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Psicoauditación - Walter |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
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Sesión 18/01/2023 Aldebarán IV, Gualterio (Rey Anán) Sesión 26/01/2023 Aldebarán IV, Gualterio (Rey Anán) Sesión 23/02/2023 Aldebarán IV, Gualterio (Rey Anán) Sesión 08/03/2023 Aldebarán IV, Gualterio (Rey Anán) Sesión 07/04/2023 Aldebarán IV, Gualterio (Rey Anán) Sesión 11/04/2023 Aldebarán IV, Gualterio (Rey Anán) Sesión 10/05/2023 Aldebarán IV, Gualterio (Rey Anán) Sesión 31/07/2023 Sargón, Valdemar Sesión 01/08/2023 Sargón, Valdemar Sesión 27/09/2023 Sargón, Valdemar
Sesión 18/01/2023 Viajaba de incógnito y llegaron a una región donde tendría que pagar o trabajar por una comida. No estaba acostumbrado a trabajar como pago. Desconocía qué era picar piedra en una mina.
Entidad: Habíamos recorrido con Netrel decenas de poblados con sus costumbres, sus maneras, y yo cuidándome, evitando gestos de nobles, por así llamarlo.
Pero no me adaptaba a dormir a la intemperie, de noche recostados en el bosque, alarmado cuando escuchaba chillidos, rugidos pensando qué alimaña, qué bestia nos atacaría. Hasta que el sueño finalmente me vencía y era Netrel quien me despertaba a la mañana sacudiéndome. -Vamos Gualterio, ¡arriba! Vamos, que llegamos.
A lo lejos se veía una montaña muy muy alta: -Supongo que habrá un paso. -No. O sí, pero hay que subir. -¿Y los equinos? -De las riendas. No te quejes, tienes botas nuevas.
En un momento dado había un paso que daba al precipicio, no tenía siquiera dos líneas de ancho, el mirar hacia abajo ya me daba vértigo. Y encima, de la ladera se desprendían algunas piedras. -Deja de mirar, Gualterio, sigue. -Me sentía tranquilo que él iba delante. Netrel se dio vuelta y sonrió: -Sé lo que piensas. -¿Qué pienso? -El que va delante es el que se puede despeñar, y tú entonces volverías. -Me dio como un escalofrío. Pero de verdad, no me hubiera atrevido ir adelante. De repente la cornisa doblaba en un ángulo de noventa grados, pero yo no veía que hubiera cornisa. -Sigue, ve adelante, yo te sigo. -Pero yo me separaba, iba como a diez líneas detrás. Y de repente desapareció de mi vista, cayó al vacío. Regreso, pero no sé ni donde estaba. Avancé de a poco, de a poco, y sí, vi que la cornisa seguía y Netrel treinta pasos adelante-. ¿Qué esperas? -Avancé más rápido, siempre del lado de la roca, no quería ni mirar al vacío. Finalmente un sendero de bajada. -¿No había otro camino? -Sí. -¿Y por qué tomamos este? -Porque el otro nos hubiera llevado un amanecer más dar todo el recorrido, toda la vuelta de la montaña yendo por uno de los bosques.
Finalmente bajamos. No llegamos a un valle, llegamos a un bosque espesísimo, apenas se podía ver a diez líneas adelante. Vi figuras que se movían. -¿Qué es eso, a dónde estamos yendo? -Al hábitat de los enanos. -Bueno. ¿Pero por qué no se muestran? -Nos están observando. Avanza, no te quedes ahí. -Me sorprendía el equilibrio que tenían los equinos, yo tenía miedo de caerme al vacío y los equinos como si nada.
De repente había un claro, había como veinte enanos. Uno de ellos se acercó a Netrel, su cara era desagradable, una mueca fea. -¡Has vuelto! ¿Has visto algún puersario por el camino? -No. -Apenas tenemos para comer. ¿Y esto es lo que has traído de comida? -Me miraban a mí. -¿Está hablando en serio? -El enano se acercó, me tocó las piernas, me tocó el cuerpo. Hasta donde alcanzaba, obviamente. -Demasiado flaco, habrá que cazar puersarios. ¿Cómo te llamas? -Gualterio. ¿Lo has dicho en serio eso de que les podía servir de comida? -No. -Entonces es una broma. -No hacemos bromas, digo que no porque eres demasiado flaco. -Lo miré a Netrel. -Dime que está bromeando. -Son así, no les hagas caso.
Avanzamos. Había una enorme olla de una línea de alto por casi una línea de ancho. -¿Puedo ver? -El enano ni me miró. Me asomé, había guisado cocinado por lo menos para treinta personas o más-. ¿No era que no tenían para comer? -Se dio vuelta el que parecía el jefe. -¿Cuántos te piensas que somos? -No sé, acá hay comida para treinta. -Bueno, somos trescientos y encima dos bocas más. Por lo menos espero que traigan metales. -Quédate tranquilo -dijo Netrel-, traigo metales. ¿Pero dónde los van a canjear? -No te preocupes, con los elfos verdes podemos cambiar mercadería y también metales. -¡Vaya! -dijo Netrel-. ¿Han hecho una alianza? -Sí. Es más, nosotros a ellos les pagamos unos metales si nos ayudan a extraer material de las minas. -De vuelta me miró a mí-: ¿Eres fuerte? -Pienso que sí. -¿Sabes manejar un pico y una pala? -Me encogí de hombros. Lo miré a Netrel-. El enano dijo-: Mírame a mí, no a Netrel, a ti te pregunté. -Hace cientos de amaneceres y cientos de amaneceres y cientos que no toco un pico y una pala. -Bueno, muéstrame tus manos. Bueno, tus manos no son delicadas. -Bueno, porque practico con la espada. -¡Je, je, je! ¿Y tú, Netrel? -preguntó el enano. -Mientras tenga un plato de guisado cuenten conmigo. -Lo miré a Netrel. -¿Qué cuenten para qué? -Para trabajar en las minas. -¿Y eso es una aventura?, ¿para eso vinimos? -Hay que ayudar. -¿Ayudar? Son trescientos y encima hay elfos que los ayudan. ¿A nosotros también nos pagarán? -No. Al contrario, les tenemos que dar metales por la comida. -¡Ah, claro! Pero eso es un... -Lo miré al enano- ¿Cómo te llamas? -Zamudio. -Zamudio. -¿Te burlas de mi nombre? -No. ¿Pero por qué a los elfos les pagan y a nosotros no? -¿Y por qué te voy a pagar si capaz que trabajas un cuarto de amanecer y hay que sacarte desmayado? -Tengo resistencia. -¿A sí?, ¿a los vapores también? -Lo miré de vuelta a Netrel. -¿De qué vapores habla? -Vapores sulfurosos -dijo Netrel. -¡Pero eso te envenena! -Te pones una máscara. -La máscara no te cubre, tienes que respirar.
Nos sentamos en un tronco, nos dieron un pequeño plato metálico y comimos con las manos. La porción que me dieron era para una criatura. Por supuesto que quedé con un hambre tremendo. -Bueno, ahora a coger el pico y la pala. -¿No descansamos? -De noche se descansa. -¿Cuántos días vamos a estar aquí? -Netrel se encogió de hombros. -No sé, vemos. -¿Vemos, vemos? Vapores sulfurosos, pico y pala... Pero qué, ¿estamos en una mazmorra? -Estás equivocado -dijo Zamudio. -A ver, ¿por qué?, en las mazmorras no hay vapores sulfurosos. -¡Ja, ja, ja! -Lo miré a Netrel: -¿Se está riendo de mí? -Se ríe de todo, no hagas caso.
Los demás enanos no hablaban, comían, nos miraban. Algunos se acercaban a Netrel, lo tocaban. -¿Por qué te tiene que tocar, no te conocen? -Casi nunca ven humanos. -¿Pero no se acuerdan de ti? -Sí. ¿Que tiene?, me tocan igual, no me molestan, no lo considero un manoseo, me respetan. -¡Je, je, je! ¡Te respetan!... ¿Y ese hueco? -Hay que bajar por una escalera de madera. -Había escalones que estaban atados con lianas. Lo miré a Zamudio. -¿Aguanta esta escalera? -Algunas veces se ha roto. -¿Y qué pasó con los enanos que están sobre ella? -Se encogió de hombros. -Bueno, supongo que hubo que enterrarlos. -¿Supones? -Sí, algunos cayeron a otro hueco y no se los encontró. -Lo miré de vuelta a Netrel. -Dime que bromea. -No, no bromea. -Yo me imaginaba odiseas... Esto no es una odisea, Netrel, ¡por Dios! -Baja, porque nos atascas a todos.
Y bajé. Y seguí bajando. Y bajé treinta líneas por lo menos, y después había varios túneles iluminados con lámparas de aceite. -¿Y dónde vamos ahora? -Zamudio se adelantó. -Por aquí. -Llegamos a un lugar apenas iluminado-. Ahí tienes tu pico, empieza. -¿No hay peligro de derrumbe? -No. -¿Seguro?, porque no veo columnas de madera que sostengan este techo. -Rara vez se derrumba algo. -¿Cuánto es rara vez? -Cada cuatro o cinco amaneceres se derrumba un túnel completo. -¿Y tus compañeros? Ya sé, no me digas, los entierran. -No hace falta, quedan sepultados bajo los escombros. -De vuelta lo miré a Netrel y Netrel me hizo un gesto: -Ya sé lo que me vas a preguntar, si está hablando en serio. -¿No tienes temor alguno? -Netrel se encogió de hombros. -Si hay que morir, se muere. -Pero una cosa es morir en batalla, otra cosa es sepultado. -Y de repente un hedor tremendo que me quemaba la nariz-. ¿Qué es eso? -Los vapores sulfurosos. ¿Tienes un pañuelo? -Sí. -Y qué esperas para ponértelo. -Me lo puse, pero seguí oliendo ese vapor hediondo. De repente sentía como un calor en los brazos. -¿Por qué este calor? -El vapor puede quemarte la piel. -¿Cuánto tiempo estaremos aquí trabajando? -Hasta que baje el sol. -¿Y cómo sabemos? -Ellos saben. ¿No, Zamudio? -Zamudio no respondió. -Los dejo trabajando, voy a otro túnel. Piquen, piquen. -Y me puse a picar.
Se escuchó como una especie de temblor. -¿Y eso, Netrel? -Algún túnel, quizá hubo un pequeño derrumbe. -¿Y lo dices así?, ¿no te altera nada? -He vivido tantas cosas... -Yo también, pero quiero seguir viviendo. -Otro pequeño temblor-. Dejo el pico y subo. -Si te animas a encontrar de vuelta la escalera de lianas... Cogí el pico y empecé a picar. No estaba resignado, simplemente que no sabía cómo volver.
Sesión 26/01/2023
En la mina les dieron unas piedras transparentes, después de sacar carbón, era su pago. Marcharon hacia un pueblo donde eran ciegos, pero sabían defenderse. Después de recibir varios palos, probando con algunos, se prepararía para aprender cómo conseguían defenderse, cazar.
Entidad: Por momentos pensaba, mirando a Netrel, lo que había iniciado como una aventura se estaba transformado en una pesadilla.
Después de treinta amaneceres, amaneceres es un decir, estaba más en los túneles de las minas que en la superficie, y cuando ya subíamos estaba oscuro. Le decía a Netrel: -Voy a perder la memoria de cómo era el sol. -Netrel hizo una mueca que parecía una sonrisa y respondió: -No exageres, Gualterio, tendrías que ver gente que está miles de amaneceres en las mazmorras comiendo una hogaza de pan y le dan una jarra de agua, viviendo con sus propios desperdicios. -¿Existe eso? -le pregunté. -Tú porque eres un... o eras, ¡je, je!, un rey permisivo, pero la mayoría son tiranos. Bueno, a doscientas líneas tenemos un arroyo, es hora de sacarnos el carbón del cuerpo. -Lo miré. -¿Nos vamos? -Nos vamos. -Pero un compromiso... -No hay ningún compromiso. -Excitado fuimos hacia el arroyo-. Lava también la ropa, tenemos ropa para cambiarnos.
Nos metimos en el arroyo y lo disfruté. Honestamente, me sentía pleno sumergiéndome en el agua del arroyo. Ya no extrañaba mi tina con agua perfumada, me bastaba con saber que podía beber agua limpia y respirar el aroma de las plantas, una bendición verdaderamente. Nos despedimos de los enanos. El que llevaba la voz me dijo: -Espero verte pronto, hay mucho más por hacer. -¿Es un chiste? -No, no es un chiste, has estado muy desganado estos días. -¿Desganado? He perdido peso. El enano me dijo: -Bien que has comido guisado. -Sí, porción para vosotros, yo peso el doble. O pesaba. -Cepillamos nuestros hoyumans. Vi que la montura de Netrel era mucho más cómoda que la mía-. ¿Cómo haces? -Es cuestión de hacerme tiempo, he de untar la montura con aceite, pasarle un trapo, impregnarla y que se seque. -Vaya, no lo sabía. -Hay muchísimas cosas que no sabes. -Montamos y nos alejamos al paso-. No te puedes quejar, Gualterio, te has ganado una espada del metal oscuro. -De todas maneras no entiendo, Netrel, cómo puede haber en las minas metal oscuro si es un metal que cae del cielo. -Tengo una hipótesis. -Te escucho. -Hace tantos amaneceres que habrán pasado cientos de generaciones. Una piedra gigantesca habrá caído del cielo y se habrá enterrado allí en la región de los enanos. -¿De qué les sirve a ellos el metal oscuro? -Ellos no extraen metal oscuro. -¿Cómo no? -Ellos extraen carbón. -¿Y el metal oscuro? -Lo usan como columnas con arco, y esas columnas son capaces de sostener el peso de una montaña y mucho más. -Eso dices tú -argumenté-. ¿Y los temblores? -¡Je, je! No, los enanos también tienen una especie de polvo negro que si lo pones en un contenedor pequeño y enciendes una mecha explota como un trueno. -No entiendo. -Lo ponían, ese explosivo, en las montañas del otro lado para luego cavar más cuevas del otro lado de la montaña y seguir extrayendo carbón. -Lo que no entiendo es por qué me has traído aquí, ¿para endurecer mi físico con el pico y la pala, para ayudarlos a ellos? -Todo suma. -¿Y qué te ha sumado a ti? -Esto. -Frenó su hoyuman, cogió las riendas del mío y lo frenó-. Y sacó una bolsa pequeña-. ¿Te acuerdas de los metales? -Me acuerdo. ¿En qué sentido? -Claro. ¿Qué puedes cambiar por diez metales cobreados? -Eso es básico, un metal plateado. -¿Qué puedes cambiar por diez metales plateados? -Pero obvio, un metal dorado, es lo máximo. -No es lo máximo, Gualterio, ¿sabes qué puedes cambiar por diez metales dorados? -No sé, pero es una fortuna diez metales dorados. -Sacó de la bolsita una piedra muy pequeñita brillante, tranparente. -Esto, esto, esto en cualquier poblado grande vale diez metales dorados o más. -Volcó todas las piedras en su mano, tenía por lo menos treinta. -¿Y esto? -De las minas. -¿Pero los enanos lo saben? -Sí, lo saben. Y ellos van armados al poblado más cercano y cambian una sola piedrita por mercadería para un mes. -Vaya. ¿Y saben que tú te has llevado eso? -Sí. -O sea, ¿no lo has hecho a escondidas? -No, ¿por qué habría de hacerlo? -Entonces no has trabajado gratis, no les has hecho un favor. -Son cambios, yo los ayudo y me cobro. -Pero esas treinta piedritas son el trabajo de un año o más de cualquier minero. -Seguramente. Pero los enanos conmigo no tienen problema y yo no les oculto nada. Y eso hace una buena relación. -O sea, que el temblor no era que se iba a derrumbar nada. ¿Por qué no me lo has dicho? -Porque necesitaba que estés siempre atento y puedas trabajar, y el estar atento te incentivó. Es cierto que estás más delgado, pero en estos treinta, supuestamente, amaneceres has sacado músculos. Y, obviamente, seguiremos practicando con la espada.
