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Psicoauditación - Edgar Martínez

Grupo Elron
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección

Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
El hecho de publicar estas Psicoauditaciones (con autorización expresa de los consultantes) es simplemente para que todos puedan tener acceso a las mismas y constatar los condicionamientos que producen los implantes engrámicos.
Gracias a Dios, esos implantes son desactivados totalmente con dicha técnica.


Atte: prof. Jorge Olguín.

 

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Sesión del 19/04/2022 Rigel IV, Fidis

Sesión del 04/07/2022 Rigel IV, Fidis

Sesión del 11/01/2023 Rigel IV, Fidis

Sesión del 20/01/2023 Rigel IV, Fidis

Sesión del 07/02/2023 Rigel IV, Fidis

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Sesión 05/04/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

Llegó su día esperado, se reunió con un grupo de humanos y podría exponer todas sus dudas, aprender. Pero era complicado ser un reptiloide rodeado de humanos. Aparte, se encontraría solo.

Sesión en MP3 (3.948 KB)

 

Entidad: Debo decir que estoy sorprendido, lo primero que vi fue una estrella amarilla. Alguien se acercó detrás mío, me di vuelta y vi que sonreía. No lo conocía. Era un humano mayor de piel oscura y cabello entre cano, una pequeña barba.

Me dijo:

-Fidis, mi nombre es Brandani seré tu guía, podrás preguntarme lo que quieras. Algunas cosas podré responderte, otras no, por lo menos por ahora. Acompáñame. -Lo seguí, era bastante alto.

 

Nos paramos en una plataforma y en instantes me vi en un recinto de cristal, no sentí ninguna sensación, nos habíamos teletransportado de inmediato.

Me miró y me dijo:

-De qué te asombras, vosotros tenéis teletransportación.

-Sí, pero sentimos un segundo de cosquilleo, no lo han perfeccionado.

-Vaya. -El ambiente era cálido-. Puedes respirar perfectamente.

-Entiendo que es una atmósfera igual a la del mundo donde estuvimos.

-Así es. Pero tienes dentro de tu torrente sanguíneo una protección por las pequeñas diferencias que pudiera haber, además, de virus que no habrá en tu mundo. Nada te va a afectar. Además, en la misma nave te hemos escaneado por completo y tienes la fortuna de estar bien en todos los aspectos.

-Bueno. Agradezco.

-En un rato nos sentaremos con otras autoridades a comer.

-¿Podré preguntar cosas?

-No, vamos a comer, a disfrutar.

-¿No estarán incómodos de que se siente con vosotros un... un reptiloide?

-¿Por qué? Eres un ser viviente, una unidad biológica igual que nosotros.

 

Estaban todos con una túnica de color crema. Se sentaron. Hicieron un saludo con la cabeza, todos, a mi persona, y les respondí de la misma manera. Pero me sentí incómodo, quizá por lo ridículo, muy respetuosos, muy educados, muy corteses. Y obviamente Brandani se sentó a mi lado.

Y como si me adivinara el pensamiento me dijo:

-La cortesía es innata en nosotros, no es solamente educación porque viene un extranjero, también lo hacemos entre nosotros. Lo aprendemos desde pequeños. Pero ahora no, ahora vamos a comer. -Me sirvieron un plato de vegetales riquísimo, riquísimo-. Tenemos zumo de frutas y tenemos otro zumo con un poquito de alcohol. -Opté por el zumo de frutas común-. ¿Bebes alcohol?

-Sí -asentí-, pero no, no, no, ahora no, ¡je, je!

-No te preocupes, nuestras bebidas con alcohol son muy suaves. De todas maneras somos medidos. -Sonrió nuevamente.

 

Y luego nos trasladamos. Eran doce antiguos, trece con Brandani y catorce conmigo. Nos sentamos en varios sillones mullidos, muy cómodos.

Pensé que me iban a llenar a preguntas, nada.

Brandani me dijo:

-Puedes preguntar lo que desees.

-Bueno, espero que me puedan responder todo, ¡je, je! Pensé que querían saber de mí.

-No hay apuro.

-Obviamente, lo primero que voy a preguntar es por vuestro blindaje energético.

-Me imaginé -dijo Brandani-. Me preguntarás por qué justamente es tan resistente. Para que me entiendas, tiene una especie de grafeno energético.

-No entiendo.

-¿Sabes lo que es el grafeno?

-Sí, por supuesto.

-Vuestros campos energéticos, ¿cómo están hechos?

-¡Ah! ¿Ves?, has preguntado, ¡je, je! Bueno -dije-, es una energía especial, primero nos iniciamos con luz sólida. En el viaje me habéis contado vuestra historia original de ese mundo que llamáis Sol III, pero no sois de ahí originalmente.

-No, nuestra raza es mucho más antigua, en Sol III éramos visitantes y nos asentamos y estuvimos miles de años. Veníamos de otro mundo, del otro lado de la galaxia, un mundo llamado Gaela, nuestro mundo de origen.

-Vaya, deben estar adelantadísimos allí.

-No. Pasó como en muchos otros mundos, pocos nos tuvimos que ir porque el planeta colapsó. Mejor dicho, el ser humano colapsó por apetitos de poder, por un conocimiento que todavía no debía ser puesto en práctica. Y repetimos la historia, porque lo mismo pasó después en Sol III. Hasta que aprendimos la lección. Y ahora estamos en cincuenta sistemas estelares. Pero hablabas de vuestro blindaje.

-Sí -dije-, experimentamos primero con luz sólida y luego fuimos modificándola con nuestros ordenadores hasta lograr una especie de capa energética. Nuestras primeras experiencias fueron con bombas nucleares.

-Vaya, qué feo.

-Sí. Sí, demasiada contaminación y muy poco efectivas. Pero nuestro blindaje soportaba misiles atómicos pero no así bombardeo de fotones. Tuvimos que experimentar y experimentar hasta llegar a un blindaje casi perfecto. Hasta que hace diez mil años atrás nuestra gente se cruzó con vosotros y nos mostraron que nuestro blindaje no era tan perfecto. Pero coméntame eso del grafeno energético.

-Obviamente, nuestros ordenadores -dijo Brandani-, son distintos a los vuestros. No es que puedan decidir, ningún programa puede decidir por sí mismo, pero sí puede optar por la solución más óptima; y se logró un blindaje energético similar a un tejido de grafeno con varias capas, y no hay ningún poder conocido hasta ahora que pueda traspasarlo. Y es tan potente que tú puedes tener en este momento un blindaje de un milímetro, un milímetro, que incluso puede permitirte respirar y sin embargo te lanzan un proyectil fotónico, te va a lanzar lejos pero no te va a lastimar, no va a penetrar el blindaje.

-Hace miles de años -le comenté-, teníamos armas en base a pólvora y se usaban chalecos para detener las balas. Sin embargo esa bala rebotaba en el chaleco pero te dejaba un tremendo hematoma en el cuerpo que incluso podía quebrarte una costilla. ¿Por qué no sucede eso con la capa de un milímetro del grafeno energético?

-Es muy sencillo, ese chaleco tan antiguo que tú dices detenía la bala pero no el golpe de la bala, la capa energética de grafeno detiene un impacto fotónico y detiene también el golpe. Por inercia tu cuerpo va a ser lanzado, incluso puede ser lanzado contra una pared, pero tu cabeza, tu torso no va a ser lastimado porque esa capa energética va a absorber también el golpe.

-Vaya, vaya. Imagino que con el adelanto no usaréis energía nuclear.

-No, energía solar de nuestra estrella amarilla.

-Hay teorías de civilizaciones -les comenté-, que hablan de envolver con una tremenda esfera su estrella para poder "manejar" el calor a su voluntad de esa estrella. -Miré como que todos los allí reunidos sonreían. Lo miré a Brandani y pregunté-: ¿Qué dije de malo?

-Nada. Simplemente que entendemos esa famosa esfera. Lo que no entienden aquellos científicos del pasado es la tremenda gravedad que tiene la estrella y destruiría por completo esa esfera. Ni siquiera que se envolviera con la capa más resistente de grafeno energético soportaría la gravedad.

-Pero... A ver, vosotros tenéis satélites artificiales.

-Sí, por supuesto.

-Y justamente están en órbita. Al estar en órbita no caen a vuestro mundo. ¿No pasaría lo mismo con esa esfera?, se pondría en órbita.

-No.

-¿Por qué? -pregunté.

-Porque ni siquiera un anillo puedes poner en órbita, porque un objeto que está en órbita está en permanente movimiento, es como una caída libre permanente, y hay un equilibrio entre la atracción y la expulsión. Pero eso no pasaría con un anillo porque es un círculo completo, giraría pero no se consideraría que está en órbita, el sol atraería todas sus partes, lo mismo pasaría con una esfera envolvente. Evidentemente aquellas civilizaciones que piensan en esa esfera no tienen ordenadores tan inteligentemente programados para entender lo que es la gravedad de una estrella, y eso que esta estrella amarilla es pequeña comparada con la de tu estrella de tipo celeste que es bastante bastante más grande. Por eso tu mundo está bastante más alejado de su estrella que nuestro mundo de la nuestra.

-Entiendo, entiendo. ¿Cómo es vuestra comunidad?

-Los niños aprenden de pequeño, como en todas civilizaciones, leer y escribir, sumar, restar, multiplicar, dividir. Luego la matemática superior. Obviamente se les enseña historia pero se les enseña también música, la música es un arte liberal. Se les enseña escultura, pintura. Pensaréis que eso no sirve de nada. Entiendo que hay civilizaciones que tienen apetito de poder -hablaba Brandani-, pero se olvidan de disfrutar. En nuestros cincuenta sistemas estelares tenemos más de trescientas bases en los satélites de los gigantes gaseosos, incluso de los pequeños planetas rocosos, pero disfrutamos de la música, de la pintura, y no criticamos a quien tiene distintos gustos. Hay todo tipo de pintura, hay una pintura oscura que civilizaciones atrasadas la tomarán como monstruosa, terrorífica, y yo les diría ¿por qué? es una expresión artística, no todo tiene que ser claro. Lo mismo con las obras de escultura. ¿Sabes que tenemos esculturas de distintas razas reptiloides? -Me asombré.

-¿Pero estamos hablando de reptiloides que han caído prisioneros?

-No, invitados como tú. Si no hubiéramos intervenido tu compañero te hubiera matado y hubiera inventado una historia distinta a lo que pasó. -Agradecí la intervención.

-¿Por qué cuándo estábamos en la nave has aparecido a lo último, cuando ya estábamos por llegar a este mundo?

-Estaba ocupado haciendo cálculos.

-O sea, que eres una persona que trabaja con cálculos digitales.

-No, soy asesor y a su vez guía de personas que no conocen este mundo, por eso dije que voy a ser tu guía.

-¿Te han designado?

-Tengo un alto cargo, el mismo que tienen todos mis compañeros que están aquí sentados junto a nosotros y escuchando atentamente.

-¿Por qué sólo dialogamos nosotros?

-¿Y por qué no? Si alguno tuviera algo que decir lo diría, pero hablamos nosotros.

-¿Qué capacidad tienen vuestros ordenadores personales?

-¡Cómo medirla! Digamos que aún disfrutamos de libros de papel. Por supuesto tenemos libros digitales, todos los libros digitales de nuestro mundo cabrían en un solo ordenador personal. Tal es la capacidad. Pero a su vez tenemos cálculos astronómicos, cursos de grandes meteoros...

-¿Cómo... cómo rechazan si viniera un gran meteoro? Sé que hay mundos donde acabó una civilización por el impacto de un gran meteoro.

-Primero es como que le ponemos una red energética de grafeno y luego lo bombardeamos con fotones sólidos, va a estallar en mil pedazos. Esa red energética lo va a contener como si fuera una red de sogas, lo comprime y luego lo pulveriza por completo a nivel molecular para que no quede ningún tipo de restos.

-Vaya. ¿Sabes que tengo cientos de preguntas? ¿Puedo ir donde quiera?

-Sí, lo que pasa que hay gente que se pierde en su propio mundo visitando otra ciudad. Aquí estás en otro mundo, con otra raza, con otras costumbres, con otras formas. Obviamente que debo acompañarte. Tendrás tu propio hábitat.

-¿Estaré encerrado?

-Para nada. Pero no te recomiendo salir solo, no tendría ningún sentido.

-Me da pudor, pero entiendo lo que quieres decir.

