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Psicoauditación - Edgar Martínez |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión del 27/05/2011 Sol III, Marc Sesión del 31/05/2011 Psicoauditación Sesión del 23/08/2011 Psicoauditación Sesión del 06/03/2012 Psicoauditación Sesión del 02/10/2013 Aldebarán IV, Aranet Sesión del 16/10/2014 Aldebarán IV, Aranet Sesión del 10/11/2014 Psicoauditación Sesión del 11/11/2014 Psicoauditación Sesión del 06/01/2015 Preguntas a Johnakan Ur-El Sesión del 03/03/2015 Aldebarán IV, Aranet Sesión del 10/03/2015 Aldebarán IV, Aranet
Sesión 27/5/11 De joven quedó tullido y vivía amargado. Un amigo le ayudó a ver que había otros en peores condiciones que él y seguían adelante. Dejó de percibir su dolor cuando reparó en el dolor de los demás. Entendió que todos somos importantes. Pudo hacer una vida feliz.
. Jorge Olguín: Estamos reunidos. Intenciono canalizar al thetán o yo superior de Edgar, esperando que relate alguna vivencia pasada que le haya provocado emoción dolorosa o haya sido causal de implantes engrámicos. Comenzamos.
Interlocutor: ¿Ya estás incorporado? Entidad: Si. Estoy gustoso nuevamente hablando a través de este receptáculo. Por otro lado con temor de repasar distintas vivencias porque siento que, a veces, el remover recuerdos me producen malestar. Yo sé que vosotros decís que repasando un incidente queda solamente el recuerdo neutro pero mientras se vive, mientras nuestra memoria lo relata, es bastante difícil... Interlocutor: El sufrimiento. Entidad: Tremendo. Encarné durante poquitos años, años antes de lo que se llamaría la Revolución Francesa. Yo estaba en la parte sur, lejos de París, por debajo de Toulouse, en una zona cercana a lo que es Andorra que se llama Carcassonne. Yo vivía en la región de Carcassonne, en Francia, y me llamaba Marc Belanch. De pequeño siempre me gustó jugar a los mosqueteros. Era algo que todo chico sueña, como que era el campeón en florete, el campeón en esgrima. Pero fuimos a una casa derruida y de pequeño pisé un hierro oxidado que me traspasó mi calzado y me cogió una tremenda infección. Interlocutor: ¿Gangrena? Entidad: Estuve meses -¡meses!- en un camastro con altísima fiebre, con doctores trabajando sobre mí hasta que pude estar bien. Habían pasado 88 días hasta que recuperé la conciencia. Me quise levantar y mis padres no me dejaron, movía las manos y los dedos de los pies y veía que estaba todo en su lugar; estaba bien. No me dolía la planta del pie izquierdo pero sí sentía los dedos y cuando voy a tocarme me toco unas vendas pero las vendas no tenían la forma del pie. Me miro y había como un muñón. ¡Me habían cortado el pie! ¡Me habían cortado el pie! Llamé gritando a padre y me dijo: -Tenías el pie negro y el médico dijo que ibas a perder la vida y nos dio a elegir. -Pero, ¿y mi esgrima? Y ahora, ¿cómo voy a hacer? -¡Estás vivo! -¿Estoy vivo? ¿Estoy vivo así? No quise hablar con nadie, no quise comer, me encerré en mi habitación. Estar cojo quizás es peor que estar manco porque te cortan la mano izquierda y escribes con la derecha, manejas la espada con la derecha pero si te cortan el pie a la altura del tobillo... Interlocutor: Pierdes la movilidad de caminar. Entidad: No podía hacer nada. Me armaron una especie de andador con una madera pero fíjate qué gracioso que en lugar de preocuparme porque estaba tullido, se podría decir, me preocupaba que mis amigos y que las damas no me vieran con ese armatoste de madera y apoyándome en un bastón para poder caminar, siendo un joven. O sea, que pesaba más mi sentido del ridículo que el problema real. Me transformé en un huraño de malos modos. Una vez, un joven, Darteau, que era un espadachín ya de 25 años que venía del norte, de Paris, me dice: -He visto tus malos modos. -Igual no puedo hacer nada, no tengo cómo defenderme, si es que quieres limpiar tu honor. -No-me dijo Darteau-, directamente te digo que eres un cretino. Me llevó en un carro y le dijo a mis padres que él iba a cuidar de mí. -¿Adónde vamos? -Tú no te preocupes. Me llevó un poquito al noroeste, hasta un lugar llamado Toulouse, y allí me dice: -Ven, vamos a esta taberna. En la taberna había un tal Luc Devan, que era el dueño. -¿Dónde está? -Allí, sentado. Y nos acercamos. Me daba vergüenza andar con ese armatoste de madera para poder caminar. Y, cuando me acerco, veo que a ese Luc Devan le faltaban las dos piernas. Era un hombre grande, de 45 años. Pregunté: -¿Qué le pasó? Dice que a sus dieciséis años había sido arrollado por un carro grande tirado por cuatro caballos y así quedó. Prácticamente le faltaban las dos piernas desde arriba de la rodilla, o sea, que tenía medio muslo en ambas piernas. Le habían improvisado una especie de carro con ruedas debajo. ¡Vaya a saber cómo se lo hicieron! Y él se arrastraba con las manos y lo ayudaban a subirse a un banco. Vivía contento; no se quejaba de su vida. Le pregunté al espadachín: -¿Qué me quieres demostrar, que hay alguien que está peor que yo? -En parte -me dijo- pero en parte te quiero demostrar que siempre va haber alguien que esté peor. -Y a mí qué me importa. ¿El que él esté así y esté contento va hacer que yo baile en una pata? -No -me dijo- y tampoco se trata de resignarnos; se trata de tener la aceptación. -Pero, disculpa, ¿la aceptación no es resignarnos? -¡No! Resignarse es dejarse estar, es decir "es lo que me tocó". -Perdón, ¿y aceptar no es decir "es lo que me tocó"? -No, aceptar es entender la situación, sacar partido de ella y luchar en consecuencia. Interlocutor: Sabias palabras. Entidad: -Y perdón -le pregunté-, ¿el duelo de esta taberna en qué lucha? -Él es feliz, gana dinero, es querido, tiene esposa... -¡Perdón! ¿La esposa acepta "esto"? -¿Por qué hablas con tanto desprecio? -me dijo-. O sea, ¿tú no piensas que te pueden amar? -¡A mí! Como estoy así. ¡A mí! -Pero no te falta nada; te falta un pedazo de pie. Al hombre le faltan las dos piernas. Eres injusto con la vida. -¿Yo soy injusto? -Podrías estar muerto. -Y que perdía. Yo quería ser espadachín, como eres tú. -Pero hay mil cosas que puedes hacer. ¿Sabes leer? -Por supuesto. Sé leer y escribir desde pequeño, sé trabajar con cuero, sé trabajar con telas. Hasta pinto. -Te das cuenta -me dijo- de todo lo que puedes hacer y te quejas de la vida. Hay gente que está perfectamente sana y de repente lo matan con una flecha en la espalda o mujeres que son violadas en los distintos campos o personas que mueren a manos de los religiosos. -¿Y tú que llevas esa cruz en tu pecho hablas de los religiosos? -¿Qué tiene que ver? Yo creo en el Señor pero sé que hay muchos religiosos que son hijos de mala madre pero tú te quejas de lo que te ha tocado en suerte. -¿Pretendes que esté feliz? -No, te traje aquí para mostrarte... ¡Mira aquél! Miré para allí y había un señor gordo. Le faltaba todo el brazo izquierdo. -¿Qué le pasó? -En batalla le cortaron directamente el brazo. Tiene tres hijos, tiene una tienda, es feliz. -Bueno, ahora vamos hacer una apología de los tullidos -le dije irónicamente. -No se trata de hacer apología de nada; se trata de aceptar lo que somos. Hay personas que no quieren envejecer. Mira a ese señor, tiene 65 años. Vi un viejo de barba blanca que apenas podía caminar y de repente veo que tenía al costado una cantimplora y tomaba y largaba una carcajada. -¡Está loco! -No, no está loco, es feliz. -¿Feliz? Si está más en el otro mundo que en este; apenas puede caminar. -Pero es feliz. Es feliz porque ha dejado frutos; tiene gente que lo quiere, tiene nietos. -No me interesa tu consuelo. O sea, el viejo, aquel de la guerra, el de la taberna, el que le faltan las piernas, ¿eso va a hacer crecer mi pie? -No, tampoco puedo curar tu tozudez, tu tontería, tu manera de ver la vida. Tienes a tus padres, te quieren y vas a encontrar a una mujer que te quiera. ¿Qué tiene que ver un pie? Supón que tú te enamoras de una mujer y esa mujer, por una enfermedad, pierde una mano. ¿La dejarías de querer? -No, lo que pasa es que soy muy joven para hablar de temas de la vida. -Pero, aún siendo joven como tú eres, no entiendes que Dios no es ni justo ni injusto. Dios nos trajo a este mundo para que aprendamos cosas. -Para que aprendamos a sufrir -le dije. -Para que aprendamos a sufrir, a reír, a gozar, a llorar, a entender. -¿Y qué opinas de los que pierden familia en la guerra? -La guerra no es buena. Si fuera por mí y yo pudiera hacer un decreto, en toda Francia no tendría que haber intereses creados. Interlocutor: ¿Puedo hacer una pregunta? Tú, como thetán, ¿te das cuenta que tú 10% estaba en un rol de víctima? Como thetán te lo estoy preguntando. Entidad: Entendía que estaba mitad en un rol de víctima y mitad como que su rencor por la vida, porque lo que le había tocado le obnubilaba la razón y entonces es como que sentía que esa vida física no tenía sentido y que todo lo que le decía el espadachín era como para conformarlo. Lo que no entendía era por qué ese espadachín se tomaba el trabajo -si él era insignificante y el otro era un espadachín de renombre- de llevarlo a otro pueblo, a Toulouse. Lo sacó de Carcassonne. ¿Por qué ese trabajo? Y se lo preguntó. El hombre le dijo: -Tuve un hermano como tú, muy parecido a ti, que le cogió una fiebre muy alta y murió a los pocos días. No tuvo la suerte que has tenido tú, que solamente has perdido un pie. Él perdió la vida y yo lo amaba; era parte de mi vida, era parte de mi ser. A ti no te conozco. Simplemente yo recorro poblados y escuché un comentario de lo que te pasaba y traté de ser útil. Interlocutor: ¿Cómo te estás sintiendo con respecto a este incidente? Entidad: Me siento bien de que una persona de importancia que viene de Paris se haya fijado en mí. Empecé a entender en ese momento de que todos somos importantes, empecé a entender en ese momento que no importa, es decir, sí importa si te pasa algo pero hay cosas mucho más graves. Lo que pasa es que cada uno le da importancia a lo que le pasa a uno; no le da importancia a lo que le pasa al otro. Interlocutor: Está bien, pero ahora la pregunta va dirigida como thetán con respecto a esa vida. Entidad: No tengo cargas. Me siento bien con respecto a ese episodio. Pero en ese momento me dio a entender que mi 10% se parecía a esos espíritus de la octava esfera, donde cada uno ve su propio dolor y salen de ahí cuando comprenden y empiezan a percibir el dolor del otro y a preocuparse por el otro. Entonces es como que mi 10%, en ese momento, hizo un 'clic' en su mente y miró de otra manera al señor de la posada al que le faltaban las piernas, al viejo que tomaba de la cantimplora, al hombre que había perdido el brazo en batalla. Rompió en llanto y se abrazó con el famoso espadachín. Volvió a Carcassonne, conoció una joven, una joven que lo que menos le interesó fue la falta de su pie. Con el tiempo le armaron una estructura de madera mejor -para la época era mucho, pues no existían implantes como hoy- y pudo hacer una vida feliz. Me siento espléndido y mi temor era transmitir a mi 10%, Edgar, malestar, incomodidad, y gracias por haberme permitido descargar esto. Interlocutor: Gracias a ti por haber estado aquí.