Y seguimos avanzando para el norte. Y de repente cambiamos de dirección, fuimos para el este. -¿Estamos llegando a la zona oriental? -No, estás perdido, la zona oriental quedó atrás, estamos más al norte de la zona oriental. -¿Pero por aquí no está el imperio Atauro? -No, está más al este, nosotros vamos más al noreste. -Y avanzamos amaneceres y amaneceres.
Y de repente nos envolvió una tremenda niebla. -¿Y esto? -Es la región, una región bastante húmeda y fría. Por suerte en el último pueblo compramos abrigos. -Aun con el abrigo puesto sentía frío, más potenciado por la humedad y la niebla. -No veo nada, tranquilamente podemos caer a un abismo. -No, déjate guiar por los hoyumans, ellos saben. -Dime que ya habías venido por aquí. -Te lo digo, ya había venido por aquí. -Vaya, conoces todo. -No, imposible conocer todo -respondió Netrel.
Finalmente la niebla se disipó, había un valle rodeado de bosque y montañas. Y de repente vi centenares de casas de madera, abrevaderos de hoyumans, puestos donde vendían aves, puestos donde vendían hortalizas. -Parece una feria. -Está todo junto en el poblado. -Y veía mucha gente, todas con cayados tocando la tierra para un lado para el otro, para un lado para el otro. -¿Por qué están así y viven tanteando las paredes? -¿No te has dado cuenta? -¿De qué?, Netrel. -Obsérvalos. -¡Son ciegos! ¿Pero todos? -Netrel asintió con la cabeza-. ¿Tú habías venido aquí? -Sí, pero quédate tranquilo, ya saben que estamos aquí. -¿Y cómo si no nos ven? -Tranquilamente pueden oír a más de doscientas líneas de distancia, y el galopar o el trotar de un hoyuman a quinientas líneas de distancia. -¿Y cómo no se alteran? -Porque conocen mi voz. -Conocen tu voz... ¿Cómo conocen tu voz, cuánto hace que no vienes? -No sabría decirte... Mil amaneceres. -¿Y se acuerdan de tu voz? -He vivido más de noventa amaneceres con ellos y he aprendido mucho. -¿Y no tienen miedo que venga una tribu del norte y los ataque? -Tienen defensas. -¿Y cómo si no ven? -¡Je, je! Desmonta. -Desmontamos, fuimos caminando.
-¿Cómo estás, Burdín? -Le tocó la cara. -Netrel, Netrel... -Y se abrazó. -Traje a un amigo, Gualterio. -Me tocó. -Vaya, bastante delgado, ¿no ha comido? Hablé yo: -En realidad tengo un hambre que me comería un puersario. -¿Habla en serio? -¡Ja, ja! -Netrel le respondió-, habla en serio, pero exagera. -Venid, venid conmigo. ¡Analí, mira quien ha venido! -Analí era la esposa. Lo tocó a Netrel. -Ha regresado, y con un amigo. -Nos sentamos en unos bancos y nos sirvieron unos platos de guisado con verduras. -Perdonad que coma apurado, pero tengo un tremendo apetito. -Come, come -dijo el hombre. -Terminamos de comer, tomamos una bebida espumante y cuando salimos de la casa había como trescientas personas, varones y mujeres. Me impresioné. Netrel sonrió y dijo: -¡Vaya que recepción! -Y no es para menos -dijeron varios-, has regresado. -Y con un compañero, se llama Gualterio- Y preguntaba cómo os defendéis. -Lanzaron todos una carcajada. -¡Ja, ja! -No entiendo, son ciegos, cualquiera que pueda ver coge una espada y los mata. -¿Cómo te sientes para practicar? -¿Cómo practicar? -Claro. ¿Cómo te sientes, Gualterio, para practicar? -¡Mmm! Con un poco de sueño que me dio después de comer. -Está bien. Ahí tienes un catre, recuéstate un par de horas y después haremos un poco de ejercicio.
No me di cuenta cuánto tiempo dormí, pero todavía estaba el sol en el firmamento. Había como treinta o cuarenta personas rodeándonos. -Así que tu compañero dice que somos indefensos. -Lo único que les pido que lo traten bien. -¿De qué hablas? -Había una especie de palos de una línea y media de altura, Netrel me dio uno. Del otro lado había un ciego con otro palo-. ¿Qué tengo que hacer? -Atacarlo. -No no, Netrel, no no no. -Toma el palo. -No, no, me hace sentir incómodo. -Si no lo atacas tú te va a atacar él. -No entiendo... -¿Querías hacer ejercicio? Ahí tienes ejercicio. -No lo voy a atacar, pero voy a frenar sus golpes. -¡Ja, ja, ja! ¡Ay! Gualterio. -No entiendo tu risa. -Ve.
No vi el movimiento, de repente sentí un golpe en las costillas. Lo sentí tan fuerte como si me hubiera quebrado en dos, y caí de rodillos. Un pequeño golpe en la cabeza y caí de espaldas. Mi contrincante ciego me dijo: -El dolor en las costillas parece fuerte, pero apenas te toqué. No te asustes, no tienes nada fisurado. -Pues pareciera que sí. -Porque fue un golpe seco, pero no... Fue un golpe controlado. -Sentí como que me invadía una ira. -Se aprovecha porque no lo puedo golpear -le dije enojado a Netrel. -Si no lo golpeas te seguirá golpeando. -Está bien. Vamos a empezar con la lección.
Levanté el palo y apunté para su cabeza, bajé mi palo con todo, lo frenó sin esfuerzo. Le apunté a las costillas, lo frenó. Le apunté a las piernas, lo frenó. Golpeé una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete veces..., ningún golpe le llegó. Uno sólo de él tocó mi hombro, otro mi pierna, y caí de vuelta de espaldas. Y así toda la tarde, hasta que no daba más.
Ya casi estaba oscureciendo y le dije a Netrel: -Le habré tirado más de cien golpes y no lo pude tocar, él solamente me tiró diez golpes y me pegó los diez. ¿Cómo, si yo soy el que ve? -Te lo voy a explicar, pero tienes que prestar atención. Vamos comer algo.
Nos trajeron una hogaza de pan a cada uno con un dulce y una bebida caliente de frutas, la tomé con ansias. Y me devoré la hogaza de pan con ansias. -Te escucho. Netrel me dijo: -Antes de que nacieran sus abuelos o sus bisabuelos hubo como una especie de plaga provocada por unos hongos, y todos, todos los del poblado perdieron la vista. Aparentemente ese hongo cambió algo en su sangre, en su cuerpo que sus hijos y los hijos de sus hijos también nacieron ciegos. -Pero entonces quedaron indefensos. -¿A ti te parece que son indefensos? Lo has comprobado por ti mismo. -¿Y no van a un poblado a comprar? -No precisan, pueden tranquilamente cazar cualquier animal, cualquier ave o pescar en cualquier arroyo. Mira ahí a la distancia, ¿qué ves a cuarenta líneas? -Una especie de blanco. -¡Arragael, Aranet! -¿Quién es Aranet? -El hermano de Arragael. -Pero se llama igual que mi amigo. -Sí, por aquí es un nombre conocido. Arragael, Aranet, tocadme la mano, a cincuenta líneas tenéis el blanco. -Tomaron cada uno de ellos sendas jabalinas-. ¡Ahora! -Y los dos lanzaron sus jabalinas a cuarenta y cinco grados, en segundos las dos dieron en el blanco, prácticamente pegadas la una a la otra. Netrel me miró-: De la misma manera que estos hermanos pudieron alcanzar ese blanco también pueden hacer lo mismo con cualquier intruso. -¿Cuántos son en total? -La última vez que estuve en el poblado eran más de trescientos. Arragael, ¿cuántos son ahora? -Calculamos cuatrocientos, cuatrocientos veinte adultos. Y debe haber más o menos ciento cincuenta niños y niñas que ya saben defenderse. -¡Vaya! O sea, ¿que con una jabalina pueden cazar cualquier animal? -Gualterio, pueden saber si hay un cervario o un puersario, pueden saber por su manera de respirar que está reposando, si está presto a huir. Incluso si está huyendo le pueden ensartar con la jabalina su corazón porque saben dónde va a estar cuando llega la jabalina. -¿Y con los peces? -Exactamente lo mismo, ¿te acuerdas cómo yo te enseñé, de que no tienes que apuntarle al pez sino dónde va a estar el pez? Bueno, ellos lo escuchan chapotear y saben dónde va a estar, y con una jabalina pequeña lo ensartan. Aparte, recolectan todo tipo de hortalizas, verduras, frutos. -Vaya.
El hermano de Arragael, Aranet, le dijo a Netrel: -¿Y tú, te has oxidado? -¡Ja, ja! espero que no. -Cogió un palo. Yo contento por fin, le iban a dar una lección a Netrel.
Netrel se acercó a mí: -Coge un pañuelo. -Cogí un pañuelo-. Véndame. ¿Qué haces? ¡Véndame, véndame los ojos, no quiero tener ventaja!
Cogió el palo. Su contrincante era Aranet, no era parecido a mi amigo Aranet, era alto, moreno, delgado, pero agilísimo y rápido. El combate fue impresionante, un choque de palos. Netrel ni una sola vez le pudo llegar a Aranet, pero Aranet tampoco a Netrel. Finalmente pararon, se tocaron la cara y se abrazaron. -¿Cómo has aprendido esto? -Estuve cien días conviviendo, hace más de mil días atrás. -¿Puedes hacer lo mismo sin venda? -Sí. Sería mucho más rápido aún, pero no quería tener ventajas. -Se sacó la venda-. Y espero que tú aprendas, nos quedaremos un tiempo. -Supongo que cuando aprendiste habrás recibido varias palizas y golpes, y habrás tenido bastantes hematomas. -Es el precio por aprender. -Vaya, es un consuelo tremendo el que me das. -¿Pero sabes cuál es el premio? Que desde la misma manera que uno de los más rápidos de los ciegos, como Aranet o como Arragael, no pueden tocarme, tampoco nadie puede tocarme con la espada. El entrenamiento con un ciego vale el doble que un entrenamiento común. -O sea, que si viniera aquí este joven, Rebel, que se jacta de que nadie lo vence con la espada... Netrel dijo: -Aquí recibiría una zurra. -Vaya, vaya. -Y ahora descansa. Tenemos muchos amaneceres por delante, vas a aprender a cazar con los ojos vendados. -¡Ni siquiera voy a poder montar con los ojos vendados! -¡Ja, ja, ja! ¡Ay Gualterio!, ¿querías aventura?, ¡esto es aventura! -Esto es un delirio -le respondí. -Un delirio con aventura -me respondió Netrel-. Arragael, Aranet, hoy está lindo para dormir a la intemperie. Yo digo: -Voy a amanecer congelado. -Quédate tranquilo, hay buenos abrigos. -Me resigné.
Y por otro lado sentía una curiosidad innata de saber cómo podían tener un oído tan aguzado, cómo podían frenar mis golpear si no me veían. Aranet adivinando mi pensamiento me dijo: -Descansa a veinte líneas, por tu respiración pueden saber si estás durmiendo de verdad o si estás despierto observando.
No lo podía creer. Pero tenía que aceptarlo, eran superdotados, pero para la gente común eran vulnerables. Y yo me daba cuenta de que no. Mi cuerpo todavía me dolía, y eso me hacía dar cuenta de que estaba en un pueblo de gente que sabía defenderse muy muy muy bien.
Sesión 23/02/2023
Seguían viaje tras estar en un territorio cuyos los moradores eran ciegos. Llegaron a un lugar donde sus recuerdos se mezclaban con la realidad, pero que no coincidían. ¿Quizás algún influjo mento? Se quedó para saber cuánto podía soportar.
Entidad: Lo que les voy a decir puede parecer exagerado, pero me agotó mucho más los días que estuve con los ciegos, vendado, practicando con los palos como si fueran espadas, tratando de escuchar aunque sea la respiración de quien me atacaba para frenar el golpe. Era muy difícil lograrlo. Obviamente me golpeaban muy despacio. Así y todo tenía bastantes hematomas, por suerte ningún hueso quebrado. Me agotó mucho más eso que haber trabajado en las minas con los enanos.
Una tarde le pregunté a Netrel: -¿Cómo puede ser que en el tiempo que estuviste has aprendido tanto como ellos? -Lo vi a Netrel combatir con dos o tres ciegos vendado y venciendo a los tres. Le dije-: Si tienes esa habilidad con los palos e incluso con las espadas estando vendado, ¿cómo es tu habilidad sin vendas? Netrel me miró desde su imponente altura y me dijo: -La misma. Exactamente la misma. Porque mi atención, querido Gualterio, no se basa únicamente en los ojos, en los oídos, en el olfato, en el momento, y por sobretodo no pensar lo qué va a hacer el otro, ni siquiera lo que vas a hacer tú, es como si fuera un reflejo el movimiento. -¿Y por qué no lo logré? -Seguramente estás condicionado. -¿Cómo hago para no condicionarme? -Netrel se encogió de hombros. -Entiendo que es un don o la facultad de cada uno. No sé que más decirte. Pero ya es el momento de marcharnos.
Se acercó Ornejo, uno de los mayores. Y dijo: -La vez pasada, Netrel, cometiste un error, no lo hagas de vuelta. Le pregunté a Netrel: -¿De qué habla? Ornejo continuó: -No vayan para el lado del velo. -¿Qué es el velo, Ornejo? -Coméntale -exclamó Ornejo. Netrel se encogió de hombros. -Pienso que el velo es la jugarreta de algún mento. -¿Por qué, qué sucede allí? -Generalmente nada. -No, algo tiene que suceder. Ornejo, ¿qué es el velo? -Una zona. -Está bien, ¿pero qué tiene que ver con los mentos? -Lo de mentos es cosa de Netrel. -¿Alguno de ustedes fue? -Yo -dijo Ornejo-, y varios más. Y algunos no regresamos. -¿No regresaron, murieron? ¿Qué pasó, tan peligroso es? -Seguramente es peligroso, todo lo que te encandila es peligroso. Hay gente que decidió no volver. Lo que pasa que escapan a lo que es la realidad. -¿Netrel no entiendo nada? Ahora quiero ir. Ornejo le dijo a Netrel: -No lo lleves. -Quiere ir. -No, no quiere ir. -Yo decido por mí -comenté-. ¿Me llevas? -a Netrel. -¿Ves? -le dijo Ornejo-, no tendríamos que haber hablado. -¡Ustedes hablaron, yo no hablé! -dijo Netrel.
