Índice

Psicoauditación - Blanca

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

Página anterior

Sesión del 27/02/2023 Seiing I, Audora

Sesión del 16/03/2023 Seiing I, Audora

Sesión del 11/04/2023 Sargón, Kirana

Sesión del 18/04/2023 Sargón, Kirana

Sesión del 08/05/2023 Sargón, Kirana

Sesión del 09/05/2023 Sargón, Kirana

 


Sesión 27/02/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Blanca (Maradel)

Preparaban la misión pero había un tema por resolver; podrían ser descubiertos en viaje y el planeta podría peligrar si conocieran su origen ciertas razas belicosas que viajaban ultralumínicamente hace tiempo.

 

Sesión en MP3 (4.251 KB)

 

 

Entidad: Se había comunicado por holollamada el general Dalex. No nos reunimos en el cuartel principal sino en otro edificio, en el decimosexto subsuelo, un lugar prácticamente inaccesible para el común denominador.

-Mi general, ¿por qué aquí?

-Tenemos que planificar.

-¿Planificar, mi general?

-Estimada Audora, hay muchísimo personal jerárquico por encima tuyo, pero eres la primera que ha hecho contacto con un ser no nacido en Seeing, que a propósito va a estar presente.

 

Esa tarde llegué al comando secreto. Estaba Rumper, el lézar, que me parecía muy muy simpático, y la apreciada Lemaris, la bióloga.

Había un señor con un rostro extraño, no inexpresivo, pero daba la sensación de no mostrar sus emociones, tampoco lo veía expectante o con curiosidad por el tema que quería tratar el general Dalex.

Me presenté con él.

-Un gusto. Mi nombre es Exéter, soy astrohistoriador. -Y siguió conversando-. Conozco de ti, sé que has explorado mundos, que has, de alguna manera, rescatado compañeros y has sido la primera en contactarte con Rumper, el lézar. -El general adoptó un papel pasivo, nos dejó conversar.

 

La conversación fue entre Rumper y Exéter:

-Cuéntame un poquito del imperio reptiliano.

Rumper exclamó:

-Fue un imperio muy importante, abarcó muchos sistemas estelares hasta que finalmente fue derrotado por la Federación Sargón.

Exeter preguntó:

-¿Cuánto hace de esto?

-Milenios de vuestro mundo.

Exeter, pensativo, inquirió:

-¿Pero tú dices que eres un fugitivo del eximperio?

-¿Te llamas Exeter, no? -preguntó el lézar.

-Sí.

-El tema es así. Si bien la raza reptiliana del imperio Mordon ha sido vencida hay muchos oficiales de alto mando que han quedado con rencor, han quedado con deseos de venganza y en distintos mundos se están fortificando.

Intervine, y pregunté:

-Pero Rumper, entiendo que la Federación Sargón los supervisa.

Rumper dijo:

-No sólo los supervisa sino que hay distintas razas reptilianas, están unos más esbeltos llamados reptiloides, otros como yo de piel más amarillenta, menos verdosa. Somos lézars expandidos en diez, doce sistemas estelares que fuimos absorbidos por el imperio Mordon.

Exeter preguntó:

-¿Pero sois razas similares?

-Sí, pero para ellos inferiores.

-Es increíble -comentó Exeter-, yo pensaba que eso sucedía sólo en los humanos.

-¿Por qué lo dices? -Exeter lo miró a Rumper.

-En nuestro mundo, que tiene treinta mil años de civilización, aún hay personas que quizás por estar más dotados físicamente o por tener mayor instrucción o por tener más créditos fruto de su trabajo se creen mejores. Es más, hay un continente muy al sur donde hay una familia de tres, cuatro millones de personas que tienen un poco más oscura la tonalidad de la piel, y muchos habitantes los miran con desprecio. Y es irónico. Y te explico por qué, Rumper, porque muchos de esos sureños han hecho descubrimientos valiosísimos para Seeing.

 

En un momento dado Exeter se apartó del grupo y se fue a servir un trago de un zumo con unas gotas de alcohol.

Me acerqué a él y le pregunté:

-¿Te sientes frustrado?

-¿Tú eres Audora, no? Frustrado no, a veces sí desencantado. He dado muchísimas conferencias...

-Lo sé -admití-, tengo varios holo vídeos de tus conferencias y sé que tienes muchos discípulos. -Exeter me miró con una mirada melancólica, con esbozos de tristeza, y me dijo:

-Me encanta debatir, quizá sea una de las cosas que más me gusta. No la que más me gusta, pero una de las que más me gusta.

Argumenté:

-Sé que muchos de tus discípulos debaten contigo.

-Sí, pero llegan al límite de discutir. Y hay una gran diferencia entre discutir y debatir.

-Explícate -pedí.

-Claro. Si nosotros debatimos, aprendemos el uno del otro. Podemos reflexionar evitando halagos, evitando críticas. Y te puedo asegurar, te puedo asegurar, apreciada Audora, que es dificilísimo primero de abstenerse de nombrarse uno en una reflexión.

-No entiendo.

-Claro. Tú de repente argumentas algo y yo puedo debatirte: "Entiendo que sí", pero evito el "yo pienso que". Es una mejor manera de argumentar en un debate y poder reflexionar siempre evitando un yo. No importa que fuera uno el que opine, el que reflexione, el que dé a conocer una información, pero es una manera más fluida evitando el yo. Y estos discípulos, muchos de ellos creídos objetan. El hecho de objetar sin base sólida hace que el debate se transforma en discusión.

-¿Y entonces? -pregunté.

-¡Je, je! Y entonces, Audora, trato de finalizar la conversación, porque no me suma, no me suma una discusión inútil. Me ha pasado, Audora, que he debatido con personas y no en lugares estratégicos como este, que evidentemente conoce poca gente, a veces incluso cenando donde se oponen a un pensamiento por... por ego, por querer sobresalir, por querer tener razón. Y eso me da como cierta pena porque no se llega a ninguna conclusión. Y cuando en un debate no llegas a una conclusión el debate es estéril, totalmente estéril. Es más, he participado de grupos donde conversan de filosofía, de distintas artes liberales y son como un círculo vicioso. Sí, hay gente que va para aprender y hay otros que van para tomarlo como un divertimento, como un pasatiempo. Por otro lado no incomoda eso porque son personas calladas que prestan atención, pero miran la hora a cada rato esperando que el debate termine para ir a cenar algo. Lo cual no está mal, Audora, no está mal, pero qué lindo es aprovechar los momentos de debate, qué lindo, pero no, no lo aprovechan. Y muchísimos de esos lugares de debate, de debate estéril porque no llegan a conclusiones, están esparcidos por todo Seeing, tocan un tema pero no lo terminan de desglosar. ¿Me entiendes?

Le respondí:

-Te entiendo perfectamente.

 

En ese momento nos llamó el general Dalex:

-Tenemos una pequeña discusión con Rumper.

Le dije:

-¿Qué sucede?

-¿Te acuerdas la primera vez que hablamos, Audora, que dije que no estaban preparados para darse a conocer?

-Me acuerdo perfectamente.

-Bueno, el general quiere darse a conocer.

 

Rumper, el lézar, lo miró a Exeter:

-¿Qué opinas del tema?

-Primero agradecerte, porque has dado un envión muy importante a nuestra civilización. Y a veces es como que nos sentimos como niños, treinta mil años de civilización y no hemos hecho viajes interestelares y tú has comentado que civilizaciones con mucho menos tiempo han logrado lo que nosotros no.

Rumper exclamó:

-Como le dije a Audora, se trata de ver la parte cuántica de universo, de entender la composición de ese universo y ver por qué aún no han hecho viajes estelares.

Exeter comentó:

-Como astrohistoriador sé que el universo tiene una composición que nuestros aparatos no han podido detectar, pero lo sabemos gracias a las ondas gravitacionales, si no existiera tal composición no habría tales ondas. Es así de sencillo.

-Exactamente -dijo el lézar-, y ahora al haber sumado a vuestros ordenadores cálculos especiales podéis encontrar ciertos pliegues que con vuestras naves puedan llegar a cientos de años luz de distancia prácticamente en instantes. Pero hay un riesgo; habéis tenido la suerte de que otras civilizaciones no se han percatado de vosotros, de vuestra existencia.

Exeter preguntó:

-¿Cuál sería la ventaja?

-La ventaja sería que hay muchas razas belicosas, como las que nos tenían a los lézars de esclavos, los Mordon, reptilianos como nosotros, pero se consideraban superiores. Imagínate que os encuentren. Pero ahora, queridos humanos, el hecho de salir a las estrellas, hace que otras razas se fijen en vosotros.

-Y eso está bien -dijo el general Dalex-, se trata de prepararnos.

-Permiso para hablar -pedí-. El general me miró.

-Audora, estamos en una reunión informal, no tienes porque pedir permiso. Habla.

