espumante que tomó el señor, no debe nada.

 

Donk, como si la cantina fuera suya pasó del mostrador, cortó dos pedazos de carne seca, hogazas de pan, las puso en una alforja.

-Para el camino. Si te parece nos vamos, los hoyumans ya habrán abrevado y habrán comido. -Asentí con la cabeza.

 

Un nuevo compañero de ruta, ¡je, je, je! Donk siempre me resultó tan insoportable y él fue el que acabó con Randora. Me va a costar aceptarlo y me va a costar aceptar a Donk como amigo, pero a partir de ahora era mi mejor amigo. ¿Quién lo diría?

 


Sesión 26/11/2022

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

En una aldea tenían preso a quien decían que había matado y ultrajado mujeres. No estaba seguro si podría haber habido un error y el hombre ser un conocido amigo. Pidió que lo sacaran y se enfrentara en combate con él. Resultó herido. Estaría días siendo cuidado.

 

Sesión en MP3 (4.091 KB)

 

Entidad: Quien no me conoce dirá: es un guerrero bruto, ignorante que toma bebida espumante en las tabernas y la mitad se la vuelca en su pechera, sobre la ropa. No tiene modales, no le importa nada de nadie, vive el momento, ¿y para qué más? Total, ese guerrero bruto vive en un mundo donde hoy vives y mañana puedes estar bajo tierra.

 

Pero yo me pregunto, ¿qué opinión tengo de mi mismo? Las heridas físicas, las heridas morales, las traiciones que viví a lo largo de mi vida, si tuviera que recapacitar posiblemente me haya comportado mal con Núria encaprichándome en buscar para acabar con la vida de Randora. Quizás el mismo desgaste de la batalla con Andahazi me causó un desgaste mental que me aturdió, que me confundió. Aclaro que yo no tengo miedo a la muerte ni a las batallas, simplemente que a veces estoy cansado de luchar y luchar y luchar. Tal vez haya sido el primero en descubrir otro continente, pero vivimos en un mundo tan vasto... Es verdad que las historias corren como arroyos rápidos, ¡je!, pero la gente luego se olvida, o en el recuerdo de la gente ven ese guerrero joven, esbelto, no ven a este hombre desgastado quizá por dentro, por fuera no.

 

Yo siento como que tengo mucho por dar, mucho por hacer, mucho por vivir, y lo más preciado es que no guardo rencor, porque aparte no sería coherente. Fui yo quien dejó de lado a Núria para una venganza estéril. Si tuviera que decir algo de ella comentaría qué rápido que se le fue el amor.

Pero después me puse a pensar en mí, no ha pasado tanto tampoco, sin embargo es tanto lo que viví después de esa separación y hoy es como que honestamente no siento nada a nivel de amor, me puede quedar dentro mío un afecto por la persona que es, por la persona que fue y reconozco que ella ha sufrido mucho. Y lo ha dicho más de una vez. Muchas veces, en realidad.

En cambio yo, el aventurero, el risueño, el que va de taberna en taberna, bueno eso es lo que conocen de mí, eso es lo que muestro, los pensamientos no se pueden leer, los pensamiento no se pueden escuchar.

 

Me sorprendió la grandeza del imperio Atauro y me sentía feliz de que Gualterio haya encontrado el amor en Noah. Y ahora íbamos con él, con Geralt, quizá el único más grande que yo en edad. Y Donk. Donk más de una vez me ha salvado la vida y mi infantil estupidez hacía que yo me pusiera celoso por él porque se había hecho muy amigo de Núria. Hoy siento que le tengo un aprecio tremendo. Y a mí mismo no me voy a mentir, pelearía a su lado todas las batallas. Donk es un buen tipo.

 

Pero cuando llegamos a una aldea, una aldea bastante grande, tenían prisionero a un gigantesco guerrero rubio. Yo me consideraba alto y corpulento incluso más corpulento que Geralt, pero este guerrero era de mi estatura y corpulento como yo. Por el físico lo veía algo más joven. De su rostro no podía decir nada porque lo tenía desfigurado a golpes, un ojo completamente inflamado.

Y contaron que había violado a varias jóvenes de la aldea y lo pescaron, y hubo testigos. Entre muchos lo dominaron y lo encerraron. Quise hablar con él, arrimarme a las rejas de su prisión, pero en un impulso Gualterio lo hizo antes que yo, hasta lo tomó de las manos y me imaginaba a ese guerrero quebrándose, llorando pidiendo perdón, pero no, lo que hizo fue atraer hacia sí a Gualterio y golpeándolo contra las rejas. Se lo tuvimos que sacar, Gualterio quedó con el rostro lastimado.

Había un anciano llamado Matías que fue el primero en ver todo y dar la alarma. Le pregunté si lo conocían de antes, comentó que era un hombre bueno que ayudaba a todos, pero que una tarde se hizo amigo de un hombre misterioso que llevaba una capa y una capucha cubriendo su rostro. Y habló con él, un hombre que supuestamente venía del imperio Atauro.

Le dije al viejo Matías que me lo describa a ese hombre y me puse pálido, coincidía con la descripción de ese mento poderoso llamado Andreas que en un duelo de mentes había sido vencido y muerto por Fondalar.

 

Le comenté mi hipótesis a Gualterio, a Geralt y a Donk. Les digo:

-¿No será que este hombre fue influenciado de alguna manera por Andreas?

Geralt me dijo:

-Ligor, ¿y para qué, y con qué objeto, qué ganaba a cambio?, si Andreas con su mente podía dominar a la aldea entera, como lo hizo con otros aldeanos. Si hubiera un motivo, si hubiera un objeto por el cual trastornarlo igual tampoco se disculparía porque lo hecho hecho está, trastornado o no los crímenes los cometió, violaciones y muertes. Es lamentable Ligor.

-Pero si es así, si fue influenciado por Andreas merece una muerte más digna que ser ahorcado.

 

Lo comentamos con la población y el encargado de la ley preguntó:

-¿Qué sería una muerte más digna para un criminal?

-Morir luchando.

-Vaya. -El hombre me miró de arriba abajo-. ¿Y con quien, contigo? ¿Cómo sabemos que si lo soltamos, le damos una espada, vosotros no os unís a él y sois uno, dos, tres, cuatro buenos guerreros, cómo sabemos que no estáis en combinación con él? -Le conté de ese Andreas, del imperio Atauro-. Aquí nunca nadie vino del imperio Atauro, no sabemos nada de eso. -Nos miró a todos-. Pero te voy a dar la oportunidad, armaremos al pueblo con lanzas, cien hombres os rodearán. Donde queráis hacer algún truco moriréis ensartados.

-No habrá truco.

Geralt me miró y me dijo:

-No creo que sea Aranet. Estoy convencido que no es Aranet, pero es más joven. Y si te vence, ¿qué? ¿Te piensas que está luchando por la libertad? Lo que tú dijiste, Ligor, es, "Merece tener una muerta más digna". ¿Tanta confianza tienes en ti mismo? -Lo miré y hablé con el poblado:

-Gente, es cierto que he dicho que merece una muerte más digna, pero si me vence ahorcadlo igual.

Donk me tomó del hombro y me dijo:

-¿Qué quieres demostrar, para qué te arriesgas?

-Honestamente, no sé lo que quiero, pero si de verdad fue influenciado por un mento que muera con la espada en mano. Y si tengo que morir yo, moriré yo.

 

Le expliqué sin acercarme:

Te soltaremos y lucharás por tu vida conmigo. -El hombre tenía los labios partidos y apenas podía murmurar, hizo una mueca y lanzó una pequeña risotada.

-¡Ja, ja!

 

Cogió su espada la blandió en su mano tomándole el peso, hizo un gesto con la mano izquierda como diciendo, vamos. No me embistió como yo pensaba, era inteligente, fuimos dando vueltas alrededor el uno del otro hasta que finalmente chocamos los hierros. Fue una batalla dura, digna. Alcanzó a herirme en el brazo izquierdo, en el mismo momento en que yo le atravesaba la espada en el corazón. No lo vencí yo, honestamente no lo vencí yo. En condiciones normales no sé si lo hubiera vencido, pero estaba golpeado, desgastado. Pero lo peor de todo poseído por una furia tremenda que no lo dejaba pensar, y sabemos que en un combate la emoción no sirve. Mi mente estaba lúcida, sin furia, sin ira, así y todo no pude impedir que me tocara con su espada en el brazo izquierdo al mismo tiempo que le atravesaba el pecho.

 

La gente del poblado bajó sus lanzas.

-¿Y ahora qué? -Me encogí de hombros.

-Entiérrenlo, quémenlo. -Cogí la espada del hombre-. Vaya, fijaos es una espada de metal oscuro, ésta la tuvo que haber hecho el herrero Raúl con la piedra que cayó del cielo. Una igual tiene Aranet, una igual tengo yo. -Tenía grabado un nombre, nos quedamos tranquilos, decía "Ernet".

-No vamos a enterrarlo -dijo la gente del poblado-, encenderemos una fogata y quemaremos su cuerpo.

Le dije a Geralt:

-Si le hubieran enterrado, hubiera dejado la espada con su cuerpo, pero la voy a llevar conmigo. -Los del poblado no dijeron nada.

 

Donk abrió su mochila, me hizo sentar en un tronco y me cosió la herida. Geralt tenía en su mochila un polvo de hongos que me puso sobre la costura de la piel para que me cicatrice y no se me infecte.

 

No teníamos más nada que hacer ahí. Geralt me dijo cuando volvíamos para el imperio Atauro, en realidad para la ciudad principal porque esto también era parte del imperio.

-No entiendo porque has jugado tu vida, ¿querías redimirte sobre algo que has hecho? Hay otras maneras, no has salvado la vida de nadie.

-No, tal vez el honor de ese hombre, que insisto fue poseído por un malvado mento. Por lo menos murió portando su espada.

 

Cabalgamos. Igual tuve unas líneas de fiebre, cuando llegamos no me sentía bien.