Sesión 31/5/11 Las entidades que se presentaron confirmaron que cualquier acción es susceptible de ser Servicio, hasta las que no tienen relación directa con el prójimo, como pueden ser las investigaciones científicas en genética, física y otras. Tan Servicio es ayudar a uno, personalmente, dedicándose a él, que a muchos, impersonalmente, a través de un descubrimiento determinante para la humanidad.
. Jorge Olguín: Vamos a canalizar a una entidad guía para que directamente toque el tema sobre si la ciencia se puede aplicar a lo espiritual o cualquier materia técnica puede ser útil para el servicio en el plano físico.
Interlocutor: ¿Ya estás incorporado? Ruanel: Sí. Interlocutor: ¿Quién está presente? Ruanel: Ruanel. Interlocutor: Bueno, aquí, usted va a tener que dar unas respuestas o indicaciones. Ruanel: Voy a dar respuestas y de una manera entendible. Todo ser encarnado que tiene inquietud de estar en el Camino o que ya está en el mismo siempre trata de hacer algo útil para sí mismo o para los demás. Pero, como tú sabes, yo trato de no dar vueltas, soy directo. En el plano físico tenéis que comer, ganar dinero, mantener una familia, hacer un buen curso, tener un buen trabajo en lo posible, dentro de lo que la sociedad te permita, dentro de lo que el entorno te permita. Ahora bien, cuando tú estudias una carrera que puede ser astrofísica, física cuántica, genética, informática, lo que fuera, ¿cómo lo puedes aplicar en función de Servicio? Es muy sencillo: lo aplicas en función de Servicio dentro de tus conocimientos, dentro de lo que tú sabes hacer, dentro de lo que tú puedes intentar para con el otro. Primero debes estar sólido contigo mismo, esto es, como dice el Maestro Johnakan, "ponerte de pie". Una vez estando de pie, fuerte, firme sobre tus bases, recién ahí puedes tender una mano a los demás. Ahora bien, en el plano físico tenemos que ser prácticos. Entonces si yo de repente, encarnado, estudio física o estudio astrofísica o informática, ¿cómo puedo ayudar a los demás puntualmente? Puntualmente no, seguramente no puedo ayudar individualmente con mi estudio, voy a ayudar a nivel generalizado. Esto es, si yo, con mi adelanto, en la materia que estudio, en la materia que voy progresando dentro de mi labor hago un descubrimiento eso va a ayudar a muchos. Entonces no es que yo ayude puntualmente a una persona con mi tarea, voy a ayudar en general y eso no es algo desdeñable para nada, es algo que verdaderamente le sirve a muchos. A veces, en el plano físico, por más que estemos en el camino tenemos como una cierta dosis de ego, si se entiende. Quizá tú subes tu escala tonal si ayudas a una persona puntualmente, como tú que ayudas a un pequeño grupo de jóvenes, muy bien, entonces la ayuda que tú prestas es tangible. Ahora, si alguien mediante un descubrimiento ayuda a cientos o a miles quizá su satisfacción sea no tan corporizada como si ayudara a uno, siendo que la ayuda que da aquel que hace un descubrimiento es absolutamente potenciada. Pero como no ves, como no percibes a quien prestas esa ayuda, si bien tienes una satisfacción por el deber cumplido, como decís vosotros en el plano físico... Interlocutor: No es tan acendrada como cuando ayudas directamente a una persona. Ruanel: Correcto, pero eso tiene que ver con roles de ego. Eso, lamentablemente, tiene que ver con roles de ego porque el rol del ego no le importa ayudar o no ayudar. Pero si ese ser encarnado ayuda, el rol del ego necesita la felicitación o por lo menos el ver el rostro de satisfacción del otro y cuando ayudas a una multitud no lo ves, entonces tiene que ver con tu ego. Yo soy directo y no sé si otro Maestro lo diría eso. Entonces, quien pregunta de qué manera se puede combinar estudiar una ciencia con el Servicio mi respuesta es justamente cuanto más se profundice sobre determinada ciencia, sobre determinada técnica y se vean resultados tangibles eso va a ser útil para muchos, para muchísima gente, pero quizá el sabor de percibir, egoicamente, la satisfacción de quien está siendo uso de ese descubrimiento que yo hice, hipotéticamente yo, encarnado, no lo voy a tener ayudando una multitud. Interlocutor: Hay una cuestión también que es el acuse de recibo, que usted tanto ha hablado de eso. Hay casi una necesidad para la cordura de la persona, de alguna manera, de recibir un acuse de recibo, es como si casi nadie te contesta los correos. Ruanel: Claro, pero fíjate. Vamos a separar. El propio Maestro Johnakan, a través de este receptáculo que gentilmente me alberga, ha profundizado sobre el tema del acuse de recibo explicando -y no está de más explicarlo nuevamente- que incluso le sirve a la gente que lea esta sesión. Si tú estás en busca de un trabajo o estás en busca de una respuesta amorosa o has llenado un formulario o solicitud o aplicación -depende en la región dónde vivas- tú necesitas urgente la respuesta, necesitas el "Sí" pero si hay un "No" ya dejas de estar pendiente y te tranquilizas. El "No" en muchos casos no es que te baje de escala tonal, al contrario, ese "No" momentáneamente te va a dar una armonía que no tenías. Lo que te va a quitar de la armonía es el "Ni". El "Ni" significa lo incierto. Entonces, en ese caso sí necesitas acuse de recibo de la misma manera que cuando envías un e-mail -no a miles de personas porque en ese caso lo que estás mandando es una cadena y seguramente no te van a responder porque es algo generalizado-, si tú puntualmente tienes una persona que te tiene que dar una respuesta por una decisión a tomar, por un trabajo a efectuar ahí sí necesitas la respuesta porque el "Ni" te va a desorganizar tu psiquis. Pero en el caso de que yo encarnado logre un descubrimiento o a través de mi tarea ayude a muchos, si yo busco un acuse de recibo de esos muchos, que pueden cientos o miles o veinte, es ego. Es egoico porque ahí estoy buscando reconocimiento. Es distinto del caso que nombré antes, donde tú estás buscando una respuesta amorosa o estás buscando una respuesta a un trabajo que haces de todo para ver si te lo aprueban o no o un presupuesto que has mandado que compite con dos presupuestos más a ver si eligen tu trabajo o no y mientras tú tienes la incertidumbre te carcomen los nervios y esto hasta te puede causar distres, que es el estrés malo, pero es un ego cara el reconocimiento. ¿Se entiende la diferencia? Interlocutor: Sí. Ruanel: Entonces, volviendo al tema principal, al tema original de esta pequeña sesión guía: ¿Cómo puedes compaginar, cómo puedes encuadrar o encajar las piezas en un estudio o tarea a desarrollar en ciencia, en física, en informática, en genética, en lo que fuera con el Servicio a los demás? Y la respuesta es simple: que el árbol no te impida ver el bosque, es decir, haciéndolo, llevándolo a cabo. Cuando llevas a cabo tu tarea de manera honrada, honesta y quizá con esa tarea logres advertir algo puntual que otros no han advertido, con esto ya estás ayudando a muchísimos. Interlocutor: Recuerdo lo que usted decía: "Sé siempre profesional". No sé si se aplica a este caso también. Ruanel: Totalmente, totalmente se aplica. Interlocutor: Y ya con eso, siendo profesional, eso es ya estar cumpliendo. Ruanel: No solamente eso sino que siendo profesional tú no buscas el reconocimiento porque un profesional que se precie como tal no tiene por qué tener ego porque directamente -y aquí es una frase remanida mundana muy conocida- "basta con la satisfacción del deber cumplido". Es una frase mundana pero que está bien repetirla en este momento. Y dejo paso al Maestro Johnakan que va a hacer una breve exposición, muy breve para no agotar a su propio 10%. Interlocutor: Está bien. Hasta luego Maestro. Ruanel: Hasta luego. ... Interlocutor: Johnakan, ¿estás incorporado? Johnakan: Querido hermano, es muy breve lo que voy a decir, muy breve. Sé que cada ser tiene anhelo de triunfar en el plano físico en lo que desea, no solamente triunfar en el aspecto económico sino también lograr triunfar en el aspecto amoroso, en el aspecto familiar, y no basta solamente lo económico sino que pueda llegar a cumplir una labor que le sea satisfactoria. Sucede que en la mayoría de los casos no es así. Siempre va a haber -porque, como dije muchísimas veces, "el plano físico es un pozo gravitatorio"- quizás estés bien en lo laboral y estés regular en lo afectivo, quizás estés bien en lo afectivo, bien en lo laboral, bien en lo económico pero quizá no sea la tarea que te gusta. Siempre puede haber un "pero". La clave, de alguna manera, es -y que lo dije muchas veces con respecto a esa frase que le dije a mi 10%: "La meta es la búsqueda"- tratar de llevar a cabo el recorrido de la mejor manera posible, transmitiendo la mejor vibración posible a ti mismo y a los demás. Cuando tú transmites una buena vibración en todo lo que emprendes, en todo lo que haces, aunque te cueste lograr el descubrimiento de tu vida porque hay gente que pasa sin pena ni gloria y no dicho de manera peyorativa para nada porque amo al prójimo, amo al prójimo como me explicó mi Maestro "Debes amar a tú prójimo como a ti mismo", yo diría, y no es por corregir al Maestro, que primero debes amarte a ti mismo para después amar a tu prójimo porque no puedes amar a tu prójimo si tú no te amas. Y no es una corrección a mi Maestro sino que es un agregado a lo que dice el querido Maestro Ien-El. Entonces, voy a tocar el mismo tema que tocó Ruanel. Cuando tú emprendes un estudio, una labor a nivel científico y buscas aplicarlo a nivel de servicio el hecho de que le prestes amor a esa tarea ya va a haber un logro y ese logro va a ser el Servicio a los demás. Es así de simple, querido hermano, y gracias por permitirme este pequeño diálogo. Hasta todo momento, querido hermano. Interlocutor: Hasta luego Johnakan.