-Nosotros no somos belicosos, pero sabemos que otras razas sí, y sabemos también por Rumper de que hay muchísimas otras razas humanas y no todas son pacíficas. Entonces de la misma manera que hemos avanzado, gracias a Rumper, con nuestros ordenadores y poder instalar en todas nuestras naves los borraestela, que significa que aún viajando a velocidad ultralumínica dejamos un rastro, un rastro cuántico, y con el borraestela lo podemos eliminar para que no sigan nuestro rastro. Pero con eso no basta, general, debemos armarnos. Cuando conocí a Rumper él pudo desactivar mi arma, y hay una Federación, que por suerte es pacífica llamada Sargón, que evita que otras razas desactiven sus armas.

Habló Exeter:

-Viví estudiando historia no solamente de Seeing sino también del universo en sí, y lo que dice Rumper y lo que confirma Audora es correcto, general. Apoyo la idea. -El general iba a hablar y Exeter hizo un gesto-. No he terminado. Somos pacíficos, pero tengo el ejemplo de los lézar que ocupaban varios sistemas estelares y cayeron presa de los Mordon, y eso que era una raza similar. Nosotros ocupamos un mundo en un solo sistema, lo ideal sería expandirnos en otros sistemas donde haya planetas habitables pero desocupados, por dos razones: Primera, no se trata de someter a ninguna raza así como nosotros no queremos que nos sometan. Segundo, si son mundos desocupados habitables podemos de alguna manera habitarlos, crecer, y cuantos más sistemas solares, en un radio de diez, veinte años luz podamos habitar, más fuertes estaremos ante posibles amenazas.

-Apruebo lo que dice Exeter -exclamó Rumper.

El general me miró:

-¿Qué dices, Audora?

-Mi general, es correcto. Está bien expandirnos con cautela y perfeccionando nuestros armamentos.

Lemaris, que no había hablado, comentó:

-Tengo un montón de aparatos que miden la presión atmosférica, que miden si la atmósfera es respirable, los he probado en distintos mundos de este sistema y podrían ser probados en mundos de otros sistemas estelares.

El general Dalex dijo:

-Hemos copiado motores interestelares, como la pequeña nave de Rumper. Los hemos mejorado con nuestros ingenieros, con nuestros mecánicos, con nuestros físicos cuánticos y hemos permitido que Rumper participe. Rumper no es ningún extraño, en este momento tampoco es ningún invitado, es uno de nosotros. -Lo miré a Rumper.

Rumper me miró con ese gesto que parecía una sonrisa y me dijo:

-¿Qué piensas, Audora?

Le dije:

-Sé que estás emocionado.

-Reconozco que sí.

Exeter agregó:

-Eres uno de nosotros. Humano, reptiliano, eso es externo. Lo valioso es lo interno, quiénes somos, qué queremos. Qué queremos primero de nosotros mismos, porque esa es la verdadera enseñanza, qué queremos de nosotros. Porque conozco muchos discípulos, en lo que yo enseño, que no han aprendido, buscan exigir de los demás, pero son muy pocos los que han aprendido a exigirse de sí mismos, entendernos. Pero para entendernos entre nosotros primero tenemos que entendernos con nosotros mismos, con nuestro propio ser, y no es algo sencillo.

 

El general Dalex terminó la reunión:

-Quedan a su libre albedrío. No pido que juréis, solamente que prometáis no difundir este lugar. Es un lugar donde tenemos reuniones informales, pero si miráis a los costados veréis que hay aparatos holograbadores, antenas especiales. O sea, que podemos también tener reuniones formales. Os dejo en libertad de acción.

 

Lemaris me dijo:

-Audora, ¿si tienes tiempo quieres que vayamos a cenar?

-¿Por qué no? -respondí.

Ambas lo miramos a Exeter:

¿Vienes?

-Estaré encantado.

 

 


Sesión 16/03/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Blanca (Maradel)

Estaban viajando. Encontraron un sistema donde un mundo tenía vida inteligente. Bajaron. Pero hubieron incidentes de muerte. Había que decidir si seguían con la misión, volver o tomar otros caminos desconocidos.

 

Sesión en MP3 (5.057 KB)

 

 

Entidad: Mi nombre es Maradel, voy a continuar el relato de mi rol Audora. Y antes de hacerlo voy a preguntarme a mí misma, una respuesta que ya la tengo, es más como reflexión que como interrogante: ¿Por qué todo ser vivo de cualquier raza, siempre tenga un ego exacerbado que le contagia apetitos de poder y desprecio por otras razas? Independientemente de que no todas las razas vivan la misma cantidad de tiempo, finalmente sucumben. Y lo que acumularon, el poder, la ambición, todo eso queda en el plano físico.

¿Pero qué es lo más grave?: Que lo saben.

Pero muchas de esas unidades biológicas son tan inconscientes en su manera de pensar que piensan que a ellas no les va a pasar, quizá por algún invento puedan vivir el doble de años físicos. Y aunque así fuera, finalmente esa llama física se apagaría. ¿Y luego qué, qué se llevarían?: Nada. Muchos ni siquiera el recuerdo. Y nos preguntamos entonces, ¿por qué?, entonces, ¿para qué? Pero hay personas con las que puedes razonar y otras con las que no.

Y como dijo un elevado maestro, no tiene sentido gastar energías en lo que no puedes resolver y en los seres a los que no puedes hacer entrar en razón.

 

Habían pasado más de seis meses desde que nos reunimos con el general Dalex para planificar el darnos a conocer. En el momento de la espera el tiempo pasa tan lento tan lento, pero cuando el momento llegó te preguntas, ¿cómo pasó tan rápido?

Y ya estábamos instalados todos en el crucero estelar viajando a otro sistema a seis años luz. La nave era comandada por el capitán Adris, el querido Rumper estaba a cargo del control de navegación y yo, Audora, estaba segunda al mando del control de navegación. Nos acompañaba la bióloga Lemarís, Exéter y su hermano Oberón, especialistas en ordenadores, que gracias a Rumper habían profundizado exponencialmente el conocimiento de los mismos. Además había treinta tripulantes, treinta tripulantes a bordo bajo las órdenes del capitán Adris.

 

Si bien Rumper había explicado en una clase general cómo lograr el tipo de ordenadores para que puedan quebrar la velocidad luz cuando en realidad no la quebraba, aprovechaba los pliegues espaciales detectados por el ordenador nuevo que traía la vieja nave de Rumper y que nosotros no pudimos lograr a pesar de tener treinta mil años de civilización. El hecho de haber encontrado a Rumper hizo que adelantáramos muchísimo, prácticamente podríamos decir que llegamos más rápido a un mundo situado a seis años luz que a mundos situados a menos de una hora luz.

 

Era una estrella roja más pequeña que la nuestra. Había tres mundos: el Segundo, el Tercero y el Cuarto dentro del espacio de posible vida.

Con nuestros enormes telescopios de la nave pudimos ver que el Tercero tenía vida, era un mundo con vida terrestre y acuática, pero predominaba la vida acuática con seres evolucionados pero sin capacidad ni siquiera para construir naves voladoras dentro de su espacio. Pero eran organizados. Aparentemente parecían anfibios, estaban en agua y estaban en tierra. Tenían edificaciones y se notaba que eran evolucionados, anfibios evolucionados, pacíficos.

El capitán Adris ordenó mandar dos o tres drones a la atmósfera, que puedan leer la atmósfera. Y así lo hicieron.

-Mi capitán, ésta es la lectura.

 

La atmósfera era muy similar a nuestro mundo, pero con una dosis menor, bastante menor de oxígeno, más dióxido de carbono. No era una atmósfera fatal para nosotros, pero no era tolerante por mucho tiempo.

Rumper se dirigió al capitán Adris:

-No es, mi capitán, un mundo habitable para nosotros y no tiene sentido darnos a conocer, son seres que desconocen los viajes interplanetarios, desconocen que hay otros mundos habitados.

El capitán dijo:

-Podemos mandar tripulantes armados con máscara, hemos puesto en cada traje un traductor universal como el que tú tenías, con ese microordenador que puede codificar y decodificar el lenguaje de cada raza.

-Permiso para hablar -pedí.

-Dime, ¿qué sucede Audora?

-Mi pregunta es, ¿cuál sería el sentido? -Me miró como no entendiendo, y respondió:

-¿Acaso no tenemos órdenes de darnos a conocer?

-Sí, en mundos que ya han conquistado las estrellas. En este mundo no tiene sentido, son seres pacíficos que desconocen. Y uno de los mandatos es no interferir en vida que aún no ha salido de su mundo.

El capitán me contestó con sarcasmo:

-O sea, que para ti, que eres recién una aprendiz de piloto, sugieres que nos vayamos.

Me sentí molesta y le dije:

-No, mi capitán, no lo sugiero de la manera que usted dice, simplemente mi idea es que no tiene sentido darnos a conocer, alterar su sistema. -Me ignoró.