La amiga de la emperatriz, Jimena, me preguntó:

-¿Qué pasó? -Gualterio hizo el relato de lo que había pasado-. Ven -dijo Jimena-, ha sido muy imprudente lo que has hecho.

Le respondí:

-Estoy de acuerdo contigo, sólo quería que muriera con honor.

-Te podía haber matado.

-No se perdía nada. -Me cogió del mentón y me miró a los ojos.

-¿Tanto te desprecias?

-No, estoy cansado, mi edad es incierta. He pasado por mucho. Tú eres joven, Jimena, quizá cuando tú eras una niña yo ya había cruzado con mis embarcaciones el mar del oeste para llegar a otro continente. No sabes de mí.

-No, no lo sé, pero tienes que hacer una vida de reposo.

-No entiendo porque cogí la fiebre, evidentemente no tengo la resistencia de antes, pero tengo muchísimas heridas que no me hicieron ni mella.

-Déjame ver la espada.

-Está allí.

-¿La has traído como trofeo?

-No, Jimena, jamás haría eso, la traje por respeto. Si lo hubieran enterrado hubiera quedado bajo tierra con el cuerpo, la traje por respeto.

-No es un metal común, de aquí, a veces caen piedras del cielo.

-Has acertado. Hay un herrero que trabaja con una gran piedra que cayó, mi espada es igual. -La miró.

-Está impregnada.

-¿Perdón?

-Está impregnada, Ligor.

-¿Qué tiene, como un veneno?

-Geralt te salvó la vida.

-Disculpa...

-Gualterio me contó que Donk te cosió y que Geralt te puso un polvo sanador de hongos. Eso atenuó el veneno de otro hongo que tenía la espada. Al cortarte, el veneno entró en tu sangre, pero el polvo sanador que te puso Geralt atenuó bastante. Hubieras muerto. -Sonreí irónicamente.

-O sea, que hubiera muerto aun habiendo vencido.

-Sí. Yo te cuidaré.

-¿Por qué?

-Porque me agradas.

-Soy una persona que ha vivido mucho.

-¿Tienes miedo de abrirte?

-Disculpa, de nuevo...

-Tienes miedo de mostrarte como eres. Sé que has vivido por la edad que tienes, pero aún eres joven. No te repondrás enseguida, conozco ese tipo de veneno. Aquí tenemos zumo de hongos sanadores también, te lo daré a diario. Pero no creo que en menos de siete amaneceres te recuperes, y tendrás tiempo de contarme parte de tu vida, si así lo deseas.

-Si me cuidas, ¿no se pondrá celoso tu pareja o tu pretendiente o quien sea que fuere?

-Quería a una persona, pero se ha mostrado como era, desleal, infiel, y en este momento estoy sola a nivel afectivo. Así que nadie va a estar celoso porque te cuide.

Le hice una chanza.

-Mira si en este lapso que me cuidas empiezas a gustarme... -Me miró seria.

-Me ofendería si no te gustase. -La miré a Jimena y lancé una carcajada.

-Eres rápida, ¿eh?, eres lista, eres lista. -Me tocó la frente.

-Lucharé contra esa fiebre, en siete amaneceres estarás bien. -La tomé de la mano, una mano más pequeña que la mía, pero firme, fuerte.

Y le dije:

-Si te hubiera conocido años atrás...

Y me dijo:

-Si me hubieras conocido años atrás yo era una adolescente, no te hubiera prestado atención.

-¡Vaya! ¿Y ahora me prestas atención?

-Y ahora me pareces interesante.

 

Cerré los ojos, la fiebre y el cansancio me vencían. Y me quedé dormido mientras ella, Jimena, me seguía sosteniéndome la mano.

 


Sesión 06/12/2022

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

Por el camino se sinceraron, coincidían en pensamiento y emoción. Viajaban hacia el imperio del padre de ella, del cual se había escapado. Se cruzaron con un jinete que les contó sucesos extraños.

 

Sesión en MP3 (2.626 KB)

 

Entidad: Me sentía mejor, como nuevo. Habían pasado más de diez amaneceres y estaba en perfecto estado.

 

Recuerdo que fuimos a cabalgar con Jimena, sentía por ella algo muy lindo. Afecto, serenidad, ¿y por qué no?, pasión. Una sana pasión. Ella me miraba y sonreía como adivinando mis pensamientos.

Le pregunté:

-¿Por qué no me has contado nada de ti? -Se encogió de hombros.

Íbamos con los hoyumans al paso. Me dijo:

-Me interesas mucho, Ligor. Me interesas de verdad. Pero soy una joven que no sólo busca afecto, también busco lealtad. Odio las mentiras, los secretos, las imposiciones.

Le respondí:

-Está bien. Eres madura para ser tan joven, a mi edad yo busco lo mismo, además de estabilidad. Pero dime por qué me has contado de tu vida, de cómo vives.

-Bueno, viví en la ciudad de Rafara, mi padre es el rey Fonce.

-¡Vaya! -Por un momento sentí un desencanto, como que ella fuera algo lejano para mí, para mis pretensiones amorosas.

 

Me tomó de la mano y me dijo:

-Sí, soy una princesa, pero ante todo soy un ser humano. Yo tenía un pasado no muy bueno, siempre me hecho la tonta para fingir y no demostrar mi inteligencia. Y había quien se quería aprovechar de mí. Un joven, un experto guerrero en la guardia me cortejó, no pasamos de unos besos. Hasta que un día lo vi tendido en el bosque con una aldeana. Y equivocadamente, en ese momento pensé que si él se comporta así todos los hombres se comportarán así. Pero vi que no. Luego mi padre me quiso casar con un príncipe. Yo no quería saber nada y me escapé. Anduve por distintos caminos hasta que en un momento, todo es causal, ¿no?, me encontré con la emperatriz Noah y su pareja, Gualterio. Ella se sobresaltó, pensó que yo la estaba siguiendo y le dije  no, yo también me he escapado. El resto ya lo sabes, apareció Fondalar, tuvo un duelo mental con Andrea y lo derrotó. Pero mi padre ya no tiene esas pretensiones, ahora soy amiga de la emperatriz y él no me puede obligar a nada. Sólo quiero saber, Ligor, cuáles son tus pretensiones para conmigo.

 

La miré, y le dije:

-Yo creo que aquel que está más allá de las estrellas a veces te pone personas en el camino para probarte. Y varias veces me lo ha hecho. Y esta vez no reaccioné con mi instinto al conocerte sino que has logrado sacar de lo más profundo de mi ser todo mi afecto, que se está transformando en amor. Así que si tú me aceptas intento cortejarte para poder el día de mañana ser una pareja. -Lanzó una carcajada-. ¿Te ríes? -Tomó las riendas de mi hoyuman y lo acerco al suyo.- Ambos montados en nuestra cabalgadura me tomó del cuello y me dio un largo beso.

 

Se separó y me dijo:

-Esa es mi respuesta.

 

De repente nos alarmamos, en sentido contrario venía un jinete. A lo lejos me pareció Aranet.

-¿Lo conoces?

-No, no, parecía un amigo mío, pero es como si fuera una copia.

El hombre detuvo su montura y nos saludó. Me presenté:

-Mi nombre es Ligor, venimos de Rafara, del imperio Atauro.

-Mi nombre es Netrel.

-¡Netrel! ¿Netrel? Pensé que estabas muerto.

-¿Por qué dices eso? -preguntó el rubio jinete.

-Bueno, encontramos tu espada, que la tenía otra persona. Desmontemos, y nos cuentas.

 

Desmontamos los tres, nos sentamos en un par de troncos luego de atar los hoyumans.

-Tiempo atrás, Ligor, mucho tiempo atrás vine de Krakoa. Sé que tengo un hermano.

-Me imaginé. Lo conozco. Es igual a ti, se llama Aranet.

-Anduve de poblado en poblado, de aldea en aldea. A veces no tenía un metal cobreado y tenía que hacer trabajos de aldeano, lo cual no me molestó. Otras veces ayudé a defensores de la ley a defender poblados. Y un día me crucé con un guerrero del norte, un hombre muy grande, de cabellera rubia como la mía, algo más robusto, pero torpe. Me contó que tenía un tremendo rencor porque él siempre había -y discúlpame, joven, le dijo Netrel a Jimena-, este hombre había usado siempre a las mujeres y luego las descartaba como material desechable. Hasta que un día se enamoró y la joven le correspondió. Todo esto me lo contó en una taberna tomando bebida espumante. A todo esto él tenía una amante que lo seguía pero él no quería saber nada, ya había encontrado a su amor. La amante despechada envenenó la jarra donde tomaba un zumo su actual pareja. Horas de agonía, y murió en brazos de este hombre. -me lo contaba llorando.

 

Le dije sigue.

Me contó que su cabeza se transtornó, degolló a la amante. Los representantes de la ley lo quisieron atrapar y los mató. Era bueno con la espada. No tanto como yo, pero era bueno.

 

Me contó que en distintos poblados su cabeza ya no le respondía y tenía tanto odio que empezaba a violar y a matar mujeres.

 

-¿Y me lo cuentas? -Saqué mi espada-, no te puedo dejar ir. -Sonrió.

-¡Qué iluso que eres!, me dijo. En ese momento sentí como un mareo y me desvanecí.

 

Cuando me desperté estaban los representantes de la ley de este poblado. Me dijeron:

-El criminal que buscamos se escapó, y te ha salvado que te puso un hongo en el líquido, que te intoxicó. Pero no era venenoso.

 

Me toqué el costado:

-¡Se robó mi espada!

 

-Ve al almacén y cómprate otra. Por lo menos has salvado la vida.

 

Netrel hizo una pausa.

-Busqué por distintos poblados a ese hombre. Usaba nombres falsos, no sé si el que me dio a mí era el nombre verdadero. Por su acento sé que venía del norte. Me fui para el este hasta llegar a esta tierra y di con vosotros.