-No, no puedes entender si todavía no hablé. Fidis, te sentirías más cómodo hablando conmigo a solas que en presencia de mis compañeros, porque es como que te has adaptado a mi compañía. Pero nuestra raza es muy reservada, evitamos toda crítica, todo prejuicio y muchísimo más que desconoces. Puedes hablar.

-Quiero decir que soy joven y que me estoy adaptando a vuestra imagen, y espero que vosotros os adaptáis a la mía, debo parecerles horrible, feo, como, y no quiero ser hipócrita, como vosotros os parecéis horribles a mi vista, hasta tanto yo me acostumbre a verlos.

-Entiendo.

-No, pero falta, extraño una compañía de una reptiloide. -Me miró y sonrió-. ¿Te burlas?

-No, Fidis, para nada. Mi sonrisa viene porque tú te piensas que eres el único reptiloide que hay aquí.

-¡Vaya! ¿Cómo?

-Pero Fidis, somos amplios de criterio, no digo que haya miles pero sí hay cientos de reptiloides en este mundo.

-¿Pero de mi raza?

-No necesariamente; seguramente hay de Rigel pero también hay otros mundos que son compatibles con tu raza. Pero también hay otras razas, con piel más verde, con más escamas, y quizá no sean tan compatibles. Pero entiendo a lo que quieres llegar. O sea, que el día de mañana puedes tener tranquilamente una pareja.

-Y nuestros... ¡je, pucha!, ¡qué difícil es esto!

-Sé a dónde quieres llegar, Fidis. Si tuvieras una pareja y tuvierais cría irían a una escuela humana. Porque lo que no entiendes, Fidis, es cuando el reptiloide y el humano se crían juntos... ¿Sabías que hace miles y miles y miles de años nuestra raza, los antiguos, tenían prejuicios por colores de piel entre humanos? Y mira ahora, nos criamos juntos distintas razas, los niños van a la misma escuela, nuestro promedio de vida es similar al vuestro.

 

Estaba anonadado, sorprendido, extasiado. Y por ahora me llamo a silencio.

 


 

Sesión 19/04/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

Su guía, humano, le pondría al corriente de esta sociedad donde convivían varias razas. Pero había diferencias debido a que físicamente no eran iguales; así, habría zonas, lugares bien definidos. Visitaron un hospital, una médica trató de explicárselo.

Sesión en MP3 (4.765 KB)

 

Entidad: Yo pensaba que había perdido la capacidad de sorprenderme. Pero en este mundo veía tantas maravillas, tantas cosas que desconocía, y de alguna manera sentí como que mi ego, porque reconozco que lo tengo, me carcomía por dentro. ¡Pero cómo nuestra raza reptiloide que llegó a formar el imperio Mordon, desconoce la mitad de las cosas que han creado los antiguos!

 

De verdad que me había agarrado una puntada en el estómago, de los nervios, pero nervios provocados por... celos no sería la palabra, envidia tampoco. Sí empecé a notar que te mostraban lo que querían mostrarte, y lo que no lo pasaban por alto. De todas maneras yo estaba bien predispuesto y digo bueno, será que todavía esto no es para mí, como los jóvenes reptiloides que van estudiando curso por curso.

-Ven -me dijo Brandani-, ven, Fidis. -Y lo seguí, fuimos a un centro público.

Me dice:

-Esto es un hospital reptiloide. -Me dio otra sacudida el estómago.

Le digo:

-¿Pero no es que todos conviven?

-Sí, pero vuestra constitución es distinta a la nuestra, vuestro organismo es distinto. O sea, vuestros cirujanos, vuestros médicos, vuestros especialistas en distintas partes del cuerpo son distintos a nuestros especialistas, a nuestros cirujanos. Humanos, reptiloides tenemos muchas cosas en común pero otras no. Por ejemplo el parto, nosotros parimos, nuestras mujeres. Vuestras mujeres ponen huevos, pero de todas maneras vuestra misma evolución hace que tengan que ser asistidas. Y tenemos un zoológico con reptiles salvajes, pero no te sientas mal por eso, Fidis, porque también tenemos antropoides salvajes. O sea, sus genes tienen más de un noventa y cinco por ciento de los nuestros y estoy convencido que estos reptiles salvajes llegan a tener hasta un noventa y ocho por ciento de ADN vuestro.

 

Entramos, era un lugar muy pulcro, muy limpio, muy bien atendido. Me mostró los quirófanos, me mostró los aparatos que te leían tu cuerpo desde la cabeza hasta los pies, es como que tu cuerpo fuera transparente para la máquina. En la historia de mi pueblo vi aparatos viejos de muchos siglos y siglos que te escaneaban tu cuerpo ya sea con sonido, pero esto era algo muy superior.

Y me presentó una joven reptiloide, muy hermosa a mis ojos, quizá para los ojos de Brandani no.

Me presentó:

-Es comandante de un crucero, ella es Namba. -Nos dimos la mano. Tenía una voz susurrante, sibilante pero hermosa, hermosa-. Permiso -dijo Brandani-, voy a hablar con el jefe de cirujanos, en un rato volveré.

En el hospital había un bar, le digo:

-Sé que recién nos conocemos, pero bueno, justamente me atrevo a invitarte a tomar algo. -Nos pedimos dos zumos, no de frutas sino de plantas pero con un sabor excelente.

Y nos pusimos a conversar:

-¿Cuánto hace que trabajas aquí?

-Desde adolescente.

-¡Ah, pero todavía eres joven! ¿Qué haces?

-Trabajo de asistente, de asistente de un médico, y a su vez por las tardes me especializo en medicina y también en manejar aparatos.

-¡Vaya! ¿Y tienes familia?

-Mis padres. No los veo desde chica, están en otra región.

-¡Vaya! ¿Te han dejado ir a hospitales humanos?

-Te llamas Fidis, ¿no?

-Sí, Namba, ¿por qué?

-Te voy a interiorizar por las costumbres de aquí. No entras a un hospital humano.

-¿Por qué?

-¡Porque son humanos!, nosotros somos reptiloides. Ellos son superiores. -Otra vez sentí como una punzada en el estómago.

-Namba, no entiendo. Mi guía, Brandani, me dijo que incluso los niños reptiloides y los niños humanos de pequeños comparten la escuela.

-Sí...

-No, no entiendo ese si dubitativo.

-Sí, hay escuelas públicas. No existe la pobreza en este mundo, hay tantos adelantos que hay alimentos sintéticos que son quizá mejores que los alimentos naturales de la forma que son modificados, pero la mayoría de nosotros nos sentimos cómodos en ciertas zonas. Yo, por ejemplo, tengo que viajar para venir hasta aquí.

-¿Cómo viajar -pregunté-, vives muy lejos del centro hospitalario?

-Aproximadamente media hora.

-Pero con el tremendo adelanto que tienen aquí no tienes una cabina teletransportadora que te lleve direc... -Me interrumpió.

-No, eso lo tienen los humanos. ¿Qué piensas?

-Me había quedado tildado pensando... No sé si entiendes mi idioma coloquial Namba, pero Brandani me pintó otra cosa, me pintó que había incluso otras razas aparte de la reptiloide aquí con los humanos.

-Sí, hay por supuesto. Hay unos que son cánidos avanzados que casi perdieron el pelo y tienen un coeficiente intelectual tremendo. Pero también tienen su región. Obviamente nos tratamos todos, podemos ir a un museo, podemos ir incluso a escuchar música. No te pienses que los antiguos son tan austeros, les encanta la música, música de siglos anteriores incluso. Tienen aparatos reproductores especiales que la música entra directamente a tus oídos. Es más nos ponen directamente en nuestro oído un adaptador especial para que lo que escuchan ellos sirva para que lo escuchemos nosotros.

-¡Je! Explícate, Namba, no entiendo... ¿Cuántas veces has tratado con humanos?

-No muchas.

-Explícate.

-Nuestro sentido auditivo es distinto. También tenemos otro sentido en nuestra lengua que no lo tienen los humanos. Nuestra vista es distinta. Entonces en algunas cosas nos tenemos que adaptar.

-Claro, eso lo entiendo perfectamente. ¿Pero por qué las regiones? Regiones para cánidos, regiones para reptiloides, regiones para humanos... Y vuelvo a lo del comienzo. Brandani me dijo que los niños de distintas razas estudian juntos.

-Sí, pero no en los institutos privados.

-¿Cuál sería la diferencia?, si el adelanto que yo veo es inmenso.

-Lo que tú digas -explicó Namba-. Pero los institutos privados enseñan más cosas, tecnología humana superior que no enseñan ni a los reptiloides ni a los cánidos.

-¿Por qué, por temor a que inventemos algo que esté por encima de lo que hacen ellos?

-No. Me parece que aquí le estás faltando al respeto a los humanos.

-No entiendo, di una opinión, y no veo ninguna falta de respeto.

-Nos cuidan, nos quieren.

-Tenme paciencia, Namba, vengo de otro sistema estelar. La palabra 'nos cuidan', 'nos quieren', eso se lo puedes decir a un infante, a un bebé humano, reptiloide, cánido. 'Nos cuidan'... ¿De qué nos tienen que cuidar?

-Sigues ofendiéndolos -dijo Namba-. Nos protegen.

-¿De qué -pregunté-, de quién?

-Es una manera de decir. Nos supervisan.

-¿Estás queriendo decir que nos controlan?

-Fidis, no comentes esto a Brandani porque se lo va a tomar mal, pero nadie nos controla. Es cierto que tenemos un pequeño chip.

-¿Qué? Entiendo que será por los gastos, escanean el chip...

-No, no hablo de ese tipo de chip. ¿Te acuerdas en la antigüedad en tu mundo? ¿Has leído historia?

-Sí.

-Bueno hace milenios existía, por lo menos en este mundo, algo que se llamaba GPS.

-¡Ajá! Continúa.

-Bueno, tenemos algo de eso muy avanzado. Y cada ciudad tiene un centro de monitoreo donde ven, donde controlan donde están los miles de reptiloides o de cánidos.

-Entiendo. Pero los humanos no tienen chip.

-Pero Fidis, qué desubicado que eres, ¿cómo van a tener chip?, son humanos, ¡es una raza superior!

-A ver, Namba. Claro, tú has nacido aquí, ¿no?

-¡Por supuesto!, y estoy orgullosa, estoy orgullosa de tener los amos que tengo.

-¡Tus ¿qué?!

-Los amos.

-Brandani dijo aquí éramos todos iguales.

-Es que lo somos, yo tengo libertad para todo. Puedo estudiar, puedo trabajar de asistente de medicina, puedo ver holopelículas, holoconferencias o ir a conferencias presenciales, no preciso traductor porque aprendí el idioma. Me siento contenta, yo estoy feliz de estar aquí, no lo cambiaría por nada.

-Claro. Pero has dicho amos. ¿Tú comprendes, Namba, lo que significa amos? ¿Sabes lo que es un antónimo de amo?

-Sí.

-¿Lo puedes explicar?

-Sí, obrero, trabajador.

-No, eso sería jefe o líder. El antónimo de amo es esclavo. O sea, ¿tú cobras por lo que haces?

-Por supuesto. Tengo una cuenta de créditos bastante bastante abultada por ser joven como soy, y me siento orgullosa por eso.

-Lo que no me gusta es la palabra amo. Primero que te discriminan por regiones, o sea, ¿en la zona central de esta ciudad puedes vivir?

-De poder puedo, pero me mirarían raro porque esta es una zona exclusiva de humanos.

-¡Exclusiva, exclusiva! ¿Cómo exclusiva? O sea, ¿que no te permiten comprar nada por aquí?, ¿ni siquiera comprar un apartamento?

-Por supuesto que me permiten, pero no, no está bien visto.

-O sea, ¿que tampoco podrías comprar en la zona de los cánidos?

-Sí, pero no tenemos nada en común, ellos tienen su costumbre, sus maneras.

-Qué quieres que te diga, no veo igualdad.

-Fidis, ¿cuánto hace que estás en este planeta?, nada. Yo nací aquí, no estoy con mis padres pero me siento bien, estoy bien cuidada, puedo estudiar, puedo hacer de todo.

-Me parece perfecto. ¿Pero por qué el chip? Qué tienen miedo, ¿que robes?, ¿que te escapes? ¡A dónde!

-A ningún lado, el chip es un beneficio para nosotros.

-¿En qué sentido?, ¿en qué sentido es beneficioso que te pongan algo que te puedan monitorear las veinticuatro horas?

-En nuestra seguridad. Podemos andar tranquilamente de noche por una calle, que si en el monitoreo ven que si hay un reptiloide dañino enseguida la ley humana lo va a detener. Es para protección.