Sesión 23/8/11
Habló sobre su situación como thetán. Los roles producidos por la encarnación le han hecho descender de nivel. Ha tenido relativamente pocas encarnaciones pese a su larga vida como espíritu. Destacó una vida como músico, aunque no llegó a trascender, como tantos otros. Entonó una composición desconocida, que se reconoció como sin duda importante si se hubiera difundido. También otra vida presidida por la melancolía que él mismo potenciaba, especialmente con música. Respondió algunas preguntas de su 10%, orientándolo a razonar más sin dejarse vencer por impulsos, ser franco y diplomático en su relación, etc. Al finalizar Jorge expresó su sentimiento de compasión hacia tantos artistas que no han tenido reconocimiento pese a sus logros.
. Interlocutor: ¿Ya estás incorporado? Entidad: Sí, estoy incorporado. Interlocutor: Bien, ya sabes que hay unas cuantas preguntas para hacer. ¿Quieres decir algo? Entidad: Me siento, quizá, como diríais vosotros en el plano físico, algo intranquilo. Interlocutor: ¿Por qué? Entidad: Porque a veces en el plano físico somos duales, duales significa como que sabemos que podemos cometer un error, y en ese momento, impulsados por nuestro propio ego no es que no nos importe sino es que optamos por elegir quizás un camino erróneo, y una vez satisfecho ese impulso llega el arrepentimiento y uno se siente molesto, como thetán, y también la parte encarnada se siente molesta en el sentido de haberse dejado ganar por esos impulsos, es eso lo que quería decir. Vamos a las preguntas. Interlocutor: La primera es: ¿Cuál fue la razón de elegir vivir en Méjico, particularmente en esta situación y esta familia?, como diríamos, "elegir este paquete". Entidad: Bueno, es una prueba. O sea, yo como entidad espiritual me hago cargo, como decís vosotros, de haber elegido región, familia, situación, época, todo. Me hago cargo, es una prueba a rendir. Tú, de repente, ves un alumno que tiene miedo de rendir un examen y le ruega a ese Dios de él "Por favor, que tomen la materia más fácil", y hay otros que dicen "No, quiero la materia más difícil para aprobarme y sacármela de encima lo más rápido posible". Interlocutor: O sea, ¿esa fue la decisión de elegir Méjico? Entidad: A nivel espiritual sí, y aclaro que no estoy arrepentido. Interlocutor: Está bien, esta claro. -¿En qué nivel estaba antes de encarnar en esta vida como Edgar? ¿Hice bajar de nivel a mi thetán por roles de ego? Entidad: Estaba en el 4.1 y estoy en el 3.7. Interlocutor: ¿Y a qué se debió el descenso? Entidad: Por roles del ego, obviamente. O sea que mi propio 10%, de alguna manera, influyó sobre mí como espíritu puro y descendí de nivel. De todas maneras, para información de mi 10%, los maestros de Luz, al plano 3 no lo llaman más plano del error sino plano de la recuperación o de la superación, porque es un plano donde no hay crueldad sino que hay incertidumbres, a veces incomprensiones. Interlocutor: ¿Cuántas vidas ha vivido, cuantas como varón, cuánto tiempo de existir tienes como espíritu en años terrestres?, esa es la pregunta. Entidad: En realidad soy un espíritu muy antiguo, tengo exactamente 1.044 millones de años, años terrestres. Que en realidad 1.044 millones comparados con la creación... Interlocutor: No son nada. Entidad: No, porque la creación tiene un poco menos de 14.000 millones, no soy un espíritu joven tampoco, hay espíritus de un millón de años. Interlocutor: Claro, obvio. ¿Cuántas vidas has vivido? Entidad: Pocas, no he encarnado tantas veces. Interlocutor: ¿Hay un número preciso? Entidad: Sí, hay un número preciso, 1.099 vidas. Interlocutor: ¿No son muchas? Entidad: No, en realidad comparado con la edad del espíritu, no son muchas, son 1.000 exactas como masculino y 99 como femenino. Interlocutor: ¿Hay alguna razón de elegir? Entidad: No, directamente me pareció más cómodo encarnar como masculino en los distintos mundos. En Sol III no he encarnado tanto, he encarnado solamente 55 veces. Interlocutor: Esta bien, la pregunta está respondida, ¿No? Entidad: Sí. Interlocutor: ¿En qué vida se desarrolló la habilidad para interpretar música? Entidad: En Sol III. En una vida en Italia. Interlocutor: ¿En qué época? Entidad: Exactamente en el siglo XVI. Interlocutor: Ubícame con un músico famoso de la época, ¿Vivaldi? Entidad: No, no tenía, digamos, un ejemplo de músicos importantes. Interlocutor: No, no ejemplos sino que supieras que existían. Entidad: Había muchos y no eran tan importantes y tan trascendentes en la historia actual, pasa en todas las épocas. He conocido ejecutores, he conocido concertistas mejores. Percibo por tu thetán que tú thetán si bien está en un plano 5 y se contacta conmigo, percibo que tú conoces de música, pero lo que tú ignoras -que seguramente tu thetán no- es que en distintas vidas hubo músicos superlativos a la altura de Bach. Interlocutor: Desconocidos. Entidad: Sí desconocidos, y -voy a hablar de una manera vulgar- muertos de hambre, que no han trascendido y que a todos los escuchabas ejecutar una pieza y te transportaban a otro mundo, figurativamente hablando. Entonces, uno que se llamaba Azpiazu, otro que se llamaba Germánico, un español Álvaro Naxas, concertistas de piano de primera magnitud y han muerto pobres, olvidados. Partituras que sus hijos o sus familiares han dejado en el arcón del olvido. Aprendí a amar la música, aprendí a amar... como te lo puedo explicar, ¿puedo 30 segundos con mi memoria conceptual? Interlocutor: Sí. Entidad: Espero que la garganta del receptáculo pueda de alguna manera captar mi concepto, escucha: canción. Interlocutor: Impresionante. Entidad: Tú conoces de música. ¿Qué opinas de eso? Interlocutor: Impresionante. Lo que me asombra es el sonido que le ha dado este receptáculo. Entidad: Quisiera que mi 10% permitiera publicar esta sesión. Interlocutor: Impresionante. ¿El receptáculo tiene esa voz así o de alguna manera lo has logrado tú? Entidad: Entiendo que lo he ayudado. Y si tú conoces de Historia de la Música, sabes que es un tema inédito. Interlocutor: Sí, total. No lo conozco en absoluto. Entidad: Y si tú entiendes de música -que entiendes- sabes que está en un nivel superlativo, siendo con las limitaciones de la garganta del receptáculo. Imagínate esto mismo con una orquesta. Interlocutor: Tremendo, con algún violín solista, por ejemplo. Entidad: Imagínate. Interlocutor: ¿Continuamos?, para tratar de responder todas las preguntas. Muy interesante, muy bueno. Entidad: Te he sorprendido, Interlocutor: Totalmente, porque es la primera vez... Alguna vez Ruanel cantó un poco pero nada que ver. Bueno. -¿Por qué tengo ese sentimiento con la música melancólica? Entidad: La música melancólica es de otra vida, no tiene que ver con esta vida. Es una vida en México, una vida donde hubo un amor no correspondido. Era una vida donde yo me llamaba Jimeno, idealizaba a todas las jóvenes y si bien era atractivo, como masculino, tenía complejo de inferioridad por mi nivel económico. Mi padre me enseñaba que la importancia del ser humano no está en el bolsillo, no está en los pesos que tú tienes, sino en cómo eres como ser humano en la lealtad, en la dignidad, que no tiene que ver con el orgullo, que eso también lo enseñan los Maestros, que el orgullo es ego y la dignidad tiene que ver con el porte, con la caballerosidad, la gentileza, la lealtad, el honor. Obviamente que desconocíamos, en esa época, el sentido del ego, pero mi padre me enseñó muy bien. Pero bueno, yo -como diríais los psicólogos del siglo XX- estaba acomplejado. Interlocutor: ¿Es una vida que habría que tratar en una sesión especial? Entidad: Seguramente. Y de alguna manera es como que, también, en esa vida me gustaba mucho la música pero es muy difícil de explicar. Gozaba con el sufrimiento, lo explico para que no se mal interprete. Interlocutor: ¿No estamos hablando de rol de víctima? Entidad: No, no estamos hablando de rol de víctima. De alguna manera es como que yo también componía música, pero era otro tipo de música, música cantada. La escuchaba y me imaginaba a una joven que me había desairado, escuchaba una y mil veces esa música pensando en esa joven, gozaba la música y gozaba el sufrimiento de extrañarla. Es algo que no todas las almas pueden entender eso. Interlocutor: Esta claro el concepto. La idea está clara. Entidad: Hoy mismo, como thetán capto otros thetanes de seres encarnados en mi tierra, que escuchan una música de un amor ya ido -porque la relacionan con ese amor vivido- y capaz que ponen ese tema una y mil veces pensando en esa joven, de un amor que ya fue, y se destruyen, conceptualmente, pero vuelven a escuchar esa música como si fueran masoquistas, pero no es rol de víctima. Interlocutor: Claro, lo entiendo. Es buscar la emoción, de alguna manera. Entidad: Pero nos lastimamos y lo seguimos haciendo. Interlocutor: Está bien. Escúchame, vamos a ver si en los pocos minutos que nos quedan podemos solucionar esas preguntas. Entidad: Vamos. Interlocutor: Como son cuatro o cinco, te las diría todas y después las sintetizas. Entidad: Vamos. Interlocutor: -¿Qué engrama tengo más fuerte como Edgar, cómo debo tratarlo? ¿Qué engrama más fuerte tiene mi thetán? ¿Cómo le puedo dar más confianza o ayudar a Lucía C.? ¿Lucía siente algo por mí? ¿En qué nivel está el thetán de Lucía y cómo se llama? ¿Qué lección o misión vino a aprender o a hacer? Y la última: -¿Cree mi thetán que hice lo correcto, dentro de lo que estaba a mi alcance en relación a Mara? Tenemos cinco minutos para dejar descansar al receptáculo. Entidad: Vamos, tipo ping-pong, a la