Índice |
Psicoauditación - Josep |
Sección Psicointegración y Psicoauditación - Índice de la sección - Explicación y guía de lectura de la sección |
Si bien la Psicoauditación es la técnica más idónea para erradicar los engramas conceptuales del Thetán o Yo Superior de la persona, la mayoría de las veces se psicoaudita a thetanes que habitan en planos del Error y sus palabras pueden no ser amigables y/o oportunas para ser tomadas como Mensajes de orientación, algo que sí se da cuando se canaliza a Espíritus de Luz o Espíritus Maestros.
|
Sesiones en Sol III, en el otro brazo de la galaxia Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep Canalización donde se eleva al thetán la demanda de conocer cómo se desarrolla en este momento Gaela, donde muchos de Sol III hemos encarnado con anterioridad. El thetán contacta con una entidad encarnada en este mundo, Gaela, y sostienen una interesante conversación.
Entidad: ¡Pues vaya!, que es muy responsable para mí esta sesión. Teniendo recuerdos conceptuales de que la civilización de Gaela era muy similar a la de Sol III hace cien mil años atrás y que hipotéticamente si hoy la pudiéramos ver con un telescopio, debido a que exactamente está a cien mil años luz, veríamos imágenes de aquella época. Para la vida de un mundo cien mil años no es nada, hay mundos que tienen miles de millones de años. Pero ¿y qué hay con las civilizaciones? Mi concepto mental está asistido por dos Maestros, el Maestro Ketter, el Anciano de los días o Anciano de las rotaciones y obviamente por Johnakan.
¿Cómo está Gaela hoy? Me contacto conceptualmente con un thetán de un habitante de Gaela, pero para que la decodificación sea potable, como decís vosotros, lo haré en tiempo de diálogo y no en micronésimas de segundo, como sucede realmente. La entidad con la que me contacto se llama Teo, dejémoslo así con un nombre corto.
Le pregunto: -¿Cómo estáis? ¿Cómo es vuestra civilización? -Me abro conceptualmente y él puede ver Sol III. -Pues muy similar a la vuestra y tan distinta en otros aspectos. -¿En qué aspectos? -inquiero. Y me responde: -Pues desconocemos lo que es la guerra, los apetitos de poder. Nos especializamos en historia. -Pues nosotros también: Historia de Grecia, historia de Roma, los imperios. -Claro, sucede que vuestra historia -dice Teo-, se especializa en la guerra. Nuestra historia se especializa en la pintura, en las obras maestras. Vuestra historia aparte de la guerra se basa en creencias. -¿Pero acaso tú no sabes que existe el Absoluto? -Sí como thetán, pero todos los que encarnamos allí, donde lo que llamáis Gaela, somos más bien no digo escépticos ni estructurados, más pragmáticos y para nada exentos de bondad. No tenemos superpoblación, ni hambre, ni arrasamos selvas ni montes, respetamos todo tipo de vida animal y vegetal, entendemos que el planeta está vivo. Estaríamos en lo que para vosotros sería fines del siglo XX y comienzos del XXI. -¡Pues vaya! -le comenté conceptualmente-, hace cien mil años atrás ya estabais mucho más adelantados en siglos. Cien mil años.
Acordaos que lo estoy interpretando literalmente como si fuera una conversación entre dos seres encarnados, porque esto sucede en microsegundos.
-Cien mil años. Déjame ver, déjame pensar. Sí, hemos hallado muestras. -¿Tenéis idea -le pregunté-, qué pasó con esa civilización? -Interpreto que sí. Nosotros somos estudiosos de la historia, de la antropología, de la paleontología. También profundizamos en el ADN, prácticamente hemos vencido todas las enfermedades. No tenemos desnutrición, tenemos datos, información grabada en ordenadores especiales, pero también conservamos en una especie de lo que llamaríais plástico pero muy bien tratado, con mucha más resistencia que vuestra celulosa, libros que podéis coger con la mano y leerlos como vuestros libros de papel. Lo mismo con los tesoros de pintura. La pintura de nuestros cuadros es elástica, especial, no sabría cómo explicarlo traducido a palabras mi concepto. -¿Y tenéis animales diversos, Teo? -Sí, tenemos animales como mascotas, bien alimentados, nutridos, no gordos. Tenemos entretenimientos, disfrutamos. -¿Habéis tenido contacto con alguna civilización extragaleana? -No, pero creemos que hay vida en otros mundos. Estando encarnados creemos. Tenemos grandes telescopios pero no hemos recibido como vosotros visitas de objetos voladores no identificados ni tenemos conspiraciones ni nada de eso. Somos compañeros. -¿Vuestro organismo es igual al del Homo Sapiens?