Preparamos nuestras cabalgaduras y marchamos más al norte. De vuelta a la espesa niebla, montañas, laderas, precipicios y de repente una tierra yerma. No era desértica, no había arena era barro, barro cuarteado por la falta de humedad. -¡Es horrible esto! -Me quedé pensando, ¿y si Ornejo tenía razón? Pero quería seguir, me vencía mi curiosidad.
Más adelante, después de dos amaneceres de marcha: -¿Por qué está tan cálido aquí?, estamos yendo al norte, tendría que hacer mucho frío. -No me pidas que te explique sobre la naturaleza. -No, no te lo pido, pero sí dime qué es el velo. -Me miró, miró hacia delante y señaló. -Eso es el velo. -Había como una especie de niebla, pero no envolvía todo el lugar como sí cuando llegamos a la región de los ciegos, sino que era una parte. -¿Qué hay detrás de esa niebla, esa es la que llaman el velo? -Sí. -Desmonté. -¿Se ve algo más allá? -Sí. -¿Tú has ido? -Sí. -¡Vaya! Coméntame. -Entiendo que cada uno tiene su experiencia. -Pero coméntame algo, ¿qué viste, qué hay? -No te quedes mucho tiempo, yo te esperaré aquí. -Se sentó sobre un tronco, amarró los dos hoyumans y se encogió de hombros. -¿Voy? -Está en ti. -¿Me acompañas? -No, yo ya fui. -Coméntame. -Te lo comentaré cuando vuelvas -dijo misterioso Netrel.
He pasado por tantas cosas..., elfos distintos, enanos, una comunidad de ciegos, ¿qué me podría pasar? Y entré en esa niebla a la que llamaban el velo. Caminé, caminé, caminé, caminé y de repente la niebla se despejó y había un poblado. ¿Cómo un poblado?, pero si atrás estaba la tierra completamente yerma, el barro, la tierra completamente cuarteada, seca y aquí se veía un pueblo con canteros de flores, plantas, gente. Los lugareños me miraban y no me prestaban atención. Miré para atrás, se veía el velo pero no veía nada que me impresionara. ¿Esto era la visión de un mento poderoso?, no veía nada terrorífico, no veía nada que me preocupara. Seguí avanzando. Digo: "Bueno, tengo metales, hace calor, me voy a tomar una bebida espumante en la taberna". Y en ese momento me crucé con una mujer, casi se para mi corazón, me subió como una energía por el pecho y apenas podía respirar: -¿Tú? La mujer también se llevó una sorpresa: -¡Gualterio!, no puede ser, te vi morir... -Eres tú la que está muerta. ¿Qué es esto, qué broma es esto, estoy bajo el influjo de un mento? ¿Tú eres..., tú eres Sheena? -Me tocó la cara. -¿De verdad que eres tú? Pero vi cuando los guerreros te mataban. Apareció un niño: -¿Quién es, mamá? -Nadie. Lo miré al niño: -¿Cómo te llamas? -Bastián. -¡Es mi hijo! -No puede ser -dijo ella-. Te mataron y tú no sabías que había quedado embarazada de ti. ¿Entonces no has muerto? -¿Qué edad tiene el niño? -Ya tiene miles de amaneceres. Discúlpame, pero pensé que estabas muerto, volví a formar pareja. -¿Qué es esto, puede ser que le pagué a tu padre por ti?, eso fue hace mucho. -Mi padre ha muerto y a mi actual esposo no le conté nada. Bastián no sabe que tú... -Está bien, no le digas. -Yo sé que tú estabas muerto. Evidentemente me equivoqué, pero te enterraron. O seguramente estabas mal herido y pudiste escarbar la tierra y saliste. ¿Y por qué no has vuelto? -La miré. Lo miré al niño Bastián. -O sea, que dices miles de amaneceres que me mataron. -Sí. -No soy tu Gualterio. -No sabía que tenías un hermano gemelo -dijo Sheena. -Sí, soy su hermano gemelo. -¿También vienes de Krakoa? -¡Uf! Era muy joven. -Me volvió a tocar la cara se alejó un par de líneas y me miró bien. -Tienes razón, tú no eres Gualterio, eres mucho más viejo, no puedes ser su hermano. No me mientas, eres el padre de Gualterio. -Y no te voy a mentir, soy el padre de Gualterio. ¿Quieres... ¿Pero entonces por qué has dicho como que Bastián era...? -No, quizá era la impresión. Gualterio me habló de ti, entonces en la confusión no sabía lo que decía. -Claro, el niño sería mi nieto. -¿Te quedarás un tiempo? -No puedo, tengo muchas obligaciones. -Me quiso abrazar y le dije-: No no no.
Retrocedí y me fui directamente para el velo, lo atravesé con lágrimas en los ojos. Me invadió de vuelta el aire caliente, vi de vuelta la tierra seca y Netrel allí. -¿Qué fue lo que vi? -No sé lo que viste -dijo Netrel-, te puedo decir lo que vi yo. Tú sabes mi historia, sabes que yo siendo un joven comerciaba con pieles, aparte de sembrar la tierra y había formado pareja con Salura, mi amada, que después descubrí que la habían ultrajado y matado y había sido mi gran amigo Rauro. Cuando finalmente di con él vi que tenía una niña y su mujer embarazada de otro vástago, y dejé mi venganza de lado y me marché. Pero la vez pasada que visité la región de los ciegos, cuando atravesé el velo la vi a Salura con un niño y también formando pareja, pero no conmigo, con Rauro. Cuando aparecí los dos casi se desmayan, Rauro tenía pánico. -Estabas muerto, Netrel -dijo Rauro-, dejamos pasar un tiempo. Yo siempre la quise y ella sabiendo que tú estabas con aquel que está más allá de las estrellas formó pareja conmigo. Netrel me miró y siguió relatando. Salura se acercó y me dijo: -Pero tú no eres Netrel, eres mucho mayor, eres un familiar. -Soy un familiar, no sabía que mi sobrino había muerto. No quise dar más explicaciones, di media vuelta y volví atravesando el velo.
Le conté a Netrel mi experiencia, que fue bastante parecida a la suya. Y le dije: -Eso no es obra de un mento, no hay mentos aquí. ¿Qué es eso de detrás del velo, un mundo distinto? ¿No hay manera de que con ese explosivo de los enanos hagan explotar las montañas de alrededor y que tapen ese velo? Dicen que hay ciegos que se quedaron, ¿en qué, en una ilusión? Ya bastante tenemos en este mundo. Con razón este anciano ciego decía, "No vayan". Pero tengo mi mente confusa. -Yo también la he tenido -exclamó Netrel-. ¿Montamos? -Sí -asentí.
Montamos nuestros hoyumans, dimos media vuelta y marchamos para el sureste. -Netrel... -¿Qué? -Creo que es hora de volver a casa. -Y yo creo que no -exclamó Netrel-. Yo creo que es hora que vayamos a conocer el imperio Atauro, es una de las pocas regiones que no conozco.
Sesión 08/03/2023
Casi podía decir que había conocido de todo y a todas las razas, pero se encontraron con unos seres raros, una mujer herida de lanza. Afortunadamente pudieron sanarle la herida y se añadieron a ir al imperio Atauro.
Entidad: Lo miré a Netrel y le dije: -No apuremos los hoyumans, entramos a un bosque bastante peligroso. Escucho sonidos, susurros, gritos, no sé si son animales, elfos, trolls. -Netrel sonrió y me dijo: -¡Ay Gualterio! Has pasado por tanto en tan poco tiempo que te imaginas todo. -Miré hacia adelante y le digo: -¿Te parece imaginación? Mira esas dos criaturas, miden como casi tres líneas de altura. Habían hablado de esas míticas criaturas que devoran gente. -Gualterio, son lomantes, son más inteligentes que los humanos. -Desmontamos.
Los miré. Hablaron casi guturalmente, pero se entendía perfectamente. -Mi nombre es Luomor, mi pareja a la que amo fue herida, ¿tenéis algo para ayudarnos? -Sí -dijo Netrel-, en mi alforja. -Era como una especie de lanzazo. -¿Qué os ha pasado? -pregunté. -Nos tuvimos que ir de nuestra gente, nos tuvimos que ir. -Pero... -Netrel me hizo una seña. -Ahora no, déjame. -Netrel tenía en la alforja como una pasta desinfectante y cicatrizante-. ¿Cómo te llamas? -Landeres -dijo la lomante. -¿Te aguantarías si te coso la herida? -Al contrario, sería un favor que me harías, para evitar que se infecte más.
Yo lo miraba a Netrel y sentía como una tremenda aprensión ver esos seres enormes, una vez y media nuestra altura y musculosos, el cuerpo completamente peludo, parecidos a los osos, pero con rostro humano. Y se notaba su expresión inteligente. Netrel terminó de coser la herida. -Ahora sí. ¿Queréis comer algo? Luomor dijo: -Sí, por favor. -Tenemos unas verduras secas y una carne seca -Carne no, verdura sí. Yo dije: -Tengo algunos frutos. -Nos vendría bien. -Comieron verduras y frutos. -Contadnos qué pasó. -Nosotros éramos los líderes, conocemos de geografía de casi todo Umbro, conocemos de matemáticas, somos mucho más ilustrados que la mayoría de los humanos, pero nos ven enormes, peludos y nos toman por bestias. Pero en realidad las bestias están en nuestra propia familia. -Netrel arrugó la frente. -¿Qué pasó? -Entiendo que entre vosotros alguna vez ha nacido un niño con un pie más corto o que de pequeño ha tenido una pequeña parálisis, ¿y qué hacéis con el niño? -Bueno, vemos en alguna feria feudal un zapatero que le haga un taco más alto para que no cojee y si no un cayado para que se sostenga. ¿Por qué? -Porque desde que un malvado fue elegido líder, a todo pequeño o pequeña que nazca con alguna malformación directamente se lo mata. Se enciende una hoguera y se quema el cuerpo. Están enfermos mentalmente. Nos opusimos: nos advirtieron. Mi esposa levantó la voz y nos encerraron a los dos. Teníamos un amigo que nos pudo liberar de una especie de jaula de madera y cuando huíamos el segundo del líder le clavó una lanza a mi esposa. Y de esto hace dos amaneceres. Ha cogido fiebre. Pero por el camino conseguí unos hongos sanadores, pero no fue suficiente. -Lo miró a Netrel el lomante-. Te agradezco por esa pasta. -Es una pasta que cicatriza y desinfecta. Además, ahora la herida está cosida. Va a estar bien. ¿Pero qué haréis? -Si no os incomoda y si otros humanos no nos rechazan, podemos ir con vosotros. ¿Hacia dónde os dirigís? Netrel dijo: -Al imperio Atauro. La mujer lomante dijo: -No, no, hay una ciudad grandísima, no nos verán bien, nos miraran como monstruos. -Mirad, he conocido mucho mundo -dijo Netrel-. A medio amanecer antes de llegar al imperio Atauro hay una aldea que hay distintos seres, hay elfos, hay algunos trolls pacíficos. No seréis mal recibidos allí. Tú, Luomor, ¿haces alguna tarea? -Sé de carpintería. -Bueno, bienvenido entonces. Acompañadnos en el camino, acompañadnos. Lo miré a Netrel y dije: -Convendría descansar hasta mañana al amanecer, así la mujer lomante puede recuperar fuerzas. -Sí, eso haremos.
Es increíble, pero con Netrel había conocido la región de los enanos, la región de los ciegos, el velo que todavía no puedo descifrar qué fue cuando vi a Sheena. Y ahora estos dos ejemplares, que si no fuera por su rostro inteligente parecerían osos. Pero obviamente no tienen garras, tienen manos como nosotros, pero son enormes. Luomor hizo una mueca que la interpreté como una sonrisa y me dijo: -¿Te damos miedo? -No, no, no... ¡Je!, me cuesta acostumbrarme. No os ofendáis, pero me dais impresión. -Todo tiene que ver con adaptarse, todo tiene que ver con adaptarse. Le dije: -Me suena tu nombre, ¿conoces a un tal Fondalar? -Por supuesto. Y la mujer lomante dijo: -Y a Émeris, es como una hermana para mí. -Bueno son... son también como hermanos para mí -comenté.
A diferencia de ellos nosotros comimos un poquito de carne seca y frutos. Le dije: Cargamos nuestras cantimploras en un arroyo, atamos los hoyumans luego de que bebieran y comieran también un poco de verdura y nos pusimos a descansar. Mañana sería otro día.
Sesión 07/04/2023
Llegaban a su destino, el imperio Atauro. Les escoltaron unos soldados que les pusieron al corriente de por qué había muertos colgados y en el fango, eran conspiradores y espías.
Entidad: Dejaba hablar a Netrel, yo estaba sumido en mis pensamientos pensando en lo que había sucedido detrás de aquello que llamaban el velo. ¿Algo que afectó a mi mente, hongos venenosos que alteraron mi pensamiento? No. ¿La niebla tenía algún poder de modificar mi visión, mi comprensión o directamente había estado en otro mundo similar al mío?
Dejé de lado mis pensamientos y le pregunté a Netrel: -¿Cuánto tenemos todavía de viaje hasta el Imperio Atauro? Me respondió: -Ya estamos en el Imperio Atauro, toda esta tierra que ves, estas montañas, estas llanuras de aquel lado, todo forma parte del Imperio Atauro. Y cuando llegues a la ciudad seguramente te va a parecer más grande que toda la isla de Krakoa.
Los miré a los lomantes, a Luomor y a ella, a Landeres: -¿Iréis a pie todo el trayecto? -No -dijo Luomor. -Pero sois pesado para ir en hoyuman. -No habéis visto, hemos dejado pastando dos drómedans. -Claro, drómedans, unos bichos corpulentos un poco más grandes que los hoyumans, lanudos, que resistían el calor del desierto y podían pasar tiempo sin tomar líquido. Los drómedans, claro.
Al rato los lomantes montaron y se pusieron a la par nuestra. -Contad bien, por favor -pidió Netrel. -Cada tanto, por votación democrática, votamos quien es el líder de la región y tres veces habíamos ganado nosotros, como matrimonio, pero vaya a saber por qué razón la última vez es como que el poblado estaba en contra nuestra. Nos miraban mal y empezaron a murmurar: -¿Por qué no tenéis hijos? -Nos encogimos de hombros y les respondimos: -No habrá querido aquel que está más allá de las estrellas. -O es porque dentro suyo tenéis alguna deformidad. -Vaya, ¿por qué decís eso? -Nos defendimos ambos, explicó Luomor. -Porque han nacido niños lomantes con algunas deformidades y nosotros somos un poblado orgullosos de nosotros mismos.