-Yo sigo pensando que es para control.

-Mira, me agradas mucho Fidis...

-Tú también me agradas.

-Pero tienes unas ideas muy distintas. Te disculpo porque eres nuevo aquí y me da la impresión que no encajas aquí, que eres rebelde. Esto lo tomo como una conversación inicial y lo dejo pasar.

-¡Je, je! ¿Tú tienes algún cargo gubernamental?

-Por supuesto que no -dijo Namba-, dije que soy asistente médica.

-Entonces no entendí lo de 'lo dejo pasar'. Supongamos que tengamos una segunda conversación así.

-Te tendría que reportar.

-¿Reportar? ¿Lo entiendo como denunciar?

-Sí.

-Bajo qué cargos.

-Rebelión, rebeldía.

-¿Rebeldía por opinar que un chip te controla? ¿Rebeldía porque haya regiones reptiloides, cánidas, humanas? ¿Rebelión porque en una escuela pública muy básica donde te enseñan nada pueden ir todos, pero en las privadas van solamente los humanos? O sea, que en este mundo los humanos tienen todo el conocimiento de los antiguos y tú no lo tienes.

-Disculpa, Fidis, yo soy muy buena, ya me voy a recibir de médica.

-Está bien, está perfecto. Te recibes de médica, pero te siguen controlando. Ahora, tú dices que es para tu beneficio, porque dices que puedes andar por la calle sola y si alguien extraño se acercara a ti lo escanearían para saber si es alguien peligroso.

-Obviamente -dijo Namba-, porque el chip tiene tu ADN, tu historial, tu comportamiento desde niña. Entonces saben quién es quién. Y hubo algunos revoltosos que desaparecieron.

-No entiendo esa parte. O sea, ¿los han encerrado?

-No, encerrar sería gastar en alguien que no produce. Aquí todos tenemos que producir, en el trabajo que fuere.

-El hecho de que todos tengan chip, supongo que también lo tienen los cánidos.

-Obvio.

-Bien. Entonces no hay delincuencia porque están vigilados.

-Sí, pero no.

-¡Je, je!, vamos de vuelta. Ese 'sí, pero no' no lo entendí.

-Un reptiloide, un cánido pueden tener el mejor comportamiento pero tienen de repente el ADN de sus padres o hermanos en el caso de que lo tuviera, el comportamiento de sus ancestros, sus actitudes, ver qué carrera eligió y es como que hay un ordenador principal que va...

-¿Qué palabra buscas, discriminando?

-No, eso lo dices tú.

-Entonces dime cuál palabra.

-Es la del ordenador; separar, separa.

-¿Qué separa?, ¿qué está discriminando? O sea, es un ordenador que prejuzga. Capaz que el reptiloide o el cánido no hicieron nada pero el hecho de tener un antecedente...

-No, no, Fidis, te equivocas por enésima vez. El mismo ADN te va marcando el comportamiento, y eso no lo puedes evitar.

-¡No me digas, no me digas! ¿Y lo que llevamos adentro? ¿Y el espíritu que llevamos adentro?

-Fidis, no sé de qué mundo vienes pero estás diciendo tonterías: lo que describe a un ser reptiloide o a un cánido es su ADN.

-Está bien, está bien, está bien. Te sigo el juego.

-No entiendo la palabra 'te sigo el juego'.

-Sigo. Lo explico de otra manera. Ese mismo ADN también en el ordenador marcaría la ascendencia humana, que un humano con el tiempo podría tener inclinaciones de rebelión.

-¿De rebelión contra quién si ellos son los amos?

-No tienes ni idea de cómo me molesta la palabra amo. ¿Te mandan, te ordenan?

-Pero por supuesto, siempre te van a ordenar. Mi médico, mi jefe me ordena.

-Claro, pero no te va a ordenar un humano, no te dice a tal hora tienes que hacer tal cosa, a tal hora otra. O de repente a tal hora ya tienes que quedar en tu casa.

-Es absurdo lo que planteas, tenemos una libertad total.

-Bueno, tú misma lo dices Namba, libertad total. En esa libertad total, la palabra amo...

-Es una costumbre, Fidis.

-Está bien, es una mala costumbre.

-Me da pena, Fidis. Yo nunca estuve en pareja con nadie, soy joven, pero muchas veces me han dicho otras amigas "Es hora de que busques una pareja", porque es normal tener una pareja a determinada edad. Y si bien tú no eres tan joven, vi tu ADN... -Otra sorpresa más.

-¿Cuándo has visto mi ADN?

-Cuando te traían te escanearon. ¿Que no lo sabías?

-No.

-Bueno, y toda tu ficha digital está justamente en el hospital donde yo trabajo. Y tienes un ADN excelente. Por eso no condice con tus palabras rebeldes. Que las dejo pasar porque eres nuevo, con el tiempo vas a entender. Pero ese ADN excelente y aparte eres agradable, me gustas como persona, tu figura. Eres alguien con quien aparearse.

-Esa es otra palabra que no me gusta. En mi mundo, en Rigel, donde yo vivía decíamos amarnos.

-¡Amarnos!

-Discúlpame, ¿que vosotros no conocéis la palabra amor?

-¡Cómo no, por supuesto que sí! ¿Pero qué tiene que ver con aparearse?

-Entiendo que hay mundos donde los machos reptiloides se aparean con varias hembras reptiloides y no les interesa el amor sino el placer, pero cuando buscas una pareja tiene que haber aparte de atracción tiene que haber amor.

-Tú te refieres a afecto.

-No, me refiero a amor, que es algo más profundo. No es "Hola, qué tal, me caes bien, tienes buen ADN, debes ser un buen reproductor. ¿Qué tal si nos apareamos?".

-No nos vamos a entender. Es una pena Fidis, eres muy raro.

-Espera, espera, espera; en la nave cuando vine... Tú tienes mi lectura de ADN, ¿no es cierto?

-Lo acabo de decir.

-Bien. ¿Me han implantado un chip?

-No, ya te va a hablar el guía humano Brandani.

-Yo no quiero chip.

-Te dije que si sigues hablando así tendré que reportarte.

-Pensé que íbamos a ser amigos.

-Y lo somos.

-Y los amigos no hacen un reporte del otro por hablar.

-Fidis, tú no entiendes algo -dijo Namba-, yo soy leal a mis amos antes que cualquier afecto.

-Vaya. Vaya. Si bien los reptilianos somos de sangre fría, a diferencia de los humanos y los cánidos, tú tienes el alma fría Namba.

-Hablas raro y no entiendo nada. Ahí vuelve tu guía.

-Yo te corregiría, Namba, yo te diría como que Brandani no es mi guía, es mi amo.

-Ahora eres irónico. Todos los humanos son nuestros amos, Brandani es tu guía. Y ahora, si me disculpas, voy a seguir trabajando. -Se dio vuelta y me dijo-: Y es una pena, ¿eh?, porque tienes un buen ADN.

 

-¿De qué hablaban? -dijo Brandani.

-Hablábamos de algo muy interesante, de que aquí para tener una relación íntima, lo que Namba llama aparearse, tiene que ver con... similar ADN.

-¡Ja, ja, ja! -Me palmeó el hombro-. Veo que estás aprendiendo. -Sonreí irónicamente. Brandani me miró-: Te voy a sacar bueno, eres inteligente, te vas a adaptar a nosotros.

-No tengas duda. Pero tú que eres mi guía, tú que eres mi confidente, tú que sabes todo de mí, me has rescatado de una rebelión, de un motín, sabes que soy una persona que puedo rendir mucho y aprender mucho, Namba me dijo que hay cosas que están limitadas para nosotros.

-No, no sería tu caso, puedes venir a la academia donde yo estoy y aprender otras cosas. Aparte, hay muchas cosas que aún tenemos que saber de tu civilización, de tu mundo. Ten en cuenta que los reptilianos de aquí se han criado así, no sabes lo que sabes tú.

-Bien, a eso quería llegar. Si yo voy a cooperar, ¿también me van a poner un chip si yo voy a estar contigo?

-Fidis, Fidis, no vas a estar conmigo, tú tendrás tu propio apartamento que lo pagarás con tu trabajo y serás independiente, pero el chip es una práctica de milenios.

-Entiendo. Y como yo soy nuevo no puedo venir a perturbar. Y te seré sincero, me quejé con Namba porque dijo la palabra amos.

-¡Ah! No hagas caso, eso es una manera de decir, Fidis.

-Sí, no me gusta. Lo opuesto sería esclavos. ¿Tú consideras que soy un esclavo?

-¡Qué dices, Fidis!, tú eres una persona útil.

-Bueno, es el primer halago que recibo, me dices persona. Pensé que a los reptiloides no nos consideraban personas.

-Estás muy sensible, muy muy muy sensible, muy muy muy sensible. ¿Qué has bebido?

-Una planta. Agriceña se llama.

-Claro, claro. Esa te excita demasiado. No no no no no, estás muy efervescente.

-¡Je, je! Efervescente es una bebida.

-¡Ay! Tienes que adaptarte a nuestra manera de hablar. El chip es una tontería, es para vuestra protección.

 

Suspiré y caminé a la par de mi guía. Namba me gustaba muchísimo, muchísimo, pero era gélida, un témpano. "¡Ah!, tienes buen ADN, debes ser bueno para aparearte". Supongo que en el planeta habría microscopios electrónicos que podrían hasta visualizar el virus más pequeño, pero no pueden visualizar el amor.

 

Y le pregunté a Brandani:

-¿Vosotros, los humanos, cuando tenéis intimidad, se aman? -Brandani se encogió de hombros.

-Sí, si estamos en pareja sí. También tenemos relaciones esporádicas.

-Sí, ¿pero se aman?

-Por supuesto.

-Bien, bien.

 


 

Sesión 04/07/2022
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

Estudiaba todo lo que podía sobre el equipamiento de las naves, electrónica, motores. Podría ayudar a sus hospedadores. Pero le interesaban los chips que llevaban injertados; con ellos eran controlados por los humanos. Trabó más que amistad con un ser de su raza. Fue muy automático, inexpresivo.

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Entidad: Pasaron cerca de seis meses. Estudié distintas materias, no sólo prestaba atención sino que se me permitía preguntar cuando algo no lo comprendía bien. El profesor era muy tolerante y empático. Y más conmigo, porque prestaba atención a todo lo que explicaba.

Jamás me hubiera atrevido a debatirle. Pero sí en charlas privadas le planteaba distintos temas y me los aclaraba de buen gusto.

Recuerdo que me preguntó:

-¿Fidis, en qué te vas a especializar?

-Me gustaría trabajar con ordenadores cuánticos, y en especial con microprocesadores.

-¡Ah, pero qué maravilla! ¿Y eso por qué?

-Porque entiendo que puedo ayudar a los humanos.

-Bien, bien, Fidis. Ahora estás entendiendo lo que es la cooperación.

 

Pero no, no lo entendía, porque con el tiempo me fui dando cuenta de que todos los reptiloides de este mundo eran como Namba. No digo que eran serviles, eran más bien serviciales, pero en el fondo de su ser, el hecho de considerar a los humanos superiores era algo que para mí era inconcebible, porque entendía que la inteligencia era independiente de las razas.

 

En el lapso de esos seis meses tres estudiantes desaparecieron. Le pregunté al profesor. Y me dijo:

-Mira, Fidis, eran alborotadores, con sus ideas arcaicas. Y fueron llevados a otro lado.

-¿A otra región?

-No me lo han dicho.

 

Pero no es la primera vez que escuchaba que reptiloides díscolos, o sea, que pensaban como pensaba yo pero lo decían abiertamente, los hacían desaparecer. Y me di cuenta de que la famosa libertad de razas se lograba en tanto y en cuanto tú hicieras todos lo que pedían los humanos.

 

Preguntaréis, ¿por qué quise especializarme en ordenadores cuánticos y en microprocesadores? Porque aprendí a estudiar los chips, los chips que nos injertaban. Y descubrí que era casi imposible sacarlos. No es un pequeño aparato que se pone debajo de la piel y ya está. No. El chip tenía como filamentos tan pequeños que eran casi invisibles, invisibles en el sentido de que no había manera de extraerlos.

Me preguntaréis cuál era mi idea. Podía haber elegido, al fin y al cabo me trataban bien. Tenía mi apartamento, mi holovisión, tenía holomúsica, holoordenadores, y si bien no vivía en la ciudad central donde estaban los humanos, con mi heliocoche en menos de veinte minutos estaba en el instituto.