Habló con Rumper:

-Supongo que tú no piensas igual, puede haber materiales ricos que podamos extraer y llevar. Tenemos armas, no se van a oponer a nosotros.

Rumper dijo:

-Pero capitán, ¿la tripulación está de acuerdo?

-¡Ja, ja, ja! Te copias de Audora, acuérdate que eres un invitado, eres un reptiloide. Te hemos dejado venir porque nos has dado el regalo de tener un ordenador que pueda encontrar los pliegues espaciales para llegar a otros sistemas, pero ni siquiera tienes derecho a opinar.

-Mi capitán, respondo a su pregunta, no estoy opinando.

-A mí me pareció que sí. Por otro lado mi tripulación no opina, mi tripulación obedece. Así que bueno. Sargento, guardemos los drones y vamos a teletransportarnos a la superficie.

Se acercó Exéter:

-Capitán...

-¿Qué sucede ahora?

-No estoy de acuerdo.

-¿No estás de acuerdo con que extraigamos materiales?

-Como dijo la joven Audora, es una civilización que aún no conoce otros mundos. -Lo miré al capitán e ignoró por completo a Exéter.

-Sargento, vaya a la plataforma de teletransportación, vaya con dos soldados. Lleve un equipo para detectar si hay material valioso y extráiganlo.

 

Bajaron a la superficie. En los cascos tenían, aparte del traductor intergaláctico de idiomas, también tenían una cámara de holovisión.

 

Los habitantes de este mundo se sorprendieron al ver aparecer tres seres con traje, con máscara. Se asustaron. Retrocedieron y los señalaban. El ordenador traductor transmitía todo, holovídeo. Y decían: "Son seres de cielo, vienen en son de paz".

El sargento y los soldados no respondieron, estaban con sus aparatos buscando dónde encontrar algún metal valioso.

 

Generalmente los más valientes o quizá más inconscientes son los niños. Un niño batracio se acercó y tocó el traje del sargento: El sargento lo apartó de un tremendo empujón y lamentablemente el niño batracio golpeó la cabeza contra una roca. No se lastimó, pero sí le salía como una sangre verde acuosa.

El que aparentemente era su padre se molestó y es como que gritó. La reacción del sargento tendría que haber sido un pedido de disculpas; lo que hizo fue dispararle y quitarle la vida al batracio.

 

En ese momento Exéter cogió la pistola desintegradora del sargento que estaba arriba en la nave:

-Dígale a su compañero, al otro sargento, que inmediatamente venga a la nave. Iré al departamento de tele transportación.

-¿Qué hace? -preguntó el capitán Adris.

-¿Ha visto, capitán, lo que han hecho?

-Bueno, se lo buscaron.

-No.

-Exéter, lo que está haciendo es una insubordinación. Tripulantes, saquen sus armas, detengan a Exéter.

Los tripulantes titubearon y Exéter dijo:

-Todos han visto lo que pasó abajo. No me van a detener, pueden matarme, pero yo le estoy apuntando a vuestro capitán y no dudaré en quitarle la vida.

Le hablé a Exéter:

-Exéter, aunque puedas lograr triunfar aquí, te van a colgar cuando volvamos.

-Lo que fuera, lo que fuera, pero no puedo permitir esto. El capitán se quiso abalanzar y Exéter le disparó y le quitó la vida. Lo miró al sargento-: Ordene en la sala de teletransportación que los suban a los tres a la nave. No hay manera que podamos reparar la pérdida de la vida de ese ser tan pacífico que lo único que hizo... lo único que hizo fue reclamar el por qué lastimó a su hijo.

 

Cuando subieron los tres teletransportados, Exéter con su arma le apuntó al sargento:

-¿Qué has hecho?

-Me estaba amenazando.

-No, estaba reclamando. Podría matarte, pero irás a la sala de detención.

-¿Y tú quién eres?, un civil.

-Ahora estoy al mando.

-Esto es un motín.

-Lo será. -Lo miré a Rumper, Rumper se encogió de hombros y no dijo nada. Los tripulantes cada uno siguió con su tarea.

-¿Y ahora qué hacemos? -preguntó Lemarís, la bióloga.

Exéter dijo:

-Volvemos a casa. -Me miró.

-Estoy de acuerdo en volver, pero allá te van a condenar.

Exéter miró a su hermano Oberón:

-¿Qué dices?

-Quizá te hayas precipitado, pero no puedo objetar nada. Simplemente tienes coraje y te has atrevido a hacer lo que yo no hubiera hecho.

-Rumper, a casa. ¿El ordenador guarda toda la ruta?

-Sí.

-Bórrala.

-¿Cómo borrarla?

-Rumper, no soy tonto; de la misma manera que tú puedes borrar estelas a la velocidad luz cuando te persiguen otras naves, aquí no sólo puedes borrar estelas sino también rutas completas. Que de Seeing no vengan más a este sistema.

-Lo haré.

-Audora, sé que no estás a favor mío, pero por favor controla que Rumper haga lo que le digo.

-¿Por qué, si no también me apuntarás a mí? -Exéter le dio su arma a Rumper.

-Si Rumper quiere, que siga con la misión. Y si no volvamos a casa. Depende de vosotros que me encerréis, que liberéis al sargento que mató al pobre indígena. Vosotros veréis.

 

Pero no, me senté al lado de Rumper y asentí de volver a casa. Rumper borró del ordenador la ruta. Es más, la cambió por otro sistema que sabíamos que estaba completamente deshabitado, a siete años y medio luz.

 

Cuando regresamos le dije a Rumper:

-No sé navegación, no sé navegación interestelar, espero que me enseñes.

Rumper me dijo:

-¿Qué hacemos con Exéter?

-Yo no puedo hacer nada, lo juzgarán y lo condenarán por insubordinación.

Rumper dijo:

-Pero lo que hizo fue correcto.

-Mató al capitán, lo podía haber inmovilizado.

Había un tripulante llamado Sebastián que dijo:

-Yo sé de navegación, aprendí en este tiempo bastante de Rumper.

Rumper asintió:

-Tiene razón.

 

Habló con teletransportación y fuimos todos transportados a la superficie: los tripulantes, Lemarís la bióloga, el sargento que estaba prisionero, los dos soldados que lo acompañaron a la superficie y yo. En la nave habían quedado Exéter, su hermano Oberón, Rumper y el otro navegador, Sebastián. No sé qué hablarían en el crucero arriba.

 

A los pocos instantes teletransportaron a Oberón. Me dirigí a él:

-¿Qué pasó?

-Mi hermano me teletransportó, sabe que yo aquí estoy en pareja.

-¿Qué piensa hacer?

-Se va con Rumper y Sebastián.

-¿A dónde?

-No lo dijeron, pero van a borrar la estela para que no los sigan. Reconozco que sin Rumper Seeing no va avanzar tanto, hay muchas cosas que todavía no dijo. E hizo algo que os va a disgustar bastante, muchos de los nuevos arreglos de los ordenadores que hay en Seeing han sido borrados desde la nave que está en órbita. Rumper piensa que aún no están preparados para viajes espaciales interestelares. -Me sentí molesta.

-¿Quién es Rumper para decidir por toda nuestra civilización?

Oberón respondió:

-Si tú no lo hubieras encontrado no hubiera pasado nada. Investigad por vuestra cuenta. En lo que yo pueda ayudar como experto informático voy a ayudar. A mí no me van a condenar, todos sois testigo de que mi hermano obró por su cuenta. Si me preguntan si estuve de acuerdo con él.... La palabra de acuerdo implica muchas cosas, puedes estar de acuerdo de antemano. Y mi respuesta va a ser: No ignoraba lo que iba a hacer. ¿Si estoy de acuerdo ahora con lo que hizo? Sí. Porque seguramente el capitán Adris, por su apetito de poder extraer materiales y metales que quizá aquí no hay, no le hubiera molestado exterminar a toda la civilización batracia. Y de eso estoy seguro. -Me extrañó porque consciente o inconscientemente pensaba lo mismo que Oberón.

 

¿Entonces qué fue Exéter un insubordinado o el salvador de una humanidad desconocida? Y me sentí mal.

 

Ahora teníamos que reunirnos con el general Dalex y explicarle todo lo que pasó.

En ese momento un mensaje privado de audio me llegó a mi casco:

-¿Quieres conocer otros mundos? -Era la voz de Rumper.

-No tenéis tripulantes -respondí dentro de mi casco. Y nadie me escuchaba, solamente de la nave-. Sois tres nada más, hace falta más tripulantes.

-Tenemos más tripulantes.

-¿Cómo?

Rumper dijo:

-A lo largo de este tiempo me hice de muchos amigos que son leales y que respetan otras razas, y los hemos teletransportado de común acuerdo, ninguno de ellos tiene familia. ¿Qué dices, aceptas venir con nosotros o te quedas allí?