-Continúa -pidió Netrel. Luomor dijo: Nos pusimos pálidos, si es que se notaba la palidez en nuestro rostro peludo. -¿Y qué habéis hecho? -Hemos acabado con su vida. -¿Y sus padres? -Lloraron, principalmente la madre, pero si insistían les dábamos muerte a ellos también. -Pero que yo recuerde en la historia lomante somos incluso más cultos que los humanos, en geografía, en el estudio del cielo, ¿y ahora salís con esto? -Desde hace tiempo que lo venimos hablando en nuestra tribu, pero vosotros os creéis los perfectos y mira, ¡je, je! no tenéis hijos. Así que ahora vamos a votar quienes serán los nuevos líderes.
-Y no eligieron un matrimonio, eligieron una junta de varios líderes intolerantes, crueles, despóticos. -Nosotros somos la raza superior, somos más fuertes, somos más inteligentes que los humanos, que los elfos y que los brutos de los troll, somos los mejores y tenemos que defendernos. Y empezaremos a fabricar armas mejores incluso a las de los humanos, no para atacar sino para defendernos. -Landeres y yo nos quejamos. El jefe de la junta dijo: -Bastante os hemos tolerado. Seréis expulsados, agradeced que no os ejecutemos, porque eso de aquel que está más allá de las estrellas decidió que no tengáis hijos, para nosotros es un cuento. ¡Iros! -Y nos marchamos. Por el camino disimuladamente cogimos dos lomantes domesticados.
-Y bueno, aquí estamos. Os acompañaremos a la ciudad del Imperio Atauro.
Nos quedamos en silencio. Paramos un par de veces para comer algo, frutas, verduras, hongos comestibles, y por supuesto, en cada arroyo llenábamos nuestras cantimploras.
Antes de llegar a la ciudad un grupo de soldados con pechera de metal y lanzas nos paró: -¿Quiénes sois? Netrel dijo: -Aquí puedes decir la verdad. -Mi nombre es Anán, soy un rey. -Y qué hacéis con estos monstruos, ¿son sus esclavos? -¿Esclavos? Son tan o más inteligentes que nosotros. -Para nosotros son bestias, tienen prohibido el paso. O bien si vienen con nosotros irán enjaulados. Y si insistes les daremos muerte. Tenéis instantes para decidiros. Netrel me dijo: -No insistas.
Hablamos con Luomor y Landeres: -Ved para el oeste, ved para la zona de los dracons, os encontraremos. Os encontraremos. Lamento todo esto, lamento que esa junta sea tirana. Landeres dijo: -El problema no es la tiranía, el problema es la ignorancia. Hemos avanzado muchísimo para que en poco tiempo retrocedamos. Vosotros, humanos, tenéis hijos con deformidades, incluso sé que más adelante, uno o dos amaneceres más adelante, hay humanos enanos. -Así es -dijo Netrel-, de allí venimos. -Y sin embargo nadie se mete con ellos. -Nos abrazamos, cambiaron el rumbo con sus drómedans y marcharon para el oeste. Suspiré largamente.
Y entramos a la ciudad, escoltados por los soldados. Uno de ellos, riendo socarronamente, dijo: -Así que tú eres Anán, un rey. Pues hueles a puersario. Le respondí sin enojarme: -Soldado, es incómodo viajar con abrigo de piel y con botas finas. -Espero que no seáis espías. -¿Espías?, somos sólo nosotros dos. ¿Pero espías por qué?, el Imperio Atauro está en paz. -¿Quién lo dice? -Es sabido que está en paz. -No, no estamos en paz, hay conspiraciones por todos lados. -¿Conspiraciones? Tengo entendido que sois la fuerza más poderosa de Umbro. -En eso tienes razón, supuesto rey, pero el problema no pasa por ahí, hay traidores infiltrados en nuestras filas y matan a nuestros propios compañeros. -¿Vosotros habéis visto muertos? -No, pero lo dice la emperatriz, la emperatriz Noah. -O sea, ¿que ella ha constatado que hay conspiración? No tengo problema que nos interroguen. -A donde ella tenga duda, seréis ejecutados. Los emperadores saben que hay conspiraciones, tanto la emperatriz Noah como su esposo, el emperador consorte, Gualterio. -¿Gualterio? -Me asombré-, ¡Gualterio es mi hijo! -El soldado me miró y me pegó con la parte de atrás de la lanza en la frente, volteándome del equino. -Si sigues diciendo tonterías serás ejecutado antes de llegar. ¿Tú dices algo? -A Netrel. -No, dejad subir a mi compañero al hoyuman. Lo que pasa que en estos días tuvo muchos incidentes, se ha caído de una colina, se lastimó el pie, luego aspiró unos hongos venenosos. Por eso delira. Disculpadlo.
Subí con mucho esfuerzo al hoyuman, me dolía la frente. Netrel me dijo: -La tienes inflamada. ¿Me permites, soldado? -¿Ahora qué pasa? -Tengo una especie de pomada desinflamante en mi alforja, ¿me dejas que se la pase a mi compañero? -Mientras no retrasen nuestro camino hazlo. Honestamente, no nos interesa ni tu vida ni la de tu compañero, ese que se cree rey, su mente le debe fallar. -Netrel me puso una pomada. -Déjatela, no te toques, es para hematomas y para inflamaciones. -Me dolía el golpe de la lanza-. No digas más nada hasta que lleguemos, no digas más nada.
Por el camino vimos atrocidades, gente colgada, gente muerta en el fango. -¿Qué ha pasado? -Estos son conspiradores. Nos mandó la emperatriz Noah a acabar con toda la aldea. Netrel cauteloso dijo: -¿Pensáis que toda la aldea conspiraba contra el imperio? -Si lo dice la emperatriz es así. La palabra de ella es tan valiosa como la de aquel que está más allá de las estrellas. Miré y dije: -Pero hay ancianos muertos, mujeres embarazadas, niños... ¿Los niños también conspiraban? -¿Quieres que te vuelva a pegar con la lanza o directamente te ejecuto aquí? Obviamente que los niños no conspiraban, pero sus padres les llenaban la cabeza, les hablaban mal de la emperatriz. -¿Pero cómo sabéis todo eso? -Porque ella lo sabe, y la palabra de ella es la palabra de aquel que está más allá de las estrellas.
El que llevaba el mando le dijo al que me golpeó con la lanza: -Diles, diles. -El hombre se retrasó y nos dijo: -Había una pariente, una prima segunda de la emperatriz Noah, y para imitarla se vestía como ella. Y la emperatriz dijo: "¿Así que quieres copiarme?". Y la mandó matar a ella y a toda su familia. -Vaya. -Y pregunté con cautela para evitar otro golpe de lanza-: ¿Y a todo esto qué dijo el emperador consorte Gualterio? -Nada. Él simplemente es su esposo, él no tiene ni voz ni voto, se hace lo que dice Noah. Si algo le cae mal lo ejecuta, si hay tribus que intuye que pueden causar algún problema directamente manda asolar a toda la aldea matando a todos. Iba a decir "Pero eso es crueldad", pero me miró Netrel con ojos oscuros, como diciendo: "Cállate, está nuestra vida en juego".
Me sentí mal, ejecutaban inocentes. Yo me tenía que sentir orgulloso, mi hijo emperador consorte, y de repente casado con una emperatriz que aparentemente le estaba fallando la mente. Y seguimos viaje, me sentía triste, muy triste.
Sesión 11/04/2023
Sabrían que los gobernantes del imperio Atauro estaban tomados mentalmente por un ser maligno. Debían ir con cuidado, todavía estaban bajo vigilancia de los soldados.
Entidad: Desde que me sentía oprimido, desganado y de repente pensé en salir de palacio, vivir una aventura, extrañaba todo. Marya, la comodidad de una cama blanda, una tina con agua tibia, el estar limpio, el no estar permanentemente en peligro de que me pase algo...
Nos miramos con Netrel cuando los soldados cambiaron el recorrido. -Ahora van a conocer al amo. Yo no podía mantener la boca cerrada y dije: -Entiendo que el único amo es la emperatriz Noah.
Recibí un latigazo en el rostro que me dejó un surco de sangre. Netrel me miró como reprobándome, como diciéndome por qué no mantienes la boca cerrada. Pero no entendía nada, y de terco pregunté: -Nada más quiero saber quién es el amo. -Gobling. Y ahí Netrel me dijo directamente: -¿Puedes hacer silencio, Gualterio?
Llegamos a un pequeño palacio, humilde, sucio. Había gente en lo que en algún momento sería una aldea también sucia, harapienta, famélica, algunos animales a los que se les veía los huesos. Nos hicieron desmontar y desmontaron cuatro soldados que estaban detrás nuestro poniéndonos su lanza en la espalda. Vimos una figura pequeña algo resplandeciente: -Dejadlos. -Los soldados se marcharon-. Sentaos. -Lo miramos, era un gnomo pero algo más alto que Olafo, su cuerpo prácticamente desnudo con un taparrabo y a veces salían del cuerpo como pequeñas llamas. El gnomo tenía un rostro que exhibía crueldad, pero a su vez una sonrisa irónica-. Me imagino que me veréis insignificante. Netrel habló: -No es así, no podemos sacar conclusiones, no lo conocemos. -Soy el amo Gobling, un gnomo ignífugo. Netrel dijo: -No entiendo. -De pequeño tuve muchos maltratos, me expulsaban de las aldeas, me lanzaban piedras, se burlaban de mí. Me escapé para la tierra de los dracons, allí prácticamente nadie me quería; "Los dracons te van a devorar, no eres hombre, no eres elfo, no eres nada". Un dracon gigante se acercó y me lanzó un vapor que prácticamente me abrasó todo el cuerpo, me quemó la piel, pero vaya a saber por qué razón aquel que está más allá de las estrellas hizo que naciera con una sangre distinta o algo dentro mío que me hizo ignifugo, nada me quemaba. Mi piel se restableció y puedo lanzar llamaradas. Y no sólo eso, con el pensamiento puedo herviros por dentro, quemaros por dentro. Y pensé en la mejor manera de vengarme de aquellos que me despreciaron y dije: "¿Qué mejor que apoderarme de la mente del emperador Masón?". Pregunté: -¿Y cómo harías eso, amo Gobling? -Bien, está bien que me llames amo, voy a ser el amo de todo Umbro. ¿Conocéis a Olafo? -Sí, lo conocemos. -¡Je! Es un traidor, espero no cruzarme con él pues sólo quedarán cenizas de él. -Traidor, ¿por qué? -inquirí. Me miró con desprecio, luego sonrió con sarcasmo. -Lo obligué, prácticamente, a que me enseñe a hacer distintos preparados porque decían que era para el mal. -¿Nunca se burlaron de ti? Olafo me respondió: -Nunca les presté atención, siempre traté de servir a todos. -¿Y para qué, para que te miren con desprecio? -Lo miré y empezó a sentir calor en su cuerpo. -Si quieres que pare, dímelo, pero me enseñarás a preparar estas pócimas. No todas, las que manipulan, las que manejan la mente. Y así lo hizo, y le perdoné la vida. Ya veis que no soy tan malo. Los planes se alteraron cuando murió Masón, entonces asumió la responsabilidad Noah. Pero me di cuenta de que había un peligro: una joven, Cirina, que tenía más poder que yo, si competíamos por más que mi cuerpo fuera ignífugo hubiera muerto quemado porque ella tiene el poder de penetrar hasta la última de la células. Pero sé actuar, ¡je, je!, sé actuar, y me volví la persona más simpática. Y cuando alguna persona se enfermó le hice un preparado y la sané, y a otra y a otra. Y era tan querido como seguramente en otra región lo fue Olafo. "Bendecido seas por haberte traído con nosotros aquel que está más allá de las estrellas". "Para serviros, para serviros", -dije-. Y una vez en confianza empecé a preparar mis pócimas. Primero con Cirina, su mente quedó aturdida, prácticamente no puede usar sus dones. Hice lo mismo con Geralt, con Jimena, con Ligor, por supuesto con Noah, con Donk y con el resto de los soldados. Les manipulé tanto la mente que para ellos yo era su amo. Noah hablaba a través de mi voluntad. -¿Y qué pasó con el emperador consorte, Gualterio? -pregunté. -¡Ja, ja, ja! Nada, nada. Todo lo que decía Noah él no tenía el carácter para imponerse. -O sea, no lo has manipulado. -No, no hizo falta. ¿Y tú como lo conoces? -Atauro es un impero gigantesco, cómo no se va a conocer quiénes eran los gobernantes. -Has hablado bien. ¿Cómo te llamas? -Anán -respondí. -Has hablado bien, Anán, los que "eran" los gobernantes. -¿No te molesta que te haga una pregunta? -comenté. -Hazla. -Reconozco que está mal que se burlen de alguien por ser distinto, lo he visto con los lomantes. Yo conozco a Olafo y es para mí un amigo, nunca me burlé de él. -Pero ve a la cuestión. -Sí, amo Gobling. Pienso como tú, no es justo que te hayan tratado mal, no es justo que se hayan burlado de ti, ¿porque qué es ser distinto?, todos somos hijos de aquel que está más allá de las estrellas, pero me enteré por los soldados que Noah, a través tuyo, tú que les has manipulado la mente, los soldados han asolado aldeas, han matado a ancianos, mujeres, niños. No creo que ancianos, mujeres o niños se hayan burlado de ti. -Me observó con una mirada de crueldad como nunca había visto. -Tú no sabes nada. Soy del tamaño de un niño, ¿quién te crees que fueron los primeros que me arrojaron piedras burlándose de mí, los adultos? No, los niños. Y cuando yo quería coger una piedra para devolverles el golpe las madres los protegían y me lanzaban maderos: "Fuera, fuera de aquí, demonio". El dracon que me quiso matar con ese vapor hirviente cambió mi organismo, lo primero que hice una vez supe de mis poderes fue volver donde estaba ese dracon y lo hice combatir con otros dracons; finalmente cuatro dracons, el que me hizo eso entre ellos, murieron abrasados. Te preguntarás, Anán, ¿si finalmente ese dracon te hizo un favor, por qué hiciste que luchara para que se mataran entre todos los dracons? Porque su intención no fue convertirme en quien soy, me vio como un ser despreciable. Le comenté: -Amo Gobling, los dracons no razonan, no entienden si una persona es o no es despreciable. -¡Qué sabes tú! ¿Quién eres al fin? -Un simple viajante, con mi amigo Netrel. -¿Estáis de acuerdo en lo que yo pienso? -Me encogí de hombros. Netrel me apretó el brazo con mucha fuerza. -Entendí Le dije: -Amo Gobling, me pongo en tu lugar. Si a mí me despreciaran no dejaría a nadie en pie porque no me gusta que me ignoren, que me miren mal, que me miren como un bicho raro. -Nos miró a los dos con una mirada cruel pero inteligente. -¿Y qué pensáis de mí? Hablé: -Tú creerás que te miraremos también como alguien raro. No, conocemos todo tipo de razas. Eres muy similar a Olafo, distinto quizás, un cuerpo más alto, más estilizado. Es cierto, me causa impresión que a veces es como que de tu cuerpo salen pequeñas llamas. -Eso es porque no alcanzo a controlar del todo mi poder. Al fin y al cabo pensé en mataros, pero me caéis bien ambos. ¿Tú te llamas Netrel? -Así es, amo Gobling. -Escuché hablar de ti. Conozco tu historia, sé lo que te pasó. Si tú tuvieras mis poderes sé que no te vengarías porque hasta le has perdonado la vida a quien mató a tus seres queridos. Si tuviera que decir algo de ti..., eres una pobre persona. -Netrel no respondió, se encogió de hombros. -Permíteme una pregunta. -La última, ya no tengo más paciencia. -Teniendo semejante palacio donde está Noah, ¿por qué vives en este palacio pequeño? Afuera hay animales, carroña, gente famélica. -Aquí estoy tranquilo. Con una docena de soldados que estén aquí vigilando me es suficiente. Una vez un hombre traté mal a su mujer y se insubordinó, lo quemé por dentro. Por supuesto que me cuido permanente, dejo pasar unos días, vuelvo al palacio principal y le preparo más pócimas, principalmente a Cirina, que es la única que puede vencerme. -¿Somos tus prisioneros? -Sois mis invitados, Anán. Pero obviamente si queréis ir a cabalgar podéis hacerlo en compañía de mis soldados. Pero no, prisioneros no. Sí tendréis el honor de ser testigos de cuando sea dueño de todo el imperio Atauro. Y eso para comenzar, eso para comenzar. Aquel que está más allá de las estrellas os trajo a mí para que puedan observar mi grandeza. Pero ahora venid, comed, bebed, estaréis en el pequeño patio de armas improvisado con los soldados. Y como dije, recorréis el lugar siempre acompañados, custodiados. Ahora; oléis a puersario. Allí hay un arroyo, sumergíos, la ropa se os secará enseguida encima vuestro.