El thetán, Teo, entró en mi mente y cual si su concepto fuera un escáner vio todo mi cuerpo.
-Sois distintos. Nosotros somos más bajos, tenemos un promedio de un metro cincuenta vuestro, ojos el doble de grandes, oídos más agudos, olfato más agudo. Al igual que vosotros hemos perdido la cola, ni siquiera rabo. Apenas tenemos un coxis, nuestro organismo es distinto. Descendemos de lo que en vuestra tierra, Sol III, serían los lémures, los lémures de vuestro mundo, de vuestra región Oceanía.
Me quedé pasmado de lo que me contaba Teo.
-O sea, que el hombre ha desaparecido de Gaela. -Hace cien mil años que no hay otra raza que la nuestra. Éramos casi salvajes, escribíamos en las cavernas pero hace cuarenta mil años nuestro concepto como raza fue creciendo y hace veinte, veinticinco mil años ya usábamos herramientas para cultivar la tierra. Y reconozco que en aquella época sí, cazábamos. Usamos abrigos de piel sintética, usamos calzado, viajamos en embarcaciones, en aparatos voladores, tenemos aparatos similares a vuestros televisores, ordenadores un poco más sofisticados. No hay religión, no hay barreras políticas, no hay fundamentalismo. En nuestra civilización de lo que llamaríais lemuriana no hubo ningún enviado del Absoluto. -¿Y sois felices? -Somos felices, amamos a nuestra familia, a nuestro prójimo, amamos la vida. -Estando encarnados, ¿creéis que hay algo más allá? ¿Que volvéis a encarnar? -Hay mucho pragmatismo. No creemos en dioses y no le damos importancia a lo que hay más allá de la muerte. Y sin embargo no carecemos de bondad, ayudamos al desvalido, socorremos al caído... Estamos bien. -¿Tenéis armas? -Tenemos planos. A pesar de todo siempre hay alguna hipótesis de que alguna vez nos visiten otras razas en función bélica, pero estamos en un pequeño brazo de la galaxia, ignoto, circulando una enana amarilla. Como diríais vosotros, no molestamos a nadie.
Teo me escaneó mi mente y me dijo: -Fíjate el apego que tienes, el enorme apego que tienes, que no estás pensando en tu raza de Sol 3, estás apegado a lo que sucedió a la raza homo sapiens de Gaela, y eso pasó hace cien mil años. -Interpreto que habrán desaparecido por su segundo código genético. ¿Vosotros sabéis de eso? -Insisto, creo que en genética estamos más avanzados que vosotros hoy. Trabajamos, producimos nuestro alimento y no nos reproducimos indiscriminadamente, dos hijos por familia. Nadie te controla, el sentido común te controla. Si hubiéramos de hablar de gobiernos diríamos que nos dividimos en regiones, lo que vosotros llamaríais países, y cada región tiene su gobierno totalmente democrático en perfectas relaciones con las otras regiones. No competimos, si hay una región más grande que la otra bienvenido sea, si hace falta algo una región le presta a la otra. No nos peleamos por ríos, por agua, no contaminamos con petróleo, como hacéis vosotros en Sol III.
Teo me escaneó de nuevo mi mente y riendo conceptualmente dijo: -Te extraña que seamos lémures. Ponte de mi parte, observo conceptualmente tu cuerpo y me extraña que no seas lémur. -Nos estrechamos en un abrazo conceptual.