primera. Interlocutor: ¿Qué engrama tengo más fuerte como Edgar?, cómo debo tratarlo. Entidad: El no dejarte llevar por roles de ego y por impulsos, o sea, analiza cada cosa antes de tomar una decisión o antes de decidirte a efectuar tal cosa. No dejarte manejar por los impulsos. Hay un engrama de vidas pasadas donde has sido despreciado -también en la misma región donde vives ahora- y es como que de alguna manera ahora tratas de suplir estas falencias y no te das cuenta de que de esa manera cometes daños a terceros. Como thetán no. Como thetán no me manejo con impulsos, con impulsos en el sentido de orientar a mi parte encarnada, no. Trato de medirme, como thetán. Interlocutor: ¿Cómo le puedo dar más confianza o ayudar a Lucía C.?, ¿Lucía siente algo por mí? Entidad: Sí, tiene un sentimiento y la mejor manera de ayudar es siendo franco, franco y diplomático, porque a veces hay franquezas que lastiman. Franco y diplomático. Interlocutor: Algo más sobre ¿Lucía siente algo por mí?, o eso es todo. Entidad: Eso es todo. Siente algo. Interlocutor: ¿En qué nivel está el thetán de Lucía y cómo se llama? ¿Qué lección o misión vino a aprender o hacer? Entidad: Está en un plano maestro, está en un plano 4.1. Su misión es poder ayudar a los demás pero su parte encarnada tiene frustraciones. Hasta puede, su rol de ego, jalar a su thetán a un plano 3. Siente frustraciones como ser encarnado por vivencias que ha tenido, por fracasos que ha tenido. Interlocutor: ¿Que habría que psicoauditar? Entidad: Seguramente. Interlocutor: Está bien. ¿Cómo se llama el thetán? Entidad: Terbe-El. Plano Maestro. Interlocutor: Y la última: -¿Cree mi thetán que hice lo correcto, dentro de lo que estaba a mi alcance en relación a Mara? Entidad: Lo importante es poder tener un diálogo, poder confrontar. Confrontar no es lo mismo que enfrentar. Tú sabes lo que es confrontar. Explícaselo a mi 10% encarnado que es confrontar, por favor. Interlocutor: Confrontar sería algo así como simplemente experimentar, ser capaz de experimentar algo sin titubear. Que sería lo contrario de enfrentar, porque enfrentar está más en combatir. Entidad: Claro. Y confrontar, ¿no sería, también, hacerse cargo de una situación? Interlocutor: También. Entidad: Perfecto, eso es lo que quería escuchar de ti y que lo escuche mi 10% encarnado. Interlocutor: Tú lo has dicho mejor que yo. ¿Lo dejamos descansar, al receptáculo? Entidad: Mira, si fuera por mí, es verdad que el receptáculo se agota, a parte porque está bastante cansado, pero de verdad si me dejara guiar por mis impulsos, que ahora reconozco que los tengo, utilizaría la garganta que tiene para cantar otro tema, pero otra vez será. Interlocutor: La próxima entonces. Entidad: Hasta todo momento, querido interlocutor. Interlocutor: Hasta luego entonces.
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Jorge Olguín: Antes de cortar la grabación. Yo sé que tú sabes de música. Interlocutor: Quedé impresionado, muy buena la pieza musical. Jorge Olguín: Yo de música clásica no entiendo nada, por eso te lo pregunto a ti. Interlocutor: Impresionante y, curiosamente, muy bien entonada, no hubo fallas, yo no escuché ninguna falla en la entonación. Eso, a veces, es muy difícil. Jorge Olguín: Bueno, de alguna manera es como que el mérito es del thetán de Edgar. Interlocutor: Sí, sí, total. Pero como dijo, si suena bien así hay que imaginarse lo que puede ser con una orquesta de 50 o 60 músicos. Jorge Olguín: Por otro lado, a mí me hace sentir no mal, porque fue una vida pasada, pero siento compasión por todas aquellas personas que han vivido siglos atrás y que han sido excelentes artistas, excelentes compositores, excelentes ejecutores y no han trascendido. Interlocutor: No ha transcendido su música, quizás han trascendido en un universo alterno. Jorge Olguín: Quizá han trascendido en un universo alterno y no es cierto que se trascienda desde el ego, a veces simplemente que uno quiere dejar un legado para la humanidad, no por uno. Interlocutor: Si no, sería egoísmo. Jorge Olguín: Imagínate que esta música hubiera trascendido, qué regalo para la humanidad, qué regalo para el oído de aquellos que saben apreciarlo. Quería comentar esto nada más.
Sesión 06/03/12
Por causa de heridas de guerra quedó disminuido y se generó una baja estima que le condicionó las relaciones. Más tarde, una joven lo levantó y le proporcionó felicidad. Aprendió que cuando estamos caídos no vemos nada, estamos ciegos a lo que tenemos delante. A veces, por una situación desfavorable, perdemos de vista el potencial que llevamos dentro y no encontramos el camino de la felicidad.
Jorge Olguín: Me encuentro reunido con la licenciada Karina, el 10% de la entidad angélica Kar-El, que va a hacer de interlocutora mientras canalizo al thetán de Edgar. Comenzamos.
Interlocutor: Bienvenido... Entidad: ¿Qué tal? ¿Cómo estás, querida interlocutora? Interlocutor: ¿Cómo te encuentras, querido thetán? Entidad: Con cuestionamientos. Interlocutor: Dime: ¿cuáles son? Entidad: A veces los cuestionamientos te bajan la estima. Yo podría preguntar qué es el ser humano y podría tener mil respuestas de tu parte. Interlocutor: ¿Y tú qué piensas que es? Entidad: Que es un ser que se adapta. Vamos a hacer un pequeño juego. Tanto tú como tu thetán, querida interlocutora, hemos encarnado en otros mundos -pero no hablemos de mundos extraños, hablemos de mundos similares a Sol III- donde fuimos, también, homo sapiens, hombre o mujer. Imagínate un mundo. ¿Me sigues? Interlocutor: Sí. Entidad: Donde los idiomas son distintos, la historia es distinta: no hubo ningún Egipto con pirámides, no hubo ninguna Roma, no hubo ningún mensajero de Luz, como el Maestro Jesús. Quizá religiones sí, quizá se descubrió antes la electricidad y todavía no la fusión atómica. Quizá las costumbre son otras, quizá las familias dejan sus hijos en institutos para que los críen fuera de la familia y, como dijo una vez el Maestro Johnakan, tú te adaptas a todo: si naces pobre para ti es normal, si naces príncipe en un palacio de mármol y oro también es normal porque es lo que conoces. Para el príncipe es normal que le sirvan en jarra de plata o tenga grifería de oro, para el pobre es normal que en lugar de sillas se siente en un tronco y no tenga cubiertos y coma con las manos y no por eso va a ser infeliz. Pero eso son las diferencias que puede haber aquí en la Tierra. Imagínate en otros mundos donde quizá no existe la matemática tal cual la conocemos o la escritura y los símbolos son distintos. ¿Acaso no pasa aquí en Sol III? Tú quizá te relacionas con países donde tengan tu abecedario y aunque hablen distinto idioma las letras son las mismas. Pero hay otros países como Israel o Arabia o Grecia o Rusia que tienen distintas letras. Interlocutor: Coméntame, querido thetán: ¿qué situación te ha tocado vivir que te angustia tanto? Entidad: Hace siglos atrás nací en un mundo muy parecido a la Tierra y tenía mucho conocimiento de lo que conocéis como música. Teníamos un instrumento de muchísimas cuerdas parecido a vuestra arpa pero más pequeño, con un formato semicircular, como un transportador de ángulos, todo con cuerdas. Y no voy a ser hipócrita, era un eximio músico pero quizá elegí mal la región, era una región donde había muchas guerras con países vecinos. Fíjate que en este mundo Sol III pasa en Extremo Oriente, que es un polvorín, viven en guerra los unos con los otros, no se acaba nunca. Hay generaciones que nacen en guerra y mueren en guerra. Interlocutor: A veces no es una cuestión de regiones, a veces es una cuestión de los tiempos que nos toca vivir. Entidad: Creo que en Medio Oriente siempre hubo guerras. Y en la región que yo decidí encarnar en aquel planeta no, porque mi misión era crecer en la música en esa encarnación, fíjate que en cada encarnación tienes misiones distintas. Y fui alistado para luchar, fue una guerra equivalente a seis años de vuestro mundo. Interlocutor: ¿Te cambió esa guerra? Entidad: Recibí heridas en el muslo, en la pierna izquierda y en el brazo y la mano derecha. Interlocutor: ¿Te cambió esa guerra en tu forma de ser, en tu forma de pensar? Entidad: Nunca más pude tocar. La mano derecha ni siquiera podía utilizarla para escribir. Interlocutor: ¿Qué sentiste? ¿Sentiste frustración, tristeza, bronca? Entidad: No, no sentí frustración, sentí pena. Por un lado estaba contento porque sentía pena por la humanidad de ese mundo. Quizá otro en mi lugar hubiera echado maldiciones porque me había arruinado la vida. Mi vida era la música. Se llamaba artegio el instrumento, parecido al arpa, que era como un transportador. Tenía lástima. No digo compasión porque la compasión es un sentimiento muy elevado, la lástima es desde el ego y sí tenía ego en ese aspecto. Tenía lástima por esa humanidad. Interlocutor: ¿Cómo te sentías con respecto a ti mismo? Entidad: Mal, con muy baja estima. Interlocutor: ¿Cómo siguió tu vida después? Entidad: Tuve que trabajar con un tío en una tienda. Mi tío vivía en un país vecino y me llevó con él. Papá se quedó con mamá en esa región. Fallecieron dos años terrestres después, porque nuestra medida de tiempo era distinta a la vuestra. Mi tío no me dejó ir. Dice: -Si vuelves y hay una guerra te van a convocar. -Pero si ni siquiera puedo coger un arma. -Para lo que fuera. Aunque fuera para poner el pecho. Y yo digo: -Pero lo dices en broma. -No, te lo digo en serio. Y no es que no fui feliz, sí que fui feliz. Trabajé como podía. No había microcirugía como aquí en Sol III, que podían haberme arreglarme los tendones, los nervios o ponerme