 

Me quedé pensando. Dejaba gente querida atrás para ir a lo desconocido. ¿Valía el riesgo? ¿De verdad valía el riesgo?

 

 


Sesión 11/04/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Blanca (Maradel)

Estaba en misión, había desaparecido una nave hiperespacial de la Federación Sargón. Su tripulación era de lo más experta en temas espaciales, pero nunca se habían encontrado en tal situación de peligro vital máximo, todos y la nave podrían desaparecer también.

 

Sesión en MP3 (4.257 KB)

 

 

Entidad: Hay cosas por las que una nunca termina de asombrarse, ver la Federación Sargón entendiendo que está compuesta por quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares en paz, en armonía... No, no termino de acostumbrarme, es algo maravilloso.

 

En la academia soy muy respetada: "Capitana Kirana, ¿podría ayudarnos con tal cosa? Capitana Kirana, ¿podría ocuparse de las nuevas alférez? Capitana Kirana, ¿qué le parece probar este nuevo crucero?".

Pero no me fue fácil, no me fue sencillo, para nada. Vengo de familia humilde y de un sistema solar cercano al poderoso Sargón, la capital de la Federación.

Y puse empeño en el estudio, mucho empeño en el estudio. Mis padres pensaban que la academia militar era demasiado para mí, que tendría que buscar algo más, de oficina o de periodismo.

 

Pero yo amaba el espacio, "Algún día voy a ser piloto de naves". Por supuesto, estudié astronáutica, estudié holocomputación de naves, estudié composición espacial, estudié de hípermotores, pero a su vez iba escalando posiciones.

 

Comencé, por supuesto, como alférez, estuve un par de años como teniente, logré un par de aciertos en dos rebeliones, a las que pude frenar sin que hubiera víctimas de ninguna de las partes, y me ascendieron a capitana.

 

Ahora llegaba de Ferro una delegación de jóvenes alférez para perfeccionarse.

Me llamó aparte, cuando bajaron al cosmódromo, la teniente Almara.

-Mi capitán...

-Adelante, teniente.

-Capitana Kirana, sé que usted es amplia de criterio, quisiera que le ponga atención a un alférez.

-¿Es problemática? -pregunté.

-No, no, mi capitana, todo lo contrario, es nacida en Ferro donde hace siglos hubo una rebelión causada por Airan y hay muchas cadetas, incluso alférez ya recibidas, que la miran de malos modos, y ella se aparta.

-Sabe, teniente Almara, que yo soy imparcial y no tengo predilección por nadie, ¿entonces qué me está pidiendo?

-No quise que me tome por atrevida, mi capitana, pero la joven sé que tiene mucho para dar.

-¿Cómo se llama?

-Alférez Astrid.

-Bien. Bien. Bien. Mañana justamente pensamos hacer una inspección a un sistema donde hubo algunas irregularidades y la llevaré. A ella, a otra alférez y los demás serán de mayor nivel de instrucción. A propósito, teniente Almara, entiendo que ya tienes que volver. Bueno, voy a hablar con el comandante para que te puedas quedar un tiempo más, vendrás con nosotros.

-Mi capitana, de mi parte encantada. Comentarle luego a mis otras tenientes que hice una misión nada menos que con la capitana Kirana.

-Espera, teniente, espera, esto no es un juego.

-Mi capitana, nunca dije eso.

-Hay riesgos, hubo comunicaciones hiperespaciales que incluso una nave de la Federación fue destruida.

-Pero..., espero que no sea una pregunta indiscreta, ¿pero cómo no fueron otras naves en el momento? La Federación tiene naves en todos los sistemas.

-Lo tiene teniente, lo tiene. Lo tiene. Pero no han encontrado nada, ni vestigios ni nada, la nave destruida y los tripulantes sin vida. No hay rastros de naves atacantes, habrán borrado sus estelas híperlumínicas. De todos modos me parece raro porque las naves tienen todas doble capa de energía, pueden resistir hasta la bomba más fuerte de fotones, por eso me extraña. ¿Estás dispuesta igual, teniente?

La teniente Almara se cuadró:

-Mi capitana, hasta el fin del mundo.

-No hace falta tanto, basta con ir a este sistema. Mañana partiremos, comunícale tú a la alférez Astrid. Me imagino que estará nerviosa, dile que se calme.

-Así lo haré. -Hizo una señal de saludo marcial y se marchó.

 

Me quedé pensando. Vaya, como teniente he tenido dos aventuras difíciles, dos rebeliones que pude calmar sin víctimas. Como capitana no me fue tan fácil la cosa, hubo varias rebeliones y hubo una lucha interna en uno de los sistemas por un gobierno que se estaba corrompiendo. El pueblo obviamente quería ejecutar al gobernador corrupto, logré calmarlo y el gobernador fue preso. Pero costó, el pueblo estaba sacado de sí mismo, quería lincharlo en vivo en la plaza mayor. Pero esto, esto es más difícil.

 

Me levanté temprano, me di un baño de vapor, me vestí con la mejor ropa de un plástico especial que hasta resistía proyectiles, pero por supuesto por encima llevaba en el casco un holoordenador, como lo llevaban todos los que irían en el crucero, llegado el caso para formar un campo energético. Y todas tenían comunicación ultralumínica, o sea, aún estando varados en el espacio podíamos comunicarnos con mundos cercanos. Espero que no llegáramos a eso.

 

Conocí a la alférez Astrid, se cuadró casi temblando.

-Tranquila, soy la capitana Kirana.

-Mi capitana, mi teniente Almara me ha hablado de su persona.

-Trátame de tú. Haremos un viaje riesgoso, pero estamos cubiertos, es un crucero pequeño pero bien protegido con doble campo energético que hasta resiste bombas de fotones e incluso pequeños lanzadores de protones. Y cada traje tiene conexión ultralumínica, y aparte una capa blindada de energía donde aún si te dispararan con un rayo desintegrador o un rayo radiante no te llegaría. Por eso te digo quédate tranquila. No te voy a decir disfruta el viaje porque no es un viaje de paseo, ni siquiera es un viaje de instrucción, es un viaje donde puede haber batalla. Entonces lo que te voy a decir es que aprendas, tengo entendido que viajabas a Sargón para perfeccionarte. Bien, has empezado con todo, alférez.

 

Nos teletransportamos al crucero. Había varios técnicos y técnicas, humanos, reptiloides, cánidos, felinos encargados tanto de los holovisores como de los holoordenadores. Los técnicos más avanzados se ocupaban de la velocidad ultralumínica, los técnicos de taller se ocupaban de todo lo que sea el mantenimiento de vida de la nave y de los motores principalmente.

 

-Me acompañarás, alférez Astrid, estaremos en el salón de mando.

-Mi capitana...

-Tendrás un visor donde verás todo el espacio. De todos modos a velocidad ultralumínica no verás nada hasta que salgamos al espacio normal.

 

Por supuesto que los enteré a todos de lo que pasó con esa nave de la Federación, que fue destruida y no se sabe por qué ni por quién.

 

Cuando llegamos a la zona, muy precavidos. A los ingenieros de sistemas, a los expertos en holoordenadores, a los expertos en holovisores, a los expertos en señales principalmente la menor variedad de sonido, esta nave está capacitada para captar a distancias increíbles una nave salvo que estuviera en velocidad ultralumínica. No había día y noche, nos manejábamos con relojes de primerísima calidad, relojes ultraatómicos que estaban todos conectados y que los unos con los otros ni siquiera se desviaban de un segundo de diferencia.

 

De repente a bastante distancia apareció de velocidad luz una nave desconocida, oscura. Pero teníamos visor de brillo; era esférica, alargada.

-Mi capitana...

-Adelante.

-El campo exterior está en un ochenta y cinco por ciento.

-Expertos en campos, todos, busquen qué es lo que disminuye el campo de protección.

 

Era una gran responsabilidad estar a cargo del crucero. Me comuniqué con radio ultralumínica, hablé con mi comandante, le conté de la situación:

-No tenemos idea, mi comandante, qué puede estar drenando el campo de fuerza externo.

-Teniente...

-Mi capitana, está al cincuenta y cinco por ciento, todavía tenemos intacto el campo interior.

-Ingenieros, detalles.

-No lo sé, mi capitana, no sabemos lo que está drenando.

-¿Tenemos todo grabado? Expertos en holoordenadores, ¿graban todo?

-No sólo eso sino que grabamos todas las ondas que están llegando. ¿Qué hacemos, mi capitana?

-No tiene sentido; si no encontramos la forma de frenar que nos sigan drenando la energía de protección, el campo exterior se va a destruir y van a continuar con el campo interior. Seguramente hicieron eso con la otra nave que destruyeron. Y si pueden drenar el campo de un crucero, los pequeños campos corporales de cada uno de los tripulantes no servirán de protección. ¿Motores?

-A la perfección.

-¿Velocidad lumínica?

-Al cien por cien.