Y cuando espiritualmente regreso a Sol III pienso en las pasiones, los apetitos, los apegos, las necesidades, las mezquindades, los sufrimientos, las competencias, los territorios, las conquistas, las guerras, las miserias humanas. Hay un ADN que le pone punto final. Y somos tan poco listos, tan poco listos que no nos damos cuenta que a ello no vamos a escapar. Sí, es cierto, el alma es inmortal, pero los apegos no son suprafísicos, nunca fueron suprafísicos, y hay mucha gente que se quisiera llevar -no hablo de los miserables que buscan llevarse un cofre de monedas- un libro, un cuadro, una melodía. Pues no, nada, nada. Lo importante es que tu memoria sigue estando, y esa no te abandona jamás. Y tu memoria te dice que no le tienes que rendir cuentas a nadie salvo a ti mismo, por acción, por inacción o por omisión.
Gracias a los Maestros por haberme asistido. Abrazo conceptual a Teo. Y nos estamos conceptuando.
Médium: Jorge Raúl Olguín Entidad que se presentó a dialogar: Thetán de Josep La entidad narra cómo a pesar de los adelantos que había en Gaela muchos partieron hacia otro lugar debido a cataclismos geológicos. Desde el otro extremo de la galaxia llegaron a Sol III.
Entidad: Recuerdo que le dije a ella: -Selma, envidio tu capacidad de creatividad, de poder lograr cosas. No digo sin esfuerzo, pero a mí me cuestan más los logros.
Y ella me respondió: -No es así, Alario, tú eres más práctico en todo lo que tiene que ver lo conectivo. -Explícate, mujer... -Claro, este superordenador que podríamos llamarle ordenador mental lo perfecciono desde la parte interna, pero si no fuera por ti, Alario, que logras su caparazón, su parte externa, sería inútil todo lo que yo ideara. Nos complementamos.
La miré con ternura y le dije: -Me llevas dos años, poco más de dos años, pero desde que mamá no estuvo me has cuidado como si fueras una madre, no una hermana.
Selma se rió y dijo: -Bueno, también te he retado cuando eras pequeño y era por cosas que no tenían tanta importancia.
Salíamos del laboratorio, paseábamos en el carril rápido, íbamos a tomar algún zumo, mirábamos su hermoso paisaje. Nuestros abuelos nos habían contado que Oceánica era una isla gigantesca en el radio de una enorme falla y que hace más de dos siglos habían muerto cerca de cincuenta mil personas. Había un millón de habitantes en la isla.
De la misma manera que nosotros nos especializábamos en un ordenador mental tratando de contactar entidades suprafísicas otros se ocupaban de la parte espacial. Habíamos logrado llegar no sólo a recorrer nuestro sistema estelar sino tres sistemas estelares vecinos y seguíamos perfeccionando los ordenadores de las naves para encontrar las mejores brechas para los grandes viajes.
Nuestro maestro, Oreo, tenía quince años más que nosotros pero se conservaba atlético, de mirada totalmente lúcida. Siempre nos decía: "Todo lo que hay en este laboratorio, hasta el más mínimo chip, llévenlo a la nave madre". La nave se llamaba "Esperanza".
Al comienzo éramos reacios, incluso debatíamos caprichosamente con Oreo y le decíamos: -Tú no sabes lo que es la parte digital-mental, tampoco sabes de la parte espacial, ¿cómo puedes tener la certeza de que algo grave va a pasar? Y nos respondió: -Porque lo que vosotros hacéis con vuestro ordenador mental yo lo hago directamente con esto. -Y se tocó su frente.
Nos mirábamos con Selma. Ella me decía: -Alario, creo que Oreo se está escapando de la realidad.
Pero de la misma manera que yo aparentaba ser menos maduro que Selma, a su vez era más precavido y varias veces le decía: -¿Tú tienes copia de todo? -Claro que lo tengo, Alario. -Bien.
La nave Esperanza es una nave técnica. En el espaciodromo había exactamente mil y una naves, naves gigantescas. En los comienzos de la investigación espacial se armaban las naves en las plataformas orbitales, ya no era necesario porque habíamos logrado un despegue antigravitatorio donde no se precisaban impulsores, donde no es que no fuese necesaria, pero la velocidad de escape era secundaria.