 

Le conté a Netrel lo que pasó.

Se encogió de hombros:

-Bien muerto está. Lo único que me interesa es recuperar mi espada, que la hizo un herrero con una piedra que cayó del cielo.

Lo miré, y le dije:

-Nosotros volvemos al imperio Atauro, a Rafara. ¿Vienes con nosotros?

-Con todo gusto. -Marchamos hacia el imperio Atauro con Netrel.

 

Pasaron dos días y ya se iba a celebrar la boda entre Gualterio y Noah. Jimena me presentó a su padre, al rey Fonce.

Me miró y me dijo:

-Espero que trates bien a mi hija.

-No te preocupes, es la persona que amo.

-Mi obligación es hacerte caballero.

-No hace falta, ya me hizo caballero muchísimo tiempo atrás una reina llamada Samia. De todos modos, tener otro título más no me molesta. -Lancé una carcajada.

El rey Fonce dijo:

-Ven, ven a beber conmigo, tengo un exquisito licor.

-Licor, lo acepto si tiene bebida espumante.

Jimena me abrazó y me dijo:

-Le has caído bien a mi padre. Lo cual es raro. -La miré y la besé, adelante del rey.

-Me quedaré tomando bebida espumante con tu padre, si no te molesta.

-No me molesta. Para nada. -Respondió Jimena-. Tenemos un futuro por delante. Juntos. Para siempre. Tus amigos me han contado que tú eres un errante, ¿te sentará bien quedarte aquí, en Rafara?

-Mira, en una época estuve casado, pero la relación no fue. Evidentemente mi amor no era tan intenso como el que siento por ti. Podría decirte que lo que yo quiero ahora es descansar, pero te mentiría; no quiero descansar, quiero seguir viviendo, haciendo cosas, teniendo aventuras. -La miré-, pero contigo. Siempre contigo. -Sonrió.

Y me respondió:

-Soy una eterna agradecida a aquel que está más allá de las estrellas por haberte encontrado.

-Es recíproco -le dije.

 

El rey Fonce nos miró y dijo:

-Bueno, ¿tomamos algo o qué?

 

Me despedí de mi amor y fui con mi futuro suegro a beber bebida espumante.

 

Gracias por escucharme.

 

Este es el fin del relato. Pero mi vida continua, más feliz que nunca.

 


Sesión 27/12/2022

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

De viaje alrededor del imperio de su amada, en un poblado descubrió que varios hombres y clientes llevaban mucho tiempo teniendo raptadas gran cantidad de femeninas para ser alquiladas por servicios. Aun saliendo herido pudo liberarlas, dejando a sus raptores sin vida. El pueblo se volcó en él, agradecido.

 

Sesión en MP3 (2.789 KB)

 

Entidad: Voy a comenzar a relatar la parte feliz, la boda del joven Gualterio y Noah. Una boda fastuosa, pero no exclusivista.

 

Al tremendo palacio entraron miles de aldeanos para ver el casamiento, corrió bebida por doquier, comida por doquier. Si bien el fallecido emperador Mason era medianamente generoso, su hija lo era más todavía. No sólo había bajado los impuestos sino que enviaba pequeñas tropas a distintas aldeas, primero para ver si les faltaba algo, segundo para evitar posibles saqueos. Como diríais vosotros, iba todo de maravilla.

Obviamente, con mi amada Jimena bebimos y comimos moderadamente y luego nos apartamos a un rincón a besarnos apasionadamente y planificando nuestra próxima boda. Era el momento de cambiar de vida definitivamente. Ya lo he dicho, mis aventuras continuarían, pero con la compañía de mi amada.

 

Recuerdo una mañana que había una aldea lejana que aún las tropas no habían visitado, le dije a Jimena que me gustaría ir a verla. Era mediodía, en hoyuman volvería para la noche.

Jimena, también ocupada con papeles, me dijo:

-Te espero a la noche, con bebida y comida caliente.

 

Llené las alforjas, ensillé el hoyuman y partí. Pasado mediodía llegué a la aldea.

Parecía tranquila, pacífica, pero me pareció raro que los pobladores me miraban y desviaban la vista enseguida y se metían en sus casas. Al primer lugar que fui fue a la posada, me extrañó que no hubiera clientes habituales, como en otras aldeas.

El posadero, un hombre delgado, me dijo:

-¿Va a tomar algo?

-Una bebida espumante.

 

Tampoco veía posaderas como en otras aldeas. Obviamente yo no buscaba nada. Y ésta vez de verdad. Jimena llenaba mi vida, no precisaba amores falsos. Pero sí me extrañaba ver una taberna vacía.

Bebí la bebida, dejé un metal y fui hasta el almacén de ramos generales. Había algunos clientes pero no hablaban.

Le pregunté al hombre.

-¿El sector de las espadas?

-¿Para usted? Porque con la que tiene es más que suficiente.

-De curiosidad. -Me señaló un costado, me extrañó la cantidad de espadas que había para vender siendo un poblado medianamente pequeño y con familias.

Le pregunté:

-Evidentemente, el negocio no prospera con la venta de espadas. -Me miró. Escondió la mirada, se encogió de hombros y no dijo nada.

 

Al fondo de la calle había una casa muy muy grande.

Le pregunté:

¿Y eso qué es, enseñan a los niños a leer o algo?

-No sé, no he ido.

-¿Cuánto hace que está acá?

-Desde pequeño.

-¿Y no conoce qué es ese establecimiento?

-Tengo que hacer -me dijo. Y se marchó al fondo.

 

Me carcomía la curiosidad y fui hasta ese establecimiento. Golpeé a la puerta, no respondía nadie. Había una ventana y me pareció ver una silueta. Empujé la puerta y entré. Oscuridad. Corrí las cortinas para que entre la luz de afuera y lo que vi fue impresionante: chicas adolescentes semidesnudas. Cuando me vieron a mí se apretujaron unas contra las otras.

-¿Estáis solas? -No respondían.

 

Miré. En el otro rincón había más adolescentes, no eran niñas pero casi. Tampoco eran mujeres, eran adolescentes apenas desarrolladas. El salón era bastante bastante grande, habré contado como dieciocho niñas adolescentes, algunas con marca de látigo.

-¿Qué os ha pasado? ¿Dónde están sus padres? -No hablaban, bajaban la vista. Alguna gemía, casi llorando, pero no hablaba.

 

En el fondo se abrió una puerta, salió un hombre barbudo, grande, tan alto como yo, y con una espada.

-¿Quién eres?, no te conozco. ¡Ja, ja! ¿Vienes por servicio?

-Sí -le respondí.

-Bien. Ven, pasa. -Pasé. En la otra habitación, bastante más pequeña había una mesa con varios bancos, pero lo primero que vi era uno, dos, tres, cuatro y el barbudo, cinco hombres, todos armados-. ¿Quién te recomendó?

-De otra aldea me recomendaron.

-Dinos el nombre.

-No me lo recuerdo.

-Fíjate que son jovencitas. ¿Acaso tienes una moneda de plata? Si tienes una moneda de plata puedes elegir cualquiera de ellas.

-¿Y sus padres?

-¡Qué pregunta es esa! ¡Vienes por servicio o no! ¿Qué importan los padres? -Me di cuenta que las tenían prisioneras y las hacían trabajar como si fueran posaderas, pero eran casi niñas.

-¿Así que os repartís el negocio entre vosotros cinco?

-Mira, podemos tener un problema, o vienes por servicio o quieres unirte, pero no tenemos porque compartir nuestros metales con un extraño. Así que pagas o te marchas. O la tercera opción es que acabemos contigo entre todos y te descuarticemos.

-Yo tengo una cuarta opción. -Saqué mi espada-. Mi cuarta opción es mataros a todos. -Se pusieron pálidos. El barbudo rió.

-¡Ja, ja, ja! No sabes contar, somos cinco, tú eres uno.

-Lo sé. Seguro que estáis muy lejos de las tierras donde yo suelo transitar, en el impero Atauro no han escuchado hablar de Ligor.

-Ni falta que hace.

 

Uno de ellos me atacó, mi espada inmediatamente le cortó la cabeza.

En ese segundo de sorpresa que tuvieron los otros cuatro pude herir a uno y matar a otro.

Uno me llegó a lastimar parte del abdomen, una leve herida.

Yo estaba hecho una furia, pero no perdía el control, sabía que un guerrero enojado era un guerrero que perdía. Me mantenía frío dentro de mi enojo.

Al último que maté fue al barbudo.

 

Abrí la puerta, tenía sangre que salía de mi abdomen.

Les dije a las niñas:

-Estabais prisioneras de estos granujas, ya no van a molestar a nadie. ¿Pero cómo en el pueblo nadie dijo nada?

Una de las chicas más grandes se paró y preguntó sollozando:

-¿De verdad están muertos?

-Están muertos, niñas. Yo vengo del imperio Atauro representado a la emperatriz Noah. ¿Hace mucho que estáis así?

-La mayoría cientos de amaneceres.

-¿Y vuestros padres?

-¿Qué podían hacer? Estos cinco hombres se apoderaron de la aldea y si alguno de los aldeanos hablaba lo mataban. Ya lo hicieron con varios.

 

Evidentemente no había representante de la ley.

-Salid, seréis atendidas. ¿Tenéis algún médico?

-Una señora, doña Sabia.

-Vaya. Bueno, señaladme donde vive. -Cuando las jóvenes salieron conmigo salieron todos los habitantes del poblado corriendo hacia las niñas.

Un hombre me abrazó:

-¿Tú las has liberado? ¿Qué pasó con ellos?

-Los maté a todos. No quiero que les entierren, directamente quiero que le enciendan fuego a esa casa y curen a las niñas. No quiero que todavía vayan con vosotros -le dije a todos los padres-. Una de las niñas dijo que hay una tal doña Sabia.

-Sí, ella cura, es curadora. O sea, que sana con plantas y cose heridas.

-Bien. Utilizaré yo también sus servicios.