Y fuimos escoltados por un par de soldados. Le dije a Netrel: -Él dice que olemos como puersarios y hay animales con sarna, ratas y otros bichos que no conozco. La gente completamente miserable, famélica, casi no come. Sé, Netrel, que tú has recorrido mucho más que yo Umbro, pero una persona tan cruel como esta no he conocido. -Obviamente hablábamos en voz baja para que no escuchen los soldados. Netrel me respondió: -Es cruel, pero yo creo que es una persona que está loca y es peligrosa. Y si Cirina está con unas pócimas que la controlan, a este Gobling, a este engendro no habrá quien lo pare. -Hice una especie de suspiro, y me sentí mal, muy mal.
No sabía que nos esperaba en el futuro, ¿vivir así tiene sentido? Y me preguntaba, ¿para qué? Le comenté a Netrel, y Netrel me dijo: -Tranquilo, si estamos aquí por algo será. -Lo miré. -¡Je, je! Si es un consuelo no tienes éxito, Netrel. No me siento bien, tengo una angustia que me carcome por dentro y me quema como el fuego de ese Gobling. -Sácate las botas. -Me terminé de sacar las botas y Netrel me empujó al agua del arroyo, luego se sacó las botas él-. Disfruta aunque sea unos minutos esta agua, no importa que tengamos la ropa mojada, no nos van a dar otra para cambiar.
Sentados en el pasto los soldados nos miraban indiferentes, ignorábamos si ellos también estaban bajo el influjo de ese ser maligno o si simplemente obedecían órdenes para no ser quemados como quienes desobedecen.
Sesión 10/05/2023
Consiguieron permiso para ver a su hijo, antes príncipe, ahora esclavo de su esposa, antes emperadora. Estaban tomados mentalmente por un deleznable y peligroso ser, con muchos poderes. No podrían salir de allí.
Entidad: Habían pasado dos amaneceres, por lo menos nos daban de comer, nos bañábamos en el arroyo. En un momento determinado me atreví y le pregunté al engendro: -Amo Gobling, ¿hay alguna posibilidad de que conozcamos a Noah y a su esposo? -Nos miró con una mirada turbia. Hizo una mueca como sonriendo y dijo: -No hay problema, seis de mis soldados os escoltaran. -Muchas gracias, amo Gobling. -Nos miró con desprecio y se marchó.
Y fuimos hasta el palacio principal. Al primero que vimos, de los conocidos, fue a Geralt. Mi primer impulso fue abrazarlo, pero miró para otro lado. Luego dijo: -¿Quiénes sois? -Mi nombre es Anán, me acompaña Netrel. -¿Qué buscáis? -No..., queríamos conocer a los emperadores, a Noah y a su esposo. -Se acercó una joven con una mirada maligna. -¿No estaréis planeando nada? -No, señorita, para nada, simplemente queríamos tener el honor de conocer a los emperadores. La chica con una mirada cruel dijo: -¡Je, je!, emperadores. Aquí el dueño de todo es el amo Gobling. Y el amo Gobling me ordena que si tiene un enemigo yo lo puedo quemar por dentro, hervirle las entrañas u ordenarle que se clave un cuchillo en la garganta, pues aparte soy una menta, quizá la más fuerte, la mejor. Mi nombre es Cirina. -Encantado, Cirina, si le puedo nombrar así a secas, señorita. -No hay problema. Geralt, acompaña a estos dos a ver a Noah y a su títere. -Sí, Cirina -dijo Geralt-. Venid conmigo, ¡ahora!
Cuando nos fuimos alejando, caminando por un pasillo, Geralt nos dijo: -No me saluden, no me conocen, sois unos desconocidos. Si bien Noah también está bajo el influjo de Gobling no os deis a conocer. De todas maneras ella no los conoce. -¿Y mi hijo? -No, él no está sometido por las pócimas de Gobling, pero hace lo que le ordena Noah. -¿Pero qué pasa, Noah se volvió cruel? -No no no, ella toma permanentemente las pócimas que le da ese engendro. Su mente no es la suya y tu hijo la obedece en todo. Iré adelante y le diré a Gualterio que no haga ningún gesto de reconocimiento, mejor que no sepan que son parientes, pues se entera Gobling y seguramente te ejecutan. -¿Por qué? -Por el hecho de ser parientes, porque piensan que vas a querer que Gualterio se rebele o algo. O la misma Noah te puede mandar ejecutar. Dejadme ir adelante. Y cuando tú lo saludes estás saludando a un desconocido y te inclinas ante él y ante Noah. Geralt lo miró a Netrel: -No hace falta que me expliques -dijo Netrel.
Geralt fue adelante, lo seguimos. Nos hizo esperar unos minutos afuera y entramos a palacio. En un salón gigante mucho, muchísimo más grande que el salón de mi castillo, estaban los dos sentados allí en un trono. Nos acercamos. Noah dijo: -De rodillas. -Nos arrodillamos-. ¿Quiénes sois? Habló Netrel: -Somos viajeros, mi emperatriz. Aquí, este guerrero, Geralt, tuvo la gentileza de guiarnos para conoceros a vosotros. Disculpad que no trajimos ninguna ofrenda, pero somos pobres, simplemente queríamos tener el honor, el orgullo de conoceros. Ya hemos conocido al amo Gobling y nos pareció como un dios. -Y es que lo es -dijo Noah. Bostezó-. Se ve que esta comida me hace dormir, me voy a recostar un rato. Tú te quedas aquí, no vengas a molestarme mientras duermo, ya bastante me molestabas antes con esos requerimientos maritales. Me das asco, me causas rechazo, Gualterio, no sé cómo te soporto. Pero bueno, eres mi esposo y hay que mantener las apariencias. A propósito, Geralt: -Sí, mi emperatriz. -Me enteré de que hay una tribu cercana que se quiere sublevar. Combina con el amo Gobling, lleva mil soldados, busca esa tribu y acaba con todos. -Mi emperatriz, ¿mujeres y niños? -¡Ja, ja!, ¿mujeres y niños? ¿Qué significa 'todos', Geralt? Bastante paciencia tengo contigo. Todos, dije, todos. -Y se marchó a su alcoba.
Cuando nos quedamos a solas con Gualterio me puse de pie. Geralt dijo: -No lo abraces, siempre hay ojos mirando. Mantengan la distancia. Lo miré a mi hijo: -Tengo tantas cosas que contarte, tantas cosas que contarte... ¿Cómo estás? -Cirina, a quien seguro habéis conocido, le debo la vida. Pero ahora no soy nadie, soy una persona que tiene un lecho, que no duerme con la que es su esposa. Al comienzo no sabía que ella estaba envenenada su mente con la pócima de Gobling, y le respondí mal porque ella me había gritado y me mando azotar, no quiero mostrarles mi espalda, pero está roja de latigazos. Y si bien la pócima le cambia la mente yo creo que lo que hace la pócima es exacerbar lo malo de la persona, porque todos, y no seamos hipócritas, todos tenemos algo malo adentro. Netrel dijo: -Yo le perdoné la vida al asesino de mi esposa. -Mi hijo lo miró. -Claro, y seguro no has matado a nadie en todo este tiempo. -Sí, Gualterio, he matado muchísima gente que se lo merecía. Si según tú todos somos malos por dentro, lo que hace la pócima es potenciar esa maldad. Le dije: -Hijo, no eres muy explicito. -¿Necesito ser mas explicito? Estoy convencido que Noah se molestó que le haya respondido mal a sus gritos, pero hacerme azotar..., yo no sé si eso no salió de ella, honestamente no lo sé. -Nos miró a los dos, a mí y a Netrel. Y dijo-: Habéis sido muy audaces de haber venido hasta aquí. Netrel dijo: -Nos rodearon unos soldados, no sabíamos que había un engendro que se había apoderado de todo. -¿Y qué les dijo? -Que no somos sus prisioneros, que somos sus invitados -Gualterio rió. -¡Ja, ja, ja!, ¿invitados? No va dejar que salgan de aquí, no va dejar.
Se acercó el jefe de la guardia. -Tú -a Geralt. -Dime. -Tenemos más diversión. Igual quédate aquí, vigila a estos dos que se queden con este títere. No pude con mi genio y le dije: -¿Tú eres el jefe de la guardia? -Correcto. -Pero él es el coemperador. -Sacó un látigo y me fustigó en la cara dejándome una marca, y otra a mi hijo-. ¿A mí por qué me has golpeado? -pregunté. -Porque me has mirado con gesto despreciable. Y no soporto que me miren con gesto despreciable, yo me gané mi puesto. Pero ibas a hacer una pregunta. -Sí. Él es el coemperador, ¿por qué le dices títere? -¿Quieres que te azote de vuelta el rostro? -¿Qué es? -Nada. Y vosotros dos vais a ser servidumbre aquí. Geralt no, él nos es útil, es un buen guerrero y además tiene mérito, obedece. Geralt le respondió: -¿Qué sucede afuera? -Tenemos diversión. Un joven medio amanerado con un viejo. Un viejo todo sucio, roñoso que ni se le ve el rostro, debe tener la barba y el cabello lleno de bichos. Y están afuera con los soldados. Geralt dijo: -¿Qué van a hacer, los van a ejecutar? -No no no, al joven amanerado y al viejo, que parece un monje, los vamos a tener como diversión. -Pero eso lo decide el amo Gobling... -Ya lo decidió. Los vio y no paró de reírse. Así que ven. -¿Pero no me quedo cuidándolos? -No no, no pasa nada son dos idiotas, que se queden con el títere. -¿Pero y si llegan a atentar contra el títere? -Bueno, en ese caso nos harían un favor, la emperatriz Noah no lo soporta. Encima tiene la jactancia de haber dicho de haber estado con ella. Yo creo que ni una noche estuvieron juntos. Míralo a la cara, mira este Gualterio, es un imbécil.
Cerraba los puños. Lo miraba a Gualterio bajando la mirada, impotente. Y no me animaba a soltar lágrimas porque el jefe de la guardia hubiera preguntado "¿Porque te emocionas?". Así que trataba tener un gesto neutro. Netrel, como siempre callado. Geralt se fue con el jefe de la guardia y yo me quedé con Netrel. -Lo siento mucho hijo, no me imaginaba que esto iba a pasar. Todo empezó porque te expulsé del reino. -No, padre, no, no tiene nada que ver, al contrario, si no fuera por ese engendro de Gobling yo sería emperador de un impero que es el más grande de todo... de todo Umbro. Tú no tienes nada que ver en esto. Quisiera abrazarte, padre, pero siempre hay ojos que miran, siempre hay ojos que vigilan. Y el amo Gobling ante la duda no pregunta, directamente te mata. Bajé la mirada y pregunté: -O sea, somos invitados de mentira, en realidad somos cautivos. Mi hijo me respondió: -Tú lo has dicho, somos cautivos. La única que podría vencer a ese engendro es Cirina, pero día a día toma la pócima que le enturbia la mente, y ella cree que tiene todavía poderes de mento, pero no los tiene. Así que sí, el único amo es el engendro Gobling. Y no tenemos futuro. Salvo algún milagro de aquel que está más allá de las estrellas no tenemos futuro.
Sesión 31/07/2023
La entidad relata que él y un amigo de siempre ya llevaban mucho tiempo de alférez en la Federación Sargón y deseaban ascender. Hablaron con el capitán instructor y se compadeció y les prometió que se cuidaría de ellos. No tenían claro qué significaba tanta empatía.
Entidad: -Alférez Alservan... -Presente, mi capitán. -Alférez Valdemar... -Presente, mi capitán. -Se van a quedar los dos cuidando el cosmódromo. -A la orden, señor.
Me quedé solo con mi amigo Alservan. Estaba contrariado, molesto enojado. Le pregunté: -¿Alservan, cómo estás? -Viendo tu cara, igual que tú. Estoy incómodo, podríamos estar haciendo viajes aunque sea de aprendizaje. Cuidar un cosmódromo vacío... No hay nadie. Tenemos ultratelescopios que pueden captar naves a millones de kilómetros y vamos a estar toda la noche aquí. Lo miré. Le digo: -Bueno, por lo menos podemos sentarnos, tenemos en el cinto nuestras pistolas de protones... Conversemos. Alguna ración hay, tenemos también bebida.