-¿Cómo están los holoordenadores de dirección?

-Bien, no están tocados.

-Teniente Almara...

-Mi capitana.

-Sé que eres una teniente experta, has hecho varios viajes de instrucción. Seguro no te tocó algo como esto, pero si tuvieras que pensar, ¿cuánto tardarías en dar la voz de mando y salir a velocidad ultralumínica?

-Con esta nave, mi capitana, no más de siete segundos.

-¿Habéis escuchado todos? A partir de este momento no daremos media vuelta porque es perder tiempo, nos preparamos para velocidad ultralumínica.

-Mi capitana, el campo está en un treinta y cinco por ciento.

-Nos preparamos ahora y salimos a velocidad ultralumínica. Y los encargados de borrar la estela lumínica, atentos, atentos que no nos sigan, por lo menos tiene que haber cuatro borrando la estela ultralumínica para ver que no quede nada. ¡Ya! Y en menos de siete segundos salimos del lugar.

 

-¿Vamos a Sargón?

-No, no, vayamos paralelos a Sargón por el espacio profundo, a velocidad ultralumínica. Ya les avisaré.

 

Me acerqué al alférez Astrid:

-Obviamente estarás nerviosa.

-No, mi capitana, más que nerviosa intrigada. ¿Qué puede drenar una energía tan poderosa?

-Eso lo estudiaremos en Sargón.

-Podríamos haber atacado, tenemos misiles protónicos, tenemos misiles desintegradores, misiles fotónicos.

-Alférez Astrid, si las defensas de esa nave están intactas o capaz sean mejores que las nuestras no le haríamos nada, lograríamos que contraataquen. Y ya teníamos casi debilitada del todo la capa exterior de energía protectora, una energía que siglos atrás podría resistir la más potente de las bombas nucleares. Hoy las armas han avanzado tanto, tanto, que hay misiles que pueden destruir hasta una pequeña luna. Teniente Almara...

-Mi capitana...

-A velocidad ultralumínica. Este crucero está capacitado parar curvar e ir a Sargón sin salir de velocidad ultralumínica. Ingenieros, ¡ahora! ¿Seguís grabando todo?

-Sí, mi capitana, a pesar de que nos alejamos del peligros todo quedó grabado.

-Bien, en Sargón lo estudiaremos.

 

Se acercó la teniente Almara:

-Mi capitana, ¿corrimos riesgo de vida?

-No necesariamente, pero hay casos donde un teniente o un capitán son vencidos por su propio ego y se empacan como una mula y piensan que van a vencer igual. Cuando se presentan casos así, y esta es la primera vez desde que comencé como alférez, que veo una nave que succiona energía de protección de otra nave, tenemos que contrarrestarlo. Esto es para hablar con...

-¿Con el comandante?

-No, teniente, esto es para hablar directamente con el ministro Will, el ministro total de la Federación Sargón, porque la cosa es grave.

-Mi capitana, tenemos quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares todos armados.

-Teniente, no se trata del número porque tampoco sabemos quiénes son ni cuántas naves tienen. Y aquí sí tengo un interrogante -agregué-, tengo que averiguar con el ministro Will quién estaba a cargo de esta nave que destruyeron porque también tenía doble capa protectora. Tenían que haber huido, si presentaron batalla eso fue lo que los perdió.

-Disculpe mi atrevimiento, capitana.

-Habla, habla con libertad, teniente Almara.

-En su valiosa hoja de servicios, capitana Kirana...

-Habla francamente.

-¿No es una mancha el haber huido?

-No, todo lo contrario, ¿para qué dejarnos destruir?, quizá traigamos información valiosa. Piensa eso, no todo es lucha, no todo es vencer, he sofocado rebeliones solamente hablando. Obviamente que no es ninguna mancha para mi hoja, yo creo que todo lo contrario.

 

Y así fue. Cuando llegamos a Sargón pedí audiencia con el ministro de la Federación Sargón, Will. Con él estaba Núbia, la viceministro reptiloide, una reptiloide muy sabia, muy inteligente.

Y ambos felicitaron mi decisión y dijeron ambos a la vez:

-Analizaremos todas las grabaciones. Mientras tanto pondremos a todos los sistemas estelares en alerta.

 

 


Sesión 18/04/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Blanca (Maradel)

Con las más altas personalidades de la Federación Sargón fue designada, con el capitán Alexis, para encontrar cómo la nave desaparecida podía haber sido destruida por completo. También deberían encontrar la manera de que el enemigo no pudiera repetir este ataque. Deberían mejorar las armas que tenían.

 

Sesión en MP3 (2.662 KB)

 

 

Entidad: Aún recordaba lo de la nave desconocida que drenaba la protección energética de los cruceros.

 

En este momento estábamos reunidos con el gran comandante Oberson. Me sorprendió que llegó el primer ministro de la Federación, Will, era raro que él se ocupara directamente del tema que fuese, pero era realmente importante. Era una enorme responsabilidad la mía, pues tenía que informar qué era lo que había sucedido.

Expliqué con lujo de detalles todo, cómo drenaban un campo energético que podía resistir hasta la mayor bomba de protones, y sin embargo lo drenaban. La prueba está que había una nave destruida por completo. Los lectores de nuestros holoordenadores no podían penetrar, un campo distinto de esa nave que no permitía ni siquiera ver si estaban cargadas sus armas, si tenían levantado su escudo. Nada. Nada.

Había grandes autoridades, algunas que no conocía, autoridades importantes, comandantes, comandante general, viceministro, ministro del sistema, almirantes, comandantes primero, y obviamente cerca de cuarenta capitanes y más de ochenta tenientes. Había algunos alférez.

 

Y en ese momento apareció el capitán Alexis, me causó una enorme impresión, alto, sereno, seguro de sí mismo. Y habló con el comandante, el gran comandante Oberson, como si fueran amigos de toda la vida.

El gran comandante habló con Will, el ministro de la Federación asintió con la cabeza y el capitán Alexis cogió el micrófono, en la gran sala había un montón de repetidores, y Alexis dijo:

-Para encontrar el poder de las armas de ese enemigo desconocido, primero tenemos que ver cuál es la vulnerabilidad de nuestros campos, porque nuestros escudos desde los comienzos resistían hasta las más poderosas bombas nucleares, luego se potenciaron resistiendo bomba de protones, bombas de fotones y hasta podían resistir el poder acercarnos orbitando una estrella sin que el campo de vida de la nave se neutralice resistiendo los miles de grados de la superficie de la estrella. Pero bien: ¿qué es lo que compone el escudo energético de nuestras naves? Una energía condensada. Bien. La mayoría de vosotros sabéis qué es una energía condensada, es una energía de baja vibración, una energía con la que se experimentó desde los comienzos cuando apenas Sargón hacía viajes espaciales en su propio sistema estelar. Antes de hacer viajes interestelares era imposible mantener un escudo con una energía de vibración baja, el problema era estabilizarla, hasta que se logró. Pasaron dos siglos, dos siglos, para que se estabilice y así y todo no daba garantía, podía resistir una bomba nuclear, pero si se lanzaban bombas de protones a naves automáticas, el campo se reducía en un veinte, en un treinta por ciento, una segunda bomba podía dejarlo inactivo y una tercera bomba destruía una nave, por supuesto una nave automática. Se tardó otro siglo más en perfeccionar el escudo energético imitando con un magnetismo especial las redes metálicas del orgón, uno de los materiales más duros de la galaxia. Un trabajo donde participaron todos, físicos, físicos cuánticos, físicos especializados en holoordenadores, que fueron los principales en dar los detalles hasta que finalmente se logró el mejor y mayor campo energético con un sobrecampo suplementario.

¿Hasta ahí me siguen? -Levanté la mano, el capitán Alexis me miró.

-Capitán, soy la capitana Kirana. -Me miró con un gesto simpático.

-He escuchado hablar de ti, capitana, tienes muy buenas referencias. Coméntame, por favor.

Le dije:

-Comparto todo lo que tú dices y podría agregar que tiene que ver con la estabilidad de la vibración.

-Acuerdo contigo, capitana Kirana.

Continué:

-Seguramente esa nave desconocida, lo que hace no es contrarrestar nuestros escudos drenándolos... -El capitán Alexis me miró y me dijo:

-Sé a dónde vas, sé a qué te refieres. Ellos lo que deben hacer es trabajar con lo mismo pero en sentido contrario, con una vibración condensada negativa. -Asentí con la cabeza.

-Así es capitán. -El gran comandante y el ministro Will nos miraban callados, asintiendo con la cabeza.

Habló Will, el ministro de la Federación:

-Capitanes, si entendí lo que ustedes están diciendo es de que contrarrestan nuestros campo energéticos, nuestros escudos protectores con una energía exactamente igual pero negativa. -Asentí.

-Sí, señor ministro. Por así decirlo, es la misma energía, pero de alguna manera con sus holoordenadores la modificaron para neutralizar nuestros escudos.