 

La mujer venía fumando un habano. Me miró y sonrió:

-Usted es un enviado de aquel que está más allá de las estrellas, éstas pobres niñas estaban prisioneras.

-¿Y los clientes?, doña Sabia, ¿y los clientes? -Miré a uno de los padres-. ¿Los clientes?

Uno de los padres dijo:

-La mayoría eran gente de paz.

-¿La mayoría? ¿Y los demás? -Bajó la mirada.

Le apoyé la espada en el pecho:

-Una de ellas es tu hija, ¿no?

-Sí.

-¿A quién estás ocultando?

-No pasa por ahí, estamos amenazados.

-¡Pero si acabo de matarlos! -respondí.

-No. Hay por lo menos seis clientes de este poblado que también están armados y beben mucho.

-Tres padres que vengan conmigo, quiero que me señalen casa por casa.

-Pero algunos son casados con hijos, la mujer no sabe que son clientes.

-¿Pero tú te piensas que yo les voy a perdonar la vida? El resto del pueblo a esas viudas las van a ayudar de por vida. De todas maneras yo voy a volver al palacio de la emperatriz y aquí las cosas van a cambiar. Señaladme, ya, donde están los cómplices de esos que ultrajaban a las niñas. -Me enseñaron casa por casa.

-No los ejecute delante de la familia.

 

Los llevé al bosque cercano y los maté a todos. Recién entonces me dejé coser la herida, y me puso una savia sanadora doña Sabia.

-No está para andar en hoyuman.

-Igual voy a partir. Hágame un buen vendaje.

 

Llegué a lo de mi amada Jimena a altas horas de la noche, el vendaje empapado en sangre.

-¿Qué te pasó? -le conté todo.

 

Fuimos a ver a Noah y a Gualterio:

-Manda una tropa de cien soldados a auxiliar a las mujeres que quedaron viudas -le dije a Noah y a Jimena-. Seguramente algunas de ellas me odiarán por haber matado a sus esposos y esas niñas que van a quedar huérfanas. Pero ¿y qué?, y las otras dieciocho niñas que durante mucho tiempo fueron ultrajadas, ¿qué? -Jimena me tomó de la mano.

-Cálmate, Ligor, cálmate, lo que has hecho es lo correcto. Y como dijo esa señora, doña Sabia, quizá era el momento de mostrar que eras un enviado de aquel que está más allá de las estrellas.

-No, simplemente hice justicia. Cualquiera lo hubiera hecho en mi lugar, Geralt, Aranet, cualquiera.

Jimena me miró a los ojos y me dijo:

-Estoy de acuerdo contigo, pero lo has hecho tú. Y la idea de ir a esa aldea fue tuya. Has liberado dieciocho almas de ser ultrajadas una y otra y otra vez. -Y Jimena agregó-: Es una pena que los otros clientes se hayan escapado.

-No -dijo Noah-, les dejé orden a varios soldados que se queden allí fingiendo que son habitués y ellos van a fingir que son los nuevos.

Le dije a Noah:

-Pero di orden de que la casa fuera quemada.

-En un par de amaneceres mis soldados van a edificar otro lugar y los pobladores van a fingir que no saben nada. Te aseguro que van a caer esa gente y mis soldados se van a encargar de matar al resto. Ligor -Me acarició la mejilla Noah, y la miró a Jimena-: Te felicito, tienes un hombre.

 


Sesión 12/08/2024

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

La tarea de controlar un imperio de aburría, no era para él. Iría a visitar a un rey amigo y dejaría el control del imperio Atauro a la emperatriz. Le recibieron efusivamente pero le contaron que recién un ser poderoso había tomado la mente de los moradores y había asolado muchas aldeas.

 

Sesión en MP3 (2.781 KB)

 

Sesión para Raeldan. Primero unas palabras de Eón.

 

 

Eón: Mis queridos hijos, a ti Raeldan, hay una frase de Sol III que dice "Conócete a ti mismo", conócete a ti mismo. Voy a dar paso a tu thetán, Raeldan, para que relate algo y haga catarsis porque da la impresión que tu thetán se recuerda las vidas más complicadas que las más sencillas.

Hasta todo momento, hijos.

 

Entidad: Estuve meses con mi amada Jimena, me sentía extraño y me daba la impresión que trabajaba más que nunca porque venían infinidad de nobles a consultarnos.

Le decía a Jimena:

-Mi amor, dirigir un imperio como el Atauro no es para mí, antes iba a batallas, a combates y luego me tomaba descansos. Aquí no descanso. Esto, honestamente, no es para mí.

Jimena me decía:

-Mira, Ligor, tenemos asesores, tenemos consultores..., que ellos se ocupen.

 

Mi diversión, mi manera de desahogarme era con Elmerio, el jefe de la guardia.

Elmerio tenía una cualidad apabullante, si se entiende el término, era tan o más inteligente que cualquiera de los consultores. Y era muy muy muy bueno con la espada, pero además era duro con la tropa, pero benigno a su vez, la gente lo respetaba, pero no por miedo, por afecto. De todos modos él no les daba la confianza.

Lo trataban de comandante, él a veces tomaba algo con la tropa como uno igual a los demás pero sin embargo cuando estaban todos sentados y él llegaba se paraban y le hacían el saludo de práctica. No lo trataban de tú, pero era respetado en todo el imperio.

 

A veces le decía:

-Elmerio, tú podrías ser mi consultor. -Entre nosotros nos tuteábamos.

-Mira, Ligor, déjame como jefe de tropa y empecemos la diversión.

 

Nuestra diversión era ir al patio principal de armas y espadear. Nos poníamos obviamente corazas porque no era ni a primera sangre ni con espadas de madera, era con espadas metálicas, y como se dice comúnmente a darnos con todo. Elmerio quizá no era tan robusto como yo, pero era más ágil, era quizás el único, dejando de lado a Jimena, obviamente, que podía hacerme chanzas, podía bromear conmigo.

-Mira, que te pesa la edad, Ligor.

-¿Así que me pesa la edad? -Le hice una zancadilla y le puse la espada en el pecho.

-¡Eso no sirve, eso no vale!

-¿Cómo no? Elmerio, en una batalla vale todo. -Cruzó sus piernas en forma de X, las enredó con las mías, que yo estaba de pie, y me hizo caer y apoyó su espada sobre mi pecho-. Tienes razón, todo vale.

 

Y así todos los días. No había ganador, practicábamos media hora, una hora a veces, hasta que no dábamos más de cansancio. Elmerio, por supuesto, era más joven, diez años más joven que yo. La tropa, extasiada, mirándonos, al emperador y al jefe de tropa, el comandante Elmerio, intercambiando espadas.

 

Un día nos juntamos los tres. Le dije a Jimena:

-Te voy a dejar a cargo, hace meses que se han ido el rey Anán con su hijo, quiero ir a visitarlos. Elmerio quedará como jefe de tropa, solamente a ti te obedecerá.

Elmerio se acercó a mi esposa Jimena:

-Emperadora, en todo momento le serviré. Mi esposa, Almada, la respeta y la idolatra. -Almada era la esposa de Elmerio y se había hecho amiga de mi esposa Jimena.

 

Lo debatimos una semana con mi amor.

-¿Cuánto tiempo te irás?

-Calculo que treinta amaneceres.

-¿No llevarás escolta?

-No... ¿Con qué necesidad?, soy Ligor.

-Eres demasiado confiado.

-Es cierto soy confiado, es cierto, pero no dudes de mí.

 

Al poco tiempo me marché, cuando llegué al palacio me recibieron todos con una tremenda euforia. Sin embargo veía caras largas.

Hablé con Aksel.

-¿Qué sucede?

-Tenemos contradicciones.

-¿Por ejemplo?

-Tú has visto como han asolado aldeas, y la responsable ya sabes quién es.

-Si te refieres a Cirina, el responsable fue Gobling.

-Sí, pero ella, ella fue la autora material.

-Aksel, su mente estaba dominada, si no hubiera sido por Fondalar, que llegó con ese tal René, no sé qué hubiera pasado. Pero bueno, ¿cuál sería el conflicto?

-Muchos de mis hombres quieren ir a acabar con ella.

-¿Perdón? Quedamos en que ella no era responsable.

-No en forma directa, pero ella fue la herramienta.

-Además, Aksel, si Cirina se defiende los va a quemar por dentro a todos tus hombres.

-Ligor, tengo arqueros que pueden ensartar con la flecha a una manzana a doscientas líneas de distancia.

 

Hablé con Anán:

-¿Tu tropa también piensa lo mismo?, ¿tu gente piensa igual?

-No, no, Ligor, solamente la gente de Aksel.

-¿Y Dexel qué dice?

-Está en duda, pero piensa casi como Aksel.

 

Me abracé con los hijos de Anán:

-¿Cómo estás, Gualterio?

-Mucho mejor, tranquilo. A veces debato con mi hermano mayor, Bastión.

-Sí, estuve con Bastián, es un joven increíble, sabio, verdaderamente una joya. Me alegro que estés mejor, me alegro mucho.

-¿Pero tú qué haces aquí? -me preguntó Gualterio.

-¡Je! Honestamente, esto de ser emperador no va conmigo. Yo te digo la verdad, estoy cansado de no hacer nada, vienen con problemas de aquí, de allí...

 

Me quedé una semana. En esa semana conversé muchísimo con Aksel y le digo:

-Piénsalo bien, ponte en lugar de ella; haz de cuenta que Fondalar no fuera el Fondalar que conocemos, te manipula tu mente y te hace degollar a diez mujeres, ¿qué pasaría, tendríamos que colgarte en la plaza del poblado o el responsable es quien te manipuló?

Aksel bajó la vista y dijo:

-Sí, tienes razón, pero me da..., me da ira pensar...

-No pienses de manera reactiva, si te hubiera pasado a ti ¿estaría bien que te cuelguen o habría que colgar al que te manipuló la mente?

-Obviamente al que me manipuló la mente.