algo biónico. Y no es un chiste pero no, no había esa tecnología. La tecnología era toda para matar al adversario, al enemigo, al contrincante. La Tierra no es mucho mejor. Si la gente supiera de regiones que están en guerra o batallas menores o disturbios dentro de los mismos países... Interlocutor: ¿Qué serias dificultades tuviste en esa vida? ¿Cómo te sentiste, digamos, tú como persona a lo largo de esa vida? Entidad: Me enseñaron una lección. Había una joven que me gustaba mucho y yo sentía complejo de baja estima, como diríais vosotros, por mi mano y aparte porque era cojo. Caminaba de manera renqueaba con la pierna izquierda y, bueno, la mano derecha apenas la podía mover. Y el resto bien. Era un mozalbete atractivo pero finalmente le comenté a mi tío y me dijo: -Mira, sácate de dudas y háblale. Cuando le hablé a la joven me miró y me dijo: -Espero que no te ofendas, Hanse, pero no eres la persona que yo quiero para mí. Le iba a preguntar, como molesto "¿Y cuál es la persona que quieres para ti?", pero me sentía herido. Le dije: -Bueno, discúlpame por haberte molestado. Y a los segundos me enojé conmigo cuando iba caminando de vuelta para la tienda. Estúpido de mí. ¿Por qué pedirle disculpas? Interlocutor: No me parece que fueras estúpido. En realidad da pena la persona que solo puede ver al otro por su físico y no por la manera de ser. Entidad: Sí, lo entiendo eso pero ahí no termina todo. Yo sé que uno es importante por cómo es por dentro pero ahí no termina todo. Había una joven que se llamaba Aura, como vuestra aura. Era atractiva pero hablaba con monosílabos. Venía a la tienda a comprar. La madre se ve que era confeccionista y compraba telas. A veces hablaba con el tío y a veces hablaba conmigo. Yo era muy seco con ella, vosotros diríais cortado, o sea, como que la esquivaba al hablar. Pasaron dos años y medio de los vuestros y un día mi tío me dice: -¿Pero por qué esquivas a Aura? Da la impresión de que ella gusta de ti. -Tío, ¿por qué no me miras un poquito y ves como soy? -Sí, te veo todos los días. ¿Qué tienes? -Pero si estoy discapacitado. -¿Discapacitado? Eres uno de los jóvenes más inteligentes que conozco. Háblale. -Acuérdate lo que me pasó la vez pasada. -Es distinto. Pero no le hablé. Es como que tenía muy baja estima y no me atreví. Y un día por la calle se me acerca Aura y comenzamos a hablar y con mucho carácter -no pensé que tenía tanto carácter- se para enfrente de mí y no me deja caminar: -Dime una cosa, Hanse: ¿por qué eres tan antipático? -No soy antipático. -¿Por qué eres tan antipático y tan seco? ¿Qué te he hecho? Me puse, no colorado sino como el arco iris y le digo: -No me has hecho nada. Soy yo. -Tú, ¿qué? -Pero, Aura, he tenido desengaños, entonces es como que esquivo a una mujer. -¿Desengaños? ¿Por qué? ¿Qué te ha pasado? Le conté lo que me pasó la vez pasada y empezó a reírse. Di media vuelta y me marché. Corrió y se puso de vuelta enfrente de mí, al revés. -Alto, alto. -¿Te sigues burlando? -No, no me burlo de ti, me río por la situación. ¿Cómo puedes ser tan torpe? -Encima me insultas. -Claro, te tiras abajo por una persona que no vale la pena, una persona tan insípida, porque la conozco a esa joven. ¿Cómo puede esa joven tirar tu estima abajo? No vale dos céntimos. -¿Y yo valgo? -Claro que tú vales, si no no me hubiera enamorado de ti. Me quedé helado cuando me dijo eso. En ese momento no sabía si acercarme y besarla o... Miré para abajo, me cogió del mentón: -¡Mírame! Estaba como temblando de nervios o quizá era más tímido de lo que parecía y me tomó el mentó y me besó. Interlocutor: ¿Cómo te sentiste? Entidad: Feliz. Le empecé a hablar de amor, de romanticismo, de lo que es el quererse, la relación de pareja. No paraba de reírme y se para de vuelta enfrente de mí y me dice: -¿Qué has tomado? -No he tomado nada. -¿Algo con alcohol? -No he tomado nada. Digamos que me estaba haciendo una chanza. Chanza no es burlarse, no es reírse de uno, es reírse con uno y eso lo aprendí con ella, lo aprendí con Aura. Y entendí en esa vida que era otra la escritura, otra la historia, otras las costumbres, otros los continentes, otra la forma de ser pero había una cosa que teníamos en común: lo tontos que somos a veces y lo ciegos que somos a pesar de tener vista. Interlocutor: Es que a veces queremos cosas que no son buenas para nosotros, cosas que no nos hacen bien. Entidad: Y, como dice el excelso Maestro Jesús, que encarnó en este planeta: a veces, lamentablemente, medimos a todos con la misma vara. Y yo medí a Aura con la misma vara. Y de verdad que me dio pudor el que ella me encarara afectivamente porque yo no sé si me hubiera atrevido a hacerlo. Cuando se lo cuento a mi tío me dijo: -Te felicito. Y digo: -No me tienes que felicitar. Le conté que fue ella la que... Al año siguiente nos casamos. Tuvimos tres chiquillos, dos varones y una nena. Interlocutor: ¿Fuiste feliz? Entidad: Muy, muy feliz. Me quedaron quizá engramas de incomprensión del comienzo de esa vida. A veces el ser encarnado es tan tonto... Interlocutor: Tan caprichoso, muchas veces. Entidad: Tienes una decepción y capaz que tienes décadas de felicidad y no te olvidas de la decepción, pero eso sí que es ser tonto. Y a veces no nos damos cuenta de lo que podemos lograr. Y a veces entendemos cuál es nuestro camino y no entendemos por qué tenemos baja estima con todo lo que podemos lograr, con todo el potencial que llevamos dentro. Y este mensaje va para Edgar. Gracias por escucharme, interlocutora. Interlocutor: Gracias por estar aquí y ha sido un gusto escucharte. Entidad: De verdad que quiero que Edgar lo entienda. Interlocutor: Hasta todo momento.
Sesión 02/10/2013 Recuerda haber encarnado en una isla del sur de Umbro, un mundo salvaje. Fue criado por guerreros al punto que ganaba todos los combates. A los diecinueve años decidió abandonar la isla yendo hacia el norte en busca de aventuras.
Entidad: Mi nombre es Aranet. He vivido muchas experiencias en Umbro, tantas que a pesar de mi juventud a veces mi memoria no es suficiente para recordar todos los detalles, las circunstancias, las vicisitudes, todo lo que he pasado.
He sido uno de los pocos en cruzar el brazo, un puente natural entre la isla del sur y el continente.
Mis mascota es un bageón, que en Sol III sería similar a un león blanco con cuernos.
Recuerdo que en la isla del sur era un criman. Un clima muy frío, gélido, inhóspito. Éramos distintas tribus. Mi familia había sido asesinada. Yo fui criado por guerreros, curtido por el frío de las noches, acostumbrado a las bestias de los bosques, comiendo lo que hubiera, a veces sobras que dejaban otros guerreros.
De otras tribus raptaban niñas para hacerlas esclavas sexuales o niños para ser esclavos o pajes de guerreros. He tenido de pequeño que usar todos mis recursos para no ser encontrado, sobreviviendo como podía, creciendo mi inteligencia, mi astucia, mi estrategia, mi táctica de vida.
De pequeño practicando con otros jóvenes aprendí a usar la espada, el hacha, el mangual, arco y flechas. Tenía un cuerpo elástico a medida que fui siendo adolescente.
Recuerdo que había en uno de los poblados de la isla torneos de lucha. Salvo en el primero y por mi inexperiencia que quedé tercero los otros dos los gané. A partir de allí era difícil que perdiera un combate con o sin armas. Mi cuerpo no era el de un robusto gigante del sur, medía un metro ochenta y ocho, pesaba el equivalente a noventa kilos terrestres. Y lo más importante: tenía cierta afinidad con todas las bestias, como que los animales me respetaban porque yo los respetaba, desde los más grandes hasta los más pequeños.
Pasaron las rotaciones, los amaneceres y cuando tenía el equivalente a dieciocho años terrestres partí de la isla atravesando el brazo. El brazo se cortaba en mitad del océano. Improvisé una balsa. Estuve muchos amaneceres en el mar con una pequeña reserva de agua y alimento hasta que llegué al continente, un continente nuevo para mí, inmenso, absolutamente inmenso.
Y marché para el norte. Y allí comenzaba mi aventura, la gran aventura.
Habló con vosotros Aranet de Umbro.
Sesión 16/10/2014 Casi nunca se prejuzga para bien, la culpabilidad está decidida de antemano. Es lo fácil. Buscaban un asesino y él pasaba por allí.
Entidad: A veces me da la impresión como que nuestra vida tiene varias vertientes, y aquellos que somos compañeros de aventuras, por distintas razones, por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, terminamos provisoria o definitivamente separándonos. Tomamos distintos senderos, abrevamos distintos conocimientos, tenemos diferentes experiencias pero pareciera que aquel que está más allá de las estrellas tejiera los hilos y a algunos de nosotros nos terminara juntando.
Mi nombre era Aranet. Había quedado solo, durmiendo en el primer piso de una posada. La mayoría de mis compañeros no estaban, alguno habría conocido a alguna mujer y se habría marchado, otro le habría llamado la atención algún suceso. Monté mi hoyuman y me fui para el norte. Nunca dejaba mi espada y siempre por las mañanas donde nadie me viera practicaba con ella.
Recuerdo que el tercer amanecer de haber dejado la posada se me habían acabado los víveres, tenía mi alforja vacía. En ese momento tres hombres me cortan el paso, bajan de su cabalgadura espadas en mano. Bajo de mi hoyuman y lo aparto, también espada en mano. -¿Qué queréis? -Todo lo que tengáis. Por último vuestra vida. -¿Por qué matarme? No es mucho lo que tengo pero podéis tomarlo. -No, ¿para que luego nos busquéis? Y dije: -Entonces lo lamento por vosotros.