 

Y muchas veces luchaba contra mi propia conciencia: ¿Por qué no hacerle caso a Namba? Obviamente no me gustaba que ella dijera los amos, pero eran los que tenían el control; así que puntualmente lo eran. Tanto nosotros, los reptiloides, como los cánidos, en lenguaje coloquial, la pasábamos de maravilla; podíamos aparearnos sin comprometer los afectos. O podíamos elegir una pareja, podíamos vivir con nuestras crías, educarlos. Aunque Namba decía "No se dice educarlos, se dice adoctrinarlos". Otra palabra que odiaba: adoctrinar.

 

Me encontré muchas veces con mi guía humano, Brandani.

-He observado a través del holoordenador general tus logros. Te seré honesto, al comienzo tenía mis dudas. Sabía, Fidis, que tú tenías tu carácter, pero te has logrado adaptar. ¿Te gusta la vida que llevas?

-Por supuesto, estimado Brandani, el estudiar cosas me moviliza, me motiva, me hace sentir bien.

-¿Te has vuelto a cruzar con Namba?

-Hemos tenido conversaciones.

-Ella me lo ha comentado.

-¿Y qué dice de mí?

-Que eres más... dócil no sería la palabra, que entiendes mejor las cosas. -Fruncí el ceño.

-Lo voy a preguntar con total confianza.

-Adelante -me dijo el humano.

-¿Por qué? ¿Al comienzo ella se quejaba de mí?

-Bueno, dijo que como que tú te podías convertir en un rebelde.

-Vaya. -Y fui hipócrita-. Es cierto que al comienzo determinadas costumbres me chocaron, es como que me cogieron como un viento de frente, pero ya estoy adaptado. -Me palmeó un hombro.

-Y eso es lo importante, Fidis, eso es lo importante. Pero tú también tienes otros conocimientos, sabes de naves, sabes de motores... ¿Cuál es tu idea de estudiar ordenadores cuánticos?

-Seré sincero. El profesor me dijo que gracias a mis adelantos, a mis puntuaciones y a mi dedicación al estudio me permitirá a mí, en clase personal, estudiar motores humanos.

-¡Ah, pero qué bien!

-Pregunto... El profesor es reptiloide, ¿él puede hacer eso?

-¡Je, je! Fidis -dijo Brandani-, el profesor es un reptiloide viejo. Él... él nació aquí, morirá aquí, y no cambiaría este estilo de vida por nada, absolutamente por nada. Por eso se le permitió estudiar todo lo que es la aparatología de naves de los Antiguos. Y tú te has merecido el ser su mejor alumno y estudiar con él. Pero claro, todo tiene una ida y vuelta.

-No lo interpreto.

-Claro, Fidis. Si estudias eso tú tendrás que dar algo a cambio. -Me envaré, no sabía a dónde iba a llegar.

-Por favor, explícate.

-Claro. Has avanzado mucho en microordenadores y puedes dar la manera de mejorar incluso los ordenadores de nuestras naves.

-¿Más? Apenas alcanzo a entender esa tecnología...

-Ahora, ahora. Nos vas a ser muy útil, muy muy útil.

 

Y estuve seis meses estudiando con el profesor. Aprendí sobre microordenadores, sobre cómo funcionaban los motores cuánticos, el por qué dejaban una huella cuando se desplazaban más allá de la velocidad de la luz. Y al aprender el porqué, aprendí también cómo borrar esas huellas. Porque voy a ser honesto, me gustaba mucho este mundo y muchas veces luché contra mi propia conciencia, pero siempre pensé en ver de qué manera podía escaparme.

 

Profundicé el ADN humano, profundicé el ADN cánido, profundicé el ADN reptiloide. Aprendí cómo colocar un chip con sus microensambles en cada ser vivo, ya sea reptiloide o cánido. Y era un chip tan complejo a la vez de pequeño que hasta transmitía a la central el comportamiento, sabían en qué momento del día uno estaba alterado, molesto, enojado, armónico, plácido, descansando, comiendo o teniendo una relación con una reptiloide. Ya no estamos hablando de estado de ánimo, es algo mucho más complejo y difícil de explicar. Y obviamente que era una manera de control.

 

Entiendo que los estudiantes que desaparecieron no fue por quejas del profesor, fue porque el chip les marcaba una línea al límite, permanente, en sus estados alterados, y antes de que las cosas pasen a mayores los desaparecían.

Me gané la confianza del profesor, y me dijo:

-Aquellos seres que desaparecen no sufren, los ponen directamente en un desintegrador.

-Explíquese -le pedí.

-Claro. Cuando a ti te trasladan de tierra a una nave te teletransportan, eres solamente moléculas. Y arriba, la tecnología vuelve a armarte exactamente de la misma manera.

-Eso lo entiendo. ¿Y el desintegrador?

-Directamente quedan las moléculas, ya no hay más vida. Pero el ser no siente nada de la misma manera que tú tampoco sientes nada cuando te teletransportan.

-Pero profesor, a ver si entiendo. ¿Le quitan la vida por el hecho de que un chip detecta que pueden llegar a causar problemas?

-Mi querido Fidis, en una sociedad tan armónica como la nuestra, cuanta más armonía haya, mejor. Cuánto más situaciones de seguridad veas, mejor. ¿Por qué habría de haber disidentes si esto es la panacea? Yo me casé, tuve una sola mujer y murió hace poco.

-¿Puedo preguntar qué le pasó? Lo pregunto porque han vencido a casi todas las enfermedades.

-Ella tenía problemas mentales en los últimos años. No congeniábamos del todo, no era disidente pero a lo último deliraba diciendo que había escuchado hablar a humanos de manera despectiva. Y me preguntaba: "¿Has visto alguna vez a un humano rebelde? ¿Has visto alguna vez a un humano que haya desaparecido?".

Lo interrumpí y le dije:

-Profesor, ¿entonces murió por su problema mental?

-De alguna manera, sí.

-Perdón, no no no acabo de entender.

-La reporté.

-¿A su propia esposa?

-Pero no era mi esposa, había cambiado. -Frunció el ceño y me miró a los ojos-. ¿Acaso tú repruebas lo que hice?

Hipócrita otra vez:

-Para nada, mi querido profesor. Quizá sea muy atrevido en decir esto, pero yo hubiera hecho lo mismo. -Me abrazó.

-¿Te das cuenta, Fidis, por qué eres mi discípulo preferido? Tú sabes respetar a los humanos, tú entiendes esto. El hecho de que si tú tuvieras una pareja o un amigo disidente, lo reportarías.

-Sin ninguna duda, mi querido profesor, sin ninguna duda.

 

El profesor era una persona muy conocida en todo el mundo reptiliano, sus halagos llegaron a oídos de Namba.

-¡Cómo has cambiado! Este es el Fidis que yo quería ver. Si tú lo deseas, podemos aparearnos cuando lo desees sin compromiso. Y si te gusto podemos formar pareja. -Honestamente, la deseaba, pero sentía por otro lado como cierta repulsión a sus ideas, ideas que yo había disfrazado.

-Me encantaría, de verdad que me encantaría. -Y esa noche nos apareamos en su apartamento.

 

Me sentí raro, extraño. Ella era muy automática, muy muy poco expresiva. Sabía que disfrutaba pero no lo decía. Y cuando terminamos de aparearnos se dio una ducha de vapor, se vistió y dijo:

-Ha estado muy interesante. Ahora debes irte, que mañana tengo que ir a trabajar.

-Claro, por supuesto -le dije-. Te agradezco la invitación, de verdad. Coincido contigo, ha estado muy interesante.

 

Abajo tenía el heliocoche. Me fui torturado, por dentro despedazado. Yo podía ver con un ultramicroscopio hasta los pequeños cables de un microchip, pero su alma, sus sentimientos estaban fuera del alcance de cualquier aparato. Y eso que Namba era, dentro de todo, una de las más expresivas. O el problema sería mío por sentir, por tener sentimientos, por tener emociones.

Y después me alarmé; ¿Esos sentimientos, esas emociones no saldrán en el lector central de chips? Pero era listo, y al día siguiente me cité con mi guía humano, Brandani, y le comenté:

-Sé que son temas íntimos pero estuve con Namba, nos apareamos.

-¡Je, je! Lo sabíamos, los chips nos muestran todo.

-Lo que quiero ser honesto contigo. Sentí como una especie de emoción al aparearme, espero que la central de chips no lo tome como una emoción rebelde.

-¡Je! No no no no, es otro tipo de curva, es otro tipo de línea. Una emoción afectiva es opuesta a esas emociones alteradas. No, quédate tranquilo, Fidis. -Me abrazó-. Ahora ve. Ve, que tu profesor te espera.

 

Hice una reverencia y me marché aliviado, pero más desconforme que nunca.

 


 

Sesión 11/01/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

Había estudiado unas modificaciones para que las naves aceleraran hasta más allá de la velocidad de la luz. Tenía un plan, que gracias a la confianza ganada podría llevar a cabo. Llegó el momento. Obtuvo permiso de hacer una prueba.

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Entidad: Habían pasado casi dos años y había logrado la confianza tanto de mi profesor reptiliano, que me parecía la persona más servil, pero a su vez yo me había transformado en el reptiloide más hipócrita.

 

El humano Brandani había cogido cierto afecto por mi persona, pero yo no era tan tonto para caer en el halago, lo respetaba pero medía mis palabras. Sabía que Brandani era muy inteligente, pero yo había aprendido a dominar mis emociones, el chip microprocesador que me habían ensamblado rara vez marcaba emociones en la central. Pero de eso también tenía que cuidarme, porque insisto, los humanos no eran tontos, podían pensar "¿Qué sucede que en Fidis el microprocesador ensamblado marca casi plano, no tiene emociones, no tiene alegrías, no tiene disgustos por algún fracaso?", entonces me permitía en cosas pequeñas soltar mis emociones. Muchas veces tuve apareamientos con Namba y ahí soltaba mis emociones, mi pasión, pero Namba como si nada.

 

Al día siguiente me voy a trabajar.

-Espero que hayas quedado satisfecho.

Mi respuesta:

-Obviamente.

-Nos veremos en breve. -Hablábamos casi como dos desconocidos luego de haber estado apareados.

 

El que más dependía de mi persona era el profesor reptiliano. Yo había avanzado en microchips, había logrado hacer procesadores más pequeños y había avanzado en las huellas residuales que dejaba una nave al ir al hiperespacio y sabía perfectamente como borrarlas en un cien por ciento.

Pero mientras tanto me podía permitir emociones negativas, cuando por ejemplo un cánido subía a mi nivel:

-¿Quién te autorizó?

-Es que vine a alcanzar...

-¿Por qué no me has mandado un mensaje por holomóvil? ¿Qué tienes qué hacer aquí?, esta vez te lo dejo pasar, la próxima pide permiso. ¡Y ahora vete, vete!

 

Se acercaron tres humanos, entre ellos Brandani.

-¡Vaya!, cómo saltó en la central el microchip, tus emociones estaban por las nubes, por suerte vimos lo que pasó. ¿Qué sucedió con este cánido?

-Qué te parece Brandani, vino a notificarme en persona lo que me había mandado por el holomóvil. ¿Pero cómo se atrevió a subir a mi piso?

-Es un cánido, ¿quieres que lo reportemos?

-No, lo hizo de torpe, no de malo ni de rebelde, ¡je, je!, es un pobre cánido, no se da cuenta lo que hace.

-Eres muy bueno, Fidis -Me palmeó la espalda Brandani-, Pero no seas tolerante con estos tontos cánidos, lo dejaremos pasar. Nosotros viendo su chip nos damos cuenta de que no tenía ninguna emoción alterada, simplemente quería ser servicial.

-Me molestó. Espero no te haya molestado a ti mi alteración.

-Para nada, para nada, has estado excelente.

-Permiso, voy a volver a mi trabajo.

-Ve, ve. -Y le comentó a otro humano-: "Cómo progresa cada día más este Fidis y qué leal que es a nosotros. Eso es lo que necesitamos, reptiloides leales como Fidis".

 

Hasta tal punto que estaba mejor conceptuado que la propia Namba. Trataba de disimular la angustia, porque eso también saltaba en el microprocesador, la angustia que sentía por haber retado al cánido, pero tenía que actuar.

Las veces que habré visto cuando un humano en su nivel, un reptiloide sin querer subía a ese nivel para comentar algo y lo maltrataban, algo que odiaba.

Odié lo que hice, pero no podía dejar de ser hipócrita, era mi supervivencia.

 

Llegué al laboratorio del profesor y ya estaba enterado:

-¡Qué bien, qué rectitud! ¡Cómo mantienes el orden!