-Bueno. Lo que hizo Fondalar con Gobling fue peor, lo hizo arder, lo hizo sufrir. Me dirás "eso no es bondad, bondad y justicia son dos cosas distintas, lo que tiene que prevalecer es la justicia, no la bondad", pero en este caso Cirina es inocente.

 

Estuve sietes amaneceres disfrutando, tomando bebida espumante, como no podía hacer ejercicios con Elmerio practicaba espada con Aksel, con Dexel, y nos divertíamos bastante.

A Anán le dije:

-¿Y tú no practicas?

-No, a mí déjame reinar. Yo también aquí tengo problemas con el tema de los metales, vienen nobles a ver qué aldea precisa, qué aldea no precisa. Pero claro, mi reino es pequeñito comparado con el imperio.

-Bueno, no voy a decir lamentablemente tengo que volver, porque extraño muchísimo a Jimena, la extraño horrores. ¿Cómo estás tú con Marya?

-Mejor que nunca, ella embarazada de nuevo.

-¡Vaya! Bien, bien, ¡felicitaciones! -Lo abracé con toda mi fuerza. -Anán me respondió-: ¡Mis costillas mis costillas!

-Bueno, evidentemente estás fuera de práctica. Bueno, tanto no.

-No entiendo.

-No estás fuera de práctica, me has dicho que Marya está embarazada.

-¡Ja, ja, ja! No, me refería que estaba fuera de práctica con la espada.

-Entrena, no sea cosa que empieces a tener pancita.

-No, estoy bien delgado, estoy cómodo, me cuido mucho con la comida. Yo veo nobles que cogen la carne y la devoran como si al día siguiente no fueran a comer.

-Bueno, acuérdate cuando veníamos de Krakoa, comíamos así.

-Claro, ahora eres un emperador, ahora el señor Ligor come con cubiertos, no se ensucia las manos... -Me hizo reír.

 

Me saludé con todos y me marché de vuelta para el imperio Atauro.

El camino fue sencillo ni a la ida ni a la vuelta me encontré con malhechores, asaltantes. Sí hubo días de lluvia, pero ni a mí ni a mi hoyuman les afectaba, mi hoyuman era un equino bien potente de patas firmes que en el barro andaba tan firme como en tierra seca.

 

Pero antes de llegar al gran conglomerado que era el imperio vi aldeas...

 


Sesión 13/08/2024

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

Volvía del reino de Anán y encontró su imperio destrozado, el pueblo se había rebelado y su esposa, la emperatriz, había tratado de sofocar la rebelión de manera equivocada. La entidad relata que Ligor tomó la decisión de ajusticiar a la emperatriz, y acto seguido renunció como emperador.

 

Sesión en MP3 (3.661 KB)

 

Entidad: La lluvia había parado pero azucé más mi hoyuman acercándome a una aldea donde se veía humo y algunas casas todavía con fuego en los techos. Me sorprendió enormemente ver cuerpos en el fango de ancianos, de niños, de señoras que llevaban quizá mercadería para sus casas. Y no entendía nada.

 

Un hombre mayor, que cojeaba, me reconoció, pero sin respeto me dijo:

-¡Cómo no te da vergüenza venir por aquí, asesino!

-No entiendo anciano, hace treinta amaneceres que no estoy por aquí. ¿Qué pasó?

-Pregúntale a tu esposa, a la emperatriz.

 

Apuré mi hoyuman galopando, y en otra aldea, antes de llegar a la gran urbe también la vi desolada, con casas destruidas. Obviamente lo primero que se me cruzó por la mente que algún que otro reino intentó atacar al imperio Atauro y las aldeas fueron los primeros blancos de los invasores.

Estaba con una ansiedad tremenda al punto tal de dolerme el pecho. Un par de horas más tarde llego a palacio, el primero que me reconoce es Elmerio, mi amigo y comandante de tropa. Desciendo de mi equino y viene a abrazarme.

-No.

-Ligor, cuéntame las novedades...

-No, cuéntame tú las novedades. Acabo de ver un par de aldeas completamente destruidas con gente muerta, niños, ancianos, mujeres. ¡Qué pasó!

-Ligor...

-¡Qué pasó! No se trata de titubear, ¡qué pasó!

-Con todo respeto, le tienes que preguntar a tu señora esposa, la emperatriz. Entiendo que la emperatriz Jimena te puede dar una explicación. Yo, como tú me has dicho, soy un fiel y leal servidor vuestro, ante tu ausencia la palabra la tenía tu señora esposa.

-Esperadme aquí. -Miré a la tropa-. Todos espérenme aquí.

 

Subí las escaleras de dos en dos, abrí la puerta de la habitación. Jimena me sonrió, se acercó para abrazarme y le puse una mano en el pecho.

-¡No!

-¿Qué pasó mi amor, algún disgusto?

-¿Disgusto?

-Te extrañaba, mi amor.

-Lo primero que vi fue aldeas desoladas.

-¡Ah!, te refieres a eso. Déjame que te cuente. -Me senté, ella estaba de pie y le dije:

-Estoy esperando.

-Hubo una rebelión. La gente se rebeló, envié soldados. Volvieron, no hicieron nada. Estaban todos enojados con esa niña rubia, esa tal Cirina. Les dijimos que ella fue víctima de alguien llamado Gobling y que ya lo ejecutamos, pero la rebelión siguió.

-¿Y con qué los iban a atacar?

-Con palos, con piedras.

-Somos un imperio. Los soldados están para contener, tienen escudos no están para masacrar. ¿Quién dio la orden?

-Mi amor, yo di la orden, hay que dar ejemplo, había que sofocar la rebelión.

-¿Y no contenerla?

-¿Contenerla, Ligor? Al día siguiente iba a ser peor, se iban a levantar todas las aldeas. Tú mismo has dicho muchas veces que hay que dar el ejemplo.

-¿Alguna vez me has visto, en el poco tiempo que me conoces, matar a inocentes?

-¡Ja, ja, ja! ¿Inocentes? Si yo hubiera salido a pasear sola en hoyuman me daban con una piedra en la cabeza y luego me degollaban.

-Jimena, ¿cuándo has ido sola a pasear siendo emperatriz? ¿Por qué pones excusas?

-Déjame que te explique.

-No. No. No.

 

Bajé en el patio de armas, me esperaba Elmerio.

-Por orden de mi esposa, ¿cuántas aldeas han atacado? ¿A cuántas aldeas han masacrado?

-Ligor, yo solamente... -Hice un gesto con la mano.

-No me estás respondiendo.

-Dieciséis aldeas, Ligor.

-¿Todas se rebelaron?

-No, cuatro, tres... El resto estaba quejándose. Ligor, no le puedes echar la culpa a los soldados, tú mismo nos has dicho que en tu ausencia la que mandaba era tu señora esposa, y ante la desobediencia nuestra nos hubieran castigado.

-No te estoy echando la culpa. Han matado inocentes. Justamente en mi viaje hablé con un amigo llamado Aksel y le dije: "Siempre hay que castigar al responsable", porque él y sus hombres querían matar a Cirina. Le expliqué una y otra vez hasta que finalmente me entendió de que la responsabilidad no era de Cirina sino de Gobling, que había manejado su mente. Y lo entendió. Cirina es inocente, pero a mi esposa nadie le trabajó la mente y tampoco estaba con problemas mentales como Noah, la mujer fallecida de Gualterio. No me siento bien.

-Pero es tu esposa.

-Te admiro, Elmerio, no porque seas un excelente espadachín y hayamos practicado tantas mañanas, te admiro por tu sabiduría, te admiro por los consejos buenos que me has dado, y te pregunto, ¿qué pesa más ante aquel que está más allá de las estrellas el amor o la justicia?

-Ligor, obviamente el amor.

-Bueno, desde que nos conocimos es la primera vez que me das una respuesta equivocada, lo que pesa es la justicia. Un juez bueno puede perdonar por piedad a un violador, a un asesino. Un juez justo no, da la sentencia que corresponde. Y yo en este momento soy juez y tengo el mando. ¡Vosotros dos! -Dos soldados de rango-. ¡Venid conmigo! -Titubeaban-. Nunca pregunto tres veces, nunca ordeno tres veces, no lo hice nunca en mi vida. Dos lo puedo preguntar por caridad: Venid conmigo. -Inmediatamente corrieron a mi lado-. Subid conmigo.

 

La puerta de la alcoba estaba cerrada, la pateé rompiendo la cerradura.

-¿Por qué te has encerrado?

-Porque te veo mal, mi amor.

-Vosotros dos -A los soldados-, coged a esta mujer de los brazos. -Se acercaron, la tomaron de los brazos.

-¡Qué hacéis! ¡Soy vuestra emperatriz! -Dudaron y me miraron.

-Acordaos, yo pido dos veces, a la tercera saco mi espada. -Dejaron de dudar y apretaron fuertemente, uno de cada lado, cada brazo de Jimena-. Venid, ponedla en la celda. Mañana, apenas salga el sol, esta mujer que fue su emperatriz será ejecutada en la horca.

-Ligor -me dijo Elmerio-, es tu esposa.

-No, es una asesina. -Me acerqué y le miré a los ojos dominándole desde mi altura-. He peleado muchas batallas, he combatido en rebeliones que era imposible vencer y sin embargo ganamos. Jamás maté a una persona inocente, jamás. Nunca voy a perder el control, lo he perdido persiguiendo tiempo atrás a una zorra y eso hizo que me divorciara de mi primera mujer, y reconozco que el error fue mío, pero nunca maté a una persona inocente. Las rebeliones se sofocan de manera pacífica, no se desbastan aldeas. -Bajó los ojos y dijo:

-Sí, Ligor.

 

Al día siguiente, al amanecer, el cuerpo de quien fuera mi esposa Jimena colgaba de una cuerda atada al cuello. Me caían las lágrimas por impotencia, por ira, por no entender ese razonamiento tan reactivo, pero tenía que dar el ejemplo.