Largaron una carcajada. Una mueca burlona vi en su rostro en cada uno de ellos. Me atacaron. Apenas les di tiempo a dos de ellos, tuve que matarlos porque eran ellos o yo. Al tercero lo herí en el hombro derecho. Soltó su espada. -Puedes marcharte -le dije.
Estaba reactivo, enfurecido, no razonaba. Cogió la espada con su mano izquierda, me atacó, le hundí mi espada en su pecho. En décimas de segundo pensaba en cortarle la mano pero dejarlo inútil no tenía sentido. Mi conciencia estaba tranquila, yo no había provocado el pleito. Me fijé en la alforja de ellos, tenían bastantes metales cobreados, plateados y dorados. Los cogí y los puse en mi alforja. Y había también algunos alimentos. Cogí las riendas de los tres hoyumans y los dejé en el corral del poblado más cercano. Le tiré una moneda plateada y le dije: -Deles de comer, cuídelos. Y quédeselos, nadie los va a venir a reclamar.
El hombre me miraba con los ojos asombrados porque seguramente reconocía a los dueños de los tres hoyumans pero no dijo nada. Le dejé también mi cabalgadura y le dije que la alimentara y le diera de beber. Cargué mi alforja y me fui a la posada. Me pedí un guisado y me tomé una cerveza espumante. Había cogido como una especie de pereza, era lógico tanto cabalgar, la lucha. En ese momento entró una imponente figura. -¿Quién es el que mató a mis hermanos?
Todos se apartaron. El posadero me dijo: -¿Fuiste tú, forastero? Es Erikson. Es gigante, es invencible. Estaba con pereza, verdaderamente no tenía ganas de luchar. Le dije: -Fui yo. -Te espero fuera. Salí. Le dije: -Te llamas Erikson, yo soy Aranet. Le conté todo lo que sucedió. Le dije que era inevitable el haber conservado la vida de ellos, que no buscaba pleitos. Se afligió, me llevaba media cabeza de alto el gigante y se afligió. -Sabía que andaban en algo turbio, decían que trabajaban en un pequeño campo pero veía sus manos sin callos, no eran manos de labranza. De todas maneras es mi honor, debo vengarlos. -No tienes por qué hacer eso. -¿Tienes miedo forastero? -No, no quiero lastimar a nadie más.
Vi su rostro que estaba pálido pero de enojo como pensando que yo menospreciaba sus dotes de lucha. Me adelanté y le dije: -No, te respeto como contrincante pero no quiero más batallas. Me dijo: -Lo lamento, no puedo hacer otra cosa, tengo cierta fama en el pueblo.
Me envistió con su espada, más pesada que la mía. Lo esquivé, le hice un tajo en la espalda. Volvió a envestirme. Lo esquivé, le hice un tajo en la parte de atrás del muslo izquierdo, renqueaba. -Ya está, Erikson, es suficiente. -Es mi honor, en este pueblo me respetan. -¿Quieres salvar tu vida?, haz que me tumbas, te dejo hacer eso pero no pienses que una vez caído podrás hacer algo contra mí, te puedo asegurar que puedo matar aún en el piso. Asintió con la cabeza. Esquivé su mandoble con la espada y permití que me golpeara con el codo y caí al piso. Intentó -supongo que simular- apoyar su espada en mi pecho y con mi espada la corrí. Apoyó la espada en la tierra. Gritó: -¿Te rindes extranjero? -Sí, me rindo -grité en voz alta. -Puedes marcharte, te perdono.
Caminé como si estuviera maltrecho otra vez a la posada. Terminé mi guisado y mi bebida espumante. El posadero me dijo: -Estaría de buen humor hoy Erikson, que no te ha matado. Y le respondí: -Sí, le agradezco a aquel que está más allá de las estrellas.
Fui hasta al corral, Erikson ya estaba allí. Le señalé las cabalgaduras, las tomó de las riendas y se las llevó. Me hizo un gesto de saludo. Le dije: -Ve a curarte las heridas. -Sin que nadie escuche. Cogí mi montura y me marché.
Estuve más amaneceres, muchos más amaneceres pero parece que el destino se ensañara conmigo porque en un recodo del camino aparecieron tres soldados muy bien vestidos, parecían parte de un ejército de algún noble señor. No intenté tomar mi espada, atrás había más soldados. -¿De dónde vienes? Le digo: -Vengo de Krakoa, muy muy al sur. -Porque se ha corrido el rumor de que han asaltado y matado gente en el camino.
Me llevaron con ellos. Me desarmaron, vieron que en mi mochila llevaba metales dorados, plateados, cobreados. Me ataron las muñecas en la espalda y dijeron: -El rey se va a poner contento, atrapamos al asesino.
Un mundo hostil, un futuro muy incierto. A lo lejos se divisaba un palacio donde me esperaría una horca o el hacha de un verdugo o vaya a saber qué. No había manera de que escapara. Era muy bueno con la espada pero estaba atado, maniatado y aunque hubiera estado suelto no hubiera podido contra todos. Seguramente sería mi fin salvo que el Señor de más allá de las estrellas tuviera algo nuevo para mí pero la esperanza en este momento era más pequeña que un insecto, casi nula. Y si bien nunca me entregaba a mi destino, hoy honestamente no veía otra salida. Como si a la vida de Aranet le quedara menos de un amanecer de vida.
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Sesión 10/11/2014 Johnakan nos propone ser positivos en nuestras acciones de vida sin olvidar que a veces el éxito no se va a dar siempre. No siempre nuestros proyectos, nuestras metas llegarán a buen puerto pero hay que intentarlo por sobre todo. Y si algo no se cumple aceptarlo racionalmente. Pero seguir intentándolo.
Johnakan: Cuántas veces nosotros pensamos en elucubrar determinado proyecto y por circunstancias externas ese proyecto se diluye, se corta o uno mismo va determinando que no era el tiempo. O bien que el tiempo pasó y vamos en busca de otra meta.
Muchas veces ha pasado que no disfrutamos este espectáculo que se llama vida pendientes de esa meta, algo que dije en varias oportunidades, pero también puede pasar lo contrario, nos encandilamos mentalmente con un ritmo de vida acelerado donde a ese cóctel o combinado se le ponen dosis de alegría y ese reflejo o ilusión donde sí se experimenta un placer también hace que ese carrusel que da vueltas llamado vida gire más rápido y cuando nos damos cuenta decimos "No puedo creer que la vida me haya pasado tan rápido". Entonces pasa rápido cuando estamos abstraídos en nuestros problemas y no vivimos el momento pero pasa rápido también cuando vivimos la ilusión de ese momento, como dije antes, encandilados por determinada situación.
¿Y cómo sería vivir el momento de verdad, no la ilusión, el momento de verdad y aprovechar cada instante, cada gota del líquido del vaso, cada aroma de esa flor? ¿Cómo? Estando alertas, estando atentos, no yéndonos de esa realidad porque hay algo hermoso que es soñar, algo que nada ni nadie nos puede impedir, soñar, en tanto y en cuanto sepamos diferenciar el sueño de la realidad y no sumergirnos en un mundo de fantasía permanente porque la fantasía es hermosa.
Cuando todos somos niños, o nuestra familia o libros que nos regalan nos sumergen en el mundo de los cuentos donde rara vez la historia termina mal, donde los malos pierden, donde los buenos ganan. Pero el cuento que aprendimos de pequeños es parcial porque nadie lo continúa. Nadie dice que pasó con esa durmiente que el príncipe despertó o de la otra joven que fue rescatada de las garras de la bruja o de aquella que estaba llena de cenizas y también se casa con ese príncipe. Ahí termina la historia. Imaginaos la vida real, los conflictos, los problemas que tiene luego esa pareja y hablamos de un príncipe futuro rey de un palacio que el día de mañana puede tener conflictos con el reino vecino o que directamente ese príncipe futuro rey no esté nunca y la princesa esté sola, y lo que ella creía un mundo de felicidad no era tal, se transforma en una extrema soledad porque el príncipe vive luchando para beneficio de la corte. ¿Y en qué beneficia eso a la princesa?
Volvamos ahora al mundo real. En el mundo real, como se diría en el juego de la ruleta, depositamos las fichas en una relación afectiva, en una amistad, en un proyecto, en un maestro y cometemos el error de idealizar. Idealizamos una relación y estamos ciegos ante los defectos de la otra persona, estamos ciegos ante nuestros propios defectos, que es peor aún. No queremos ver que ese maestro que nos enseña también es un ser humano, que ese trabajo que tanto queríamos nos agota y que el sueldo que creemos merecer no es el que nos dan, pero es lo que tenemos. Se trata de aceptar. Aceptar no significa conformismo, aceptar no significa cruzarnos de brazos y decir "Se rompió el motor, vamos con la lancha a la deriva y el viento será el amo de nuestro destino y bien nos llevará al puerto o tal vez nos hará zozobrar en medio de la mar". No, aceptación no es eso, aceptación es estar alerta, confrontar los contratiempos. Ni bajar los brazos ni quejarnos por una supuesta angustiosa situación que estamos sobrellevando. Aceptación significa esperar el momento para dar el salto, para ver de hacer ese cambio en la medida de lo posible, y si momentáneamente no podemos hacer ese cambio, por lo menos estar con la conciencia tranquila de que intentamos idear un plan para modificar esas instancias de vida.
No siempre tenemos las herramientas para lograr la opción óptima pero lo importante es intentarlo, siempre intentarlo. Siendo realista diría "Hay un porcentaje de personas que no lo logran". Pero también se trata de no ser pesimista y decir "Hay un gran porcentaje que sí logra modificar su situación". Y de eso se trata. No pensar que la vida es un eterno cuento de hadas donde todo termina bien ni tampoco una realidad cruda donde nada termina bien. La vida es un arco iris de colores donde recorremos las distintas gamas, los claro-oscuros, que no es lo mismo que decir "Llevamos una vida gris" sino que atravesamos distintos tonos. Intentemos caminar por el tono que sea acorde a nosotros, solamente el hecho de intentarlo ya es un gran paso.
Gracias.
Sesión 11/11/2014 Johnakan nos recuerda que aunque nacemos dependientes de los demás debemos hacernos dueños del timón de nuestra vida, debemos cortar lastres que nos atan y nos impiden el avance, puestos por otros o nosotros. Debemos soltar lastre para levantarnos y ayudarnos a nosotros mismos y a otros que lo necesiten. Pero a veces, para ayudar a otros hay que descartar a otros.