El capitán Alexis agregó:

-Entonces no es que tengan un arma especial o un rayo cuántico especial que penetre en nuestros escudos, no. Siglos perfeccionándolo contra cualquier arma, lo que hacen es tan sencillo que estaba tan a la vista que no todos lo podían captar. O sea, que son listos, son muy listos.

El gran comandante Oberson, quien era el director de la academia, exclamó:

-Pero vosotros dos por separado habéis llegado a la misma conclusión, capitana Kirana, capitán Alexis. Y tengo muy buena referencia de ambos, han sofocado rebeliones e incluso han pacificado mundos donde podía haber habido masacre de miles y miles de muertos, sin haber derramado una gota de sangre. Y ahora habéis llegado a esta conclusión. Bien. Pero esto no es todo, esto no es todo. -Se había dirigido a Will, el ministro de la Federación Sargón-: Señor ministro, recomiendo que ambos capitanes, Kirana y Alexis, tengan un grupo de los mejores técnicos de holoordenadores para ver de qué manera poder frenar esa energía negativa que vulnera nuestros escudos y los frena. Mi petición, señor ministro, es que apenas termine esta reunión, los capitanes se pongan a trabajar con los mejores técnicos. Mi petición también es que no tengamos un parte diario sino que tengamos un parte con cada avance. Mi idea es que se turnen para no agotarse; mientras uno de los capitanes descanse, el otro está con los técnicos y viceversa. En algún momento trabajarán juntos, intercambiarán ideas, porque tenemos una carrera contra reloj. Quizá no ataquen Sargón, pero estos enemigos a los que por ahora no conocemos pueden atacar otros mundos y apoderarse de los mismos. No me interesan las naves, señor ministro, me interesan las bajas humanas, cánidas, reptiloides, felinas, todas las razas que componen la Federación Sargón, todas.

Habló el ministro Will:

-A partir de ahora estamos en alerta roja. No se ve un conflicto bélico, pero piensen que sí, que lo tenemos encima. Así que a trabajar. -Cogió el mallete, golpeó su escritorio-. Se da por terminada la sesión y todos a trabajar. Irán dando partes a sus superiores, por último al gran comandante Oberson, quien a su vez me dará parte a mí. De no encontrarme a mí al ministro del sistema o a la viceministra de la Federación Sargón.

 

Era una enorme responsabilidad.

Me dirigí a hablar con el capitán Alexis, nos dimos la mano:

-Capitana Kirana, tenemos pensamiento similar, conclusiones similares, y eso es bueno. Sé que no vamos a dormir mucho, vamos a estar todo el tiempo trabajando, es el mayor riesgo desde que entré a la academia militar.

-Igual yo -respondí-. Así que convoquemos a los técnicos y pongamos, como se decía siglos atrás, manos a la obra, a trabajar de inmediato.

 


Sesión 08/05/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Blanca (Maradel)

La situación era urgente, podían suceder ataques de nuevo en mayor escala. Construyeron un arma definitiva. Tuvo una entrevista con los atacantes y percibió que el futuro iba a ser peor que lo que imaginaba y ejecutaron con efecto el arma definitiva. Luego se entrevistaron con los Langar.

 

Sesión en MP3 (3.373 KB)

 

 

Entidad: Los hechos se fueron precipitando, los técnicos, los holográficos, los cuánticos, todos trabajaron a conciencia dejando horas de sueño para trabajar de forma más rápida.

El Comandante dijo:

-No quiero que por dejar de dormir pierdan eficiencia, aquellos que se sientan cansados dejen lugar a otros. No quiero cantidad, quiero cien por ciento de eficiencia.

 

Y se logró. El capitán Alexis le dijo al Comandante:

-Hay algo más que he hablado con uno de los técnicos de holocomputación y lo he logrado llevar a cabo. Tener un arma más, suma.

El Comandante le dijo:

-Bien. Bien. ¿De qué se trata?

-Entiendo que todos nosotros estamos preparados en la parte de astrofísica, pero también en la parte de armas.

-Correcto. Continúa.

-Todos conocemos los rayos gama.

-Sí.

-Bien. Hemos logrado en un laboratorio, y ya está cien por ciento probado, un arma con rayos gama concentrados, de la misma manera que enviamos rayos de fotones concentrados y un casco energético como escudo que no esté preparado como el que tenemos nosotros no lo va a destruir, pero sí lo va a perforar.

-Bueno, manos a la obra.

 

Salimos con la tripulación, éramos doscientas personas.

Le dije a Alexis:

-Mira, tratemos de evitar muertes como hemos hecho siempre.

 

Esta vez el capitán Alexis me miró con unos ojos no complacientes, y me dijo:

-Kirana, en confianza, tómalo por intuición si quieres, pero no..., no confío, creo que esta raza es muchísimo más belicosa y peligrosa de lo que cualquier ser de Sargón se pudiera imaginar.

 

Recorrimos una décima parte del cuadrante que rodeaba a Sargón y avistamos una nave, y al lado había una nave más pequeña.

-Nos comunicamos, ¿te parece?

-Sí, correcto -dijo el capitán Alexis.

-Bien.

 

Di la orden de comunicación. Por la holopantalla se comunicaron. Cuando vi sus rostros sentí una especie de rechazo brutal. Y sentí como ira, pero conmigo, por sentir ese rechazo.

Como adivinando mi pensamiento el capitán Alexis me dijo, mirándome a los ojos:

-Niega que te causan rechazo. -Dije que no, que no lo negaba.

 

Habló el capitán Alexis con el traductor:

-Vosotros nos habéis atacado, ¿cuál es la causa?

Con una voz distinta, chillona, pero a su vez gutural el que estaba al mando respondió:

-Nosotros no atacamos, nosotros directamente conquistamos.

-¿A efecto de qué? -preguntó Alexis.

-Evidentemente sois una raza con un pensamiento demasiado básico.

Hablé yo:

-Explícate.

-Nosotros conquistamos, nosotros necesitamos abastecernos. Hay mundos y los hemos investigado a vosotros, tenéis cientos de sistemas estelares que pertenecen a vuestra federación y no lo ocultan, y tenéis tremendos, enormes depósitos de alimentos de los cuales carecemos nosotros.

Exclamé:

-Pero no tenemos problemas en compartir.

-Sois básicos, no entendéis. Cualquier planeta habitado por otros seres que no seamos nosotros consumen ese alimento, alimento que nos correspondería a nosotros.

Me molestó que me sacara de quicio y le digo:

-Disculpa, ese es un planeta ocupado por la Federación, no os corresponde.

-No, tenéis razón, hasta que os conquistemos.

-Discúlpame -pidió Alexis-. Mirad, al lado tenéis una nave auxiliar. Teniente, apunte con el supervacío. -Como de la nada la nave auxiliar de estos invasores desapareció-. Esto es lo que podemos hacer con vosotros. -Su rostro era tan difícil de captar para nosotros, verdaderamente eran como una raza avanzadísima de las básicas langostas que hay en algunos campos de algunos planetas.

-Esto que habéis hecho, humanos, lo pagaréis. Tenemos flotas en cientos de sistemas estelares. Esto fue una declaración de guerra.

-Disculpa -dije-, la declaración de guerra fue vuestra, destruyendo un crucero nuestro.

-Podemos conversar entre nosotros. Nos daréis uno de nuestros días de tiempo y nos volveremos a conectar.

-No hay problema -dijo ese ser por el holovisor-, pero no sirve de nada que retraséis lo inevitable, que es la conquista. Salvo que estéis evaluando rendiros y mudaros a mundos lo más alejados posibles dejando todos los alimentos para nosotros.

-Gracias -dijo Alexis-, en un día nuestro nos volvemos a conectar.

-¿Por qué has pedido ese tiempo? -pregunté.

-Kirana, he escuchado hablar de ellos.

-¿Quiénes son?

-Se llaman Langar, son depredadores, matan a toda la población de cada mundo, y al igual que estas básicas langostas devoran todo, cuando el mundo queda estéril lo abandonan y conquistan otro mundo.

-¿Y los habitantes?

-No les importa, los matan, directamente los matan. -Me quedé pálida.

 

Necesito aquí conmigo de esta tripulación a los tres más importantes que sepan de holoordenadores. Eso por un lado. Y preciso también quien sepa de genética, y que trabajen juntos. Yo les pasaré unos apuntes. Exactamente en veinticuatro horas yo quiero que tengáis esto preparado y esto y esto, estas variedades.

-Espero tener tiempo, capitán.

-No, yo quiero que lo hagan en menos de veinte horas, el resto es para poder prepararnos.

-¿Qué haces? -pregunté.

-Quiero estar preparado.

-Por lo que entiendo esto que les has dado como instrucción no tiene nada que ver con el rayo gama condensado.

-No, no nos sirve destruir una nave, no nos sirve para nada. -Me quedé pensativa.