-Profesor, con suficiencia. Me dio pena el cánido, no lo reporté porque me di cuenta que lo hizo sin darse cuenta. Profesor, ¡je, je!, entre nosotros..., es un cánido.

-Tienes razón, Fidis, es un cánido. Qué podemos esperar. Olvidémonos. Fidis vayamos a lo nuestro. Has mejorado muchísimo el motor impulsor, cómo me gustaría probarlo.

-Yo me especialicé en este lapso en manejar estas naves nuevas a velocidad ultra lumínica.

-¿No es mucho atrevimiento, Fidis, si te pido que demos un paseo con la nave?

-¡No no no, eso es de humanos, no podemos hacer eso!

-Fidis, nací aquí, vivo aquí, soy casi como ellos.

-Profesor no diga eso, no sea cosa que por una palabra mal dicha, con el aprecio que le tengo, lo tenga que reportar.

-Tienes razón, nunca vamos a ser como ellos.

-Obvio que no, profesor, ellos son humanos, son la raza elegida. ¿Nosotros qué somos?, unos eternos aprendices.

-Déjame. -Cogió el holoteléfono, habló con Brandani-: Sí, sí, bien. No, jamás le fallaría, es una prueba. -Colgó. Me miró exultante-: Brandani nos dio permiso.

-Pero profesor, aparte del permiso tenemos un lazo energético, no nos podemos alejar del planeta.

-No, olvídate, ya está cortado el lazo.

-Bueno, probemos la nave entonces. -Fuimos al hangar principal.

 

No era una nave grande, tenía solamente doce plazas, pero el motor era tan potente tan potente como los más grandes cruceros de los antiguos.

 

-¿Le has avisado a Namba?

-No es necesario, ¡je, je!, es una pequeña demostración, daremos vuelta a uno de los satélites o nos acercaremos al próximo planeta y volveremos. -La nave tenía armas, armas cortas, armas largas y hasta dos desintegradores. Subimos.

-Siéntate al lado mío -le dije al profesor con autoridad. Ahora yo era el piloto.

 

Toqué el holoordenador y la nave fue ascendiendo lentamente, muy lentamente.

Obviamente nos chequeaban desde la base central. Pedí permiso para probarla a mayor velocidad, me lo otorgaron. La nave tenía libre albedrío también.

Fuimos a un cuarto de la velocidad de la luz, en quince minutos llegamos al próximo planeta, un planeta colonizado con una muy débil atmósfera y enormes campanas energéticas.

-¿Bajamos?

-No, no, sigamos explorando, esto se pone bien. ¿Podemos ir, Fidis, a más velocidad?

-Sí, Brandani no me dio límites.

 

Llegamos casi a la velocidad de la luz.

Llegamos al siguiente mundo, luego al siguiente y seguimos a los bordes del sistema estelar. El profesor ya estaba intranquilo.

 

Todavía no era momento, todo estaba en mi mente, todo. Todo estaba en mi mente, sabía desde hace meses lo que tenía que hacer, meses. Había logrado que esta nave fuera la más veloz de todo el sistema antiguo, yo lo había logrado, no un humano, yo.

En un momento dado, disimuladamente, le apunto al profesor con un pequeño rayo, y lo dejé inconsciente, ni se dio cuenta. El chip marcaba como que dormitaba, solamente eso. No había ningún riesgo. De todas maneras, de la central tardaría más o menos media hora el chip en llegar las ondas porque no podían ir más allá de la velocidad de la luz.

 

Y seguí avanzando, avanzando hasta llegar cinco horas y media luz del planeta central. En ese momento, y recién en ese momento, encendí los motores ultralumínicos y la nave salió del espacio conocido. Inmediatamente encendí el ordenador secundario, preparado por mí también, para borrar cien por ciento las huellas ultra lumínicas. No había manera, ninguna manera de que podían seguirme, no podían seguirme bajo ningún invento que pudieran tener. Confiaron, me dejaron hacer.

Mi desprecio se fue acumulando, lo lamentaba por los cánidos, los más sometidos de todos. Y no es que fueran menos inteligentes, para los antiguos los cánidos tenían un defecto, que eran leales. Era muy raro ver un cánido subversivo, un cánido rebelde. Sí lo había entre los reptiloides. Quizá yo era el más rebelde y me transformé en el reptiloide más confiable. Una parte de mí lo lamentaba por Brandani, si sería amonestado por las autoridades, aunque él era el alto jefe, por haber confiado en mí, en Fidis.

 

Aceleré más y más, alejándome del sistema estelar.

Me preguntaréis por el profesor.

Antes de alejarme del último planeta, también colonizado, lo teletransporté. Una vez que comprobé que llegó con vida marché al hiperespacio. Ya estaba a meses luz del sistema principal de los antiguos, sabía que había otros sistemas de los antiguos miles de años luz en este sector galáctico dominado por los antiguos, pero ninguno me iba a detectar.

Yo ya tenía un plan a donde marcharía. Y ellos no sabían, ni Bracantis ni ninguno de sus congéneres sabía, que yo había ideado nuevas armas de ADN, sabía cómo vencerlos.

No quería causar un caos, pero eran seres que sometían a las razas que creían inferiores, y es algo que yo no podía permitir. El fuego no se combate con fuego, el fuego se combate con calor radiante, algo mil veces más caliente que el fuego sencillo.

 

Y yo sabía a dónde ir. ¿Que me arriesgaba? Arriesgaba mi vida. Pero donde iba era un sistema peligrosísimo, quizás uno de los más peligrosos de la galaxia.

Me diréis: "Estás tan alterado que te está fallando tu mente". No, no, estaba más lúcido que nunca, más lúcido que nunca.

 


 

Sesión 20/01/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

Viajó por varios sistemas estelares hasta que contactó con un crucero de la Federación Sargón. Su propuesta sería ofrecerles la tecnología que llevaba para igualar las fuerzas de la Federación con las de los humanos que había dejado. La idea era conseguir rebajar el ego que empleaban los humanos, el trato con las demás razas que había conocido.

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Entidad: Hay una especie de impulso al que yo llamo efervescencia, hay una imaginaria ebullición de la sangre donde te impulsa a tomar decisiones, hipotéticamente apresuradas.

 

Es cierto que tenía rencor con los humanos antiguos por la manera en que nos trataban y estuve tanto tiempo ideando mi plan, buscando algún detalle por el que me pudieran descubrir, tratando de hacer lo mejor para que vieran que mi conducta era ideal: la imagen de la lealtad. Lealtad según ellos, según yo, sometimiento.

Y me sentí humillado. Primero, una raza que se jactaba de ser la más perfecta de la galaxia y sin embargo tenían castas: primero ellos, segundo los reptiloides, tercero los cánidos.

 

Y muchas veces me pregunté, ¿la lealtad de los cánidos era lealtad o era ignorancia? Nunca he visto que los trataran mal físicamente, p ero en incontables ocasiones vi que los trataban mal verbalmente. Y eran sumisos, algo que a mí me rebelaba por dentro, no lo soportaba.

Recuerdo la última vez que traté mal a un cánido para quedar bien con el humano que me observaba. Luego sentí como una especie de remordimiento, pero luego me justifiqué, "Está bien lo que hice, está bien haberlos gritado porque se lo merecían, porque no eran leales, eran sumisos".

 

Mi mente seguía elaborando pensamientos mientras mi pequeña nave se desplazaba a velocidad ultralumínica, mi idea original era buscar una raza que los enfrentara y los venciera. Y después me di cuenta que era imposible vencerlos, yo teniendo una nave pequeña que había, ¡je, je!, sustraído tenía una barrera energética tan fuerte que podía contener disparos fotónicos sólidos y a su vez podía enviarlos. Tenía un detector que podía detectar vida a años luz, enviaba pequeñas sondas ultralumínicas con unos computadores especiales que permitían el regreso a la nave. Y capté decenas y decenas de sistemas estelares ocupados por esta raza, una raza que era tan inteligente y a la vez tan depredadora que me dio pánico, porque mi primera idea fue transar con ellos, decirles todas las debilidades, dar mi conocimiento para que ellos también tuvieran torpedos fotónicos sólidos. Pero después me di cuenta de algo, esta raza, los langar, depredaban planetas, extinguían a sus razas solamente para tener mundos que habitar. No les importaba la vida, sólo su expansión.

 

Por el contrario los Antiguos, es cierto que un pequeño cánido no puede ir a la escuela reptiloide, ni un pequeño reptiloide a una escuela humana, había castas, pero había armonía, podían vivir su vida, eran educados, educaban a los suyos y educaban a las otras razas, los hacían progresar dentro de sus límites. Entonces no se merecían un castigo tan bestial. No eran la suprema bondad, el hecho de discriminar ya hablaba de que no eran tan perfectos. Pero no depredaban a nadie, no invadían, al contrario, si veían que un pequeña raza sobresalía sobre otra, trataban de sembrar la paz. Mi impulso inicial, reactivo, se iba desvaneciendo, pero tampoco me gustaba un desequilibrio tan grande. No. No me gustaba. Para nada.

 

Primero me alarmé porque me había acercado demasiado al imperio Langar, a uno de sus sistemas estelares, pero mi nave era indetectable para su tecnología. Es más, indetectable hasta para los propios Antiguos, pues había borrado toda huella superlumínica. Seguí de largo, mi nave iba a velocidades increíbles.

 

Haciendo memoria recordé que había estudiado sobre el imperio Mordon. Mi raza no tenía nada que ver con ellos, no éramos iguales físicamente, teníamos ciertas diferencias, y ellos habían sido vencidos por los humanos de la Federación Sargón, una federación que supuestamente siguió creciendo y era de temer.

Pero según la historia que había leído en mi mundo, en Rigel IV, no tenían ni por aproximación las defensas y el armamento de los Antiguos, pero me dirigí para allí.

 La Federación había crecido muchísimo, contaba ya con mil sistemas estelares, y a diferencia de siglos atrás no eran mundos únicamente de humanos, había distintas razas; razas de grises, de marrones, antropomorfos, distintas razas reptiloides. Había también cánidos y otras razas que no era el momento de escribir. Una de las razas que más me asombraba era una raza que en mi mundo era una raza marina, pero se habían adaptado a vivir en la superficie, una raza de cefalópodos. Y dentro de la Federación Sargón había una raza que en distintos mundos tenía más de sesenta millones de vuestros años, una raza de saurios que habían evolucionado mental y tecnológicamente tanto como los humanos de la Federación Sargón. Y muchos de ellos formaban parte de la Federación, eran pacíficos.

 

Recuerdo que hice contacto con una avanzada, no aceptaron transbordarse a mi nave. Les dije si yo podía tele transportarme a su crucero: aceptaron.

Dejé mi nave con un dispositivo especial para que nadie pudiera teletransportarse.

Me vieron por un holovisor primero, vieron que era reptiloide. Les dije que me iba a teletransportar sin ningún tipo de armamento. Si les dije que llevaba conmigo un miniordenador por si nuestro idioma no era el mismo. En billonésimas de segundo mi pequeñito ordenador podía decodificar cualquier idioma galáctico.

Me trasladé a su crucero, un crucero inmenso, tan grande como el de los Antiguos, con infinidad de plataformas, no las conté, pero seguro tenía más de treinta plataformas. En vuestras medidas era un crucero de cinco kilómetros de largo.

Me presenté, les conté mi historia. Les conté como llegué al mundo de los Antiguos. No se sorprendieron, la Federación Sargón conocía a los Antiguos.

Les dije mi plan original, del cual me arrepentí muchísimo, de todas maneras no llevé a cabo nada.

El almirante me felicitó por frenar mis impulsos. Me dijo:

-Fidis, eres un gran ser, pero qué esperas de nosotros, en este momento estamos en paz con toda la galaxia.

-Por supuesto -les dije-. Estaba con tanto rencor que mi idea era que alguna raza les diera una lección, pero me di cuenta que lo que yo pensaba era absurdo, totalmente absurdo. Pero sí lo que quiero es equiparar fuerzas.

-Explícate.

-Lo explico, almirante. En mi nave tengo tecnología que sin ánimo de comparar, entiendo que vosotros no la tenéis, tengo un escudo antifotónico.

-Lo tenemos nosotros también.

-Claro. ¿Pero fotones condensados al punto tal de destruir la barrera energética más potente? No, no lo creo.

-¿Y piensas ofrecérnoslas?

-Así es.

-¿Qué quieres a cambio, Fidis?

-Nada.

-Nos pones en un problema moral.