Oreo estaba consternado porque no le prestábamos tanta atención como cuando éramos más chicos, nos sentíamos ambos, con Selma, autosuficientes. Recuerdo que a nuestros veinte y veinte y dos años teníamos largas, larguísimas conversaciones con Oreo sobre la vida, sobre la eternidad, sobre el espacio profundo y sobre un mundo que no era tangible para nosotros. A medida que fuimos avanzando en lo tecnológico, en lo digital, en lo científico dejamos de prestar atención al maestro Oreo. Lo queríamos como un tío, nos habíamos acostumbrado a llamarle maestro pero últimamente estábamos tan ocupados en nuestras tareas que cuando él venía, ¡oh!, a veces no sabía disimular mi rostro de fastidio. Selma no; o bien era más sutil o bien no se preocupaba tanto. Oreo dejó de venir, él tenía un extenso salón donde daba conferencias. Siempre atraía jóvenes. Daba la impresión de que los jóvenes prestaban más atención a todo lo suyo y a medida que ellos se iban especializando dejaban de ir y los concurrentes se iban renovando.
Al día siguiente que replicamos todo el laboratorio en la nave madre Esperanza vino el primer temblor. Por supuesto que teníamos aparatos medidores de sismos, un temblor siete de diez. Pero el señor Richmon, que era el encargado de la parte sísmica, nos decía: -Esto va a ser peor que lo que contaron nuestros abuelos, Oceánica se va a hundir en el mar.
Nunca tratamos con el resto del planeta porque en los continentes había homínidos que apenas sabían encender el fuego o dibujar en las cuevas. Entendimos por fin que Oceánica no tenía vuelta atrás. No queríamos perturbar a los habitantes de los distintos continentes, la mayoría de los habitantes de Oceánica fuimos a las grandes naves, que fueron partiendo una a una. No todas la naves tenían el mismo destino. La nuestra y la otra -la gemela, que se llamaba Transespacial- dijimos "Alejémonos lo más posible de este mundo. Allí, a lo lejos, a cien mil años Luz hay otro brazo de esta galaxia en espiral. Vayamos allí, encontraremos algún planeta donde podremos establecernos".
El maestro Oreo no quiso venir, se marchó con los que no quisieron viajar hacia el continente más cercano. Recién ahí notamos su ausencia. En la nave teníamos todas las comodidades, teníamos una réplica exacta del laboratorio, pero psicológicamente sabíamos que estábamos encerrados y que el viaje era bastante largo a pesar de pasar de brecha en brecha, de brecha en brecha. Hablábamos de una distancia enorme, cien mil años Luz.
Llegamos por fin a ese nuevo mundo, que es la actual Tierra o Sol III. De donde nosotros veníamos, al que conocéis como Gaela. Encontramos una isla deshabitada, fue allí donde hicimos una nueva civilización. En los continentes también había humanos, si se puede llamar así, que recién empezaban a caminar sobre sus dos pies, recién empezaban a utilizar utensilios.
A nuestra isla la llamamos Atlantis. El planeta de dónde veníamos lo habíamos nombrado Gaela. Y el maestro Oreo era un rol de quien es el Maestro Johnakan. Porque los ciclos se repiten, porque todo se repite y porque no siempre elegimos con serenidad. A veces somos impulsivos, para bien o para mal. ¿Quién puede juzgarnos? Sólo Eón puede juzgarnos.
El rol de Alario es mi rol actual como Josep, mi hermana Selma es mi pareja Angels. Ciclos, roles distintos, situaciones distintas o quizá no tanto. El gran interrogante es: ¿A qué le damos valor? Sí, la vida física es efímera, pero dentro de lo efímero sembramos. Quizá no cosechamos, quizá son otros los que cosechan. Capaz que de eso se trata, de dejar el campo sembrado. Dentro de esos mismos ciclos, a veces los siglos de avances se pierden en instantes. La isla que llamábamos Atlantis no se hundió por fallas biológicas sino por experimentos muchísimo, muchísimo tiempo después de nuestra llegada. Pero parecería que Sol III repitiera la historia de Gaela, no exactamente pero sí en parte. Desde Atlántida hasta quién sabe cuándo. Y en la vieja Gaela, desde Oceánica hasta los lémures. ¿Sol III tendrá el mismo final? Sólo Eón lo sabe. Mientras tanto sembremos, es nuestra tarea. Y es lo que llevamos a cabo.
|