Entidad: Muchas veces me han comentado que tienen los caminos cortados, que han absorbido influencias negativas de terceras personas, que se sienten vulnerables ante el entorno o que directamente les han puesto, a propósito, obstáculos en el camino, barreras, muros para que no puedan avanzar. ¿Siempre es así que la envidia de terceros pueda afectarnos tanto? ¿Que estamos atados de pies y manos por esas influencias nefastas? ¿No puede ser que a veces es una excusa que ponemos para engañarnos a nosotros mismos de no admitir que momentáneamente estamos impotentes para resolver tal o cual dilema? Ahora bien, si fuera así ¿por qué estaríamos impotentes para resolver determinado problema y a su vez vulnerables? Tiene una explicación.
Cuando nacemos en este mundo físico somos absolutamente dependientes, dependientes de alimentación, dependientes de afecto, dependientes de abrigo, dependientes de protección, y el afecto está incluido en esa protección. A medida que vamos creciendo esa dependencia se transforma en apego porque si bien ya no precisamos la alimentación, el abrigo porque ya tenemos los medios necesarios para conseguirlos por nuestros propios medios, es como que nos acostumbramos a ser dependientes. Muchos diréis: -Será que nos adaptamos. No, no, son dos cosas distintas. Una persona puede adaptarse a un cambio al igual que una raza que se adapta al cambio de región, de una zona cálida a una zona fría, se adapta para subsistir. Entonces al adaptarnos a un cambio no deja de ser un método de supervivencia que es lo opuesto al acostumbrarnos a una situación porque allí es como que dejamos el timón de nuestra vida en manos de terceros, eso es el acostumbrarnos. Quien se adapta nunca suelta su timón en la nave de la vida. Quien se acostumbra cede el mando de su vida y ceder el mando de nuestra vida es como que inconscientemente o conscientemente dejamos la vida en manos de alguien, no somos dueños de nuestra vida. Es algo absolutamente ilógico, es algo absolutamente imprudente.
Nosotros debemos ser los amos de nuestras decisiones, nosotros debemos ser los dueños de nuestros proyectos, algo seguramente no sencillo puesto que vivimos en un mundo donde otros pueden tomar decisiones por nosotros o las decisiones se toman en conjunto. Si formamos un grupo de estudio las decisiones las tomamos grupalmente, si tenemos una relación afectiva las decisiones las acordamos entre dos, si trabajamos para una empresa directamente podemos sugerir un proyecto pero la decisión la toma el jefe. Es más, a veces aun siendo los dueños de nuestras decisiones las postergamos o las modificamos por razones de fuerza mayor porque hay alguna circunstancia externa que nos empuja, no digo que nos obliga, nos empuja a cambiar el camino y sí, a veces el cambiar el camino nos desvía a otro sendero donde hay muchos más obstáculos, donde la travesía se hace más difícil, donde las circunstancias son más complejas, donde todo cuesta más, es como un camino cuesta arriba y donde la cima se ve muy, muy a lo lejos o directamente no la percibimos, esa cima es como el horizonte que nunca se alcanza y a veces nos descorazonamos, queremos bajar los brazos. Es como el pequeño hámster en la rueda que corre y corre pero como la rueda gira, el hámster no va a ningún lado. Como cuando te montas de pequeño al caballito de un carrusel o calesita, siempre giras, siempre das vueltas y cuando el carrusel para estás en el mismo lugar, todo lo que recorriste fue una ilusión, estás dentro de un círculo vicioso. Y a veces no es sencillo, no es fácil salir de ese círculo porque a veces somos nosotros los que elegimos estar dentro de ese círculo para tratar de tender una mano a otros que también están dentro del mismo. ¿Y qué sucede si aquellos que queremos tender una mano para sacarlos de ese círculo vicioso o bien se sienten cómodos o bien no quieren salir, o bien ponen excusas diciendo que a su vez ellos quieren sacar a otros y se forma una cadena? Pero no es una cadena de unión, es una cadena donde la fuerza la da el eslabón más débil. En este caso todos aquellos que estamos dentro de ese círculo vicioso somos eslabones débiles y cualquiera puede romperse. Entonces no es una cadena de unión, se transforma en un cuento de nunca acabar.
Hay sugerencias que pueden parecer crueles pero ser realista no es ser malo. Imaginemos ser alpinistas o andinistas y estamos trepando a miles de metros de altura y la cuerda está fallando y los encastres de los clavos no son muy confiables y la persona que está debajo nuestro está a punto de caer al abismo. Nos aferramos a su mano pero el clavo o la cuerda no soportan el peso de los dos. Veamos las opciones: Nos caemos los dos al vacío. Soltamos la mano y se cae la otra persona al vacío. Tercera opción: Nos salvamos los dos. Tachamos la última, el clavo o la cuerda no resiste el peso de las dos personas. Por eso digo, parece cruel pero ¿tiene sentido que nos caigamos los dos al abismo? Voy a poner la situación aun más sencilla para evitar una supuesta culpa. Supongamos que la otra persona, la de abajo se empecinó, aun no sabiendo escalar, y se encaprichó en traer sogas de mala calidad o clavos que directamente no se adherían a las grietas de las rocas. Ahora es más fácil, ¿no? ¿Por qué razón tendríamos que caernos con la otra persona si nosotros fuimos prudentes, hicimos las cosas bien, planificamos todo correctamente? Como se diría en la jerga común, ¿por qué pagar los platos rotos?, ¿Sentiríamos culpa si soltáramos esa mano? Seguramente nos sentiremos mal pero sería un pensamiento obtuso el creer que la única manera de librarnos de sentir culpa es caer ambos, eso es ilógico.
En conclusión, nosotros tenemos varias metas en la vida, varias no una sola, varias. Varias oportunidades, varias opciones, varios momentos pero no debemos ser permisivos con aquellos que nos ponen obstáculos queriendo o sin querer, porque muchas veces no es a propósito, de la misma manera que como dije al comienzo de pequeños demandamos porque estamos indefensos y de grandes nos acostumbramos a seguir demandando. No debemos caer presa de aquellas personas que viven demandando. Es momento de soltar la mano o bien explicarle a la persona, invitarla a que recorra nuestro camino pero no que sea un contrapeso. Si tenemos que tirar de un carro, lo tiramos de a dos, de a tres, de a cinco, de a diez pero no que haya nueve montados en el carro y uno sólo tirando porque no seríamos ingenuos, sería algo peor que ingenuos, seríamos tontos y hasta podríamos cometer el error de echarle la culpa a los otros nueve por arrastrar nosotros el carro cuando los únicos responsables somos nosotros por aceptar esa situación injusta, caótica. Nosotros somos los amos de nuestra vida y si bien es cierto que nuestro entorno puede modificar y cambiar muchas de las circunstancias se trata de no bajar los brazos. No hablo de ser obstinados porque la obstinación a veces es ceguera sino de estar atentos, atentos a nosotros mismos, a los que queremos, a los que deseamos con amor. El cortar lastres no es falta de amor, es sentido común.
Sé que muchas de las cosas no son sencillas de entender pero la única manera de poder tender una mano a otros, como he dicho en varias oportunidades, es estar primero de pie nosotros mismos. Si no, no hay caso, no hay posibilidad, no hay oportunidad, no hay camino. Gracias por escucharme.
Sesión 06/01/2015
Johnakan matiza conceptos ya revelados y amplía otros nuevos acerca de la vida más primaria, la de los virus. Respondiendo preguntas facilitadas adelanta métodos para no sólo controlar sino erradicar en un futuro los efectos de los virus sobre el cuerpo humano.
Sesión con Johnakan donde responde preguntas efectuadas por Edgar
Sesión 03/03/2015 Aranet no se sentía bien en palacio y se fue. En el camino se encontró con una leyenda viviente en Umbro y congeniaron. Tuvieron que luchar contra unos salteadores y los ganaron pero allí había alguien más que los hirió y cayeron.
Entidad: Es muy difícil tener empatía con muchas personas y tal vez sea yo quien no encajo con la gente que me rodea. Tal vez sea yo el que no pueda mantener una relación duradera con alguna mujer que me guste, quizá porque sea solitario o quizá porque alguna vez tuve una experiencia nefasta, traiciones, engaños. Pasa lo mismo con lo que uno supone que son amigos.
Bueno, ahora tenía un amigo. Iba cabalgando en mi hoyuman y al lado, casi tan grande como mi cabalgadura, Guilmo, un perro que parado en dos patas llegaba a mi hombro.
Recuerdo que me acerqué a un poblado, até al poste mi hoyuman y Guilmo quedo al lado cuidándolo, nadie se acercaba. Tomé de un trago la bebida espumante. El tabernero me miraba como diciendo "¿Cómo haces para beber tanta cantidad de un trago?".
Lancé un eructo que retumbó en toda la taberna. Nadie osaba mirarme por mi estatura, por mi imponente figura, por mi espada. De todas manera no era conocido, era solamente un personaje más que hace poco tiempo se había alejado del palacio de un amigo -quizá del único amigo hombre a parte de Guilmo-, mi querido amigo Gualterio.
No sé, no le veía futuro en ese palacio, tanta etiqueta, tanto lujo, una mujer presumida. La madre quizá, la reina, parecía una mujer valiosa. El rey, poca lumbrera pero bueno. Me pareció una vida ficticia y después de casi partirle las costillas en un abrazo me marché y seguí andando mi camino.
Descansé un rato en el piso alto de la taberna y le deje al hombre unas cuantas monedas de cobre. Finalmente volví al camino con mi hoyuman y el fiel Guilmo. Cabalgué toda la tarde hasta el anochecer, ya había descansado así que no tenía sueño. Fuimos con mi cabalgadura al paso, tranquilos a la luz de las estrellas.
A lo lejos veo una fogata. Lo miro a Guilmo, tenía las orejas paradas, su olfato alerta. Pongo mis pies en tierra despacio, prácticamente no se escuchaba mi andar. Había un extraño frente a la fogata comiendo una carne asada. Sin darse la vuelta dice: -Adelante, hay comida para dos o más. Y me asombró, me asombró porque yo me jactaba de tener un oído así. Ahí sí. Se dio vuelta el hombre y se paró. Era de mi misma estatura, un físico imponente como el mío, cabellos oscuros. Nos estrechamos la mano y tanteé su fuerza, no tenía nada que envidiarme, éramos iguales de robustos, su espada igual que la mía. Lo miró a Guilmo con una sonrisa y Guilmo, que siempre es esquivo ante los extraños, se acercó y se dejó acariciar la cabeza, ¡no lo podía creer!