-Nos conocemos desde pequeños -me dijo Alservan. -¡Je, je! Hasta que nos mudamos. Los dos somos de Levante, del mismo mundo. Y nos mudamos a otro territorio, nuestras familias se separaron, crecimos, estudiamos. -Y no es casualidad. No es casualidad, para nada, Alservan, porque de pequeños siempre decíamos de ser pilotos de naves. Tardaron en ascendernos de cadetes a alférez, y yo de parte mía me esmeré, obedecí. Alservan me dijo: -¿Qué te puedo decir de mí?, hacía todo lo que me pedían. Conocí a una mujer y me casé. -Eso no lo sabía -le comenté. -Duró un año, un año. ¿Y tú? -Yo también me casé. Ahora, ¿en tu caso, Alservan, te enamoraste? -No. A ver, te lo explico. Yo me fui -mi familia, mejor dicho-, a la parte oeste de Levante. Tú te fuiste a la parte este. Hicimos nuevos amigos. -Sí, está bien que digas, "hicimos", porque prácticamente de adolescente tuve muchísimos amigos. No, no se casaron, pero se fueron mudando o se anotaron antes que yo en la academia. Y ya como alférez fueron a otras misiones, no los vi más. Y me sentía como solo. Y entonces conocí a una chica; me atraía, pero no es que... ¡Oh, me sentía encandilado! Y bueno, nos casamos. Alservan dijo: -Lo que me cuentas, Valdemar, es un calco. Mis amigos se fueron, algunos se enrolaron en la academia, otros estudiaron para holoordenador y no vi más a ninguno. Viajé más al oeste todavía y conocí a una joven, sencilla, humilde, de familia bastante bastante humilde y me casé. Le dije: -¿Pero te atraía? -¡Je, je! Sí -dijo Alservan-, me atraía. Pero a ver, me atraía su físico, no su esencia. Distinto que a ti. -Espera, espera -le dije-, a mí me gustaba el físico de mi mujer, pero sentía como que había algo más profundo porque hablaba como filosofando, y yo digo "Voy a aprender mucho de ella". -Bueno, eso es bueno. -No no no, para nada, porque durante todo este tiempo... A ver, cuando escuchas palabras nuevas: "Este mundo", "Tendríamos que ir a Sargón", "Progresar", "Mejorar", y tú te entusiasmas. -¡Je, je! ¿Me lo cuentas a mí, Valdemar? La mía dice: "Nos casamos y nos vamos a Sargón". Digo: "No no no, acá hay una academia, quiero estudiar, y una vez que sea alférez o tenga la suerte de que me eleven a teniente iremos a Sargón". Y me di cuenta de que era apática. Le pregunté: -Apática, ¿cómo? -Teníamos buena relación a nivel íntimo, pero era apática. -Explícate. -Soñaba con Sargón, de que el día de mañana yo iba a ser comandante, pero cuando salía del cuartel y llegaba a casa no hablábamos, me servía la comida, a veces teníamos relaciones, a veces no, y éramos jóvenes, éramos jóvenes. Conocí compañeros que tenían relaciones a diario. No soy de contar esas cosas, pero nos conocemos de niños, por eso te lo cuento. ¿Y en tu caso, Valdemar? Le respondí: -En mi caso no era apática, todo lo contrario; hablaba del universo, de las posibilidades, de lo que podríamos hacer. Pero claro, a mis tenientes, a mis capitanes les digo «A la orden», todo que sí. Hago lo que me piden". Y empezó como una grieta: ¿Te acuerdas cuando éramos chicos en Levante, que había un ingeniero que no sabía ni trabajar y que había hecho una especie de dique? Me acuerdo que tú me dijiste, Alservan, "Yo veo como una especie de rajadura". Y me puse a mirar, "Sí, tienes razón". A los pocos meses el agua arrasó con todo, esa grieta se quebró y el dique se hizo pedazos. ¿A dónde quiero llegar? Empezó la grieta con reclamos. ¿En tu caso? Alservan me dijo: -En mi caso no, en mi caso era yo el que me sentía ahogado en casa, teníamos intimidad y parecía que... que estaba con una persona desmayada. No... no sentía caricias, no sentía nada. Y esa atracción que sentía, porque no había amor, es como que me desapareció. No, me terminé separando. Hay muchas chicas jóvenes ahora rondando por el cuartel, pero es como que tuviera miedo de... de equivocarme de nuevo. -Mira, yo no soy bueno para consolar a nadie -le dije-, tampoco soy bueno para dar indicaciones porque primero tendría que hacerlo conmigo. ¿También es apática? -No, ya te dije que no. Me ensordece hablando, y habla y habla de que habría que hacer esto, habría que hacer aquello, si fueras teniente..., pero claro, los que mandan ni se fijan en ti. Cuando de cadete subí a alférez, "¿Cómo hiciste, le habrás pagado al capitán?" En broma, pero ese tipo de bromas no me gustan, no me gustan. Tengo un compañero que empezó apenas un mes antes que yo y es teniente, nos hicimos amigos ya de adolescentes. Nosotros ya no nos veíamos, sin embargo cuando lo veo me tengo que cuadrar y le tengo que decir "A la orden, mi teniente". Y es una persona creída porque a veces estamos en el bar tomando una copa y lo llamo por su nombre: "¿Perdón?, está la categoría: Mi teniente". "Disculpe, mi teniente". Y nunca más lo llamé por su nombre y me di cuenta que... Digo creído por hablar con buenos modales. -Yo no me mido -dijo Alservan-, yo si tengo que decir que es una basura lo digo. -¿Para qué en la cara, para que haga un parte al capitán y te encierren treinta días en el calabozo? No, no, me trago el orgullo, me trago el ego, no me importa, pero lo que menos me molesta es eso. Me molesta cuando llego a casa: "¡Je, je!, mira tu amigo, tu amigo ya es teniente, esa es una persona que vale, es un hombre". Le iba a responder: "Te gustan las basuras", pero no me hubiera entendido, no me hubiera entendido. Y me siento mal.
Prácticamente tomamos agua, conversamos, ninguno tuvo sueño, y eso es bueno porque si nos encontraban dormidos..., calabozo.
A la mañana vino el capitán. Severo, mal, un carácter imposible. Alservan se atrevió a preguntarle: -Mi capitán, ¿podemos hablar en confianza? -Y se sentó con nosotros. -¿Qué sucede? -Valdemar y yo, Alservan, tenemos amigos que ya son tenientes. No lo tome, por favor, mi capitán, como falta de respeto, ¿pero hacemos algo mal para que no nos asciendan?, seguimos como alférez. -Tú eres divorciado, ¿no? -Sí, mi capitán. -Bueno. ¿Y tú? Yo le dije: -No, pero estoy con una mujer que me vive reclamando permanentemente, como que fuera un inútil. Con todo respeto, mi capitán, pero pregunto lo mismo que... Con Alservan nos conocemos desde pequeños aunque después nos alejamos porque las familias se mudaron, ¿Qué es lo que hacemos mal? -Nada. -No entiendo... -Obedecen en todo. -Bueno, me agrada escuchar eso, entonces somos buenos soldados. -Supongamos que yo tengo la potestad de ascenderlos a teniente, ¿ustedes se animarían a pilotear una nave no habiendo un capitán? -Bueno, eso no es posible porque la Federación exige que siempre haya un capitán. -Olvidaos, estamos hablando hipotéticamente. ¿Lo podrían hacer? -Sí, mi capitán -le respondí-, tenemos miles de horas con el simulador, trabajamos con holoordenadores, sí que lo podríamos hacer. -Bien. Entonces llegan a un mundo rebelde, vuestra nave supuestamente tendría un doble escudo de energía con ultragrafeno. La mayoría de los mundos es imposible que puedan perforar ese tipo de escudos porque aparte son nuevos. ¿Qué harían? -Bueno... -Alservan, ¿estás de acuerdo? -Mi capitán, yo lo que haría es con los técnicos que manejan los ultratelescopios visualizar de donde sale el fuego y mandarles una descarga protónica y se acabaría el problema. -¿Está de acuerdo, alférez Alservan? -No sé, trataría de comunicarme con la radio lumínica primero. -Supongamos que no le contestan. -Vería de... Sí, lo mismo que dijo mi amigo Valdemar, dispararía en el foco de donde salió el fuego. -A ambos alféreces: ¿Qué uniforme llevan cuando salen al espacio suponiendo que tengan que ir a otra superficie de otro mundo? -Bueno, los uniformes nuevos, mi capitán, son de doble capa energética con ultragrafeno. -O sea, ¿si yo le disparo con mi pistola de protones...? -No nos haría nada. -¿Entienden ahora porque todavía no fueron ascendidos? -No, mi capitán. -No, yo tampoco, mi capitán -dijo mi amigo. -A ver. Valdemar disparó y eliminó por ahí cientos de personas sin saber por qué le disparaban. Alservan se quiso comunicar por la radio lumínica, no le respondieron. Entonces optó por lo mismo, por dispararles. -Mi capitán, estamos para aprender. -No es sólo aprender, alférez, es tener buena iniciativa. -No entiendo. -¿No se les ocurre nada más? -No... -¿Quisieran saber qué hubiera hecho yo como capitán? -Sí, mi capitán -respondí. -Hubiera alertado a toda la tropa de la nave y hubiera hecho que tú y tu amigo se teletransporten a la superficie. -Pero señor... -¡Alto!, ¿por qué pero señor, por qué ese pero? -¿Pero íbamos a ir a la superficie donde está el enemigo? -¿Ibais a estar indefensos? -No, tenemos también una pistola de protones pero más avanzada, en la cintura derecha. -Y entonces, ¿dónde estaba el peligro? -Nos iban a atacar. -Alservan, le pregunto: ¿qué traje llevan ustedes si hipotéticamente van al espacio? -Bueno, ¡je, je!, ultragrafeno en el medio, y por dentro y por fuera dos capas energéticas. -¿La pistola de protones la traspasa? -No. -Valdemar, ¿escuchó a su compañero? -Sí. -Entonces, ¿dónde está el peligro de que vayan a la superficie? -Bueno, no van a atravesar nuestros trajes, pero pueden rodearnos y ponernos prisioneros. -¿Por qué? -¿Porqué, qué, mi capitán? -¿Por qué se dejarían atrapar si ustedes están armados?, ellos no tienen un escudo tan fuerte, no hace falta que maten a alguien, pueden herirlo y explicarles que vuestras armas son superiores. Y ahí sí, preguntarles por qué los atacaron. Puede haber mil respuestas: "Nos confundimos, pensamos que eran enemigos, pensamos que quizás eran de los Lacerta, porque ahora hay diez sistemas Lacerta que están atacando otros mundos". Pero ustedes hubieran aclarado la situación diciendo que son de la Federación Sargón. Por eso no ascienden a teniente, porque usaron la iniciativa equivocada. Ambos. Y en los simuladores lo primero que se enseña no es a manejar las naves con los holoordenadores, lo primero que se les enseña, si hay un riesgo de combate es ponerse los trajes, y con los trajes no les puede pasar nada, porque aunque supongamos que la nave no tenga doble protección, ustedes en los trajes tienen unos minipropulsores y en los cascos tienen pequeñas ultraradios y ultravídeos que pueden decir "Estamos en tal posición", porque el aparato que tienen en la muñeca derecha les marca la posición, y los vienen a rescatar. No les pasaría nada porque estarían con los ultratrajes. Iniciativa. Entiendan eso. Y con respecto a lo primero, Valdemar, si no le incomoda cuénteme de su vida personal. -Bueno, mi esposa me tiene por poca cosa porque dice que ya tendría que ser teniente. -¿Ella fue al espacio? -Una vez, en una nave crucero de turismo. -Y le exige a usted. ¿Ella sabe lo que es el orden cerrado, las prácticas? ¿Por la noche tienen intimidad? -Señor, pero eso es muy personal. -No me interesa. Lo que yo quiero saber, alférez, es si ella le ve los hematomas, las magulladuras, las pequeñas heridas que se producen en prácticas. -Sí, las ve. Y dice: "Bueno, te has inscrito en la academia militar, tienes que soportar todo eso". Es como que no le da importancia porque obviamente no lo pasa a ella. -Alférez, ¿una persona que se deja faltar al respeto por su propia pareja puede ser ascendido a teniente y ganarse el respeto de los alféreces? Alservan, ¿usted se está riendo? -No, señor. -¿Usted se divorció? -Sí, señor. -¿Qué pasó? -Era una persona totalmente apática, como si hubiera tenido una... No sé, un robot. -¿Estudió cibernética superior? -No, señor. -Entonces no sabe lo que son los robots. Además, no tenemos robots en la Federación, robot son las pequeñas máquinas. Tenemos algo superior, pero no están en nivel de saberlo. Ahora, en el tiempo que salieron antes de casarse, ¿no era apática? -Pensaba que era una persona callada. -O sea, no conversaban. -No. -Intimaban, pero no conversaban. -¡Je, je! -No se ría, alférez. -Disculpe, señor. -¿Entiende ahora? -No, no, señor. -Alservan, ¿es correcto intimar y no conversar? -Nnno. -¿Y en ese momento no lo vio? -No, mi capitán. -Y quiere ser ascendido a teniente. Me voy a encargar yo de ustedes dos. No pongan ese gesto, me caen bien, me caen muy bien, no les voy a exigir como a los demás porque de verdad me caen bien, tengo bastante empatía con ustedes. -Levanté la mano: -Perdón, señor. O sea, ¿que vamos a hacer ejercicios livianos? -No, me caen bien, ¡y por eso los voy a triturar! ¡Los voy a hacer pedazos! ¡Se van a arrepentir de haber nacido! ¡No sé si van a llegar a tenientes porque no sé si van a estar vivos cuando yo termine con la instrucción! Se dio media vuelta y se marchó.
Lo miré a mi amigo: -¿De quién fue la idea de hablarle? -Tuya. -No, tuya.
Al rato recibimos un mensaje por el holomóvil. -¿Terminó vuestro turno? Le respondí: -Sí, mi capitán. -¿Pensáis ir a dormir? -Claro, mi capitán. -Olvidaros, en un rato los paso a buscar.
Lo miré a mi amigo Alservan: -¿Y ahora qué hacemos? -¿Me preguntas a mí? No sé qué prueba nos va a hacer, pero te aseguro que esta noche, si llegamos a la noche, no vas a tener ganas de nada. Ni de respirar. Lo miré y me quedé pensando. No sé si de esta salgo vivo.
Sesión 01/08/2023
En un entrenamiento estuvo a punto de perder la vida a causa de un dispositivo averiado, el capitán Alexis apareció y canceló el entrenamiento. La entidad relata que su capitán instructor era reincidente en accidentes y podría ser apartado.
Entidad: Honestamente, no tuvimos tiempo de descansar. Vino el capitán: -¡Alférez Alservan, Valdemar!, ¡Conmigo! -Sí, mi capitán. -Saben que mucho tiempo atrás había pequeñas naves tripuladas que no tenían la capacidad de descender verticalmente en tierra. -Mi capitán -le dije-, estamos hablando de siglos atrás. -Sí, alférez, y sin embargo sobrevivían. Y ellos, nuestros ancestros, son los que hicieron Sargón hoy. Entonces, se me ocurrió que vais a hacer lo mismo. -No entendemos. -¡Je, je! Venid. -Vimos dos esferas de aproximadamente dos metros de diámetro, apenas cabía una persona-. Esto que veis aquí se llama entrenamiento. -No entiendo -dijo Alservan. -Es muy similar a las viejas naves esféricas que directamente caían al mar y había que rescatar a los tripulantes. Pero claro, a veces esas naves caían en lugares profundos y no siempre los buzos llegaban a tiempo. -¿En qué sentido, mi capitán? -No llegaban a tiempo para rescatarlos con vida. Pero eso se perfeccionó con entrenamiento. Y ahora vosotros, por separado, vais a entrar a cada una de esas esferas. ¿Veis arriba? Hay dos grúas. Mirad más allá -Había una enorme pileta de más de cien metros de largo por sesenta de ancho-, tiene cuarenta metros de profundidad. -Mi capitán -pregunté-, ¿está diciendo que vamos a entrar allí, las grúas van a levantar las esferas y nos van a lanzar a una pileta de cuarenta metros de profundidad? -Pero con la diferencia de que no va haber buzos que los rescaten. Por dentro hay como abrirla, obviamente no cometeréis la torpeza de salir porque la presión del agua los va a empujar hacia dentro. -¿Llevaremos cascos? -¿Cascos, cascos? Nada de cascos. -Pero mi capitán, cuarenta metros de profundidad... -¿Así que nunca estuvieron en el mar? -Hemos estado. En mi caso -le expliqué-, he descendido a casi veinte metros. -¿Y usted, alférez Alservan? -También he descendido más o menos a esa profundidad, pero acá estamos hablando del doble. Pero bueno, cumpliremos con la orden, mi capitán. -Esperad, hay una especie de manija para abrir la compuerta al exterior inmediatamente va a entrar un chorro de agua, va haber que abrirla con mucho cuidado. Pero la manija es muy pequeña y estaréis en la oscuridad, así que tendréis que tantear a ciegas. -¿Y si no lo logramos? -Me quedaré con dos alféreces menos. -Mi capitán, ¿está bromeando? -¡Alférez!, ¡Firmes! Yo no bromeo, jamás he bromeado. Por eso les dije que vosotros me pertenecéis y os exprimiré. Y no digáis "Esto es inhumano". ¡Vamos!, ¡Carrera!, ¡Mar!, a cada esfera.