-¿En qué sentido?

-Claro. Tú, en realidad, has robado esta nave y has robado su tecnología, para ellos eres un traidor.

-Lo soy, pero justificado.

-Mira, en nuestro crucero tenemos abogados y no estarían de acuerdo contigo. No es justificado. Los Antiguos no son una raza guerrera y nada justifica lo que tú has hecho. El problema es que si nosotros aceptamos, la defensa que tú tienes la transfieres a nuestros ordenadores o bien mejoras nuestros ordenadores estaríamos siendo aliados. Y para los Antiguos, la Federación Sargón sería la aliada de un traidor y podrían enemistarse. -Palidecí.

-¿Al punto de llegar a una guerra?

-No, no. No, porque no usaríamos lo que tú nos das contra nadie, salvo que alguna raza nos ataque. ¿Conoces historia, Fidis?

-Absolutamente. Bastante. Historia nuestra, historia vuestra.

-Sabes que hace muchísimo tiempo vencimos al impero Mordon...

Aclaré:

-Con el cual no tenemos nada que ver, somos una raza distinta de reptiloide. Y aunque no lo fuéramos ha pasado mucho tiempo. Entiendo que en alguno de vuestros sistemas hay reptiloides viviendo en paz.

-Así es.

-También podrían ignorar de dónde vengo, de dónde saqué este armamento y estas defensas.

-Fidis, no seas ingenuo -me dijo el almirante-, nunca aceptaríamos nada por más que sea de buena fe sin averiguar el origen. Y no somos de mentir. Si el día de mañana un Antiguo se topara con nosotros y percibiera que tenemos un armamento similar sabría su procedencia, al punto tal de que quizá romperían relaciones. Insisto, no habría conflicto bélico, pero la paz estaría sostenida prácticamente por... por nada.

-Entonces doy media vuelta y me marcho.

-Lo que pasa que es una tentación...

-Almirante, permíteme ser directo.

-Dime.

-No seamos hipócritas, los ayudo a mejorar vuestras defensas, vuestro armamento.

Asintió con la cabeza:

-Al fin y al cabo somos humanos, tenemos ciertas debilidades.

 

En ese momento sentí como un escozor. Sabía que había razas humanas, obviamente nada que ver con los langars, pero sí que tenían apetitos de poder. Es cierto también que a la Federación Sargón la avalaba, siglos de paz y de ayudar a mundos que no tenían alimentos o que eran inhóspitos, pero siempre en los genes podían llevar ese apetito de poder y podían descontrolarse. Pero no me callé y se lo dije.

Me respondió el almirante:

-Yo simplemente estoy a cargo del crucero, pero te puedo asegurar, Fidis, que tu idea de equiparar fuerzas en la galaxia, es para bien y no para mal, mientras se tenga como sentido común la paz, la armonía y la prosperidad. Vuelve a tu nave y síguenos. Sé que tienes defensas, hemos puestos lectores y no hemos podido penetrar, o sea, que tus escudos energéticos tampoco permiten leer lo que tienen vuestros ordenadores ni teletransportarnos. Y entiendo que solamente tú lo sabes. Quedamos a tu disposición.

-Yo quedo a la vuestra. Quiero preguntar cómo se comportan las distintas razas en la Federación...

-Sé a qué te refieres -dijo el almirante-, con absoluta igualdad. Es más, hay un primado humano, y su segundo era un antropomorfo gris. También tenemos en la magistratura cánidos, reptiloides, grises, marrones, cefalópodos y hasta los antiquísimos saurios, todos en igualdad total. Me extraña lo que me has contado, que en el mundo principal de los Antiguos no pase eso.

-No solamente pasa que hay distintas castas sino que también otros reptiloides y cánidos se acostumbraron a decirles 'Los amos'. Y una cosa que yo detesto es el servilismo.

-Nosotros también. Me extraña mucho. Y sí, estoy totalmente convencido de aceptar tu propuesta, todo lo que puedas mejorar nuestros sistemas será bienvenido, y serás invitado de honor. Y seguramente tenemos estudios genéticos, porque hemos avanzado mucho en genética en distintas enfermedades, que puedes estudiar. Sé que no has tenido una pareja estable, por lo que has contado. Bueno, aquí tenemos reptiloides hembras y tenemos amplitud de criterio.

-¿En qué sentido? -pregunté.

-Que puedes formar una pareja estable o no, siempre yendo con la verdad, sabiendo lo que quiere uno y lo que quiere la otra persona. Y cuando digo persona, me refiero a todas las razas. -Sonreí, y le aclaré que estaba sonriendo, porque quizá no entendía mi mueca-. La entiendo. Vivimos con millones de reptiloides en distintos sistemas pertenecientes a la Federación Sargón. -Le extendí la mano y me estrechó en un abrazo-. Nos vemos en el cosmódromo. Síguenos.

 

Me tele transporté a mi nave y seguí al crucero a poca distancia. La historia continuaba.

 


 

Sesión 07/02/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

Instalado en Sargón conoció a altos dirigentes. Trabó amistad con una reptiloide. Aunque en la Federación no había castas les preguntaba acerca de la lealtad o sometimiento que había visto que otras razas mostraban respecto a los humanos en un entorno donde se daba por aceptado que no las había.

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Entidad: Quizás una faceta que no conocéis en mi persona, pero soy amante de los debates y estudio al comportamiento de todas las razas, por lo menos las razas que conozco.

 

Fue tan grande el cambio que tuvo la Federación Sargón gracias a los conocimientos que le transmití, que quedaron a la par de los Antiguos.

Seguramente para los descendientes de ese mundo llamado Gaela soy un traidor, pero no me gustaba su vanidad. Y tal vez, no es fácil explicar lo que voy a decir, más que la vanidad de los antiguos me incomodaba el sometimiento voluntario de las demás razas. No hablo de los cánidos porque daría la impresión que hasta miedo tenían. Y no los trataban mal, para nada. Me molestaba el sometimiento de mis congéneres, los reptiloides. ¿Amos?, ¿amos de quién? ¿Tenía idea la que fue mi pareja esporádica lo que significa amo? ¿Entendería el antónimo de amo? Porque si lo hubiera entendido se daría cuenta en qué posición estaba.

 

Bueno, eso no ocurría en la Federación Sargón. Es más, tuve el honor - llamémosle el honor- de conocer a Will. Will era el que estaba al mando en el propio Sargón, el planeta principal de la Federación.

Me presentó a Nubia. Nubia era una reptiloide tan hermosa, tan bella y a la vez tan inteligente..., inteligente para estar como no sólo asesora sino segunda en cuanto a toma de decisiones. Y era leal. Pero no leal a un amo, leal a un igual, leal a quien tiene todo el peso sobre sus hombros. Leal cuando Will estaba indispuesto y Nubia lo reemplazaba.

 

Me ofrecieron un cargo en gobierno. Primero me negué porque mi idea era seguir recorriendo la galaxia, pero la propia Nubia me dijo:

-Fidis, ¿a dónde vas a ir? Aquí tienes de todo.

Quizá fui muy atrevido de entrada, pero cauto a la vez. Le dije:

-Mira, soy nuevo en la Federación. Me encanta Sargón lleno de ciudades, pero a su vez no hay contaminantes, bosques, llanuras, mares. Pero me interesan las ciudades, ¿me puedes oficiar de anfitriona?

Quizás un humano no hubiera notado la sonrisa de Nubia, una sonrisa irónica, una sonrisa con algo de sarcasmo:

-¿Por qué no? Te mostraré. Pero primero te mostraré todo el edificio gubernamental. -Un edificio que tenía noventa y nueve pisos, pero no a lo alto solamente también a lo ancho. Ocupaba cinco bloques, cinco calles por noventa y nueve metros de Sol III de altura. Vi felinos, vi cánidos, todos en buenas posiciones a nivel gubernamental.

Le dije sin reparos:

-Me encanta la igualdad que han logrado, pero quiero ser honesto, Nubia, hay otras razas de reptiloides que son guerreras por naturaleza.

Me respondió:

-Mira, Fidis, hay descendientes del antiguo imperio Mordon, una raza distinta a la tuya y a la mía, pero que se han adaptado y no guardan ningún rencor, se sienten cómodos. Obviamente no les damos posiciones de poder, pero sí todo lo demás. Tienen buenos trabajos, buenos estudios para sus descendientes, iguales posibilidades para todos. Nadie se queja.

 

Y pasaron los días y nos hicimos más que amigos con Nubia.

Un día me invitó a su apartamento y me dice:

-Mira, tengo una posición de liderazgo que no quiero perder y no quisiera enredarme en temas amorosos. -Me sentí como molesto, quizá por no ser comprendido.

Le digo:

-No entiendo. Yo no estoy buscando una aventura, yo estoy buscando una relación. En el caso de que no sea de tu agrado para una relación no hay ningún problema en seguir como amigos. Pero no es mi manera de ser buscar un pasatiempo.

-Seré sincera, Fidis. Tú le has comentado a Will y también a otros gobernantes que en el mundo de los Antiguos tenías relaciones esporádicas.

-No lo voy a negar, pero era por otra razón; si hubiera tenido descendencia con la que posiblemente hubiera sido mi pareja lo hubiera mandado a una escuela inferior a la de los humanos.

-¿Los hubieran tratado mal?

-No, Nubia.

-¿Los hubieran denigrado de alguna manera?

-No necesariamente. Pero a ver cómo me explico; ya estaba implícito al punto tal de que los mismos reptiloides se dirigían a los humanos como 'los amos'. ¿Tú sabes el antónimo?

-Sí, 'los esclavos'.

-¿Y qué te parece esa palabra?

-Horrible.

-En la Federación Sargón no hay esclavitud. A ver, no quiero tampoco exagerar, en los mundos distintos de los antiguos tampoco había esclavitud, podría decir como que había castas. Castas. Los cánidos abajo, los reptiloides en el medio y humanos arriba, cada uno en su nivel.

-¿Pero has llegado a trabajar en el laboratorio con humanos?

-Sí, un poco, porque aprendí a fingir, aprendí a ser hipócrita. Al comienzo me quejaba de todo y estuvieron a punto de encerrarme por revoltoso. Pero supe fingir. Y no me agradó porque no me gusta mostrarme distinto a quien soy. Aquí, por ejemplo, puedo ser yo, puedo decir las cosas, obviamente asertivamente, pero si sé que hay algo que no me gusta lo diré de una manera sutil. Y he visto cosas que me cayeron mal, pero no tiene nada que ver Sargón en todo esto, ¿eh?

-Explícate.

-Bueno. Por ejemplo a ti, prácticamente eres la segunda al mando. Yo he visto una estatua de Askardín, considerado como un héroe, un humano, y su padre era el que mandaba todo Sargón, Obradín. Hoy no veo estatuas.

-No. No porque daría la impresión como que la estatua endiosa a la persona. No las vamos a tirar abajo, se tienen por respeto, pero ya no se hacen más estatuas.

-¿A qué me refiero? Tú, por ejemplo, miras a los ojos como un igual a Will, que ocupa el cargo que ocupaba Obradín.

-Correcto. ¿A dónde quieres llegar?

Le respondí:

-Veo que los felinos a veces se muestran como altivos y adelante de los humanos es como que agachan un poco la cabeza, no como sometimiento sino como respeto. Pero después que pasa el humano siento la mirada como que lo miraran con desprecio. -Nubia no rió, pero estuvo a punto de lanzar una carcajada.

-No lo hacen a propósito. Los felinos son así, se sienten orgullosos de ellos mismos.

-El hecho de haber viajado a otros sistemas estelares... Y sí, he visto algunos que son altivos. Pero no; tienen la cautela de no salirse de su asertividad.

-¿Qué más me querías decir, Fidis?

-Los cánidos.

-Bueno, aquí no están como en el mundo de los Antiguos.

-No, lo sé, incluso tienen cargos importantes, van a la misma facultad que los humanos. Pero los veo tan leales... -Nubia me miró con alarma.

-No entiendo, Fidis, ¿desde cuándo está mal ser leal? ¿Tú no eres leal o me haces pensar que desde la misma manera que traicionaste a los antiguos puedes traicionar a Sargón?

-¿Puedo ser honesto?

-Quiero que seas honesto, Fidis.

-Primero, me lastiman tus palabras.

-Si te lastiman, lastiman tu ego.

-No digo que no lo tenga porque yo no me considero un traidor, lo dije cien veces que mi idea era igualar posiciones.

-¿Cómo sé que el día de mañana no tome el poder un Antiguo que tenga ansias de expansión y vaya por la Federación Sargón?