Había una especie de pequeña tribuna de diez escalones y me subí, había miles de personas alrededor de la plaza mayor y les dije:

-Quiero que levante la mano aquella persona que piensa que me equivoqué en ejecutar a mi esposa. No tengáis miedo, ya le expliqué a mi consejero Elmerio la diferencia entre justicia y bondad. El que levante la mano por no estar de acuerdo no le haré nada, simplemente debatiré con él o con ella.

Quizá por respeto o por temor nadie levantó la mano.

 

-A los nobles, a los nobles más importantes y a los oficiales de tropa, venid conmigo a palacio. -Le hice una seña a Elmerio, que venga a mi lado.

 

Fuimos a palacio:

-Traedme el libro de actas.

-Pero emperador...

-¡El libro de actas! Para los nobles va lo mismo que para los soldados. Yo las cosas las puedo pedir dos veces, a la tercera saco mi espada. Y lo que sigue a continuación imagínenselo. -Inmediatamente trajeron el libro de actas-. ¿Quién tiene buena letra? -Uno de los nobles levantó la mano-. Poned a qué hora de la mañana fue ejecutada por genocida la ex emperatriz Jimena. Abajo poned que el emperador Ligor renuncia a su cargo de emperador y deja en su lugar a su consejero Elmerio y a su esposa Almada.

-Pero señor, hay muchos nobles aquí que...

-Silencio. A partir de ahora el puesto al que yo renuncio se gana por servicio, por utilidad, no por ser noble o hijo de noble. Eso quiero que lo entiendan. -Lo miré a Elmerio-: Tú ahora quedas a cargo.

-Ligor, quizás es demasiado.

-No. Tendrás seis consejeros, tú manejas la espada tan bien como yo, ante la menor duda sabes qué hacer. Y tendrás tu guardia personal, lo mismo que tu esposa tendrá su guardia personal. Noble o no noble que ponga un pero que explique por qué ese pero. Ante la menor rebelión la persona va presa. Aquí no se mata a más inocentes salvo que vengan atacantes extranjeros. A partir de ahora la ciudad se verá dividida en comunidades, cada una tendrá su regente y cada regente tendrá contadores que llevarán la cuenta de entradas y salidas de gastos. Y una persona que cada mes controle el dinero que entra y sale, cada dorado, plateado o cobreado será contado. Se llevará un libro, lo mismo que aquí en la ciudad central. Se tendrán en cuenta a todas las aldeas limítrofes que a medida que vayan creciendo se van agregando como nuevas comunidades con nuevos regentes que cada uno va a rendir cuentas a ti. A ti, Elmerio, como nuevo emperador. Y tú, mi apreciada Almada, apoyarás a tu esposo en todo. Pero también tendrás la facultad de decidir, el hombre no manda más que la mujer, ambos van a decidir. Y lo podrán debatir y lo podrán consultar con vuestros consejeros. Con el tiempo nosotros ya no estaremos, las comunidades crecerán como ciudades independientes y cada una tendrá su mando y el imperio pasará a ser una república. No lo veremos nosotros ni nuestros hijos ni quizá tampoco nuestros nietos. Es cuanto.

 

Puse mi firma en el libro. Ahora firmad vosotros. -Firmó Elmerio y su esposa Almada-. Y vosotros, los seis consejeros de la nueva emperatriz Almada y el nuevo emperador Elmerio. Los seis principales oficiales de tropa firmen abajo como testigos. Toda desobediencia es traición. Elmerio, tú decidirás quién será el nuevo jefe de tropa, ¿lo tienes?

-Sí, Ligor, una persona de mi mayor confianza.

-Bien. Seguramente volveré como civil, como amigo. El primer trabajo es reparar las aldeas, no se podrá resucitar a los muertos, pero sí indemnizar a las familias de esas víctimas. Acordaros de llevar bien las cuentas, que es lo más importante.

 

-Ligor, te preparé la mejor ropa, y aquí tienes una mochila. Te cambié de hoyuman, otro hoyuman fuerte. ¿Adónde irás?

-No lo sé, quizá visitaré a mi amigo Geralt, quizá volveré al palacio de Anán, quizás iré a la región de los dracons.

-¿Es cierto que tú los montas como nosotros montamos un hoyuman?

-Sí, es cierto. Con ellos vencimos a un dictador llamado Andahazi. Me marcho.

 

Monté mi equino, todas las tropas se pusieron de pie y me hicieron el saludo militar y me abrieron el camino mientras yo iba marchando con mi hoyuman.

¿Destino? Aún no lo sabía. ¿Justicia? Sí, se había hecho, con todo el dolor de mi alma. La justicia era más fuerte incluso que el amor que sentía por Jimena. Pero no podía dejarlo pasar, y tenía la conciencia tranquila ante aquel que está más allá de las estrellas.

 


Sesión 30/08/2024

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

Buscaba a Cirina, entendía que ella era responsable de los pueblos arrasados y las muertes ocasionadas, aunque estuviera dominada mentalmente. En el viaje tuvo que medirse con otros y quedó con varias heridas. Por suerte encontró a Areca.

 

Sesión en MP3 (4.134 KB)

 

Entidad: Como thetán podría decir: "La historia me juzgará o no", pero en Umbro prácticamente, salvo los lomantes, no existía otra civilización que escribiera la historia de su tribu, de sus pueblos, de sus reinados o de sus imperios. Me juzgará, entonces, aquél que está más allá de las estrellas.

 

Maduré, crecí como Ligor, no sé si para bien o para mal.

Mi carácter era diametralmente opuesto al de cuando era más joven, era una persona irónica, quizá sarcástica, pero divertida, atenta. Feroz con mis enemigos, alegre compartiendo bebida espumante con mis amigos. Pero mi carácter se había endurecido, era muy difícil que sonriera, quizá podía imitar una mueca de sonrisa.

 

Pero evitaba dejar cabos sueltos, evitaba dejar cabos sueltos.

Yo creo que lo que llamamos inocencia, lo que llamamos responsabilidad, todo está supeditado a la interpretación que cada uno le dé. Si yo manejo una espada y mato a un enemigo, la espada es un objeto, el responsable soy yo de haber quitado la vida de ese enemigo. Si lo razono podría entender que con las personas sucede lo mismo.

 

Pero había quedado mal de ver esas aldeas asoladas, cadáveres calcinados, y uno tenía que hacer justicia con los responsables, no con los instrumentos de los responsables.

 

Pero mi mente no era la misma, mi inteligencia estaba intacta, mi razonamiento también, pero mi parte reactiva me dominaba y lamentablemente no podía manejar mis impulsos destructivos.

 

Cabalgué como doce amaneceres, llegué a la tierra de los dracons. Cabalgué entre las montañas, en un cañón grité muy pero muy fuerte:

-¡Ungala! ¡Ungala!. -Y apareció un dragón gigantesco.

 

Sostuve mi hoyuman que no se espante, pero era muy difícil, lo até a una roca y caminé hacia el dracon. No sé si se acordaría de mí. Me olfateó. Podía calcinarme con su vapor hirviente u olfatearme. Hizo lo segundo: Lanzó un rugido, me quedé quieto. Ungala abrió las fauces, mostró sus dientes.

-Ungala.

Cerró sus fauces.

 

Se acercaron dos ancianos.

-Cuiden mi hoyuman, si no regreso queda para ustedes.

-Tú eres Ligor, Ungala te ha reconocido.

-Era mucho más joven.

-Así es, no te veíamos desde la batalla con Andahazi.

-Correcto.

-Pero no fuiste con Ungala.

-No, es el dracon más grande y el más peligroso, su piel es durísima, las flechas no le hacen nada.

-No nos interesa saber la razón por qué te lo llevas, su parte más delicada es su vientre, si le llegan a disparar con las flechas gigantes pueden perforar la piel de su estómago.

-Lo sé, no es esa mi intención.

Ungala se posó. Me trepé:

-¡Arriba!

 

Comenzó a correr y cuando salimos del estrecho cañón voló.

No tuvimos que andar mucho, a lo lejos distinguí un campamento donde estaba Geralt y Cirina. Estaba lejos, no alcancé a ver los ojos de Cirina pero nos avistó y enseguida interpretó mi intención.

Estaba lejos, pero sentí un calor en mi cuerpo, Cirina sabía por instinto lo que yo iba a hacer y me lanzó su mortal calor en mi cuerpo, pero la distancia era de trescientas líneas.

Azuzé apurando a Ungala, hice que lanzara su vapor hirviente sobre Cirina. A su vez ella lanzó su poder, pero ya estaba debilitada, hasta que finalmente quedó calcinada.

 

Hice posar al dracon a doscientas líneas y me acerqué.

Me enfrentó Geralt:

-¿Te has dado cuenta lo que has hecho? Has calcinado a una inocente.

-Lo sé, lo analizo y lo sé.

-Ella no es responsable de haber asolado todas esas aldeas y haber matado tantos inocentes, el responsable fue el elfo Gobling.

-Pero ella fue el instrumento. Si ella no hubiera estado eso no hubiera pasado.

-Pero sabes muy bien que fue manipulada.

-No puedo dejar cabos sueltos, no está en mí.

-Lamentablemente, hermano -me dijo Geralt-, tendré que matarte o me matarás tú.

-Geralt, soy una persona grande, pero tú eres mayor que yo, no tendré piedad contigo si me atacas.

 

Estuvimos combatiendo como cinco minutos. Tuve una herida en el hombro izquierdo antes de atravesar su corazón con mi espada. Cayó, sus ojos iban delatando que su vida se iba yendo. Le cogí su cabeza, no sé si ya me escuchaba, le pedí perdón.

 

Escuché un ruido detrás mío y me di vuelta. Vi una figura, un elfo blanco, y palidecí, era Fayden. Jamás había sido derrotado, y si bien no era una persona joven, había vencido mano a mano a orcos del doble de su tamaño.

Me dijo:

-Vi la escena.