Entré en mi esfera, cerré la compuerta. Hizo una especie de clac, como si se hubiera cerrado automáticamente. Estaba en plena oscuridad, no había ningún visor. Sentí que la esfera se levantaba, pasaron unos minutos y de repente caída libre. Sentí el golpe de la esfera en el agua y el descenso. Sin perder tiempo me puse a tantear, pero veía paredes lisas. No tenía que ponerme nervioso, tampoco había tanto oxígeno. Tanteé y no encontraba nada hasta que finalmente encontré una especie de manija muy muy pequeña. Jalé hacia abajo, pero no..., no jalaba. Tiré hacia arriba, tampoco. Hacia mi lado, empujé..., entonces esta no es la manija. Busqué algún botón, nada, nada. Pasó el tiempo y empecé a quedarme sin aire, estaba casi inconsciente. De repente sentí un tirón, la grúa elevaba la esfera hasta depositarme en la plataforma firme. De afuera se abrió la compuerta. Me sorprendí, estaba el capitán Alexis y al lado nuestro capitán. El capitán Alexis dijo: -¿Qué le pasó, alférez? -¿Tiene, mi capitán, una linterna? -Abrí del todo la compuerta-. ¿Cuál sería la manija? -La señaló Alexis-. Pruébela, mi capitán, estaba trabada. Al lado nuestro sentado en el piso mi compañero Alservan, me dijo: -Hace quince minutos que salí, me costó muchísimo, pero mi palanca anduvo bien. El capitán Alexis lo miró a mi capitán: -Tú eres Tegramón, ¿no? -Así es, mi nombre es Tegramón. ¿Por qué? -Tienes fama de ser una persona demasiado necia, ¡qué fácil es hablar con palabras! ¿Qué hubiera pasado si yo no llegaba? -Lo que hubiera pensado cualquiera, que el alférez Valdemar es un inútil. -¿Pero nunca pensó, Tegramón, que podía fallar la manija? -Mi capitán se encogió de hombros. -Un alférez menos, un alférez más... -Es una pena que esté penado pelear entre oficiales superiores, porque de verdad, maltratas a tus subordinados. Mi capitán, Tegramón, lo miró al capitán Alexis: -Te crees gran cosa, tú eras teniente cuando yo ya era capitán. Y claro, por estar acomodado con el gran comandante Oberson te han ascendido. Pero tengo mucha más antigüedad que tú. Lo mismo esa... esa tal Kirana. ¡Je, je! Vaya a saber los favores que le habrá hecho al gran comandante Oberson para que la asciendan a capitana tan rápido.
En ese momento escuché un fuerte golpe, el capitán Alexis le había dado con el puño en pleno mentón tirándolo de espaldas a nuestro capitán. Inmediatamente se levantó, se dirigió a nosotros: -Alférez Alservan, Valdemar, los he entrenado con el madero cilíndrico bó y verdaderamente no han resistido ni un minuto conmigo, que ya no se podían poner de pie. Bueno, ahora van a ver un combate de verdad, y a este acomodado capitán que cree que porque mediante un arreglo eliminó a los Langar se piensa que es gran cosa. ¿Saben que lo nominaron para comandante y saben que no quiso? Y claro, de repente se encontró con el grado de capitán y se habrá asustado, Nuestro capitán cogió dos bó y uno se lo lanzó al capitán Alexis, que lo cogió en el aire. Alexis le dijo: -¿De verdad, Tegramón, quieres medirte conmigo? -¡Ja, ja, ja! No existe ser humano en la flota que pueda vencerme. Y sé que eres un advenedizo, te has hecho amigo de Fidis a propósito para causarle buena impresión al primer ministro Will. Pero en realidad de capitán no tienes nada, eres solamente un bluf, una farsa. Todos cuentan tus hazañas, yo no las he visto. -Seguro que no -le respondió el capitán Alexis-, porque tú no has ido al espacio, lo único que has hecho es entrenar, mejor dicho castigar a los alféreces y a los tenientes con ese famoso orden cerrado, y gozas haciéndolos sufrir porque sabes que tienen poca experiencia. Nuestro capitán, Tegramón, habló: -¿Y tú sí la tienes? Bueno, mirad alférez, mirad, cuando terminemos esto, que va a ser un combate en serio, no un entrenamiento, cómo va a quedar el famoso Alexis.
Me senté al lado de Alservan y miramos el combate. Atacó como diez veces nuestro capitán y Alexis paraba los golpes uno y otro, uno y otro, pero no golpeaba. Siguió atacando nuestro capitán, pero no llegaba ningún golpe ni al rostro ni al cuerpo. De repente un golpe de Alexis golpeó en el muslo derecho de nuestro capitán haciéndolo arrodillar, otro golpe en el costado derecho y se sintió como una fractura en una costilla, pero no siguió atacando, no siguió atacando.
El rostro de nuestro capitán era una furia. Se irguió rengueando, intentó golpear a la cabeza. El capitán Alexis frenó el golpe y lo golpeó a un costado del cuello, en el hombro, en la otra pierna, en la parte de adelante del torso, y se escuchó otro 'crac', una fisura o una fractura en otra costilla.
Nuestro capitán cayó, le costaba respirar. El capitán Alexis de pie, esperando que se recupere.
Mi amigo, Alservan, dice: -¿Por qué no termina el combate, por qué no lo deja sin sentido y ya está? Pensé, y le dije a mi amigo: -Yo creo que lo que está haciendo el capitán Alexis es castigarlo por todos los castigos que han recibido los subordinados de esa bestia. Lo deja reponerse para seguirlo castigando.
Nuestro capitán apenas podía levantarse, pero ese ego, ese falso orgullo hacía que se volviera a levantar, y recibía más castigo y más castigo en los brazos, en su mano izquierda. Lo golpeó en la cabeza, pero muy suave y le decía: -Tegramón, me medí para no quebrarte el cráneo. ¿Te das por vencido? -Te mataré -le respondió.
Golpeó con el palo derecho, Alexis, hundiéndolo en el estómago del capitán Tegramón, que quedó sin aire y cayó de nuevo. -Si te hubiera golpeado cinco centímetros más arriba, te hundía el esternón. Pero mi idea no es matarte, mi idea es que estés varios meses internado y mucho más tiempo para reponerte.
Con gesto de furia, con un odio inmenso nuestro capitán volvió a erguirse. Y con un fuerte tremendo golpe con su bó, Alexis le quebró la pierna, prácticamente como que se le hubiera separado el muslo de la parte de debajo de la rodilla. Y ya no se pudo levantar. Su mismo orgullo hacía que no perdiera el conocimiento, pero por dentro tenía un dolor más que insoportable.
Soltó el bó, lo recogió Alexis. Cogió su radio, habló con el alto mando: -Vengan a recoger a una persona que apenas puede moverse. Mi apreciado gran comandante Oberson. Sí. Sí, es el capitán Tegramón, casi muere un alférez. Sí, mi comandante. Sí, me desafió. Estaba al tanto de todo, estaba al tanto pero esta vez pasó el límite. Sé que dejó muchos alféreces hospitalizados con la excusa de que los entrenaba, pero hoy casi muere el alférez Valdemar. -¿Utilizó las esferas? -Sí, señor. Sí, señor, fui yo. Si tengo que recibir un castigo... Sí, señor.
A los pocos minutos vino una ambulancia, recogieron a nuestro capitán y se lo llevaron.
Levanté la mano. -Alférez... -Permiso para hablar, mi capitán. -Dime. -Lo he visto en acción a nuestro cruel capitán, pero la tunda, la paliza que recibió hoy no la había visto jamás. ¿Lo penarán, señor?, ¿le harán un sumario? -No, alférez -me respondió el capitán Alexis-, no, no. Si hubiera tardado diez minutos más en venir estarías muerto. He salvado tu vida y me siento contento por ello. Y no me arrepiento de lo que voy a decir porque soy muy genuino, muy auténtico: Gocé como nunca la paliza que le di.
Mi amigo Alservan exclamó: -Pero lo ha dejado muy maltrecho, tiene por lo menos dos costillas quebradas y no sé si una o las dos piernas, y seguramente el hombro también izquierdo. Yo creo que va a tardar bastante en recuperarse. -Alférez, yo pienso que le van a dar de baja porque hoy verdaderamente se ha pasado del límite. Tú has tenido la suerte de que la manija de tu escotilla andaba, pero tu amigo hubiera muerto. A partir de ahora estaréis bajo mi mando, los entrenaré. Pero mi manera de entrenar es otra, les enseñaré a defenderse como es debido. Pero además vendréis con nosotros. -¿A dónde, mi capitán? -pregunté. -Bueno, aparentemente hay un problema muy muy grave y podremos entrar en guerra. -¿Habla en serio, mi capitán? -pregunté. -Alférez, siempre hablo en serio. -Mi pregunta es, ¿por qué lo golpeó al comienzo en el mentón? -Porque insultó a la capitana Kirana diciendo que la ascendieron porque hacia favores. Y yo la considero una gran compañera y no voy a permitir que la insulten de esa manera. Hoy, aún es temprano, desayunad bien, descansad, porque mañana a las cero seiscientos salimos en el crucero principal. -¿Llevaremos nuestros trajes, mi capitán? -No, tenemos trajes preparados. Así que no os quejéis, debutaréis en el espacio en una posible guerra. Sé que pensaréis, ¡qué manera de debutar!, pero estaréis cuidados. Estoy convencido de hacer lo imposible porque ninguno de mi gente corra riesgos innecesarios. ¡De pie!, ¡Saludo! Descansen. Coman algo y vayan a descansar, tengo entendido que estuvieron de guardia toda la noche. Hoy no haréis más nada, comed y descansad, los quiero aquí a las cero seiscientos. Si estáis quince minutos o media hora antes, mejor.
Lo saludamos al capitán Alexis y nos quedamos hablando entre nosotros. Le dije a mi amigo: -Nunca, nunca he visto una paliza tan grande como el que le dieron a ese cruel capitán Tegramón. -Pienso igual -me dijo Alservan-. Vamos a comer algo.
Sesión 27/09/2023
La entidad relata que se encontró en un crucero de guerra de la Federación Sargón, donde un capitán al mando pretendía acabar con diez mundos de los lacerta. Pero no había seguridad de que la nave estuviera armada. Quizás el capitán estuviera enajenado.
Entidad: Hay un refrán que fue transmitido de padre a hijo, su origen es incierto, algún sabio que entre nuestros ancestros lo habrá inventado, dice: "No te preocupes si estás mal, todavía puedes estar peor". No es un chiste.