-Lo pensé, por eso el tema de igualar las cosas. No considero que sea un traidor.

-Está bien. Entonces explícame el tema de qué opinas de la lealtad.

-La lealtad es una virtud.

-Entonces te contradices, Fidis. ¿Por qué dices que los ves 'demasiado leales'?

-Quizás equivoqué la palabra, Nubia, quizá quise decir 'sometidos'.

-No entiendo, en Sargón nadie somete a nadie.

-Bueno, volvamos al ejemplo de los felinos. Tú dices que está en su ADN mostrarse altivos, pero no es que sean altivos, es su manera de ser. ¿Es correcto?

-Sí, es correcto. No son altivos, es su manera de ser.

-Bueno, lo mismo veo con los cánidos. Los veo iguales a los del mundo de los Antiguos. Aquí no hay castas, no hay clases, no hay nada, pero ven un humano o a un reptiloide y agachan la cabeza. A ti no te vi agachar la cabeza.

-Bueno, mira mi cargo.

-No no no no; he visto a otras reptiloides que tienen cargos muchos menores y no agachan la cabeza, inclinan la cabeza para saludar pero no la agachan.

-Entonces es como tú dices, Fidis -me contestó ella-. De la misma manera que te parece ver a los felinos altivos porque es su manera de proceder, de caminar, de andar como despreciando pero no lo hacen, tú hablas con ellos y son cien por ciento amables. Bueno. De la misma manera, porque también lo he notado, Fidis, al cánido, ya por su ADN no es que sea sometido, hay una lealtad mal entendida.

-¡Ah! Entonces yo tenía razón.

-Pero no es que la lealtad sea mala, Fidis, es su manera de ser lo de agachar la cabeza. Pero fíjate que no lo hacen con los felinos.

-Bueno, hay un mundo que se llama Sol III y hay felinos y cánidos básicos, todavía no están evolucionados, y generalmente es el cánido el que espanta al felino, por lo menos en los animales pequeños. Los felinos grandes pueden vencer a un cánido grande, pero hablo de los que usan como mascotas.

-Entiendo, entiendo.

 

Se unió a nuestra conversación el comandante. Will.

-¿De qué hablabais?

-De las características de cada raza. He visto en distintos mundos cánidos y felinos que son usados por humanos como mascotas, no son evolucionados...

El comandante Will dijo:

-Sucede que los humanos quizá sean la raza más antigua de la galaxia. ¿Qué opinas? -Nubia no habló, dejó que respondiera yo.

-Lamento contradecirlo. -Will frunció el ceño.

-Explícate.

-La raza más antigua de la galaxia son los reptiloides. Es más; hay muchos mundos en la galaxia. Tened en cuenta que estudié historia de muchísimos mundos gracias a la enorme biblioteca de los Antiguos, que entiendo que aquí también la tendrán. Hace millones y millones y millones de años en muchos mundos había lagartos gigantes. Hay mundos, como en Sol III, donde se extinguieron aparentemente por el impacto de un asteroide, pero hay otros mundos donde fueron evolucionando. ¿Habéis visto en enciclopedias antiguas velociraptores?

-Correcto. Hemos visto.

-Son prácticamente parientes nuestros -expliqué-, más corpulentos y con una enorme inteligencia, incluso hay una pequeña federación de mundos, los Lagerta.

-Estás bien informado, Fidis -admitió Will-. Sí, el mundo de los reptiles, si me permites decirlo así, es seguramente el más antiguo de todas las razas. Nosotros mismos, los humanos, según nuestra historia, no sólo en Sargón, ¿eh?, en distintos mundos, éramos unos simios que trepaban los árboles y se alimentaban con frutos. Pero la antigüedad es mucho menor que la de los reptiles. Así que sí.

La miré a Nubia:

-¿Tú lo sabías?

-Obviamente, pero te dejé hablar a ti para ver si tú lo sabías.

Nubia le puso una mano en el hombro a Will.

-Jefe -Y me puso una mano en el hombro a mí-, ahora no vamos a hacer una competencia de qué raza es más antigua, ¿no?

-¡Ja, ja! No, Nubia, no, para nada.

-¿Cómo te encuentras?

-Bien -dijo Will-, una pequeña indisposición. ¿Me tenías que decir algo?

-Sí, vamos a probar de salir como amigos con Fidis.

-Vaya. Vaya. Qué bueno.

-Pero sin apresurarnos, quiero conocer bien a Fidis. Más que nada por la postura que tengo como segunda comandante. Y prácticamente estoy siempre en holovisión y la prensa inmediatamente nos va a sacar holofotos por todos lados. Entonces si comenzamos algo tiene que ser algo que sea hasta el final de nuestros días, sino... A mí me interesa el amor, creo que es la mayor de las virtudes junto con la lealtad y la dignidad. ¿Tú qué opinas?

-Opino lo mismo -respondí.

-Pero hay algo que está por encima, que es mi responsabilidad y mi cargo. Entonces te lo pregunto delante del comandante, de Will: ¿Qué esperas de mí?

-Espero todo; el amor, la lealtad... Y prometo responder de la misma manera.

-Bien. Hacemos un acuerdo de palabra delante del comandante.

 

Y a partir de esa noche comenzamos a salir. Despacio, sin apurar nada. Pero teníamos un futuro en común. Con Nubia.

 


 

Sesión 14/06/2023
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

La entidad relata que la Federación Sargón administraba más de quinientos mundos en la galaxia pero había también razas no amigas; los Antiguos, los Langar. Cuando llegó fue atraído por la reptiliana viceministra, con quien se aparejó. Al poco tiempo supo que los Antiguos lo perseguían hasta Sargón y que la primera autoridad de la Federación planeaba varias misiones a la vez, donde él tendría un papel importante en ellas.

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Entidad:

Lo fui a ver al primer ministro.

-Pasa, Fidis.

-Señor, tengo una duda, ¿qué tan confiable es el capitán Alexis?

El ministro de la Federación Sargón me miró, sonrió:

-Es cien por ciento confiable.

-Lo pregunto porque estuvo con científicos trabajando directamente con holoordenadores conectados a distintos telescopios en órbita y vimos, afortunadamente para evitar un conflicto en órbitas opuestas, naves Langar que tienen una capa de invisibilidad, pero gracias al capitán Alexis que descubrió los rayos infrarrojos ultralumínicos pudimos detectar el calor de las naves. Pero del otro lado de la órbita planetaria se está acercando un enorme crucero que entiendo que es de los Antiguos. No tengo dudas, señor, que me han buscado por decenas de sistemas estelares, para ellos soy un traidor. Quiero evitar conflicto con los Antiguos. Entiendo que con los secretos que os he traído a vosotros no sólo estamos emparejados en técnica sino que este poco tiempo que estoy aquí estuve viendo que el capitán Alexis ha sofocado cuatro rebeliones en forma pacífica, pero a su vez ha adelantado mucho con la visión infrarroja ultralumínica para detectar todo tipo de naves aún con el escudo invisible.

 

El primer ministro me miró y me dice:

-Mira, Fidis, tengo varias ideas. -Habló por el intermóvil-. Llamen al capitán Alexis que se presente en el salón principal lo más rápido posible. -No pasaron quince minutos que estaba el capitán presente con nosotros.

 

Le estreché la mano:

-Mi nombre es Fidis. -Sonrió.

-Escuché hablar de ti, eres una persona que ha ayudado mucho a la federación y tienes todo mi respeto. -Lo miró al primer ministro-. Señor, ¿en qué le puedo ser útil?

-Tenemos dos problemas -dijo el primer ministro-. El primero, los Langar.

Alexis palideció:

-Los Langar son depredadores, los Langar no razonan, los Langar no tienen sentido común, no me caen nada bien. Usted sabe, señor, y seguramente tú también, Fidis, que habrás visto mi historial, he sofocado levantamientos sin derramar una gota de sangre, pero hablar de los Langar me exaspera, no... no buscan la paz, no les interesa ningún intercambio. He estudiado historia, exterminan mundos, luego comen toda la comida de ese mundo dejando el mundo estéril y conquistan otro mundo. No les interesa comerciar con los pobladores, los matan y se acabó. Son como nuestras antiguas langostas que antes de inventar un tóxico para ellas, no para matarlas sino para alejaras, comían toda cosecha. Así son los Langar, una especie de langostas avanzadas seguramente de cientos de miles de años y de nuestro tamaño o quizá mayor, con una inteligencia que les permite manejar naves a velocidad ultralumínica, pero a su vez su mente es absolutamente reactiva.

-Acuerdo contigo, capitán -exclamé-, tengo el mismo concepto de los Langar. ¿Señor?

-Acuerdo -dijo el primer ministro-. Pero hay otro tema, capitán.

-Dígame, señor -exclamó Alexis.

-Del otro lado de la órbita hay un enorme crucero de los Antiguos.

Alexis me miró:

-Seguro te buscan a ti.

-Que es lo que le comenté al primer ministro -respondí.

-Bien. ¿Lo dejamos entre nosotros? -preguntó al capitán Alexis.

Agregué: Y con mi novia, la viceprimera ministra, solamente los cuatro, vamos a idear el plan. ¿Qué pensáis?

Habló el primer ministro:

-Dos cosas, vamos a trabajar en los dos frentes. Necesito, capitán, que comandes la nave de Fidis y vaya a Ferro, pero no oculte su señal ultralumínica. Mi deseo es que el crucero sepa que esa es la nave que "se robó" Fidis, y que lo sigan a Ferro. Seguramente van a pensar que Fidis está huyendo para Ferro.

-Como usted ordene, señor. ¿Pero con qué excusa?

-Bueno..., ¿qué has estudiado, capitán, respecto de los Langar?

-Estoy investigando su anatomía. Pero necesitaría ir a la nave de los Langar.

Pregunte:

-¿En función de qué, capitán?

-Quizá lo que diga va a parecer muy muy de bárbaro, pero todos hemos estudiado historia. Que nosotros sepamos, y no conocemos todos los sectores de la galaxia, han saqueado cientos de mundos dejándolos estériles por completo, inhabitables, prácticamente sin vida. Son un tumor en la galaxia.

Le pregunté:

-¿Cuál es tu idea, capitán?

-Tenemos en este momento tres tipos de virus que afectan únicamente a la raza Langar, estoy hablando de virus mortales. No van a tener tiempo de crear alguna vacuna. Y además en el crucero principal estuve viendo con el rayo ultralumínico que detecta el calor, he visto también un gigantesco compartimento de teletransportación. Mi idea es inventar una excusa para ir personalmente y esparcir el virus, siempre que usted, señor, esté de acuerdo.

 

En ese momento llegó mi hermosa pareja, a quien abracé, y la puse al tanto de todo. Le estrechó la mano capitán Alexis:

-Tu idea es muy buena, pero estamos hablando de un genocidio.

-Viceprimer ministra -dijo el capitán-, pensemos esto; han exterminado cientos de mundos, no razonan, no comercian con nadie, no hacen intercambios, no les interesa.

Mi pareja dijo:

-Capitán, nosotros tenemos defensas superiores a la de los Langar.

-Viceprimera ministra, no se trata de nosotros, se trata de mundos indefensos, se trata de mundos de granjeros, se trata de mundos donde todavía ni siquiera se conocen los viajes interplanetarios o apenas pueden mandar a otros planetas sondas robot, mundos que no conocen los escudos energéticos, que quizá tengan desarrollado la capacidad de bombas nucleares que no harían mella en una nave Langar. Podemos revertir esa historia. -El capitán Alexis nos miró a todos-: ¿De verdad es un magnicidio o estaría salvando a toda la galaxia? Seguramente nosotros y los Antiguos podríamos derrotarlos, ¿pero qué pasa con los demás mundos? Está bien, no conocemos a todos, pero sé que la mayoría estarían indefensos ante esa plaga.

-Déjanos un momento -le pidió el primer ministro al capitán, que se retiró a otro recinto-. ¿Qué pensáis?

-Mi amada pareja dijo:

-Honestamente, estoy de acuerdo con el capitán.

-¿Fidis?

-Es duro, los Langar son miles de millones y sí que sería un magnicidio. Pero señor, cada crucero Langar puede acabar con un mundo, ¿entonces sería un magnicidio o evitaríamos un magnicidio galáctico?

 

El primer ministro estaba molesto por su enorme responsabilidad, su rostro denotaba enojo. Habló por el intermóvil:

-Que venga Alexis.

Entró el capitán:

-Señor...