-Fayden, no saques conclusiones, deja que te explique.

Le conté lo de las aldeas asoladas, niños, mujeres, ancianos muertos.

-Todo lo que me cuentas ya lo sabía, el rumor se esparció desde el Imperio Atauro hasta estas montañas, y sé que Cirina no fue responsable.

-No -le respondí-, pero no dejo cabos sueltos.

-Has matado a una inocente y has matado a su padre adoptivo, no puedo dejarte ir.

Tenía el hombro izquierdo herido y estaba cansado de la lucha con Geralt. Aun estando entero no creía que lo podía vencer a Fayden, era el guerrero más experto de todo Umbro.

-¿Qué piensas, no me vas a dejar ir?

-No, Ligor, no. Has matado con tu acero, morirás con mi acero.

 

Comenzamos a combatir y era mucho más veloz que yo. Me hirió en la pierna, en el costado izquierdo.

-¡Ungala! -grité.

 

De repente se acercó a mí para clavarme su espada y ahí tuve mi ocasión, lo cogí de ambas muñecas con la poca fuerza que me quedaba y le lancé una descarga eléctrica.

Se sorprendió, se tambaleó, soltó su espada.

Cogí su cuello, le lancé otra descarga eléctrica hasta que perdió el conocimiento.

 

Yo estaba manando sangre de mi hombro izquierdo y de mi costado izquierdo, si me hubiera clavado un poco más arriba, me hubiera atravesado el corazón.

 

Se acercó el dracon, abrió sus fauces:

-No, no, Ungala.

 

Lo monté, Fayden ya se estaba recuperando cuando yo ya me estaba alejando. Y lo dirigí a un lugar que muy pocos conocían: el Valle Perdido de las plantas sanadoras.

 

Volamos prácticamente un amanecer entero y bajamos en un bosque. Había un mamífero que iba a escapar:

-¡Ungala! -le dije. El dracon lanzó su vapor hirviente y prácticamente cocinó al gran mamífero. Con mi espada corté una pata ya prácticamente cocida y el resto lo devoró Ungala. Bebimos ambos agua de un arroyo y descansamos, yo recostado contra la piel durísima de Ungala.

 

Al amanecer partimos de vuelta hacia el Valle Perdido, llegamos por la tarde.

-Ungala. -Le dije al dracon que se quede al costado del bosque.

 

Y caminé por el valle hasta que por fin encontré, entre pequeños montes y cerros, el Valle Perdido.

Estaba la anciana Areca:

-Ligor, ¿qué te ha pasado?

-Un combate, querida Areca. ¿Tú qué haces aquí?, tenía entendido de que estabas alejada de la familia del valle.

-Así es. Eso fue tiempo atrás, pero gracias a aquel que está más allá de las estrellas volvimos a acercarnos. En un par de amaneceres volveré a mi pequeña casa del bosque.

 

Se acercaron todos. Había una joven bellísima.

-¿Te conozco? -le dije.

-No, mi nombre es Inna. ¿Puede ser que un tal Donk me haya hablado de ti?

-Quizás.

 

Entre Inna y dos ancianas me sacaron la parte de arriba de mi ropa, mis heridas quedaron expuestas.

-La del hombro es fácil de sanar, la otra te lastimó órganos internos. Vas a tomar un jugo de estas plantas, y con otras te empaparemos tus heridas. Las superficiales van a sanar más rápido, las internas no, por lo menos siete amaneceres estarás aquí.

 

Inna no se separó de mí, una joven bellísima:

-Hace cientos y cientos de amaneceres que atendí a Donk, que entiendo que es amigo tuyo.

-Así es. Pero se te ve tan joven, ¿qué sucede, el tiempo no pasa aquí?

-Sí, Ligor, pasa, pero el hecho de beber el jugo de las plantas hace que vivamos el doble o el triple de tiempo que vosotros.

-Vaya, qué ganas de quedarme en este valle y tenerte como pareja.

Sonrió y me dijo:

-Puedes tenerme cuando quieras, pero nuestras costumbres son otras.

-No entiendo.

-Sí, hoy puedo estar contigo y mañana con otro hombre que me agrade, y tú con alguna otra mujer que te guste.

-Eres muy bonita, pero no..., no es algo que me llame la atención ese tipo de costumbres, suelo ser exclusivo y que mi pareja sea exclusiva para mí. ¿Pero por qué no pasar un buen rato?, no tendría problemas, pero nunca dejaría que mi parte afectiva me domine, no en este tipo de costumbres.

 

Finalmente pasaron como quince amaneceres:

-Sé que en el bosque tienes una bestia, ¿la dominas?

-No es que la domine, me entiende y la entiendo. Se alimenta de mamíferos del bosque, pero vive en unas montañas muy lejos de aquí.

-Sabes que no debes decir nuestro paradero porque vendría infinidad de gente a quitarnos las plantas sanadoras, arrasarían con todo y finalmente nadie se quedaría con nada.

-Lo sé. Lo sé.

 

Finalmente me despedí de Inna y de la anciana Areca.

Monté en mi dracon y volví hacia las montañas, no había nadie en la zona de los dracons, solamente varios ancianos que habían cuidado y alimentado mi hoyuman.

-Ungala...

Le acaricié su gigantesca cabeza. Lanzó un rugido que lo interpreté como un saludo.

 

Mi hoyuman a cien líneas de distancia no se había acostumbrado a la tierra de los dracons, lo monté.

Le quise dejar unos metales a los ancianos:

-No, no, no es necesario.

Y me marché al trote con mi hoyuman.

 

No supe qué sucedió con Fayden, el elfo blanco. Si no hubiera sido que tenía el don de la descarga eléctrica me hubiera matado, aun si no hubiera estado herido del hombro.

 

Lo lamenté por Geralt, a quien le tenía un tremendo aprecio, pero era él o yo.

 

Si Inna hubiera tenido otras costumbres la hubiera tenido como mi pareja, pero las costumbres del Valle Perdido eran distintas a la mías.

 

A lo lejos vi que Ungala había levantado altura a mil líneas y me veía de lejos, yo lo veía a él. Iba al trote con mi hoyuman, miré nuevamente hacia el cielo y Ungala había desaparecido. Y yo seguí viaje hacia el sur.

 

Pensé. Por supuesto que pensé en Cirina. Honestamente, ella no era responsable de nada. ¿Por qué lo hice?, ¿era una excusa lo de no dejar cabos sueltos?, ¿apliqué justicia como lo hice con Jimena? Jimena estaba en sus cabales, Cirina estaba dominada mentalmente.

Pero si uno acaba con la causa tiene también que acabar con el efecto. Me hago cargo y soy responsable, y viviré con eso.

 

Como dije al comienzo, salvo en la tierra lomante, nadie lleva historia en sus libros. En algunas tribus, abuelos les hablan a sus padres, padres a sus hijos, y con el tiempo escribirán la historia.

No creo que figure en ella, la gente se olvida. Somos seres pequeños en un gigantesco mundo, soy uno más.

 


Sesión 19/09/2024

Médium: Jorge Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Raeldan

 

Vagaba sin destino claro, seguía teniendo en mente los últimos acontecimientos y sobre todo sus últimas decisiones, que llevaron al fin de su vida a dos personas amadas. Se encontró en una tierra conocida de hace mucho tiempo. Unos amigos lo recibieron.

 

Sesión en MP3 (4.318 KB)

 

Entidad: Estaba cabalgando al paso en mi hoyuman, ya estaba restablecido de mis heridas. Me había alejado del valle perdido y meditaba sobre mis últimas acciones.

Me preguntaba si no había sido precipitado el utilizar al dragón Ungaua para acabar con Cirina porque si bien a la que era mi esposa, la emperatriz, la amaba, delegué en ella mi responsabilidad. Jamás, jamás hubiera acabado con la rebelión de las aldeas de la manera que lo hizo ella.

 

¿Pero cuándo pasó eso? Cuando vi todo ese humo, el fuego, los cadáveres, me acordé que ya había pasado antes con Cirina, manipulada por Gobling. Analíticamente pienso que si estaba manipulada era inocente, pero nunca en mi vida he dejado cabos sueltos. Los muertos, los sobrevivientes que vieron morir a sus padres, a sus hermanos, a sus hijos, a sus abuelos, no se les puede decir que quien hizo este magnicidio fue una persona que era dirigida mentalmente. No.

 

Y seguramente acabaré mis días cuando me cruce de vuelta con el elfo blanco.

De todos modos, mi afán era seguir recorriendo lugares.

 

Hasta que llegué a la tierra de los lomantes.

Pero no era el lugar que yo conocía, había un muro enorme de diez líneas de altura, cinco veces mi tamaño.

Arriba había vigías lomantes, me abrieron un gigantesco portón metálico. Y entré con mi equino.

 

Los guardias no me hablaban, pero se acercó una figura conocida: Luomor. Le di un abrazo.

-Ligor, ¡tanto tiempo! A su lado estaba su esposa, Landeres.

-¿Cómo estás, Ligor?

-Sorprendido, han construido una enorme fortaleza.

-Ven, debes estar sediento y hambriento. Nos contarás tus cosas y te contaremos las nuestras. -Por el camino veía artefactos de hierro que no sabía si eran herramientas o armas.

 

Llegamos a una casa toda de piedra rústica, mesas y asientos de madera. Me sirvieron una bebida espumante, me la bebí prácticamente toda en segundos.

-¡Vaya, que tenías sed! -Me sirvieron otra jarra.

Y dije:

-Voy a esperar a comer. -Me sirvieron un abundante guisado y lo comí en forma desesperada.

 

Al terminar les comenté lo del imperio Atauro. Esperaba su respuesta.

Luomor estaba callado y dejó que hablara Landeres:

-Pienso que en ambos casos te has precipitado. No encuentro una explicación por lo que hizo tu esposa en tu ausencia, puesto que sí estaba en sus cabales. La represalia fue brutal, la podrías haber dejado de por vida en una mazmorra.