-Lindo animal -me dijo-. ¿Qué es? Mira que conozco todo tipo de raza de bichos pero... -Es un guilmo, un perro de las estepas. -¿Y cómo se llama? -Se llama Guilmo. El hombre lazó una carcajada. -Pues vaya que te has quemado el cerebro. Pero no me enojé, lo dijo de una manera amistosa. Me invitó a comer y le tiró un poco de huesos con carne a Guilmo, que gustosamente trituró con sus poderosas mandíbulas.
Me dijo que se llamaba Ligor. Le respondí: -He escuchado hablar de ti, tú eres el que ha ido al otro continente. Han contado hazañas de ti, que has ido con los apartados, con las amazonas, que has luchado con los turanios, que incluso conoces a un mento. -No hagas caso -me dijo-, la mayoría son leyendas, no historias. ¿Y tú cómo te llamas? -Aranet -le dije.
Casi a la madrugada el primero que paró las orejas fue Guilmo, luego ambos a la vez pegamos la oreja en tierra y escuchamos el galopar lejano de unos hoyumans. Ligor me dijo: -Deben ser cerca de diez, doce jinetes. ¡Qué raro por aquí!
Al rato los divisamos y ellos a nosotros, eran exactamente diez jinetes. Le dije a Ligor: -Parecen salteadores de caminos. ¿Cinco y cinco? -Cinco y cinco -me dijo Ligor. El que iba delante dijo: -A ver, la bolsa con vuestros metales. Saqué mi espada y dije: -Este es mi metal. -Ligor ya tenía la suya en la mano.
Saltaron todos de su cabalgadura y se acercaron a nosotros. Con la mano le hice una señal a Guilmo que esté calmo, que nos deje a nosotros. Ellos mismo se dividieron cinco contra Ligor y cinco contra mí, apenas tuvimos alguno que otro rasguño. Lamentablemente tuvimos que matarlos a todos pero fueron ellos los que se lo buscaron. Me asombró la celeridad y la forma de pelear de Ligor. ¡Vaya si sería un duro adversario! Él me miró después de la pelea y me dijo: -Tú sí que serías un buen adversario. -Ambos largamos la carcajada. Guilmo estaba tranquilo, alerta, muy alerta. Si a alguno de los dos alguien nos hubiera atacado a traición le hubiera mordido la garganta hasta arrancarle la cabeza con sus mandíbulas, pero no hizo falta.
Y nos dimos cuenta de que teníamos ego porque después cabalgando no teníamos porque sentir lástima por los saltadores, los asaltantes de caminos, no, pero sí nos jactábamos nosotros de nuestra manera de pelear, de haber vencido entre los dos a diez salteadores. -Pues vaya -me dijo Ligor-, parece que no hay nadie que nos pueda vencer. Lo miré y no dije nada pero pensaba igual que él. En ese momento se escuchó un sonido "ziuuu", como de algo atravesando el aire y una flecha se clavó en mi hombro izquierdo, vi que otra se clavó en el lomo de Guilmo, otra en el hombro de Ligor y en ese momento mi mente se obnubilaba, perdía la conciencia y me di cuenta de que el ego nos hace creer más de lo que somos. Ligor que tenía fama de conquistador de distintas regiones y yo que jamás había sido vencido por la espada, de repente veo que alguien con tres flechas nos había vencido y nos costaría la vida. Y mi mente quedó completamente desconectada.
Sesión 10/03/2015 Fue salvado de una emboscada y cuidado. Pero era perseguido por la guardia del rey. Había perdido un amigo pero encontró otro. La amistad y el amor valen más que agua en el desierto.
Entidad: En la vida a veces tenemos más dolor que alegría, más pesar que placer, más ingratitud que gratitud y sin embargo nos apegamos a ella como si fuera la gran cosa. A lo largo de la vida he tenido traiciones de mujeres, alejamiento de amigos, y sin jactarme, pero he sido leal con todos.
Abrí los ojos, sentí un dolor en mi hombro izquierdo y vi que lo tenía vendado. Miré hacia la derecha y vi a una joven, una joven oriental. -Me llamo Sicara. -¿Qué pasó? -le pregunté. -Fueron atacados. -Sí, ya sé que fuimos atacados por unos salteadores de caminos y los vencimos a los diez. -No, no, hablo de los horduc, hombres de las montañas que directamente por cobardía no se atreven a enfrentarse a los caminantes y les disparan flechas desde las alturas. Una vez que los matan se apoderan de sus pertenencias y de sus hoyumans. Eran como quince. -¿Y qué sucedió? -Me mostró su carcaj con las flechas. -Sucedió que les vencí. Desde pequeña aprendí con mi padre, Sosumo, a lanzar flechas desde muchas líneas de distancia.
Me sentí admirado por esa joven. Me senté y a mi lado vi a Ligor también vendado pero no me gustó el rostro de Ligor, miraba hacia abajo compungido, con pena. Inmediatamente me di vuelta y ¡Guilmo!, su cuerpo exánime con tres flechas. La joven oriental me dijo: -Las flechas tenían un pequeño veneno, yo traigo el antídoto pero no pude hacer nada por el animal.
En ese momento tenía dolor y vergüenza a la vez porque me caían las lágrimas y a su vez me veía expuesto ante Ligor, ante la joven oriental. No quería que me vieran llorar. ¿Aranet llorando? ¡No!
¡Guilmo! ¡Guilmo! Tomé mi espada la desenfundé y grité: -¡Vuelvan a la vida! Así los mato yo otra vez. La joven me tocó el hombro y me dijo: -Así lo quiso el que está más allá de las estrellas. -No, no, no, no hagamos responsable a Dios, como le decimos en Krakoa, de lo que hacen los hombres. No, no, no, somos nosotros los irracionales, más irracionales que Guilmo que seguramente en la pradera atacaba para comer. Nosotros somos los ambiciosos, los que buscamos metales plateados, cobreados o dorados, los que luchamos por tierras, conquistamos regiones y después morimos. Y todo sirvió para nada.
La joven oriental tenía una tienda, nos quedamos tres amaneceres. Cuando nos estábamos yendo nos dijo: -Sois de gran fortaleza pero a su vez respetuosos para conmigo. Le respondí: -Poseer una mujer con la fuerza no es de hombre. -Ligor asintió. Le dije: -¿Dónde te puedo ver? No sé como recompensarte. -Estoy en Aslan, en los bordes de la zona oriental. Vine a esta región a ver un pariente y me topé con esta escena.
Nos dimos la mano, ella nos abrazó a los dos. -¿Dónde está el cuerpo de Guilmo? -le dije. -Lo enterré para que no lo coman los pájaros carroñeros. -Asentí con la mirada.
Nos marchamos. No teníamos nada que hablar con Ligor. Sé que en algún momento iría a Aslan a ver a esta joven. No sé si me interesaba ella o su destreza con las flechas pero intuía que era un ser que no me iba a defraudar como otros, ya sea una relación de amistad, amorosa o lo que fuese, no importa.
Al amanecer siguiente nos despedimos Ligor y yo. Él iba hacia la costa oeste yo iría para el norte pero no pasaría por el palacio donde había estado con Gualterio, voltearía el camino, no quería pasar otra vez por ahí.
Ligor me dijo: -Querido Aranet, no le contemos a nadie que nos han vencido de dos flechados y que una mujer nos salvó la vida, nuestra fama no lo aceptaría. -Largamos una carcajada y nuestras cabalgaduras tomaron su rumbo, él al oeste y yo al norte.
Busqué un camino alto, no quería ir de nuevo por un sendero bajo para evitar nuevos ataques. ¿Y qué veo a lo lejos? ¡Gualterio! ¿Qué había pasado?, estaba vestido con ropa común, no con su ropa de gala, marchando hacia el sur. Pero atrás había una figura tenebrosa, un hombre alto corpulento, un guerrero que lo seguía sigilosamente.
Voy descendiendo por el camino y tomo un camino paralelo. Voy al paso con mi hoyuman para que no me escuchen. Veo que el guerrero se aproxima y que Gualterio no lo escucha, presiento que lo quiere matar. ¡Luico! Es el encargado de la guardia del rey. ¿El rey mandó matarlo? ¿A su propio hijo? No, no. Galopo rápidamente y me interpongo en medio de los dos. -¡Aranet! -grita Gualterio. -No le hago caso. Con un gesto le digo que se pare y me enfrento al guerrero: -¿Por qué quieres matar a Gualterio? -No se llama Gualterio y no te interpongas en mi camino o morirás tú también.
Bajó del hoyuman. Yo también con la espada en mi mano. Era bueno, me costó vencerlo. Le clavé primero la espada en su estómago, me hirió levemente el brazo izquierdo un poco más abajo de donde tenía la herida de la flecha. La segunda estocada fue al corazón. Gualterio estaba paralizado. -Me salvaste la vida, Aranet, amigo. -Hay que averiguar por qué te quería matar.
Gualterio se asombraba de mi flema, de mi temperamento. Se acercó, me abrazó. Lo abracé pero sin demostrar esa empatía porque estaba pensando en por qué, ¿por qué la muerte de Gualterio? -¡Aranet! ¡Qué gusto! -Le di dos pequeñas bofetadas. -Deja de decir qué gusto, estuviste a punto de morir y no te pones a pensar qué pasó.
Me contó que Marga no quería saber nada con él, que por su responsabilidad habían muerto soldados, que el rey vecino buscaba conflictos con su padre, que él había quedado mal parado en palacio. -Tonterías, son todos unos niños vestidos elegantemente y con un ejército que no sabe pelear. Volvamos. -No, no me interesa volver. No me quiere nadie. -Volvamos. ¡Ya!
Me preguntó por Guilmo. Le dije: -Está con aquel que está más allá de las estrellas pero no por su voluntad sino por unos hombres a los que no tuve la dicha de matar. -Y le conté el episodio.
Gualterio montó su hoyuman y cabalgamos otra vez a palacio. Yo iba a hacer que Gualterio tome el timón de su vida pese a quien le pese. Había perdido a Guilmo, un amigo, no quería perder a otro amigo, porque la amistad y el amor siguen siendo valiosos, es como el agua en el desierto, cada gota vale más que cien metales de oro. Creo que se entiende lo que quiero decir. De vuelta a palacio. Y gracias por escucharme.
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