-No irás solo, te acompañará la capitana Kirana. Pero no le comentes, no le comentes nada, que no la delate su rostro. Y obviamente a ti, capitán, tampoco.

-Señor, puedo mostrar un rostro impávido, un rostro irónico, un rostro de sarcasmo, puedo imitar decenas de rostros, pero no van a captar mi pensamiento. Mi idea es llevar un traje, obviamente, con doble capa de energía, con ultragrafeno en el medio para que una pistola protónica no lo pueda atravesar. Pero a su vez en el casco llevaré tres cepas mortales de virus para los Langar. Y luego, señor, ¿qué harías?

El primer ministro lo miró al capitán:

-Extraoficialmente me molestaría, te acusaría de genocidio y te expulsaríamos de las fuerzas. Extraoficialmente. Entonces cogerías la nave de Fidis sin borrar la estela ultralumínica para que el crucero de los Antiguos te siga a Ferro. Seguramente preguntarán por Fidis.

-Señor, ¿qué papel haría yo en Ferro?

-De civil. Entrenarías tropas. Y si te hablan de Fidis tú tendrías que actuar.

-¿Señor?

-Estarías a favor de los Antiguos, en contra de Fidis. Pondrías pasión a ese odio que fingirías y odio contra la Federación por haberte, primero degradado y luego expulsado de la milicia, y acordarías traer a Fidis a Ferro. Pero, obviamente, será una trampa.

-Señor -preguntó el capitán-, ¿hablamos de exterminarlos?

-No. Lo acordaríamos con Fidis de intercambiar parte de nuestros adelantos, no todos, y que eso compense lo que se llevó Fidis.

Comenté:

-Si llega a estar el alto jefe, Brandani, por su falso sentido del honor no sé si aceptará.

-Juguemos a suerte y verdad -dijo el primer ministro-. Tú, Fidis, también sabrás actuar en su momento.

 

-Capitán, manos a la obra, no me causa ninguna alegría el plan contra los Langar pero es cierto, hay miles de millones de Langar, pero cada uno de sus cruceros, cada uno, puede acabar con un mundo. Y si los dejamos van a acabar con media galaxia, con miles de civilizaciones que todavía no tienen nuestros adelantos. Así que a mi pesar doy el permiso, capitán, para que hagas lo que tengas que hacer. -Me miró a mí-. Fidis, estate preparado también. Y junta una tropa, no quiero que seas un civil, quiero que a partir de ahora seas nuestro comandante principal, por algo eres la pareja de la viceministra.

-Es un honor, señor -exclamé-, es un honor.

El primer ministro me puso una mano en cada hombro:

-A partir de este momento, Fidis, estas manos van a ser la enorme responsabilidad que va a pesar en ti por saber lo que sabes. -Asentí con la cabeza.

-No voy a decir que es un honor, señor, pero si pesamos en la balanza el bien y el mal, no tengo ninguna duda que el bien pesa un millón de veces más.

-Entonces -dijo el primer ministro-, manos a la obra. Acabemos con este tema, después limpiaremos el nombre del capitán Alexis, que va a ser repudiado por muchos pero aplaudido por la gran mayoría.

 


 

Sesión 08/01/2024
Médium: Jorge Raúl Olguín
Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Edgar (Ador-El)

La situación era dramática, los fungo habían bombardeado un mundo de Prima y una nave de Sargón había bombardeado un mundo de fungos. Nadie sabía qué estaba pasando pero tanto Prima como Sargón deberían prepararse para lo que pudiera ocurrir.

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Entidad: Tanto Nubia como yo quedamos pálidos, no sólo a los humanos se les notaba el rostro pálido, a nosotros los reptiloides quizá se nos notaba más.

 

Los fungos habían lanzado una bomba gravitatoria en un mundo minero del sistema Prima provocando una tremenda implosión y el mundo con sus miles de habitantes se hizo pedazos tras la implosión gravitatoria. Me marché con la nave insignia, con mil seres de distintas razas pertenecientes a Sargón hacia el sistema Prima.

Nos despedimos con Nubia. Le dije:

-Tienes que quedarte como responsable de los quinientos cincuenta y cinco sistemas estelares aliados de Prima, estaré en contacto permanente. Antes de tomar nosotros alguna decisión quisiera hablar con los altos cargos de Prima, cuál serían los pasos a seguir.

 

Cuando llegué me recibió mi amigo, el capitán Alexis.

-Fidis, tenemos otro problema gravísimo.

-Cuéntame, por favor.

-La teniente Andara se fue en un crucero de guerra borrando su estela lumínica para que no podamos detectar su destino y a las pocas horas nos dimos cuenta que había lanzado bombas de vacío a un pequeño mundo fungo. Las bombas de vacío en sí no dejaron al mundo en una singularidad como sí lo harían con un objeto mucho más pequeño, pero el hecho de dejar huecos de vacío en distintas partes de ese mundo, el mundo en sí se quebró sobre sí mismo, pero murieron millones de fungos.

-Alexis, ¿quién ordenó a Andara tal cosa, fue el alto mando?

-No, Fidis.

-Acompáñame, Alexis, acompáñame.

-Morkan...

-Señor...

-Dime directamente Fidis. ¿Qué sucedió?

-No lo sé, Fidis. Estaba extraña, debatíamos sobre nuestro futuro, mi idea era establecerme, un lugar así como Prima que me parece maravilloso y ella quería conocer mundos. Cuando sonó la alarma roja y se comunicó oficialmente que los fungo habían lanzado una bomba gravitatoria a un mundo minero de Prima implosionándolo y matando miles de personas quise hablar con Andara, pero no estaba, la llamé por la radio, no respondía. Aquí presente le pregunté al capitán Alexis, obviamente él pensó que estaba conmigo. Hablamos con el alto mando y nos comunicaron que había desaparecido un crucero de guerra.

Lo miré a Morkan y le pregunté a Alexis:

-¿Una sola persona puede manejar un crucero?

-No, no, se precisan por lo menos veinte personas con los holoordenadores, con el sistema de vida del crucero. No es una nave biplaza estamos hablando de un crucero.

-Pásame, por favor, la lista de todos los presentes que pudiera haber aquí de la Federación.

-No falta nadie.

-Sí, pero faltan cuarenta alféreces de Prima, se los llevó Andara, no sé si engañados o no. Lo cual me extraña -dijo Alexis-, porque sabes, Fidis, que el criterio mental de Prima hace que privilegie su estado analítico por sobre su estado reactivo. Los áunes, no digo que sea imposible, pero es casi imposible que puedan reactivarse incluso ante un drama tan grande. Pero lo que hizo Andara es un crimen de guerra.

-Acompáñenme, por favor. Tú también, Morkan.

 

Hablé con un alto mando de Prima, directamente me abrazó.

-Tú eres el esposo de la querida Nubia.

-Así es.

-Pasa, por favor. -Entramos a un enorme salón, estaban todos los altos mandos y el consejero, prácticamente un padre para Alexis.

Me senté y pregunté:

-Cómo consideráis lo que hizo Andara, ¿es una respuesta al ataque fungo o es un ataque desmedido?

 

Habló uno de ellos y me dijo:

-Mi respuesta tendría varios análisis; no es lo mismo matar miles que matar millones. Si tuviera que hacer un descargo sabiendo actualmente los números sería hipócrita, pero bueno de todas maneras hago el descargo: Los fungos no sabían cuántos habitantes había en el mundo minero porque había varias regiones cubiertas con cúpulas, podría haber miles que eran los que había como podría haber cientos de miles, que por suerte no hubo. En cambio el mundo que atacó Andara no era un mundo minero, era un mundo con atmósfera donde vivían millones de fungos. Obviamente no era el mundo principal, el mundo principal tiene infinidad de defensas, ignoro si las defensas energéticas resistirían una bomba de vacío, quizá la primera bomba acabe con las defensas energéticas y las bombas siguientes acaben con el mundo.

 

Habló otro de los altos mandos.

-Sabiendo todo lo que hizo la teniente Andara fue por cuenta propia.

-Señores -exclamé-, el hecho de que Andara pertenezca a la Federación Sargón nos hace totalmente responsables.

-No, no, querido Fidis, es la acción de una persona. Ignoro cómo convenció a las alféreces de Prima, quizá les dijo que iba a explorar y luego ella accionó las bombas de vacío.

Exclamé:

-Pero de ser así y si las alféreces no sabían el plan real de la teniente Andara, por su acción pueden quitarle el mando, confinarla en un camarote hermético y traer la nave de vuelta.

 

Todas las personas del alto mando dijeron:

-Lo pensamos, fue lo primero que pensamos. Entendemos que las alféreces fueron engañadas. ¿Tú qué dices, Morkan? -Lo miré al capitán Morkan, estaba más que apesadumbrado.

 

Y respondió:

-Señores, no sé qué decir, os doy mi palabra de honor, como militar, de que si hubiera tenido la menor pista, la menor idea de lo que planificaba hacer, yo mismo la hubiera entregado a vosotros. No, honestamente no sabía nada. Me siento desolado, me siento como que parte de mí está destruido.

-Tranquilo Morkan -dijo otro de los altos mando de Prima.

 

En ese momento vimos por el visor el crucero de Prima que se acercaba. El alto mando envió varios militares al espacio-puerto. El crucero llegó a la superficie, bajaron las alféreces apesadumbradas, se pusieron todas de rodillas.

La que estaba al frente habló:

-No sabíamos lo que iba a hacer la teniente de Sargón, dijo que iba a hacer una exploración a los restos del mundo minero y luego una circunvalación orbital a un mundo fungo.

-¿Pero qué pasó?

-A espaldas nuestras ya tenía preparadas tres bombas de vacío, las lanzó. Y en minutos con un pequeño crucero caza de doce plazas, lo sacó por el hangar del crucero principal y desapareció, borrando la estela ultralumínica. No tenía sentido seguirla, señores.

 

Se acercó el comandante de Prima.

-Les tomaré declaración a todas. Desde ya quedaos tranquilas, igual es mi obligación pasarlas por la máquina escaneadora cerebral para ver que no ocultéis ninguna mentira, confío en vosotras. El escaneo es obligatorio por nuestras leyes, no penséis que desconfiamos de vosotras.

El comandante se acercó a mí:

-Querido Fidis, la crisis es más grave, estamos cubriendo en lo posible a la mayoría de los mundos pertenecientes a Prima, os recomiendo que vosotros hagáis lo mismo con el sistema Sargón.

-Fidis... -Estaba distraído. Lo miré, era Alexis-: ¿Qué respondes al comandante?

-Señor, obviamente estaremos cubiertos, al igual que vosotros, sería prudente que combinemos los pasos a seguir. Los fungos, si son enemigos de Prima son enemigos de Sargón. Mi esposa, la primer ministro Nubia, me dijo: "No somos los guardianes de la galaxia, pero sí es necesario evitar los más graves incidentes". No me siento feliz de lo que hizo la teniente Andara, yo respeto todas las vidas. Entiendo que Alexis, aquí a mi lado, acabó prácticamente con una raza pero salvó la galaxia. Honestamente, sé que vosotros, los áunes, tenéis mayor predisposición a lo analítico, entiendo que pensáis como yo, de que los fungos no ponen en peligro a la galaxia completa pero sí pueden esclavizar mundos que ni siquiera conocen los viajes espaciales, pero no acaban con la vida de todos los mundos como sí lo hacían los Langar. Estamos en una encrucijada. Si me permitís me voy a tomar un descanso, voy a tomar algo. -Me dirigí al comandante-: Con vuestro permiso quisiera que mi tropa bajara a que conozca Prima, a que respire el hermoso aire perfumado, a que carguen provisiones.

 

El comandante me puso una mano en el hombro:

-Fidis, esta es tu casa. -Se me humedecieron los ojos y luego sonreí. Era raro ver a un reptiloide al borde del llanto.

-Permiso, comandante -dijo Alexis. Me cogió del brazo y nos alejamos.

 

-Fidis, ¿tienes pudor de ser emocional?

-No pasa por ahí Alexis, no pasa por ahí. ¿Qué hacemos con Morkan?

Alexis se dio vuelta:

-Quédate cerca de tus aposentos, vigila los controles, avísanos si sabes algo.

 

Nos alejamos de la gran urbe y fuimos a un establecimiento de comidas, nos pedimos un caldo caliente y nos quedamos conversando.

Lo miré a Alexis:

-¿Tienes algo que comentarme?

-Sí.

-Bien, tomemos algo. Déjame relajarme y luego seguimos, necesito relajarme.

-¿Hablarás con Nubia?

-Luego, Alexis, luego.