-Sí, sí, Landeres -respondí-, pero preferí dar el ejemplo de ahorcarla en la plaza pública. Quizá tengo remordimiento por lo otro, el haber acabado con Cirina, ella fue una herramienta, no fue responsable. Pero en poco tiempo pasaron por dos represalias todas las aldeas. Primero por obra de Gobling, usando a Cirina y después Jimena haciendo lo mismo. No, no puedo pensar analíticamente que fue injusto lo que hice con Cirina habiendo visto lo que yo vi, casas destruidas por el fuego, cadáveres calcinados. Son muy pocas cosas las que me revuelven el estómago. He estado en decenas y decenas de batallas pisando cadáveres de enemigos pero eran batallas donde podía morir el otro o el otro podía acabar con tu vida. En este caso fue una masacre de inocentes. Me da la impresión como que en Umbro hay mucha ambición y puede aparecer en cualquier momento otro Andahazi que quiera unir reinos para apoderarse de una parte de Umbro. Por suerte, el imperio Atauro ahora está bien cuidado y es muy difícil que lo ataquen. Pero vosotros estáis indefensos, ¿pensáis que unas murallas de una línea de ancho por diez líneas de anchos puede protegeros?, con catapultas te lanzan rocas que pueden derribar en seguida esas murallas al igual que derriban un castillo o cualquier fortaleza.

Luomor me dijo:

-No, no. Mira esto. -Había como un polvo oscuro.

-¿Qué es?

-Coge un puñado, aléjate de esa hoguera y echa el puñado de ese polvo negro. Aléjate.

-Lo eché. -Una tremenda explosión.

-¿Qué es esto?

-Un descubrimiento que hemos hecho. Tenemos una escritura muy compleja, conocemos de matemáticas, de geografía, estamos haciendo un plano de la parte conocida de este mundo, por lo menos de esta parte del continente desde el norte hasta Krakoa.

-¿Y estos qué son? -Eran como unos tubos que se cogían de un mango de madera.

-Lanzan proyectiles que adentro tienen este polvo negro. Mira aquí, a cincuenta pasos, un muñeco de paja tipo espantapájaros. Obviamente tú le puedes dar con una flecha.

-Sí.

-Pero mira esto. -Cogió el tubo, presionó una especie de gatillo: hubo como una explosión, el proyectil alcanzó el muñeco y lo destrozó, esparciendo paja por todos los lados-. Esto puede matar a un humano, a un lomante, a un trol o a una bestia grande.

-¡Vaya! ¿Y aquello que es? -Era un tubo mucho más ancho donde cabían dos puños míos y tenía dos líneas de largo y se llevaba con ruedas. Y adelante tenía unos parantes metálicos para afirmarlo. Luomor cogió una bola que apenas podía sostenerla con mis manos y la puso dentro de ese tubo metálico.

 

Y atrás había algo como que sobresalía, como una cuerdita.

-¿Qué es esto?

-Una mecha impregnada con ese polvo negro. Mira esa pared... -Había una pared de dos líneas afirmada con hierros-. Estas son pruebas que estamos haciendo. Detrás de la pared no hay nada, hay por lo menos cien líneas desiertas. -Apuntó hacia la pared y con una madera de la hoguera encendió la mecha, y cuando la mecha acabó de quemarse escuché el tremendo estampido que me ensordeció. La bola destruyó por completo la pared que estaba a cuarenta líneas de distancia. Me quedé asombrado de lo que veía.

 

-Este es diez o cien veces más potente que cualquier catapulta, ¿puedes lanzarlo hacia arriba?

-Sí, tenemos máquinas más fuertes. Puede alcanzar hasta cien líneas de altura.

-O sea, que prácticamente con esas máquinas pueden acabar con un dracon.

-Sí, ¿pero por qué lo haríamos? Salvo que un dracon nos ataque.

-¿Y cómo cuidan estas armas?

-Con aceite especial. Las limpiamos a diario aunque no las usemos, evitamos que se oxiden. Las pulimos, las cuidamos y las tenemos. Y rogamos que durante generaciones no tengamos que usarlas.

-Quiere decir, Luomor, que si vosotros tuvierais un ejército grande y tranquilamente pueden llevar estas gigantescas armas con ruedas tiradas por mulenas podrían tranquilamente vencer incluso al imperio Atauro

-¿Por qué lo haríamos? Nuestra manera de ser, Ligor, es de serenidad, de paz, de aprendizaje. A los niños les enseñamos el amor. Landeres está embarazada de su segundo niño.

-¿Tenéis un hijo?

-Sí. Que ya tiene mil amaneceres.

¡Vaya! Tanto hace que no vengo por aquí...

-El tiempo pasa, Ligor, para todos. Nosotros, obviamente, hemos estudiado nuestra constitución física y sé que vivimos el doble o un poco más que un humano, el período de fertilidad de la mujer es mucho más extenso que el de la mujer humana. Por supuesto, los niños están aprendiendo a combatir con espadas, por supuesto más grandes que las vuestras por nuestra constitución física, pero es solamente para prácticas, no hay discusiones. No peleamos por territorio, cada lomante forma su familia y tiene si casa, su pequeña huerta. La muralla de lo que tú llamas fortaleza es simplemente para protegernos. Y por supuesto hay guardias, porque desconfiamos de quien puede venir o con qué intenciones se puede acercar.

-Honestamente, estoy sorprendido. ¿Pero no corréis el riesgo de que otro mento como Gobling los quiera dominar y los utilice para apoderarse de todo Umbro?

-Hemos pensado en esa posibilidad. Nunca cerramos las puertas en el sentido de que así como has entrado tú, a quien no conocemos le preguntamos de donde viene y qué desea. Hemos recibido no sólo a humanos sino también elfos y algunos trolls que han venido en busca de comida y bebida, y los hemos atendido. Pero si algún mento con malas intenciones se apodera mentalmente, tenemos refugios de tres líneas de altura y de dos por dos de ancho con aberturas para ver. Y esas aberturas tienen un material transparente que podemos ver. Y debajo aberturas para sacar nuestros tubos. Si llegamos a ver que la conducta de ese lomante es extraña debido al visitante no dudamos en matar al visitante, porque nos daríamos cuenta en seguida que lo que busca es dominar. No, no habría manera de que otro Gobling se apodere de uno de nosotros. Nos cuidamos, somos una comunidad. Vivimos para estudiar, para cultivar la tierra. Fíjate que dentro de la fortaleza hay un pequeño bosque.

-¿Cuánto mide la fortaleza?

-Bueno, fíjate que tiene veinticinco mil líneas por lado

-¡Veinticinco mil líneas! O sea, ¿que la fortaleza es un cuadrado de veinticinco mil líneas por lado?

-Sí. Y sabemos multiplicar. O sea, son seiscientas veinticinco cuadrilíneas de tamaño.

-¿Cuadrilíneas?

-Ya te explicaremos bien si te quedas una temporada.

-Sí, por supuesto.

-Tenemos hoyumans, obviamente no para montarlos, pero tenemos crías de hoyumans, de cabríos..., mucha fruta, mucha hortaliza... -Pero no los escuchaba. Me quedé pensando en el tamaño de la fortificación: Veinticinco mil líneas por lado. Con tiempo me harían un dibujo de qué significa seiscientas veinticinco cuadrilíneas de tamaño, es prácticamente una ciudad gigantesca. ¡Vaya!-. Obviamente, dentro de la ciudad tienen pequeños caminos, les llamamos carreteras. Es más, hemos creado una mezcla que endurece y hacemos carreteras que soportan toda lluvia evitando el fango.

-¡Vaya! ¿Y por qué el nombre carreteras?

-Porque van nuestras carretas que llevan provisiones y traen provisiones. Obviamente salimos de la fortaleza a recoger frutos en campos que están desiertos y que no los aprovecha nadie, jamás nos apropiaríamos de frutos que pertenecen a otros condados. Nunca lo haríamos. Sí, le damos de comer y beber a los viajeros, y por supuesto le mostramos, como te mostramos a ti, las armas que tenemos para desalentar que el día de mañana quieran invadirnos.

-Es impresionante. Es impresionante todo lo que cuentas. Me quedaré un tiempo con vosotros y enseñadme eso de la multiplicación, así lo entiendo bien, qué significa cuadrilineas. Además, quiero descansar por un tiempo.

 

Landeres se acercó y me dijo:

-Te comento, querido Ligor, que aquí también conviven con nosotros humanos y humanas, si en algún momento coincides afectivamente con alguna humana está en ti quedarte aquí.

-¡Vaya! Entiendo que también habrá elfos.

-Sí. Se ha corrido la voz que tienes algunos elfos enemigos. Pero aquí, dentro de la fortaleza lomante no permitimos batallas, solamente de práctica. Aquí el que no es amigo del otro o no ayuda al otro es expulsado.

-Es bueno saberlo, para estar tranquilo.

-¿Quieres comer un poco más?

-No. Si no os incomoda quisiera descansar.

-Mira, a quinientas líneas hay una casa de piedras con camastro tamaño humano, de dos líneas y media. Las aberturas están cerradas por lo que llamamos ventanas transparentes, que no permiten que entre el frío. Con ese material que se puede ver al otro lado.

-¡Vaya!

-Bueno, debes estar cansado. Te despertaremos un poco antes de cenar. Y a veces nos quedamos en la fogata afuera a contar cuentos o chistes o aventuras inventadas para los más pequeños. ¿Te agrada?

-Sí -respondí.

-Bueno, si quieres puedes iniciar aquí una nueva vida. No depende de nosotros, Ligor, depende de ti. Sé que no te vas a olvidar de lo que has hecho, pero aquel que está más allá de las estrellas te da la oportunidad, a través nuestro, de que comiences de nuevo. -Les agradecí.

 

Fui a esa casa que me daban. Me tiré en el camastro, que era blando, tenía un colchón anchísimo y blando. Y, honestamente, me dormí en segundos.