 

Fuimos a superficie, el capitán Alexis pidió hablar con el primer ministro, Will.

Estuvieron como dos horas conversando y el capitán Alexis salió con un gesto durísimo.

-¿Qué le has planteado?

-Mi plan.

-Por tu rostro veo que no te lo ha aprobado.

-Sí me lo ha aprobado.

-¿Y por qué ese rostro duro?

-Por el plan que tengo. ¿Vienes?

-Vamos.

-Comemos directamente en el crucero, prácticamente no hay tiempo para descansar.

 

Pasaron las veinticuatro horas y de repente, hablando otra vez por el holoordenador, Alexis dijo:

-Lo hemos pensado bien. -Pero me pareció ver en el rostro del langar como un gesto triunfal. Alexis dio una señal y en ese momento vi que éramos teletransportados a la nave del langar.

Cuando llegamos allí digo:

-¡Qué has hecho! ¡Qué has hecho!

-Espera, cálmate. Cálmate, Kirana, por favor, cálmate.

 

El mismo ser que habíamos visto por el holovisor, verlo en persona... No sabía si eran tentáculos o patas, y ceceaba:

-Vaya que tenéis temeridad, en este momento podemos pulverizaros. Sé que tenéis un escudo, pero nuestras armas perforan ese escudo.

-No lo creo -dijo Alexis-, es un escudo doble, similar al de las naves. Estamos completamente cubiertos porque nuestra atmósfera es distinta a la vuestra.

-¿Qué habéis decidido?

-Decidimos no pactar, decidimos eliminarlos. -Hizo un gesto gutural que se podría transmitir al lenguaje humano como ¡Ah, ah, ah!, un gesto gutural. Lo tomé como una risa, pero la crueldad de su mirada era insoportable.

 

Lo tomé de la mano a Alexis:

-Explícate, ¿qué has hecho?

-Nada, simplemente le quería comunicar en persona que no solamente no pactamos sino que tampoco vamos a ir a ninguna batalla. Y no nos interesa conquistarlos, los vamos a exterminar.

 

-Vosotros acabáis con todas las especies solamente por conseguir comida cuando les sería mucho más fácil encontrar mundos deshabitados, sembrar, cosechar, respetar la vida marina, la vida terrestre, también hay animales de los cuales os podréis alimentar.

-Eres un humano tonto -le dijo el ser a Alexis-. Nosotros somos guerreros por naturaleza, vosotros sois agricultores, débiles, vulnerables, hechos exclusivamente para ser conquistados por nosotros. Ninguna raza de la galaxia se ha opuesto a nosotros, a los Langar, somos la raza más avanzada de esta galaxia y ya estamos conquistando mundos de la periferia y fabricando naves para ir a velocidad ultralumínica y ver otras galaxias, esta ya nos va a quedar chica.

-Está bien soñar. Tenéis tiempo de soñar porque los muertos no sueñan. Y ahora, sin vuestro permiso nos retiramos. ¡Ahora, teniente! -En ese momento me sentí teletransportada otra vez a nuestro crucero. Me toqué y ya no tenía la protección energética.

 

Me enojé, y de verdad que me reactivé mucho y lo empujé del pecho a Alexis, que se tambaleó:

-¿Estás loco? ¡Qué has hecho!

-Hablar.

-Pero todo eso lo podías haber hecho por el holovisor. ¿Quieres arriesgar tu vida?, arriésgala. ¿Por qué la mía?

-Mi querida Kirana, ¿desde cuándo eres cobarde?

Lo empujé de vuelta, estaba demasiado reactiva:

-Yo no soy cobarde, ¿pero por qué entregarnos así?, nos podían haber matado.

-Kirana, teníamos los trajes con el ultragrafeno energético.

-¿Cuál era la diferencia entre hablar por el holovisor a verlos en persona? ¿Qué querías hacer, darte a conocer, mostrarte? Eso es ego.

-No, Kirana, ya lo vas a entender.

-No.

 

-Teniente, lléveme la comida a mi habitación. Avisadme cuando bajemos a Sargón. -Lo miré a Alexis-: No digas nada, nada. -Estaba con una ira casi incontrolable.

-Kirana, ¿quieres que alguno de los tenientes te dé algún rayo calmante? -Me di vuelta con los brazos en jarra.

-¿Te burlas?, ¿de verdad te estás burlando? Pensé que eras una persona seria.

-No me estoy burlando, pero percibo tus latidos, están pasando de cien.

 

Me di vuelta y me marché a mi habitación. Estaba tan nerviosa que hasta quería golpear las paredes, pero me frenaba porque lo único que lograría sería lastimarme mis puños.

 

Vino la alférez Astrid.

-Disculpa, disculpa capitana Kirana, le he preparado un té con un pequeño calmante. -La miré con un gesto feroz, suspiré hondo y la abracé.

-Gracias, alférez. -Astrid estaba paralizada, que la capitana Kirana la abrace.

-¿Hice algo mal?

-No, no, está bien.

 

En tres o cuatro sorbos me tomé el té y me recosté en la camilla. Al rato me quedé dormida.

 


Sesión 09/05/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Blanca (Maradel)

Primero no entendía el alcance de las acciones que sucedieron, llevadas a cabo por el capitán Alexis, respecto al enemigo que había declarado la guerra a la Federación Sargón. Tampoco entendió por qué la superioridad lo retiraba de su cargo, si en realidad había salvado cientos de mundos. Después sí.

 

Sesión en MP3 (4.395 KB)

 

 

Entidad: Recibo una llamada por el holomóvil y me sorprendo, era Núbia, la reptiloide viceministro, la segunda autoridad más alta de la Federación Sargón  después de Will, viceministro.

-Cómo estás, capitana. Estás citada en una hora exacta a partir de este momento en el salón principal, el salón de decisiones.

Me quedé sorprendida, en el salón de decisiones:

-Sí, mi viceministro, allí estaré.

 

Cuando llegué lo vi al ministro Will, a Núbia, la viceministra, al Capitán Alexis, al teniente Morkan, a la alférez Lanardín, a la alférez Scarla, la felina, a la alférez Astrid, de Ferro, al reptiloide Fidis, que ya era oficial que era el novio de Núbia, la viceministra. Además estaban todos los profesores, los de genética, los de física cuántica, todos los que trabajaban con holoordenadores, todos los que trabajaban con material genético, todos los que trabajaban con trajes especiales y escudos con el supergrafeno energético, y otros profesores que trabajaban con algo que yo desconocía, una especie de transmisor que desconocía.

 

Habló la viceministra Núbia:

-Capitana Kirana... -Me puse de pie-. Tú has sido testigo de lo que pasó en este tiempo.

-¿Se refiere a lo que decidió hacer el capitán Alexis?

-Correcto. ¿Qué más sabes?

-Bueno, no entiendo lo que quiso hacer exponiendo nuestras vidas, porque de alguna manera es como que permitió que nos teletransportaran a la nave de esos seres, a los cuales rechazo, y no voy a retractarme.

La viceministra Núbia dijo:

-Argumenta el capitán Alexis que en ningún momento los puso en peligro porque estaban cubiertos sus cuerpos por un escudo energético individual.

-De todos modos lo hizo sin mi consentimiento. Y ambos somos capitanes, tendría que haberme consultado.

Siguió hablando la viceministra:

-El capitán argumenta que necesitaba que esa raza vea la sorpresa en su rostro, por eso no le dijo nada. ¿Está enterada de algo más?

-No -negué-. Luego de dio una orden y fuimos otra vez teletransportados a nuestra nave. Si me van a castigar por indisciplina, reconozco que perdí el control, lo empujé dos veces y, obviamente, eso es una agresión no a un superior, pero di un mal ejemplo ante los tenientes y ante los alféreces, lo cual reconozco que está mal de mi parte.

-¿Algo más?

-Me encerré en mi camarote y vino a traerme un té con un calmante la alférez Astrid. Y luego bajamos a superficie. Es todo de mi parte.

-Bien.

 

Habló en comandante general de la Academia:

-Veo que si la capitana Kirara no está enterada los voy a hacer enterar a todos vosotros, que sois los principales que ayudaron al capitán Alexis a planificar lo que ni siquiera nos planificó a nosotros, lo cual tendría que haber hecho. Distinto es que no le comunique a la capitana Kirana el efecto sorpresa a esta raza llamada Langar, pero no puede dejar de comunicarnos sus planes a nosotros. A mí, el comandante principal de la Academia y, obviamente, al ministro de la Federación Sargón, Will y a Núbia, la viceministra.

-Premiso para hablar -pedí.

-Adelante, capitana Kirana.

-¿Qué... que fue lo que hizo? Quisiéramos enterarnos. -El Comandante me hizo un gesto de que me siente, y continuó hablando.