Venía de un tiempo pequeño, pero para mí era mucho, un tiempo pequeño de tranquilidad, de armonía. Recuerdo que estábamos en el restaurant de la academia principal con mi amigo, el alférez Alserván, bromista Alserván. -¡Je, je, je! Mira, Valdemar, si no hubiera aparecido Alexis, ¿dónde estarías nadando ahora?, en el mundo de los muertos. -Me encantan tus chistes -le respondía. En ese momento se acercó un capitán: -A ver ustedes -Nos miró nuestras iniciales-, ¿tú eres Valdemar? -Sí, mi capitán. -Obviamente nos pusimos de pie. -¿Alserván? -Sí, mi capitán -respondió mi amigo. -Soy el capitán Kirón. -Permiso para hablar, mi capitán -pedí. -Rápido, no hay mucho tiempo. -¿Cómo nos conoce? -No los conozco, pregunté por ustedes a otros alféreces. Tengo entendido que son conocidos del capitán Alexis. -Sí, mi capitán. -Bien, formarán parte de mi tripulación. -Mi capitán, no... no entiendo… -Me miró fijo, yo rogaba que no fuera como el anterior. Me hizo señas que me acerque, a treinta centímetros de su rostro. (Yo digo, espero que no me golpee). Pero no, me preguntó: ¿Quieres la gloria? -No entiendo, mi capitán. -O sea, que eres flojo de sesera. Respóndeme tú, Alserván, ¿quieres la gloria? -Claro, mi capitán. -Bien. Vamos de vuelta contigo, Valdemar, ¿quieres la gloria? -Por supuesto, mi capitán, pertenezco al imperio Sargón, claro que quiero la gloria. -Venid -Nos tomó del hombro-, conmigo tendréis la gloria, seréis reconocidos en toda la Federación. ¡Energice! -En ese momento, en instantes nos vimos teletransportados a un crucero de guerra. -Mi capitán… -Tranquilos, tranquilos, tranquilos, este es un crucero de la Federación Sargón, y lo que vamos a hacer ahora es dar batalla a los lacerta. -Permiso para hablar. -¡Ah! Deja de permiso para hablar, habla directamente. -Señor, ¿quién ha dado la orden? -Yo. En este momento en esta hermosa nave tenemos soldados, tenemos técnicos en armamento, técnicos en holovisores, en transmisión superlumínica. En total son cuarenta alféreces. -¿Alféreces? -Valdemar, ¿eres flojo de sesera o la teletransportación te afectó más? Sí, cuarenta alféreces. ¿Cuál es el problema? -Normalmente hay..., aparte de usted, mi capitán, varios tenientes. -No. Primero y principal, los alféreces, dado mi cargo, me obedecen más. ¿O no? -Por supuesto, mi capitán. -Bien, tomad asiento. -Primero usted, mi capitán. -Muy bien, saben las reglas. Tomad asiento. -Nos sentamos los tres. Varios alféreces se acercaron-. Todos ya saben qué es lo que está pasando, el primer ministro Will ha perdido la razón y lamentablemente no sabe la jugada de los lacerta. Se corre la voz que la capitana Kirana y el capitán Alexis han hecho desaparecer con una bomba de supervacío un crucero completo de los lacerta, pero les voy a decir la verdad, una verdad que sólo sé yo. Entiendo que el capitán Alexis, a quien no conozco en persona, con una tripulación tan buena como esta, alféreces, ha creado una capa de doble invisibilidad para cada crucero. Las capas normales detectaban vida con visión infrarroja. Bien. La doble capa no permite traspasar la invisibilidad. -Perdón, capitán Kirón -pregunté-, ¿tenemos esa capa nosotros? -Ojalá, ¡quien pudiera! No, no la tenemos. Tenemos capa de invisibilidad común. Pero ese granuja, ese pillo lacerta, una vez que firmó ese tratado de paz desapareció, pero sé por qué. -¿Por qué, mi capitán? -pregunté. -Porque debe haber llevado junto con el tratado alguna holotablet con tecnología nueva de Sargón sin que nadie se diera cuenta. Una vez que fue teletransportado a su nave le ordenó a su gente poner la capa doble de invisibilidad, y obviamente esa nave desapareció ante cualquier visor, ante cualquier visor infrarrojo, ante cualquier radar suprasónico. Nada. ¿Pero cuál va a ser nuestra gloria? Cuando la Federación se dé cuenta de lo que habremos hecho nosotros seremos todos premiados. Obviamente yo voy a ascender a primer comandante y vosotros todos seréis tenientes. Pero no tenientes comunes, tenientes condecorados. Mi amigo, Alserván, le preguntó: -Capitán, ¿exactamente qué es lo que vamos a hacer? -¡Ah! Esa es la cosa, esa es la cosa. Se corrió la voz de que ese lacerta se jactaba de haber atacado varias colonias humanas y por eso la capitana Kirana antes lo acusaba como criminal de guerra. Y en combinación con el capitán Alexis le lanzaron la bomba de vacío. ¿Quieren saber la verdad? -Sí, mi capitán. -No hay bomba de vacío, si no la Federación sería tan poderosa... ¿Acaso esta nave, que es una de las mejores de la flota, tiene bomba de vacío? Les pregunto a vosotros, a los alféreces de armamento. -No, mi capitán, tenemos bomba de protones, tenemos bomba de neutrones y tenemos cañones de luz sólida roja. -¿Entienden ahora? -Me encogí de hombros y le dije: -No, no se moleste conmigo, capitán Kirón, pero no estoy entendiendo. -Hay algo superior a luz roja sólida. La blanca no se puede usar porque es inestable, ha volado pequeños planetas, continentes, asteroides, ha muerto gente. El propio Sargón, ha experimentado y lo ha aprendido a costa de muchas muertes. La luz estable es la luz sólida roja, pero no perfora escudos energéticos bien blindados, la que sí los perfora es la luz sólida azul. Tiene una fuerza cien veces superior, no llega a traspasar un triple escudo doble energético con ultragrafeno, pero daña cualquier nave. ¿La tenemos?, a los de armamentos. -No, señor. -Nos miró de nuevo. -¿Se dan cuenta? Es un invento que no existe, porque si no lo tendríamos. Es un bluf. -Perdón, señor, ¿qué es un bluf? -Un truco, algo inventado para hacer creer a nuestros enemigos que tenemos armas superiores, ni siquiera los antiguos la tienen. Entonces, no se trata de fingir superioridad, se trata de ser superiores. Y voy al tema: ¿Cómo lo logramos? Los lacerta se han jactado más de una vez a lo largo de la historia que han atacado mundos humanos diciendo que los humanos son inferiores. Aquí, entre nosotros, tenemos alféreces humanos, reptiloides, félidos y cánidos, y para mí todos son valiosos por lo que vamos a hacer. -Señor, puntualmente, ¿qué vamos a hacer? -¡Ja, ja, ja! -Una sonrisa demasiado sarcástica del capitán Kirón-. Vamos a atacar los planetas que veamos más indefensos de los lacerta hasta acabar con esos mundos. Como mínimo con nuestra nave, con nuestra velocidad ultralumínica, con nuestras defensas. -¿Tenemos defensa triple energética con grafeno? -No. -Pero eso está comprobado de que sí hay. -Lo miré a un alférez de armamento-: ¿No tenemos triple defensa con ultragrafeno? Se encogió de hombros: -No. Me tomó de los hombros y me sacudió. -El capitán Kirón. -¿Qué le pasa alférez Valdemar, le pregunta a un simple alférez cuando yo le dije que no tenemos? No vamos a entrar en guerra con otro crucero, no tengáis miedo, ¿me tomáis por tonto? -Por supuesto que no, mi señor. -Bueno, porque pareciera que sí. Como mínimo va a haber diez mundos indefensos y colonias indefensas lacerta destruidas por completo hasta que se den cuenta que hay una nave de la Federación que los atacó y los pulverizó. Pero quedaros tranquilos, cuando se den cuenta estaremos a velocidad ultralumínica rumbo a Sargón. Bueno es hora de partir. Comando, partamos a velocidad ultralumínica. Aquí hay un mapa en 3D. -El mapa era bellísimo, un holomapa en tres dimensiones bien detallado que ocupaba un círculo que medía aproximadamente un metro cúbico. Pero en este caso no era cúbico, era un metro cúbico en forma de esfera, imitando sectores y cuadrantes de la galaxia-. Aquí aquí aquí aquí aquí, esos son mundos vulnerables y los atacaremos. Ahora descansen, vayan a la plataforma de refrigerio, coman, tomen algo y luego poneros los trajes de batalla. -¿Trajes energéticos? -No, alférez, trajes comunes del espacio, no tenemos trajes energéticos. Hay muchas cosas que son inventos de la Federación. Pero nadie, nadie nos separará de la gloria. Marchaos ahora.
-Me fui con Alserván. -Aprovechemos para comer algo, Valdemar. -Tengo el estómago cerrado, tengo un nudo. ¿De verdad piensas que este capitán es valiente? -No me vengas con esas preguntas, Valdemar. -Ahora estás de bromas otra vez, siempre vives con bromas. Yo no quiero hablar delante de los otros alféreces porque parece que todos lo adoran. Entre nosotros, me parece que este capitán está loco. Me enteré -y no por lo que dijo Kirón sino por otros medios- que el primer ministro Will ha perdido la razón. Pero yo lo conozco a Alexis, no es de mentir, tampoco la capitana Kirana. Existe la bomba de ultravacío y eliminaron a los lacerta porque verdaderamente era criminal de guerra. -Pero Valdemar, ¿y la tripulación qué culpa tenía? -Seguramente ninguna, pero ese criminal de guerra iba a atacar infinidad de mundos. -Pero el tratado de paz... -Valdemar... -Escúchame, Alserván: yo, Valdemar, tengo razón, tengo sentido común. -Mira, yo creo que el que está fuera de juicio eres tú, Valdemar. Aparte, ¿por qué gritas, Valdemar, al aire? -Para frenarme -le respondí. -Porque eso me pareció un delirio -me dijo Alserván-, pensé que le hablabas a un amigo invisible. ¡Ja, ja, ja! -Alserván, no estoy para bromas. Pueden pasar dos cosas: que sí que ataquemos a esos mundos; ¿te piensas que ninguno de esos mundos están vigilados por cruceros invisibles lacerta? No tenemos triple capa, nos van a hacer pedazos. -Siempre tan optimista. -Alserván, no soy optimista, soy realista. Y en el caso de que podamos huir nos van a hacer un tremendo juicio en el propio Sargón. Y nosotros, mejor dicho, no nosotros, el capitán Kirón va a iniciar una guerra, porque el rumor era que Will, el primer ministro, quería hablar con los lacerta diciendo lo que hicieron los capitanes Alexis y Kirana. Existió la bomba de vacío. Este capitán delira, nos va a meter en problemas. -¡Ay! Valdemar, Valdemar, Valdemar, supongamos que tengas razón, ¿quieres causar una rebelión? -Me gustaría. -¿Con quién? -Ven... -¡Alférez!, venga. -¿Qué sucedió, algo nuevo? -No, nada más quería saber, porque somos nuevos, ¿qué les parece a ti, a tus amigos, el capitán Kirón? -¿De verdad me preguntáis? -Sí, somos nuevos. -Es un héroe, es uno de los mejores capitanes de la flota y nos va a llenar de gloria a todos. -¿Ves, Valdemar? -¿Por qué? -Porque Valdemar, mi amigo aquí, es un superadmirador de este capitán. -El alférez sonrió y me palmeó el hombro. -Igual que nosotros. Y nos van a admirar a todos cuando terminemos esta misión. -Dio media vuelta y se marchó.
-¿Y -dijo Alserván-, con quién quieres hacer una rebelión, un motín? Lo primero que van a hacer es juntarse entre los alféreces, te molerán a golpes, le dirán a Kirón y te encerrarán en un calabozo, aunque que cómo es Kirón quizá te lance sin traje al vacío. Adiós, Valdemar, no te mató el capitán anterior gracias al capitán Alexis, te va a matar este. -Bien. Entre nosotros, que hemos pasado bastantes cosas, ¿estás convencido de la gloria o estás convencido que nos van a hacer pedazos? -No, yo pienso como tú, nos van a hacer pedazos. -¡Ah! Bueno, pensaba que estabas en contra. ¿Entonces por qué me decías delirante? -Delirante porque querías amotinarte. Yo pienso como tú, pienso que Kirón es una persona que le está fallando su mente. Pero qué vamos a hacer. -Nada, salvo que vayamos en secreto a inspeccionar las instalaciones y si vemos una nave biplaza nos escapemos. -¿Pero cómo? Está el comandante de los doble portones espaciales, ¿quién nos va a abrir? -¿Qué otra queda, que nos teletransporten? Primero, ya estamos lejos de cualquier mundo. Segundo, los alféreces que teletransportan están todos subyugados por este Kirón. Ahora bien, ¿qué alternativa tenemos? -Ven, hazte el descompuesto. -No no, no me vengas con tus locuras, Valdemar. -¡Oh! ¡Valdemar, Valdemar, Valdemar, contente! -¿Ves que estás mal? -¿Con quién hablas? -Conmigo mismo. -¿Qué clase de amigo tengo? -Hazme caso. -No, nos vas a meter en problemas. -¡Alféreces!, vengan... -¡Qué haces, loco! -Vinieron como diez, doce alféreces. -Acá mi amigo Alserván tiene tremendo dolor en el pecho, ¿dónde es la enfermería? -Y ahí no tuve más obligación que hacerlo actuar. Menos mal. -Por aquí. -Un sólo alférez nos acompañó a enfermería: -Vamos a llamar a dos alféreces médicos, esperad aquí. Quedamos solos. -¿Qué has hecho? -Quédate tranquilo, Alserván, a ver qué tenemos aquí... Esto es lo mejor de todo, es una holoinyección. -Valdemar, no existen holoinyecciones. -Sí, es un material prácticamente imposible de palpar y no tiene líquido, tiene una especie de material inestable que contiene una especie de alucinógeno. Lo conozco porque me informé mucho, estudié bastante en la academia. -¿Y desde cuando sabes de medicina? -No, sé lo básico, me interesa lo básico. -Lo cogí y lo guardé en uno de los bolsillos. -¿Cómo puedes coger un material inestable? -No eres observador, fíjate en la yema de mis dedos. -No veo nada. -Mejor que no veas nada, he sacado de uno de los cajones una capa detectora del material casi invisible.
Llegó el doctor, sacó un aparato, me revisó desde la frente hasta los pies: -Sí, tiene un poco de taquicardia. ¿Cómo te llamas? -Alserván, doctor. -Estás excitado por lo que va a venir. Quédate tranquilo, tómate esta cápsula. Abre la boca, es un pequeño tranquilizante, pero no te hará nada ni te dormirá ni te hará perder tu alerta, simplemente te va a bajar los decibeles. -No entiendo, doctor. -No tendrás taquicardia, eso quiero decir. Pero será posible que tenga que explicar todo a otros alféreces. -Ya está. ¿Tú cómo te llamas? -Valdemar. -Gracias por avisarles a tus compañeros. -De nada, doctor. Vamos. -Nos marchamos. -Por favor, ¿qué piensas hacer, qué piensas hacer? -No, no te voy a decir. -Me ocultas cosas, el calmante no me va a servir, otra vez me va a venir taquicardia. -No te voy a decir.
Fuimos a la plataforma donde estaba el capitán Kirón. -¿Qué pasa, habéis tomado el refrigerio? -No, estamos ansiosos, contentos al punto tal que mi amigo Alserván tuvo que ir a enfermería para que le den un tranquilizante. Tiene una ansiedad, no ve la hora de entrar en batalla. -No me equivoqué, no me equivoqué al elegirlos, no me equivoqué para nada. -Permítame palmearlo, soy admirador, a pesar de conocerlo hace poco. -¡Ja, ja, ja! Todo el que me conoce me admira. -Le toqué el hombro y disimuladamente le inyecté el alucinógeno en la piel del cuello-. Ahora vayan, vayan, tomen ese refrigerio, se lo merecen. -Y nos fuimos. No caminamos ni cincuenta pasos cuando el capitán Kirón dijo: -Basta, alto. -¿Te das cuenta? Te ha descubierto. -Nos dimos vuelta. -Miren, los alféreces, el visor. Ahí, ese mundo es el que tenemos que atacar. -Pero señor, no hay ningún mundo ahí. -Ustedes, los del ultratelescopio, miren, recorran trescientos sesenta grados, todo el cuadrante. -Señor, no hay nada. -¿Cómo no? Es un mundo débil, no tiene armas, hay millones de habitantes, veo tierras, océanos, ahí debemos atacar con nuestros cañones protónicos. -Señor, no hay nada. -Empezó a golpear las paredes de la nave. -Nadie me hace caso. -Se revolcó en el piso, le salía espuma por la boca. -¡Urgente!, llamen a los doctores alféreces para que atiendan al capitán. -¿Y mientras tanto qué haremos? -No estando el capitán tenemos que dar la vuelta -dije-. No hay un teniente que esté al mando, somos todos alféreces, pero sin el capitán no podemos hacer nada.
Lo revisaron los doctores: -Tiene muy alterado su sistema sanguíneo, algo habrá consumido.
-Sé que no me conocen -exclamé-, pero soy amigo del capitán Alexis, creo que a él lo conocéis todos. -Sí, por supuesto. -Bueno, Alexis me dijo con confidencia, porque somos muy buenos amigos, que el capitán Kirón a veces iba en la base a tomar unos alucinógenos para sentirse mejor. Alexis le dijo: "No hagas eso porque si te coge algo fuera de control mental en un conflicto bélico los llevarás a todos al fracaso". -¿Tú quieres decir que el capitán Alexis decía que nuestro capitán, debido a lo que consume en tierra, a veces alucina? -Y miradlo, está viendo mundos por doquier. -¿Y quién se anima a dar la orden? -Dejadme a mí, soy el mejor amigo del capitán Alexis, ultracondecorado. Los que estén al mando de la dirección de la nave, ¡un giro de ciento ochenta grados, volvemos a Sargón! -Me hicieron caso.
Me cogió del hombro mi amigo Alserván. -¿Sabes lo que eres? -No. -Eres un... -y me dijo al oído una mala palabra. -Me insultas. -No, de donde yo soy es un insulto cariñoso, pero eres un... -y me lo dijo de vuelta. -¿Lo tomo como una ofensa o como un halago? -No, como un halago. Pero si no llegaba a hacer efecto o si llegaba a durar poco te hubieran colgado de unas vigas o te hubieran lanzado al espacio. -Quédate tranquilo, Alserván -le dije-, quédate tranquilo, esto le va a durar como mínimo dos días de Sargón, de la cantidad que le inyecté. Y hemos evitado un conflicto y ser destruidos. Aquí no había ninguna gloria.
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