-En complicidad con todos los genetistas aquí presentes, los expertos en holoordenadores, los expertos en trajes espaciales, los expertos en virología estudiaron el organismo de los Langar y seleccionaron tres tipos de virus mortales para esa raza. El dejarse teletransportar a ese crucero grande, langar, fue para esparcir esos virus que solamente afecta a esa raza. En su traje, aparte del telecomunicador espacial, tenía un aparato que parecía un micrófono y en realidad esparcía esos virus no solamente en el aire, en la atmósfera de la nave, sino a través de un transparent ray , un rayo transparente que envió directamente los virus a los diez teletransportadores del crucero langar. -El comandante hizo silencio.

 

Habló nada menos que el ministro de la Federación Sargón, Will:

-Los Langar son una especie realmente detestable porque no conquistan mundos por apetitos de poder, directamente eliminan a todo ser viviente interpretando que esos mundos son un inmenso granero para desbastarlo por completo. Cuando lo dejan sin un sólo alimento y sin una sola raíz y ya no tienen nada para comer dejan el mundo estéril, un mundo muerto. Y pasan al mundo siguiente. Nunca vimos una raza tan detestable. Pero eso no justifica el comportamiento del capitán Alexis; los langar, por costumbre se transportan de un crucero al otro o a distintos mundos por ellos conquistados, y las tres cepas virales se esparcen, como se decía en siglos anteriores, como reguero de pólvora.

 

Yo estaba pálida, verdaderamente no me sentía bien.

-Permiso para hablar. -La miré a la viceministra Núbia-. ¿Estamos hablando de que en este momento hay millones de langars contagiados por esas cepas virales?

-Capitana Kirana, estamos hablando de que en este momento hay miles de millones de langar muertos por esas cepas virales. Y como los ha cogido tan de sorpresa ellos mismos no están entendiendo sus muertes. Si alguno de los expertos en genética o en virología se diera cuenta de lo que está sucediendo, no sé si les daría tiempo a sacar las vacunas correspondientes para salvar vidas. Le dejo paso a mi superior, al ministro Will.

 

Habló Will:

-En este momento lo estamos calculando con holo ordenadores, hay cientos de cruceros langar en este cuadrante sin señales de vida, escaneamos con aparatos especiales algunos planetas conquistados por langar y hay millones de seres con vida, humanos, felinos, reptiloides, cánidos, pero no langar. Los mismos habitantes que estaban a punto de exterminados se sorprendidos al ver que los langar enfermaban y en horas, ¡en horas!, caían muertos. Lo que ha hecho el capitán Alexis es un magnicidio, su intención fue exterminar una raza de miles y miles de millones de seres. El doctor Torrens tiene algo que decir.

-Los saludo a todos vosotros, soy el doctor Torrens abogado de mi defendido, el capitán Alexis. Mi defendido argumenta que lo que hizo fue salvar mil veces más vidas de las que haya exterminado porque los Langar no iban a parar hasta conquistar toda la galaxia, y en su mente tan estrecha, que sólo daba cabida a un ego incoherente, les dictaba que era servil sembrar, cosechar, criar animales, criar criaturas en el mar para poder abastecerse en cuanto a comida. No. Ellos directamente eliminaban a sus habitantes y tenían toda la comida del mundo para ellos. Cuando esa comida se acababa abandonaban ese mundo para conquistar otro. Lo que hizo el capitán Alexis no fue un magnicidio, yo creo que ha salvado a la galaxia de esa raza tan perniciosa. Es cuanto, estimado ministro Will, estimada viceministro Núbia.

 

El ministro Will se dirigió directamente al capitán Alexis.

-¿Tiene algo más que agregar?

-Sí, ministro. Lo que yo hice es utilizar el sentido común, podrán acusarme de magnicidio, reconozco que legalmente la palabra cabe, pero tengo la justificación, he salvado miles de mundos.

El ministro estaba enardecido:

-¿Salvar miles de mundos a costa de matar una raza entera?, los podíamos haber vencido. Usted mismo, capitán, ha ideado la doble capa de escudo con una capa intermedia con un grafeno energético, ha ideado el rayo gama condensado que perfora cualquier escudo, obviamente no el nuestro...

-Con todo respeto, ministro, ¿usted piensa que no hubiera habido represalias en otros mundos? La Federación Sargón en este momento tiene tantos escudos como armamento para poder vencer a la raza Langar, pero hay miles de millones de langar en otros sistemas que se hubieran desquitado con razas indefensas que no tienen nuestra tecnología y hubieran muerto miles de millones de gente inocente. No, lo que yo hice fue salvar vidas de gente inocente y yo no he exterminado una raza, he exterminado una plaga.

-Suspendemos la sesión hasta mañana. -Golpeó con el mallete.

 

Salimos todos y le pregunté en confianza a Núbia, la viceministro:

-¿El capitán Alexis queda detenido?

-Queda confinado en la base, no detenido, está confinado. Todavía no hay una acusación.

 

Al día siguiente se abrió nuevamente la sesión. Habló el ministro Will:

-Capitán Alexis, no va a ser degradado, directamente se lo expulsa de la Federación en cuanto a la parte militar. Podrá trabajar de civil en cualquier empresa que lo quiera contratar, pero no aquí en Sargón. Aquí en Sargón, por ahora, no. Estuvimos deliberando las altas autoridades y será enviado a Ferro, el recordado mundo de la rebelión de Airan. Allí podrá encontrar un empleo, pero ya no será militar ni tendrá nada que ver con la academia espacial. No se le quitará el permiso de manejar naves, pero será un civil. Y esto es a partir de ahora. -Golpeó con el mallete-. Será transportado al espaciopuerto y llevado en una nave a Ferro. Tendrá tiempo de sacar de su apartamento sus bienes, sus créditos, nadie le quitará lo ganado hasta ahora. Y no podrá portar su traje, tendrá que usar ropa de civil. Si alguno de los presentes quiere viajar a Ferro a contactarse con su persona puede hacerlo, está exiliado pero no hay ningún problema que pueda contactarse con los demás.

 

Levantó la mano el teniente Morkan:

-Estimado ministro Will, tengo una relación de amistad con el capitán Alexis, él prácticamente me enseñó todo lo que sé, ¿no hay ningún problema de que yo pueda visitarlo a Ferro asiduamente?

-No, por supuesto que no, en tanto y en cuanto no haya una misión de por medio para usted.

-Entendido, mi primer ministro.

 

Yo estaba pálida no dije nada, por dentro me daba pena la situación de Alexis.

Me puse a pensar fríamente, detenidamente la situación y tenía razón, los langar no iba a parar hasta exterminar a la mayor parte de las razas de la galaxia salvo las que se podían defender, como nosotros, la Federación Sargón, o los Antiguos. No sé si había otra raza poderosa para oponerse a los langar. A partir de la decisión de un sólo hombre, de un sólo hombre una raza dejó de ser, pero como dijo Alexis "Yo lo que hice fue exterminar una plaga".

Y estaba otra vez molesta conmigo misma porque tenía muchas dudas, muchas dudas: ¿Alexis era un magnicida o era una víctima de las circunstancias?, ¿lo que hizo fue correcto? No tengo dudas que si lo hubiera consultado con el comandante de la academia, con la viceministra o el primer ministro se hubieran negado. Y hasta pensé que el negarse es estar estructurado. Y una de las cosas que yo aprendí es a no ser estructurada en mis decisiones, en dejarme llevar por mi intuición, obviamente con cuidado sin darme de cabeza con la pared. Pero finalmente entendí que lo que hizo Alexis fue algo planificado para salvar vidas inocentes. Entiendo que las altas autoridades lo entendieron de esa manera, de lo contrario hubiera estado encarcelado de por vida. En Ferro podía iniciar una nueva vida, pero no es lo mismo.

 

Muchas veces me decía, en confianza: "Kirana, he leído mucho de historia, la gran saga de Askardín contra la rebelión Airan, quisiera destacarme en ello, pero no a través de la violencia sino como hice hasta ahora, sofocando rebeliones, evitando todo tipo de muertes". Y de repente extermina una raza. O acaba con una plaga.

 

Lo comenté con los presentes, con el teniente Morkan, con la alférez Lanardín, con la felina, la alférez Scarla, con la alférez Astrid.

Y les comenté mi pensamiento:

-¿Fue un magnicidio o acabó con una plaga y salvó a la galaxia? Pensadlo, pensadlo detenidamente. Es el ser humano que ha acabado con más seres en toda la historia de la Federación Sargón.

Pero busquemos el mapa estelar, busquemos en nuestros holoordenadores las distintas razas, ¿cuántas razas, cuántos seres habitan esta galaxia?

Y si hacemos cuentas, si bien los langar se fueron multiplicando y multiplicando y multiplicando, la población galáctica supera por un millón a uno a los langar, sacad conclusiones entonces.

Esto está grabado y esto también lo dejo a disposición del comandante general de la Academia, del ministro Will y la viceministro Núbia.

 

Gracias a todos por permitirme explayarme.